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Andrea y Cornelio I

ANDREA Y CORNELIO
Episodio 01:
En el Cine.

¿Me creerían si les digo que conocí a mi novia mediante un correo del corazón?
Pues tendrán que creerlo porque así fue. Eran los años 80 y nos presentó un aviso de una revista (no existía internet). Ya hacía dos semanas que salíamos, pero sólo como amigos, se entiende. Estaba claro que íbamos a terminar noviando porque era evidente que nos gustábamos mucho. Por supuesto que para eso yo debía animarme a dar el primer paso y declararme, como el caballero que soy.
Había elegido para semejante evento el anonimato de una sala cinematográfica. Allí podría decirle a ella lo que sentía sin que me vea enrojecer.
Nos encontramos en el cine y ya de verla comencé a excitarme. Se llamaba Andrea y era una de esas chicas llamativas, sin prejuicios para mostrar su cuerpo algo exuberante. Se había vestido para impactarme, con botas negras de cuero hasta las rodillas y minifalda también negra, que me encantaba. Arriba estaba cubierta apenas con un top de lycra que contenía sus enormes tetas, pero por suerte Andre se había puesto también un chalequito negro que cada tanto la cubría un poco. A ojos de un inexperto parecería una terrible puta, pero ustedes ya verán que ella se había vestido así para conquistarme a mí.
Nos saludamos afectuosamente. Ver semejante mujer a mi lado me puso un poquitín nervioso. Se movía segura y sexy, atrayendo la mirada de todos sin importarle nada. Me sonrió contenta y me pregunté qué cosa sería la que nos atraía tanto a dos personas tan distintas. Al final, las viejas tienen razón cuando dicen que los polos opuestos se juntan.
Pasamos a la sala. Yo ya le había dicho a Andre que le iba a hacer una proposición importante y ella se había mostrado entusiasmada y receptiva, y habíamos acordado vernos primero en un cine para ablandar nervios (los míos, claro, ella ya me conocía bien.)
Era un sábado trasnoche y la película era una de esas eróticas y europeas, supuestamente "serias", que atraen tanto al público. Se me había ocurrido llevarla allí para ir entrándola en tema, pero no había contado con la cantidad impresionante de gente que había. La sala estaba llena. Completamente llena.
Como no podía ser de otra manera, y en línea con mi suerte habitual, nos tocó un asiento donde los espectadores de adelante eran altísimos. No podríamos ver bien la película cuando apagaran las luces; aunque aquella noche eso no era tan importante.
-Después me tenés que explicar por qué me trajiste a ver esta película, picarón... -me acusó divertida.
Iba a seguir hablándome pero nos interrumpieron. Era un muchacho joven y alto que se quedó de pie junto a nosotros, mirándonos. Estaba solo.
Se miraron con Andrea un segundo. El chico la devoró con la vista. Sin mostrar ningún tipo de prejuicios ni respeto por Andre o por mí, le clavó la mirada en los pechos que asomaban por el escote. Como estaba de pié, calculo que vio bastante. Incluso bastante más de lo que yo le vería por un tiempo.
Cuando Andre volvió su cabeza hacia mí, su rostro estaba sonriendo. Igual que el del muchacho.
-Están sentados en mi butaca... -concluyó él.
Miramos los números y comparamos. El boleto de Andre tenía la misma ubicación que la que tenía el flaco.
El problema era que en el cine no entraba un alfiler. No podíamos corrernos unos asientos ni podíamos cambiar de lugar.
El muchacho reclamó nuevamente su lugar y la situación se tornó embarazosa.
-Mirá... -atiné a decir. -Nosotros estamos en pareja y vos estás solo... Sería más fácil para vos conseguir un solo asiento.
Pero realmente no había, y el muchacho no aceptó.
Así la noche se me estaba arruinando y ya veía que Andre y yo nos íbamos a tener que ir de allí sin ver la película. La velada iba a comenzar mal.
Pero afortunadamente a mi futura novia se le ocurrió una solución.
-Y bueno, ya que los dos tenemos la misma butaca... -le sonrió de una forma que hasta entonces no le había visto nunca. -¿Por qué no nos sentamos los dos...?
No comprendí al principio.
-El se sienta en la butaca y yo me siento arriba de él... -me explicó mientras me guiñaba un ojo -Así vos no cargás con mi peso y yo estoy un poquito más alta para ver la película...
¡Genial!, pensé. El flaco iba a tener que soportarla encima durante dos horas, bancándose el peso y los pelos de ella; y esquivando a cada rato su cabeza para poder ver algo. Si el tipo aceptaba, Andre podría ver la película y quizá se erotizara un poco. Y eso me convenía aún más.
El muchacho sonrió lobunamente y Andre le devolvió la sonrisa. Había un toque de sadismo en ese cruce de miradas que yo no capté.
Apenas el flaco aprobó diciendo "bueno", se apagaron las luces.
Andre se puso de pie. Se bajó un poco la minifalda de cuero y se acomodó los pechos y el escote. Los puso más parados y el top dejó entrever el comienzo rozado de los pezones.
El flaco se sentó. No daba crédito a lo que estaba viviendo. Andre era una mujer escultural y estaba a punto de apoyar su estupenda cola sobre su bulto (porque en la zona de los genitales ya tenía un bulto enorme)
Andre se puso delante de él, aún de pié. Lo miró al chico a los ojos. El flaco se acomodó la pija dentro del pantalón con poco disimulo, pero como las luces ya estaban apagadas casi nadie lo advirtió. Andre comenzó a sentarse sobre él. Mientras bajaba, el flaco la tomó de los muslos y se ocupó de que la cola perfecta de la que sería mi futura esposa diera justo sobre su pija totalmente al palo.
Andre se sentó un poco exageradamente. Se inclinó tanto antes de sentarse que prácticamente le puso la cola sobre la cara. La minifalda de cuero se le levantó y dejó la mitad de los cachetes de su cola al aire. La tanguita de encaje blanca se le enterraba entre las nalgas y el flaco tenía todo aquello a escasos diez centímetros de su rostro.
Mientras comenzaban los títulos el flaco le apoyó sus manos en cada muslo.
Yo estaba mirando la pantalla y no podía darme cuenta. Cuando la película empezó, el flaco también. Movía los dedos suavemente, acariciándole los muslos y respirándole sobre el cuello. Las manos de él iban cada vez más atrás, buscando poco a poco aproximarse hacia la cola. Ya se estaban metiendo bajo la minifalda de cuero sin encontrar ningún tipo de oposición.
Subida al flaco, Andre podía ver bastante bien. A veces se le escapaban algunos diálogos del subtitulado y debía estirarse un poquito. La muy mimosa, cada vez que se estiraba se apoyaba en mí; lo que el flaquito aprovechaba para meterle alguna mano furtiva en la cola. Trataba de hacerlo disimuladamente pero cuando Andre se levantó cuatro o cinco veces, las manos del flaco comenzaron a quedarse más tiempo y a meterse más adentro. Terminó enterrándole el canto de la mano entre las nalgas y serruchando para alcanzar zonas más adelante. Cada vez que le metía la punta de un dedito en la puerta del ano, Andre me agarraba del brazo y me miraba contenta. Me sonreía de una forma rara y decía que la película la estaba poniendo un poquito excitada.
¡Y yo que pensaba que no estaba viendo la película! El flaco se movía debajo de ella cada vez con mayor insistencia e intensidad; y Andre me agarraba cada vez más seguido.
Las manos del flaco comenzaron a explorar otros terrenos. Por la cintura fueron subiendo lentamente hasta hallar la base de los pechos. Entraron por debajo y comenzaron a acariciar las tetas. Andre empezó a suspirar cada vez más fuerte. Otra mano del flaco seguía curioseando por debajo y ya estaba llegando a adelante. La tanguita de mi futura novia, esposa y madre de mis hijos se estaba mojando toda mientras me agarraba y me apretaba el brazo.
Cuando el flaquito le puso un dedo en la concha y comenzó a franelearla, Andre me apretó tan fuerte el brazo que me hizo girar hacia ella. La vi medio ida. Tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior.
-Andre, ¿qué te pasa...?
Andre se sorprendió como si la hubiese pescado "in fraganti" de algo. El flaco le besaba el cuello del otro lado, por detrás, y le manoseaba las tetas y los pezones, y abajo le estaba haciendo una paja fenomenal. Andre no sabía bien qué decirme. Tenía toda la intención de "engancharme" y formalizar conmigo y no me quería perder. Sólo atinó a decir:
-Es... es la película... -me miraba como quien espera que no le crean nada. -me excita mucho y... -el flaquito le había sacado los dedos de la concha y le estaba metiendo uno en el culo. -...y... me pongo... rara... -y agregó como para ver si yo por fin me animaba a tirarme el lance. -... me descontrolo y... soy capaz de hacer... cualquier cosa...
Lógicamente, eso me animó. Yo seguía siendo tímido hasta la estupidez, pero al menos le declararía mi amor.
-Andre, yo...
Había comenzado pero Andre justo se estaba acomodando. Se había levantado para ver un poco mejor y se había corrido la bombachita para un costado. La raya de las nalgas y la concha le quedaban expuestas a cualquier cosa. El flaquito ya se había bajado el cierre en un movimiento anterior y aprovechó que Andre se paró un poquito para sacar la pija dura y parada hacia afuera.
Andre comenzó a bajar. Se iba a sentar nuevamente sobre la falda del flaquito, pero el flaquito había antepuesto la verga antes que la falda, y entonces fue bajando mientras se abría disimuladamente las nalgas.
La penetración fue limpia, perfecta. Andre se enterró la verga hasta la base de un solo saque y se sentó. Lanzó un fuerte suspiro mientras me preguntaba:
-¿Qué... de...cías...?
-Decía que... -yo la miraba y miraba la pantalla a la vez. Tenía mucha vergüenza. -... bueno, que ya hace dos semanas que salimos...
El flaquito había puesto sus manos bajo las nalgas de Andre y se movía muy lentamente. La idea era disimular que se la estaba gozando. Andre sentía cómo la pija le rozaba por dentro y se le metía y le salía. Me veía a mí agarrándole la mano y a todo el mundo viendo la película y se excitaba.
-...dos semanas viéndonos y conociéndonos... -el flaco comenzaba a bombear con menos disimulo. Andre se perdía en el placer segundo a segundo y ya comenzaba a jadear. Una mano del flaquito fue a las tetas y le agarró los dos pechos llenos y parados. Los pezones duros se juntaban en sus manos excitándola más y más. -creo... -yo estaba encontrando las palabras justas mientras Andre encontraba la verga justa. La guacha largó mi brazo y se aferró con violencia a los muslos del flaquito. Yo seguía tímido y miraba a la pantalla.
Los movimientos del flaco ya eran categóricos. Los de Andre, también. El flaco la agarraba de la cintura, subiendo y bajando el cuerpo de ella en movimientos cortos, balanceándola al compás suyo como si hubiesen garchado toda la vida. Andre ya no disimulaba un carajo. Jadeaba como una endemoniada y se sacudía como si estuviese bailando. La pija le entraba y le salía limpia, y eso la ponía cada vez más caliente. Los que estaban detrás no se quejaban porque estaban demasiado entretenidos mirando. Y yo le hablaba sin apartar la vista de la pantalla.
-... quería decirte que... -a Andre se la estaban moviendo fenomenalmente. cada vez jadeaba más fuerte. -...que me parece que vos y yo... bueno...
-...¡Dale...! ¡Dale, por favor...! -exclamó Andre, que me animaba entre jadeos. ¡Qué dulce!
-... bueno, que me gustaría que nos pusiéramos... ¡ejem! ...de novios...
-¡Más fuerte! ¡Más fuerte, hijo de puta! -Andre se movía ya salvajemente. El flaco casi no aguantaba más. Podía irse en cualquier momento.
-¿Mas fuerte? ¿Querés que grite nuestro amor...?
El flaco sacó la pija. Con una mano levantó la cola de Andre.
-¡Quiero que seamos novios! -grité, como en las películas.
Pero Andre me sorprendió:
-No... No seas hijo de puta... -el flaquito le estaba apoyando la punta de la pija en la puerta misma del ano. Y el ano de Andre estaba excitado y dilatado, y húmedo de sexo y de sudor.
-¿No...? -me desilusioné. Justo iba a darme vuelta para verle la cara pero la negativa me puso más tímido aún. Seguí sobre la pantalla.
El flaco empujó la verga un poquitito. La cabeza se le metió lentamente.
-¡A-h...! -un quejido seco, cortado. Andre me estaba volviendo loco.
La pija comenzó a entrar lenta pero sin pausa. Andre abría la boca y lanzaba un quejido ahogado. La pija se le estaba metiendo de a poco.
-¡Ahhh...! ¡Hijo... de puta...! ¡Oh...!
-Bueno, no es para tanto... Si no querés salir conmigo...
El flaco dejó de empujar. Andre comenzó a bajar solita, enterrándosela a la misma velocidad que venía el flaco. La pija le iba entrando y ya había pasado la mitad y amenazaba con ir hasta la base.
-¡Sí...! -dijo Andre. Y me sorprendí.
-¿Qué?
Se estaba metiendo la pija hasta el fondo. La muy hija de puta tenía la verga casi hasta la base y gozaba como una yegua.
-¡Sí...! Sí... sí... -repetía.
Fue como si yo volviese a vivir. Andre me estaba aceptando.
-¿Entonces... somos novios...?
Andre tenía los ojos cerrados pero el culo bien abierto. Y se lo estaban abriendo más. Se había tragado la pija hasta la base prácticamente sin chistar. El flaco estaba en el cielo. Comenzó a sacarla lentamente sólo para volver a enterrársela de nuevo. Andre deliraba. La enorme pija se la estaba serruchando de ida y vuelta y bombeándola como Dios manda.
-¡Sí...! ¡Sí... ¡Sí... ¡SIII...!
Entonces me di vuelta para darle un beso y la vi. Había nada de luz así que se veía mal. Parecía moverse rítmicamente hacia arriba y hacia abajo, siempre sentada y con la boca entreabierta. El flaco de abajo parecía estar moviéndosela o algo parecido. Andre tenía los ojos cerrados y el top de lycra desencajado y corrido, los pezones rojos y duros afuera y una mano del flaco manoseándoselos sin parar un segundo.
-¡Andre! -le dije sonriendo, a esta altura más de nervios que de contento.
Recién allí abrió los ojos. Me agarró del brazo y me besó. No pude ver qué estaban haciendo. Ni ella ni el flaco. Tampoco quise averiguarlo demasiado. Había conseguido una novia espectacular y eso era lo único que valía.
El beso fue algo raro. Ella no me soltaba ni un segundo, como si no quisiese que yo volviera a mi posición habitual, y además se movía de una forma sumamente extraña. Seguía subiendo y bajando a un ritmo cada vez mayor y jadeaba como una descocida, pero no dejaba de besarme.
Yo estaba en la gloria. Había por fin conseguido que una mujer me diese bola. ¡Y qué mujer! El único aparente problema era que tenía la sensación de que se la estaban moviendo. Claro que todo aquello debía tener una explicación...
La besé con más fuerzas. Si estaba haciendo algo raro ya tendría tiempo de explicarme todo. Y si no me explicaba nada, tendría sus razones. Yo lo único que quería era ponerme de novio con Andre y nada ni nadie me lo iban a impedir.
Pero debí enfrentar una nueva prueba.
Andre dejó de besarme y me miró a los ojos. No dejaba de hamacarse mientras el flaco le daba desde abajo. Mi cara debió ser patética. Andre se dio cuenta de que yo me daba cuenta. Sonrió entre guacha y dulce y me agarró las mejillas.
-Ahora... somos novios... -la pija del flaco le entraba y salía del culo arrancándole gemidos ahogados con cada sacudida. -... lo único... que te... voy a pedir... -el flaquito hurgaba entre las tetas. Las manos iban y venían y le pajeaba los pezones. -...es que... en la intimidad... -Andre se relamía y se pasaba la lengua por los labios. -... me dejes... llamarte... "cornudito"...
Me quedé mudo. Me llamaba (y llamo) Cornelio, así que seguramente ella quería nombrarme cariñosamente por el disminutivo, y por cabecita de novia se confundió y le salió "cornudito". La miré de pies a cabeza. ¡Lo que tenía de hermosa lo tenía de distraída! Era tan linda y buenita, y tenía un cuerpo tan voluptuoso... que pasaron por mi cabeza las mil cosas que podría hacer con ella. -...¿me vas a dar ese gusto, cornudito...? -era evidente que ella ya sabía mi respuesta. -...¿sí, mi amor...?
¿Qué podía decir?
El flaco le acabó adentro mientras yo tartamudeaba un tímido "sí". Andre comenzó a moverse frenéticamente hacia arriba y abajo sin importarle un carajo lo que yo había dicho. Estaba cabalgándoselo y acabando por el culo mientras le tomaba la mano a su flamante novio. Estaba en el cielo.

Nos levantamos del cine a la mitad de la película. Andre, yo y, detrás nuestro, el flaco. Al flaco no volvimos a verlo jamás; y de hecho, huyó en cuento atravesó la puerta. Mejor, pensé. No sabría cómo mirarlo. Andre se fue al baño y yo la esperé en el hall. Supuse que luego de todo aquello iríamos a un hotel por horas.
-¿Estás loco? -me dijo entre sorprendida y ofendida. -No pensarás que soy una de esas... -yo no entendía del todo. Si bien nunca había cogido con ninguna mina, sabía por mis amigos que a las mujeres se las llevaba a un hotel para hacer el amor. -No te enojes, mi vida... Pero... quiero permanecer virgen hasta el matrimonio...
Me desmoroné. De todas las minas de Buenos Aires justo me había enganchado con una virgen... ¡Qué suerte la mía...!
Y bueno, debería esperar un poco. Después de todo, cuando nos casáramos y la agarrara en la noche de bodas... ¡qué bien la iba a pasar!

1 comentarios - Andrea y Cornelio I

pingolino
Jajajaja.... genial tu relato!! Muy divertido!! Jaja