Hola! nuevamente gracias a todos por sus puntos, los comentarios, los mensajes y los seguidores, que me inspiran a seguir dándole a esta historia llena de situaciones calientes y morbosas. Algo me dice que a todos les gustaría vivir una aventura como esta jejé.
Les traigo la continuación. En el próximo post les colgaré algunas fotos calientitas. por lo pronto, disfruten 🙂
La pequeña fiestecilla que Laura y yo nos habíamos montado con Axel duró un poco más. Después de que el semen de mi novio bañara la cara y la boca de mi hermana, le tomó sólo un par de minutos para que su polla volviera a estar lista para ser devorada. Esta vez tuve una mejor idea, y fui corriendo a la cocina para buscar algo de leche condensada.
Al volver, Laura por si sola le estaba pegando una buena mamada a Axel, que a juzgar por la expresión de su cara estaba justo en el paraíso. Incluso parecía más excitado que cuando ea yo quien le hacía sexo oral.
Me acerqué a Laura y tuve que insistirle un poquito para que se soltara de la verga. Cuando lo hizo, le di un beso en la boca para sentir el sabor todavía del semen pegada a ella. A continuación vacié un poco de leche condensada desde la punta del glande hasta por debajo de la base.
—Lame ahora —le dije a Laura y ella se metió el pene del chico a la boca. El sabor de la leche condensada fue como un aderezo justo, porque la chica empezó a saborear de veras el arte de la felación.
Dejé con ella la botellita de leche para que se divirtiera y subí al sofá para besar a Axel. Nuestras lenguas juguetearon y me costaba callarle los gemidos que le producía mi hermana.
—Creo que… lo hace mejor que tú, Kim.
—Pues parece que le he enseñado bien —bromeé y le eché un vistazo a Laura, que en ese momento lamía los huevos del muchacho.
—Quiero metésela a Laura —me susurró al oído, y por alguna razón, esa propuesta no me gustó demasiado. Una cosa era darle a mi hermana para que probara y una muy diferente dejar que él le metiera ese trozo de carne en su pequeña raja. Además, no estaba segura de si Laura quería y aunque lo estuviera, una parte de mí no estaría de acuerdo.
—No, señor.
—¿Por qué no? Mira cómo lo hace. Ahh, Dios. Me está mordiendo.
—Laura es muy juguetona.
—Me vengo… aquí viene.
—Laura —le avisé y ella sonrió. Cubrió todo el pene con su boca y cerró dulcemente los ojos mientras Axel descargaba una segunda oleada de semen dentro de ella.
Literalmente Axel quedó fulminado. Apenas mi hermana dejó su miembro en paz, mi novio se quedó con una expresión tan agotada como si acaraban de follarle durante más de dos horas. Su respiración estaba agitada, le temblaba el cuerpo.
—Vaya, lo dejaste muerto —le sonreí a mi hermanita y ella respondió mi gesto.
—Me duele —dijo Axel, y era comprensible porque, tal y como me pasó a mi cuando me comí mi primera verga, era una sensación tan placentera que daban ganas de arrancarle un pedazo.
Laurita se limpió la boca y volvió a colocarse su batita sexy. Se veía mejor con ella que desnuda, aunque hacía mucho que no la veía sin nada. Sus pequeñas braguitas de encaje y sus piernas torneadas lucían espectaculares. Algo en su mirada había cambiado, como si de repente ya no fuera la misma.
Desde ese momento nos pusimos a ver la televisión como si nada hubiera pasado. Yo me quedé sin mi blusa y con mis cacheteros. Laura con su batita era lo más sexy. Axel se estaba durmiendo debido a la sobrecarga de endorfinas en la que su cerebro nadaba después de su primera experiencia con dos chicas.
No paraba de ver a mi hermana, de lanzarle besito y todo. Laura se ruborizaba como si hubiera hecho una travesura y que la volvería a hacer si se diera el caso.
Cuando él se fue, Laura y yo nos fuimos a dar un baño para quitarnos lo pegajoso del cuerpo. Hacia tanto que no me bañaba con mi hermana que ver su cuerpecito fue algo digno de admiración. Cada curva de ella era perfecta, desde sus piernas hasta sus nalgas.
Me acosté en la tina y ella se acostó de espaldas a mí, de tal manera que mis tetas jabonosas se frotaban con su espalda. Yo la rodeé por el vientre y le di un besito en la cabeza.
—¿Y qué te pareció? —le pregunté.
—¿Cuando lo volvemos a hacer? —su risa era encantadora. Tenía ganas de devorarla en ese momento.
—Cuando Axel tenga un rato libre. ¿Sabías que te la quería meter?
—Si lo hacía me iba a quedar embarazada.
—No precisamente, pero no le dejé. Sólo cuando tú quieras puedes dejar que un hombre te la meta.
—De acuerdo —dijo sin mucho interés.
—No hace falta decirte que todo esto es un secreto. Si mamá se entera nos matará a las dos. Especialmente a mí, así que no le vayas a decir.
—¿Qué cosa? ¿Que me tragué casi un litro de semen?
Ambas nos reímos.
—¿Sabes? Desde este momento ya no eres una inocente para mí. Eres toda una mamadora.
—¿De verdad?
—Sí, porque sólo las comelonas hacen lo que tu hiciste.
—Me encantó.
—Así debe ser. Bueno, vamos a vestirnos y le llamaré a mamá. Ya se tardó.
Mamá llegó un rato después a bordo del coche de Lorena y traía en su rostro una sonrisa de felicidad. Estaba de tan buen humor que apenas me vio me dio un abrazo y fue cuando sentí que su aliento tenía un leve aroma a alcohol.
—¿Has estado bebiendo?
—No. Bueno… tal vez. ¿En dónde está Laura?
—En su cuarto jugando con su laptop.
—¿Ya cenaron? Me muero de hambre. Iré a darme un baño.
—Te preparé algo para cenar. Ve y no te vayas a caer de las escaleras.
Medio tambaleándose, mamá subió al cuarto de baño.
Era tan raro verla ebria. Siempre me decía que no me llevara con el alcohol, y que si lo iba a hacer, debía tener siempre una medida para evitar que algo malo pasara. De repente me sentí yo como la mamá.
—--------------—Karen—---------------
La cabeza me daba algo de vueltas, pero me alegraba estar en casa con mis chicas. Lo que sucedió con Lorena fue algo espectacular, pues ningún otro hombre me había follado con la misma ternura y brusquedad que ella. Si tuve más de un orgasmo, no lo sé, porque al primero ya estaba en el paraíso. Ni siquiera con mi consolador favorito podía igualar el efecto de una lengua recorriéndome por todos lados.
Bajo la ducha fue cuando recuperé parte del juicio, y pensé que al hacerlo, me iba a dar cuenta de que todo había sido un error, pero no. Más bien mi mente se aclaró y me di cuenta de que si tenía a Lorena dispuesta a aceptarme en su cama, entonces no iba a necesitar a Daniel.
Maldición ¿a caso eso significaba que me estaba volviendo lesbiana? Esperaba que no fuera así, porque mis hijas iban a quedar traumatizadas si supieran que a su madre le encantan las vaginas. Bueno, al menos la de Lorena. O tal vez me podría considera bisexual ¿verdad?
Era pronto para tener conclusiones.
Tenía bastante calor así que sólo me puse una blusa de tirantes sin nada más debajo. Me cubría hasta la mitad de las piernas, así que estaba bien que no llevara ropa interior.
Bajé a la sala para cenar y vi que Laura y Kim estaban allí esperándome. Mis hijas estaban hermosas, cada una tenía lo suyo. Laura con su inocencia y Kim con la sensualidad de sus ojos y su piel acanelada. Tenía que sentirme orgullosa porque después de todo ellas eran mi todo, y a partir de los consejos de Lorena, mi relación con ellas estaba mejorando.
Le di un beso en el cuello a Laura y nos sentamos a comer. Pregunté por Daniel y al parecer no tenía planes de volver pronto. El hombre estaba exagerando, o tal vez había sido demasiada la vergüenza que prefería correr. Pues bien, qué cobarde
.
No fue hasta poco más de las diez de la noche que él volvió. Se le veía cansado y cuando entró a la cocina, hubo un silencio incómodo entre él y yo. Sin embargo no duró mucho. Dejó el maletín, sonrió y se aproximó para besarme con una pasión que antes no estaba allí.
Yo le dejé hacerlo. Sus manos me tocaron el trasero y descubrieron que debajo de mi camisa de tirantes no llevaba nada. Eso le hizo sonreír. Me tomó de las caderas y me subió a la mesa.
—No, espera… —dije entre risas mientras él me separaba las piernas y me cubría el coño con la boca. Su lengua fue magistral y en ese momento ya no lo soporté. Íbamos a repetir lo de anoche.
Lo llevé a mi cuarto enseguida. Esta vez planeaba hacer las cosas bien. Comprobé que la puerta tenía llave y acto seguido, él se despojó de los pantalones y del resto de la ropa. Yo me quité la camisa y apenas estuvimos desnudos, nos tiramos a la cama.
A la mañana siguiente desperté con un dolor en la espalda, y no era debido a las grandiosas embestidas de la polla de Daniel, sino que, durante el acto, estúpidamente me había caído de la cama. Esperaba que no fuera nada grave porque no quería tener que faltar al trabajo y parecer una inválida.
—No vayas a trabajar hoy, Karen.
—No digas tonterías. Tengo que ir.
Tenía que hacerlo realmente, pero lo cierto es que no quería. Ansiaba quedarme en casa follando con él toda la mañana. Le di de besos en la boca. Sus manos me abrazaron y acariciaron la piel de mi espalda y sentí que su miembro comenzaba a palpitar.
No había nada mejor que un mañanero para despertar, y al ver su verga rígida, supe que no podía marcharme sin antes darle una buena mamada de buenos días.
--------------------—Kim—---------------
Casi no había podido dormir, y todo era culpa de mamá, cuyos gemidos de placer traspasaban las paredes. Lo único bueno es que no teníamos clases, así que podía dormir toda la mañana si se me antojaba.
Salí de mi cuarto con mis pequeños boxers rosas y una blusa que apenas me cubría el pecho. Planeaba tomarme un poco de café con leche antes de comenzar el día viendo televisión, pero justo al pasar por las escaleras mi madre y Daniel salieron del cuarto. Ella iba vestida con la misma camisa de tirantes a media pierna y él, bueno, con el torso desnudo y sus boxers. No pude evitar que mi mirada se fuera al tremendo paquetote que se alzaba por debajo de la tela, y comprendí por qué había hecho gritar a mi madre.
—¿Kim? ¿Vas a preparar el desayuno? —no le prestó atención a mi escasa ropa. Su sonrisa de labios rojos se veía radiante.
—Sí. Te vez feliz —le dije con una sonrisa y un guiño de ojo.
Ella se ruborizó.
—¿De verdad?
—Sí. Hasta mi cuarto se escuchaban sus “oh, sí, más”.
En vez de amonestarme como siempre, mamá se rió. Daniel la abrazó por el costado, untando su miembro en la pierna de ella.
—Daniel ha dicho que se va a quedar conmigo.
—Tu mamá es una buena amiga. No sé si haya un lugar mejor que este.
—Oh, claro. Eres bienvenido. ¿Cuándo es la boda?
—¡Kim! Nada de boda.
—Todavía —bromeó y se dieron un beso.
Al final mamá no fue a trabajar. Se quedó en casa, encerrada con Daniel durante toda la mañana, mientras que yo tuve la necesidad de salir a dar una vuelta. Quise llevarme a Laura, pero ella prefirió quedarse en casa.
Llamé a Axel para ver si podíamos concertar una cita, pero de nuevo recibí una negativa de su parte ya que tenía que devolver el tiempo que usó para venir a verme ayer.
Así pues, no tenía ningún lugar al que ir, y me dediqué a vagear por el vecindario. Era una tarde fría, nublada y con la promesa de lluvia. No había mucha gente en la calle, así que me sentía como si fuera la única mujer del mundo.
Casi sin darme cuenta había llegado hasta la casa de Lorena, y recordé el día de la piscina y lo cerca que había estado de enrollarme con Holy
Si estaba con sus padres no iba a poder hacer nada, pero al menos me serviría para pasar el rato. Además, Lorena y mamá se llevaban tan bien que yo era algo así como la hija compartida de ambas, y francamente era mejor estar en su casa que en la mía, poniéndome caliente con los gemidos de mi madre.
Toqué el timbre y esperé. Lorena fue la que me abrió, y su rostro mostraba excitación y fatiga. También tenía rubor en las mejillas.
—¿Kim? ¿Qué haces aquí?
—Sólo venía a dar un paseo ¿estás ocupada? ¿Tú tampoco fuiste al trabajo?
—No, yo estoy de permiso. ¿Qué se te ofrece?
—Nada. Si estás ocupada te dejo.
—No. Nada de eso. Pasa. No podría dejar a la hija de Karen así como así.
Entré. Lorena vestía unos shorts pegadísimos a su cuerpo, y una blusa casi transparente sin sostén. Estaba sudada, como si hubiera hecho algo de ejercicio.
—¿Limpiando la casa?
—No… no exactamente. Bueno, espera aquí. Subiré un momento.
Me sentía incómoda al pensar que tal vez interrumpí algo importante. Lorena se marchó subiendo las escaleras y yo me senté en el sofá a esperar a que volviera para decirle que lamentaba la interrupción y que me debía de ir.
De repente alguien me puso las manos en los ojos.
—¿Quien soy?
—¿Holy?
Era ella. La chica que estaba detrás de mí. Cuando me di la vuelta para verla, me sorprendí de que no llevara ropa encima, a excepción de sus pequeñas bragas. Sus tetas resaltaban, tiernos y firmes.
—¿Qué haces vestida así?
—Mis papás y yo estábamos…
—¡Holy! ¡Ve a vestirte! —gritó la mamá de la chica. Holy arqueó una ceja.
—Pero… si Kim sabe qué estábamos haciendo.
—¿Y qué estaban haciendo en realidad?
—Esto —soltó Holy y corrió hacia su mamá para hundir su rostro entre ese monumental par de tetas.
Lorena quiso apartarse de la chica, pero en su risa vi que sólo estaba jugando. De pronto Holy alzó la blusa transparente de la mujer y se metió un pezón a la boca.
—¿Quieres venir a jugar? —me preguntó la muchachita.
—¿Eh?
—¡Holy! Basta…
Me levanté del sofá algo mareada. ¿Qué demonios estaba sucediendo? ¿A caso Lorena… y su hija…?
—Escucha, Kim. Esto es…
—¿Tienes juegos sexuales con tu chica?
—Pues… sí.
—¡Únetenos! —insistió Holy.
—Hija, deja de decir esas cosas. ¡Ay! No me muerdas…
—Está bien —dije sin poder creerme esas palabras. Algo dentro de mi cabeza debía de estar mal.
Incluso Lorena se sorprendió de esa respuesta.
—¿No hablarás en serio?
—Bueno… —me pregunté si debía decirle que yo había tenido juegos sexuales con mi propia hermana, pero por alguna razón no lo consideré pertinente.
Diez minutos después la familia de Holy estaba conmigo en la sala. Los padres de la chica se veían algo entusiasmados ante la idea de que podrían incluirme en sus juegos, y a decir verdad, también a mí me parecía excitante.
—Tú mamá ya lo sabe, Kim —añadió Lorena.
No entendía porqué estaban tan nerviosos. Después de todo, a distancia se veía que Holy consentía que sus padres la toquetearan, y si era consensuado, no había nada de qué temer. Lo que me sorprendía es que mi madre lo supiera y siguiese llevándose con Lorena. ¿Podría ser que mi mamá, dentro de su moral y sentido común, estuviese de acuerdo con esto?
Al final acabaron aceptando que me uniera a ellos con la intensión de no decir nada sobre el asunto, ni siquiera a mi madre. La verdad es que no tendría por qué saberlo.
—Y bueno… ¿en qué estaban?
Los padres de Holy se miraron con picardía.
—Estábamos comenzando aún. Si te nos quieres unir, debemos estar seguros de que puedes jugar a nuestro ritmo —dijo Jonathan y acto seguido se paró delante de mí. Su pene, cubierto por su short, quedó a la altura de mi cara y se podía ver el bulto levantándose.
Miré a Lorena y ella asintió.
—Bien, aquí voy.
Esa era la prueba. Me sentía nerviosa, con el pecho latiéndome a mil por hora. Bajé los shorts de Jonathan y su miembro quedó al aire, erecto y totalmente cundido de venas. Se veía apetecible, tanto como el de Axel.
Tragué saliva. Puse las manos en sus caderas y tomé la verga del papá de Holy con mi boca. El hombre de inmediato comenzó a gemir. Hundió sus dedos en mi cabello y movió su cadera de tal forma que parecía estar penetrándome la boca.
En el otro sofá vi que Lorena y Holy comenzaban a besarse. Las manos de la chica pellizcaban los pezones de su madre, y esta le acariciaba la espalda, las piernas y le quitaba el resto de la ropa hasta dejarla totalmente desnuda. No vi más porque Jonathan me hizo volver a mi trabajo.
Después hubo un intercambio. Jonathan alejó su verga de mí y llamó a su hija. Holy acudió de inmediato y se arrodilló para pegarle tremenda mamada a su padre. Contemplar esa escena hizo que me mojara, y empecé a desvestirme con ayuda de Lorena.
En el momento en que mis tetas se quedaron libres del confinamiento de mi sostén, Holy abandonó el miembro de su papá y hundió su dulce carita en mi canalillo. Sus manos me apretaron los pezones y yo acudí a frotar mis manos en sus caderas, sus nalgas y finalmente buscando su rajita.
Del otro lado, Jonathan se sentó en el sillón y Lorena se le subió encima hasta acomodarse y luego, bajando lentamente, dejó que ese enorme falo de carne la penetrara en toda su extensión. Escuchar el gemido de la mujer fue excitante y giré a Holy para que viera lo que le estaban haciendo a su mamá.
La chica sonrió y corrió a unirse a la diversión. Se arrodilló justo entre las piernas de su padre y empezó a lamerle las bolas con entusiasmo. Encima de ella, su madre gemía por el placer de estar siendo penetrada. Y yo, en el sofá, sonreía porque al fin había encontrado algo que hacer en esta tarde de lluvia y frío.
*******
Esa fue, la tarde apenas acaba de comenzar para Kim, esperemos que todo le marche bien a esta caliente hermana.
Les traigo la continuación. En el próximo post les colgaré algunas fotos calientitas. por lo pronto, disfruten 🙂
La pequeña fiestecilla que Laura y yo nos habíamos montado con Axel duró un poco más. Después de que el semen de mi novio bañara la cara y la boca de mi hermana, le tomó sólo un par de minutos para que su polla volviera a estar lista para ser devorada. Esta vez tuve una mejor idea, y fui corriendo a la cocina para buscar algo de leche condensada.
Al volver, Laura por si sola le estaba pegando una buena mamada a Axel, que a juzgar por la expresión de su cara estaba justo en el paraíso. Incluso parecía más excitado que cuando ea yo quien le hacía sexo oral.
Me acerqué a Laura y tuve que insistirle un poquito para que se soltara de la verga. Cuando lo hizo, le di un beso en la boca para sentir el sabor todavía del semen pegada a ella. A continuación vacié un poco de leche condensada desde la punta del glande hasta por debajo de la base.
—Lame ahora —le dije a Laura y ella se metió el pene del chico a la boca. El sabor de la leche condensada fue como un aderezo justo, porque la chica empezó a saborear de veras el arte de la felación.
Dejé con ella la botellita de leche para que se divirtiera y subí al sofá para besar a Axel. Nuestras lenguas juguetearon y me costaba callarle los gemidos que le producía mi hermana.
—Creo que… lo hace mejor que tú, Kim.
—Pues parece que le he enseñado bien —bromeé y le eché un vistazo a Laura, que en ese momento lamía los huevos del muchacho.
—Quiero metésela a Laura —me susurró al oído, y por alguna razón, esa propuesta no me gustó demasiado. Una cosa era darle a mi hermana para que probara y una muy diferente dejar que él le metiera ese trozo de carne en su pequeña raja. Además, no estaba segura de si Laura quería y aunque lo estuviera, una parte de mí no estaría de acuerdo.
—No, señor.
—¿Por qué no? Mira cómo lo hace. Ahh, Dios. Me está mordiendo.
—Laura es muy juguetona.
—Me vengo… aquí viene.
—Laura —le avisé y ella sonrió. Cubrió todo el pene con su boca y cerró dulcemente los ojos mientras Axel descargaba una segunda oleada de semen dentro de ella.
Literalmente Axel quedó fulminado. Apenas mi hermana dejó su miembro en paz, mi novio se quedó con una expresión tan agotada como si acaraban de follarle durante más de dos horas. Su respiración estaba agitada, le temblaba el cuerpo.
—Vaya, lo dejaste muerto —le sonreí a mi hermanita y ella respondió mi gesto.
—Me duele —dijo Axel, y era comprensible porque, tal y como me pasó a mi cuando me comí mi primera verga, era una sensación tan placentera que daban ganas de arrancarle un pedazo.
Laurita se limpió la boca y volvió a colocarse su batita sexy. Se veía mejor con ella que desnuda, aunque hacía mucho que no la veía sin nada. Sus pequeñas braguitas de encaje y sus piernas torneadas lucían espectaculares. Algo en su mirada había cambiado, como si de repente ya no fuera la misma.
Desde ese momento nos pusimos a ver la televisión como si nada hubiera pasado. Yo me quedé sin mi blusa y con mis cacheteros. Laura con su batita era lo más sexy. Axel se estaba durmiendo debido a la sobrecarga de endorfinas en la que su cerebro nadaba después de su primera experiencia con dos chicas.
No paraba de ver a mi hermana, de lanzarle besito y todo. Laura se ruborizaba como si hubiera hecho una travesura y que la volvería a hacer si se diera el caso.
Cuando él se fue, Laura y yo nos fuimos a dar un baño para quitarnos lo pegajoso del cuerpo. Hacia tanto que no me bañaba con mi hermana que ver su cuerpecito fue algo digno de admiración. Cada curva de ella era perfecta, desde sus piernas hasta sus nalgas.
Me acosté en la tina y ella se acostó de espaldas a mí, de tal manera que mis tetas jabonosas se frotaban con su espalda. Yo la rodeé por el vientre y le di un besito en la cabeza.
—¿Y qué te pareció? —le pregunté.
—¿Cuando lo volvemos a hacer? —su risa era encantadora. Tenía ganas de devorarla en ese momento.
—Cuando Axel tenga un rato libre. ¿Sabías que te la quería meter?
—Si lo hacía me iba a quedar embarazada.
—No precisamente, pero no le dejé. Sólo cuando tú quieras puedes dejar que un hombre te la meta.
—De acuerdo —dijo sin mucho interés.
—No hace falta decirte que todo esto es un secreto. Si mamá se entera nos matará a las dos. Especialmente a mí, así que no le vayas a decir.
—¿Qué cosa? ¿Que me tragué casi un litro de semen?
Ambas nos reímos.
—¿Sabes? Desde este momento ya no eres una inocente para mí. Eres toda una mamadora.
—¿De verdad?
—Sí, porque sólo las comelonas hacen lo que tu hiciste.
—Me encantó.
—Así debe ser. Bueno, vamos a vestirnos y le llamaré a mamá. Ya se tardó.
Mamá llegó un rato después a bordo del coche de Lorena y traía en su rostro una sonrisa de felicidad. Estaba de tan buen humor que apenas me vio me dio un abrazo y fue cuando sentí que su aliento tenía un leve aroma a alcohol.
—¿Has estado bebiendo?
—No. Bueno… tal vez. ¿En dónde está Laura?
—En su cuarto jugando con su laptop.
—¿Ya cenaron? Me muero de hambre. Iré a darme un baño.
—Te preparé algo para cenar. Ve y no te vayas a caer de las escaleras.
Medio tambaleándose, mamá subió al cuarto de baño.
Era tan raro verla ebria. Siempre me decía que no me llevara con el alcohol, y que si lo iba a hacer, debía tener siempre una medida para evitar que algo malo pasara. De repente me sentí yo como la mamá.
—--------------—Karen—---------------
La cabeza me daba algo de vueltas, pero me alegraba estar en casa con mis chicas. Lo que sucedió con Lorena fue algo espectacular, pues ningún otro hombre me había follado con la misma ternura y brusquedad que ella. Si tuve más de un orgasmo, no lo sé, porque al primero ya estaba en el paraíso. Ni siquiera con mi consolador favorito podía igualar el efecto de una lengua recorriéndome por todos lados.
Bajo la ducha fue cuando recuperé parte del juicio, y pensé que al hacerlo, me iba a dar cuenta de que todo había sido un error, pero no. Más bien mi mente se aclaró y me di cuenta de que si tenía a Lorena dispuesta a aceptarme en su cama, entonces no iba a necesitar a Daniel.
Maldición ¿a caso eso significaba que me estaba volviendo lesbiana? Esperaba que no fuera así, porque mis hijas iban a quedar traumatizadas si supieran que a su madre le encantan las vaginas. Bueno, al menos la de Lorena. O tal vez me podría considera bisexual ¿verdad?
Era pronto para tener conclusiones.
Tenía bastante calor así que sólo me puse una blusa de tirantes sin nada más debajo. Me cubría hasta la mitad de las piernas, así que estaba bien que no llevara ropa interior.
Bajé a la sala para cenar y vi que Laura y Kim estaban allí esperándome. Mis hijas estaban hermosas, cada una tenía lo suyo. Laura con su inocencia y Kim con la sensualidad de sus ojos y su piel acanelada. Tenía que sentirme orgullosa porque después de todo ellas eran mi todo, y a partir de los consejos de Lorena, mi relación con ellas estaba mejorando.
Le di un beso en el cuello a Laura y nos sentamos a comer. Pregunté por Daniel y al parecer no tenía planes de volver pronto. El hombre estaba exagerando, o tal vez había sido demasiada la vergüenza que prefería correr. Pues bien, qué cobarde
.
No fue hasta poco más de las diez de la noche que él volvió. Se le veía cansado y cuando entró a la cocina, hubo un silencio incómodo entre él y yo. Sin embargo no duró mucho. Dejó el maletín, sonrió y se aproximó para besarme con una pasión que antes no estaba allí.
Yo le dejé hacerlo. Sus manos me tocaron el trasero y descubrieron que debajo de mi camisa de tirantes no llevaba nada. Eso le hizo sonreír. Me tomó de las caderas y me subió a la mesa.
—No, espera… —dije entre risas mientras él me separaba las piernas y me cubría el coño con la boca. Su lengua fue magistral y en ese momento ya no lo soporté. Íbamos a repetir lo de anoche.
Lo llevé a mi cuarto enseguida. Esta vez planeaba hacer las cosas bien. Comprobé que la puerta tenía llave y acto seguido, él se despojó de los pantalones y del resto de la ropa. Yo me quité la camisa y apenas estuvimos desnudos, nos tiramos a la cama.
A la mañana siguiente desperté con un dolor en la espalda, y no era debido a las grandiosas embestidas de la polla de Daniel, sino que, durante el acto, estúpidamente me había caído de la cama. Esperaba que no fuera nada grave porque no quería tener que faltar al trabajo y parecer una inválida.
—No vayas a trabajar hoy, Karen.
—No digas tonterías. Tengo que ir.
Tenía que hacerlo realmente, pero lo cierto es que no quería. Ansiaba quedarme en casa follando con él toda la mañana. Le di de besos en la boca. Sus manos me abrazaron y acariciaron la piel de mi espalda y sentí que su miembro comenzaba a palpitar.
No había nada mejor que un mañanero para despertar, y al ver su verga rígida, supe que no podía marcharme sin antes darle una buena mamada de buenos días.
--------------------—Kim—---------------
Casi no había podido dormir, y todo era culpa de mamá, cuyos gemidos de placer traspasaban las paredes. Lo único bueno es que no teníamos clases, así que podía dormir toda la mañana si se me antojaba.
Salí de mi cuarto con mis pequeños boxers rosas y una blusa que apenas me cubría el pecho. Planeaba tomarme un poco de café con leche antes de comenzar el día viendo televisión, pero justo al pasar por las escaleras mi madre y Daniel salieron del cuarto. Ella iba vestida con la misma camisa de tirantes a media pierna y él, bueno, con el torso desnudo y sus boxers. No pude evitar que mi mirada se fuera al tremendo paquetote que se alzaba por debajo de la tela, y comprendí por qué había hecho gritar a mi madre.
—¿Kim? ¿Vas a preparar el desayuno? —no le prestó atención a mi escasa ropa. Su sonrisa de labios rojos se veía radiante.
—Sí. Te vez feliz —le dije con una sonrisa y un guiño de ojo.
Ella se ruborizó.
—¿De verdad?
—Sí. Hasta mi cuarto se escuchaban sus “oh, sí, más”.
En vez de amonestarme como siempre, mamá se rió. Daniel la abrazó por el costado, untando su miembro en la pierna de ella.
—Daniel ha dicho que se va a quedar conmigo.
—Tu mamá es una buena amiga. No sé si haya un lugar mejor que este.
—Oh, claro. Eres bienvenido. ¿Cuándo es la boda?
—¡Kim! Nada de boda.
—Todavía —bromeó y se dieron un beso.
Al final mamá no fue a trabajar. Se quedó en casa, encerrada con Daniel durante toda la mañana, mientras que yo tuve la necesidad de salir a dar una vuelta. Quise llevarme a Laura, pero ella prefirió quedarse en casa.
Llamé a Axel para ver si podíamos concertar una cita, pero de nuevo recibí una negativa de su parte ya que tenía que devolver el tiempo que usó para venir a verme ayer.
Así pues, no tenía ningún lugar al que ir, y me dediqué a vagear por el vecindario. Era una tarde fría, nublada y con la promesa de lluvia. No había mucha gente en la calle, así que me sentía como si fuera la única mujer del mundo.
Casi sin darme cuenta había llegado hasta la casa de Lorena, y recordé el día de la piscina y lo cerca que había estado de enrollarme con Holy
Si estaba con sus padres no iba a poder hacer nada, pero al menos me serviría para pasar el rato. Además, Lorena y mamá se llevaban tan bien que yo era algo así como la hija compartida de ambas, y francamente era mejor estar en su casa que en la mía, poniéndome caliente con los gemidos de mi madre.
Toqué el timbre y esperé. Lorena fue la que me abrió, y su rostro mostraba excitación y fatiga. También tenía rubor en las mejillas.
—¿Kim? ¿Qué haces aquí?
—Sólo venía a dar un paseo ¿estás ocupada? ¿Tú tampoco fuiste al trabajo?
—No, yo estoy de permiso. ¿Qué se te ofrece?
—Nada. Si estás ocupada te dejo.
—No. Nada de eso. Pasa. No podría dejar a la hija de Karen así como así.
Entré. Lorena vestía unos shorts pegadísimos a su cuerpo, y una blusa casi transparente sin sostén. Estaba sudada, como si hubiera hecho algo de ejercicio.
—¿Limpiando la casa?
—No… no exactamente. Bueno, espera aquí. Subiré un momento.
Me sentía incómoda al pensar que tal vez interrumpí algo importante. Lorena se marchó subiendo las escaleras y yo me senté en el sofá a esperar a que volviera para decirle que lamentaba la interrupción y que me debía de ir.
De repente alguien me puso las manos en los ojos.
—¿Quien soy?
—¿Holy?
Era ella. La chica que estaba detrás de mí. Cuando me di la vuelta para verla, me sorprendí de que no llevara ropa encima, a excepción de sus pequeñas bragas. Sus tetas resaltaban, tiernos y firmes.
—¿Qué haces vestida así?
—Mis papás y yo estábamos…
—¡Holy! ¡Ve a vestirte! —gritó la mamá de la chica. Holy arqueó una ceja.
—Pero… si Kim sabe qué estábamos haciendo.
—¿Y qué estaban haciendo en realidad?
—Esto —soltó Holy y corrió hacia su mamá para hundir su rostro entre ese monumental par de tetas.
Lorena quiso apartarse de la chica, pero en su risa vi que sólo estaba jugando. De pronto Holy alzó la blusa transparente de la mujer y se metió un pezón a la boca.
—¿Quieres venir a jugar? —me preguntó la muchachita.
—¿Eh?
—¡Holy! Basta…
Me levanté del sofá algo mareada. ¿Qué demonios estaba sucediendo? ¿A caso Lorena… y su hija…?
—Escucha, Kim. Esto es…
—¿Tienes juegos sexuales con tu chica?
—Pues… sí.
—¡Únetenos! —insistió Holy.
—Hija, deja de decir esas cosas. ¡Ay! No me muerdas…
—Está bien —dije sin poder creerme esas palabras. Algo dentro de mi cabeza debía de estar mal.
Incluso Lorena se sorprendió de esa respuesta.
—¿No hablarás en serio?
—Bueno… —me pregunté si debía decirle que yo había tenido juegos sexuales con mi propia hermana, pero por alguna razón no lo consideré pertinente.
Diez minutos después la familia de Holy estaba conmigo en la sala. Los padres de la chica se veían algo entusiasmados ante la idea de que podrían incluirme en sus juegos, y a decir verdad, también a mí me parecía excitante.
—Tú mamá ya lo sabe, Kim —añadió Lorena.
No entendía porqué estaban tan nerviosos. Después de todo, a distancia se veía que Holy consentía que sus padres la toquetearan, y si era consensuado, no había nada de qué temer. Lo que me sorprendía es que mi madre lo supiera y siguiese llevándose con Lorena. ¿Podría ser que mi mamá, dentro de su moral y sentido común, estuviese de acuerdo con esto?
Al final acabaron aceptando que me uniera a ellos con la intensión de no decir nada sobre el asunto, ni siquiera a mi madre. La verdad es que no tendría por qué saberlo.
—Y bueno… ¿en qué estaban?
Los padres de Holy se miraron con picardía.
—Estábamos comenzando aún. Si te nos quieres unir, debemos estar seguros de que puedes jugar a nuestro ritmo —dijo Jonathan y acto seguido se paró delante de mí. Su pene, cubierto por su short, quedó a la altura de mi cara y se podía ver el bulto levantándose.
Miré a Lorena y ella asintió.
—Bien, aquí voy.
Esa era la prueba. Me sentía nerviosa, con el pecho latiéndome a mil por hora. Bajé los shorts de Jonathan y su miembro quedó al aire, erecto y totalmente cundido de venas. Se veía apetecible, tanto como el de Axel.
Tragué saliva. Puse las manos en sus caderas y tomé la verga del papá de Holy con mi boca. El hombre de inmediato comenzó a gemir. Hundió sus dedos en mi cabello y movió su cadera de tal forma que parecía estar penetrándome la boca.
En el otro sofá vi que Lorena y Holy comenzaban a besarse. Las manos de la chica pellizcaban los pezones de su madre, y esta le acariciaba la espalda, las piernas y le quitaba el resto de la ropa hasta dejarla totalmente desnuda. No vi más porque Jonathan me hizo volver a mi trabajo.
Después hubo un intercambio. Jonathan alejó su verga de mí y llamó a su hija. Holy acudió de inmediato y se arrodilló para pegarle tremenda mamada a su padre. Contemplar esa escena hizo que me mojara, y empecé a desvestirme con ayuda de Lorena.
En el momento en que mis tetas se quedaron libres del confinamiento de mi sostén, Holy abandonó el miembro de su papá y hundió su dulce carita en mi canalillo. Sus manos me apretaron los pezones y yo acudí a frotar mis manos en sus caderas, sus nalgas y finalmente buscando su rajita.
Del otro lado, Jonathan se sentó en el sillón y Lorena se le subió encima hasta acomodarse y luego, bajando lentamente, dejó que ese enorme falo de carne la penetrara en toda su extensión. Escuchar el gemido de la mujer fue excitante y giré a Holy para que viera lo que le estaban haciendo a su mamá.
La chica sonrió y corrió a unirse a la diversión. Se arrodilló justo entre las piernas de su padre y empezó a lamerle las bolas con entusiasmo. Encima de ella, su madre gemía por el placer de estar siendo penetrada. Y yo, en el sofá, sonreía porque al fin había encontrado algo que hacer en esta tarde de lluvia y frío.
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Esa fue, la tarde apenas acaba de comenzar para Kim, esperemos que todo le marche bien a esta caliente hermana.
14 comentarios - Mis hijas y yo: una familia muy cariñosa (cap 8
A quien no le gustaría vivir una aventura como esta llena de tanta actividad y diversidad sexual.
van 5 puntos.