Hola camaradas... acá les dejo un relato sobre una fantasia loquilla que se me ha ocurrido. Espero que les guste y si quieren leer más ya saben comenten y pongan sus opiniones al final. Por acá en poringa tengo varios relatos publicados tambien podés leerlos y comentarlos. Ahora si ¡A DISFRUTAR!
UN AGASJE ESPONTÁNEO
Hace tiempo me ocurrió una experiencia sensual interesante. De esas que a veces cuento en mis relatos, aunque esta a decir verdad no es tan sexual pero si muy cachondona. Fui a sacar unas copias para unos trabajos que tenía que entregar y fui a una papelería de la cuál se puede decir que ya era cliente, iba seguido para comprar insumos de oficina y demás papelería.
Allí atendían dos chicas una parecían ser hermanas y la mayor era muy seria y formal. La otra era seria sí pero menos formal, un poco más joven que la primera yo diría que quizás rondaba por eso de los 26 o 27 años. Tenía buen cuerpo, la había mirado varias veces y creo que ella una de esas veces me alcanzó a ver cómo la miraba de espaldas.
Era de complexión pequeña, ni delgada ni gruesa, tenia una cintura normal pero bien marcada y una cintura que se ensanchaba conforme se deslizaba la mirada hacía abajo y sí, tenía un trasero muy atractivo, algo grande pero no mucho cómo para parecer vulgar, este era más bien un trasero antójable o bueno en gustos se rompen géneros y a mí se me antojaba mucho siempre que la veía. A veces usaba un pantalón de mezclilla algo flojo que no le lucía para nada el potencial sensual que tenía. Otras veces (por ejemplo la primera vez que me caí en la cuenta de que estaba buenona) se ponía un pantalón deportivo entallado y le marcaba la silueta de una manera muy especial.
En cuanto a los pechos debo ser honesto no se veían muy grandes más bien pequeños y no es que desprecié unos pechos pequeños, pero a veces mirarle el culo era lo que más atraía, aunque sí dos o tres veces cuando usaba blusa blanca se le traslucía el brassiere que llevaba a veces con estampados otras con colores cerrados, así que había motivos para ver en ella desde cualquier ángulo.
Tenía un rostro que le hacía parecer mayor a su edad, no era una modelo ni una lolita más bien era el tipo de chica que no es muy mona cuando se le mira por primera vez, pero que de un de repente le descubres la sensualidad y se vuelve irresistible el estarle mirando, yo por eso frecuentaba esa papelería desde hace tiempo, aunque a veces no estaba ella sino su hermana otras veces sí, como la del presente relato.
Ese día llegué a sacar las copias como lo hacía siempre, saludé y le indiqué lo que quería. Ella se tomo el pedido y se dio la vuelta para ir a la copiadora y allí al darme la espalda recorrí la mirada desde la altura de su cara y fui bajando la mirada por la espalda disfrutando el entalle de su cintura y reposando la vista en sus glúteos tan firmes que se veían y suaves a la vez, noté que se le marcaba parte de la ropa interior debía llevar una braga de esas que dejan medía nalga de fuera, pésima elección para un jean deportivo cómo el que usaba ella ahora, pero para mí eso no importaba, era mucho mejor el espectáculo que estaba gozando. Ella puso las hojas para sacar la copia y luego se agachó para corroborar el papel disponible, al agacharse se marcó más la línea de la braga y volteó de súbito a mirarme yo disimulé y me dijo:
-Se me acabó el papel, deja le pongo más.
-Ok- le conteste en un tono normal.
Ella iba para afuera y debía pasar entre una vitrina (la de enfrente) y un mostrador en la parte de atrás, yo estaba justo en medio. No capte a dónde iba pues pensé que las hojas las agarraría de otro lugar cuando vi que iba para afuera y que yo le estorbaba me incorpore para quitarme.
-No te muevas, no pasa nada. Me dijo con normalidad como si quisiera que los clientes no se molestaran. Eso sí siempre había recibido muy buen servicio en esta papelería. Así que sólo descruce la pierna y me hice un poco para atrás. Ella al pasar, sin querer me dio un tallón con sus nalgas y fue justo en mi pelvis, sentí como mi pene se presionó dentro de mi jeans y ropa interior. Lo hizo de manera lenta y suave, pero pude sentir la firmeza de sus nalgas fue una sensación al tacto muy agradable y placentera, algo sumamente sencillo pero se tornó muy sensual. Yo al sentir el roce sólo me hice un poco hacía atrás poniéndome de puntitas con lo que mi miembro gozó más el tallón más el movimiento pélvico.
Aunque fue algo momentáneo y rápido sentí que ella había pasado frente mío de manera lenta y suave, cómo si hubiese querido que fuera a propósito.
Abrió el cajón de un estante y sacó el paquete de hojas, volteó a mirarme disimuladamente por encima del hombro y cerró el cajón. Se puso la pluma que había usado para romper la bolsa del paquete de hojas en su pelo y se volvió para meterse a sacar las copias. Yo me reincorporé de nuevo para dejarla pasar y me volvió a decir:
-No te molestes, allí quédate no te muevas. Me lo dijo con su tono jovial y amistoso sonaba inclusive inocente. Yo seguía pensado que lo de hace un momento había sido una especie de accidente así que no hice nada más que recorrerme un poco atrás para que pudiera pasar ella.
De nuevo paso de espaldas a mí y al pasar me dio un rozón con su culo, pero esta vez sentí que ella movió su pelvis hacía atrás dándome un roce mayor, esta vez no sólo sentí como mi miembro se apretaba sino que pude sentir sus glúteos recargándose en mi pelvis, sentí su firmeza y pude olerla, pasó tan cercas de mi que en esta ocasión me percaté del olor a shampoo que había usado sin duda apenas en la mañana, sentí un impulso casi frenético de bajar las manos y agarrarle las nalgas pero no lo hice me contuve.
Ella se acomodo de nuevo en la copiadora y se le cayeron las hojas al suelo, se agacho pero sólo doblando la cintura, es decir las nalgas se veían en un punto máximo, las bragas se le marcaron como nunca parecía que le iba a estallar el trasero a la muchacha, mientras juntaba las hojas agachada desde atrás de las rodillas dónde quedaba posicionada su cabeza, vi que me miraba, estaba viéndome mientras la veía. Esta vez no me dio pena y seguí mirándola, pues sentía que estaba haciendo ese espectáculo para mí, y yo lo estaba disfrutando. Empezó a meter las hojas en la copiadora y se puso de pie completamente.
-Ya van a salir- me dijo.
-Si, esta bien. No hay problema. Le contesté yo con toda la naturalidad y caballerosidad habitual. Salió la primera copia y entonces ella me dijo:
-Hay salió mocha, no cabe la imagen. ¿Es tamaño oficio?
-Ah si, discúlpame se me olvidó decirte, las necesito en oficio.
-Entonces no son estas hojas. Se agachó de nuevo dejándome el culo para admirar y yo miraba, que otra cosa podría hacer.
Se levantó y caminó de nuevo hacía mí. Yo esta vez ya no me moví de lugar ni hice el gesto por hacerlo. Al igual que perrito de Pavlov que al oír la campanita salivaba porque ya esperaba el alimento, así yo que ya sabía lo que iba a suceder no me moví solo me erguí un poco para que cupiéramos los dos en ese espacio tan estrecho. Entonces ella paso de nuevo rozándome con las nalgas en la pelvis, esta vez yo ya tenía el pene erecto, y la sensación fue mayor pues sentí como las recargo en toda la dureza de mi verga y al igual que la última vez ella movió la pelvis hacía mí, como si yo ejerciera atracción gravitacional sobre ella y en esta ocasión para mi sorpresa me dio otro recargón mientras se paraba un poquito de puntitas, por lo que el movimiento lo sentí directamente en mi pene erecto, como si lo recargara y lo levantara con sus glúteos firmes. Fue riquísimo.
Ella saco las hojas rápidamente las miró y cerró el cajón. Venía por cuarta vez hacia mí y yo ya la esperaba, con el pene firme. Fue exactamente lo mismo esta vez, ella de espaldas, me repegó las nalgas y se puso de puntitas sólo que esta vez con una de sus manos sostenía las hojas y con la otra discretamente (por si alguien nos miraba) la pasó sobre mi jeans en la pelvis buscando mi pene, cuando lo encontró lo agarró firme y me dio un tercer repegón de nalgas ahora con el pene entre sus manos, sentí toda su firmeza. Sentí cómo de repente esa mujer inocente cobraba factura se su feminidad, tomando la iniciativa y yendo por lo que quería.
Empezó a sacar mis copias y en eso llegó un escolar a comprar algunos útiles, la hora de salida de las escuelas ya se había llegado por lo que empezaron a pasar más niños por afuera. Ella sólo me miró desde la copiadora y sonrío, yo le correspondí la sonrisa para que supiera que lo que había pasado entre nosotros, había estado bien.
Me entregó mis copias se las pagué y empezó a atender al niño.
-Hasta luego, que estés bien. Le dije yo.
-Sí, adiós hasta la próxima- me dijo ella. No sé si esto fue trivial o me estaba dando entrada a que hubiera una próxima vez de aquello que fue genial. No tuvimos sexo, como lo dije al principio pero como experiencia, no estuvo nada mal. Creo que sale de sobra decir que al llegar a mi casa me masturbé pensando en la experiencia y rememorando los detalles, las palabras, texturas, la vista de sus bragas marcándose, la sensación de opresión en dentro de mi bragueta y mientras me masturbaba me di cuenta que la chica me dio la experiencia de poquito a poco aumentando el grado de cachondeo en cada pasada.
Esto me puso más caliente porque allí supe que era una chica a la que le gustaba cachondear y tenía cierta experiencia, me corrí y seguí pensando en ella, por supuesto buscando cualquier pretexto para volver a pedir copias.
J.R. 2016
No te olvides de comentar! Saludos
UN AGASJE ESPONTÁNEO
Hace tiempo me ocurrió una experiencia sensual interesante. De esas que a veces cuento en mis relatos, aunque esta a decir verdad no es tan sexual pero si muy cachondona. Fui a sacar unas copias para unos trabajos que tenía que entregar y fui a una papelería de la cuál se puede decir que ya era cliente, iba seguido para comprar insumos de oficina y demás papelería.
Allí atendían dos chicas una parecían ser hermanas y la mayor era muy seria y formal. La otra era seria sí pero menos formal, un poco más joven que la primera yo diría que quizás rondaba por eso de los 26 o 27 años. Tenía buen cuerpo, la había mirado varias veces y creo que ella una de esas veces me alcanzó a ver cómo la miraba de espaldas.
Era de complexión pequeña, ni delgada ni gruesa, tenia una cintura normal pero bien marcada y una cintura que se ensanchaba conforme se deslizaba la mirada hacía abajo y sí, tenía un trasero muy atractivo, algo grande pero no mucho cómo para parecer vulgar, este era más bien un trasero antójable o bueno en gustos se rompen géneros y a mí se me antojaba mucho siempre que la veía. A veces usaba un pantalón de mezclilla algo flojo que no le lucía para nada el potencial sensual que tenía. Otras veces (por ejemplo la primera vez que me caí en la cuenta de que estaba buenona) se ponía un pantalón deportivo entallado y le marcaba la silueta de una manera muy especial.
En cuanto a los pechos debo ser honesto no se veían muy grandes más bien pequeños y no es que desprecié unos pechos pequeños, pero a veces mirarle el culo era lo que más atraía, aunque sí dos o tres veces cuando usaba blusa blanca se le traslucía el brassiere que llevaba a veces con estampados otras con colores cerrados, así que había motivos para ver en ella desde cualquier ángulo.
Tenía un rostro que le hacía parecer mayor a su edad, no era una modelo ni una lolita más bien era el tipo de chica que no es muy mona cuando se le mira por primera vez, pero que de un de repente le descubres la sensualidad y se vuelve irresistible el estarle mirando, yo por eso frecuentaba esa papelería desde hace tiempo, aunque a veces no estaba ella sino su hermana otras veces sí, como la del presente relato.
Ese día llegué a sacar las copias como lo hacía siempre, saludé y le indiqué lo que quería. Ella se tomo el pedido y se dio la vuelta para ir a la copiadora y allí al darme la espalda recorrí la mirada desde la altura de su cara y fui bajando la mirada por la espalda disfrutando el entalle de su cintura y reposando la vista en sus glúteos tan firmes que se veían y suaves a la vez, noté que se le marcaba parte de la ropa interior debía llevar una braga de esas que dejan medía nalga de fuera, pésima elección para un jean deportivo cómo el que usaba ella ahora, pero para mí eso no importaba, era mucho mejor el espectáculo que estaba gozando. Ella puso las hojas para sacar la copia y luego se agachó para corroborar el papel disponible, al agacharse se marcó más la línea de la braga y volteó de súbito a mirarme yo disimulé y me dijo:
-Se me acabó el papel, deja le pongo más.
-Ok- le conteste en un tono normal.
Ella iba para afuera y debía pasar entre una vitrina (la de enfrente) y un mostrador en la parte de atrás, yo estaba justo en medio. No capte a dónde iba pues pensé que las hojas las agarraría de otro lugar cuando vi que iba para afuera y que yo le estorbaba me incorpore para quitarme.
-No te muevas, no pasa nada. Me dijo con normalidad como si quisiera que los clientes no se molestaran. Eso sí siempre había recibido muy buen servicio en esta papelería. Así que sólo descruce la pierna y me hice un poco para atrás. Ella al pasar, sin querer me dio un tallón con sus nalgas y fue justo en mi pelvis, sentí como mi pene se presionó dentro de mi jeans y ropa interior. Lo hizo de manera lenta y suave, pero pude sentir la firmeza de sus nalgas fue una sensación al tacto muy agradable y placentera, algo sumamente sencillo pero se tornó muy sensual. Yo al sentir el roce sólo me hice un poco hacía atrás poniéndome de puntitas con lo que mi miembro gozó más el tallón más el movimiento pélvico.
Aunque fue algo momentáneo y rápido sentí que ella había pasado frente mío de manera lenta y suave, cómo si hubiese querido que fuera a propósito.
Abrió el cajón de un estante y sacó el paquete de hojas, volteó a mirarme disimuladamente por encima del hombro y cerró el cajón. Se puso la pluma que había usado para romper la bolsa del paquete de hojas en su pelo y se volvió para meterse a sacar las copias. Yo me reincorporé de nuevo para dejarla pasar y me volvió a decir:
-No te molestes, allí quédate no te muevas. Me lo dijo con su tono jovial y amistoso sonaba inclusive inocente. Yo seguía pensado que lo de hace un momento había sido una especie de accidente así que no hice nada más que recorrerme un poco atrás para que pudiera pasar ella.
De nuevo paso de espaldas a mí y al pasar me dio un rozón con su culo, pero esta vez sentí que ella movió su pelvis hacía atrás dándome un roce mayor, esta vez no sólo sentí como mi miembro se apretaba sino que pude sentir sus glúteos recargándose en mi pelvis, sentí su firmeza y pude olerla, pasó tan cercas de mi que en esta ocasión me percaté del olor a shampoo que había usado sin duda apenas en la mañana, sentí un impulso casi frenético de bajar las manos y agarrarle las nalgas pero no lo hice me contuve.
Ella se acomodo de nuevo en la copiadora y se le cayeron las hojas al suelo, se agacho pero sólo doblando la cintura, es decir las nalgas se veían en un punto máximo, las bragas se le marcaron como nunca parecía que le iba a estallar el trasero a la muchacha, mientras juntaba las hojas agachada desde atrás de las rodillas dónde quedaba posicionada su cabeza, vi que me miraba, estaba viéndome mientras la veía. Esta vez no me dio pena y seguí mirándola, pues sentía que estaba haciendo ese espectáculo para mí, y yo lo estaba disfrutando. Empezó a meter las hojas en la copiadora y se puso de pie completamente.
-Ya van a salir- me dijo.
-Si, esta bien. No hay problema. Le contesté yo con toda la naturalidad y caballerosidad habitual. Salió la primera copia y entonces ella me dijo:
-Hay salió mocha, no cabe la imagen. ¿Es tamaño oficio?
-Ah si, discúlpame se me olvidó decirte, las necesito en oficio.
-Entonces no son estas hojas. Se agachó de nuevo dejándome el culo para admirar y yo miraba, que otra cosa podría hacer.
Se levantó y caminó de nuevo hacía mí. Yo esta vez ya no me moví de lugar ni hice el gesto por hacerlo. Al igual que perrito de Pavlov que al oír la campanita salivaba porque ya esperaba el alimento, así yo que ya sabía lo que iba a suceder no me moví solo me erguí un poco para que cupiéramos los dos en ese espacio tan estrecho. Entonces ella paso de nuevo rozándome con las nalgas en la pelvis, esta vez yo ya tenía el pene erecto, y la sensación fue mayor pues sentí como las recargo en toda la dureza de mi verga y al igual que la última vez ella movió la pelvis hacía mí, como si yo ejerciera atracción gravitacional sobre ella y en esta ocasión para mi sorpresa me dio otro recargón mientras se paraba un poquito de puntitas, por lo que el movimiento lo sentí directamente en mi pene erecto, como si lo recargara y lo levantara con sus glúteos firmes. Fue riquísimo.
Ella saco las hojas rápidamente las miró y cerró el cajón. Venía por cuarta vez hacia mí y yo ya la esperaba, con el pene firme. Fue exactamente lo mismo esta vez, ella de espaldas, me repegó las nalgas y se puso de puntitas sólo que esta vez con una de sus manos sostenía las hojas y con la otra discretamente (por si alguien nos miraba) la pasó sobre mi jeans en la pelvis buscando mi pene, cuando lo encontró lo agarró firme y me dio un tercer repegón de nalgas ahora con el pene entre sus manos, sentí toda su firmeza. Sentí cómo de repente esa mujer inocente cobraba factura se su feminidad, tomando la iniciativa y yendo por lo que quería.
Empezó a sacar mis copias y en eso llegó un escolar a comprar algunos útiles, la hora de salida de las escuelas ya se había llegado por lo que empezaron a pasar más niños por afuera. Ella sólo me miró desde la copiadora y sonrío, yo le correspondí la sonrisa para que supiera que lo que había pasado entre nosotros, había estado bien.
Me entregó mis copias se las pagué y empezó a atender al niño.
-Hasta luego, que estés bien. Le dije yo.
-Sí, adiós hasta la próxima- me dijo ella. No sé si esto fue trivial o me estaba dando entrada a que hubiera una próxima vez de aquello que fue genial. No tuvimos sexo, como lo dije al principio pero como experiencia, no estuvo nada mal. Creo que sale de sobra decir que al llegar a mi casa me masturbé pensando en la experiencia y rememorando los detalles, las palabras, texturas, la vista de sus bragas marcándose, la sensación de opresión en dentro de mi bragueta y mientras me masturbaba me di cuenta que la chica me dio la experiencia de poquito a poco aumentando el grado de cachondeo en cada pasada.
Esto me puso más caliente porque allí supe que era una chica a la que le gustaba cachondear y tenía cierta experiencia, me corrí y seguí pensando en ella, por supuesto buscando cualquier pretexto para volver a pedir copias.
J.R. 2016
No te olvides de comentar! Saludos
1 comentarios - Un agasaje espontáneo -quedé con ganas-.
¿A que te refieres con una serie de relatos con grandes nudos y desarrollos? ¿Seria como una especie de novela?
Saludos y gracias por tu valioso comentario.