Siempre supe de mi hermanita más el destino se empeñó en separarnos. La última vez que la vi tenía tan solo cuatro añitos y yo algo crecidito no le prestaba mucha atención pues era producto de una relación extramatrimonial. Mi hermanita y su madre, quien decidió llevársela lejos de mi padre sencillamente se esfumaron de nuestras vidas.
Ese mismo destino que nos separó nos volvió a unir luego de 20 ya casi los 21 años. Cierto día de ocio en las redes sociales recibí una solicitud de amistad de una mujer mulata divina y con un nombre muy particular; al aceptar dicha solicitud y para mi sorpresa, efectivamente, mis sospechas eran ciertas era mi hermana “que hembrota”. Luego de cruzar textos algunos días y saber un poco de nuestras vidas llegamos al acuerdo de ponernos una cita y conocernos.
Dicha cita se concretó llegue al lugar de encuentro y sencillamente no podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Conté los segundos desde que la vi a la distancia y llego al sitio donde me encontraba “fueron 26”. Anonadado baje de mi motocicleta y fue un hola al unísono seguido de un fuerte abrazo algo más emotivo que de costumbre pues me encontraba abrazando la mujer que todo hombre sueña entre sus brazos, su piel, su cabello, todo le olía delicioso “casi no la suelto”.
Fuimos almorzamos y hablábamos de todo un poco mientras tomábamos dicho almuerzo. No parábamos de mirarnos y sentía como si ella me quisiera decir algo más, su mirada, su sonrisa, sus prominentes labios ocultaban eso que yo moría por escuchar.
Deambulamos un rato por el centro comercial y ella dijo antojarse de comer helado y su peculiar forma de comerlo mientras me miraba me empujo a decirle que si deseaba decirme algo que aún no supiera que ese era el momento indicado “mi pene estaba más duro que la vida” pues tal vez con lo que yo estaba sintiendo lo mejor era volverme a alejar de ella. Inmediatamente sonrió diciendo que lleva rato siguiendo mi actividad en facebook y que siente una pecaminosa aberración por mí, en ese momento y para mis adentros dije “eso ahora es mutuo”.
En su confesión me dijo que en un principio ella buscaba a un hermano pero que se encontró con un hombre del cual se había enamorado y sentía deseos incestuosos ya hace ratito, y por miedo a los prejuicios evitaba acercarse a mí pero que no estaba dispuesta a seguir callando sin intentar saber qué opinaba yo al respecto… luego de ello todo fue silencio las palabras sobraron y las miradas hablaron “no lo podía creer quede en shock”. Ella se paró sintiéndose apenada por su confesión y con vos entrecortada dijo lo siento no debí estar aquí, luego de algunos minutos reaccione y salí tras ella; por fortuna la alcance en la parada del bus.
La tome por su hombro y al voltear, en su asombro me dijo ¿qué quieres? vete haz de cuenta que nunca me encontraste. Le dije ¿sabes yo que quiero? Y bajo la guardia no dijo nada, pero tome nuevamente la palabra y le dije también quiero hacerte mía. ¿Estás seguro? Respondió ella. Le dije tan seguro como el hecho de saber que serás mi más dulce pecado, yo desde el primer momento en que te vi nuevamente sentí de todo menos haber encontrado a mi hermana, yo vi fue una mujer de ensueños. Ella se abalanzo en mí y me beso como nunca pero como siempre yo había soñado un beso, una química total, mi piel de gallina y sus pezones erectos delataban lo dicho. Que labios y que forma de besar más rica.
¿Y ahora qué? me dijo, ahora nada respondí, nos vamos juntos o te quedas. Subimos a mi motocicleta y me susurro al oído a mi apartamento o al tuyo; de inmediato nos dimos cuenta que estábamos más cerca de un motel que de nuestros domicilios. Cuando menos pensamos ya estábamos en el cuarto de motel…
Allí no hubo lugar a reproches, todo fue lujuria nuestros corazones acelerados palpitaban a mil, mis manos temblorosas sudaban mientras la besaba y al mismo tiempo le despojaba la ropa. Ella, una vez desnuda, se abalanzo sobre mí y quito mi última prenda “el bóxer”. En ese momento mi pene ya estaba más duro que la vida y más lagrimoso que la llorona, ella lo tomo con sus manos y lo engullo hasta el fondo de su garganta una y otra vez; no hay descripción para tal sensación. De la nada dio un giro total a su cuerpo dando lugar al popular 69, su lindo trasero y su carnosa panocha estaban en mi cara, sentía lengüetazos lujuriosos en mis testículos al mismo tiempo que mi lengua iba de su clítoris hasta su ano; de apoco su lubricación se hacía mayor y sin pensarlo tome de sus jugos con mi dedo pulgar y lo introduje en su ano lo metía y lo sacaba con fuerza, ella paso de los suspiros a los gemidos atragantados. Pasado un rato dijo no mas ahora quiero que me lo meta papi démelo todo y se acomodó para el momento más incestuoso y pecaminoso de nuestras vidas. Tomo sus rodillas y las llevo hacia su pecho “pollo asado” démela toda repetía muy caliente. Me lance sobre ella tome sus tobillos y la penetre hasta sentir su pelvis con la mía, una y otra vez hasta el cansancio. Deje caer mi cuerpo sobre el suyo y recibía de su parte los besos perversos y sensuales al mismo tiempo su movimiento pélvico era indescriptible al compás de mis embestiduras cada vez más fuertes, sus manos en mi espalda arañando mi piel, mi boca mordiendo su rico cuello… Sus gemidos me llevaban cada vez más cerca al éxtasis; de repente se estremeció toda sabía yo que venía y acelere mis movimientos quería llegar junto con ella. Finalmente, en un ir y venir de contracciones, al mismo tiempo que su piel se erizada comprendí que le había sacado un orgasmo al igual que mi leche fue derramada en sus entrañas… FIN!
Jamás olvidaremos aquella experiencia, después de todo aun nos echamos unos buenos incestuosos polvos!
Ese mismo destino que nos separó nos volvió a unir luego de 20 ya casi los 21 años. Cierto día de ocio en las redes sociales recibí una solicitud de amistad de una mujer mulata divina y con un nombre muy particular; al aceptar dicha solicitud y para mi sorpresa, efectivamente, mis sospechas eran ciertas era mi hermana “que hembrota”. Luego de cruzar textos algunos días y saber un poco de nuestras vidas llegamos al acuerdo de ponernos una cita y conocernos.
Dicha cita se concretó llegue al lugar de encuentro y sencillamente no podía creer lo que mis ojos estaban viendo. Conté los segundos desde que la vi a la distancia y llego al sitio donde me encontraba “fueron 26”. Anonadado baje de mi motocicleta y fue un hola al unísono seguido de un fuerte abrazo algo más emotivo que de costumbre pues me encontraba abrazando la mujer que todo hombre sueña entre sus brazos, su piel, su cabello, todo le olía delicioso “casi no la suelto”.
Fuimos almorzamos y hablábamos de todo un poco mientras tomábamos dicho almuerzo. No parábamos de mirarnos y sentía como si ella me quisiera decir algo más, su mirada, su sonrisa, sus prominentes labios ocultaban eso que yo moría por escuchar.
Deambulamos un rato por el centro comercial y ella dijo antojarse de comer helado y su peculiar forma de comerlo mientras me miraba me empujo a decirle que si deseaba decirme algo que aún no supiera que ese era el momento indicado “mi pene estaba más duro que la vida” pues tal vez con lo que yo estaba sintiendo lo mejor era volverme a alejar de ella. Inmediatamente sonrió diciendo que lleva rato siguiendo mi actividad en facebook y que siente una pecaminosa aberración por mí, en ese momento y para mis adentros dije “eso ahora es mutuo”.
En su confesión me dijo que en un principio ella buscaba a un hermano pero que se encontró con un hombre del cual se había enamorado y sentía deseos incestuosos ya hace ratito, y por miedo a los prejuicios evitaba acercarse a mí pero que no estaba dispuesta a seguir callando sin intentar saber qué opinaba yo al respecto… luego de ello todo fue silencio las palabras sobraron y las miradas hablaron “no lo podía creer quede en shock”. Ella se paró sintiéndose apenada por su confesión y con vos entrecortada dijo lo siento no debí estar aquí, luego de algunos minutos reaccione y salí tras ella; por fortuna la alcance en la parada del bus.
La tome por su hombro y al voltear, en su asombro me dijo ¿qué quieres? vete haz de cuenta que nunca me encontraste. Le dije ¿sabes yo que quiero? Y bajo la guardia no dijo nada, pero tome nuevamente la palabra y le dije también quiero hacerte mía. ¿Estás seguro? Respondió ella. Le dije tan seguro como el hecho de saber que serás mi más dulce pecado, yo desde el primer momento en que te vi nuevamente sentí de todo menos haber encontrado a mi hermana, yo vi fue una mujer de ensueños. Ella se abalanzo en mí y me beso como nunca pero como siempre yo había soñado un beso, una química total, mi piel de gallina y sus pezones erectos delataban lo dicho. Que labios y que forma de besar más rica.
¿Y ahora qué? me dijo, ahora nada respondí, nos vamos juntos o te quedas. Subimos a mi motocicleta y me susurro al oído a mi apartamento o al tuyo; de inmediato nos dimos cuenta que estábamos más cerca de un motel que de nuestros domicilios. Cuando menos pensamos ya estábamos en el cuarto de motel…
Allí no hubo lugar a reproches, todo fue lujuria nuestros corazones acelerados palpitaban a mil, mis manos temblorosas sudaban mientras la besaba y al mismo tiempo le despojaba la ropa. Ella, una vez desnuda, se abalanzo sobre mí y quito mi última prenda “el bóxer”. En ese momento mi pene ya estaba más duro que la vida y más lagrimoso que la llorona, ella lo tomo con sus manos y lo engullo hasta el fondo de su garganta una y otra vez; no hay descripción para tal sensación. De la nada dio un giro total a su cuerpo dando lugar al popular 69, su lindo trasero y su carnosa panocha estaban en mi cara, sentía lengüetazos lujuriosos en mis testículos al mismo tiempo que mi lengua iba de su clítoris hasta su ano; de apoco su lubricación se hacía mayor y sin pensarlo tome de sus jugos con mi dedo pulgar y lo introduje en su ano lo metía y lo sacaba con fuerza, ella paso de los suspiros a los gemidos atragantados. Pasado un rato dijo no mas ahora quiero que me lo meta papi démelo todo y se acomodó para el momento más incestuoso y pecaminoso de nuestras vidas. Tomo sus rodillas y las llevo hacia su pecho “pollo asado” démela toda repetía muy caliente. Me lance sobre ella tome sus tobillos y la penetre hasta sentir su pelvis con la mía, una y otra vez hasta el cansancio. Deje caer mi cuerpo sobre el suyo y recibía de su parte los besos perversos y sensuales al mismo tiempo su movimiento pélvico era indescriptible al compás de mis embestiduras cada vez más fuertes, sus manos en mi espalda arañando mi piel, mi boca mordiendo su rico cuello… Sus gemidos me llevaban cada vez más cerca al éxtasis; de repente se estremeció toda sabía yo que venía y acelere mis movimientos quería llegar junto con ella. Finalmente, en un ir y venir de contracciones, al mismo tiempo que su piel se erizada comprendí que le había sacado un orgasmo al igual que mi leche fue derramada en sus entrañas… FIN!
Jamás olvidaremos aquella experiencia, después de todo aun nos echamos unos buenos incestuosos polvos!
3 comentarios - Reencontré A Mi Hermana y Ahora Follamos Como Locos!