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Juegos sexuales

Me presentaron a una mina, amiga de uno de mis mejores amigos. Ella había ido esa noche con una amiga más y el novio de ésta, por lo que, como pegó buena onda, se quedó con nosotros. Yo había ido con cuatro amigos más, todos hombres, no porque no tuviese amigas mujeres, simplemente que con ellos me divertía muchísimo, así que solíamos girar por la noche mendocina los 5 al menos una vez por mes.

-¿Me recordas tu nombre? – me preguntó ella.

-Lucía… ¿el tuyo?

-Nati… – responde sonriendo – parece que mi amiga me re colgó, me quedé re sola.

-Ah, no pasa nada, quedate con nosotros… yo soy la única nena del grupo jaja

-Dale, dale… ¡genial! ¿Vamos a comprar algo para tomar?

Y esa secuencia se repitió tantas veces que perdí la cuenta. Al final, terminamos pasando la noche Nati y yo, y nos re olvidamos de los chicos (quienes, al parecer, ni les importaba). Era una mina muy piola, pegamos onda rapidísimo… casi parecíamos amigas de toda la vida.

-Bueno, ahora invito yo un vinito, ¿dale? – le pregunté a los gritos.

-Boluda, tomamos un montón… vos decís que… ¡de una, vamos! Jajajaja – y en trencito nos dirigimos a la barra.

Nos dan el ticket, y fuimos al sector donde te dan la bebida. Estaba con mi mano extendida sobre la barra, con el ticket en la mano, cuando veo que me lo arrebatan. Miro y era Nati.

-No, vení, que está un amigo trabajando acá en la barra, que nos lo dé él.

El tipo un bombón, pelado, grandote, labios carnosos, una sonrisa divina. Nos recibe el ticket y nos hace señas para irnos a un apartado de la barra. Lo hicimos, y cuando lo vimos aparecer, traía en sus manos un champagne y dos copas.

-Mejor un champage… que las pone mimosas – dijo sonriendo el barman, mientras nos servía las copas.

Nati nos presentó, hablamos poco y nada. Yo, al menos, no alcanzaba a escuchar bien porque al lado de nosotros había un parlante gigante, pero notaba que Nati coqueteaba mucho con él. Siento que me agarra del brazo y me acerca a ellos.

-¿Vos qué opinas, Lu… te pinta?

-¿Si me pinta qué cosa? No los estaba escuchando – respondí intrigada

-Que nos vayamos los tres por ahí… un rato… – propuso con picardía.

-Jajajaja ¿vos me estás hablando en serio? – y mi corazón empezó a latirme de nervios, y quizás también un tanto de “emoción” – y… no sé… – y lo miro al flaco, que me sonreía – sí… qué se yo…

-¡Genial! ¿Vos podes ahora Bruno, no? – le pregunta Nati al barman.

-No, hoy me es un tanto imposible… pero arreglemos y nos juntamos los tres… ¡me encantó la idea!

El grado de frustración que había tenido era infinito. Quizás el grado de alcohol que tenía en el cuerpo, lo lindo que era el flaco, y la intriga por estar con una mujer, me habían dado ganas de realizar esa propuesta… no sé si llamarla fantasía, pues es algo que jamás se me cruzó por la cabeza.

En fin, terminamos de tomar el champagne, charlamos un rato más con Bruno, después las dos solas, porque el flaco tenía que volver al laburo. La noche pasó, y por más que seguimos bailando, y después nos hayamos encontrado a los chicos y todo, en mi cabeza rondaban imágenes de lo que pudo haber sido eso. Miraba a Nati y la imaginaba desnuda, pensaba qué haría si se concretara eso… Imágenes… sólo imágenes.

-Nos vamos Lu – me dice Lautaro – buscamos las camperas y partimos…

-Bueno, dale… yo me quedo acá con…

-Me voy chicos – interrumpió Nati – ahí viene mi amiga con el novio. Llamame vos y nos juntamos después por ahí – me dice, mientras me saluda con un beso.

-Dale, te llamo… Bueno Lauti, te espero acá entonces.

Me quedé un rato, apoyada en un sillón que había, esperando que vuelvan con las camperas, viendo la gente pasar… y entre el tumulto veo a un ex compañero del colegio, que hacía un siglo que no veía.

-¿Javi? - le dije, parándolo. Me mira como tratando de adivinar quién era – Soy Lucía, del co…

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-Ey, Lu, ¿cómo andas? – y se me acerca, abrazándome por la cintura – ¡Tanto tiempo, querida! ¿Qué haces por acá?

La manera en la que me agarró de la cintura, me estremeció. Sus dedos apretaron muy fuerte mi cintura.

-Nada, vine con unos amigos a bailar, ahora los estoy esperando, fueron al guardarropa y ya nos vamos.

-No, ¿cómo que se van?

-Sí, los chicos se quieren ir, y vine con ellos, así que, ni modo…

-Bueno, quedate con nosot… – y miraba para sus costados, como buscando a alguien – ahí estás, vení, te quiero presentar a una amiga – dijo, mientras su amigo se acercaba a nosotros – Juampy, ella es Lucía, una ex compañera del colegio.

-Jajaja ¿y qué vamos a hacer?

-Mira, podemos ir a tomar algo, no sé… pero quedate con nosotros.

-Bueno, mira, yo tengo mi casa sola. Vivo con mi hermana, pero los findes, generalmente, se queda a dormir en lo del novio. Si quieren podemos ir para allá. Esperame que voy a avisarles a mis amigos y vuelvo.

Les avise a los chicos, busqué mi campera y nos fuimos para mi departamento. En el camino, yo iba sentada atrás y ellos adelante. Manejaba Juampy.

-Estás muy callada vos… ¿qué pasa? – me pregunta Javier

La realidad… todavía pensaba en lo de Nati y el barman, seguía con las imágenes en mi cabeza. Cuando escuché a Javier, y lo vi al lado de su amigo, caí en la cuenta que la situación era casi similar: éramos tres.

-Bueno… puedo no quedarme con las ganas, pero estoy demasiado sobria – pensé.

Llegamos al departamento, mi hermana hacía poco había comprado un sillón de 3 cuerpos enorme, y muy cómodo. Al parecer los muchachos lo notaron, porque apenas entramos se tiraron en él. Saqué algunas bebidas que teníamos en casa y preparamos algunos tragos. Yo tomaba como desaforada, necesitaba entonarme rápido.

Charlamos, bebimos, fumamos, nos pusimos al día. Para la siguiente hora, los tres éramos ya como amigos de toda la vida.

-Che, juguemos a algo… no sé… al “mayor o menor” con prendas, ¿les pinta? – propuso Juampy.

Era mi oportunidad. –Dale, ya traigo las cartas.

-Las damas primero, ¿mayor o menor? – pregunta Juampy, apoderado del mazo.

-Mmmmm… ¡mayor! – respondo, bebiendo un sorbo de mi vaso.

-Menor… ¡perdiste! La prenda… Tenes que pasarle la lengua por todos los lugares que quieras al Javi.

Hice una especie de fondo blanco a lo que me restaba del trago, me acerqué a Javi, le desprendí la camisa, y comencé a lamerlo por todo el vientre, el pecho, y cuando estaba llegando a su cuello, metí mis manos por sus mangas y empecé a sacársela completamente, mientras, ahora sí, me ocupaba de su cuello y la parte de atrás de sus orejas.

-Uh, de haber sabido no me hacía cargo del mazo – comentó Juampy, mientras nos observaba.

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Lo miré, lo agarré del cuello de su remera y lo atraje hacia mí, para callarlo con un beso. Él respondió satisfactoriamente. Nuevamente pensé: “ahora o nunca”. Mientras nos besábamos con Juampy, mis dedos jugaban dentro de la boca de Javier, quien acariciaba mis muslos y espalda. Traté de acercarlos entre sí, me paré delante de ambos y me quité la remera que traía. Los dos pusieron cara de sorprendidos. Supongo que era algo que no esperaban… yo, en cambio, sí.

Me arrodillé ante ellos y desabroché sus pantalones a la vez. Por supuesto que, como se me dificultaba, ellos colaboraron. Podía sentir (y ver) lo excitados que estaban, pero ellos ni podían imaginar cuán caliente estaba yo. Con una mano en cada uno, saqué a la luz ambos miembros y comencé a jugar, primero con mis manos y luego hice partícipe a mi lengua, la que más deseaba jugar.

Sin romper la ley masculina de “cruzar espadas”, y manteniendo un espacio prudente entre ambos, los degusté como helado derritiéndose, a punto de derramarse. Juampy, se ve que era un tanto pudoroso, porque tenía cubierta su cara con sus manos. Javier, sin embargo, no quitaba sus ojos de mí y de mi labor, mientras acariciaba lentamente mi pelo. Yo, por mi parte, le ofrecía un show.

Volví a pararme frente a ellos, y me saqué la falda blanca con rayas negras, quedándome sólo con una vedettina negra, cavada por detrás. Realmente me sorprendí de mí misma, pero lo hacía con gusto, lo disfrutaba, me sentía muy sexy.

Javier me hizo señas con su dedo índice, como llamándome. Los separé, de modo que quedaran uno en cada extremo del sillón. Comencé a besar a Javi, mientras me ponía de rodillas, quedando de espaldas a Juampy, que, sin esperar más, se apoderó de mis glúteos y los sujetaba como si fueran a sacárselos, acariciaba mi sexo por encima de mi ropa interior. Javi, por su parte, me besaba como nadie me había besado jamás, humectaba, sin cesar, los contornos de mi boca, mientras sus manos se colaban entre mi corpiño y descubrían mis pezones.

Abandoné la boca de Javier, para continuar deleitando mi boca con su miembro y acerqué mis glúteos más a Juampy, que, cuando lo miro, estaba masturbándose cerca de mí. Cuando me acerco, trato de posicionarme más cerca de su miembro, como dándole el “ok” a sus intenciones.

Por supuesto que Javier no se conformó sólo con mis felatios, quería ocupar el lugar de su amigo también. Buscó un preservativo en su campera, me tomó del mentón y me acercó a su cara.

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-Yo también quiero sentirme dentro tuyo…

Me puse boca arriba en el sillón, recostada, mis piernas sobre el pecho de Javi, él las elevó un tanto más, y de a poco se metió en mí, hasta lograrlo completamente. Juampy rodeó mi cabeza con sus rodillas y su miembro junto a mi boca. Por la posición, se me dificultaba bastante practicarle un buen sexo oral, pero, al parecer, mis manos y mi lengua satisfacían bastante al muchacho.

Cuando sentía que no podía más, que el orgasmo estaba próximo a salir a la luz, los corrí a ambos y me arrodillé frente a ellos. Ellos me miraron y, sin entender mucho, se acomodaron en el sillón.

-No estoy muy segura de lo que voy a decir, pero ya llegamos hasta acá, que sea todo completamente nuevo para mí… no sé para ustedes.

-¿Qué estás sugiriendo, entonces?

-Yo estoy muy a punto de acabar, supongo que ustedes también… si es así, quiero que acaben sobre mí, donde quieran, y como quieran, pero tiene que ser ya antes de perder lo mío.

Juampy se posicionó tras de mí, juntó mi pelo con una mano, para dejar al descubierto totalmente mi espalda. Javi, por su parte, se sentó nuevamente en el sillón, frente a mí, muy cerca de mi boca. Mis manos… mis manos iban en busca de lo propio: mi orgasmo final.

Terminamos los tres casi al mismo tiempo. Yo fui al baño a limpiarme un poco. Los chicos no sé qué hicieron. Nos acostamos un rato a dormir y como a las 11 de la mañana sonó mi celular.

-Chicos… está viniendo Martina, una amiga…

-Y bueh… parece que esto viene para largo nomas… – responde Javi, mirando a su amigo.

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