You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Una vez más, No pude evitarlo

Siempre me dijeron que cuando veía una colorada/o tenía que tocarme el huevo izquierdo o la teta izquierda porque traía mala suerte. De chico no pasaba nada, la cuestión es que cuando crecí y los apetitos sexuales se despertaron ver una colorada era una situación extraña, que mezclaba miedo cabulero y excitación. Claro está, y creo que ya todos me conocen, soy un re pajero y la segundo opción fue la que ganó.

Yo me críe con una colorada y esa mañana en la que me desperté alzado como siempre, estaba justo en la habitación continua. Una manera hermosa de empezar aquel año, luego de la tormentosa noche de despedida. Comimos, escuchamos música, bailamos y bajamos a la playa. No puedo negar que toda la situación que desfilaba por mi cabeza había sido provocada por una noche atípica, hacía mucho que no nos rozabamos tanto o que no nos expresabamos el cariño tan facilmente. Nuestra relación nos los permitía hacer, no obstante, nuestra piel, nuestro deseo, lo convertía en un arma de doble filo. Pero esa noche lo olvidamos...y el cuerpo tiene memoria.

Mientras tenía esos pensamientos, no pude evitar manosearme un poco. Abarajaba mi poronga lentamente con dos dedos y el resto los usaba para apretarme los huevos una vez que llegaba abajo. Toda esta acción se desarrollaba con el calzoncillo de lycra puesto, prenda que permitía la contención del miembro y la facilidad de la masturbación, la pija me explotaba y decidí ir por más. Abrí mi puerta y pase por el cuarto donde dormía Ella. Mi plan era simple, seguir masturbandome pero viéndola.

Había quedado culo para arriba, la minifalda de bambula se había subido y la tanga turquesa quedaba clavada en las nalgas blancas, más abajo el papo vaginal. Dormida en tetas estaba toda para mí. El cuerpo tiene memoria y desde esos cinco metros podía sentir el calor de la raja, la humedad de la concha. Me acerqué un poco más y cerré la puerta. La piel dejaba su blancura y de más cerca se apreciaba esa tonalidad naranja que les dan las pecas. El cuerpo tiene memoria y esa habitación tenía su historia, nuestra historia. Me arrodillé sobre su cola, mi intención era sólo apoyar mi miembro en las nalgas y masturbarme con el sólo incentivo del calor de La Colo. Pero como quedó demostrado más arriba, no soy bueno manteniendo los planes.

Fue culpa de ella, puesto que dormida, mi presa se quiso dar vuelta y chocó de lleno con mi miembro. No se lo permití y empecé a bombear con tanga incluida. Que putita, un hilo dental que no frenó nada. La conchita estaba medio mojada y empezó a ceder de a poco. Se terminó mojando y mi pija entró toda. Me tomé de las sabanas y seguí bombeando con un poquitito más de énfasis. Tenía olor a sal del mar y arena en toda su espalda. Recordé que se había quedado con un flaco, la idea de que me estaba cogiendo a alguien a no más de un par de horas de su última acción despertó un morbo que me llevó a dejar toda delicadeza y cogerla con rabia ( ¿Morbo o Celos?). En última instancia la culpa la tenía Ella: ¿Para qué entró dando el portazo que me despertó?. Abrió los ojos almedras como huevos y pegó un grito de susto y excitación. Quizo escaparse, pero la clave con todo mi peso sobre la cama, mientras tanto la besaba en la nuca sin dificultades, puesto que lucía ese corte tipo Carre que la deja libre en esa zona.

-Dijimos que no ibamos a hacerlo más. Cortala.

Mentira, alguién que piensa eso, no arquea su cola para más. Salgo de su ser y la doy vuelta, en ese momento preferí estar consciente y ver a quién me estaba garchando. Abrió sus piernas y me metí. Con cada movimiento sus tetas naranjitas de pezones duros rebotaban silenciosamente. Cuando la tuve adentro, me dí cuenta que la quería sentir toda en su escaso metro y medio de altura. Así que hicimos un misionero hiperfregon. Abrazó mi cintura con sus piernitas y nos bamboleabamos en el colchón con mucha ternura y pasión, sin culpas. Fácil, yo embocaba, ella recibía, mientras me abrazaba de la espalda o la nuca. Ninguna voltereta extraña, más que esporádicos besos de cuello, cachetes y labios. Luego de que mí nariz detectó una caricia de perfume, mezclado con sudor playero y tabaco, descargué mi leche abriendo mi espalda en toda su amplitud. Acción que me facilitó el respaldo de la cama ( son de esas de madera antigua). Sabía que le gustaban mis hombros así que le di el gustito de endurecerlos para que también acabara tomándose fuertemente de ellos.

Nos mantuvimos en esa posición besándonos de lengua y moviéndonos hasta que sus pulmones no aguantaron más. Mi poronga ya se había derretido en ese agujero infernal así que empujaba sólo para rozarme en su pancita. Nos despegamos y se incorporó de un salto. Quedé boca arriba, mirando como la leche se deslizaba por su entre pierna. Ella tomó disimuladamente una toalla y se tapó. Se dirigió al baño. En la puerta frenó y expetó:

-Una vez más, ahí vuelvo y nunca más.






Por si les interesa la mirada completa:

http://www.poringa.net/posts/relatos/2468982/Mi-hermano-el-pajero.html

http://www.poringa.net/posts/relatos/2471666/Contra-punto-Mi-hermana-la-trola.html

3 comentarios - Una vez más, No pude evitarlo

bkiddox69
la verdad me encanta como escribis. van puntos