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La tía Elena 6

Luego de su despedida pasaron casi 7 años que no tuve noticias de ella. Fue una época dura, me había enamorado de una mujer mayor, mi primera vez, y nunca la he olvidado.

Haciendo el cuento corto, salí del colegio y tuve la suerte de entrar a estudiar ingeniería en la Universidad de Santiago, y luego de estudiar tres años logré se ayudante de cátedra, en varios ramos, lo que me permitía tener dinero para costearme los gastos.

Mis viejos por su edad no me podían costear todo, bueno en Chile todo se paga incluso la educación superior, así que las ayudantías me ayudaban y también daba clases particulares casi siempre a chicas ricachonas que no entendían las materias.

Fue en una de esas tantas clases que una chica de la sala me era muy familiar, menuda, de senos pequeños y culito redondito, no podía recordar donde la había visto antes. No paso mucho tiempo para poder hablarle directamente, y el viejo truco de “yo te conozco de otra parte” funcionó a la perfección, su respuesta me dejo helado:

- Soy Alejandra, no recuerdas a mi mamá que se llama igual? Tú eras el sobrino regalón de tía Elena..

Debo haber abierto los ojos hasta las rodillas pues me quedó mirando muy divertida, terminada la clase la invite a un café y nos sentamos en los jardines, la universidad es muy grande y hay muchos lugares para conversar con privacidad.

Me comentó que estudiaba ingeniería en química y tenía unos ramos pendientes, justo los que yo daba como ayudante, pero eso no era lo que me interesaba, le pregunte por Elena, como estaba ella y donde vivía.

- Elena se caso 3 años después que se fue a La Serena, con un ricachón de la zona, y luego se fue a Santiago, desde esa época no he sabido nada de ella, pero de seguro su mamá (tía Alejandra) sabría como ubicarla.

Dudé en seguir preguntando, pensé que preguntar tanto podía herir susceptibilidades.
Bueno lo que son las cosas de la vida, en una de las fiestas de inicio de año me tope con Alejandra, ya con unas cervezas en el cuerpo la vi y me acerque a ella como si la conociera de toda la vida, se sorprendió al verme tan cercano pero después de un rato bailamos y conversamos bastante. Yo andaba con mi grupo y ella con el suyo, los dos sin movilización nos quedamos conversando hasta que amaneció y después la deje en el Metro (Transporte Subterráneo) y nada, me fui a mi casa.

El año paso muy rápido, en nos seguimos viendo en clases y en los pasillos, nada paso, ni un beso menos un polvo, le veía aún como aquella chica divertida cuando andábamos a caballo en La Serena, al llegar las vacaciones de fiestas patrias me invitó a su casa en La Serena, cosa que sin dudarlo acepte encantado.

Nos fuimos en bus, luego de varias horas, muchas menos que aquel famoso viaje con mis viejos y mi tía, llegamos a La Serena, no había vuelto a visitar ese lugar, ya estaba todo construido, edificios, y lleno de palmeras las avenidas principales. Su madre nos estaba esperando en el terminal y al vernos no me reconoció, Alejandra sólo le dijo que era su profe en la universidad, jajaja no daba para profe pero era algo para divertirse. Su padre había fallecido en un accidente así que vivían ellas solas en la tremenda casona, aun estaba todo igual como le recordaba, salvo que los jardines se extendían a la parcela de al lado que habían comprado hace poco. Construyeron varias cabañas para arrendar a los turistas en el verano, sobre todo argentinos que en enero llegaban en masa.

Tía Alejandra sin mediar detalles pensó que éramos pololos o novios, yo mire a Alejandra de forma inquisidora y sin que su madre se diera cuenta ella sólo levanto los hombros. Tía Alejandra le decía que por fin acepto su consejo de tener un hombre a su lado que la cuidara, que ellas estaban tan solas, etc etc. Bueno a mí me gustaba la chica pero para ser novios creo que era mucha distancia, y sin un beso ni una piscola jajajaja.

Salimos en la tarde a caballo e hicimos el mismo paseo de cuando éramos chicos, en una arboleda nos bajamos de los caballos y no costo demasiado besarnos, lo hacía muy bien, de la montura de su caballo saco una manta y cervezas heladas, algo para picar, cosa que me agrado bastante.

Conversamos y me pidió disculpas por su madre, que estaba así desde la muerte de su padre, me contó que cuando nos conocimos se había enamorado de mi, pero que yo ni me había enterado que ella existía, se notaba demasiado que estabas enamorado de tía Elena… trate de no tocar ese tema, nos tomamos las cervezas y recostados en la manta nos besamos, Alejandra era entradora, no perdía el tiempo y rápidamente me tenía de espaldas y con sus diminutas manos desabrocho los jeans y pelaba el forro de la verga, chupada como las diosas y la tuve que detener porque estuve a punto de eyacular en su boca.

Desde la arboleda se podía ver la bahía de La Serena y Coquimbo, el viento hacía sonar las ramas de los arboles, los caballos sueltos comían pastos a unos metros de nosotros y Alejandra montada sobre mi gemía cada vez que la penetraba hasta el fondo, era deliciosa, muy estrecha para mi gusto, pero ella lo disfrutaba a concho, sus pequeños senos duros me hacían surcos en el torso, y sus pezones me daban cosquillas, muy gratas cosquillas.

Tenía un coñito con una diminuta mata de pelos, con risos que brillaban por el sol, se sentó en mi pecho y me ofreció su coñito, diminuto, delicioso con un aroma suave, mi lengua se paseo rápidamente por sus labios, y nos costó mucho que tuviera su primer orgasmo, sus jugos corrieron por mis labios, era como una bebida energizante, mi verga a mil esperaba poder descargar su energía, trate de bajarla para que se volviera a sentar en mi verga pero ella no me dejo.

La mire perplejo, pero rápidamente ella bajo besándome el torso hasta tomar mi polla entre sus labios y se dio a la tarea de mamar, su boca era tan estrecha como su coñito y lo hacía delicioso, no me demoré en estar a mil y tomando su cabeza le empujaba la verga cada vez más adentro en su garganta, aguanto todo lo que le metí, sin reclamar, ella estaba como en transe chupando, y yo no aguante tanta dulzura de boca que me corrí como nunca, bueno en mi mente pensé unos segundos que era Elena, mi tía Elena, siempre aparecía cuando hacía el amor con alguna chica.

Como buena chica con sus labios saco cada gota de semen que encontró en mi verga y huevos y después de darme un beso se recostó junto a mi lado, estuvimos semidesnudos tomados de la mano, parece que desde ese minuto fuimos novios, o al menos ella lo sentía así. Los caballos pastaban casi al lado de nosotros, y así vimos la puesta de sol. Con un sol enrojecido nuestros rostros reflejaban el esfuerzo de hacer el amor y el cansancio de la tarde, volvimos caminando, tirando de los caballos, tía Alejandra estaba preocupada por la demora.

La semana de vacaciones pasó rápido, el sábado antes de retornar a Santiago, almorzamos los tres, y Alejandra le contó a la tía quien era yo:

- Mamá te acuerdas la vez que tía Elena vino a casa de vacaciones desde el sur?
- Si claro hija como olvidar que desde época se vino a vivir con nosotras.
- Mamá te acuerdas que ella andaba con un sobrino?
- Mmm poco me acuerdo de eso, a que viene ese recuerdo hija?
- Pero mamá si el chico era muy lindo, bueno ese chico es Armando, lo tienes sentado frente tuyo.

La tía Alejandra se puso blanca como el papel, y pareció sentarse en la silla, aunque ya estaba sentada, se quedo muda un momento, sólo me miraba y supongo trataba de recordar esa visita.

Saco palabras de buena crianza para recordarme y hablar de lo lindo que estaba, grande irreconocible y de la cantidad de años nunca se imaginó que podía ser él. Me preguntó si yo había visto a Elena, que ella ya se había casado muy bien, y que tenía una situación económica privilegiada, que se iba de vacaciones a Buenos Aires, Madrid, París, y que su marido se quería ir a vivir a Buenos Aires, etc etc. No volví a tener más datos de Elena, Alejandra nunca más tocó el tema ni yo me atreví a preguntar.

Bueno esa tarde tía Alejandra estuvo en silencio, hizo unas llamadas telefónicas y salió rumbo a la ciudad, a comprar cosas para el viaje de su hija según nos dijo.

Al otro día tomamos el bus y el viaje se hizo silencioso, Alejandra dormía a ratos me tenía abrazado, y desde el día que hicimos el amor en la arboleda no nos separamos por varios años.

Al finalizar el siguiente año tuvimos la ceremonia de graduación o egreso, que como estábamos en la misma facultad nos tocó al mismo tiempo, mis viejos viajaron especialmente para la ocasión y claro la tía Alejandra también llegó, habíamos más de 50 egresados en el salón principal, y estaba repleto de familiares y amigos. La ceremonia fue muy emotiva, mis viejos lloraban como niños felices de tener su primer profesional de la familia y claro yo orgulloso de sacar las mejores notas del grupo, con una oferta de trabajo muy buena en el bolsillo, me sentía en la cima del mundo, un huasito de campo dando pasos de plomo en el camino de la vida.

Luego de la ceremonia todos salimos a los patios de la facultad donde había un coctel, champagne, fotógrafos y muchos de mis amigos también egresados que nos saludamos y abrazamos, amigos que aún tengo y con los cuales muchas veces he trabajado. Entre tanto tumulto Alejandra no me soltaba la mano ni me perdía el rastro, yo conversaba con mi viejita que ya a sus años estaba muy cansada. Estábamos en eso cuando veo que Alejandra parada frente a mí abre los ojos, como si viera un ángel y da un tremendo grito:

- Tía Elena pudiste venirrrrrr

Al escuchar ese grito me temblaron las piernas, las manos me sudaban, no fui capaz de voltearme, Alejandra paso por mi costado como alma que se la lleva el viento, y sentí sus voz pronunciando el nombre de Alejandra, el corazón me latía a mil, y mi madre tomándome de la mano me hace girar para saludar a Elena, mi tía Elena.

Con la vista en el suelo me di media vuelta, y frente a mí, mi ángel, el desvelo de mi corazón destrozado tantos años atrás, Elena y su sonrisa amplia no me dejaba hablar ni pronunciar palabra, la mire sólo a sus ojos, eran sus mismos ojos del día que nos despedimos, sus pupilas dilatadas me miraban de arriba abajo, abriendo sus brazos se acerco a mí y me dio el mejor abrazo que he recibido en mi vida. Estaba como petrificado, me costó reaccionar y abrazarla suavemente, me dio besos en las mejillas, y de mis ojos brotaron pequeñas gotitas, pequeñas lagrimas que se escaparon de felicidad por volver a verla, a sentir sus abrazos y sobre todo su voz. Sus dedos rápidamente sacaron esas lágrimas para que nadie las notara:

- Armando estas convertido en todo un caballero, mira cómo has crecido, y lo fornido que estas…. Te quiero presentar a Nicolás, mi marido…

Alejandra no perdió tiempo y me tomo del brazo, y en breves momentos le contó todo lo que había pasado los últimos dos años, que nos pensábamos casar, e irnos juntos al norte a un trabajo muy bueno que Armando ya tenía..

Durante la ceremonia poco pudimos conversar, más habló Nicolás, su marido, nos contó que ya habían comprado casa a las afueras de Buenos Aires y que se iban en un mes a vivir allá, los negocios de la carne y la soya lo tenían con muchas ganancias y que la vida allá era muy fácil.

Una vez más, ya nada sería lo mismo…

Seguirá…

3 comentarios - La tía Elena 6

profezonasur
muy bien ingeniero.
CrazyUFO
amijo el autor del pos no es Makri haha
profezonasur
Ya lo creo, Macri no podría escribir algo tan Bueno.
robby13
Nunca olvidaré la vista de la bahía, allá abajo La Serena y a lo lejos Coquimbo. Un paisaje de ensueño...