Pasaron varias semanas sin comunicarme con Nora, esperando que Lucía recapacitara y volviera, lo que por supuesto no ocurrió. Hasta que me decidí.
Atendió Nora, y me dijo que estaba con gente, que no podía hablar y que le mandara un mail que ella lo respondería.
Me dio toda la sensación de que de pronto no tenía mas interés en verme. De cualquier manera le envíe un correo a su dirección, vacío, solo para que registrara la mía.
Pasaron unos días, y ya me había hecho a la idea de que todo había terminado, cuando una noche mi teléfono sonó, y realmente no esperaba que fuera un mensaje de mi ex-compañera.
“ Tienes un email” era todo lo que decía.
Rápidamente fui a mi notebook y abrí el correo y allí estaba. Lo abrí y lo leí con desesperación.
“ Mauri, antes que nada disculpas por la forma en que te atendí, pero estaba mi madre de visita. Nunca viene pero justo ese día decidió hacerlo.
No me comuniqué antes, esperando la oportunidad de que podamos terminar lo que empezamos hace muchos años. Y repito. Terminar. No puedo correr riesgos con mi familia, pero lo tuyo es una asignatura pendiente que tengo desde la secundaria. Una espina que me quiero sacar de una vez y para siempre. La próxima será la última, y me gustaría que valiera la pena.
La verdad es que no podemos salir juntos, ni tampoco, encontrarnos en algún lugar, con el riesgo que algún conocido mío o de mi marido pudiera verme, y esto complica bastante la situación.
Por eso, llegué a la conclusión que tal vez lo más arriesgado sea lo menos peligroso, aunque suene contradictorio.
Como sea, el próximo viernes, mi marido se va en viaje de negocios y regresa el lúnes, y mis hijos tienen un campamento escolar hasta el sábado a la tarde. Creo que el viernes a partir de las 9 de la noche, podemos encontrarnos en mi casa y descubrir que nos perdimos todos estos años. No quiero morirme de vieja sin saberlo, la verdad.
Espero tu respuesta. No te preocupes por el contenido porque este es un correo que nadie conoce en mi familia, y que uso para suscripciones o cosas que no quiero que saturen mi correo oficial. Nadie lo leerá. Mi dirección es........................................................ Cuando llegues marca el timbre de dos pisos más arriba, por si alguien te observa. Es el piso de una íntima amiga que está al tanto de todo y me ayuda en esto. Dile tu nombre y te dejará subir. Una vez en ese piso, desciende dos pisos por la escalera. Te estaré esperando.Un beso.
Nora.”
El viernes, a la nochecita, perfumado y cambiado, y con una botella de vino blanco de calidad, me apersoné en la entrada del edificio, y tal como me recomendó, toqué el timbre del departamento de su amiga. Al atender le dije quien era y me franqueó la entrada. Subí por el ascensor, y cuando llegué, se entreabrió la puerta de un apartamento y una mano me hizo señas que me acercara. Cuando llegué al lado de la puerta una voz femenina me habló.
- Soy la amiga de Nora. No bajes todavía. Su esposo se ha demorado. Me pidió que esperaras un rato conmigo, dijo mientras abría un poco mas la puerta.
Entré lentamente, no sabiendo donde me metía, y al cerrarse la puerta, una mujer de unos 45 años, morocha, muy atractiva me invitó a sentarme.
- Gracias, dije mientras me ponía cómodo.
- No tienes nada que agradecer. Norita es mi amiga. ¿ Quieres tomar algo?
Acepté algo fresco y la mujer se levantó y fue hasta la cocina. Pude verla alejarse. Traía puesto un pantalón color crema que marcaba sus líneas de manera insinuante. Cuando regresó con la bebida pude observar como sus pechos se bamboleaban libres debajo de una camisola estampada.
Luego de unos minutos sin decir palabra, ella se disculpó en dejarme solo ya que tenía cosas que atender. Estuve allí unos minutos que parecieron horas, hasta que sonó el teléfono en el departamento. Al instante, mi anfitriona se asomó.
- Ya puedes bajar, está sola. Cierra al salir, me dijo, y yo salté como un resorte y atravesé el umbral, tomando la escalera para descender esos dos pisos que me conducirían al paraíso.
Llegué frente a la puerta y toqué suavemente.
- La puerta está abierta. Cierra cuando entres, dijo la voz de Nora.
Entré a una espaciosa estancia, bien amoblada pero vacía. No sabía que hacer así que me limité a sentarme y esperar.
Luego de unos minutos Norita, con un salto de cama transparente de color negro que contrastaba con su cabellera rubia, hizo su ingreso al salón. Debajo de esa prenda, se traslucía un camisón corto del mismo color.
Que alegría que pudieras venir, dijo acercándose al sillón, inclinándose y besandome en la boca.
Nos besamos un rato largo, y lentamente mis manos tomaron su cabeza, mientras mi lengua se volvía cada vez mas posesiva.
Comenzamos a acariciarnos y besarnos, y ella me desnudó con una urgencia desesperada. Cuando me tuvo totalmente desnudo, me hizo acostar en el sofá y con su boca tomo posesión de mi endurecida verga. Mis manos buscaron sus tetas y su sexo y lentamente mis dedos comenzaron a penetrar en su cuerpo. Ella hábilmente se dio vuelta dejando su sexo frente a mi cara y entonces fue mi lengua la encargada de darle placer. Mis movimientos provocaban que ella chupara cada vez con mas fuerza.
Por fin, hice que se deslizara sobre mi cuerpo y se posicionara a caballo sobre mi cuerpo y dándome la espalda. En esa posición su mano dirigió mi herramienta hasta colocarla entre su labios vaginales y una vez allí, se dejó caer lentamente mientras suspiraba y gemía a medida que se iba llenando con mi verga.
Me cabalgó un largo rato, mientras yo juguetaba con sus tetas y por fin la arrastró un orgasmo profundo.
En ese momento el teléfono de la casa comenzó a sonar. 1, 2, 3 veces, hasta que por fin enojada Nora fue a atender.
- Hola, y su rostro se demudó.
- Si, te abro enseguida, y colgó.
- Pronto, vete que viene mi marido. Se suspendió el viaje y está a 3 ó 4 cuadras de aquí.
Mi verga seguía durísima y estaba preparado para seguir toda la noche, pero esa urgencia me descolocó. No quería irme a medias, pero rápidamente me vestí, mientras Nora también se ponía ropa mas sobria. Me acompañó hasta la puerta de servicio y dándome un rápido beso, cerró la puerta. El ascensor que subía me indicó que había poco tiempo, así que subí rapidamente la escalera hasta el piso de la amiga de Nora. Pero a medida que iba subiendo, se me ocurría una variante. Si no podía darle masa toda la noche a Norita, sería su amiga la encargada de satisfacerme.La verdad que no estaba nada mal. Llegué a su piso y golpee la puerta.
Pasaron algunos minutos hasta que la puerta se abrió y ella se asomó.
- ¿ Qué pasa? Dijo sorprendida.
- El marido de Norita volvió sin aviso. Alcancé a escapar, pero necesito esconderme un rato por las dudas, dije, mientras empujaba la puerta y entraba al departamento antes que la dueña pudiera impedirlo.
Ella se corrió al costado y entré. Seguía vestida con la misma ropa, aunque estaba descalza, lo que la dejaba unos cuantos centímetros por debajo de mi estatura.
- Perdona, pero no te pregunté si te comprometo al estar aquí, dije inocentemente.
- Para nada. La verdad que vivo sola. Mis hijos hace rato que hacen su vida, y estoy separada hace varios años.
- Bueno, pero tampoco quiero crearte problemas con tu actual pareja.
- Que no tengo, no te preocupes, dijo, ponte cómodo que traeré algo para tomar, y se alejó hacia la cocina.
Esperé unos minutos y en lugar de sentarme fui también a la cocina. Entré y estaba de espaldas a la puerta preparando las copas.
- Disculpa que haya entrado pero quisiera ayudarte.
Se dio vuelta sorprendida de que estuviera allí, pero luego del primer momento, sonrió.
- No te preocupes, yo me arreglo, dijo volviendo a darme la espalda.
Me acerqué lentamente hasta colocarme detrás de ella. Su culo parecía que tenía pintado una diana que atraía mis miradas, y mi verga morcillona se puso en guardia como al principio.
- La verdad que ha sido una noche complicada, dije muy cerca de su nuca, y ella se estremeció.
- Me imagino, dijo sin mirarme, apenas si habrán podido conversar.
- La verdad que ya estábamos tirando como animales y tu amiga tuvo un orgasmo de escándalo, pero yo no llegué, y te imaginas como he quedado, dije acercando mi sexo hasta apoyarlo en su trasero.
Ella se quedó quieta, sintiendo esa dureza contra su cuerpo.
- Seguramente tendrás otra oportunidad mas adelante, dijo apoyando sus manos en la mesada y sin retirarse del contacto de los cuerpos.
- Seguramente, pero es una pena desperdiciar un buen polvo,¿ sabes?, y mas cuando hay pocas mujeres atractivas que lo merezcan, dije acariciando sus brazos con el revés de mis manos, provocando un escalofrío en todo su cuerpo.
En ese momento hizo lo que yo esperaba, se dio vuelta rápidamente para decir algo, pero mis manos tomaron su cuello y mi boca la silenció. Cuando sus labios respondieron, mi lengua la poseyó, y sentí que esa hembra se estaba derritiendo rápidamente. No se cuanto hacía que no tenía sexo, pero esta noche iba a tener todo el que quisiera. Mi cuerpo se aplasto contra el suyo y mi verga se aplastó contra su vientre. Ella gimió como si el calor de mi lanza traspasara la ropa y la quemara.
Estuvimos un largo rato en ese trance, hasta que por fin la tomé de la mano y la saqué de la cocina. Tomé el pasillo y al fondo vi abierta la puerta de su dormitorio y hacia allí me dirigí totalmente resuelto. Ella no se opuso a este tratamiento, se dejó llevar como una oveja al matadero.
Llegamos al dormitorio y una vez allí, desabroché su blusa, y como suponía, dos espléndidas tetas sin sujetador aparecieron ante mis ojos.
- No puedes andar bamboleando estas tetas, mujer. Calientan a cualquiera, le dije mientras tomaba posesión de ellas con mis manos y mi boca.
- Por favor, no le cuentes a Nora. Es mi mejor amiga. No quiero problemas, dijo mientras sus manos se aferraban a mi espalda.
Terminé de desabrochar su blusa y se la quité, para empezar a desabotonar su pantalón. Debajo apareció una tanga color piel que destacaban el ensanchamiento de sus caderas. Cuando el pantalón cayó al suelo quedó ante mí el mejor trasero que había visto en mucho tiempo. La noche valdría la pena, mas de lo que imaginaba, pensé.
Salió ágilmente del pantalón que quedó amontonado en el suelo, y mi mano dejó sus tetas para perderse entre sus piernas. Sus labios vaginales estaban hinchados y calientes, y en cuestión de minutos una humedad inconfundible, mojó su tanga y mi mano.
Seguimos besándonos allí, de pie al lado de la cama. Sus manos rodeaban mi espalda, mientras las mías recorrían su cuerpo, para terminar corriendo su tanga y metiendo mi dedo medio dentro suyo. Un gemido acompañó esta maniobra.
Luego de un rato dejé su boca.
- Zorra, vamos, libera mi manubrio que te quiero clavar contra el colchón, le dije al oído, y ella comenzó lentamente a desvestirme.
Saqué mis zapatos para facilitarle la maniobra y la dejé que actuara. Desabrochó mi camisa y me la quitó y luego desabrochó mi pantalón arrastrándolo hasta el suelo. Se arrodilló y me lo quitó mientras yo levantaba los pies para ayudarla. Cuando quiso levantarse, la detuve.
- Ya que estás allí abajo, es una pena que no aprovechemos el viaje, le dije mientras bajaba mi slip y dejaba a la vista una verga dura, húmeda y caliente. Mis pelotas estaban distendidas por la sesión previa con Nora, y realmente daba miedo el aparato en su conjunto, pero mi pareja no pareció asustarse en lo más mínimo. Me acarició un momento y luego comenzó a chuparme los huevos, metiéndoselos de a uno en la boca, para después comenzar a subir por el tronco y cuando llegó a la punta comenzar a tragarse todo el pedazo. Debo reconocer que era una maestra en el sexo oral. No imagino cuantos metros de verga se había tragado en su vida, pero seguro que no eran pocos.
Retrocedí sosteniendo su cabeza hasta sentarme en la cama y ella se acuclilló delante mío apoyando sus manos en mis piernas, sin dejar de chupar. En realidad creo que no había fuerza humana que consiguiera que soltara el chupetín.
Cuando ya no aguanté mas, hice que se levantara, y la acosté de espaldas en la cama. Le quité lentamente su tanga totalmente mojada, y me ubiqué entre sus piernas, comenzando a frotar mi verga por su sexo, metiéndola entre sus labios vaginales, sintiendo el calor de ese horno sexual.
- Ponte un forro, me pidió.
- Dime que te cuidas, porque no tengo, le contesté.
- Si me cuido, pero tengo miedo.
No dije mas nada y seguí frotando mi verga en sus agujeros.
La desesperación de su rostro era increíble, Moría por que la clavara de una vez, y se esforzaba en conseguir esa conjunción, mientras yo me retiraba sin darle el gusto.
- Por favor, por favor, suplicaba.
- ¿ Qué quieres? Le pregunté.
- La quiero adentro.
- ¿ Toda?
- Siiiii, toda, gemía
- ¿No será mucho?
- Dámela, cabrón.
- ¿ Cuanto hace que no tiras?
- Hace unos cuantos meses, vamos, dame, dame.
Tomé sus piernas y las calcé sobre mis hombros, dejándola en una posición de sometimiento total, y luego apoyándome en la punta de los pies y colocando mis manos al costado de su cabeza, comencé a acomodar mi verga en el lugar apropiado. Demoró unos segundos, ante la impaciencia de la hembra, hasta que al final se ubicó la punta de mi verga en el medio de su agujero y con un leve empujón, la cabeza atravesó la entrada. Ella aulló de placer. Me quedé unos segundos allí, juntando fuerzas.
En la posición en que estaba poco podía hacer ella para formar la penetración, sus manos tomaban mi espalda y me atraían hacia ella como si con eso fuera a conseguir comersela toda.
Mis labios besaron su cuello, sus orejas y por fin tomaron posesión de su boca. Mi lengua la invadió y en ese momento con un movimiento profundo le dejé ir mis 18 cm. Dentro de su vagina. La sensación fue fabulosa. Sentí como se estremeció, como trató de correrse, como quiso gritar, pero nada podía hacer. La había clavado hasta el fondo.
Solté su boca.
- Ayyyyyy, animal, me partes, me partes, dijo mientras me rasguñaba la espalda.
- No me marques puta de mierda, que te voy a partir en serio, le dije mientras la tomaba del cuello y empezaba a bombearla con desesperación.
Imaginará amigo lector, que no podía durar mucho ante lo que había pasado ya esa noche, pero afortunadamente esta yegua estaba mas caliente que yo, seguro que por la abstinencia obligada y por lo que su imaginación le había dado, y a los pocos minutos comenzó a correrse cosa que aproveché.
- Ayyyy, que placer, gemía, que placer.
- Si, zorra, y ahí te van mis mocos. Come puta, come, le dije mientras profundos chorros de semen la regaban y la quemaban.
- Me llenas hijo de puta, me llenas, y como, mi Diosssssssss.
Quedamos despatarrados sobre la cama. Yo giré y ella giró conmigo quedando enfrentados de costado y con mi verga latiendo dentro de su almeja.
En ese momento sonó el teléfono, y ella lentamente tomó el de la mesita de luz y atendió.
- Hola, dijo tratando de parecer tranquila.
- Si Norita, te escucho, dijo, mientras me guiñaba un ojo, y conectaba el manos libre.
- No sabes lo que paso Luciana, y allí recién me enteré su nombre.
- ¿ Qué pasó?
- Pues que estábamos aquí tirando y volvió mi marido, apenas si pude sacarlo de la casa antes de que nos descubrieran.
- Menos mal que no te sorprendió.
- No, pero sabes que vino muy caliente y como yo había quedado también cargada, echamos un polvo de campeonato. Ahora estoy en el baño hablándote con el móvil.
- Pero cuenta, cuenta, djo Luciana sonriendo.
- Pues nada, que cuando vino Mauri arrancamos como para darle toda la noche. Lo desnudé en el sofá y le hice una mamada de campeonato, para luego montarlo en toda la regla, y ya había alcanzado mi primer orgasmo cuando sonó el teléfono.
- Como te envidio, dijo Luciana mientras comenzaba a juguetear con mis pelotas que era lo único que había quedado afuera de su agujero.
- Tendrías que probar tener un amante Luciana. Te vendría bien.
- Ay, Norita, tu sabes que soy muy introvertida, dijo mientras su mano ahora jugueteaba con mi culo y comenzaba a ponerme a mil. Mi verga comenzó a latir dentro de su sexo. Lentamente comencé a tirar nuevamente así de costado como estábamos.
- Tu sabrás. Bueno te dejo porque me parece que Lucas quiere otra sesión. Me está llamando. Mañana te cuento.
- Nos vemos, dijo y colgó para comenzar a responder a mi pistoneo.
Acarició mis cabellos mientras sentía como mi verga la trabajaba nuevamente, llegando hasta los lugares mas recónditos de su sexo.
Mi segundo polvo iba a ser interminable. Yo lo sabía. Luego de vaciarme podía aguantar mucho tiempo, y así fue.
Luego de que acabara en esa posición la hice poner en cuatro y la monté como un salvaje, utilizando sus hombros como palanca, hasta que volvió a correrse. En ese momento hice que se diera vuelta y de espalda a la cama, avancé sobre ella hasta ubicar mis piernas a sus costados y comenzar una cubana entre sus tetas que fue maravillosa. Ella apretaba sus tetas envolviendo mi verga y cuando la cabeza asomaba le pegaba un lenguetazo. Por fin avancé mas y la puse en su boca, para comenzar a cogerla con ganas.
- Te voy a alimentar putita, le dije, acelerando mis arremetidas.
Ella trató en principio de soltar mi verga pero en esa posición no tenía escapatoria. Su mirada de terror me indicó claramente que no estaba acostumbrada a que le acabaran en la boca y a tragarse el semen, pero hoy no iba a tener opción. Seguí un poco más y luego me metí bien adentro para comenzar a escupir mi leche.
- Traga, puta, traga, vamos que te hará bien. Vas a crecer sana y fuerte, zorra, sana y fuerte, le dije mientras llenaba su boca con mi simiente. No la saqué y aunque al principio trató de escupirla tuvo que terminar tragando todo. Se la dejé para que la limpiara y luego con mis dedos empujé a su boca algunos chorretones que se habían escapado por la comisura de sus labios.
Nos quedamos al rato profundamente dormidos y en la madrugada me desperté y desde atrás, levanté una de sus piernas y volví a clavarla aún dormida. Cuando despertó ya estabamos en plena cabalgata. Nos corrimos juntos y así, sin sacarla de su cuerpo nos dormimos hasta la mañana. La cama quedó para tirar. Los lamparones de semen y líquidos embarraban todo.
Nunca mas tuve oportunidad de tirar con Norita, pero en cambio, de vez en cuando Luciana me llama y mientras habla por teléfono con su amiga la monto de todas las formas, lo que le da mucho morbo.
Atendió Nora, y me dijo que estaba con gente, que no podía hablar y que le mandara un mail que ella lo respondería.
Me dio toda la sensación de que de pronto no tenía mas interés en verme. De cualquier manera le envíe un correo a su dirección, vacío, solo para que registrara la mía.
Pasaron unos días, y ya me había hecho a la idea de que todo había terminado, cuando una noche mi teléfono sonó, y realmente no esperaba que fuera un mensaje de mi ex-compañera.
“ Tienes un email” era todo lo que decía.
Rápidamente fui a mi notebook y abrí el correo y allí estaba. Lo abrí y lo leí con desesperación.
“ Mauri, antes que nada disculpas por la forma en que te atendí, pero estaba mi madre de visita. Nunca viene pero justo ese día decidió hacerlo.
No me comuniqué antes, esperando la oportunidad de que podamos terminar lo que empezamos hace muchos años. Y repito. Terminar. No puedo correr riesgos con mi familia, pero lo tuyo es una asignatura pendiente que tengo desde la secundaria. Una espina que me quiero sacar de una vez y para siempre. La próxima será la última, y me gustaría que valiera la pena.
La verdad es que no podemos salir juntos, ni tampoco, encontrarnos en algún lugar, con el riesgo que algún conocido mío o de mi marido pudiera verme, y esto complica bastante la situación.
Por eso, llegué a la conclusión que tal vez lo más arriesgado sea lo menos peligroso, aunque suene contradictorio.
Como sea, el próximo viernes, mi marido se va en viaje de negocios y regresa el lúnes, y mis hijos tienen un campamento escolar hasta el sábado a la tarde. Creo que el viernes a partir de las 9 de la noche, podemos encontrarnos en mi casa y descubrir que nos perdimos todos estos años. No quiero morirme de vieja sin saberlo, la verdad.
Espero tu respuesta. No te preocupes por el contenido porque este es un correo que nadie conoce en mi familia, y que uso para suscripciones o cosas que no quiero que saturen mi correo oficial. Nadie lo leerá. Mi dirección es........................................................ Cuando llegues marca el timbre de dos pisos más arriba, por si alguien te observa. Es el piso de una íntima amiga que está al tanto de todo y me ayuda en esto. Dile tu nombre y te dejará subir. Una vez en ese piso, desciende dos pisos por la escalera. Te estaré esperando.Un beso.
Nora.”
El viernes, a la nochecita, perfumado y cambiado, y con una botella de vino blanco de calidad, me apersoné en la entrada del edificio, y tal como me recomendó, toqué el timbre del departamento de su amiga. Al atender le dije quien era y me franqueó la entrada. Subí por el ascensor, y cuando llegué, se entreabrió la puerta de un apartamento y una mano me hizo señas que me acercara. Cuando llegué al lado de la puerta una voz femenina me habló.
- Soy la amiga de Nora. No bajes todavía. Su esposo se ha demorado. Me pidió que esperaras un rato conmigo, dijo mientras abría un poco mas la puerta.
Entré lentamente, no sabiendo donde me metía, y al cerrarse la puerta, una mujer de unos 45 años, morocha, muy atractiva me invitó a sentarme.
- Gracias, dije mientras me ponía cómodo.
- No tienes nada que agradecer. Norita es mi amiga. ¿ Quieres tomar algo?
Acepté algo fresco y la mujer se levantó y fue hasta la cocina. Pude verla alejarse. Traía puesto un pantalón color crema que marcaba sus líneas de manera insinuante. Cuando regresó con la bebida pude observar como sus pechos se bamboleaban libres debajo de una camisola estampada.
Luego de unos minutos sin decir palabra, ella se disculpó en dejarme solo ya que tenía cosas que atender. Estuve allí unos minutos que parecieron horas, hasta que sonó el teléfono en el departamento. Al instante, mi anfitriona se asomó.
- Ya puedes bajar, está sola. Cierra al salir, me dijo, y yo salté como un resorte y atravesé el umbral, tomando la escalera para descender esos dos pisos que me conducirían al paraíso.
Llegué frente a la puerta y toqué suavemente.
- La puerta está abierta. Cierra cuando entres, dijo la voz de Nora.
Entré a una espaciosa estancia, bien amoblada pero vacía. No sabía que hacer así que me limité a sentarme y esperar.
Luego de unos minutos Norita, con un salto de cama transparente de color negro que contrastaba con su cabellera rubia, hizo su ingreso al salón. Debajo de esa prenda, se traslucía un camisón corto del mismo color.
Que alegría que pudieras venir, dijo acercándose al sillón, inclinándose y besandome en la boca.
Nos besamos un rato largo, y lentamente mis manos tomaron su cabeza, mientras mi lengua se volvía cada vez mas posesiva.
Comenzamos a acariciarnos y besarnos, y ella me desnudó con una urgencia desesperada. Cuando me tuvo totalmente desnudo, me hizo acostar en el sofá y con su boca tomo posesión de mi endurecida verga. Mis manos buscaron sus tetas y su sexo y lentamente mis dedos comenzaron a penetrar en su cuerpo. Ella hábilmente se dio vuelta dejando su sexo frente a mi cara y entonces fue mi lengua la encargada de darle placer. Mis movimientos provocaban que ella chupara cada vez con mas fuerza.
Por fin, hice que se deslizara sobre mi cuerpo y se posicionara a caballo sobre mi cuerpo y dándome la espalda. En esa posición su mano dirigió mi herramienta hasta colocarla entre su labios vaginales y una vez allí, se dejó caer lentamente mientras suspiraba y gemía a medida que se iba llenando con mi verga.
Me cabalgó un largo rato, mientras yo juguetaba con sus tetas y por fin la arrastró un orgasmo profundo.
En ese momento el teléfono de la casa comenzó a sonar. 1, 2, 3 veces, hasta que por fin enojada Nora fue a atender.
- Hola, y su rostro se demudó.
- Si, te abro enseguida, y colgó.
- Pronto, vete que viene mi marido. Se suspendió el viaje y está a 3 ó 4 cuadras de aquí.
Mi verga seguía durísima y estaba preparado para seguir toda la noche, pero esa urgencia me descolocó. No quería irme a medias, pero rápidamente me vestí, mientras Nora también se ponía ropa mas sobria. Me acompañó hasta la puerta de servicio y dándome un rápido beso, cerró la puerta. El ascensor que subía me indicó que había poco tiempo, así que subí rapidamente la escalera hasta el piso de la amiga de Nora. Pero a medida que iba subiendo, se me ocurría una variante. Si no podía darle masa toda la noche a Norita, sería su amiga la encargada de satisfacerme.La verdad que no estaba nada mal. Llegué a su piso y golpee la puerta.
Pasaron algunos minutos hasta que la puerta se abrió y ella se asomó.
- ¿ Qué pasa? Dijo sorprendida.
- El marido de Norita volvió sin aviso. Alcancé a escapar, pero necesito esconderme un rato por las dudas, dije, mientras empujaba la puerta y entraba al departamento antes que la dueña pudiera impedirlo.
Ella se corrió al costado y entré. Seguía vestida con la misma ropa, aunque estaba descalza, lo que la dejaba unos cuantos centímetros por debajo de mi estatura.
- Perdona, pero no te pregunté si te comprometo al estar aquí, dije inocentemente.
- Para nada. La verdad que vivo sola. Mis hijos hace rato que hacen su vida, y estoy separada hace varios años.
- Bueno, pero tampoco quiero crearte problemas con tu actual pareja.
- Que no tengo, no te preocupes, dijo, ponte cómodo que traeré algo para tomar, y se alejó hacia la cocina.
Esperé unos minutos y en lugar de sentarme fui también a la cocina. Entré y estaba de espaldas a la puerta preparando las copas.
- Disculpa que haya entrado pero quisiera ayudarte.
Se dio vuelta sorprendida de que estuviera allí, pero luego del primer momento, sonrió.
- No te preocupes, yo me arreglo, dijo volviendo a darme la espalda.
Me acerqué lentamente hasta colocarme detrás de ella. Su culo parecía que tenía pintado una diana que atraía mis miradas, y mi verga morcillona se puso en guardia como al principio.
- La verdad que ha sido una noche complicada, dije muy cerca de su nuca, y ella se estremeció.
- Me imagino, dijo sin mirarme, apenas si habrán podido conversar.
- La verdad que ya estábamos tirando como animales y tu amiga tuvo un orgasmo de escándalo, pero yo no llegué, y te imaginas como he quedado, dije acercando mi sexo hasta apoyarlo en su trasero.
Ella se quedó quieta, sintiendo esa dureza contra su cuerpo.
- Seguramente tendrás otra oportunidad mas adelante, dijo apoyando sus manos en la mesada y sin retirarse del contacto de los cuerpos.
- Seguramente, pero es una pena desperdiciar un buen polvo,¿ sabes?, y mas cuando hay pocas mujeres atractivas que lo merezcan, dije acariciando sus brazos con el revés de mis manos, provocando un escalofrío en todo su cuerpo.
En ese momento hizo lo que yo esperaba, se dio vuelta rápidamente para decir algo, pero mis manos tomaron su cuello y mi boca la silenció. Cuando sus labios respondieron, mi lengua la poseyó, y sentí que esa hembra se estaba derritiendo rápidamente. No se cuanto hacía que no tenía sexo, pero esta noche iba a tener todo el que quisiera. Mi cuerpo se aplasto contra el suyo y mi verga se aplastó contra su vientre. Ella gimió como si el calor de mi lanza traspasara la ropa y la quemara.
Estuvimos un largo rato en ese trance, hasta que por fin la tomé de la mano y la saqué de la cocina. Tomé el pasillo y al fondo vi abierta la puerta de su dormitorio y hacia allí me dirigí totalmente resuelto. Ella no se opuso a este tratamiento, se dejó llevar como una oveja al matadero.
Llegamos al dormitorio y una vez allí, desabroché su blusa, y como suponía, dos espléndidas tetas sin sujetador aparecieron ante mis ojos.
- No puedes andar bamboleando estas tetas, mujer. Calientan a cualquiera, le dije mientras tomaba posesión de ellas con mis manos y mi boca.
- Por favor, no le cuentes a Nora. Es mi mejor amiga. No quiero problemas, dijo mientras sus manos se aferraban a mi espalda.
Terminé de desabrochar su blusa y se la quité, para empezar a desabotonar su pantalón. Debajo apareció una tanga color piel que destacaban el ensanchamiento de sus caderas. Cuando el pantalón cayó al suelo quedó ante mí el mejor trasero que había visto en mucho tiempo. La noche valdría la pena, mas de lo que imaginaba, pensé.
Salió ágilmente del pantalón que quedó amontonado en el suelo, y mi mano dejó sus tetas para perderse entre sus piernas. Sus labios vaginales estaban hinchados y calientes, y en cuestión de minutos una humedad inconfundible, mojó su tanga y mi mano.
Seguimos besándonos allí, de pie al lado de la cama. Sus manos rodeaban mi espalda, mientras las mías recorrían su cuerpo, para terminar corriendo su tanga y metiendo mi dedo medio dentro suyo. Un gemido acompañó esta maniobra.
Luego de un rato dejé su boca.
- Zorra, vamos, libera mi manubrio que te quiero clavar contra el colchón, le dije al oído, y ella comenzó lentamente a desvestirme.
Saqué mis zapatos para facilitarle la maniobra y la dejé que actuara. Desabrochó mi camisa y me la quitó y luego desabrochó mi pantalón arrastrándolo hasta el suelo. Se arrodilló y me lo quitó mientras yo levantaba los pies para ayudarla. Cuando quiso levantarse, la detuve.
- Ya que estás allí abajo, es una pena que no aprovechemos el viaje, le dije mientras bajaba mi slip y dejaba a la vista una verga dura, húmeda y caliente. Mis pelotas estaban distendidas por la sesión previa con Nora, y realmente daba miedo el aparato en su conjunto, pero mi pareja no pareció asustarse en lo más mínimo. Me acarició un momento y luego comenzó a chuparme los huevos, metiéndoselos de a uno en la boca, para después comenzar a subir por el tronco y cuando llegó a la punta comenzar a tragarse todo el pedazo. Debo reconocer que era una maestra en el sexo oral. No imagino cuantos metros de verga se había tragado en su vida, pero seguro que no eran pocos.
Retrocedí sosteniendo su cabeza hasta sentarme en la cama y ella se acuclilló delante mío apoyando sus manos en mis piernas, sin dejar de chupar. En realidad creo que no había fuerza humana que consiguiera que soltara el chupetín.
Cuando ya no aguanté mas, hice que se levantara, y la acosté de espaldas en la cama. Le quité lentamente su tanga totalmente mojada, y me ubiqué entre sus piernas, comenzando a frotar mi verga por su sexo, metiéndola entre sus labios vaginales, sintiendo el calor de ese horno sexual.
- Ponte un forro, me pidió.
- Dime que te cuidas, porque no tengo, le contesté.
- Si me cuido, pero tengo miedo.
No dije mas nada y seguí frotando mi verga en sus agujeros.
La desesperación de su rostro era increíble, Moría por que la clavara de una vez, y se esforzaba en conseguir esa conjunción, mientras yo me retiraba sin darle el gusto.
- Por favor, por favor, suplicaba.
- ¿ Qué quieres? Le pregunté.
- La quiero adentro.
- ¿ Toda?
- Siiiii, toda, gemía
- ¿No será mucho?
- Dámela, cabrón.
- ¿ Cuanto hace que no tiras?
- Hace unos cuantos meses, vamos, dame, dame.
Tomé sus piernas y las calcé sobre mis hombros, dejándola en una posición de sometimiento total, y luego apoyándome en la punta de los pies y colocando mis manos al costado de su cabeza, comencé a acomodar mi verga en el lugar apropiado. Demoró unos segundos, ante la impaciencia de la hembra, hasta que al final se ubicó la punta de mi verga en el medio de su agujero y con un leve empujón, la cabeza atravesó la entrada. Ella aulló de placer. Me quedé unos segundos allí, juntando fuerzas.
En la posición en que estaba poco podía hacer ella para formar la penetración, sus manos tomaban mi espalda y me atraían hacia ella como si con eso fuera a conseguir comersela toda.
Mis labios besaron su cuello, sus orejas y por fin tomaron posesión de su boca. Mi lengua la invadió y en ese momento con un movimiento profundo le dejé ir mis 18 cm. Dentro de su vagina. La sensación fue fabulosa. Sentí como se estremeció, como trató de correrse, como quiso gritar, pero nada podía hacer. La había clavado hasta el fondo.
Solté su boca.
- Ayyyyyy, animal, me partes, me partes, dijo mientras me rasguñaba la espalda.
- No me marques puta de mierda, que te voy a partir en serio, le dije mientras la tomaba del cuello y empezaba a bombearla con desesperación.
Imaginará amigo lector, que no podía durar mucho ante lo que había pasado ya esa noche, pero afortunadamente esta yegua estaba mas caliente que yo, seguro que por la abstinencia obligada y por lo que su imaginación le había dado, y a los pocos minutos comenzó a correrse cosa que aproveché.
- Ayyyy, que placer, gemía, que placer.
- Si, zorra, y ahí te van mis mocos. Come puta, come, le dije mientras profundos chorros de semen la regaban y la quemaban.
- Me llenas hijo de puta, me llenas, y como, mi Diosssssssss.
Quedamos despatarrados sobre la cama. Yo giré y ella giró conmigo quedando enfrentados de costado y con mi verga latiendo dentro de su almeja.
En ese momento sonó el teléfono, y ella lentamente tomó el de la mesita de luz y atendió.
- Hola, dijo tratando de parecer tranquila.
- Si Norita, te escucho, dijo, mientras me guiñaba un ojo, y conectaba el manos libre.
- No sabes lo que paso Luciana, y allí recién me enteré su nombre.
- ¿ Qué pasó?
- Pues que estábamos aquí tirando y volvió mi marido, apenas si pude sacarlo de la casa antes de que nos descubrieran.
- Menos mal que no te sorprendió.
- No, pero sabes que vino muy caliente y como yo había quedado también cargada, echamos un polvo de campeonato. Ahora estoy en el baño hablándote con el móvil.
- Pero cuenta, cuenta, djo Luciana sonriendo.
- Pues nada, que cuando vino Mauri arrancamos como para darle toda la noche. Lo desnudé en el sofá y le hice una mamada de campeonato, para luego montarlo en toda la regla, y ya había alcanzado mi primer orgasmo cuando sonó el teléfono.
- Como te envidio, dijo Luciana mientras comenzaba a juguetear con mis pelotas que era lo único que había quedado afuera de su agujero.
- Tendrías que probar tener un amante Luciana. Te vendría bien.
- Ay, Norita, tu sabes que soy muy introvertida, dijo mientras su mano ahora jugueteaba con mi culo y comenzaba a ponerme a mil. Mi verga comenzó a latir dentro de su sexo. Lentamente comencé a tirar nuevamente así de costado como estábamos.
- Tu sabrás. Bueno te dejo porque me parece que Lucas quiere otra sesión. Me está llamando. Mañana te cuento.
- Nos vemos, dijo y colgó para comenzar a responder a mi pistoneo.
Acarició mis cabellos mientras sentía como mi verga la trabajaba nuevamente, llegando hasta los lugares mas recónditos de su sexo.
Mi segundo polvo iba a ser interminable. Yo lo sabía. Luego de vaciarme podía aguantar mucho tiempo, y así fue.
Luego de que acabara en esa posición la hice poner en cuatro y la monté como un salvaje, utilizando sus hombros como palanca, hasta que volvió a correrse. En ese momento hice que se diera vuelta y de espalda a la cama, avancé sobre ella hasta ubicar mis piernas a sus costados y comenzar una cubana entre sus tetas que fue maravillosa. Ella apretaba sus tetas envolviendo mi verga y cuando la cabeza asomaba le pegaba un lenguetazo. Por fin avancé mas y la puse en su boca, para comenzar a cogerla con ganas.
- Te voy a alimentar putita, le dije, acelerando mis arremetidas.
Ella trató en principio de soltar mi verga pero en esa posición no tenía escapatoria. Su mirada de terror me indicó claramente que no estaba acostumbrada a que le acabaran en la boca y a tragarse el semen, pero hoy no iba a tener opción. Seguí un poco más y luego me metí bien adentro para comenzar a escupir mi leche.
- Traga, puta, traga, vamos que te hará bien. Vas a crecer sana y fuerte, zorra, sana y fuerte, le dije mientras llenaba su boca con mi simiente. No la saqué y aunque al principio trató de escupirla tuvo que terminar tragando todo. Se la dejé para que la limpiara y luego con mis dedos empujé a su boca algunos chorretones que se habían escapado por la comisura de sus labios.
Nos quedamos al rato profundamente dormidos y en la madrugada me desperté y desde atrás, levanté una de sus piernas y volví a clavarla aún dormida. Cuando despertó ya estabamos en plena cabalgata. Nos corrimos juntos y así, sin sacarla de su cuerpo nos dormimos hasta la mañana. La cama quedó para tirar. Los lamparones de semen y líquidos embarraban todo.
Nunca mas tuve oportunidad de tirar con Norita, pero en cambio, de vez en cuando Luciana me llama y mientras habla por teléfono con su amiga la monto de todas las formas, lo que le da mucho morbo.
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