Ahí estaban durmiendo como ángeles en medio de ese cuarto que parecía un museo de peluches. Las mellizas eran el mayor orgullo de Diego y también su principal preocupación. A pesar de ser un padre relativamente joven y el que más las consentía tenía un costado que no podía controlar para nada; los celos. Era sumamente cuida. No le gustaba para nada que sus hijas se expusieran ante los hombres. Odiaba reconocerlo pero las dos se habían convertido en la fantasía de todo varón que las conocía. No era extraño que algún desubicado le grite suegro por la calle, cosa que lo irritaba sobremanera. Su mujer siempre lo tildaba de exagerado pero él notaba como incluso sus amigos le miraban a las nenas.
Mientras pensaba todo esto se dio cuenta que se había quedado colgado mirando la cola de Candela que escapaba por el costado de las sabanas. Enseguida miró a la cama de Cinthia con miedo de que lo haya visto pero dormía profundamente al igual que su hermana. Se tranquilizó un poco pero el escalofrío que le produjo la situación lo obligó a retirarse a su cuarto. Se acostó junto a su mujer que aún estaba viendo televisión pero era como si no estuviera ahí. Su mente seguía repasando como fue que terminó mirando de esa manera el carnoso y parado culo de su hija bajo ese short rosa.
Le costó pero logró conciliar el sueño una hora después de apagar la tele.
A la mañana siguiente mientras desayunaba sintió unas pisadas tras de si y antes de darse vuelta un beso en cada mejilla que anunciaba, como todos los días, la llegada de sus princesas. Las sonrisas perfectas y esos grandes ojos celestes eran como cuando eran niñas y lo llenaban de felicidad cada mañana, pero del cuello para abajo ya comenzaba la ola de calor. En el metro cincuenta y algo que medía cada una tenían todo lo que un hombre podía desear. Unos pechos muy bien formados, unas cinturitas diminutas que giraban abruptas ante las imponentes caderas y las dos colas paradas que eran los mejores atributos de las hermanitas, las piernas de ambas bajo esas polleritas eran otro deleite para la vista. Otra vez se le estaban yendo los ojos al verlas de espalda.
Terminaron de desayunar y de un salto Candela dijo
- Bueno nos vamos a la facu ya? - mientras buscaba su mochila
- No no no, ustedes así no van a ningún lado. Eso te queda chico! Anda a ponerte algo! - la regañó el padre al ver las diminutas polleras que habían elegido.
- Ay pa no seas exagerado, así se usa - le contestó un poco sobradora Cinthia. Eso hizo que la cara de pocos amigos de Diego empeorara.
- Uff bueno, vamos a cambiarnos sino vamos a llegar tarde - la llevó del brazo Cande ya resignada
Cuando las vio a las dos de pantalón le volvió el alma al cuerpo aunque de todas formas esos dos culitos parados eran imposibles de ocultar y lo sabía bien.
Después de todo, las llevó y al bajarse del auto se quedó observando como todos los pibes a su al rededor se quedaban mirando el meneo sensual de sos colas al caminar.
Luego de un día agotador en el trabajo y para distraer un poco la mente, Diego invitó unos amigos para tomar unas cervezas y ver un partido de alto vuelo de Champions League en el tv 65 pulgadas. A media tarde comenzaron a aparecer sus viejos amigos Andrián, Andres y Pablo. El último con un pack de cervezas de la marca que auspician la competencia. Se acomodaron y se disponían a disfrutar del espectáculo deportivo pero mientras sonaba la música característica que anuncia el inicio del partido llegaron las mellis y toda la atención que tenían centrada en el viejo continente regresó rápidamente a la Argentina. Diego se arrepintió de haber invitado a sus amigos apenas notó las miradas y murmullos que se suscitaron por la presencia de las dos jóvenes. Las chicas se alegraron por las visitas y saludaron muy efusivas a cada uno de los amigos de su padre, a los que de cariño llamaban tíos.
Cada vez que una de las chicas se agachaba sobre alguno de los sillones para saludar con un abrazo y un beso los que quedaban del lado opuesto no lograban disimular que les miraban el culo. Por si era poco, los pantalones no solo estaban apretados y marcaban a la perfección las piernas y las colas de las mellizas sino que para colmo, al agacharse dejaban a la luz parte de sus diminutas tanguitas. Roja en el caso de Cinthia y negra en el caso de Candela. Para tranquilidad de su padre que estaba muy incomodo esta última dijo
- Estamos un ratito porque ya nos vamos al gym - Se fueron a cambiar y a los pocos minutos se sintieron las dulces voces de ambas gritando "chau" desde la puerta.
Todos sus amigos sabían lo guardabosque que era Diego así que no se animaban a hacerle ningún comentario sobre sus hijas pero el clima quedo teñido de deseo hasta que cerraron la puerta.
Volvieron a poner la mente en el partido que era de elite y pronto el clima volvió a hacerse ameno para todos entre cervezas, fútbol y chistes transcurrieron casi dos horas de fraternidad masculina. Algún comentario de los más buitres sobre alguna mina, cosa que no podía faltar. En determinado momento Pablo se puso a contar de una piba que había conocido y las ganas que le tenía. Todos se reían muy a gusto hasta que preguntaron al pasar que edad tenía
- No chabón pero es muy chica para vos esa mina! - le recriminó sorprendido Diego
- Como que chica, es mayor de edad ya jaja - se justificó el amigo
- Pero para tipos de nuestra edad es muy chica, tiene la edad de mis hijas - le volvió a reprochar, aunque ese último comentario lo dijo con menos énfasis.
- Bueno tampoco deben jugar a las muñecas tus nenas a esta altura - intervino Andres
- Ya deben jugar con muñecos las mellis jajaja - agregó Adrían
Ninguno de los comentarios hizo reír a Diego que se empezó a poner rojo de la furia.
Cuando estaba por ponerse violento sintió la puerta y las voces de sus hijas que ya habían regresado. Se contuvo para no dar una imagen de cavernicola delante de sus amadas nenas. Apenas llegaron Candela preguntó
- Como van? Ya terminaron? - Todos se quedaron un poco confundidos
- Empatan 1 a 1, parece que van a penales - atinó a responder Pablo. Todos los demás seguían colgados con la charla de la pendeja.
- Me encanta cuando van a penales, veni Cin - le pidió a su hermana. Se sentaron una en cada brazo del sillón. Los cuerpos de esas dos pendejas entre los cuatro veteranos calentones eran como perlas en el mar. Encima envueltas en la ropa de gym que no era nada más y nada menos que calzas ajustadas y remeras no mucho más sueltas. Para colmo sentadas en los brazos del sillón esos suculentos culos apretados quedaban a la vista de todos los presentes. Apenas comenzaron los penales las dos se estiraron para adelante como si el enorme televisor no les alcanzara para ver bien. Todos los amigos de Diego estaban interesados en las tangas de las mellizas que escapaban de las calzas en esa pose, más que en la definición del partido.
Las dos chicas se miraban y sonreían, cosa que confundía mucho a su padre. No entendía bien si era por los babosos o por otra cosa pero lo cierto es que incluso él mismo ya se estaba calentando por la actitud provocadora de sus nenas. Todos miraban e incluso algunos eran delatados por incipientes erecciones pero nadie hacía o decía nada. Las mellizas parecían disfrutar de ser el centro de las miradas. Los dos cuerpos perfumados por el sudor de la actividad física eran muy tentadores. Las muy perras se estiraban para agarrar los manies que quedaban de la cerveza y ponían los culitos bien parados a escasos centímetros de las caras de los cuatro.
Diego sintió que tenía que parar todo eso o iba a ser demasiado tarde.
- A ver chicas por qué no van preparando algo para la cena ya que su madre no da señales de vida? - les sugirió mordiéndose de bronca por la exhibición que habían dado sus hijas
- Ay pa, no podemos quedarnos con los tíos un rato más? - dijo Cin, mientras acariciaba la pierna de Pablo.
- No. Basta! Cuando digo no, es no! - dijo doblemente molesto
- Bueno, vamos entonces - dijo la hija con un tono de rebeldía evidente. Le hizo señas a su hermana y las dos salieron para la cocina. Antes de abandonar a los acalorados invitados se subieron bien las calzas haciendo que se pierdan entre esas espectaculares nalgas.
Nadie, incluido su padre pudo evitar quedarse prendido de esa imagen y mucho menos con el meneo irresistible que hacían al caminar.
Diego miraba con asombro como todos sus amigos se habían quedado terriblemente calientes con todo el show que dieron sus hijas. ¿En qué momento sus adorables pequeñas se habían convertido en el objeto de deseo de "los tíos"? Era como una pesadilla.
- Tenes que darles más libertad a esas chicas. Un día se te van a revelar - le sugirió Adrián fingiendo cierta seriedad.
- SI? Para que terminen con un degenerado como este? - le respondió muy molesto, señalando a Pablo
- No me lo digas dos veces jeje - comentó tratando de darle un toque de humor pero la mirada fulminante de Diego fue más que suficiente para darse cuenta que no había tenido ese efecto. El resto contuvo la risa para no empeorar el estado de su celoso amigo.
- Se enteraron lo del afano en lo de Araujo? - metió Andres después de unos segundos de incomodo silencio, para cambiar de tema. Por suerte tuvo éxito y el tanto la charla como el clima hostil cambiaron rápido y volvió la paz. De todas formas las hermanitas siguieron en la mente de todos. De solo imaginar que pensamientos rondaban las cabezas de sus amigos algo de morbo le dio pero no quería reconocerlo y lo ocultaba tras los celos y la bronca.
El mal trago para Diego pasó y cuando comenzó a oscurecer cada uno fue partiendo a su hogar. Cuando se quedó solo se escabulló lentamente a la cocina y volvió a mirar a las preciosas adolescentes con el mismo deseo que antes Las dos estaban de espaldas a él cortando en distintas tablas los ingredientes para la cena. Siempre era atractivo ver el comportamiento que tenían las dos. Todo el tiempo en contacto ya sea visual o con alguna caricia, eran cosas inocentes pero con la calentura que habían despertado anteriormente su padre veía todo como algo sensual. Con la música de la radio las dos se movían al ritmo casi como un reflejo meneando esos culos que permanecían apretados por esas calzas claras que al estar tan ajustadas no dejaban nada librado a la imaginación. Ese movimiento sensual hizo que se quedara perdido en las jóvenes nalgas como un perfecto depravado. No se sintió así hasta el momento en el que su mujer entró a la casa. Si bien no lo encontró en ninguna situación rara él se sintió como si lo hubieran descubierto y se puso terriblemente incomodo. Tras un saludo distante a su esposa, Clara, decidió meterse a la ducha para bajar esa calentura antes de la cena.
Al parecer el agua fresca hizo su efecto porque luego de eso volvió relajado como si nada de lo que había visto y pensado hubiese cruzado su mente. La cena transcurrió en la calma y normalidad usuales por lo que lentamente se fue alejando de esas ideas incestuosas que rondaban su mente. Todo era perfecto. Tras la cena las chicas levantaron los platos y se retiraron a su cuarto con la excusa de que al día siguiente tenían un parcial y querían iban a quedar hasta tarde estudiando aprovechando la calma.
Diego se quedó hasta tarde viendo televisión y cerca de medianoche decidió tomar un café. Como las chicas iban a estar hasta tarde se le ocurrió ofrecerles unas tazas a ellas. Con el mejor espíritu paternal se acercó a la puerta para hacerles el ofrecimiento pero antes de golpear notó algo raro. Algo que rompió como un espejo la calma que había alcanzado.
En el interior del cuarto escuchó unos gemidos contenidos que lo volvieron loco. "En que momento metieron alguien?" se preguntó entre confundido y furioso. Tuvo unos segundos de lucidez y se dio cuenta que lo mejor era ser cauteloso y no entrar pateando todo. Quería agarrar al desgraciado in fraganti y hacerlo pasar el peor momento de su vida. Abrió la puerta lentamente para no ser escuchado pero lo que vio fue demasiado fuerte para que su mente lo pudiera procesar
Esperaba encontrarse con un intruso en el cuarto de sus hijas pero no había nadie que no fuera de esa habitación. Para su asombro, los gemidos de Candela que estaba boca arriba con las piernas abiertas eran causado por las caricias que le hacía su hermana entre las piernas. Era una escena totalmente pornográfica ver a sus dos sensuales nenas en medio de esas caricias lésbicas.
Las dos estaban semidesnudas, Cinthia estaba en ropa interior con sus medias rosas todavía puestas arrodillada con la cola apuntando a la puerta, mientras que Cande estaba casi igual solo que con su tanga blanca enredada en el tobillo.
Era sublime ver como su hija se mordía los labios en pleno goce y más aún que ese placer se lo estuviera dando justamente su otra hija.
Con lo poco que podía ver a la distancia ya estaba con la pija tan dura que prácticamente lo obligaba a sacarla. Miró de reojo a su cuarto y pensó en retirarse pero al escuchar los ronquidos de Clara que indicaban un sueño profundo, hizo lo que más querías. Sacó su verga casi expulsada del pantalón y mientras se pajeaba lentamente, siguió espiando.
Cuando volvió a ver había subido la temperatura en el cuarto y el rostro de Cinthia estaba totalmente sumergido en la conchita divina de Candela. De lejos podía notar la boca totalmente abierta y la lengua jugando dentro de su hermana que se retorcía de placer mirando al techo. Era muy chocante ver tanta pasión en la cama de su nena. Al parecer él y sus amigos no eran los únicos que se quedaron con la calentura esa tarde, las mellizas hervían y se notaba, Mientras saboreaba a su hermanita Cinthía se metía un par de dedos en su mojada conchita, corriendo la tanga a un lado y dándole una vista a Diego que lo cegaba de calor como si mirara al sol.
Con ese panorama ya la paja era frenética y los espasmos de placer eran difíciles de controlar. Protegido por la oscuridad de la medianoche y con la tensión permanente de ser descubierto se estaba dando una de las mejores pajas de su vida. Escuchaba las tiernas voces de las mellis gimiendo a coro y sentía que iba a explotar
Cerró los ojos con la intención de acabar pero vio más movimiento entre las sabanas rosadas. Ahora las dos estaban enredadas en un beso que le daba ganas de entrar y acabarles directamente en la cara. Esos labios carnosos y brillantes y esas lenguas totalmente descontroladas transmitían fuego y su mano ya se movía a toda velocidad.
- mmm vos también estas mojadita sis - le dijo Cande a su melli, luego de pasarle unos dedos entre las piernas y saborearlos con la cara más lujuriosa posible.
- Si mmm obvio, creo que sabes como solucionarlo - le sugirió con una sonrisa.
Se dio vuelta y se puso en una posición que terminó de quemar las pocas neuronas de padre que le quedaban al pobre Diego. Las dos dibujaban un 69 perfecto y se movían como si quisieran perderse la lengua de la otra en su interior.
Los gemidos eran incesantes incluso con sus dulces boquitas ocupadas. Esos cuerpos compactos y tan apetecibles se movían al mismo ritmo como si el placer que sentían fuera tan parecido como ellas mismas. Diego se pajeaba tan fuerte y tan rápido que alguna exclamación de placer se le escapaba contra su voluntad.
Candela se chupaba los dedos como si estuviera haciendo una mamada y miró a su hermana como preguntándole. La sonrisa de Cinthia fue la respuesta que esperaba. en ese momento comenzó a meterle dos dedos en la super húmeda hermana. Los gemidos de la deliciosa rubiesita ahora eran más intensos pero rápidamente fue empujada para seguir chupando como lo hacía. Parecía que iba a llegar al orgasmo en cualquier momento. Para no ser menos seguía avanzando con su lengua más allá de la conchita de Cande, también al culito. Las dos estaban gozando y además mostrando toda su destreza en la cama.
Cuando Cande notó que el orgasmo de su hermana era inminente se apresuró a arrodillarse entre sus piernas y aparte de acelerar la dedeada pasaba su lengua por toda la conchita caliente de Cin. Diego se quedó maravillado cuando Cinthia se ahogó en un grito de placer y llenó la boca de su hermana con ese dulce nectar. Se quedó unos segundos temblando con los ojos cerrados mientras sujetaba con fuerza la cabeza de Candela pero al abrirlos sus ojos celestes se desviaron hacia la puerta.
Diego se escondió rápido para no ser visto. Se fue casi corriendo y metiéndose la pija como pudo dentro del pantalón. Al completar su ridículo escape notó que el café que se había servido estaba congelado todo lo contrario a él que tenía una calentura escandalosa. Al llegar a la cama Clara ya dormía como un muerto así que se tuvo que arreglar solo. Toda la noche las imágenes de esas conchitas, esas tetas, esos gemidos y esos culos hermosos que eran la obsesión de todos y él había visto en absoluta desnudez lo tuvieron con los deseos más ardientes y prohibidos sin poder dormir.
Al día siguiente mientras desayunaba y escuchaba a Clara hablarle no lograba entender una sola palabra de lo que esta le decía. Su mente estaba todavía con las nenas. Su esposa asumió que estaba medio dormido ante su falta de reacción. Como siempre salió más temprano y apurada. Apenas la puerta se cerró sintió las pisadas descalzas y como siempre. un beso en cada mejilla. Era como todos los días pero algo había cambiado. Ya no las veía igual. Era como si hubiera abierto los ojos y se hubiera dado cuenta de golpe que sus tiernas mellicitas en realidad eran dos perras.
Todos sus gestos le parecían eróticos. La boca de Cinthia soplando la taza, Candela chupando la cuchara, la diminuta ropa de ambas. Esos shorcitos que dejaban media nalga afuera cuando estaban sentadas en las banquetas del desayunador y las remeras blancas con dibujitos que no le parecían tan infantiles al notar que debajo se notaban los pezones claramente. Siempre había sido así pero ahora las recorría de punta a punta y encontraba todas esas cosas que lo iban calentando desde el primer momento en que aparecieron.
- Papi, te sentís bien? - preguntó Cande.
- Si si solo estoy un poco cansado - respondió Diego. Y tomo su taza para taparse un poco la cara y disimular lo rojo que se había puesto
- Te quedaste hasta muy tarde anoche? Nosotras estudiamos hasta tarde - siguió Cande
- Si mas o menos nos e que hora era. Se notaba luz aún cuando fui a acostarme - trató de evadir. Los ojos de Candela lo quemaban, la chica lo observaba tratando de encontrar alguna fisura en su cara de poker. Cinthia solo observaba el dialogo entretenida.
Parecía como si quisieran desenmascararlo o aún peor desenmascararse ellas mismas.
Diego temió lo peor y decidió dar fin al desayuno.
- Bueno chicas, ya es tarde! Terminen eso y vayan a cambiarse - les ordenó mientras se hacía el que juntaba las cosas del desayuno. Lo cierto es que estaba haciendo tiempo hasta que las dos se fueran para no levantarse y quedar en evidencia con la tremenda erección que le provocaron. Las dos se fueron como siempre jugueteando entre ellas
Al volver, como si fuera apropósito tenían unas remeras de las más escotadas que les había visto su padre y como no las dejaba ir a la facultad de pollera las dos se pusieron pantalones super al cuerpo. El de Cin era color crema y el de Cande blanco, las colas se marcaban a la pefección como si fueran calzas.
Sin saber si era por la culpa de haberlas espiado la noche anterior o por lo bien que se veían, no las hizo ir a cambiarse como hubiera hecho habitualmente. Diego se sentía un perverso, todo el camino mirando esos generosos escotes y cuando se bajaron no pudo despegar su vista de esos culitos preciosos hasta verlas perdidas en la gente.
El resto de la mañana en el trabajo fue un inferno recordando a sus lujuriosas diablitas. Encima tenía un día agotador, a la tarde tenía que visitar un par de clientes y la cabeza no le funcionaba ni para él solo. A media mañana recibió un mensaje de Pablo proponiendole juntarse a tomar algo con los muchachos a la tarde. Su respuesta fue "me encantaría pero tengo reuniones por la tarde hoy. No tengo tiempo de volver a casa hasta la noche". La respuesta de su amigo fue un simple "ok".
Todos notaban que algo no andaba bien con él. Desatenciones, ese gesto indescifrable y la mirada perdida. Ante las reiteradas preguntas se le ocurrió. Más o menos a fin de la jornada se le ocurrió una idea, ya que todos pensaban que estaba mal de salud les iba a dar el gusto. Se reportarse enfermo y todo mundo le creyó después de verlo. Así pudo zafar de las tediosas reuniones para las que no estaba mentalmente en su mejor día.
Mientras llegaba a casa pensó que podía avisarles a los muchachos para juntarse pero al entrar escuchó los mismos gemidos de la noche anterior y la idea de tener otra sesión de voyerismo entre sus hijas lo atrajo demasiado. Entró sigilosamente y se asomó frotándose las manos esperando encontrar lo mismo que la noche anterior pero lo que vio le cayó como un baldazo de agua fría.
Las mellizas estaban paradas, despojadas ya de sus pantalones con dos tipos metidos de cabeza entre sus piernas. Para sorpresa de Diego había un tercero con una cámara. Los gemidos esta vez le sonaban como martillazos en las sienes. Las muy zorras miraban a la cámara y le demostraban con cada mirada todo lo que estaban gozando.
- A ver chiquita, mostrame ese culito - dijo el de la cámara. En ese momento se dio cuenta que era Pablo. Su amigo. La ira lo invadió pero en ese momento se dio cuenta de algo peor. Los dos que estaban comiéndole la concha a sus nenas eran nada más y nada menos que Andres y Adrian. No lo podía creer. Los dos se levantaron y empezaron a besar a las mellizas. Andres a Cande y Adrian a Cinthia. Las muy perras besaban con la boca muy abierta y se podía ver las lenguas incluso a lo lejos.
Por alguna razón Diego seguía escondido y dejaba a todos hacer. Las chicas disfrutaban de calentar a esos tres tipos a los que toda la vida llamaron tíos. Les acariciaban las pijas mientras con su juego de lengua con lengua los seguían descontrolando. Incluso Pablo ya se había sumado al manoseo consentido. Era muy excitante la imagen de las dos putitas con manos por todo el cuerpo y acariciándoles las vergas a los tres.
Con una habilidad que desconocía en ellas las vio desabrochar a toda velocidad los pantalones de los tres y dejarlos caer. Las dos agachadas con las piernas abiertas contemplaron esas tres vergas para ellas y mientras sonreían y se saboreaban empezaron a pajearlos ante las expresiones de intenso placer de los veteranos. Diego no sabía en que momento empezó a frotarse la pija pero la tenía muy dura. Lo calentaba ver a sus dos princesas hechas unas putas viciosas.
Cuando dejo de verse su propia erección Cande estaba lamiendo una de las pijas y Cinthia se pasaba las otras dos por la cara y los labios. Pablo no pudo aguantar más ese jueguito histérico y se la hizo tragar entera. Cuando vio esa pija venosa hundida hasta la garganta de su nena, Diego pensó que sintió un calor en todos su rostro. Estaba rojo como un tomate. Las arcaditas de Cin eran música erótica para sus oídos
Andres al ver que esa boquita estaba ocupada se fue con Cande y Adrián. La dulce melliza, los miró con esos ojos claros y comenzó a chupar alternadamente las dos hinchadas vergas. La expresión de ambos era elocuente de lo magnifica que era la rubia para mamarlas. Diego no podía con su calentura.
Esas dos iban cambiando de lugar y turnándose para chupar a gusto las tres pijas. No podía creerlo. Era su peor pesadilla pero en vez de estar furioso lo estaba disfrutando. No quería luchar más contra esos sucios deseos pero seguían siendo sus hijas.
- Si putita cometela toda - decía Adrian mirando al techo
- Ay como la chupas bebe - exclamaba Andres
- Oh si así, mové esa lengua trolita - le ordenaba Pablo a una de las mellis. Lo que más le calentaba, era que así como estaban no podía distinguir cual de las dos estaba mamando cada verga. Veía las bocas chorreando saliva blancuzca y saboreándose y sentía que iba a acabar con ese espectáculo.
Como si supieran que eran observadas, las mellis apuraban las intensas mamadas. Adrían se ubicó detrás de Cin que estaba en una posición inmejorable arrodillada con las piernas abiertas, como esperando que alguno de los tres se decidiera. Ubicó su verga entre esos los labios húmedos de la chica y con toda la calentura que lo invadía la penetró con fuerza. Era mucho para el pobre Diego que hasta hace poco aún dudaba si sus hijas eran vírgenes.
El grito de placer de Cinthia al recibir las furiosas embestidas hizo a todos perder el control.
- Vení para acá vos - le ordenó Andres a Cande poniéndose en idéntica posición que su amigo y penetrándola con más ganas todavía. La voluptuosa nena recibió esa pija con gemidos constantes. Las dos estaban arrodilladas y enfrentadas en cuatro siendo cogidas con toda la calentura que acumulaban esos hombres.
El olor a sexo era todo en el ambiente y si faltaba algo para que la escena fuera obscena Pablo de acostó en el medio con su imponente erección mirando al techo entre esas caritas sonrojadas y ambas lo miraron y empezaron a chupársela entre las dos.
- No pueden ser mas putas - exclamó al sentir esas lenguas peleando por cada centímetro de pija. La recorrían completa con esas bocas carnosas y sedientas. Mientras los otros dos las penetraban cada vez más rápido en medio de chirlos y masajes en esas colas paradas y duritas. Diego tenía los ojos abiertos como si se le fueran a salir de la cara. Su respiración agitada escuchando el sonido de los cuerpos mojados chocando y las voces excitadas de las nenas.
Se ocultó unos instantes tras la pared para terminar de pajearse con esa sinfonía sexual de fondo. Mientras escuchaba como se acomodaban seguramente en una posición más excitante, no quiso mirar. Ya era demasiado. Cerró los ojos en busca del orgasmo que lo liberara de esa incestuosa calentura pero en ese momento sintió un pequeño dedo recorriendo su pecho
- Papi, que estas haciendo? - le dijo una agitada y sudada Cinthia, estaba totalmente desnuda frente a él mientras observaba como se masturbaba frenéticamente. Diego no supo como reaccionar. Se quedó paralizado.
- Parece que nos espiabas como anoche pero por lo que veo necesitas una manito - Los nervios de Diego se duplicaron al escuchar esas palabras pero su hija sabía que hacer.
Tomo la verga de su padre y comenzó una paja suave que lo hizo bajar la guardia por completo. No podía creer que fuera tan puta de hacer eso.
- Por qué no miras un poco más? - le dijo al oído y como si fuera una orden Diego totalmente entregado miró al grupo.
Cande estaba saltando sobre la pija de Pablo que seguía acostado en el piso mientras chupaba alternadamente las de Adrian y Andres. Era demasiado fuerte y mas con la espectacular paja que le daba Cinthia.
- Bueno papi, ahora te toca a vos - le dijo como si fuera un juego. Se agachó sonriente y se tragó entera la inflamada verga de papá. Diego sintió esa boca por primera vez y no podía creerlo. Sus labios, su lengua, cada rincón de esa boquita participaba de esa exquisita chupada. Los ojos celestes de Cin fijos en los suyos le daban el morbo que faltaba. Su cabeza se movía sin parar sin dejar un segundo sin placer.
- Ay nena sos muy putita, como me gusta esto - le dijo un extasiado Diego. Tomo su nuca con ambas manos y comenzó a cogerle la cara de una manera salvaje. Las arcadas no hacían más que calentarlo más mientras miraba a su otra hija complacer a sus amigos. Con los dedos enredados en la melena dorada de Cin, Diego comenzó a delirar de placer sin que nada le importe.
Los rumores en el living no llamaron su atención. Solo podía pensar en el placer de esa boquita. Todo era gozo hasta que sintió que Adrián decía
- Diego sos vos? - con un gesto entre asustado por haber sido descubierto y sorprendido por lo que veían sus ojos. Cinthia dejó el pete y tomó las vergas de ambos y le dijo
- Es un poquito injusto dejar afuera al hombre de la casa, no te parece? - y con la boca brillante y el gusto a sexo en los labios le dio un ardiente beso a cada uno dejandolos sumisos ante sus encantos.
Los llevó con una verga en cada mano hasta donde estaban los otros tres y todos se sorprendieron al ver a Diego. Todos salvo Cande, que con una sonrisa picara le dijo
- Papi nos hacía falta una pija más, llegas justo - y se abalanzó sobre él comiéndole la boca. Los tres amigos observaban incrédulos el incestuoso show. Diego tuvo unos escasos segundos de pudor ante esas miradas pero al sentir a Cinthia besando su cuello de atrás no pudo más. Las mellizas refregaban esas hermosas tetas por la espalda y el pecho de su padre mientras lo besaban.
Las dos chicas se agacharon ante él y comenzaron a darle una doble chupada que era lo que Diego más anhelaba a esa altura. Los amigos miraban y no pudieron evitar pajearse viendo perplejos como las putitas peteaban al padre con esas caritas de nenas consentidas dándose un gusto.
Diego se vuelve loco al sentir esas dos lenguas peleando por cada centímetro de su pija, los labios de las dos recorriendola entera y como se turnaban por ella. Mientras una se concentraba en chupar la punta la otra jugaba con su lengua cerca de los huevos para mantenerlo en un placer constante.
Desde arriba veía a Cin con casi toda la pija de papá adentro de la boca y podía notarle en el interior de su mejilla por debajo de ella los ojos celestes igual de celestes de Cande que lamía sus huevos y la parte inferior de esa dichosa verga. Los ojos de ambas estaban clavados en los suyos.
Durante esos momentos de puro placer olvidó la presencia de sus amigos. Cinthia se dio vuelta dejando a Cande divertirse sola con la pija de Diego y se puso en cuatro dejandole la colita en pompa para tentarlo. La estrategia fue perfecta. Si bien Candela era tan buena como su hermana jugando con toda su boca en pos del placer, Diego no podía resistirse a la oferta que le hacía la otra melli
Se puso a la altura de ella y apenas sintió el roce de esos jóvenes y apretados labios de la conchita no pudo controlarse y la penetró con todo. Se quedó unos segundos disfrutando de esa caliente y mojada conchita en plenitud pero al instante comenzó a moverse con fuerza sacudiendo todo el cuerpito de su nena y haciendo sonar esas carnosas nalgas contra su cuerpo. Mientras hacía esto vio como sus amigos ya habían perdido el asombro.
Adrian se puso frente a Cande que se dio vuelta y le dedicó una sonrisa muy gatuna a su padre como buscando su aprobación y luego comenzó a recibir esa segunda pija en su boca.
- Tus nenas ya son un lujo para la verga Dieguito - le dijo Adrian mientras tomaba de la nuca a Cande y le hundía la verga hasta la garganta
- No se cuando se convirtieron en estas hembras viciosas pero son irresistibles - se aflojó Diego mientras aceleraba el ritmo excitado por el movimiento de esas caderas. Si bien ella no podía hablar al parecer se había calentado mucho con esa conversación
Justo al lado de ellos y como si quisiera mostrárselo, Cinthia se colocó en idéntica posición pero traía a Andres y a Pablo pajeandolos suavemente. Le tiró un beso al padre mientras los dos se acomodaban y en pocos segundos estaba con una pija en la boca y otra en la conchita. Todos estaban gozando en grande. Los gemidos de las chicas acallados de vergas que les llenaban la boca. El morbo de las hermanitas y sobre todo la participación de Diego habían hecho que esa inesperada orgía fuera cada vez más salvaje.
Los cuatro iban cambiando de lugares con solo intercambiar unas miradas y fueron pasando por la boca y conchita de las dos mellizas que dociles recibían las cuatro pijas incluyendo la de su padre sin chistar.
Mientras disfrutaba de la concha Cinthia y veía como esta se la chupaba a Pablo, en un grado de excitación superior, Diego mando un dedo a investigar por la raya de esa perfecta cola. Al llegar a destino notó algunos movimientos de su hija pero también como la humedad de adelante había ayudado ahí atrás. Su dedo entró completo y con esa imagen y una sonrisa de oreja a oreja le indicó a su amigo
- Agarrala bien de la nuca - Pablo obedeció y comenzó a notar los nervios de la pendeja. Diego se apuró a sacar la verga y moverla hasta ese deseado anito. La apoyó y para ese momento los movimientos de desesperación de Cin eran casi incontrolables. Pablo la sujetaba con fuerza de la nuca y sus palabras se atragantaban con la verga produciendo un sonido inentendible que solo sirvió para calentarlos más
Diego comenzó a entrar suavemente en ese apretado culo y los ojos de Cinthia se abrieron mas grandes que nunca. Su idea era gozarlo de a poco pero los gritos que hacía su hija lo calentaron mucho y la metió hasta los huevos provocando un grito mayúsculo que si no fuera por la pija de Pablo se hubiera escuchado en todo el edificio. El movimiento comenzó y mientras ese culo luchaba todavía, todos se quedaron hipnotizados viéndolos.
- Pensaste que podías ser tan putita y no te íbamos a romper el culo. Ahora vas a aprender!- le decía con toda la leche en la punta de la pija. Pablo también estaba muy caliente y se la metía en la boca a la misma velocidad que el movimiento de Diego. Los otros tres se habían quedado observando ese derroche de pasión. Bañado de sudor y rojo como un tomate Diego dio un grito orgásmico y explotó adentro de esa cola que los obsesionaba a todos.
Casi al mismo tiempo Pablo comenzó a acabar en la boca de la hija de su amigo. Los dos siguieron hasta depositar la última gota de semen en ese cuerpito ardiente. Cuando la soltaron una espesa mezcla de semen y saliva escapó de sus labios y un chorrito blanco resbaló entre sus piernas.
Pablo cayó desmayado en el sillón como si se le hubiera ido la vida en esa acabada. Mientras recorría su dilatada colita con sus la punta de sus dedos Cinthia miró a su hermana que seguía impactada por ese costado feroz de su papito y con toda la malicia en la mirada y una sonrisa protestó
- Claro a mi me rompen el culo nada más? No vale - Todas las miradas fueron a Cande que estaba arrodillada en el piso con Andres de un lado y Adrian del otro. Mientras la joven miraba a su padre haciendo que no con la cabeza, este último que estaba por demás satisfecho y levantó los hombros e hizo una cara de aprobación para sus amigos.
Con esta señal Adrian empujo de la espalda a Cande y acomodó su verga para romper ese culito que lo calentaba tanto
- Despacito please! - suplicó la resignada rubia
- Shh ahora hablan los grandes - le dijo Andres mientras la hacía tragar su pija
Adrian cumplió con su promesa de ser cuidadoso pero ese culo lo fue llevando de a poco a una culeada tan brutal como la que había recibido Cin.
- Quiero escucharte gritar con toda la boca - le dijo Andres y sacó su pija. Las exclamaciones de Cande sin nada que los atenúe fuertes y estremecedores.
La sonrisa en la cara de su hermana al oírlos era un detalle que ninguno apreció. Andres se tiró debajo de ellos y comenzó a entrar por la conchita. Al sentir dos pijas adentro los movimientos de Candela fueron aumentando en intensidad y velocidad. Estaba como poseída y eso despertó la pija del padre que se dispuso a ocupar esa boquita.
Cinthia miraba a los ojos a su hermana mientras esta recibía tres pijas a la vez. Los tres disfrutaban tanto que pronto los chorros de leche comenzaron a llenarla por los tres lados. Una cantidad obscena de la blanca y espesa sustancia desbordó de su sonrisa y también entre sus nalgas y piernas.
- Estas contenta? - le dijo a su hermana. Lo siguiente fue darle un beso con parte del semen de su padre que aún estaba en su boca. Esa imagen fue el broche de oro de una orgía inolvidable.
Antes de despedirse, los tres le prometieron a Diego silencio de tumba sobre lo que había pasado esa tarde y tras una breve charla se retiraron agradecidos por haber cumplido su fantasía. Las mellizas aprovecharon ese ratito para ir a lavarse la leche todavía caliente que tenían por todo el cuerpo. Diego estaba cerrando la puerta cuando el celular le sonó.
- Bueno gorda quedate tranquila - se lo escuchó responder
Las mellis ya vestidas con sus pijamas venían de la pieza
- Quién era papi? - preguntaron a coro
- Era su madre. Dice que no la esperemos a cenar.
Las dos se miraron sonriendo y luego lo fulminaron con la cara de trolitas que le hicieron.
- Ustedes me quieren matar, no? - les preguntó mientras risueñas lo llevaban una de cada mano al cuarto. Cande cerró la puerta con el talón mientras Cinthia se arrodillaba y a pesar de los sonidos eróticos, la colección de peluches de las mellizas fueron los únicos testigos de todo lo que pasó ahí adentro.
Mientras pensaba todo esto se dio cuenta que se había quedado colgado mirando la cola de Candela que escapaba por el costado de las sabanas. Enseguida miró a la cama de Cinthia con miedo de que lo haya visto pero dormía profundamente al igual que su hermana. Se tranquilizó un poco pero el escalofrío que le produjo la situación lo obligó a retirarse a su cuarto. Se acostó junto a su mujer que aún estaba viendo televisión pero era como si no estuviera ahí. Su mente seguía repasando como fue que terminó mirando de esa manera el carnoso y parado culo de su hija bajo ese short rosa.
Le costó pero logró conciliar el sueño una hora después de apagar la tele.
A la mañana siguiente mientras desayunaba sintió unas pisadas tras de si y antes de darse vuelta un beso en cada mejilla que anunciaba, como todos los días, la llegada de sus princesas. Las sonrisas perfectas y esos grandes ojos celestes eran como cuando eran niñas y lo llenaban de felicidad cada mañana, pero del cuello para abajo ya comenzaba la ola de calor. En el metro cincuenta y algo que medía cada una tenían todo lo que un hombre podía desear. Unos pechos muy bien formados, unas cinturitas diminutas que giraban abruptas ante las imponentes caderas y las dos colas paradas que eran los mejores atributos de las hermanitas, las piernas de ambas bajo esas polleritas eran otro deleite para la vista. Otra vez se le estaban yendo los ojos al verlas de espalda.
Terminaron de desayunar y de un salto Candela dijo
- Bueno nos vamos a la facu ya? - mientras buscaba su mochila
- No no no, ustedes así no van a ningún lado. Eso te queda chico! Anda a ponerte algo! - la regañó el padre al ver las diminutas polleras que habían elegido.
- Ay pa no seas exagerado, así se usa - le contestó un poco sobradora Cinthia. Eso hizo que la cara de pocos amigos de Diego empeorara.
- Uff bueno, vamos a cambiarnos sino vamos a llegar tarde - la llevó del brazo Cande ya resignada
Cuando las vio a las dos de pantalón le volvió el alma al cuerpo aunque de todas formas esos dos culitos parados eran imposibles de ocultar y lo sabía bien.
Después de todo, las llevó y al bajarse del auto se quedó observando como todos los pibes a su al rededor se quedaban mirando el meneo sensual de sos colas al caminar.
Luego de un día agotador en el trabajo y para distraer un poco la mente, Diego invitó unos amigos para tomar unas cervezas y ver un partido de alto vuelo de Champions League en el tv 65 pulgadas. A media tarde comenzaron a aparecer sus viejos amigos Andrián, Andres y Pablo. El último con un pack de cervezas de la marca que auspician la competencia. Se acomodaron y se disponían a disfrutar del espectáculo deportivo pero mientras sonaba la música característica que anuncia el inicio del partido llegaron las mellis y toda la atención que tenían centrada en el viejo continente regresó rápidamente a la Argentina. Diego se arrepintió de haber invitado a sus amigos apenas notó las miradas y murmullos que se suscitaron por la presencia de las dos jóvenes. Las chicas se alegraron por las visitas y saludaron muy efusivas a cada uno de los amigos de su padre, a los que de cariño llamaban tíos.
Cada vez que una de las chicas se agachaba sobre alguno de los sillones para saludar con un abrazo y un beso los que quedaban del lado opuesto no lograban disimular que les miraban el culo. Por si era poco, los pantalones no solo estaban apretados y marcaban a la perfección las piernas y las colas de las mellizas sino que para colmo, al agacharse dejaban a la luz parte de sus diminutas tanguitas. Roja en el caso de Cinthia y negra en el caso de Candela. Para tranquilidad de su padre que estaba muy incomodo esta última dijo
- Estamos un ratito porque ya nos vamos al gym - Se fueron a cambiar y a los pocos minutos se sintieron las dulces voces de ambas gritando "chau" desde la puerta.
Todos sus amigos sabían lo guardabosque que era Diego así que no se animaban a hacerle ningún comentario sobre sus hijas pero el clima quedo teñido de deseo hasta que cerraron la puerta.
Volvieron a poner la mente en el partido que era de elite y pronto el clima volvió a hacerse ameno para todos entre cervezas, fútbol y chistes transcurrieron casi dos horas de fraternidad masculina. Algún comentario de los más buitres sobre alguna mina, cosa que no podía faltar. En determinado momento Pablo se puso a contar de una piba que había conocido y las ganas que le tenía. Todos se reían muy a gusto hasta que preguntaron al pasar que edad tenía
- No chabón pero es muy chica para vos esa mina! - le recriminó sorprendido Diego
- Como que chica, es mayor de edad ya jaja - se justificó el amigo
- Pero para tipos de nuestra edad es muy chica, tiene la edad de mis hijas - le volvió a reprochar, aunque ese último comentario lo dijo con menos énfasis.
- Bueno tampoco deben jugar a las muñecas tus nenas a esta altura - intervino Andres
- Ya deben jugar con muñecos las mellis jajaja - agregó Adrían
Ninguno de los comentarios hizo reír a Diego que se empezó a poner rojo de la furia.
Cuando estaba por ponerse violento sintió la puerta y las voces de sus hijas que ya habían regresado. Se contuvo para no dar una imagen de cavernicola delante de sus amadas nenas. Apenas llegaron Candela preguntó
- Como van? Ya terminaron? - Todos se quedaron un poco confundidos
- Empatan 1 a 1, parece que van a penales - atinó a responder Pablo. Todos los demás seguían colgados con la charla de la pendeja.
- Me encanta cuando van a penales, veni Cin - le pidió a su hermana. Se sentaron una en cada brazo del sillón. Los cuerpos de esas dos pendejas entre los cuatro veteranos calentones eran como perlas en el mar. Encima envueltas en la ropa de gym que no era nada más y nada menos que calzas ajustadas y remeras no mucho más sueltas. Para colmo sentadas en los brazos del sillón esos suculentos culos apretados quedaban a la vista de todos los presentes. Apenas comenzaron los penales las dos se estiraron para adelante como si el enorme televisor no les alcanzara para ver bien. Todos los amigos de Diego estaban interesados en las tangas de las mellizas que escapaban de las calzas en esa pose, más que en la definición del partido.
Las dos chicas se miraban y sonreían, cosa que confundía mucho a su padre. No entendía bien si era por los babosos o por otra cosa pero lo cierto es que incluso él mismo ya se estaba calentando por la actitud provocadora de sus nenas. Todos miraban e incluso algunos eran delatados por incipientes erecciones pero nadie hacía o decía nada. Las mellizas parecían disfrutar de ser el centro de las miradas. Los dos cuerpos perfumados por el sudor de la actividad física eran muy tentadores. Las muy perras se estiraban para agarrar los manies que quedaban de la cerveza y ponían los culitos bien parados a escasos centímetros de las caras de los cuatro.
Diego sintió que tenía que parar todo eso o iba a ser demasiado tarde.
- A ver chicas por qué no van preparando algo para la cena ya que su madre no da señales de vida? - les sugirió mordiéndose de bronca por la exhibición que habían dado sus hijas
- Ay pa, no podemos quedarnos con los tíos un rato más? - dijo Cin, mientras acariciaba la pierna de Pablo.
- No. Basta! Cuando digo no, es no! - dijo doblemente molesto
- Bueno, vamos entonces - dijo la hija con un tono de rebeldía evidente. Le hizo señas a su hermana y las dos salieron para la cocina. Antes de abandonar a los acalorados invitados se subieron bien las calzas haciendo que se pierdan entre esas espectaculares nalgas.
Nadie, incluido su padre pudo evitar quedarse prendido de esa imagen y mucho menos con el meneo irresistible que hacían al caminar.
Diego miraba con asombro como todos sus amigos se habían quedado terriblemente calientes con todo el show que dieron sus hijas. ¿En qué momento sus adorables pequeñas se habían convertido en el objeto de deseo de "los tíos"? Era como una pesadilla.
- Tenes que darles más libertad a esas chicas. Un día se te van a revelar - le sugirió Adrián fingiendo cierta seriedad.
- SI? Para que terminen con un degenerado como este? - le respondió muy molesto, señalando a Pablo
- No me lo digas dos veces jeje - comentó tratando de darle un toque de humor pero la mirada fulminante de Diego fue más que suficiente para darse cuenta que no había tenido ese efecto. El resto contuvo la risa para no empeorar el estado de su celoso amigo.
- Se enteraron lo del afano en lo de Araujo? - metió Andres después de unos segundos de incomodo silencio, para cambiar de tema. Por suerte tuvo éxito y el tanto la charla como el clima hostil cambiaron rápido y volvió la paz. De todas formas las hermanitas siguieron en la mente de todos. De solo imaginar que pensamientos rondaban las cabezas de sus amigos algo de morbo le dio pero no quería reconocerlo y lo ocultaba tras los celos y la bronca.
El mal trago para Diego pasó y cuando comenzó a oscurecer cada uno fue partiendo a su hogar. Cuando se quedó solo se escabulló lentamente a la cocina y volvió a mirar a las preciosas adolescentes con el mismo deseo que antes Las dos estaban de espaldas a él cortando en distintas tablas los ingredientes para la cena. Siempre era atractivo ver el comportamiento que tenían las dos. Todo el tiempo en contacto ya sea visual o con alguna caricia, eran cosas inocentes pero con la calentura que habían despertado anteriormente su padre veía todo como algo sensual. Con la música de la radio las dos se movían al ritmo casi como un reflejo meneando esos culos que permanecían apretados por esas calzas claras que al estar tan ajustadas no dejaban nada librado a la imaginación. Ese movimiento sensual hizo que se quedara perdido en las jóvenes nalgas como un perfecto depravado. No se sintió así hasta el momento en el que su mujer entró a la casa. Si bien no lo encontró en ninguna situación rara él se sintió como si lo hubieran descubierto y se puso terriblemente incomodo. Tras un saludo distante a su esposa, Clara, decidió meterse a la ducha para bajar esa calentura antes de la cena.
Al parecer el agua fresca hizo su efecto porque luego de eso volvió relajado como si nada de lo que había visto y pensado hubiese cruzado su mente. La cena transcurrió en la calma y normalidad usuales por lo que lentamente se fue alejando de esas ideas incestuosas que rondaban su mente. Todo era perfecto. Tras la cena las chicas levantaron los platos y se retiraron a su cuarto con la excusa de que al día siguiente tenían un parcial y querían iban a quedar hasta tarde estudiando aprovechando la calma.
Diego se quedó hasta tarde viendo televisión y cerca de medianoche decidió tomar un café. Como las chicas iban a estar hasta tarde se le ocurrió ofrecerles unas tazas a ellas. Con el mejor espíritu paternal se acercó a la puerta para hacerles el ofrecimiento pero antes de golpear notó algo raro. Algo que rompió como un espejo la calma que había alcanzado.
En el interior del cuarto escuchó unos gemidos contenidos que lo volvieron loco. "En que momento metieron alguien?" se preguntó entre confundido y furioso. Tuvo unos segundos de lucidez y se dio cuenta que lo mejor era ser cauteloso y no entrar pateando todo. Quería agarrar al desgraciado in fraganti y hacerlo pasar el peor momento de su vida. Abrió la puerta lentamente para no ser escuchado pero lo que vio fue demasiado fuerte para que su mente lo pudiera procesar
Esperaba encontrarse con un intruso en el cuarto de sus hijas pero no había nadie que no fuera de esa habitación. Para su asombro, los gemidos de Candela que estaba boca arriba con las piernas abiertas eran causado por las caricias que le hacía su hermana entre las piernas. Era una escena totalmente pornográfica ver a sus dos sensuales nenas en medio de esas caricias lésbicas.
Las dos estaban semidesnudas, Cinthia estaba en ropa interior con sus medias rosas todavía puestas arrodillada con la cola apuntando a la puerta, mientras que Cande estaba casi igual solo que con su tanga blanca enredada en el tobillo.
Era sublime ver como su hija se mordía los labios en pleno goce y más aún que ese placer se lo estuviera dando justamente su otra hija.
Con lo poco que podía ver a la distancia ya estaba con la pija tan dura que prácticamente lo obligaba a sacarla. Miró de reojo a su cuarto y pensó en retirarse pero al escuchar los ronquidos de Clara que indicaban un sueño profundo, hizo lo que más querías. Sacó su verga casi expulsada del pantalón y mientras se pajeaba lentamente, siguió espiando.
Cuando volvió a ver había subido la temperatura en el cuarto y el rostro de Cinthia estaba totalmente sumergido en la conchita divina de Candela. De lejos podía notar la boca totalmente abierta y la lengua jugando dentro de su hermana que se retorcía de placer mirando al techo. Era muy chocante ver tanta pasión en la cama de su nena. Al parecer él y sus amigos no eran los únicos que se quedaron con la calentura esa tarde, las mellizas hervían y se notaba, Mientras saboreaba a su hermanita Cinthía se metía un par de dedos en su mojada conchita, corriendo la tanga a un lado y dándole una vista a Diego que lo cegaba de calor como si mirara al sol.
Con ese panorama ya la paja era frenética y los espasmos de placer eran difíciles de controlar. Protegido por la oscuridad de la medianoche y con la tensión permanente de ser descubierto se estaba dando una de las mejores pajas de su vida. Escuchaba las tiernas voces de las mellis gimiendo a coro y sentía que iba a explotar
Cerró los ojos con la intención de acabar pero vio más movimiento entre las sabanas rosadas. Ahora las dos estaban enredadas en un beso que le daba ganas de entrar y acabarles directamente en la cara. Esos labios carnosos y brillantes y esas lenguas totalmente descontroladas transmitían fuego y su mano ya se movía a toda velocidad.
- mmm vos también estas mojadita sis - le dijo Cande a su melli, luego de pasarle unos dedos entre las piernas y saborearlos con la cara más lujuriosa posible.
- Si mmm obvio, creo que sabes como solucionarlo - le sugirió con una sonrisa.
Se dio vuelta y se puso en una posición que terminó de quemar las pocas neuronas de padre que le quedaban al pobre Diego. Las dos dibujaban un 69 perfecto y se movían como si quisieran perderse la lengua de la otra en su interior.
Los gemidos eran incesantes incluso con sus dulces boquitas ocupadas. Esos cuerpos compactos y tan apetecibles se movían al mismo ritmo como si el placer que sentían fuera tan parecido como ellas mismas. Diego se pajeaba tan fuerte y tan rápido que alguna exclamación de placer se le escapaba contra su voluntad.
Candela se chupaba los dedos como si estuviera haciendo una mamada y miró a su hermana como preguntándole. La sonrisa de Cinthia fue la respuesta que esperaba. en ese momento comenzó a meterle dos dedos en la super húmeda hermana. Los gemidos de la deliciosa rubiesita ahora eran más intensos pero rápidamente fue empujada para seguir chupando como lo hacía. Parecía que iba a llegar al orgasmo en cualquier momento. Para no ser menos seguía avanzando con su lengua más allá de la conchita de Cande, también al culito. Las dos estaban gozando y además mostrando toda su destreza en la cama.
Cuando Cande notó que el orgasmo de su hermana era inminente se apresuró a arrodillarse entre sus piernas y aparte de acelerar la dedeada pasaba su lengua por toda la conchita caliente de Cin. Diego se quedó maravillado cuando Cinthia se ahogó en un grito de placer y llenó la boca de su hermana con ese dulce nectar. Se quedó unos segundos temblando con los ojos cerrados mientras sujetaba con fuerza la cabeza de Candela pero al abrirlos sus ojos celestes se desviaron hacia la puerta.
Diego se escondió rápido para no ser visto. Se fue casi corriendo y metiéndose la pija como pudo dentro del pantalón. Al completar su ridículo escape notó que el café que se había servido estaba congelado todo lo contrario a él que tenía una calentura escandalosa. Al llegar a la cama Clara ya dormía como un muerto así que se tuvo que arreglar solo. Toda la noche las imágenes de esas conchitas, esas tetas, esos gemidos y esos culos hermosos que eran la obsesión de todos y él había visto en absoluta desnudez lo tuvieron con los deseos más ardientes y prohibidos sin poder dormir.
Al día siguiente mientras desayunaba y escuchaba a Clara hablarle no lograba entender una sola palabra de lo que esta le decía. Su mente estaba todavía con las nenas. Su esposa asumió que estaba medio dormido ante su falta de reacción. Como siempre salió más temprano y apurada. Apenas la puerta se cerró sintió las pisadas descalzas y como siempre. un beso en cada mejilla. Era como todos los días pero algo había cambiado. Ya no las veía igual. Era como si hubiera abierto los ojos y se hubiera dado cuenta de golpe que sus tiernas mellicitas en realidad eran dos perras.
Todos sus gestos le parecían eróticos. La boca de Cinthia soplando la taza, Candela chupando la cuchara, la diminuta ropa de ambas. Esos shorcitos que dejaban media nalga afuera cuando estaban sentadas en las banquetas del desayunador y las remeras blancas con dibujitos que no le parecían tan infantiles al notar que debajo se notaban los pezones claramente. Siempre había sido así pero ahora las recorría de punta a punta y encontraba todas esas cosas que lo iban calentando desde el primer momento en que aparecieron.
- Papi, te sentís bien? - preguntó Cande.
- Si si solo estoy un poco cansado - respondió Diego. Y tomo su taza para taparse un poco la cara y disimular lo rojo que se había puesto
- Te quedaste hasta muy tarde anoche? Nosotras estudiamos hasta tarde - siguió Cande
- Si mas o menos nos e que hora era. Se notaba luz aún cuando fui a acostarme - trató de evadir. Los ojos de Candela lo quemaban, la chica lo observaba tratando de encontrar alguna fisura en su cara de poker. Cinthia solo observaba el dialogo entretenida.
Parecía como si quisieran desenmascararlo o aún peor desenmascararse ellas mismas.
Diego temió lo peor y decidió dar fin al desayuno.
- Bueno chicas, ya es tarde! Terminen eso y vayan a cambiarse - les ordenó mientras se hacía el que juntaba las cosas del desayuno. Lo cierto es que estaba haciendo tiempo hasta que las dos se fueran para no levantarse y quedar en evidencia con la tremenda erección que le provocaron. Las dos se fueron como siempre jugueteando entre ellas
Al volver, como si fuera apropósito tenían unas remeras de las más escotadas que les había visto su padre y como no las dejaba ir a la facultad de pollera las dos se pusieron pantalones super al cuerpo. El de Cin era color crema y el de Cande blanco, las colas se marcaban a la pefección como si fueran calzas.
Sin saber si era por la culpa de haberlas espiado la noche anterior o por lo bien que se veían, no las hizo ir a cambiarse como hubiera hecho habitualmente. Diego se sentía un perverso, todo el camino mirando esos generosos escotes y cuando se bajaron no pudo despegar su vista de esos culitos preciosos hasta verlas perdidas en la gente.
El resto de la mañana en el trabajo fue un inferno recordando a sus lujuriosas diablitas. Encima tenía un día agotador, a la tarde tenía que visitar un par de clientes y la cabeza no le funcionaba ni para él solo. A media mañana recibió un mensaje de Pablo proponiendole juntarse a tomar algo con los muchachos a la tarde. Su respuesta fue "me encantaría pero tengo reuniones por la tarde hoy. No tengo tiempo de volver a casa hasta la noche". La respuesta de su amigo fue un simple "ok".
Todos notaban que algo no andaba bien con él. Desatenciones, ese gesto indescifrable y la mirada perdida. Ante las reiteradas preguntas se le ocurrió. Más o menos a fin de la jornada se le ocurrió una idea, ya que todos pensaban que estaba mal de salud les iba a dar el gusto. Se reportarse enfermo y todo mundo le creyó después de verlo. Así pudo zafar de las tediosas reuniones para las que no estaba mentalmente en su mejor día.
Mientras llegaba a casa pensó que podía avisarles a los muchachos para juntarse pero al entrar escuchó los mismos gemidos de la noche anterior y la idea de tener otra sesión de voyerismo entre sus hijas lo atrajo demasiado. Entró sigilosamente y se asomó frotándose las manos esperando encontrar lo mismo que la noche anterior pero lo que vio le cayó como un baldazo de agua fría.
Las mellizas estaban paradas, despojadas ya de sus pantalones con dos tipos metidos de cabeza entre sus piernas. Para sorpresa de Diego había un tercero con una cámara. Los gemidos esta vez le sonaban como martillazos en las sienes. Las muy zorras miraban a la cámara y le demostraban con cada mirada todo lo que estaban gozando.
- A ver chiquita, mostrame ese culito - dijo el de la cámara. En ese momento se dio cuenta que era Pablo. Su amigo. La ira lo invadió pero en ese momento se dio cuenta de algo peor. Los dos que estaban comiéndole la concha a sus nenas eran nada más y nada menos que Andres y Adrian. No lo podía creer. Los dos se levantaron y empezaron a besar a las mellizas. Andres a Cande y Adrian a Cinthia. Las muy perras besaban con la boca muy abierta y se podía ver las lenguas incluso a lo lejos.
Por alguna razón Diego seguía escondido y dejaba a todos hacer. Las chicas disfrutaban de calentar a esos tres tipos a los que toda la vida llamaron tíos. Les acariciaban las pijas mientras con su juego de lengua con lengua los seguían descontrolando. Incluso Pablo ya se había sumado al manoseo consentido. Era muy excitante la imagen de las dos putitas con manos por todo el cuerpo y acariciándoles las vergas a los tres.
Con una habilidad que desconocía en ellas las vio desabrochar a toda velocidad los pantalones de los tres y dejarlos caer. Las dos agachadas con las piernas abiertas contemplaron esas tres vergas para ellas y mientras sonreían y se saboreaban empezaron a pajearlos ante las expresiones de intenso placer de los veteranos. Diego no sabía en que momento empezó a frotarse la pija pero la tenía muy dura. Lo calentaba ver a sus dos princesas hechas unas putas viciosas.
Cuando dejo de verse su propia erección Cande estaba lamiendo una de las pijas y Cinthia se pasaba las otras dos por la cara y los labios. Pablo no pudo aguantar más ese jueguito histérico y se la hizo tragar entera. Cuando vio esa pija venosa hundida hasta la garganta de su nena, Diego pensó que sintió un calor en todos su rostro. Estaba rojo como un tomate. Las arcaditas de Cin eran música erótica para sus oídos
Andres al ver que esa boquita estaba ocupada se fue con Cande y Adrián. La dulce melliza, los miró con esos ojos claros y comenzó a chupar alternadamente las dos hinchadas vergas. La expresión de ambos era elocuente de lo magnifica que era la rubia para mamarlas. Diego no podía con su calentura.
Esas dos iban cambiando de lugar y turnándose para chupar a gusto las tres pijas. No podía creerlo. Era su peor pesadilla pero en vez de estar furioso lo estaba disfrutando. No quería luchar más contra esos sucios deseos pero seguían siendo sus hijas.
- Si putita cometela toda - decía Adrian mirando al techo
- Ay como la chupas bebe - exclamaba Andres
- Oh si así, mové esa lengua trolita - le ordenaba Pablo a una de las mellis. Lo que más le calentaba, era que así como estaban no podía distinguir cual de las dos estaba mamando cada verga. Veía las bocas chorreando saliva blancuzca y saboreándose y sentía que iba a acabar con ese espectáculo.
Como si supieran que eran observadas, las mellis apuraban las intensas mamadas. Adrían se ubicó detrás de Cin que estaba en una posición inmejorable arrodillada con las piernas abiertas, como esperando que alguno de los tres se decidiera. Ubicó su verga entre esos los labios húmedos de la chica y con toda la calentura que lo invadía la penetró con fuerza. Era mucho para el pobre Diego que hasta hace poco aún dudaba si sus hijas eran vírgenes.
El grito de placer de Cinthia al recibir las furiosas embestidas hizo a todos perder el control.
- Vení para acá vos - le ordenó Andres a Cande poniéndose en idéntica posición que su amigo y penetrándola con más ganas todavía. La voluptuosa nena recibió esa pija con gemidos constantes. Las dos estaban arrodilladas y enfrentadas en cuatro siendo cogidas con toda la calentura que acumulaban esos hombres.
El olor a sexo era todo en el ambiente y si faltaba algo para que la escena fuera obscena Pablo de acostó en el medio con su imponente erección mirando al techo entre esas caritas sonrojadas y ambas lo miraron y empezaron a chupársela entre las dos.
- No pueden ser mas putas - exclamó al sentir esas lenguas peleando por cada centímetro de pija. La recorrían completa con esas bocas carnosas y sedientas. Mientras los otros dos las penetraban cada vez más rápido en medio de chirlos y masajes en esas colas paradas y duritas. Diego tenía los ojos abiertos como si se le fueran a salir de la cara. Su respiración agitada escuchando el sonido de los cuerpos mojados chocando y las voces excitadas de las nenas.
Se ocultó unos instantes tras la pared para terminar de pajearse con esa sinfonía sexual de fondo. Mientras escuchaba como se acomodaban seguramente en una posición más excitante, no quiso mirar. Ya era demasiado. Cerró los ojos en busca del orgasmo que lo liberara de esa incestuosa calentura pero en ese momento sintió un pequeño dedo recorriendo su pecho
- Papi, que estas haciendo? - le dijo una agitada y sudada Cinthia, estaba totalmente desnuda frente a él mientras observaba como se masturbaba frenéticamente. Diego no supo como reaccionar. Se quedó paralizado.
- Parece que nos espiabas como anoche pero por lo que veo necesitas una manito - Los nervios de Diego se duplicaron al escuchar esas palabras pero su hija sabía que hacer.
Tomo la verga de su padre y comenzó una paja suave que lo hizo bajar la guardia por completo. No podía creer que fuera tan puta de hacer eso.
- Por qué no miras un poco más? - le dijo al oído y como si fuera una orden Diego totalmente entregado miró al grupo.
Cande estaba saltando sobre la pija de Pablo que seguía acostado en el piso mientras chupaba alternadamente las de Adrian y Andres. Era demasiado fuerte y mas con la espectacular paja que le daba Cinthia.
- Bueno papi, ahora te toca a vos - le dijo como si fuera un juego. Se agachó sonriente y se tragó entera la inflamada verga de papá. Diego sintió esa boca por primera vez y no podía creerlo. Sus labios, su lengua, cada rincón de esa boquita participaba de esa exquisita chupada. Los ojos celestes de Cin fijos en los suyos le daban el morbo que faltaba. Su cabeza se movía sin parar sin dejar un segundo sin placer.
- Ay nena sos muy putita, como me gusta esto - le dijo un extasiado Diego. Tomo su nuca con ambas manos y comenzó a cogerle la cara de una manera salvaje. Las arcadas no hacían más que calentarlo más mientras miraba a su otra hija complacer a sus amigos. Con los dedos enredados en la melena dorada de Cin, Diego comenzó a delirar de placer sin que nada le importe.
Los rumores en el living no llamaron su atención. Solo podía pensar en el placer de esa boquita. Todo era gozo hasta que sintió que Adrián decía
- Diego sos vos? - con un gesto entre asustado por haber sido descubierto y sorprendido por lo que veían sus ojos. Cinthia dejó el pete y tomó las vergas de ambos y le dijo
- Es un poquito injusto dejar afuera al hombre de la casa, no te parece? - y con la boca brillante y el gusto a sexo en los labios le dio un ardiente beso a cada uno dejandolos sumisos ante sus encantos.
Los llevó con una verga en cada mano hasta donde estaban los otros tres y todos se sorprendieron al ver a Diego. Todos salvo Cande, que con una sonrisa picara le dijo
- Papi nos hacía falta una pija más, llegas justo - y se abalanzó sobre él comiéndole la boca. Los tres amigos observaban incrédulos el incestuoso show. Diego tuvo unos escasos segundos de pudor ante esas miradas pero al sentir a Cinthia besando su cuello de atrás no pudo más. Las mellizas refregaban esas hermosas tetas por la espalda y el pecho de su padre mientras lo besaban.
Las dos chicas se agacharon ante él y comenzaron a darle una doble chupada que era lo que Diego más anhelaba a esa altura. Los amigos miraban y no pudieron evitar pajearse viendo perplejos como las putitas peteaban al padre con esas caritas de nenas consentidas dándose un gusto.
Diego se vuelve loco al sentir esas dos lenguas peleando por cada centímetro de su pija, los labios de las dos recorriendola entera y como se turnaban por ella. Mientras una se concentraba en chupar la punta la otra jugaba con su lengua cerca de los huevos para mantenerlo en un placer constante.
Desde arriba veía a Cin con casi toda la pija de papá adentro de la boca y podía notarle en el interior de su mejilla por debajo de ella los ojos celestes igual de celestes de Cande que lamía sus huevos y la parte inferior de esa dichosa verga. Los ojos de ambas estaban clavados en los suyos.
Durante esos momentos de puro placer olvidó la presencia de sus amigos. Cinthia se dio vuelta dejando a Cande divertirse sola con la pija de Diego y se puso en cuatro dejandole la colita en pompa para tentarlo. La estrategia fue perfecta. Si bien Candela era tan buena como su hermana jugando con toda su boca en pos del placer, Diego no podía resistirse a la oferta que le hacía la otra melli
Se puso a la altura de ella y apenas sintió el roce de esos jóvenes y apretados labios de la conchita no pudo controlarse y la penetró con todo. Se quedó unos segundos disfrutando de esa caliente y mojada conchita en plenitud pero al instante comenzó a moverse con fuerza sacudiendo todo el cuerpito de su nena y haciendo sonar esas carnosas nalgas contra su cuerpo. Mientras hacía esto vio como sus amigos ya habían perdido el asombro.
Adrian se puso frente a Cande que se dio vuelta y le dedicó una sonrisa muy gatuna a su padre como buscando su aprobación y luego comenzó a recibir esa segunda pija en su boca.
- Tus nenas ya son un lujo para la verga Dieguito - le dijo Adrian mientras tomaba de la nuca a Cande y le hundía la verga hasta la garganta
- No se cuando se convirtieron en estas hembras viciosas pero son irresistibles - se aflojó Diego mientras aceleraba el ritmo excitado por el movimiento de esas caderas. Si bien ella no podía hablar al parecer se había calentado mucho con esa conversación
Justo al lado de ellos y como si quisiera mostrárselo, Cinthia se colocó en idéntica posición pero traía a Andres y a Pablo pajeandolos suavemente. Le tiró un beso al padre mientras los dos se acomodaban y en pocos segundos estaba con una pija en la boca y otra en la conchita. Todos estaban gozando en grande. Los gemidos de las chicas acallados de vergas que les llenaban la boca. El morbo de las hermanitas y sobre todo la participación de Diego habían hecho que esa inesperada orgía fuera cada vez más salvaje.
Los cuatro iban cambiando de lugares con solo intercambiar unas miradas y fueron pasando por la boca y conchita de las dos mellizas que dociles recibían las cuatro pijas incluyendo la de su padre sin chistar.
Mientras disfrutaba de la concha Cinthia y veía como esta se la chupaba a Pablo, en un grado de excitación superior, Diego mando un dedo a investigar por la raya de esa perfecta cola. Al llegar a destino notó algunos movimientos de su hija pero también como la humedad de adelante había ayudado ahí atrás. Su dedo entró completo y con esa imagen y una sonrisa de oreja a oreja le indicó a su amigo
- Agarrala bien de la nuca - Pablo obedeció y comenzó a notar los nervios de la pendeja. Diego se apuró a sacar la verga y moverla hasta ese deseado anito. La apoyó y para ese momento los movimientos de desesperación de Cin eran casi incontrolables. Pablo la sujetaba con fuerza de la nuca y sus palabras se atragantaban con la verga produciendo un sonido inentendible que solo sirvió para calentarlos más
Diego comenzó a entrar suavemente en ese apretado culo y los ojos de Cinthia se abrieron mas grandes que nunca. Su idea era gozarlo de a poco pero los gritos que hacía su hija lo calentaron mucho y la metió hasta los huevos provocando un grito mayúsculo que si no fuera por la pija de Pablo se hubiera escuchado en todo el edificio. El movimiento comenzó y mientras ese culo luchaba todavía, todos se quedaron hipnotizados viéndolos.
- Pensaste que podías ser tan putita y no te íbamos a romper el culo. Ahora vas a aprender!- le decía con toda la leche en la punta de la pija. Pablo también estaba muy caliente y se la metía en la boca a la misma velocidad que el movimiento de Diego. Los otros tres se habían quedado observando ese derroche de pasión. Bañado de sudor y rojo como un tomate Diego dio un grito orgásmico y explotó adentro de esa cola que los obsesionaba a todos.
Casi al mismo tiempo Pablo comenzó a acabar en la boca de la hija de su amigo. Los dos siguieron hasta depositar la última gota de semen en ese cuerpito ardiente. Cuando la soltaron una espesa mezcla de semen y saliva escapó de sus labios y un chorrito blanco resbaló entre sus piernas.
Pablo cayó desmayado en el sillón como si se le hubiera ido la vida en esa acabada. Mientras recorría su dilatada colita con sus la punta de sus dedos Cinthia miró a su hermana que seguía impactada por ese costado feroz de su papito y con toda la malicia en la mirada y una sonrisa protestó
- Claro a mi me rompen el culo nada más? No vale - Todas las miradas fueron a Cande que estaba arrodillada en el piso con Andres de un lado y Adrian del otro. Mientras la joven miraba a su padre haciendo que no con la cabeza, este último que estaba por demás satisfecho y levantó los hombros e hizo una cara de aprobación para sus amigos.
Con esta señal Adrian empujo de la espalda a Cande y acomodó su verga para romper ese culito que lo calentaba tanto
- Despacito please! - suplicó la resignada rubia
- Shh ahora hablan los grandes - le dijo Andres mientras la hacía tragar su pija
Adrian cumplió con su promesa de ser cuidadoso pero ese culo lo fue llevando de a poco a una culeada tan brutal como la que había recibido Cin.
- Quiero escucharte gritar con toda la boca - le dijo Andres y sacó su pija. Las exclamaciones de Cande sin nada que los atenúe fuertes y estremecedores.
La sonrisa en la cara de su hermana al oírlos era un detalle que ninguno apreció. Andres se tiró debajo de ellos y comenzó a entrar por la conchita. Al sentir dos pijas adentro los movimientos de Candela fueron aumentando en intensidad y velocidad. Estaba como poseída y eso despertó la pija del padre que se dispuso a ocupar esa boquita.
Cinthia miraba a los ojos a su hermana mientras esta recibía tres pijas a la vez. Los tres disfrutaban tanto que pronto los chorros de leche comenzaron a llenarla por los tres lados. Una cantidad obscena de la blanca y espesa sustancia desbordó de su sonrisa y también entre sus nalgas y piernas.
- Estas contenta? - le dijo a su hermana. Lo siguiente fue darle un beso con parte del semen de su padre que aún estaba en su boca. Esa imagen fue el broche de oro de una orgía inolvidable.
Antes de despedirse, los tres le prometieron a Diego silencio de tumba sobre lo que había pasado esa tarde y tras una breve charla se retiraron agradecidos por haber cumplido su fantasía. Las mellizas aprovecharon ese ratito para ir a lavarse la leche todavía caliente que tenían por todo el cuerpo. Diego estaba cerrando la puerta cuando el celular le sonó.
- Bueno gorda quedate tranquila - se lo escuchó responder
Las mellis ya vestidas con sus pijamas venían de la pieza
- Quién era papi? - preguntaron a coro
- Era su madre. Dice que no la esperemos a cenar.
Las dos se miraron sonriendo y luego lo fulminaron con la cara de trolitas que le hicieron.
- Ustedes me quieren matar, no? - les preguntó mientras risueñas lo llevaban una de cada mano al cuarto. Cande cerró la puerta con el talón mientras Cinthia se arrodillaba y a pesar de los sonidos eróticos, la colección de peluches de las mellizas fueron los únicos testigos de todo lo que pasó ahí adentro.
24 comentarios - Los angelitos de papá