Aclaracion: Todos los personajes involucrados en actos sexuales son mayores de edad. Con respecto a los demas, se reserva la informacion.
Puede contener lenguaje ofensivo y situaciones maduras (ademas de las sexuales)
Capitulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/2815402/La-semilla-inutil---Capitulo-16-Y-no-era-una-actuacion.html
- Y, no te sientes a veces solo, a pesar de que hay mucha gente alrededor? A mí me ocurre a menudo, ja!
Andaba medio deprimido ése verano previo a mi noveno ciclo en la U. Lo peor de todo era que, a quien más extrañaba, era a Olinda. Había transcurrido más de un año y la seguía recordando.
- A veces, pues.
Por aquel entonces Beatriz y yo habíamos coincidido en una de las fiestas de la U. Estábamos sentados, conversando de todo un poco. La pregunta que ella formulara, con la que aperturé este capítulo, me hizo darme cuenta de que ella era humana.
Nos quedamos callados en medio del bullicio propio de una fiesta. Sin pensarlo mucho, me acerqué a ella y le di un beso en la frente.
Nunca esperé que ella me abrazara y me tuviera sujeto por unos minutos. Era extraño, al besarla sentí una sacudida, como si me pasara electricidad por el cuerpo.
Pero no pasó nada más. Me gustaba. Tal vez yo le gustara, pero así quedaba todo.
Beatriz me dijo que se iba a su casa. Me ofrecí a acompañarle a su parada de bus.
En el trayecto empezamos a bromear, a reírnos. Listo, éramos los buenos amigos de toda la vida.
La despedí y regresé a la fiesta. Tomaba un vaso de cerveza cuando se acercaron mis compañeros (no sé si hayan notado, pero sólo tenía amigos: mi única amiga era Beatriz).
Efraín solicitó que fuéramos a una cantina: iba a ser padre por segunda vez y quería compartir la felicidad con nosotros, sus buenos amigos.
No sé por qué razón acabamos tomando por Villa El Salvador (distrito periférico, al sur de Lima). Ignoro también por qué tomé en exceso (se lo atribuí al recuerdo de Merrian, Olinda o similar), pero luego caí en la cuenta de que era porque Efraín estaba formando una familia y yo, siendo mayor, nada.
Total que, siendo las 2 a.m. Y estando lejos de casa, llamé a mi prima que vivía a quince minutos a pie para pedirle alojamiento. Titubeó, pero accedió.
Al llegar, Carla ya tenía preparada una taza de café bien cargado.
— No estaba segura…, los niños se quedaron a dormir en casa de su abuela paterna y…
Un poco ebrio, le pregunté si temía que volvieramos a cachar (sic).
— Creo que sí, además hace meses que no la veo.
Nos reímos. Comprendí que Carla era un tanto anticuada (con lo fácil que es conseguir sexo para una chica, más para una guapa) y que, además, estaba pidiendo pinga.
— Te acuerdas de ésa vez, en la azotea de tu casa?
Le dije que una primera vez es inolvidable. Respondí que bien cuando me preguntó que tal estuvo.
Carla puso su mano sobre mi entrepierna. Quedé inmóvil, no lo esperaba.
— Se te paró -me dijo.
—Oooye- le dije-: calma.
— Anda, si sólo es un juego.
«Me la está devolviendo?», pensé.
Mi prima extrajo mi miembro de su envoltura de mezclilla y tela.
— Cuánta carne y yo a dieta forzosa-exclamó, - no quieres que te la corra?
Le dije que ya estaba al palo, así que siguiera nomás.
Carla sujetó mi verga con ambas manos, echó un poco de saliva a mi miembro y empezó a masturbarme. Su pericia había aumentado notoriamente en estos años, tanto que tuve que hacer un esfuerzo para no venirme en sus manos.
— Podemos cachar, si quieres — me susurró.
Le dije que eso sería llevar la situación muy lejos (eso a pesar de mi borrachera), ella me pidió chupar mi sexo. No le vi nada de malo, así que accedí.
Mientras veía como sus labios aprisionaban mi apéndice sexual, pensé que el mundo estaba loco porque debería ser yo el peticionario. Nuevamente tuve que reunir fuerzas para evitar eyacular en la boca de mi querida prima.
Carla se desnudó completamente frente a mí. No supe que hacer, sabía que estaba mal, así que le mentí:
-Creo que voy a vomitar… debe ser el alcohol.
-Te llevo al baño.
Comprendí que eso sería peor. Le dije que no deberíamos cometer incesto (una vez más), pero Carla me propuso algo y, sumando borrachera más morbo, accedí.
Mi prima se colocó sobre mi, mirándome y con las piernas abiertas. Su vulva estaba a pocos centímetros de mi miembro pero, según lo acordado, no hubo acoplamiento. Sólo empezamos a masturbarnos mutuamente.
Dos de mis dedos se perdían en el interior de Carla, explorando su ardiente y pantanosa feminidad, provocando unos gemidos que sólo puedo definir como espantosos. Ella, por su parte, se aferraba a mi verga como un obispo a su báculo, tratando de mantener la tranquilidad.
Pero mi prima no podía estar tranquila. Que el hombre que la había desvirgado estuviera masturbándola era demasiado. -Ayyy, ay…, sigue primito, sigue. Si así eres con los dedos, cómo serás con la pinga?
Como un autómata retiré mi mano izquierda de su secreto para, acto seguido, sujetar por las muñecas sus dos manos, afanadas en correrme la paja.
Carla jadeaba, pero vi en sus ojos una pizca de extrañeza:
-Eres cardíaco acaso, Julián?
Le expliqué que habían pasado unos cuantos meses desde que tiré por última vez, que tampoco me pajeaba y que debía tener los porongos llenos a rebosar.
-Lo cierto es que me falta una nada para empezar a vaciarme, así que prefiero que retires tus manos de ahí…, pero despacio, eh? Si lo haces rápido ésta serpiente va a empezar a escupir su veneno por todos lados y lo que menos quiero es tener que limpiar.
Carla quiso protestar, pero lo aceptó (o eso creí). Soltó lentamente mi miembro, el cual quedó dando sacudidas.
Ella lo miraba muy atenta. Estaba a punto de preguntarle que pretendía cuando, como una lágrima, asomó en la cabeza de mi fiel amigo una gota de semen, redonda, blanca y brillante, como una perla.
«No lo recordaba tan blanco» pensaba, cuando mi prima exclamó:
-Primo, perdona. Es más de lo que puedo soportar…
Se sentó sobre mi, atrapando mi miembro entre sus labios vaginales. Su lubricación ayudó a alojarme como una cuchara en un flan.
Carla gimió y gritó cuando, medio segundo después del coito, mi pene expulsaba chorros de la mejor y más nutritiva esperma del condado; aunque a juzgar por mis sensaciones creía estar derramando litros de médula y tuétano.
Sentí el hermoso cuerpo de mi hermosa prima desplomarse sobre el mío. Sentí también cuando mi miembro, derrotado, se deslizó entre los pliegues de su entrepierna antes de quedarme profundamente dormido.
Desperté con los primeros rayos del sol. Llevaba el pantalón puesto, pero desabrochado y con el cierre abajo. Estaba sentado en el mismo sofá de anoche, pero sobre una toalla limpia. Había un cubo con agua y un trapo a mis pies: mi prima debía de haber limpiado antes de dormirse.
Salí casi volando, sin despedirme de ella (ya sea que estuviera durmiendo en su cama o bañándose en su ducha, ambos lugares eran peligrosos), pensando que no podía seguir tirando a tontas y locas, que no podía ser tan promiscuo y que, de ahí en más, me dedicaría a buscar una buena novia que me aleje de mi único vicio:
Las mujeres.
Continuará...
Cumpli, antes de que acabe el domingo.
El proximo capitulo llevara por titulo: Tú. Nos leemos el proximo domingo
Puede contener lenguaje ofensivo y situaciones maduras (ademas de las sexuales)
Capitulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/2815402/La-semilla-inutil---Capitulo-16-Y-no-era-una-actuacion.html
- Y, no te sientes a veces solo, a pesar de que hay mucha gente alrededor? A mí me ocurre a menudo, ja!
Andaba medio deprimido ése verano previo a mi noveno ciclo en la U. Lo peor de todo era que, a quien más extrañaba, era a Olinda. Había transcurrido más de un año y la seguía recordando.
- A veces, pues.
Por aquel entonces Beatriz y yo habíamos coincidido en una de las fiestas de la U. Estábamos sentados, conversando de todo un poco. La pregunta que ella formulara, con la que aperturé este capítulo, me hizo darme cuenta de que ella era humana.
Nos quedamos callados en medio del bullicio propio de una fiesta. Sin pensarlo mucho, me acerqué a ella y le di un beso en la frente.
Nunca esperé que ella me abrazara y me tuviera sujeto por unos minutos. Era extraño, al besarla sentí una sacudida, como si me pasara electricidad por el cuerpo.
Pero no pasó nada más. Me gustaba. Tal vez yo le gustara, pero así quedaba todo.
Beatriz me dijo que se iba a su casa. Me ofrecí a acompañarle a su parada de bus.
En el trayecto empezamos a bromear, a reírnos. Listo, éramos los buenos amigos de toda la vida.
La despedí y regresé a la fiesta. Tomaba un vaso de cerveza cuando se acercaron mis compañeros (no sé si hayan notado, pero sólo tenía amigos: mi única amiga era Beatriz).
Efraín solicitó que fuéramos a una cantina: iba a ser padre por segunda vez y quería compartir la felicidad con nosotros, sus buenos amigos.
No sé por qué razón acabamos tomando por Villa El Salvador (distrito periférico, al sur de Lima). Ignoro también por qué tomé en exceso (se lo atribuí al recuerdo de Merrian, Olinda o similar), pero luego caí en la cuenta de que era porque Efraín estaba formando una familia y yo, siendo mayor, nada.
Total que, siendo las 2 a.m. Y estando lejos de casa, llamé a mi prima que vivía a quince minutos a pie para pedirle alojamiento. Titubeó, pero accedió.
Al llegar, Carla ya tenía preparada una taza de café bien cargado.
— No estaba segura…, los niños se quedaron a dormir en casa de su abuela paterna y…
Un poco ebrio, le pregunté si temía que volvieramos a cachar (sic).
— Creo que sí, además hace meses que no la veo.
Nos reímos. Comprendí que Carla era un tanto anticuada (con lo fácil que es conseguir sexo para una chica, más para una guapa) y que, además, estaba pidiendo pinga.
— Te acuerdas de ésa vez, en la azotea de tu casa?
Le dije que una primera vez es inolvidable. Respondí que bien cuando me preguntó que tal estuvo.
Carla puso su mano sobre mi entrepierna. Quedé inmóvil, no lo esperaba.
— Se te paró -me dijo.
—Oooye- le dije-: calma.
— Anda, si sólo es un juego.
«Me la está devolviendo?», pensé.
Mi prima extrajo mi miembro de su envoltura de mezclilla y tela.
— Cuánta carne y yo a dieta forzosa-exclamó, - no quieres que te la corra?
Le dije que ya estaba al palo, así que siguiera nomás.
Carla sujetó mi verga con ambas manos, echó un poco de saliva a mi miembro y empezó a masturbarme. Su pericia había aumentado notoriamente en estos años, tanto que tuve que hacer un esfuerzo para no venirme en sus manos.
— Podemos cachar, si quieres — me susurró.
Le dije que eso sería llevar la situación muy lejos (eso a pesar de mi borrachera), ella me pidió chupar mi sexo. No le vi nada de malo, así que accedí.
Mientras veía como sus labios aprisionaban mi apéndice sexual, pensé que el mundo estaba loco porque debería ser yo el peticionario. Nuevamente tuve que reunir fuerzas para evitar eyacular en la boca de mi querida prima.
Carla se desnudó completamente frente a mí. No supe que hacer, sabía que estaba mal, así que le mentí:
-Creo que voy a vomitar… debe ser el alcohol.
-Te llevo al baño.
Comprendí que eso sería peor. Le dije que no deberíamos cometer incesto (una vez más), pero Carla me propuso algo y, sumando borrachera más morbo, accedí.
Mi prima se colocó sobre mi, mirándome y con las piernas abiertas. Su vulva estaba a pocos centímetros de mi miembro pero, según lo acordado, no hubo acoplamiento. Sólo empezamos a masturbarnos mutuamente.
Dos de mis dedos se perdían en el interior de Carla, explorando su ardiente y pantanosa feminidad, provocando unos gemidos que sólo puedo definir como espantosos. Ella, por su parte, se aferraba a mi verga como un obispo a su báculo, tratando de mantener la tranquilidad.
Pero mi prima no podía estar tranquila. Que el hombre que la había desvirgado estuviera masturbándola era demasiado. -Ayyy, ay…, sigue primito, sigue. Si así eres con los dedos, cómo serás con la pinga?
Como un autómata retiré mi mano izquierda de su secreto para, acto seguido, sujetar por las muñecas sus dos manos, afanadas en correrme la paja.
Carla jadeaba, pero vi en sus ojos una pizca de extrañeza:
-Eres cardíaco acaso, Julián?
Le expliqué que habían pasado unos cuantos meses desde que tiré por última vez, que tampoco me pajeaba y que debía tener los porongos llenos a rebosar.
-Lo cierto es que me falta una nada para empezar a vaciarme, así que prefiero que retires tus manos de ahí…, pero despacio, eh? Si lo haces rápido ésta serpiente va a empezar a escupir su veneno por todos lados y lo que menos quiero es tener que limpiar.
Carla quiso protestar, pero lo aceptó (o eso creí). Soltó lentamente mi miembro, el cual quedó dando sacudidas.
Ella lo miraba muy atenta. Estaba a punto de preguntarle que pretendía cuando, como una lágrima, asomó en la cabeza de mi fiel amigo una gota de semen, redonda, blanca y brillante, como una perla.
«No lo recordaba tan blanco» pensaba, cuando mi prima exclamó:
-Primo, perdona. Es más de lo que puedo soportar…
Se sentó sobre mi, atrapando mi miembro entre sus labios vaginales. Su lubricación ayudó a alojarme como una cuchara en un flan.
Carla gimió y gritó cuando, medio segundo después del coito, mi pene expulsaba chorros de la mejor y más nutritiva esperma del condado; aunque a juzgar por mis sensaciones creía estar derramando litros de médula y tuétano.
Sentí el hermoso cuerpo de mi hermosa prima desplomarse sobre el mío. Sentí también cuando mi miembro, derrotado, se deslizó entre los pliegues de su entrepierna antes de quedarme profundamente dormido.
Desperté con los primeros rayos del sol. Llevaba el pantalón puesto, pero desabrochado y con el cierre abajo. Estaba sentado en el mismo sofá de anoche, pero sobre una toalla limpia. Había un cubo con agua y un trapo a mis pies: mi prima debía de haber limpiado antes de dormirse.
Salí casi volando, sin despedirme de ella (ya sea que estuviera durmiendo en su cama o bañándose en su ducha, ambos lugares eran peligrosos), pensando que no podía seguir tirando a tontas y locas, que no podía ser tan promiscuo y que, de ahí en más, me dedicaría a buscar una buena novia que me aleje de mi único vicio:
Las mujeres.
Continuará...
Cumpli, antes de que acabe el domingo.
El proximo capitulo llevara por titulo: Tú. Nos leemos el proximo domingo
0 comentarios - La semilla inutil - Capitulo 17: Hasta cuando?