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Lara, mi marido y yo (I)




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Compendio II


😂
¡Siento mucho demorarme en escribir! ¡He estado bien ocupada por el fin de semestre y todo eso, pero al fin se dio!
¡Lo que tanto quería, por tantos meses!
¡Y fue mucho mejor de lo que esperaba!
Pero antes, tengo que contar cómo se fueron dando las cosas.
😆
Van un poquito más de 4 meses que tengo una relación con una de mis amigas.
Mi marido lo sabe y me ha dejado explorar un poco ese lado extraño de mí, sin importar que al principio me confundiera un montón.
Me tomó de sorpresa cuando Lara me dijo que le gustaban las mujeres.
Es muy bonita: tiene unos ojitos celestes muy lindos; una carita preciosa, entre mal genio y mimada; con una sonrisa amistosa y unos labios esponjosos y suaves y el cabello castaño largo, elegante y muy bello.
Me ha dicho que durante los meses de verano, a veces trabaja de promotora en tiendas, porque su figura es muy linda.
Ella corre bastante y también va al gimnasio.
Por eso, su colita se ve muy bonita: carnosa, redondita y musculosa.
De esas, que los chicos dan pellizcos de vez en cuando.
Sus pechos no se quedan atrás: no son melones ni mucho menos, pero son apropiados para ella.
😕
¿Cómo les explico?
Ella puede correr y sus pechos rebotan lo suficiente para llamar la atención.
Pero lo que más me gusta de ella es su seriedad.
Pareciera que no le tiene miedo a nada y les da el plantón en la cara a los chicos cuando la invitan a salir, mientras que a mí me cuesta más, para no lastimar los sentimientos.
😃
Y bueno, aun no sé qué me pasa con ella.
De verdad, a mí me gustan más los chicos que las chicas.
Pero no me puedo resistir a sus besos.
😍
Son suaves, esponjosos y muy tiernos, con olorcito a perfume de mujer.
Pero pienso que lo que más me gusta de esta relación tan secreta (porque mis otras 2 amigas no sospechan de nosotras, ni que a Lara le gustan las mujeres y en la universidad todos saben que soy mamá), es que conmigo, Lara se vuelve más sumisa y tímida.
Por otra parte, mi marido ha sido excelente en todo esto.
😕
A veces, me da pena, porque los viernes que él tiene libre de su trabajo, yo me voy al departamento de mi amiga, mientras él se queda cuidando a nuestras chiquititas.
Pero por las noches, igual vuelvo con él.
Y no me pregunta nada, que es lo más maravilloso y me deja más tranquila.
A lo más, dirá que tengo un olorcito diferente.
Y por la noche, nos amamos con la misma intensidad de siempre, como si nada raro hubiera pasado.
😆
Lara, en eso también me ayuda a veces, porque me avisa que se hace tarde y que mis pequeñas o mi marido se pueden preocupar de mí.
A lo mejor, no la ame, pero la quiero mucho.
Les inventamos alguna excusa convincente a nuestras amigas, como que me está enseñando a maquillarme, que tiene que hacer un trabajo o que necesita que le ayude con una disertación.
Y salimos llevadas por el viento, en su jeep, desesperadas por entrar a su departamento.
Ahí, cerramos la puerta, nos miramos a los ojos y nos besamos con ternura.
Los primeros, son despacitos, con suaves toqueteos en las mejillas.
Pero al ratito, empezamos a explorar nuestras bocas, con nuestras lenguas.
Nos abrazamos con tranquilidad, porque no queremos separarnos y nuestras manos recorren lentamente, con mucho respeto nuestros cuerpos, subiendo y bajando con delicadeza, sin intención de manosear.
La espalda, los hombros, nuestro cabello…
😍
Nos miramos a los ojos y todavía nos da vergüenza, porque nos ponemos coloradas.
Pero ese ardor en la mejilla no es tan fuerte para hacernos soltar de la cintura.
Y vamos con completa calma a su dormitorio, siempre mirándonos a los ojos.
Nos empezamos a desvestir, como si el tiempo no corriera para nosotras en esos momentos.
Yo la dejo que me desabroche la camisa, mientras que yo le saco la faldita, pero siempre mirándonos y dándonos besos tiernos.
😆
Siempre soba suavemente mis pechitos, rebosantes de leche y los contempla como si nunca hubiese visto otros.
Yo la dejo, porque me permite sacarle la blusa, la camisa o la polera que use ese día y también puedo apreciar los suyos.
Entonces, la vuelvo a besar yo (porque la mayor parte de las veces, yo llevo la batuta en la relación) y la acuesto en la cama.
Lanza un gemido ahogado cuando meto la mano bajo su tanguita y cierra sus ojos en resignación, mientras la empiezo a dedear.
😓
Es una sensación tan extraña la que siento en esos momentos.
Porque estamos medio desnudas y estoy muy consciente que es otra mujer, al igual que yo.
Pero no por eso me puedo contener las ganas de besarla y de meter los dedos en su conchita, hasta hacerle gemir de placer.
Ella, como desesperada y como si despertara de un sueño agitado, me mira a los ojos y empieza a luchar con mi sostén, deseando probar mis pechitos.
Yo también me quejo suavemente, mientras que su boquita succiona con fruición mi lechecita y siento pasarla por el pezón, hacia sus ardientes labios, mientras que mis dedos no paran de menearse en su húmeda gruta.
Entonces, cuando ya la tengo medio loca con mi dedeo, ella baja lentamente mi calzón y siento su respiración bajando por mi vientre.
😲
Más vergüenza me da al sentir su lengua en mi botón.
Olas y olas de placer recorren mi cuerpo, mientras ella me dedea suavemente por mi chorreante vagina.
En esos momentos, no me puedo mover.
No quiero que lo haga, porque sé que es otra mujer.
Pero por otro lado, tampoco quiero que se detenga y le hago suavemente una caricia en la cabeza, como lo hago con mi marido cuando me da uno de los placeres más ricos de toda la vida.
Sus manos se afirman fuertemente de mi cintura, como si se obstinara en lamerme hasta morir.
Luego que siento un sinfín de orgasmos y mi botón ya no late tan fuerte, siento que tengo que devolverle el favor, mientras nos seguimos besando y haciendo cariño, con las miradas perdidas la una en la otra.
Le doy una lamida suave a sus pechos rosados y me pierdo un ratito en el espacio entre ellos, dando un besito anhelante entre medio, sacándole otro tierno gritito y voy lamiendo su estómago y vientre.
😕
Y otra vez, confronto mi confusión.
Porque en lugar de encontrar lo que me gusta probar, está su rajita jugosa y pegajosa.
Pero ella me mira como esperanzada y también reconozco el placer que me ha dado, por lo que me resigno y ataco.
😫
Ella se estira y se estremece tremendamente.
La chupo con ternura, preocupándome de mirarla, pero ella sigue arrebatada por el placer.
Se soba los pechos, para magnificar su placer y yo la imagino lo hermosa que se vería cabalgando a un hombre.
😏
Bueno… cabalgando al mejor de mis amigos, para ser sincera.
Y mi mano empieza a recorrer por debajo de sus muslos, deslizándose serpenteante en busca de sus ondulantes pompas.
Palpo el contorno de su colita y ella me mira indefensa, como si pidiera una tregua.
Como si no quisiera más placer.
😮
Pero deslizo el anular por su agujerito y ella lanza un gritito más intenso.
Empiezo a entrar y salir rápidamente y ella rebosa en placer.
Si sus caderas se meneaban al ritmo de mis lamidas, como que cambian al sentir mis dedos entrando por detrás.
Incluso, pareciera que suplicara otro dedo.
“Si supiera lo rico que se siente lo de los chicos…” pienso cuando le meto el índice y lanza un bramido mayor.
Y ataco maliciosamente por sus 2 lados, hasta que ella no puede aguantar más el gozo y acaba despreocupada en mi boca.
Suspirando, nos volvemos a mirar y se afirma a mi lado.
Nos besamos otra vez, pero la tarde se nos ha ido y me tengo que marchar.
😕
Por eso, la noche del lunes cuando él llegó, le pedí a mi marido si podíamos hacer algo con ella.
Estaba complicada con su “term paper”: ese trabajo de investigación que te dan a principio de semestre, para ayudarte con las notas.
Él lo pensó un poco, antes de darme una respuesta.
Yo aproveché de ponerme el camisón para dormir y taparme.
“¡Dame 2 días!” me dijo, finalmente cuando me acosté en su brazo, mirándole pacientemente a sus ojitos.
“¿2 días? ¿Por qué?”
😔
Yo quería hacerlo al día siguiente.
Él me dio una mirada muy seria.
“Porque si lo vamos a hacer, tenemos que hacerlo bien. ¿Estás segura que ella aceptará?”
“¡Por supuesto!” le respondí, con mi alegría habitual.
Pero él no rompía su seriedad.
😕
Incluso, sentía que me miraba enojado y hasta me empezó a asustar.
Pero creo que sintió mi miedo y cambio su mirada a la cariñosa, de marido que me ama.
“¡Por favor, aprovecha de pensarlo bien! ¡Sólo te pido 2 días, para que todo salga bien!” me dijo, sonriéndome y dándome un tierno besito, con el que empezamos a darnos el cariño que no nos dábamos en toda una semana.
Cuando terminamos, me sentí contenta de ser su esposa.
Porque hay muchos chicos que no lo piensan demasiado si su señora les pide que tengan algo con otra mujer bonita.
Pero él, sí que lo piensa bastante.
😃
Al día siguiente, Lara estaba preocupada y le dije que el miércoles nos juntaríamos en mi casa para preparar su trabajo.
Quedó contenta y nos escabullimos a un baño donde no va mucha gente, para darme las gracias.
🤤
Esa cosa de tener que guardar el secreto de Sandy y de Jess me excita bastante.
Y el temor rico que alguien en la universidad se dé cuenta de lo de nosotras, me llena de adrenalina.
😏
Confieso que me gusta darle placer.
La primera vez que lo hicimos, me aseguré que nadie más estuviera en el baño.
Jalé a Lara por la cintura y me la robé hasta la caseta.
Sus ojitos estaban muy sorprendidos y su carita estaba roja de vergüenza, porque era la primera vez que hacíamos algo así dentro de la universidad.
Pero en ningún momento, ella se opuso.
😆
Como les dije, me gustan mucho sus besos.
Su boquita es suave y deliciosa, como un helado de coco que se derrite cuando lo lames.
Además, tiene el olorcito rico como a perfume de flores y sus suspiros, mientras pruebo sus labios, me rozan tan rico y tibio mis mejillas.
Esa vez, yo no lo podía creer que lo estuviera haciendo.
😤
Porque me hace sentir que tengo una doble vida, de esposa y mamá amorosa en mi casa con mi marido y de amante ninja, con ella, en la universidad.
La caseta es chica y hace que quedemos tan juntitas, que nuestros cuerpos ardientes se encuentran casi por obligación.
Me encanta ver su carita nerviosa, pendiente de cualquier ruido o que alguien nos encuentre haciendo eso.
A mí, no me importa, porque la quiero y me siento en el excusado.
“¡No, Marisol! ¡Aquí no!” me dice cada vez, cuando le levanto la faldita y puedo ver su calzoncito mojado.
Con ternura, le hago el quite al calzón, como la persona que más amo hace conmigo y deposito mi lengua en ella.
Lara bota un enorme suspiro y apoya su cuerpo sobre la puerta, dejándome quererla.
Chupo su botoncito, como cuando una come mariscos y ella trata de afirmarse con sus brazos, cediéndome su cintura para que la pruebe con entera libertad.
La otra vez, me di cuenta que se apoya con sus piernas en unas tuberías en la pared, para que me deje comerla sin que se den cuenta, porque solamente se ven mis pies.
😆
En eso, su físico ayuda caleta.
Le rozo la colita, imaginando lo mucho que disfrutaría mi marido acariciándola, porque es casi tan suave como la seda, tan redonda como un par de melones y ardientemente carnosos.
Ella se sigue quejando, como si le faltara la respiración, pero sus juguitos no paran de salir ni yo de probarlos.
Pero la mejor parte es cuando la empiezo a dedear.
Sus labios se contraen, deseosos por sentir un pene o algo que entre y mis dedos son recibidos por un clamor y calor intenso.
Entonces, se empieza a menear, como si fuera una acróbata en el circo, dejándome completa libertad para lamer sus muslos y su conchita.
Se notan sus pechos paraditos y sus pezones, duritos y pujantes.
Y se sigue moviendo, enterrándome más en su rajita, hasta que finalmente acaba magistralmente.
Es como si le pegara un rayo y me pasa todo su cuerpo, para que se lo limpie.
Ella me mira, con ganas de devolverme el favor.
😊
Pero yo le sonrío, como diciéndole que no es necesario.
Me gusta verla feliz.
Vuelvo a casa por la tarde y encuentro a mi esposo en el living, con el laptop encendido y algunos libros.
😮
Me sorprende cuando me dice que Liz se fue.
“La llevé a casa de su mamá, para que se tome algunos de sus días libres y no volverá hasta el sábado.” Me dice, tratando de sonreír con alegría.
Sé que la quiere también y no quiere que lo vea haciendo eso con otra de mis amigas.
Hacemos el amor otra vez por la noche, nos abrazamos y me vuelve a preguntar.
“Marisol, ¿Estás segura que ella aceptará?”
“¡Por supuesto! ¡Todo este tiempo le he hablado de ti!”
Dio uno de esos suspiros, como cuando pierde la paciencia.
“Marisol, a ella le gustan las mujeres… y lo que le estás pidiendo, ruiseñor, es lo mismo que me pidieras a mí que me besara con el vecino.” Me dice, besándome suavemente en el cuello.
Y esa noche, realmente pensé lo que me dijo y me costó quedarme dormida, mientras que él me abrazaba por la espalda muy tranquilo.
Y a la tarde siguiente, me sentí muy nerviosa cuando volví a casa, acompañada por Lara.


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