Relato de una orgía en la embajada de Italia
Tercera parte: ma che cosa la signora
Después de lo ocurrido en el departamento de Gina, Cata y yo nos hicimos muy amigos de ella. En clase nos sentábamos juntos y, evidentemente, nuestro rendimiento en el curso fue mejorando. Gina siempre estuvo atenta a explicarnos lo que no entendíamos. Después de clase nos íbamos juntos los tres, claro que no a repetir la faena de placer de la que fue testigo el departamento de Gina, sino más bien a hacer algo más tranquilo, sentarnos a charlar en algún parque, bar o cafetería. Con Cata habíamos llegado a un acuerdo, ninguno de los dos se volvería a acostar con Gina a menos de que el otro estuviera presente.
Gina a veces se insinuaba durante las clases, se vestía de forma provocativa o nos rozaba con sus senos para calentarnos. De verdad que ahora el curso de italiano se iba tornando en algo muy divertido. Más aún el día en que Gina notó que yo no podía dejar de fijarme en Claudia, la increíble madura que asistía al mismo curso de nosotros. Es que era imposible, por ratos no podía dejar de apreciar cada uno de los detalles del cuerpo de esta sensual mujer, verla apoyar ese tremendo culo en el asiento, esos sensuales escotes que de seguro calentaban a todos los hombres que tomábamos el curso, esas caderas contoneándose cada vez que caminaba por el salón, esa hermosa cara de mujer experimentada.
“¿Querés coger con ella verdad”? me preguntó un día Gina en medio de la clase aprovechando un momento en que Catalina había ido al baño. No había podido disimular bien y Gina se había dado cuenta. “No te preocupes, yo me encargo de convencerla, la vamos a pasar increíble…”
No podía creer lo que Gina me decía, tampoco me resultaba creíble que Gina pudiera convencer a esta señora; Claudia era una mujer de unos 44 años, casada y con dos hijos. Esta condición me hacía pensar que convencerla era una tarea imposible; sin embargo, yo aún no me imaginaba hasta donde podía llegar la sagacidad de Gina.
Poco a poco me fui ilusionando con que Gina concretara un encuentro con Claudia, pero los días fueron pasando y aún no ocurría nada. La ansiedad me carcomía y se lo hice saber a Gina. “No te preocupes, dale tiempo al tiempo. Ya verás que yo me encargo, solo debes esperar a que se acerque la época de exámenes. No faltaba mucho para eso, de hecho faltaban unos quince días para que rindiéramos exámenes. Desde el momento en que Gina me dijo esto, me aseguré de guardarme únicamente para coger con esta señora, para cogerla como en verdad se merecía; así que ese día sería el último en que cogería con Catalina y de ahí en adelante estaría en abstinencia hasta que se concretara el encuentro con Claudia.
Gina tenía la certeza de que serían muchos los que la buscaran para que los ayudara a estudiar para los exámenes, pero ella se daría el lujo de seleccionar con quien estudiar y con quién no. Y las cosas pasaron tal cual Gina lo planeaba; al terminar la semana el profesor anunció que la siguiente semana empezaríamos con los exámenes. Cada día haría una prueba y el último día tendríamos que ir para recoger los resultados. Una vez que el profesor terminó de hacer el anuncio fueron muchos los que se acercaron al asiento en que Gina estaba sentada, todos pidiéndole el favor de que les ayudara a estudiar. Gina accedió a estudiar con todos los que se lo pidieron, eso sí, nos dividió en dos grupos. Cata, Claudia y yo iríamos a estudiar en su departamento el sábado, el resto lo harían el domingo.
Ya era evidente que el sábado sería el gran día, pero yo no contaba con que Catalina estuviera allí, igual no me preocupó mucho ya que la rubia era muy fácil de convencer, más teniendo en cuenta lo bien que se lo había pasado la última vez en el departamento de Gina.
Ese sábado pasé al mediodía por el departamento de Cata para recogerla, juntos nos fuimos al departamento de Gina. Durante el trayecto le pregunté si estaba ansiosa de volver a pisar dicho lugar. “Sí, pero hoy debo concentrarme en estudiar, quiero terminar el curso con un buen rendimiento”. Cata parecía estar nerviosa mientras íbamos en mi auto pero ya se encargaría Gina de relajar a la joven rubia.
Cuando llegamos, Claudia ya estaba allí. Estaba sentada en la sala, esperando a que nosotros llegáramos ya que Gina le había dicho que empezaría cuando estuviéramos todos allí. Gina tenía muy bien planeado un cronograma de estudio, cerraríamos todo con una especie de ronda de preguntas. Gina nos propuso un juego, quien se equivocara respondiendo alguna de las preguntas tendría que sacarse alguna prenda. Cata se sorprendió al escuchar esto, ni que decir de Claudia que miraba estupefacta a Gina tras la propuesta. Yo acepté sin titubear y, al verme hacerlo, Catalina también accedió. Ya solo faltaba el sí por parte de Claudia que aún parecía reacia a aceptar el plan de Gina.
- “Dale, no te pongas nerviosa. Si has aprendido y estás seguro de tu conocimiento no hay nada que temer” – Le dijo Gina a Claudia mientras la observaba dudar en silencio
- “mmm, bueno, listo” – Contestó la mujer aún dudando
- “Vas a ver que estar bajo presión te hace ser más precisa para responder” - Dijo Gina mientras organizaba unos papeles en sus manos
En un comienzo todos respondíamos correctamente. Gina se había encargado de que las primeras rondas de preguntas fueran sencillas, con ello conseguir incrementar nuestra confianza. Poco a poco fue incrementando el nivel de dificultad de las preguntas y como era de esperarse la primera en cometer errores fue Cata.
Dos errores seguidos tuvo la joven rubia; se sacó los zapatos y la camisa. Luego seguimos respondiendo correctamente las preguntas hasta que Gina se equivocó. No sabía si de verdad se había equivocado o había fingido hacerlo. Total, el resultado fue verla sacarse la camisa sin tener nada puesto bajo esta.
Verla exhibiendo sus senos, y a Cata en sostén, fue poniéndonos muy nerviosos a Claudia y a mí, de a poco todos fuimos cometiendo errores con más frecuencia. Yo estuve siempre a la expectativa de que Claudia se equivocara y con ello empezara a dejar su ropa a un lado. El primer error que cometió lo pagó sacándose la camisa, estaba cada vez más cerca de dimensionar por primera vez, y en gran detalle, esos senos que me enfermaban.
Yo aproveché muy bien el juego. Al primer error me quité los zapatos, al segundo me quité los pantalones quedando así en boxers y dejando en evidencia mi alta calentura. A pesar de todos los esfuerzos de Gina por hacer ameno el momento, con mucha conversación y muchas risas; Claudia aún no conseguía relajarse, casi no podía mirarnos a la cara y estaba completamente sonrojada.
Pasada casi una hora de andar con este jueguito, bastante infantil por cierto, Cata ya estaba desnuda, yo estaba únicamente en boxers, Gina estaba en Tanga y Claudia aún conservaba puesto su sostén y su tanga. Viendo que estábamos muy próximos a quedar desnudos Gina sugirió ahora pagar los errores con besos. Fingí estar en desacuerdo, les decía que no me parecía correcto dejar que mi novia me hiciera cornudo con ellas y tampoco serle infiel a ella. Pero Gina estaba siempre preparada, como si hubiera estudiado que hacer en cada situación. “Relájate, acá no sos el único que va a ser cornudo, de hecho acá todos tenemos pareja…”. Le di la razón a Gina dejando a Claudia nuevamente en aprietos, ahora era la única que no había aceptado las condiciones del juego que nos proponía Gina, sabíamos que la presión del grupo iba a pesarle, iba a jugarle en contra y tarde o temprano iba a terminar aceptando.
Claudia estuvo indecisa por un rato largo, pero le motivamos diciéndole que analizara bien la situación, que se diera cuenta que hasta ese momento ella era la que conservaba más prendas y eso implicaba que era la que mejor estaba preparada para conseguir responder las preguntas. Gina fue hábil, consiguió convencer a Claudia y para reafirmar la confianza de esta señora, hizo una ronda de preguntas fáciles, la única que se equivocó fue Cata. “Bueno, que decida el novio ¿quién quieres que bese a Cata y en dónde?”
Yo estaba ansioso por hacer a Claudia partícipe de esto, pero sabía que no podía empezar con ella, más si tenía en cuenta el trabajo que nos había costado convencerla. Así que les dije que quería que Cata se besara con Gina en la boca, algo sencillo. Pero para Gina no había nada sencillo; le comió la boca con intensidad mientras le pasaba las manos por la cintura, abdomen y caderas. Fue un beso largo, bastante largo; con una mano le agarraba su cabeza por detrás mientras que con la otra tomaba sus senos. Mientras esto pasaba Claudia me miraba, como esperando alguna reacción de mí parte, y yo para disimular un poco, le pedí a Gina que parara. “Dale, no seas celoso…”, me dijo Gina mientras dejaba a Cata a un lado.
Luego continuó con sus preguntas. Se encargó de elegir unas bastantes difíciles de modo que consiguió que tanto ella, como Cata y yo estuviéramos completamente desnudos. La única que aún conservaba prendas, el sostén y la tanga, era Claudia.
Claudia pareció ganar confianza tras conservar aún prendas y viendo como nosotros continuamente pagábamos los errores con desafíos entre nosotros. Increíblemente fue Cata quien se lanzó a incluir a Claudia en los desafíos. Cada vez que Gina perdía, Cata o yo nos encargábamos de hacer que besara a Claudia. Le hacíamos creer que ella era nuestro conejillo de indias ya que no haríamos que Gina nos besara a Cata o a mí, ya que nos llenaríamos de celos. Y con el correr de los minutos hicimos que Claudia errara en las respuestas; primero le pedimos que se sacara el corpiño, mientras lo hacía las tres chicas notaban como mi pene se iba poniendo durísimo, a lo que reaccionaron con una risa muy cómplice.
Verla a Claudia, únicamente en tanga y tapándose sus enormes senos con las manos, me hacía poner muy mal. Gina parecía disfrutar cada vez que le tocaba pagar sus errores besándose con la caliente señora. Además de besarla le acariciaba suavemente, a veces con sus manos, a veces con su lengua, por encima de la tanga. Mientras tanto yo aprovechaba para besar y tocar a Cata.
Claudia poco a poco se fue dejando llevar, fue ganando confianza en medio de esta situación; se animaba a dictar desafíos, le encantaba ver a Gina besando a Cata o besándome a mí. Pero yo aún no conseguía lo que más anhelaba, aún no había juntado mis labios con los de la provocativa madura, tampoco había posado mis manos en su tremendo cuerpo, seguía aún a la espera de que alguna de las otras chicas me desafiara, o la desafiara a ella, a hacerlo. Sin embargo, disfrutaba mucho ver a Gina y a Cata tocándose y besándose. De hecho era yo quien más las desafiaba a hacerlo.
Cata estaba acostada boca abajo mientras Gina le deslizaba su lengua lentamente desde lo más alto de su espalda hasta descender a su concha. Cata agarraba fuertemente un tapete que había en el suelo mientras Gina la complacía. Claudia se tocaba suavemente por debajo de su tanga; yo, muy disimuladamente, me levanté, me alejé por un momento de allí. Buscaba mis pantalones tratando de encontrar en ellos una caja de condones que había comprado antes de llegar al departamento de Gina. Finalmente los encontré y volví, encontré a Gina y a Cata dándose sexo oral mutuamente mientras que Claudia tenía una de sus manos debajo de su tanga y la otra acariciando sus propios senos, su cabeza reclinada hacia arriba y sus ojos cerrados. Me acerqué a ella lentamente, con mucho sigilo, me agaché y rápidamente la rodee con mis brazos, empecé a acariciar el abdomen de la caliente señora, por debajo de sus senos, muy lentamente. Ella se sorprendió, creo que sintió algo de miedo y con un murmullo me pidió que la dejara, pero yo sabía que esta mujer ya estaba fuera de control, completamente excitada. Seguí moviendo mis manos, ahora por sus piernas, muy despacito, poco a poco iba subiendo; eso sí, tratando de demorarme en llegar a su concha; le rozaba con mis dedos, con mucha delicadeza, sus muslos, principalmente por el interior. Empecé a besarla por el cuello mientras ella insistía en que no lo hiciera más. Claro que no parecía muy convencida porque trataba de alejarme con sus palabras pero su respiración agitada y sus ligeros jadeos me invitaban a continuar. La besaba por detrás de sus orejas, por su cuello, por su espalda; pasaba una mano por debajo de sus senos, sin agarrarlos, solo rozándolos, con la otra iba acariciando su lindo culo. Cata y Gina se habían olvidado de que Claudia y yo estábamos allí, estaban totalmente concentradas en lo que hacían, de hecho hace unos minutos que habían empezado a gemir mientras se lamían mutuamente la vagina.
Claudia se fue dejando llevar hasta el punto en que se fue haciendo dueña de la situación, ahora era ella quien guiaba el movimiento de mis manos por su cuerpo. Movía su culo, restregándolo con mi pene que aún no tenía el condón puesto. Primero hizo que se deslizara por encima de su culo, como tratando de trepar por su espalda, luego fue al revés; se deslizaba entre sus piernas, por encima de su tanga, que para esta altura estaba empapada.
Agarró mis manos y las puso a la altura de su cintura, sin soltarlas empezó a desplazarlas lentamente de arriba abajo unas cuantas veces, después las situó en sus caderas y me hizo sacarle la tanga. Una vez que su madura concha quedó al aire, se inclinó se apoyó en sus manos, quedando en cuatro, y me invitó a penetrarla. Yo tuve que hacer una pausa, tenía que ponerme el condón, claro que Claudia estaba ansiosa, no daba espera para que la cogiera. La penetré muy despacio y no pasaron ni siquiera 15 segundos para que esta señora me pidiera que la cogiera duro. Quería que le diera duro y yo por supuesto no tenía ganas de hacerlo de otra forma. Deje caer mi cuerpo sobre su espalda y la agarré fuertemente de sus senos. Empecé a moverme fuertemente y Claudia a todo momento pedía que la cogiera con más fuerza, con más rudeza. Mientras yo la penetraba a todo dar, la caliente señora además de gemir y gritar, fijaba su mirada en Cata, quería ver la reacción de la rubia mientras su novio se cogía a otra. Pero Cata, para ese momento, estaba perdida en un delirio de placer con Gina. De hecho se veía como, por momentos, sus piernas temblaban, era como si sintiera unos ligeros espasmos imposibles de controlar.
Seguí chocando con mucha fuerza mi cuerpo contra el culo de Claudia, al punto que ella se dejó caer, apoyándose en su cara y manteniendo el culo levantado. Yo sentía que pronto iba a terminar pero claramente esto no podía terminar así. Quería ver el rostro de esta señora mientras cogía con ella y evidentemente en esta posición había sido casi imposible. Fue así que tuve que detenerme, sacársela, darle la vuelta y volverla a penetrar. Finalmente estaba sobre Claudia, con mi pene duro dentro de ella, mientras veía sus senos rebotar por la rudeza de nuestros movimientos, viéndole su rostro extasiado; por momentos cerrando sus ojitos y abriendo su boca, por ratos apretando sus labios; sintiendo sus uñas clavarse en mi espalda o en mis brazos, por momentos sus manos agarrándome del pelo como queriéndolo arrancar. Estaba a punto de estallar y ese momento llegó justo cuando escuché un grito desquiciado de Cata que estaba delirando de placer a tan solo centímetros de nosotros. Quedé tendido sobre Claudia. Ella aún me besaba mientras yo permanecía inmóvil sobre ella. Una vez que me levanté la vi a la cara, ella me clavaba una tierna mirada, una mirada que pedía que la abrazara y la besara por un rato más. Viendo que Cata aún no terminaba con Gina decidí esperarla mientras besaba por un rato más a esta caliente señora.
Gina de verdad se excedió, estimuló tanto a Cata que la hizo eyacular. Cata había perdido el control del todo, había gritado como jamás lo había hecho y mientras esto ocurría, Gina se reía. Pasaron unos cuantos segundos y Gina pretendía continuar estimulando a Cata pero la rubia se negó, había sido suficiente el éxtasis que le había hecho sentir hace unos instantes y por fin estaba conforme.
Claudia, que en un comienzo había sido reacia a ser partícipe de esto, ahora pregunta cuándo íbamos a repetirlo. Cata y yo permanecíamos en silencio mientras nos vestíamos. “Muy pronto, ya vas a ver que muy pronto”, le respondió Gina que aún permanecía desnuda. Una vez que estuvimos vestidos le pregunté a Claudia si quería que la acercara a su casa en mi auto. Claudia me agradeció y aceptó la oferta. Nos despedimos de Gina que permanecía tumbada en un sofá, desnuda, mientras fumaba un cigarrillo y con la otra mano sumergida en su concha. Camino a casa de Claudia estuvimos charlando; bueno, solamente Claudia y yo, Cata permaneció en silencio; parecía trastornada por lo ocurrido en el departamento de Gina.
Una vez que llegamos a casa de Claudia nos despedimos de ella, la vimos bajar del auto y entrar en una torre de departamentos. Yo quise tranquilizar a Cata, así que me senté junto a ella en el asiento trasero, charlamos por un rato allí en el auto y una vez que recuperé su confianza la convencí de hacerlo allí en el auto, en frente al edificio en donde vivía Claudia.
Este relato es 99% real. Los nombres de los personajes y algunas situaciones fueron modificadas para proteger la identidad de las personas.
Bueno gente de P! nos acercamos al final de esta historia. No se olviden de compartir y comentar y, por supuesto, de pedir las fotos (soft) de las protagonistas del relato por MP
Tercera parte: ma che cosa la signora
Después de lo ocurrido en el departamento de Gina, Cata y yo nos hicimos muy amigos de ella. En clase nos sentábamos juntos y, evidentemente, nuestro rendimiento en el curso fue mejorando. Gina siempre estuvo atenta a explicarnos lo que no entendíamos. Después de clase nos íbamos juntos los tres, claro que no a repetir la faena de placer de la que fue testigo el departamento de Gina, sino más bien a hacer algo más tranquilo, sentarnos a charlar en algún parque, bar o cafetería. Con Cata habíamos llegado a un acuerdo, ninguno de los dos se volvería a acostar con Gina a menos de que el otro estuviera presente.
Gina a veces se insinuaba durante las clases, se vestía de forma provocativa o nos rozaba con sus senos para calentarnos. De verdad que ahora el curso de italiano se iba tornando en algo muy divertido. Más aún el día en que Gina notó que yo no podía dejar de fijarme en Claudia, la increíble madura que asistía al mismo curso de nosotros. Es que era imposible, por ratos no podía dejar de apreciar cada uno de los detalles del cuerpo de esta sensual mujer, verla apoyar ese tremendo culo en el asiento, esos sensuales escotes que de seguro calentaban a todos los hombres que tomábamos el curso, esas caderas contoneándose cada vez que caminaba por el salón, esa hermosa cara de mujer experimentada.
“¿Querés coger con ella verdad”? me preguntó un día Gina en medio de la clase aprovechando un momento en que Catalina había ido al baño. No había podido disimular bien y Gina se había dado cuenta. “No te preocupes, yo me encargo de convencerla, la vamos a pasar increíble…”
No podía creer lo que Gina me decía, tampoco me resultaba creíble que Gina pudiera convencer a esta señora; Claudia era una mujer de unos 44 años, casada y con dos hijos. Esta condición me hacía pensar que convencerla era una tarea imposible; sin embargo, yo aún no me imaginaba hasta donde podía llegar la sagacidad de Gina.
Poco a poco me fui ilusionando con que Gina concretara un encuentro con Claudia, pero los días fueron pasando y aún no ocurría nada. La ansiedad me carcomía y se lo hice saber a Gina. “No te preocupes, dale tiempo al tiempo. Ya verás que yo me encargo, solo debes esperar a que se acerque la época de exámenes. No faltaba mucho para eso, de hecho faltaban unos quince días para que rindiéramos exámenes. Desde el momento en que Gina me dijo esto, me aseguré de guardarme únicamente para coger con esta señora, para cogerla como en verdad se merecía; así que ese día sería el último en que cogería con Catalina y de ahí en adelante estaría en abstinencia hasta que se concretara el encuentro con Claudia.
Gina tenía la certeza de que serían muchos los que la buscaran para que los ayudara a estudiar para los exámenes, pero ella se daría el lujo de seleccionar con quien estudiar y con quién no. Y las cosas pasaron tal cual Gina lo planeaba; al terminar la semana el profesor anunció que la siguiente semana empezaríamos con los exámenes. Cada día haría una prueba y el último día tendríamos que ir para recoger los resultados. Una vez que el profesor terminó de hacer el anuncio fueron muchos los que se acercaron al asiento en que Gina estaba sentada, todos pidiéndole el favor de que les ayudara a estudiar. Gina accedió a estudiar con todos los que se lo pidieron, eso sí, nos dividió en dos grupos. Cata, Claudia y yo iríamos a estudiar en su departamento el sábado, el resto lo harían el domingo.
Ya era evidente que el sábado sería el gran día, pero yo no contaba con que Catalina estuviera allí, igual no me preocupó mucho ya que la rubia era muy fácil de convencer, más teniendo en cuenta lo bien que se lo había pasado la última vez en el departamento de Gina.
Ese sábado pasé al mediodía por el departamento de Cata para recogerla, juntos nos fuimos al departamento de Gina. Durante el trayecto le pregunté si estaba ansiosa de volver a pisar dicho lugar. “Sí, pero hoy debo concentrarme en estudiar, quiero terminar el curso con un buen rendimiento”. Cata parecía estar nerviosa mientras íbamos en mi auto pero ya se encargaría Gina de relajar a la joven rubia.
Cuando llegamos, Claudia ya estaba allí. Estaba sentada en la sala, esperando a que nosotros llegáramos ya que Gina le había dicho que empezaría cuando estuviéramos todos allí. Gina tenía muy bien planeado un cronograma de estudio, cerraríamos todo con una especie de ronda de preguntas. Gina nos propuso un juego, quien se equivocara respondiendo alguna de las preguntas tendría que sacarse alguna prenda. Cata se sorprendió al escuchar esto, ni que decir de Claudia que miraba estupefacta a Gina tras la propuesta. Yo acepté sin titubear y, al verme hacerlo, Catalina también accedió. Ya solo faltaba el sí por parte de Claudia que aún parecía reacia a aceptar el plan de Gina.
- “Dale, no te pongas nerviosa. Si has aprendido y estás seguro de tu conocimiento no hay nada que temer” – Le dijo Gina a Claudia mientras la observaba dudar en silencio
- “mmm, bueno, listo” – Contestó la mujer aún dudando
- “Vas a ver que estar bajo presión te hace ser más precisa para responder” - Dijo Gina mientras organizaba unos papeles en sus manos
En un comienzo todos respondíamos correctamente. Gina se había encargado de que las primeras rondas de preguntas fueran sencillas, con ello conseguir incrementar nuestra confianza. Poco a poco fue incrementando el nivel de dificultad de las preguntas y como era de esperarse la primera en cometer errores fue Cata.
Dos errores seguidos tuvo la joven rubia; se sacó los zapatos y la camisa. Luego seguimos respondiendo correctamente las preguntas hasta que Gina se equivocó. No sabía si de verdad se había equivocado o había fingido hacerlo. Total, el resultado fue verla sacarse la camisa sin tener nada puesto bajo esta.
Verla exhibiendo sus senos, y a Cata en sostén, fue poniéndonos muy nerviosos a Claudia y a mí, de a poco todos fuimos cometiendo errores con más frecuencia. Yo estuve siempre a la expectativa de que Claudia se equivocara y con ello empezara a dejar su ropa a un lado. El primer error que cometió lo pagó sacándose la camisa, estaba cada vez más cerca de dimensionar por primera vez, y en gran detalle, esos senos que me enfermaban.
Yo aproveché muy bien el juego. Al primer error me quité los zapatos, al segundo me quité los pantalones quedando así en boxers y dejando en evidencia mi alta calentura. A pesar de todos los esfuerzos de Gina por hacer ameno el momento, con mucha conversación y muchas risas; Claudia aún no conseguía relajarse, casi no podía mirarnos a la cara y estaba completamente sonrojada.
Pasada casi una hora de andar con este jueguito, bastante infantil por cierto, Cata ya estaba desnuda, yo estaba únicamente en boxers, Gina estaba en Tanga y Claudia aún conservaba puesto su sostén y su tanga. Viendo que estábamos muy próximos a quedar desnudos Gina sugirió ahora pagar los errores con besos. Fingí estar en desacuerdo, les decía que no me parecía correcto dejar que mi novia me hiciera cornudo con ellas y tampoco serle infiel a ella. Pero Gina estaba siempre preparada, como si hubiera estudiado que hacer en cada situación. “Relájate, acá no sos el único que va a ser cornudo, de hecho acá todos tenemos pareja…”. Le di la razón a Gina dejando a Claudia nuevamente en aprietos, ahora era la única que no había aceptado las condiciones del juego que nos proponía Gina, sabíamos que la presión del grupo iba a pesarle, iba a jugarle en contra y tarde o temprano iba a terminar aceptando.
Claudia estuvo indecisa por un rato largo, pero le motivamos diciéndole que analizara bien la situación, que se diera cuenta que hasta ese momento ella era la que conservaba más prendas y eso implicaba que era la que mejor estaba preparada para conseguir responder las preguntas. Gina fue hábil, consiguió convencer a Claudia y para reafirmar la confianza de esta señora, hizo una ronda de preguntas fáciles, la única que se equivocó fue Cata. “Bueno, que decida el novio ¿quién quieres que bese a Cata y en dónde?”
Yo estaba ansioso por hacer a Claudia partícipe de esto, pero sabía que no podía empezar con ella, más si tenía en cuenta el trabajo que nos había costado convencerla. Así que les dije que quería que Cata se besara con Gina en la boca, algo sencillo. Pero para Gina no había nada sencillo; le comió la boca con intensidad mientras le pasaba las manos por la cintura, abdomen y caderas. Fue un beso largo, bastante largo; con una mano le agarraba su cabeza por detrás mientras que con la otra tomaba sus senos. Mientras esto pasaba Claudia me miraba, como esperando alguna reacción de mí parte, y yo para disimular un poco, le pedí a Gina que parara. “Dale, no seas celoso…”, me dijo Gina mientras dejaba a Cata a un lado.
Luego continuó con sus preguntas. Se encargó de elegir unas bastantes difíciles de modo que consiguió que tanto ella, como Cata y yo estuviéramos completamente desnudos. La única que aún conservaba prendas, el sostén y la tanga, era Claudia.
Claudia pareció ganar confianza tras conservar aún prendas y viendo como nosotros continuamente pagábamos los errores con desafíos entre nosotros. Increíblemente fue Cata quien se lanzó a incluir a Claudia en los desafíos. Cada vez que Gina perdía, Cata o yo nos encargábamos de hacer que besara a Claudia. Le hacíamos creer que ella era nuestro conejillo de indias ya que no haríamos que Gina nos besara a Cata o a mí, ya que nos llenaríamos de celos. Y con el correr de los minutos hicimos que Claudia errara en las respuestas; primero le pedimos que se sacara el corpiño, mientras lo hacía las tres chicas notaban como mi pene se iba poniendo durísimo, a lo que reaccionaron con una risa muy cómplice.
Verla a Claudia, únicamente en tanga y tapándose sus enormes senos con las manos, me hacía poner muy mal. Gina parecía disfrutar cada vez que le tocaba pagar sus errores besándose con la caliente señora. Además de besarla le acariciaba suavemente, a veces con sus manos, a veces con su lengua, por encima de la tanga. Mientras tanto yo aprovechaba para besar y tocar a Cata.
Claudia poco a poco se fue dejando llevar, fue ganando confianza en medio de esta situación; se animaba a dictar desafíos, le encantaba ver a Gina besando a Cata o besándome a mí. Pero yo aún no conseguía lo que más anhelaba, aún no había juntado mis labios con los de la provocativa madura, tampoco había posado mis manos en su tremendo cuerpo, seguía aún a la espera de que alguna de las otras chicas me desafiara, o la desafiara a ella, a hacerlo. Sin embargo, disfrutaba mucho ver a Gina y a Cata tocándose y besándose. De hecho era yo quien más las desafiaba a hacerlo.
Cata estaba acostada boca abajo mientras Gina le deslizaba su lengua lentamente desde lo más alto de su espalda hasta descender a su concha. Cata agarraba fuertemente un tapete que había en el suelo mientras Gina la complacía. Claudia se tocaba suavemente por debajo de su tanga; yo, muy disimuladamente, me levanté, me alejé por un momento de allí. Buscaba mis pantalones tratando de encontrar en ellos una caja de condones que había comprado antes de llegar al departamento de Gina. Finalmente los encontré y volví, encontré a Gina y a Cata dándose sexo oral mutuamente mientras que Claudia tenía una de sus manos debajo de su tanga y la otra acariciando sus propios senos, su cabeza reclinada hacia arriba y sus ojos cerrados. Me acerqué a ella lentamente, con mucho sigilo, me agaché y rápidamente la rodee con mis brazos, empecé a acariciar el abdomen de la caliente señora, por debajo de sus senos, muy lentamente. Ella se sorprendió, creo que sintió algo de miedo y con un murmullo me pidió que la dejara, pero yo sabía que esta mujer ya estaba fuera de control, completamente excitada. Seguí moviendo mis manos, ahora por sus piernas, muy despacito, poco a poco iba subiendo; eso sí, tratando de demorarme en llegar a su concha; le rozaba con mis dedos, con mucha delicadeza, sus muslos, principalmente por el interior. Empecé a besarla por el cuello mientras ella insistía en que no lo hiciera más. Claro que no parecía muy convencida porque trataba de alejarme con sus palabras pero su respiración agitada y sus ligeros jadeos me invitaban a continuar. La besaba por detrás de sus orejas, por su cuello, por su espalda; pasaba una mano por debajo de sus senos, sin agarrarlos, solo rozándolos, con la otra iba acariciando su lindo culo. Cata y Gina se habían olvidado de que Claudia y yo estábamos allí, estaban totalmente concentradas en lo que hacían, de hecho hace unos minutos que habían empezado a gemir mientras se lamían mutuamente la vagina.
Claudia se fue dejando llevar hasta el punto en que se fue haciendo dueña de la situación, ahora era ella quien guiaba el movimiento de mis manos por su cuerpo. Movía su culo, restregándolo con mi pene que aún no tenía el condón puesto. Primero hizo que se deslizara por encima de su culo, como tratando de trepar por su espalda, luego fue al revés; se deslizaba entre sus piernas, por encima de su tanga, que para esta altura estaba empapada.
Agarró mis manos y las puso a la altura de su cintura, sin soltarlas empezó a desplazarlas lentamente de arriba abajo unas cuantas veces, después las situó en sus caderas y me hizo sacarle la tanga. Una vez que su madura concha quedó al aire, se inclinó se apoyó en sus manos, quedando en cuatro, y me invitó a penetrarla. Yo tuve que hacer una pausa, tenía que ponerme el condón, claro que Claudia estaba ansiosa, no daba espera para que la cogiera. La penetré muy despacio y no pasaron ni siquiera 15 segundos para que esta señora me pidiera que la cogiera duro. Quería que le diera duro y yo por supuesto no tenía ganas de hacerlo de otra forma. Deje caer mi cuerpo sobre su espalda y la agarré fuertemente de sus senos. Empecé a moverme fuertemente y Claudia a todo momento pedía que la cogiera con más fuerza, con más rudeza. Mientras yo la penetraba a todo dar, la caliente señora además de gemir y gritar, fijaba su mirada en Cata, quería ver la reacción de la rubia mientras su novio se cogía a otra. Pero Cata, para ese momento, estaba perdida en un delirio de placer con Gina. De hecho se veía como, por momentos, sus piernas temblaban, era como si sintiera unos ligeros espasmos imposibles de controlar.
Seguí chocando con mucha fuerza mi cuerpo contra el culo de Claudia, al punto que ella se dejó caer, apoyándose en su cara y manteniendo el culo levantado. Yo sentía que pronto iba a terminar pero claramente esto no podía terminar así. Quería ver el rostro de esta señora mientras cogía con ella y evidentemente en esta posición había sido casi imposible. Fue así que tuve que detenerme, sacársela, darle la vuelta y volverla a penetrar. Finalmente estaba sobre Claudia, con mi pene duro dentro de ella, mientras veía sus senos rebotar por la rudeza de nuestros movimientos, viéndole su rostro extasiado; por momentos cerrando sus ojitos y abriendo su boca, por ratos apretando sus labios; sintiendo sus uñas clavarse en mi espalda o en mis brazos, por momentos sus manos agarrándome del pelo como queriéndolo arrancar. Estaba a punto de estallar y ese momento llegó justo cuando escuché un grito desquiciado de Cata que estaba delirando de placer a tan solo centímetros de nosotros. Quedé tendido sobre Claudia. Ella aún me besaba mientras yo permanecía inmóvil sobre ella. Una vez que me levanté la vi a la cara, ella me clavaba una tierna mirada, una mirada que pedía que la abrazara y la besara por un rato más. Viendo que Cata aún no terminaba con Gina decidí esperarla mientras besaba por un rato más a esta caliente señora.
Gina de verdad se excedió, estimuló tanto a Cata que la hizo eyacular. Cata había perdido el control del todo, había gritado como jamás lo había hecho y mientras esto ocurría, Gina se reía. Pasaron unos cuantos segundos y Gina pretendía continuar estimulando a Cata pero la rubia se negó, había sido suficiente el éxtasis que le había hecho sentir hace unos instantes y por fin estaba conforme.
Claudia, que en un comienzo había sido reacia a ser partícipe de esto, ahora pregunta cuándo íbamos a repetirlo. Cata y yo permanecíamos en silencio mientras nos vestíamos. “Muy pronto, ya vas a ver que muy pronto”, le respondió Gina que aún permanecía desnuda. Una vez que estuvimos vestidos le pregunté a Claudia si quería que la acercara a su casa en mi auto. Claudia me agradeció y aceptó la oferta. Nos despedimos de Gina que permanecía tumbada en un sofá, desnuda, mientras fumaba un cigarrillo y con la otra mano sumergida en su concha. Camino a casa de Claudia estuvimos charlando; bueno, solamente Claudia y yo, Cata permaneció en silencio; parecía trastornada por lo ocurrido en el departamento de Gina.
Una vez que llegamos a casa de Claudia nos despedimos de ella, la vimos bajar del auto y entrar en una torre de departamentos. Yo quise tranquilizar a Cata, así que me senté junto a ella en el asiento trasero, charlamos por un rato allí en el auto y una vez que recuperé su confianza la convencí de hacerlo allí en el auto, en frente al edificio en donde vivía Claudia.
Este relato es 99% real. Los nombres de los personajes y algunas situaciones fueron modificadas para proteger la identidad de las personas.
Bueno gente de P! nos acercamos al final de esta historia. No se olviden de compartir y comentar y, por supuesto, de pedir las fotos (soft) de las protagonistas del relato por MP
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