Yo fui al secundario a una escuela técnica. Yo quería ir al bachiller pero mi mamá opto por la salida fácil de mandarme a la escuela a la que iba mi hermano mayor.
Los tres primeros años del secundario pasaron sin pena ni gloria. Conocí a un chico que me dio mi primer beso. Tuve un novio que fue al primero que lo deje tocarme. Pero que me abandone porque no me quería acostar con él.
En cuarto año elegí estudiar construcciones civiles por seguir a una amiga que repitió ese año y me dejo sola en la carrera.
En mi grado éramos solo cuatro mujeres y veinte varones. Pero ellos se comportaban como si nosotras fuéramos sus hermas lo que me hizo sacar el carácter que me seguiría toda mi vida.
Los profesores se repetían año a año. Casi todas las materias correlativas desde cuarto a sexto año las daba el mismo profesor o el mismo docente daba más de una materia. Lo que hacía que sólo tuviéramos poco más de 10 docentes en tres años. Y todos varones.
Yo era una adolescente que se creía que se las sabía todas. Lo que hacía que más de una vez el preceptor me castigara o que los docentes me dieran trabajos extras. Cosa que no me molestaba. Porque era una alumna de puros diez.
Tenía unos antecedentes en la escuela de revoltosa, ya que hasta el director me llamaba por mi nombre.
Terminando quinto año un profesor que daba las materias de cálculo de estructura y AutoCAD, me castigo por contestarle mal. Haciéndome quedar en la sala de informática durante la hora del almuerzo. Ahora que lo pienso no estoy segura que él tuviera la autoridad para hacer eso. Pero en ese momento no me lo había planteado.
Me dejo toda la hora en el aula, sola así que yo me apoltrone en un escritorio y me puse a dibujar para la materia de arquitectura. Su castigo me nefregaba, además estaba acostumbrada.
Quince minutos antes de que tocara el timbre para entrar al contra turno él volvió al aula de informática y me miro durante unos segundo desde el umbral de la puerta. Luego se acercó a la mesa donde estaba trabajando en mis planos y se sentó al lado mío. Demasiado cerca.
Miro mi dibujo. Estaba trabajando en la planta de remodelación de una casa. Miro el dibujo a mano alzada que tenía en el block y comenzó a hacerme preguntas técnicas, ya discutir mi trabajo.
Que un tipo como él se centrara en mi me gusto. Yo soy la segunda hermana de cinco. Mis viejos casi no nos daban bola (bueno eso siguió siendo igual hasta ahora casi 20 años después). El profesor era un ingeniero recién recibido que tenía 27 años. No sé si hoy en día diría que era un tipo sexy. Pero lo recuerdo muy claro. Usaba el pelo corto de un castaño rojizo y tenía ojos color miel. No era muy alto apenas llegaría al metro setenta y se mantenía en forma.
Cuando sonó el timbre me mando a mi aula, sin dejar de advertirme que tenía que pensar lo que decía porque con el tiempo eso me podía llegar a traer problemas. A mí con 17 años sus consejos me parecían una burrada.
Desde ese día nunca más se me acercó de una manera que hiciera diferencia con mis compañeros.
Es cierto que en la materia de AutoCAD solía sentarse conmigo en la PC. Pero yo era malísima en dibujo por computadora y necesitaba que me ayudara más que el resto.
Termine quinto año y comenzó sexto.
Otra vez los mismos profesores. A él lo tenía en cálculo de estructuras III y en la materia obras viales. Así que lo tenía tres veces a la semana.
En sexto año ya no nos exigían la asistencia a todas las materias ya que en la orientación construcciones la mayoría de las materias eran de dibujo y los profesores daban los trabajos y las fechas de entrega y cada uno iba a la escuela sólo si necesitaba que le corrigieran o tenía dudas con algún trabajo. Solo asistíamos todos a las materia teórica, literatura, o a calculo más que nada porque era lamas difícil de entender.
Yo iba todos los días, más por huir de mi casa que por necesitar a los docentes. Muchas veces estaba sola en el aula. Ya que los profesores sabían que yo no iba por ellos sino para poder trabajar tranquila en mis proyectos.
En una clase de cálculo de la que había que entregar un trabajo y el profesor explicaba los nuevos cálculos yo estaba enferma sí que me perdí las explicaciones. Volví a la escuela una semana después bastante atrasada y me disponía a ponerme al día.
Así que ese día estaba más pesada con el profesor de cálculo (al que consideraba, buena onda) de lo habitual y se ve que le rompí muchos las pelotas porque en un momento me dijo:
- ¿Carina, Por qué no le preguntas a Medina como se hace eso? Lo mire y con todo mi desparpajo respondí:
- Porque a él no le pagan por enseñarme. El profesor me miro un par de segundo y asintió
- Tenés razón, trae tus cosas y sentaste acá. Me indico, refiriéndose a su escritorio.
Ese día me dio cálculos para hacer como si fuera la última vez que iba a calcular una losa. Además de que no me dejo levantarme ni una vez del escritorio.
He de reconocer que me lo merecía.
A la clase siguiente cuando él entro en el aula dejo sus cosas en el escritorio y miro alrededor hasta que me localizo. Sin cortarse me dijo:
- ¿Qué haces ahí? ¿Trae tus cosas y sentaste acá? Me dijo delante de todos mis compañeros. Lo que hizo que todos se rieran. Tome mis cosas y me cambie a su escritorio, bastante humillada. El dio las consignas de cálculo y se sentó frente a mi (yo estaba de espalda a mis compañeros) y me susurro.
- Desde hoy en mi clase esta es tu mesa. Si te tengo que volver a decir que te sientes acá te voy a amonestar y a desaprobar.
La amenaza me cayó muy mal. Pero me la había ganado a pulso. Ya que llevaba tres años siendo cocorita con él.
Semanas más tarde. Mientras estábamos en su materia lo llamo el preceptor así que yo me fui a pelotudear con mis compañeros que ya se habían acostumbrado a que este en el escritorio y ya no me cargaban.
Cuando él entro no lo vi porque estaba de espalda a la puerta. Y él no me dijo nada. La clase término cuando sonó el timbre para el almuerzo (que en verdad es el de cambio de turno, pero para nosotros que teníamos contra turno era la hora del almuerzo) me levante para buscar mis cosas en su escritorio, cuando termine, me iba a ir y el profesor me dijo:
- ¿A dónde vas?
- A almorzar, respondí sorprendida.
- No. Estas castigada y te vas a quedar acá sentadita hasta que sea la hora de entrar. Lo mire. Ya estaba cansada de sus castigos.
- ¿Y si no me quedo?
- Te pongo cinco amonestaciones (para los que no saben lo que son las amonestaciones eran sanciones que equivalían a una falta, con quince quedabas libre y citaban a tus viejos y con 25 perdías el año) como yo no tenía faltas me encogí de hombros y me colgué la mochila. – si te vas de esta aula te juro que te desapruebo. Me volvió a amenazar.
- Haga lo que quiera profesor. Total después doy la materia en diciembre.
Se levantó de su escritorio y me agarro del brazo.
- Te juro que te voy a enseñar a respetar a tus mayores. Me amenazo y sin soltarme del brazo me saco del aula. Me llevó unas puertas más adelante y abrió con su llave la sala de informática. Me metió ahí. Y él salió cerrando con llave. En un primer momento me plantee gritar pidiendo ayuda. Pero sabía que había metido la pata así que me senté en una silla y me resigne a pasarme el almuerzo castigada.
Me puse a hacer cálculos y cuando termine saque el block de dibujo y me dispuse a adelantar trabajo de las otras materias.
El ruido de mi estómago me hizo mirar la hora eran las cuatro y media de la tarde. El hijo de puta me había dejado encerrada toda la tarde.
Cinco y veinte sentí el ruido de la cerradura y el entro. Me miro unos segundos desde la puerta, yo lo mire y enojada como estaba volví a mirar mi block de dibujo. Se acercó a mi mesa y se sentó a mi lado. Miro lo que yo dibujaba, una perspectiva isométrica. Sin mirarme me indico que una línea estaba fuera de escuadra. Eso fue mucho para mí. Me gire en mi silla y lo mire.
- Me importa una mierda, si esta torcida esa línea. Usted no tenía ningún derecho a dejarme encerrada en esta aula toda la tarde. Casi grite. – mañana voy a ir a contarle al director sobre esto.
- Vos no vas a decir nada. Me amenazo mirándome.
- ¿Qué no? No me conoce
- Tenés razón. No te conozco. Y tampoco debería haberte encerrado en el aula. Pero me hiciste enojar tanto que me pareció una buena idea. Te pido perdón por haberte hecho perder las clases de la tarde.
Su pedido de perdón me confundió. De última yo no dejaba de ser una pendeja de 18 años.
- Está bien, no voy a decir nada. ¿Me puedo ir?
- Sí.
Empecé a juntar mis cosas cuando levanté la cabeza para mirarlo él me tomo de la nuca y me beso.
Yo me quede quieta por la sorpresa mientras con su lengua el me recorría los labios para los abra. Me deje llevar y respondí al beso. Estuvimos besándonos hasta que sonó el timbre que indicaba la entrada de los alumnos del turno noche.
Él se separó y me dijo que mejor nos íbamos. Asentí.
Él se ofreció a llevarme hasta cerca de mi casa en su auto y yo acepte quería quedarme un rato más con él.
Hicimos el viaje en silencio. Me dejo a tres cuadras de mi casa y pese a mi deseo no me volvió a besar.
La siguiente clase, cuando él entro yo ya estaba en su escritorio y lo esperaba ansiosa. Él dicto los ejercicios y se sentó frente a mí sin mirarme. Me puse muy triste. Pero trate de disimularlo. Había pasado como una hora, cuando el me extendió un papel
No salgas al recreo.
Era todo lo que decía. Cuando sonó el timbre del recreo me quede sentado en mi lugar. Cuando el aula quedo vacía. Alce la mirada y él se estiro sobre el escritorio y me beso.
- Delante de todos tenemos que disimular. ¿Lo entender, verdad?
Asentí. – me moría de ganas de besarte dijo dándome piquitos.
Yo no trabajo hoy a la tarde. ¿Podes faltar?
Volví a asentir. Toco el timbre y él se apuró a salir del aula dejándome sola y confundida.
Esa tarde me llevo a su casa y en el sillón de su sala de estar me beso toda la tarde. Sin siquiera tratar de tocarme más allá de las zonas aprobadas socialmente (espalda, nuca, cara, etc.)
Cada vez que podíamos quedábamos para matarnos a besos. Hasta que una tarde de sábado en su casa comenzó a tocarme los pechos tímidamente. Poco después yo ya estaba sentada en su regazo con los pechos al aire y él me los comía. Pero no avanzaba de ahí.
Según él no quería mezclar el placer con el trabajo. Y mientras yo fuera su alumna eso sería así.
Pasaron un par de semanas más y habíamos caído en una rutina de besos a escondidas en la escuela y de vernos martes y sábados a la tarde en su casa. Era diciembre y terminaban las clases así que yo ya no era más su alumna
Hasta que un sábado a la tarde yo comencé a manosearlo a él. Yo era virgen aun pero tenía muy en claro que quería él fuera el primero.
- ¿Cari, vos ya te acostaste con alguien? Me pregunto cuando yo tenía mis manos dentro de su pantalón.
- No, pero quiero que vos seas el primero susurre.
- Tengo algo que decirte. En un par de meses me caso con mi novia.
Me quede helada, y sentí como mi corazón se rompía.
- ¿de verdad? ¿Tenés novia? ¿Y yo?
- Yo te quiero, sos hermosa. Pero sos muy chica para mí. Por eso no quiero hacer el amor con vos. Me dijo mirándome a los ojos. No pude aguantarlo y me puse a llorar.
- No llores. Te lo estoy diciendo porque te quiero. Nunca quise hacerte daño.
No dije nada. Me arregle la ropa y Salí de su casa y de su vida para siempre.
Los tres primeros años del secundario pasaron sin pena ni gloria. Conocí a un chico que me dio mi primer beso. Tuve un novio que fue al primero que lo deje tocarme. Pero que me abandone porque no me quería acostar con él.
En cuarto año elegí estudiar construcciones civiles por seguir a una amiga que repitió ese año y me dejo sola en la carrera.
En mi grado éramos solo cuatro mujeres y veinte varones. Pero ellos se comportaban como si nosotras fuéramos sus hermas lo que me hizo sacar el carácter que me seguiría toda mi vida.
Los profesores se repetían año a año. Casi todas las materias correlativas desde cuarto a sexto año las daba el mismo profesor o el mismo docente daba más de una materia. Lo que hacía que sólo tuviéramos poco más de 10 docentes en tres años. Y todos varones.
Yo era una adolescente que se creía que se las sabía todas. Lo que hacía que más de una vez el preceptor me castigara o que los docentes me dieran trabajos extras. Cosa que no me molestaba. Porque era una alumna de puros diez.
Tenía unos antecedentes en la escuela de revoltosa, ya que hasta el director me llamaba por mi nombre.
Terminando quinto año un profesor que daba las materias de cálculo de estructura y AutoCAD, me castigo por contestarle mal. Haciéndome quedar en la sala de informática durante la hora del almuerzo. Ahora que lo pienso no estoy segura que él tuviera la autoridad para hacer eso. Pero en ese momento no me lo había planteado.
Me dejo toda la hora en el aula, sola así que yo me apoltrone en un escritorio y me puse a dibujar para la materia de arquitectura. Su castigo me nefregaba, además estaba acostumbrada.
Quince minutos antes de que tocara el timbre para entrar al contra turno él volvió al aula de informática y me miro durante unos segundo desde el umbral de la puerta. Luego se acercó a la mesa donde estaba trabajando en mis planos y se sentó al lado mío. Demasiado cerca.
Miro mi dibujo. Estaba trabajando en la planta de remodelación de una casa. Miro el dibujo a mano alzada que tenía en el block y comenzó a hacerme preguntas técnicas, ya discutir mi trabajo.
Que un tipo como él se centrara en mi me gusto. Yo soy la segunda hermana de cinco. Mis viejos casi no nos daban bola (bueno eso siguió siendo igual hasta ahora casi 20 años después). El profesor era un ingeniero recién recibido que tenía 27 años. No sé si hoy en día diría que era un tipo sexy. Pero lo recuerdo muy claro. Usaba el pelo corto de un castaño rojizo y tenía ojos color miel. No era muy alto apenas llegaría al metro setenta y se mantenía en forma.
Cuando sonó el timbre me mando a mi aula, sin dejar de advertirme que tenía que pensar lo que decía porque con el tiempo eso me podía llegar a traer problemas. A mí con 17 años sus consejos me parecían una burrada.
Desde ese día nunca más se me acercó de una manera que hiciera diferencia con mis compañeros.
Es cierto que en la materia de AutoCAD solía sentarse conmigo en la PC. Pero yo era malísima en dibujo por computadora y necesitaba que me ayudara más que el resto.
Termine quinto año y comenzó sexto.
Otra vez los mismos profesores. A él lo tenía en cálculo de estructuras III y en la materia obras viales. Así que lo tenía tres veces a la semana.
En sexto año ya no nos exigían la asistencia a todas las materias ya que en la orientación construcciones la mayoría de las materias eran de dibujo y los profesores daban los trabajos y las fechas de entrega y cada uno iba a la escuela sólo si necesitaba que le corrigieran o tenía dudas con algún trabajo. Solo asistíamos todos a las materia teórica, literatura, o a calculo más que nada porque era lamas difícil de entender.
Yo iba todos los días, más por huir de mi casa que por necesitar a los docentes. Muchas veces estaba sola en el aula. Ya que los profesores sabían que yo no iba por ellos sino para poder trabajar tranquila en mis proyectos.
En una clase de cálculo de la que había que entregar un trabajo y el profesor explicaba los nuevos cálculos yo estaba enferma sí que me perdí las explicaciones. Volví a la escuela una semana después bastante atrasada y me disponía a ponerme al día.
Así que ese día estaba más pesada con el profesor de cálculo (al que consideraba, buena onda) de lo habitual y se ve que le rompí muchos las pelotas porque en un momento me dijo:
- ¿Carina, Por qué no le preguntas a Medina como se hace eso? Lo mire y con todo mi desparpajo respondí:
- Porque a él no le pagan por enseñarme. El profesor me miro un par de segundo y asintió
- Tenés razón, trae tus cosas y sentaste acá. Me indico, refiriéndose a su escritorio.
Ese día me dio cálculos para hacer como si fuera la última vez que iba a calcular una losa. Además de que no me dejo levantarme ni una vez del escritorio.
He de reconocer que me lo merecía.
A la clase siguiente cuando él entro en el aula dejo sus cosas en el escritorio y miro alrededor hasta que me localizo. Sin cortarse me dijo:
- ¿Qué haces ahí? ¿Trae tus cosas y sentaste acá? Me dijo delante de todos mis compañeros. Lo que hizo que todos se rieran. Tome mis cosas y me cambie a su escritorio, bastante humillada. El dio las consignas de cálculo y se sentó frente a mi (yo estaba de espalda a mis compañeros) y me susurro.
- Desde hoy en mi clase esta es tu mesa. Si te tengo que volver a decir que te sientes acá te voy a amonestar y a desaprobar.
La amenaza me cayó muy mal. Pero me la había ganado a pulso. Ya que llevaba tres años siendo cocorita con él.
Semanas más tarde. Mientras estábamos en su materia lo llamo el preceptor así que yo me fui a pelotudear con mis compañeros que ya se habían acostumbrado a que este en el escritorio y ya no me cargaban.
Cuando él entro no lo vi porque estaba de espalda a la puerta. Y él no me dijo nada. La clase término cuando sonó el timbre para el almuerzo (que en verdad es el de cambio de turno, pero para nosotros que teníamos contra turno era la hora del almuerzo) me levante para buscar mis cosas en su escritorio, cuando termine, me iba a ir y el profesor me dijo:
- ¿A dónde vas?
- A almorzar, respondí sorprendida.
- No. Estas castigada y te vas a quedar acá sentadita hasta que sea la hora de entrar. Lo mire. Ya estaba cansada de sus castigos.
- ¿Y si no me quedo?
- Te pongo cinco amonestaciones (para los que no saben lo que son las amonestaciones eran sanciones que equivalían a una falta, con quince quedabas libre y citaban a tus viejos y con 25 perdías el año) como yo no tenía faltas me encogí de hombros y me colgué la mochila. – si te vas de esta aula te juro que te desapruebo. Me volvió a amenazar.
- Haga lo que quiera profesor. Total después doy la materia en diciembre.
Se levantó de su escritorio y me agarro del brazo.
- Te juro que te voy a enseñar a respetar a tus mayores. Me amenazo y sin soltarme del brazo me saco del aula. Me llevó unas puertas más adelante y abrió con su llave la sala de informática. Me metió ahí. Y él salió cerrando con llave. En un primer momento me plantee gritar pidiendo ayuda. Pero sabía que había metido la pata así que me senté en una silla y me resigne a pasarme el almuerzo castigada.
Me puse a hacer cálculos y cuando termine saque el block de dibujo y me dispuse a adelantar trabajo de las otras materias.
El ruido de mi estómago me hizo mirar la hora eran las cuatro y media de la tarde. El hijo de puta me había dejado encerrada toda la tarde.
Cinco y veinte sentí el ruido de la cerradura y el entro. Me miro unos segundos desde la puerta, yo lo mire y enojada como estaba volví a mirar mi block de dibujo. Se acercó a mi mesa y se sentó a mi lado. Miro lo que yo dibujaba, una perspectiva isométrica. Sin mirarme me indico que una línea estaba fuera de escuadra. Eso fue mucho para mí. Me gire en mi silla y lo mire.
- Me importa una mierda, si esta torcida esa línea. Usted no tenía ningún derecho a dejarme encerrada en esta aula toda la tarde. Casi grite. – mañana voy a ir a contarle al director sobre esto.
- Vos no vas a decir nada. Me amenazo mirándome.
- ¿Qué no? No me conoce
- Tenés razón. No te conozco. Y tampoco debería haberte encerrado en el aula. Pero me hiciste enojar tanto que me pareció una buena idea. Te pido perdón por haberte hecho perder las clases de la tarde.
Su pedido de perdón me confundió. De última yo no dejaba de ser una pendeja de 18 años.
- Está bien, no voy a decir nada. ¿Me puedo ir?
- Sí.
Empecé a juntar mis cosas cuando levanté la cabeza para mirarlo él me tomo de la nuca y me beso.
Yo me quede quieta por la sorpresa mientras con su lengua el me recorría los labios para los abra. Me deje llevar y respondí al beso. Estuvimos besándonos hasta que sonó el timbre que indicaba la entrada de los alumnos del turno noche.
Él se separó y me dijo que mejor nos íbamos. Asentí.
Él se ofreció a llevarme hasta cerca de mi casa en su auto y yo acepte quería quedarme un rato más con él.
Hicimos el viaje en silencio. Me dejo a tres cuadras de mi casa y pese a mi deseo no me volvió a besar.
La siguiente clase, cuando él entro yo ya estaba en su escritorio y lo esperaba ansiosa. Él dicto los ejercicios y se sentó frente a mí sin mirarme. Me puse muy triste. Pero trate de disimularlo. Había pasado como una hora, cuando el me extendió un papel
No salgas al recreo.
Era todo lo que decía. Cuando sonó el timbre del recreo me quede sentado en mi lugar. Cuando el aula quedo vacía. Alce la mirada y él se estiro sobre el escritorio y me beso.
- Delante de todos tenemos que disimular. ¿Lo entender, verdad?
Asentí. – me moría de ganas de besarte dijo dándome piquitos.
Yo no trabajo hoy a la tarde. ¿Podes faltar?
Volví a asentir. Toco el timbre y él se apuró a salir del aula dejándome sola y confundida.
Esa tarde me llevo a su casa y en el sillón de su sala de estar me beso toda la tarde. Sin siquiera tratar de tocarme más allá de las zonas aprobadas socialmente (espalda, nuca, cara, etc.)
Cada vez que podíamos quedábamos para matarnos a besos. Hasta que una tarde de sábado en su casa comenzó a tocarme los pechos tímidamente. Poco después yo ya estaba sentada en su regazo con los pechos al aire y él me los comía. Pero no avanzaba de ahí.
Según él no quería mezclar el placer con el trabajo. Y mientras yo fuera su alumna eso sería así.
Pasaron un par de semanas más y habíamos caído en una rutina de besos a escondidas en la escuela y de vernos martes y sábados a la tarde en su casa. Era diciembre y terminaban las clases así que yo ya no era más su alumna
Hasta que un sábado a la tarde yo comencé a manosearlo a él. Yo era virgen aun pero tenía muy en claro que quería él fuera el primero.
- ¿Cari, vos ya te acostaste con alguien? Me pregunto cuando yo tenía mis manos dentro de su pantalón.
- No, pero quiero que vos seas el primero susurre.
- Tengo algo que decirte. En un par de meses me caso con mi novia.
Me quede helada, y sentí como mi corazón se rompía.
- ¿de verdad? ¿Tenés novia? ¿Y yo?
- Yo te quiero, sos hermosa. Pero sos muy chica para mí. Por eso no quiero hacer el amor con vos. Me dijo mirándome a los ojos. No pude aguantarlo y me puse a llorar.
- No llores. Te lo estoy diciendo porque te quiero. Nunca quise hacerte daño.
No dije nada. Me arregle la ropa y Salí de su casa y de su vida para siempre.
7 comentarios - sólo un corazon roto (texto que no contiene sexo)
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