A Laura la conocí hace cinco años. Por entonces con un amigo de la Facu (estudié relaciones públicas) habíamos armado una agencia de eventos y promociones. Yo ponía la parte organizativa y Leo, que siempre fue el langa, las promotoras y las modelos.
Ella entonces tenía 18 años y venía a hacer algunas promociones. Como la guita decía que no le alcanzaba le sumamos algunos desfiles en boliches, que Leo ya armaba desde hace un tiempo.
A mi la mina me encantó desde el principio. Tiene unas gomas increíbles y naturales, un culito redondo divino, pero lo mejor son los ojos verdes de gata y la boquita chiquita pero carnosa.
Y así fue que le tiré los galgos varias veces. Pero siempre reboté porque la mina tenía novio y según ella era “la mina más fiel del mundo”. De hecho no paraba de hablar del novio, y a los meses de trabajar en la agencia desapareció porque el pibe la celaba.
Volvió al año y medio. Había estado trabajando de vendedora en un local de ropa y se había quedado sin laburo. Y nosotros estábamos en noviembre, a full de pedidos, y enganchó otra vez.
Ese verano la llevamos a Pinamar para hacer promos en un parador y desfiles en boliches. Otra vez la tirotié. Y como a la semana nos transamos en un boliche. Pensé que me la garchaba ese día o el siguiente, pero otra vez me quedé con las ganas. Le daba culpa por el novio….
Y después de ese verano desapareció otra vez. Se puso un local de ropa propio. Otra que le salió mal. Y hace un año y pico, volvió a trabajar con Leo: yo ya estaba fuera de la agencia porque había conseguido trabajo en una empresa grosa.
Cuando la vi, evité ir otra vez al pie: ya había rebotado dos veces. Así que me hice el duro, incluso cuando supe que se había separado del novio y estaba sola. Había histeriqueos de parte de ella ahora, y volvimos a darnos unos besos, pero ahí quedó.
Y como al mes se puso otra vez de novia, con un amigo de Nacho (mi mejor amigo), que por carácter transitivo es mi amigo. Ella siguió histeriqueando cada vez que nos veíamos en un boliche, pero si yo avanzaba un cachito ella me tiraba en seguida un “portáte bien que ahora estoy con Matu” (Matías se llama el novio).
“Ok, matáte”, pensé, y la corté. Yo tenía otras historias y tampoco me hacía falta. Hasta que hace un mes me cayó una bomba.
Desde hace un año estoy a cargo del área de marketing y publicidad de la empresa. Y soy, para bien o mal, al que recurren los gerentes de ventas y finanzas cada vez que quieren quedar bien con un cliente. La frase es “regalo empresarial”. O sea, quieren alguna pendejota putona para mandar.
Y así fue que hace un mes me llamó Juan, gte comercial, para pedirme una nenita para un brazuca que venía a Buenos Aires y nos iba a comprar no se cuanta mercadería. Yo respondí agarrando el celu y llamando a mi amigo Leo, que desde hace rato tiene unas cuantas modelitos que de vez en cuanto ofician de putitas vip.
-Te llamo porque me pidieron una mina para un brazuca que viene. Quieren algo top, ¿qué tenés?
-Lo que ya sabés: Mariela, Flor, Pia, Caro…
-¿Nuevas?, pregunté sin levantar la perdíz porque justo entraba mi asistente a la oficina…
- Stefi la rubia que viste el otro día, Laura…
Tardé en procesar, poniéndole a cada nombre una jeta. Hasta que el bocho hizo clic, y caí. “Qué Laura, la que yo conozco?!”, pregunté subiendo la voz.
-Si boludo, pero no digas nada!
No lo podía cree. La mina que se la daba de fiel y difícil laburando de trola. Se lo dije. “Mirá la puta, siempre se hizo la estrecha…”. “En serio boludo, no digas nada que el novio obviamente no sabe y si se entera se me puede armar quilombo…”, me contestó. “Porqué, vos te la pasaste?”, le pregunté. “No gil, pero yo le acerco clientes, y el novio es uno boludo que si se entera me puede generar un escándalo y no estoy para eso”. “Ok, se entendió”, le dije, “quedate tranquilo que no se lo cuento a nadie”.
Obviamente el impulso fue cortar y llamarlo a Nacho como un pelotudo. Pero lo pensé dos veces y desistí. Y en vez de eso idee un plan para sacarme la leche de tantos años y garchármela.
La mina cobraba mil dólares (puta recontra cara), y la otra que le íbamos a mandar al brazuca también (Stefi), pero le pasé a Juan dos lucas, y la empresa me pagó la fiesta.
Pero sí gatillé la habitación en el mismo cinco estrellas que paraba el brazuca que me dolió us$ 250. Lo llamé a Leo y arreglé. “Mandá a Stefi y Laura a las 10, te paso el número de las habitaciones, la guita la tenés a las cuatro, pasála a buscar”.
Cuando se vino por la oficina aproveché para sacar más datos. Ahí me contó que la mina le había venido a decir que estaba cansada de ver como otras ganaban 4 o 5 lucas verdes por mes y ella hacía $3500 pesos con los desfiles. Que se quería mudar sola (vivía con la vieja), que se quería comprarse un auto.
Leo la había mandado primero con sus clientes para ver cómo funcionaba, y después le había armado un par de viajes a Dubai y México (yo ya había visto las fotos de eso en el face de ella y ya me había resultado raro porque son destinos típicamente gateros).
Ahí había ido con Mariela, una que Leo se garchaba (free) y que es recontra trola, y ella le había contado detalles. Parece que Lau al principio no quería arrancar, pero que al final se había ido soltando y en México (el viaje más reciente), habían fiesteado a lo locas, garchando las dos con un tipo, las dos con tres tipos, y torteando las dos para un millonario que había pagado 5 lucas por un show lésbico sólo para clavarse una paja.
Con toda esa data convertida en imágenes en mi capocheta, estuve alzamendi el resto de la tarde. A las seis no pude más y dejé la oficina y me fui para el hotel. Me pasé por el spa, cené, y miré tele hasta que se hizo la hora. Diez y diez golpearon la puerta. Despacio, repasando lo que iba a decir fui a abrir.
Apenas nos vimos me quedé sin palabras.
-Vos qué hacés acá?,- me preguntó.
-Vos qué haces acá…,- contesté actuando sorprendido.
-Me mandó Leo-, respondió con la voz fallándole y poniéndose colorada.
-Bueno pasá…,- dije corriéndome hacia un costado. Ella avanzó con la cabeza baja. Se la notaba desorientada, se ve que era un baldazo. No se lo esperaba ni a palos.
-Vos estás acá, en ésta habitación?,- preguntó como queriendo entender.
-Sí.
-Pero me dijo que tenía que ver a un brasilero.
-Si, el brazuca es un cliente nuestro, de la empresa, pero al final no viajó, y como ya estaba la habitación y todo pago (recalqué por las dudas para que no se pudiera echar atrás), decidí aprovechar.
Levantó la vista y me miró sorprendida.
-La verdad, no sabía que eras vos la que venía…,- dije como para suavizar, -nunca me dijo los nombres.
-Lo voy a llamar-, contestó abriendo la cartera.
-Para qué?, retruqué medio enojado, no quería que se me fuera.
-Para que cancelemos.
-Porqué?, pregunté haciéndome bien el boludo.
-Porque no voy a garchar con vos…
-Porqué no?
-Porque lo conocés a mi novio…
-Y?
-No dá boludo…, dijo esbozando una mueca que devino en sonrisita (muy alentadora dada la tensión hasta ese momento)
-Mirá,- dije acercándomele hasta quedar face to face, -ya estás acá…,- agregué con cara de chanta (la mía bah) agarrándola de la cintura (llevaba un vestido negro de lycra al cuerpo, zapatos negros, cartera negra y el pelo tirante en una colita.
-Déjame hijo de puta!!, dijo cambiando el tono por enojada.
-La puta sos vos,- le contesté juguetón pero bardero agarrándola con más fuerza por el culo y trayéndola hacia mi.
-Soltáme,- dijo subiendo la voz
La solté y caminó dos pasos hacia atrás pero seguía mirándome para ver qué iba a hacer yo.
-O sea que te podes garchar a otro todo bien, pero con migo no… eso es una boludez (hice una pausa para que lo pensara). Si querés andate, pero yo vine a garchar y odio quedarme con las ganas. Andáte,- le dije,- pero mañana se enteran tus amigos y tu novio de qué trabajás
Se quedó callada. “Lo llamo a Leo y le digo que te mande otra mina y listo”, dijo casi en un pedido después de unos segundos. Se había cagado en las patas la pendeja. Aproveché. “No, ahora te quiero a vos, por algo se dio así… y me voy a dar el gusto de sacarme las ganas de cojerte que vengo juntando hace años”.
La frase le pegó. No le di tiempo a pensar y me le fui al humo, la agarré otra vez bien fuerte y le comí la boca. Se resistió dos segundos pero al final aflojó la boca y dejó entra mi lengua, y dos segundos después me estaba transando ella a mi.
Adrenalina a full y la pija que pegó un saltó, le manotié el orto y le subí el vestido palpando su cola apenas cubierta por el hilito de la tanga (que después comprobé, era parte de un conjunto negro y aleopardado de Playboy).
Al minuto o algo así me separé para tomar aire. Nos miramos. “Te quedás entonces?”, pregunté chistín. “No me queda otra”, dijo con voz de resignada, pero no le creí. Era parte de su histeria.
-Mirá, hagamos una cosa, me hacés un pete, cinco minutos, y te vas…,- dije con mi tono chanta como si fuera lo más natural…
La solté y caminé un paso para atrás mientras me desabrochaba el pantalón y sacaba la chota dura que quedó mirando al techo.
-Acá querés?,- preguntó entrando en su rol de puta complaciente.
-Sí, dale,- dije entrando en mi rol de “yo soy el que paga”.
Se arrodilló en la alfombra y dejó la cartera a un lado (todavía la tenía en la mano, y me di cuenta que por suerte ella nunca había tenido tiempo para pensar demasiado. “Ya está”, festejé en mi cabeza).
Me agarré la verga y se la puse a la altura de la boca.
-Dale, abrí la boquita …
Se la apoyé en los labios y ella me miró provocadora desde ahí abajo (cosa que me vuelve loco). Hizo trompita como dándome un besito y ahí se quedó. Me quería poner más loco y lo logró.
-Dale que ténes una cara de chupapija que no se puede creer,
dale abrí la boquita…
Abrió un poquito la boca, sacó la lengüita y me chupó la cabeza.
-Eso, trágatela que es tuya…,- dije caliente mal.
Y entró a mamarla, primero la cabeza, pasándole la lengua, y después el resto de la pija, mojándomela toda con su saliva. La muy puta se metía y sacaba la poronga de la boca haciendo ruido como de sopapa. Además ladeaba la cabeza para que le entrara de costado y se le inflaran los cachetes con la cabeza de mi chota. “Qué trola chupapijas!”, pensé.
-Eso, trágatela toda puta!!!!!!
-Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh, sssssiiiiiiiiiii, chúpala puta, chúpala, que linda boquita que tenés…., - entré a decir perdiendo el control y soltando la lengua para decir todas las guarradas que se me iban cruzando
-Eso puta, ponémela dura que te quiero taladrar la conchita y el culito,- le escupí sin pensarlo. Le había dicho que era un pete y se iba. Pero estoy seguro que ni ella se lo había creído.
Cuando se cansó se la sacó de la boca pero siguió con una paja.
-Escupíme la cabecita y pajeáme despacito…, le pedí.
Y lo hizo. Cuando sentí el jjjjuaptu y ví el salivazo en la pija me volví loco, Qué putaaaa!!!!
La verga se me puso a tope y super gruesa, lo que parece que la calentó porque se la volvió a comer como loca. Mientras me la chupaba, bajé una mano y empecé a tocarle una teta, se dejó, entonces le saqué la otra para afuera. Jugaba con los pezones que se iban parando entre mi pulgar y el índice. Después le saqué mi pija de la boca y se le pasé por toda la jeta.
Ella se dejó, me agarró nuevamente la pija y se la empezó a comer de una manera animal, hasta que le dije: “pará, pará, pará ahora me toca a mí”. Tenía las dos tetas afuera pero quería ponerla en bolas del todo. La levanté, la di vuelta y y la puse apoyada contra la pared. Le subí el vestido, le corrí el hilito aleopardado de la tanga que tenía puesta, y le miré el culito.
Tenía la colita manzanita y bien dura. Así que agarré los cachetes con las dos manos y los separé para pispear mejor. Tenía el asterisco divino, rosadito, cerradito, pero no súper apretado.
-Mmmmmmm, que lindo culo que tenés…Qué rico culito…mmm…te lo voy chupar todo,- le dije y le gustó porque me lo paró más. Le encantaba provocar a la guacha. Le bajé la tanguita y empecé a lamerle el culito.
-Aaaaaaaahhhhh…,- dijo festejando mi langüetazo al upite.
-Ayy si, que lindo culo puta…,- la cebé. No hacía falta. Ya estaba completamente húmeda: lo descubrí a los dos segundos cuando con mi dedo índice empecé a trabajarle la rayita hasta el clítoris.
Ela empujó su cola contra mi cara que se hundió entre esos dos cachetes hermosos, y empecé a comerle esa concha sin parar. Le chupé absolutamente todo, el culo, el clítoris, le metí un dedo mojado en el culo… Entonces me incorporé y la di vuelta y me la transé con ganas.
Ella me chupó toda la lengua, después se separó, y me clavó los ojazos verdes. “Me vas a coger, pero sólo hoy, sí?”
“Ok” y pensé, entonces te voy a coger a lo bestia. Me sacó las ganas y ya. Nada de romance pelotudo.
-Chupámela un poquito más y dejámela dura como antes,- le pedí
Ella se arrodilló otra vez y agarrándola se la fregó por los labios.
-¿Te gusta mi pija?
-Si, es muy linda,- contestó mientras agárrame las bolas me pajeaba la verga. Y se la volvió a tragar.
-Es increíble lo perra que sos, me encanta como la chupas, te voy a romper toda pendeja, me encanta que seas tan trola.
Ella me miró, se veía que le gustaba verme sacado.
-¡Me calentaste mal hija de puta, me pones a mil, te quiero recontra coger!, dije levantándola y tirándola en la cama.
Me saqué los pantalones y todo el resto mientras ella se arrancaba el vestido y se soltaba el corpiño. Me le fui encima a esas tetas naturales pero duritas que tenían los pezones parados como dos timbres. Me la iba a clavar ahí pero ella me empujó a un costado y saltó de la cama. Fue hasta la cartera y volvió con un forro.
Se subió a la cama, me lo puso ella después de abrirlo de un mordisco, y se sentó encima. Se la calzó y empezó a cabalgarme. Estaba mojada pero tenía la concha apretadita la nena.
-Que cerradita que la tenés.
-Soy una nena, qué te pensaba.
-Nos digas boludeces y cabálgala así que me gusta putita.
Se rió.
-Te gusta tenerla así…?, le dije cuando empezó a acelerar la cabalgata y entro a apretar los labios para contener los gemidos.
La abracé y la traje hacia mi y giré para quedar yo arriba. Y con sus piernas bien abiertas le entré a serruchar la concha.
-Eso nenita, abrí bien esas patitas…,- le tiré. La trola se las agarró por atrás de las rodillas para quedar con la concha bien para arriba y toda abierta. Además esto hacía que se la metiera hasta el fondo. Mi garcha no es terriblemente larga, pero si bastante gruesa. Y ella la sentía contar la paredes de su conchita apretada.
Cuando vi que se cansaba y empezaba a aflojar le puse sus piernas sobre mis hombros y seguí bombeándole la argolla. Se mojó toda y se empezó a escuchar ese “plap, plap, plap” típico de rebote de los huevos contra su conchita y culo empapados.
-Ya sabía que te iba a gustar putita.
-¿Te gusta puta? Contestá, ¿te gusta?
-Si me gusta. Me gusta mucho…
-Qué pendeja trola que sos…
Cuando se la mandaba a fondo vi que se le dibujaba una mueca de dolor. Pero no paré. Por el contrario, se la enterraba más fuerte. Con bronca. Pero le gustaba que se le revolviera al salir.
-¿Te duele mucho bebé?
-Aaaaaaaahhhhh, sssssi, dameeeeeee
Sentí un chorro en mis huevos, como si se hubiese meado,
la muy puta mojó todo, las sábanas, mi verga, todo.
-Así, seeee, acabáme todo puta, que linda concha toda mojadita que tenés como me gusta rompértela toda.
La abracé y la besé. Me chupó la lengua y me mordió el labio.
-Me haces calentar como la puta madre, mi pija no se baja…,- le dije contento y sorprendido por lo bien que se había relajado.
-Me muero de ganas de seguir dándote, me encantás…,- agregué antes de volver a besarla. Despué salí y me pare al pie de la cama.
-Ponéte en cuatro perrita…
Se puso con el culo parado mirándome por sobre el hombro. Agarré la pija por la base y se la acomodé. Estaba claro que ella también quería más. Y podía ver como mi verga entraba en esa concha que tanto había imaginado, soñado y deseado.
Sus tetas colgaban y se bambaleaban, y yo le decía al oído: “te gusta como te cojo? te gusta como te la meto”. “Si dame, dame más, dámela toda, cojeme fuerte”, contestó.
Y yo pensé “siiiiiii, lo hice, lo logré”, sabía que a partir de ese momento me la iba a poder cojer todas la veces que quisiera. Entonces con la calentura que me produjeron esas palabras, la cogí sin parar, hasta que se la saqué. Y me arranqué el forro.
-Vení, te las vas tragar toda. Te voy a bautizar.
Ella se prendió a la mema como un bebé hambriento. Qué bien que la chupa la conchuda ésta, pensaba.
-Si así, no pares, no pares, quiero que sientas mi leche en tu boquita…
Me la pajeaba un rato y se la volvía a comer
-¡Que boca petera tenés!
Mis palabras la calentaban más, y le encantaba chupar pija, era lo que más le gustaba creo. Y mientras me pajeaba, con su mano derecha se masturbaba… cuando la ví fue la gloria.
-Eso, dale así, sácame la leche, puuutttta,- fue lo últmo que dije antes de empezar a tirarle chorros de leche. Se tragó la primera descarga sin pestañear. “¡Así puta de mierda!”, grité acabando. Pero después uno de los chorros fue a pararle a la garganta y le dio arcadas y se la sacó. Mi pija seguía despidiendo semen, que fue a pararle al pelo y la frente.
No sabén lo que es acordarme hoy de esa carita de pendejota bañada en leche. Me clavé unas cuantas pajas después con esa imagen mental.
Después se levantó y toda manchada y se fue a lavar la cara al baño. Yo me miré la pija semidura y me sentí el mejor. La fui a buscar al baño, ella estaba frente al espejo. La apoyé de atrás. Le besé el cuello y le manotié los pezones.
Me di cuenta que le gustaba que le mordieran el cuello y eso hice.
Tiró la cabeza para atrás en signo de que estaba disfrutando pero después se sacudió. “Ayy, no, basta, basta!”, pidió. “Basta ya está”, agregó. Yo no había dejado de acariciarle las tetas.
“Esto se termina cuando yo diga”, le retruqué. “Todavía me queda mucha lechita para darte”. Era vedad, los huevos se me habían vuelto a tensar. Y sentía la pija volver a la vida.
Entonces me arrodillé en el piso del baño y quedé otra vez con la cara a la altura de su culo. “Cómo me calienta ésta cola”, le dije, y la muy trola me la paró otra vez.
Se ve que le gustaba que se la comieran y eso hice. Le pedí que se inclinara sobre el lavatorio y empecé a lamerle el culo, y meterle uno y dos dedos, primero por la conchita, y después por el orto.
“Qué haces?, qué haces?!”, me increpó. “Quedáte quieta… Como es la primera y única vez que te voy a coger, me voy a dar el gusto de hacerla completa y te la voy a meter en el culo”, le contesté. Y otra vez le comi el orto, hundiéndole a fondo la lengua. Me la cojía con la lengua y le encantaba. Mi jeta se clavó en eso culo carnoso.
“Ayyy no, no, no, que hijo de puta que sos… ayy sos una mierda, sos una mierda, ayyy hijo de puta, hijo de puta, ayyyy que bien que me chupas el culo, ahhhh sos un hijo de puta”, largó excitada.
Yo copado me paré de una y con la pija en la mano y sin forro se la enfilé al culo. “Ahora putita de mierda, respira hondo” (de todas las veces que lo había imaginado, las palabrotas me salían solas).
Ella gritó y me pidió que parara. “Así no puedo, no puedo, no me relajó. Vamos a la cama”, pidió. La seguí. Se puso en cuatro, se chupo los dedos y se masajeó solita el culito. “Ponéte un forro”, me pidió al verme con la vista clavada ahí, la pija en la mano, y en plena paja. Le hice caso. Mientras, ella se aplicó otra dosis de saliva en el agujero.
No podía más y me le fui al humo. Ella mordió las sábanas y su cara se puso colorada por el dolor. A mi me daba tanto morbo que empujaba más adentro y veía como mi verga se perdía en ese delicioso agujerito. Ella lo apretaba para frenarme pero a mi las contracciones del culito me apretaban la pija y me la ponían más dura
-Estás apretadita puta, pero te lo voy a dejar abierto!, le dije.
Ella gruñó de dolor.
-Relájate bebota, porque te voy a romper el orto y lo sabes, así que lo mejor es que no te duela tanto, porque yo te voy a coger por más que te estés muriendo del dolor, sos mi puta y vas a hacer lo que yo quiera.
Se ve que entendió porque respiró hondo un par de veces como para aflojarse y yo le di unos segundos de paz. Después empujé lo que faltaba por meter.
-Qué lindo orto que tenés, mira como se traga toda mi pija, la tengo toda adentro!
-Vas a ser mi perrita, a partir de hoy te voy a cojer seguido”, le dije al oído y terminé de metérsela hasta el fondo del culo. Su cara era para un video. Su boca estaba entreabierta tragando aire. Los ojos apretados. Colorada y transpirada. Las uñas clavadas en el colchón. Yo me incorporé y agarrándola fuerte de las caderas empecé a serrucharle el orto.
-Aaaaaaaaaaa, ayyyyyaaayyyyy, nooooo, nooo, no, noooooo, ayyyy para, para, no puedo, no puedo, no puedo, me duele, ayyyyy hijo de puta para. Me está matando….
La puta no pudo quedarse más callada. Gritó y puteó pero no logró zafarse. Cuando se fue para adelante yo me le tiré encima aplastándola con mi peso. Se sacudió pero me le afirme y la seguí culeando, le estuve dando así por un minuto hasta que mi pija se tensó toda y llenó el forro de leche.
Después me le desplomé encima. Le di un par de besos en la espalda. Ella tenía la cara tapada por el pelo. Después me salí despacio. Ella seguía quieta sin decir nada. Yo seguía sacado. Me saqué el forro y le tiré la leche que había adentro arriba de las nalgas.
Ella no dijo ni mu. Me bañé. Después pasó ella al baño sin decirme nada. Caminaba raro. Me dio por reirme pero al toque me dio culpa. “Soy un hijo de puta”, me dije. Yo sabía que había estado un poco violento pero por otro lado estaba satisfecho.
Cuando salió del baño yo miraba la tele. Ella juntó sus cosas, se vistió, y se fue dando un portazo. Yo ni la seguí. Al día siguiente me desperté en el hotel y no podía creer lo que había pasado. Fui a trabajar esperando la tormenta que nunca llegó.
A los dos días lo llamé a Leo y le conté. La mina no le había dicho nada. Me putió primero pero después me dijo “hay que reconocer que la hiciste bien guacho”. Y con esa frase me dieron ganas de repetirlo. A la noche la llamé para ver cómo estaba.
“Para qué me llamás?”, me preguntó enojada. “Perdonáme, estaba recaliente, me saqué”, le dije. “Sos un forro, no te quiero ver más, me entendiste! Sos un violador hijo de puta!”. “No digás boludeces, que hasta la chupada de culo venías entregadísma, además tampoco te tuve que insistir tanto para que me entregaras el orto…”.
No me dejó terminar y me putió hablando encima, pero no me cortó. Y así seguimos por un rato hasta que se cansó de decirme de todo. Yo fui bajando el tono. “Perdonáme si te lastimé”, le dije. “Sé que estuve zarpadísmo pero a mi me encantó”. Agregué que había sido la mejor cojida de los últimos tiempos. Que era la mejor puta que había pagado en mi vida. Y ahí quedamos.
A la semana lo llamé otra vez a Leo, y le insistí para repetirlo, esta vez con la derecha de él. “Si la mina se va, se queda con la guita y no hay reclamo”, me dijo. Acepté. Cuando abrí la puerta del hotel donde había quedado, ella se sorprendió otra vez. Pero se rió. “Esta vez suave plis”, dijo y me dio un beso.
Ella entonces tenía 18 años y venía a hacer algunas promociones. Como la guita decía que no le alcanzaba le sumamos algunos desfiles en boliches, que Leo ya armaba desde hace un tiempo.
A mi la mina me encantó desde el principio. Tiene unas gomas increíbles y naturales, un culito redondo divino, pero lo mejor son los ojos verdes de gata y la boquita chiquita pero carnosa.
Y así fue que le tiré los galgos varias veces. Pero siempre reboté porque la mina tenía novio y según ella era “la mina más fiel del mundo”. De hecho no paraba de hablar del novio, y a los meses de trabajar en la agencia desapareció porque el pibe la celaba.
Volvió al año y medio. Había estado trabajando de vendedora en un local de ropa y se había quedado sin laburo. Y nosotros estábamos en noviembre, a full de pedidos, y enganchó otra vez.
Ese verano la llevamos a Pinamar para hacer promos en un parador y desfiles en boliches. Otra vez la tirotié. Y como a la semana nos transamos en un boliche. Pensé que me la garchaba ese día o el siguiente, pero otra vez me quedé con las ganas. Le daba culpa por el novio….
Y después de ese verano desapareció otra vez. Se puso un local de ropa propio. Otra que le salió mal. Y hace un año y pico, volvió a trabajar con Leo: yo ya estaba fuera de la agencia porque había conseguido trabajo en una empresa grosa.
Cuando la vi, evité ir otra vez al pie: ya había rebotado dos veces. Así que me hice el duro, incluso cuando supe que se había separado del novio y estaba sola. Había histeriqueos de parte de ella ahora, y volvimos a darnos unos besos, pero ahí quedó.
Y como al mes se puso otra vez de novia, con un amigo de Nacho (mi mejor amigo), que por carácter transitivo es mi amigo. Ella siguió histeriqueando cada vez que nos veíamos en un boliche, pero si yo avanzaba un cachito ella me tiraba en seguida un “portáte bien que ahora estoy con Matu” (Matías se llama el novio).
“Ok, matáte”, pensé, y la corté. Yo tenía otras historias y tampoco me hacía falta. Hasta que hace un mes me cayó una bomba.
Desde hace un año estoy a cargo del área de marketing y publicidad de la empresa. Y soy, para bien o mal, al que recurren los gerentes de ventas y finanzas cada vez que quieren quedar bien con un cliente. La frase es “regalo empresarial”. O sea, quieren alguna pendejota putona para mandar.
Y así fue que hace un mes me llamó Juan, gte comercial, para pedirme una nenita para un brazuca que venía a Buenos Aires y nos iba a comprar no se cuanta mercadería. Yo respondí agarrando el celu y llamando a mi amigo Leo, que desde hace rato tiene unas cuantas modelitos que de vez en cuanto ofician de putitas vip.
-Te llamo porque me pidieron una mina para un brazuca que viene. Quieren algo top, ¿qué tenés?
-Lo que ya sabés: Mariela, Flor, Pia, Caro…
-¿Nuevas?, pregunté sin levantar la perdíz porque justo entraba mi asistente a la oficina…
- Stefi la rubia que viste el otro día, Laura…
Tardé en procesar, poniéndole a cada nombre una jeta. Hasta que el bocho hizo clic, y caí. “Qué Laura, la que yo conozco?!”, pregunté subiendo la voz.
-Si boludo, pero no digas nada!
No lo podía cree. La mina que se la daba de fiel y difícil laburando de trola. Se lo dije. “Mirá la puta, siempre se hizo la estrecha…”. “En serio boludo, no digas nada que el novio obviamente no sabe y si se entera se me puede armar quilombo…”, me contestó. “Porqué, vos te la pasaste?”, le pregunté. “No gil, pero yo le acerco clientes, y el novio es uno boludo que si se entera me puede generar un escándalo y no estoy para eso”. “Ok, se entendió”, le dije, “quedate tranquilo que no se lo cuento a nadie”.
Obviamente el impulso fue cortar y llamarlo a Nacho como un pelotudo. Pero lo pensé dos veces y desistí. Y en vez de eso idee un plan para sacarme la leche de tantos años y garchármela.
La mina cobraba mil dólares (puta recontra cara), y la otra que le íbamos a mandar al brazuca también (Stefi), pero le pasé a Juan dos lucas, y la empresa me pagó la fiesta.
Pero sí gatillé la habitación en el mismo cinco estrellas que paraba el brazuca que me dolió us$ 250. Lo llamé a Leo y arreglé. “Mandá a Stefi y Laura a las 10, te paso el número de las habitaciones, la guita la tenés a las cuatro, pasála a buscar”.
Cuando se vino por la oficina aproveché para sacar más datos. Ahí me contó que la mina le había venido a decir que estaba cansada de ver como otras ganaban 4 o 5 lucas verdes por mes y ella hacía $3500 pesos con los desfiles. Que se quería mudar sola (vivía con la vieja), que se quería comprarse un auto.
Leo la había mandado primero con sus clientes para ver cómo funcionaba, y después le había armado un par de viajes a Dubai y México (yo ya había visto las fotos de eso en el face de ella y ya me había resultado raro porque son destinos típicamente gateros).
Ahí había ido con Mariela, una que Leo se garchaba (free) y que es recontra trola, y ella le había contado detalles. Parece que Lau al principio no quería arrancar, pero que al final se había ido soltando y en México (el viaje más reciente), habían fiesteado a lo locas, garchando las dos con un tipo, las dos con tres tipos, y torteando las dos para un millonario que había pagado 5 lucas por un show lésbico sólo para clavarse una paja.
Con toda esa data convertida en imágenes en mi capocheta, estuve alzamendi el resto de la tarde. A las seis no pude más y dejé la oficina y me fui para el hotel. Me pasé por el spa, cené, y miré tele hasta que se hizo la hora. Diez y diez golpearon la puerta. Despacio, repasando lo que iba a decir fui a abrir.
Apenas nos vimos me quedé sin palabras.
-Vos qué hacés acá?,- me preguntó.
-Vos qué haces acá…,- contesté actuando sorprendido.
-Me mandó Leo-, respondió con la voz fallándole y poniéndose colorada.
-Bueno pasá…,- dije corriéndome hacia un costado. Ella avanzó con la cabeza baja. Se la notaba desorientada, se ve que era un baldazo. No se lo esperaba ni a palos.
-Vos estás acá, en ésta habitación?,- preguntó como queriendo entender.
-Sí.
-Pero me dijo que tenía que ver a un brasilero.
-Si, el brazuca es un cliente nuestro, de la empresa, pero al final no viajó, y como ya estaba la habitación y todo pago (recalqué por las dudas para que no se pudiera echar atrás), decidí aprovechar.
Levantó la vista y me miró sorprendida.
-La verdad, no sabía que eras vos la que venía…,- dije como para suavizar, -nunca me dijo los nombres.
-Lo voy a llamar-, contestó abriendo la cartera.
-Para qué?, retruqué medio enojado, no quería que se me fuera.
-Para que cancelemos.
-Porqué?, pregunté haciéndome bien el boludo.
-Porque no voy a garchar con vos…
-Porqué no?
-Porque lo conocés a mi novio…
-Y?
-No dá boludo…, dijo esbozando una mueca que devino en sonrisita (muy alentadora dada la tensión hasta ese momento)
-Mirá,- dije acercándomele hasta quedar face to face, -ya estás acá…,- agregué con cara de chanta (la mía bah) agarrándola de la cintura (llevaba un vestido negro de lycra al cuerpo, zapatos negros, cartera negra y el pelo tirante en una colita.
-Déjame hijo de puta!!, dijo cambiando el tono por enojada.
-La puta sos vos,- le contesté juguetón pero bardero agarrándola con más fuerza por el culo y trayéndola hacia mi.
-Soltáme,- dijo subiendo la voz
La solté y caminó dos pasos hacia atrás pero seguía mirándome para ver qué iba a hacer yo.
-O sea que te podes garchar a otro todo bien, pero con migo no… eso es una boludez (hice una pausa para que lo pensara). Si querés andate, pero yo vine a garchar y odio quedarme con las ganas. Andáte,- le dije,- pero mañana se enteran tus amigos y tu novio de qué trabajás
Se quedó callada. “Lo llamo a Leo y le digo que te mande otra mina y listo”, dijo casi en un pedido después de unos segundos. Se había cagado en las patas la pendeja. Aproveché. “No, ahora te quiero a vos, por algo se dio así… y me voy a dar el gusto de sacarme las ganas de cojerte que vengo juntando hace años”.
La frase le pegó. No le di tiempo a pensar y me le fui al humo, la agarré otra vez bien fuerte y le comí la boca. Se resistió dos segundos pero al final aflojó la boca y dejó entra mi lengua, y dos segundos después me estaba transando ella a mi.
Adrenalina a full y la pija que pegó un saltó, le manotié el orto y le subí el vestido palpando su cola apenas cubierta por el hilito de la tanga (que después comprobé, era parte de un conjunto negro y aleopardado de Playboy).
Al minuto o algo así me separé para tomar aire. Nos miramos. “Te quedás entonces?”, pregunté chistín. “No me queda otra”, dijo con voz de resignada, pero no le creí. Era parte de su histeria.
-Mirá, hagamos una cosa, me hacés un pete, cinco minutos, y te vas…,- dije con mi tono chanta como si fuera lo más natural…
La solté y caminé un paso para atrás mientras me desabrochaba el pantalón y sacaba la chota dura que quedó mirando al techo.
-Acá querés?,- preguntó entrando en su rol de puta complaciente.
-Sí, dale,- dije entrando en mi rol de “yo soy el que paga”.
Se arrodilló en la alfombra y dejó la cartera a un lado (todavía la tenía en la mano, y me di cuenta que por suerte ella nunca había tenido tiempo para pensar demasiado. “Ya está”, festejé en mi cabeza).
Me agarré la verga y se la puse a la altura de la boca.
-Dale, abrí la boquita …
Se la apoyé en los labios y ella me miró provocadora desde ahí abajo (cosa que me vuelve loco). Hizo trompita como dándome un besito y ahí se quedó. Me quería poner más loco y lo logró.
-Dale que ténes una cara de chupapija que no se puede creer,
dale abrí la boquita…
Abrió un poquito la boca, sacó la lengüita y me chupó la cabeza.
-Eso, trágatela que es tuya…,- dije caliente mal.
Y entró a mamarla, primero la cabeza, pasándole la lengua, y después el resto de la pija, mojándomela toda con su saliva. La muy puta se metía y sacaba la poronga de la boca haciendo ruido como de sopapa. Además ladeaba la cabeza para que le entrara de costado y se le inflaran los cachetes con la cabeza de mi chota. “Qué trola chupapijas!”, pensé.
-Eso, trágatela toda puta!!!!!!
-Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh, sssssiiiiiiiiiii, chúpala puta, chúpala, que linda boquita que tenés…., - entré a decir perdiendo el control y soltando la lengua para decir todas las guarradas que se me iban cruzando
-Eso puta, ponémela dura que te quiero taladrar la conchita y el culito,- le escupí sin pensarlo. Le había dicho que era un pete y se iba. Pero estoy seguro que ni ella se lo había creído.
Cuando se cansó se la sacó de la boca pero siguió con una paja.
-Escupíme la cabecita y pajeáme despacito…, le pedí.
Y lo hizo. Cuando sentí el jjjjuaptu y ví el salivazo en la pija me volví loco, Qué putaaaa!!!!
La verga se me puso a tope y super gruesa, lo que parece que la calentó porque se la volvió a comer como loca. Mientras me la chupaba, bajé una mano y empecé a tocarle una teta, se dejó, entonces le saqué la otra para afuera. Jugaba con los pezones que se iban parando entre mi pulgar y el índice. Después le saqué mi pija de la boca y se le pasé por toda la jeta.
Ella se dejó, me agarró nuevamente la pija y se la empezó a comer de una manera animal, hasta que le dije: “pará, pará, pará ahora me toca a mí”. Tenía las dos tetas afuera pero quería ponerla en bolas del todo. La levanté, la di vuelta y y la puse apoyada contra la pared. Le subí el vestido, le corrí el hilito aleopardado de la tanga que tenía puesta, y le miré el culito.
Tenía la colita manzanita y bien dura. Así que agarré los cachetes con las dos manos y los separé para pispear mejor. Tenía el asterisco divino, rosadito, cerradito, pero no súper apretado.
-Mmmmmmm, que lindo culo que tenés…Qué rico culito…mmm…te lo voy chupar todo,- le dije y le gustó porque me lo paró más. Le encantaba provocar a la guacha. Le bajé la tanguita y empecé a lamerle el culito.
-Aaaaaaaahhhhh…,- dijo festejando mi langüetazo al upite.
-Ayy si, que lindo culo puta…,- la cebé. No hacía falta. Ya estaba completamente húmeda: lo descubrí a los dos segundos cuando con mi dedo índice empecé a trabajarle la rayita hasta el clítoris.
Ela empujó su cola contra mi cara que se hundió entre esos dos cachetes hermosos, y empecé a comerle esa concha sin parar. Le chupé absolutamente todo, el culo, el clítoris, le metí un dedo mojado en el culo… Entonces me incorporé y la di vuelta y me la transé con ganas.
Ella me chupó toda la lengua, después se separó, y me clavó los ojazos verdes. “Me vas a coger, pero sólo hoy, sí?”
“Ok” y pensé, entonces te voy a coger a lo bestia. Me sacó las ganas y ya. Nada de romance pelotudo.
-Chupámela un poquito más y dejámela dura como antes,- le pedí
Ella se arrodilló otra vez y agarrándola se la fregó por los labios.
-¿Te gusta mi pija?
-Si, es muy linda,- contestó mientras agárrame las bolas me pajeaba la verga. Y se la volvió a tragar.
-Es increíble lo perra que sos, me encanta como la chupas, te voy a romper toda pendeja, me encanta que seas tan trola.
Ella me miró, se veía que le gustaba verme sacado.
-¡Me calentaste mal hija de puta, me pones a mil, te quiero recontra coger!, dije levantándola y tirándola en la cama.
Me saqué los pantalones y todo el resto mientras ella se arrancaba el vestido y se soltaba el corpiño. Me le fui encima a esas tetas naturales pero duritas que tenían los pezones parados como dos timbres. Me la iba a clavar ahí pero ella me empujó a un costado y saltó de la cama. Fue hasta la cartera y volvió con un forro.
Se subió a la cama, me lo puso ella después de abrirlo de un mordisco, y se sentó encima. Se la calzó y empezó a cabalgarme. Estaba mojada pero tenía la concha apretadita la nena.
-Que cerradita que la tenés.
-Soy una nena, qué te pensaba.
-Nos digas boludeces y cabálgala así que me gusta putita.
Se rió.
-Te gusta tenerla así…?, le dije cuando empezó a acelerar la cabalgata y entro a apretar los labios para contener los gemidos.
La abracé y la traje hacia mi y giré para quedar yo arriba. Y con sus piernas bien abiertas le entré a serruchar la concha.
-Eso nenita, abrí bien esas patitas…,- le tiré. La trola se las agarró por atrás de las rodillas para quedar con la concha bien para arriba y toda abierta. Además esto hacía que se la metiera hasta el fondo. Mi garcha no es terriblemente larga, pero si bastante gruesa. Y ella la sentía contar la paredes de su conchita apretada.
Cuando vi que se cansaba y empezaba a aflojar le puse sus piernas sobre mis hombros y seguí bombeándole la argolla. Se mojó toda y se empezó a escuchar ese “plap, plap, plap” típico de rebote de los huevos contra su conchita y culo empapados.
-Ya sabía que te iba a gustar putita.
-¿Te gusta puta? Contestá, ¿te gusta?
-Si me gusta. Me gusta mucho…
-Qué pendeja trola que sos…
Cuando se la mandaba a fondo vi que se le dibujaba una mueca de dolor. Pero no paré. Por el contrario, se la enterraba más fuerte. Con bronca. Pero le gustaba que se le revolviera al salir.
-¿Te duele mucho bebé?
-Aaaaaaaahhhhh, sssssi, dameeeeeee
Sentí un chorro en mis huevos, como si se hubiese meado,
la muy puta mojó todo, las sábanas, mi verga, todo.
-Así, seeee, acabáme todo puta, que linda concha toda mojadita que tenés como me gusta rompértela toda.
La abracé y la besé. Me chupó la lengua y me mordió el labio.
-Me haces calentar como la puta madre, mi pija no se baja…,- le dije contento y sorprendido por lo bien que se había relajado.
-Me muero de ganas de seguir dándote, me encantás…,- agregué antes de volver a besarla. Despué salí y me pare al pie de la cama.
-Ponéte en cuatro perrita…
Se puso con el culo parado mirándome por sobre el hombro. Agarré la pija por la base y se la acomodé. Estaba claro que ella también quería más. Y podía ver como mi verga entraba en esa concha que tanto había imaginado, soñado y deseado.
Sus tetas colgaban y se bambaleaban, y yo le decía al oído: “te gusta como te cojo? te gusta como te la meto”. “Si dame, dame más, dámela toda, cojeme fuerte”, contestó.
Y yo pensé “siiiiiii, lo hice, lo logré”, sabía que a partir de ese momento me la iba a poder cojer todas la veces que quisiera. Entonces con la calentura que me produjeron esas palabras, la cogí sin parar, hasta que se la saqué. Y me arranqué el forro.
-Vení, te las vas tragar toda. Te voy a bautizar.
Ella se prendió a la mema como un bebé hambriento. Qué bien que la chupa la conchuda ésta, pensaba.
-Si así, no pares, no pares, quiero que sientas mi leche en tu boquita…
Me la pajeaba un rato y se la volvía a comer
-¡Que boca petera tenés!
Mis palabras la calentaban más, y le encantaba chupar pija, era lo que más le gustaba creo. Y mientras me pajeaba, con su mano derecha se masturbaba… cuando la ví fue la gloria.
-Eso, dale así, sácame la leche, puuutttta,- fue lo últmo que dije antes de empezar a tirarle chorros de leche. Se tragó la primera descarga sin pestañear. “¡Así puta de mierda!”, grité acabando. Pero después uno de los chorros fue a pararle a la garganta y le dio arcadas y se la sacó. Mi pija seguía despidiendo semen, que fue a pararle al pelo y la frente.
No sabén lo que es acordarme hoy de esa carita de pendejota bañada en leche. Me clavé unas cuantas pajas después con esa imagen mental.
Después se levantó y toda manchada y se fue a lavar la cara al baño. Yo me miré la pija semidura y me sentí el mejor. La fui a buscar al baño, ella estaba frente al espejo. La apoyé de atrás. Le besé el cuello y le manotié los pezones.
Me di cuenta que le gustaba que le mordieran el cuello y eso hice.
Tiró la cabeza para atrás en signo de que estaba disfrutando pero después se sacudió. “Ayy, no, basta, basta!”, pidió. “Basta ya está”, agregó. Yo no había dejado de acariciarle las tetas.
“Esto se termina cuando yo diga”, le retruqué. “Todavía me queda mucha lechita para darte”. Era vedad, los huevos se me habían vuelto a tensar. Y sentía la pija volver a la vida.
Entonces me arrodillé en el piso del baño y quedé otra vez con la cara a la altura de su culo. “Cómo me calienta ésta cola”, le dije, y la muy trola me la paró otra vez.
Se ve que le gustaba que se la comieran y eso hice. Le pedí que se inclinara sobre el lavatorio y empecé a lamerle el culo, y meterle uno y dos dedos, primero por la conchita, y después por el orto.
“Qué haces?, qué haces?!”, me increpó. “Quedáte quieta… Como es la primera y única vez que te voy a coger, me voy a dar el gusto de hacerla completa y te la voy a meter en el culo”, le contesté. Y otra vez le comi el orto, hundiéndole a fondo la lengua. Me la cojía con la lengua y le encantaba. Mi jeta se clavó en eso culo carnoso.
“Ayyy no, no, no, que hijo de puta que sos… ayy sos una mierda, sos una mierda, ayyy hijo de puta, hijo de puta, ayyyy que bien que me chupas el culo, ahhhh sos un hijo de puta”, largó excitada.
Yo copado me paré de una y con la pija en la mano y sin forro se la enfilé al culo. “Ahora putita de mierda, respira hondo” (de todas las veces que lo había imaginado, las palabrotas me salían solas).
Ella gritó y me pidió que parara. “Así no puedo, no puedo, no me relajó. Vamos a la cama”, pidió. La seguí. Se puso en cuatro, se chupo los dedos y se masajeó solita el culito. “Ponéte un forro”, me pidió al verme con la vista clavada ahí, la pija en la mano, y en plena paja. Le hice caso. Mientras, ella se aplicó otra dosis de saliva en el agujero.
No podía más y me le fui al humo. Ella mordió las sábanas y su cara se puso colorada por el dolor. A mi me daba tanto morbo que empujaba más adentro y veía como mi verga se perdía en ese delicioso agujerito. Ella lo apretaba para frenarme pero a mi las contracciones del culito me apretaban la pija y me la ponían más dura
-Estás apretadita puta, pero te lo voy a dejar abierto!, le dije.
Ella gruñó de dolor.
-Relájate bebota, porque te voy a romper el orto y lo sabes, así que lo mejor es que no te duela tanto, porque yo te voy a coger por más que te estés muriendo del dolor, sos mi puta y vas a hacer lo que yo quiera.
Se ve que entendió porque respiró hondo un par de veces como para aflojarse y yo le di unos segundos de paz. Después empujé lo que faltaba por meter.
-Qué lindo orto que tenés, mira como se traga toda mi pija, la tengo toda adentro!
-Vas a ser mi perrita, a partir de hoy te voy a cojer seguido”, le dije al oído y terminé de metérsela hasta el fondo del culo. Su cara era para un video. Su boca estaba entreabierta tragando aire. Los ojos apretados. Colorada y transpirada. Las uñas clavadas en el colchón. Yo me incorporé y agarrándola fuerte de las caderas empecé a serrucharle el orto.
-Aaaaaaaaaaa, ayyyyyaaayyyyy, nooooo, nooo, no, noooooo, ayyyy para, para, no puedo, no puedo, no puedo, me duele, ayyyyy hijo de puta para. Me está matando….
La puta no pudo quedarse más callada. Gritó y puteó pero no logró zafarse. Cuando se fue para adelante yo me le tiré encima aplastándola con mi peso. Se sacudió pero me le afirme y la seguí culeando, le estuve dando así por un minuto hasta que mi pija se tensó toda y llenó el forro de leche.
Después me le desplomé encima. Le di un par de besos en la espalda. Ella tenía la cara tapada por el pelo. Después me salí despacio. Ella seguía quieta sin decir nada. Yo seguía sacado. Me saqué el forro y le tiré la leche que había adentro arriba de las nalgas.
Ella no dijo ni mu. Me bañé. Después pasó ella al baño sin decirme nada. Caminaba raro. Me dio por reirme pero al toque me dio culpa. “Soy un hijo de puta”, me dije. Yo sabía que había estado un poco violento pero por otro lado estaba satisfecho.
Cuando salió del baño yo miraba la tele. Ella juntó sus cosas, se vistió, y se fue dando un portazo. Yo ni la seguí. Al día siguiente me desperté en el hotel y no podía creer lo que había pasado. Fui a trabajar esperando la tormenta que nunca llegó.
A los dos días lo llamé a Leo y le conté. La mina no le había dicho nada. Me putió primero pero después me dijo “hay que reconocer que la hiciste bien guacho”. Y con esa frase me dieron ganas de repetirlo. A la noche la llamé para ver cómo estaba.
“Para qué me llamás?”, me preguntó enojada. “Perdonáme, estaba recaliente, me saqué”, le dije. “Sos un forro, no te quiero ver más, me entendiste! Sos un violador hijo de puta!”. “No digás boludeces, que hasta la chupada de culo venías entregadísma, además tampoco te tuve que insistir tanto para que me entregaras el orto…”.
No me dejó terminar y me putió hablando encima, pero no me cortó. Y así seguimos por un rato hasta que se cansó de decirme de todo. Yo fui bajando el tono. “Perdonáme si te lastimé”, le dije. “Sé que estuve zarpadísmo pero a mi me encantó”. Agregué que había sido la mejor cojida de los últimos tiempos. Que era la mejor puta que había pagado en mi vida. Y ahí quedamos.
A la semana lo llamé otra vez a Leo, y le insistí para repetirlo, esta vez con la derecha de él. “Si la mina se va, se queda con la guita y no hay reclamo”, me dijo. Acepté. Cuando abrí la puerta del hotel donde había quedado, ella se sorprendió otra vez. Pero se rió. “Esta vez suave plis”, dijo y me dio un beso.
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