Bueno, esta es la penúltima parte de esta historia, cuesta resumir, pero vamos a ver si se entiende.
Trabajar en Antofagasta para una de las mineras más grandes de Chile, fue una experiencia profesional de las más enriquecedoras, se gana bien, se trabaja duro, pero la vida familiar es una mierda.
Nos fuimos con Alejandra a vivir juntos mientras yo trabajaba ella se dedicada trabajar en una empresa de ventas y yo entre Calama y Antofagasta, luego de dos años empezaron los problemas, que quería casarse primero y después cambio de humor, se enojaba por todo, que ganaba poco, que no veía a su madre, que quería tener hijos, y yo no quería nada, no estaba de humor para casarme y menos para tener hijos.
Fue un verano, bueno allá es verano todo el año, pero fue un verano que me suspendieron un turno y logre regresar 2 días antes de Calama a nuestro departamento en Antofagasta, sin avisar… que pecado más grande es ese, llegar de improviso y encontrar que todo lo vivido es una fantasía…
Llegue muy tarde ya que nos vinimos en camioneta finalizando el turno, entre despacio al departamento, como siempre todo impecablemente ordenado, deje mis cosas en el comedor y entre sin hacer ruido, en nuestro dormitorio había aun luz, en la tv daban una película “Rápido y Furioso” que se podía ver desde el pasillo, Alejandra hablaba con alguien por teléfono, frases cortas que no lograba entender a medida que caminaba por un pasillo que se me hizo eterno, seguían las boses de la película, al llegar al umbral de la puerta vi a Alejandra recostada desnuda boca arriba con el teléfono en la oreja, tenía sus rodillas levantadas y las piernas un poco separadas, sus senos pequeños apuntaban al cielo y extrañamente se movían sin motivo aparente, hasta que sentí vibrar mi celular en el bolsillo, siempre lo dejo así en mi turno ya que está prohibido usar celular mientras se trabaja en la minera, al mirarlo veo que es Alejandra que me está llamando, y para darle una sorpresa decidí no contestar colgando la llamada.
Ella furiosa lo lanza a la cama y grita:
- Este weon donde estará que no me contesta..
Y al intentar responderle veo que se separan sus piernas y de entre ellas aparece una cabeza negra que de seguro le está haciendo sexo oral, el pelotudo lo reconocí al instante, era su jefe, se pone de pie levanta las caderas de Alejandra y la penetra de un empujón.
Me quede paralizado, no podía creer lo que estaba viendo, su jefe se la estaba cogiendo, y la muy puta gritaba de placer, no pude evitar caminar hasta la cama y ver los ojos de terror del pelotudo al verme entrar, ha sido la imagen que más he disfrutado en los últimos años, sólo se detuvo y al tratar de hablar le llene la boca con una mata de combos, cayó al suelo y de paso quedó metido en el armario.
Alejandra no entendía que había pasado, primero pensó que era un asalto, se puso a gritar que me llevara el dinero y las cosas si quería, pero al verme se cagó literalmente, de miedo y pánico entró en shock, le tiritaba la pera y tartamudeaba…
Fue una semana muy dolorosa, tome algunas de mis cosas y me fui a un hotel, en la misma semana pedí traslado a Santiago, deshice arriendos, y regrese sólo, Alejandra me llamó cientos de veces, nunca le respondí, cambié mi número de celular, no volví a tener contacto, por lo menos no la volví a buscar.
Nuestra compañía tiene varias gerencias o departamentos, y por mi experiencia en minería y medio ambiente, me asignaron a esa unidad, al departamento de nuevos negocios regionales, así que me dediqué a tomar todos los trabajos que los ingenieros senior no querían tomar, por eso me fui 6 meses a Perú, se estaban iniciando las primeras exploraciones en ese país y había que hacer temas de ingeniería ambiental.
Otro proyecto interesante comenzó en San Juan-Mendoza, para ello tuve varias reuniones en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, finalmente en la etapa de estudios ambientales me quedaba con frecuencia en pequeño hotel a unas cuadras del obelisco. Las librerías me satisfacían mis días en solitario, recordando viejos tiempos de ratón de biblioteca, y podía caminar a gusto, entrar a un café y conversar con alguna porteña, que había muchas, fue la época que más polvos me di en mi vida.
Entre tanto viaje, me enteré por un llamado que había muerto mi madre, un infarto me robó a mi viejita, al otro día logré llegar a Curicó, mis recuerdos de niño regresaron, pude ver a cientos de personas que habían pasado alguna vez por mi casa, mi pobre viejo estaba desolado, los funerales se hicieron al otro día, salude a tanta gente que ni me acordaba de sus nombres, entre la multitud estaba Alejandra, se acercó tímida, me dio un abrazo y me dijo algo que no le entendí, andaba sola pero no me preocupe de saber más detalles.
Me quedé unos días en Curicó, viendo como viviría mi viejo, una de mis tías del campo se ofreció para acompañarlo, ya que ella estaba sola muchos años, se fue a vivir con él acompañando la soledad de ambos, cuando estábamos ordenando las cosas de mama, encontré unas cartas que estaban muy ordenadas, estaban todas cerradas menos una, y tenían mi nombre, todas de mi tía Elena, me quede petrificado, eran cinco cartas, las ordene por fechas de los timbres y me fui al patio a leerlas.
La que estaba abierta tenía fecha del día que se fue a La Serena, supongo que mi madre la recibió y la abrió, nunca me dijo que me habían llegado cartas de Elena, leí una a una las cartas entre lágrimas, y alegría de saber de ella, su tristeza de dejarme, que me amaba, pero que no había futuro con una vieja y un chico, en fin, me avisaba que se había enamorado y que se cazaría de nuevo.
La última me escribió para contarme lo que había sentido cuando nos vimos en mi titulación, para darme su apoyo cuando decidí terminar con Alejandra y lo más importante, en la última puso su dirección y teléfono en la ciudad de Buenos Aires, por si alguna vez el destino me llevaba por allá, ya habían pasado tres años desde esa carta y rogaba que el teléfono funcionara.
Regrese a mi trabajo en Santiago, y me di valor y llame al número que aparecía en la carta, al otro lado de la línea se escuchó la voz de una mujer mayor, con marcado acento porteño, no sabía que decir, sólo atiné a preguntar por Elena y al saber que no estaba, le deje un recado con la mujer:
- Puede decirle a la señora que llamó su sobrino Armando, de Chile, dígale que falleció mi madre hace unos días, que ella le tenía mucho cariño.
Le dejé el número de mi celular y me despedí.
Estuve con unos colegas hasta muy tarde en Plaza Ñuñoa, bebiendo y conversando, había muchísimo ruido y no me di cuenta que tenía cinco llamadas perdidas de un móvil que no conocía y tenía demasiados números para ser chileno.
Al otro día mi celular sonó a las 7 de la mañana, medio dormido conteste, del otro lado de la línea una voz de mujer repetía mi nombre, pero no conocía la voz, me paré rápidamente y me lave la cara, volví a tomar el celular y un poco más despierto reconocí la voz de Elena, mi corazón volvió a latir a mil como el día que la vi despedirse y conversamos,
Dos meses pasaron que conversábamos casi todos los días, sus llamados eran constantes, bien temprano sonaba mi celular y charlábamos mínimo una hora, me contaba sus cosas, de sus hijos, el mayor llevaba mi nombre. Dos meses después ya caída la tarde nos juntamos en el aeropuerto de Santiago, ella viajaba sola por unos días a Chile hacer unos negocios de su marido.
Tomé su maleta y del brazo nos fuimos caminando al estacionamiento techado, en mi camioneta tenía todo listo para partir a Viña del Mar, en el estacionamiento nos besamos como nunca, mis manos recorrieron ese cuerpo que aún estaba como lo recordaba, su vestido amplio ocultaba su figura excepcional, al tocar sus caderas se estremeció, y al descender mis manos por sus nalgas ella se sonrió, no traía ropa interior, su coño depilado me llamaba a gritos que los devorara, sin embargo fue Elena quien bajo sus manos y su rostro a la altura de mi pantalón, extrajo mi polla con extremada rapidez y su boca lo devoró como nunca, en realidad habían pasado tantos años que logré recordar sus costumbres de lamer y morder, estaba como en trance, sentir sus labios y dientes comer mi verga, mientras lo hacía mis manos tomaban su cabeza y violaba su boca con fuerza, como a ella le gustaba, sentía como se iban hinchando las bolas para quedar a punto de eyacular, cosa que una vez más Elena se dio cuenta de mi forma de estar a punto y se detuvo, saco la verga de su boca y se puso de pie, fue en ese momento que girándola la apoye contra el capot levante su vestido y sus nalgas quedaron a punta de cañón, apunte a su coño apoyando mi verga en sus labios y de un golpe la penetré, sentí su quejido de su garganta y en su coño el sonido de del aire saliendo mientras la verga iba entrando.
Su coño caliente me succionaba, sentía que me exprimía el miembro mientras entraba y salía, con mi dedo pulgar busque el ojete, con un poco de salida puse el pulgar en la entrada de ese culito y se lo metí casi entero, mientras la penetraba mi dedo abría el camino para el ataque final, Elena gemía y levantaba su cola cada vez con más fuerza, el olor a hembra me llenaba las narices, sentía las nalgas en mis bolas y más me excitaba, sacando la verga caliente, mojada, apunte al ojete del culo, Elena dio un saltito como escapando, pero eso fue su perdición al bajar mi verga entro hasta la mitad, de golpe, doloroso, sus gemidos se confundieron con la partida de los aviones, y sin soltar la penetre hasta el fondo, su respiración era como de maratonista y ambos estábamos sudados enteros por el esfuerzo, no quería moverme de ahí par ano causar más dolor, pero fue ella la que movió esa cola que no me dejaba dormir de estudiante, segado por la excitación la afirme con mi brazo derecho y ataque su cola, sin piedad le di duro, como sabía que la calentaba, ella murmuraba palabras que no lograba entender mientras la penetraba, su calor me derretía la verga, y cabalgando como nunca sentí como corrían sus fluidos por mis piernas, su orgasmo esta vez silencioso, me mojo hasta los tobillos, mi verga empoderada entraba y salía como bestia, no tardó en llegar el volcán de semen que inundo su cueva, recostado sobre su espalda termine de eyacular, me quedé inmóvil, respirando o tratando de tomar aire, luego de un momentos saque la verga inundada de mis fluidos y dolorosa después del esfuerzo.
Luego de unos minutos para reponernos salimos de los estacionamientos raudamente hacia la costa, las luces de Viña del Mar aparecían después de una hora y media, empezaban así los mejores días junto a mi amada Elena.
Una vez más, ya nada sería lo mismo…
Seguirá…
Trabajar en Antofagasta para una de las mineras más grandes de Chile, fue una experiencia profesional de las más enriquecedoras, se gana bien, se trabaja duro, pero la vida familiar es una mierda.
Nos fuimos con Alejandra a vivir juntos mientras yo trabajaba ella se dedicada trabajar en una empresa de ventas y yo entre Calama y Antofagasta, luego de dos años empezaron los problemas, que quería casarse primero y después cambio de humor, se enojaba por todo, que ganaba poco, que no veía a su madre, que quería tener hijos, y yo no quería nada, no estaba de humor para casarme y menos para tener hijos.
Fue un verano, bueno allá es verano todo el año, pero fue un verano que me suspendieron un turno y logre regresar 2 días antes de Calama a nuestro departamento en Antofagasta, sin avisar… que pecado más grande es ese, llegar de improviso y encontrar que todo lo vivido es una fantasía…
Llegue muy tarde ya que nos vinimos en camioneta finalizando el turno, entre despacio al departamento, como siempre todo impecablemente ordenado, deje mis cosas en el comedor y entre sin hacer ruido, en nuestro dormitorio había aun luz, en la tv daban una película “Rápido y Furioso” que se podía ver desde el pasillo, Alejandra hablaba con alguien por teléfono, frases cortas que no lograba entender a medida que caminaba por un pasillo que se me hizo eterno, seguían las boses de la película, al llegar al umbral de la puerta vi a Alejandra recostada desnuda boca arriba con el teléfono en la oreja, tenía sus rodillas levantadas y las piernas un poco separadas, sus senos pequeños apuntaban al cielo y extrañamente se movían sin motivo aparente, hasta que sentí vibrar mi celular en el bolsillo, siempre lo dejo así en mi turno ya que está prohibido usar celular mientras se trabaja en la minera, al mirarlo veo que es Alejandra que me está llamando, y para darle una sorpresa decidí no contestar colgando la llamada.
Ella furiosa lo lanza a la cama y grita:
- Este weon donde estará que no me contesta..
Y al intentar responderle veo que se separan sus piernas y de entre ellas aparece una cabeza negra que de seguro le está haciendo sexo oral, el pelotudo lo reconocí al instante, era su jefe, se pone de pie levanta las caderas de Alejandra y la penetra de un empujón.
Me quede paralizado, no podía creer lo que estaba viendo, su jefe se la estaba cogiendo, y la muy puta gritaba de placer, no pude evitar caminar hasta la cama y ver los ojos de terror del pelotudo al verme entrar, ha sido la imagen que más he disfrutado en los últimos años, sólo se detuvo y al tratar de hablar le llene la boca con una mata de combos, cayó al suelo y de paso quedó metido en el armario.
Alejandra no entendía que había pasado, primero pensó que era un asalto, se puso a gritar que me llevara el dinero y las cosas si quería, pero al verme se cagó literalmente, de miedo y pánico entró en shock, le tiritaba la pera y tartamudeaba…
Fue una semana muy dolorosa, tome algunas de mis cosas y me fui a un hotel, en la misma semana pedí traslado a Santiago, deshice arriendos, y regrese sólo, Alejandra me llamó cientos de veces, nunca le respondí, cambié mi número de celular, no volví a tener contacto, por lo menos no la volví a buscar.
Nuestra compañía tiene varias gerencias o departamentos, y por mi experiencia en minería y medio ambiente, me asignaron a esa unidad, al departamento de nuevos negocios regionales, así que me dediqué a tomar todos los trabajos que los ingenieros senior no querían tomar, por eso me fui 6 meses a Perú, se estaban iniciando las primeras exploraciones en ese país y había que hacer temas de ingeniería ambiental.
Otro proyecto interesante comenzó en San Juan-Mendoza, para ello tuve varias reuniones en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, finalmente en la etapa de estudios ambientales me quedaba con frecuencia en pequeño hotel a unas cuadras del obelisco. Las librerías me satisfacían mis días en solitario, recordando viejos tiempos de ratón de biblioteca, y podía caminar a gusto, entrar a un café y conversar con alguna porteña, que había muchas, fue la época que más polvos me di en mi vida.
Entre tanto viaje, me enteré por un llamado que había muerto mi madre, un infarto me robó a mi viejita, al otro día logré llegar a Curicó, mis recuerdos de niño regresaron, pude ver a cientos de personas que habían pasado alguna vez por mi casa, mi pobre viejo estaba desolado, los funerales se hicieron al otro día, salude a tanta gente que ni me acordaba de sus nombres, entre la multitud estaba Alejandra, se acercó tímida, me dio un abrazo y me dijo algo que no le entendí, andaba sola pero no me preocupe de saber más detalles.
Me quedé unos días en Curicó, viendo como viviría mi viejo, una de mis tías del campo se ofreció para acompañarlo, ya que ella estaba sola muchos años, se fue a vivir con él acompañando la soledad de ambos, cuando estábamos ordenando las cosas de mama, encontré unas cartas que estaban muy ordenadas, estaban todas cerradas menos una, y tenían mi nombre, todas de mi tía Elena, me quede petrificado, eran cinco cartas, las ordene por fechas de los timbres y me fui al patio a leerlas.
La que estaba abierta tenía fecha del día que se fue a La Serena, supongo que mi madre la recibió y la abrió, nunca me dijo que me habían llegado cartas de Elena, leí una a una las cartas entre lágrimas, y alegría de saber de ella, su tristeza de dejarme, que me amaba, pero que no había futuro con una vieja y un chico, en fin, me avisaba que se había enamorado y que se cazaría de nuevo.
La última me escribió para contarme lo que había sentido cuando nos vimos en mi titulación, para darme su apoyo cuando decidí terminar con Alejandra y lo más importante, en la última puso su dirección y teléfono en la ciudad de Buenos Aires, por si alguna vez el destino me llevaba por allá, ya habían pasado tres años desde esa carta y rogaba que el teléfono funcionara.
Regrese a mi trabajo en Santiago, y me di valor y llame al número que aparecía en la carta, al otro lado de la línea se escuchó la voz de una mujer mayor, con marcado acento porteño, no sabía que decir, sólo atiné a preguntar por Elena y al saber que no estaba, le deje un recado con la mujer:
- Puede decirle a la señora que llamó su sobrino Armando, de Chile, dígale que falleció mi madre hace unos días, que ella le tenía mucho cariño.
Le dejé el número de mi celular y me despedí.
Estuve con unos colegas hasta muy tarde en Plaza Ñuñoa, bebiendo y conversando, había muchísimo ruido y no me di cuenta que tenía cinco llamadas perdidas de un móvil que no conocía y tenía demasiados números para ser chileno.
Al otro día mi celular sonó a las 7 de la mañana, medio dormido conteste, del otro lado de la línea una voz de mujer repetía mi nombre, pero no conocía la voz, me paré rápidamente y me lave la cara, volví a tomar el celular y un poco más despierto reconocí la voz de Elena, mi corazón volvió a latir a mil como el día que la vi despedirse y conversamos,
Dos meses pasaron que conversábamos casi todos los días, sus llamados eran constantes, bien temprano sonaba mi celular y charlábamos mínimo una hora, me contaba sus cosas, de sus hijos, el mayor llevaba mi nombre. Dos meses después ya caída la tarde nos juntamos en el aeropuerto de Santiago, ella viajaba sola por unos días a Chile hacer unos negocios de su marido.
Tomé su maleta y del brazo nos fuimos caminando al estacionamiento techado, en mi camioneta tenía todo listo para partir a Viña del Mar, en el estacionamiento nos besamos como nunca, mis manos recorrieron ese cuerpo que aún estaba como lo recordaba, su vestido amplio ocultaba su figura excepcional, al tocar sus caderas se estremeció, y al descender mis manos por sus nalgas ella se sonrió, no traía ropa interior, su coño depilado me llamaba a gritos que los devorara, sin embargo fue Elena quien bajo sus manos y su rostro a la altura de mi pantalón, extrajo mi polla con extremada rapidez y su boca lo devoró como nunca, en realidad habían pasado tantos años que logré recordar sus costumbres de lamer y morder, estaba como en trance, sentir sus labios y dientes comer mi verga, mientras lo hacía mis manos tomaban su cabeza y violaba su boca con fuerza, como a ella le gustaba, sentía como se iban hinchando las bolas para quedar a punto de eyacular, cosa que una vez más Elena se dio cuenta de mi forma de estar a punto y se detuvo, saco la verga de su boca y se puso de pie, fue en ese momento que girándola la apoye contra el capot levante su vestido y sus nalgas quedaron a punta de cañón, apunte a su coño apoyando mi verga en sus labios y de un golpe la penetré, sentí su quejido de su garganta y en su coño el sonido de del aire saliendo mientras la verga iba entrando.
Su coño caliente me succionaba, sentía que me exprimía el miembro mientras entraba y salía, con mi dedo pulgar busque el ojete, con un poco de salida puse el pulgar en la entrada de ese culito y se lo metí casi entero, mientras la penetraba mi dedo abría el camino para el ataque final, Elena gemía y levantaba su cola cada vez con más fuerza, el olor a hembra me llenaba las narices, sentía las nalgas en mis bolas y más me excitaba, sacando la verga caliente, mojada, apunte al ojete del culo, Elena dio un saltito como escapando, pero eso fue su perdición al bajar mi verga entro hasta la mitad, de golpe, doloroso, sus gemidos se confundieron con la partida de los aviones, y sin soltar la penetre hasta el fondo, su respiración era como de maratonista y ambos estábamos sudados enteros por el esfuerzo, no quería moverme de ahí par ano causar más dolor, pero fue ella la que movió esa cola que no me dejaba dormir de estudiante, segado por la excitación la afirme con mi brazo derecho y ataque su cola, sin piedad le di duro, como sabía que la calentaba, ella murmuraba palabras que no lograba entender mientras la penetraba, su calor me derretía la verga, y cabalgando como nunca sentí como corrían sus fluidos por mis piernas, su orgasmo esta vez silencioso, me mojo hasta los tobillos, mi verga empoderada entraba y salía como bestia, no tardó en llegar el volcán de semen que inundo su cueva, recostado sobre su espalda termine de eyacular, me quedé inmóvil, respirando o tratando de tomar aire, luego de un momentos saque la verga inundada de mis fluidos y dolorosa después del esfuerzo.
Luego de unos minutos para reponernos salimos de los estacionamientos raudamente hacia la costa, las luces de Viña del Mar aparecían después de una hora y media, empezaban así los mejores días junto a mi amada Elena.
Una vez más, ya nada sería lo mismo…
Seguirá…
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