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Iniciación

Relato publicado nuevamente luego de ajustar detalles observados que llevaron a su eliminación.

La escuela secundaria nos deja siempre buenos recuerdos.
Y mas aún cuando elegimos una escuela vespertina para cursarlos. Porqué una cosa es hacer la secundaria con toda gente de tu edad, y otra muy distinta es que tengas que compartir el curso con gente de todas las edades.
Mi curso de 5to año era toda una joyita. 3 ó 4 compañeros teníamos 18 años, la edad para cursar ese año, pero el resto era variopinto. Entre los 20 y los 40 años, había de todo, entre los 30 estudiantes que compartíamos el curso.
Esta variedad hizo que además de los contenidos curriculares que correspondían a todo nivel secundario, se agregaran otros que tenían que ver mas con la vida. Juegos varios, dados, cartas, bowling, billar, todo eso y mucho mas aprendimos en esos años inolvidables.
Y sobre todo, descubrir la importancia del sexo. Desde una parejita de novios que aprovechaban las horas libres para pegarse el lote delante de todos nosotros, hasta compañeros que le echaban los galgos a las profesoras jóvenes con éxito variado. Y que daría para otra historia.
El problema era para los mas jovenes. Nosotros no ligábamos nada de nada. Realmente la pasábamos bastante mal, pero, como no conocíamos otra cosa, tampoco era que nos queriamos suicidar.
En el curso había una compañera de nombre Nora. Rubia, alta, buen cuerpo, muy simpática y bonita, con sus 22 años, era mucho mas de lo que podíamos aspirar. Algunos compañeros la habían perseguido un tiempo, pero al final se dieron por vencido. Yo tenía una buena relación con ella, y compartíamos muchas cosas. Apuntes, música, etc. Siempre con la idea de que eramos compañeros y sin que me pasara por la mente avanzar mas allá, justamente por verla como algo totalmente inalcanzable para mis nóveles 18 años.
Un día teníamos que preparar un trabajo práctico y acordamos reunirnos en su casa para preparar la tarea.
Eramos tres los que concurrimos a su casa esa tarde, y mientras tomamos mate y comimos unas galletas, fuimos armando el borrador del trabajo a presentar. Por fin, unas horas después terminamos y los otros dos compañeros se fueron dejándonos a nosotros la tarea de pasarlo en limpio.
Sentados juntos, no podía menos que embriagarme el aroma de su perfume y de su piel. Sus ojos celestes eran dos faros que me enceguecían, y entonces prefería no mirarlos, pero notaba como cada tanto se clavaban en mí. En un momento dado tratamos de tomar una lapicera los dos al mismo tiempo, y ella me ganó. Comenzó a reirse, y se levantó de la silla alejándose. Me levanté y la perseguí para quitarle la lapicera y cuando la alcancé la tomé de las muñecas y ella perdió pie cayendo sobre el sofá, arrastrándome a mí que quedé sobre ella. Mis manos tomando sus muñecas, nuestros rostros a pocos centímetros. Me miró con esos ojos que parecían eléctricos, su lengua pasó por sus labios, y los entreabrió, y yo, sin pensarlo, la besé. Ella se quedó quieta, sin responder, pero sin oponer ninguna resistencia.
Luego de un minuto me separé y la miré. Abrió los ojos que había cerrado y me miró con curiosidad, como si le hubiera sorprendido mi actitud.
- Esto ya no es un juego, dijo seria.
- Me parece que nunca lo fue, dije volviendo a besarla.
Esta vez, luego de unos segundos, sus labios comenzaron a responder a mi ataque.
Pero allí comenzaba el problema. Mi experiencia no iba mucho mas allá de eso. ¿ Cómo seguir?
Solté sus manos y tomé su rostro acariciándolo. Sentí como sus brazos rodeaban mi espalda. Sentí como sus piernas se separaban, dejando que mi cuerpo se ubicara en el medio.
Una de mis manos bajó por el costado hasta llegar a acariciar sus pechos por encima de la ropa. Se notaba que eran interesantes, llenos y sólidos. Hasta ese momento, la sorpresa y la incertidumbre no me habían permitido excitarme, pero cuando acaricié sus tetas, sentí que mi verga comenzaba a responder. Y ella también la sintió.
Separó su boca de la mía.
¿ Qué quieres hacer?, preguntó mientras me tomaba de los cabellos.
Quiero que disfrutes, dije sinceramente.
Entonces, ve despacio, suave, suave, dijo, mientras comenzaba a besar mi cuello.
Mi mano descendió por su cuerpo, hasta encontrar el borde de su sweter, y me metí dentro de él, subí con mi mano hasta llegar a su corpiño, y sobre él, comencé a acariciar nuevamente sus tetas, sintiendo como sus pezones se endurecían.
Así, así, me decía ella al oído, motivándome mas, como si hiciera falta.
Mis manos se perdieron dentro de su ropa, y ella hábilmente giró quedando ambos de costado, y en esa posición mis manos encontraron el corchete del corpiño en su espalda, y trataron de desabrocharlo, cosa complicada, porque además nunca lo había hecho. Luego de un par de intentos, milagrosamente lo conseguí, y sentí como esa prenda se aflojaba. Cuando mis manos vinieron nuevamente hacia adelante, entraron por debajo de la prenda y pudieron acariciar directamente la piel de sus pechos. Eran calientes, suaves, y de muy buen tamaño. Realmente como siempre usaba ropa muy cerrada, no parecía que portaba semejante par de peras.
Cuando mis manos llegaron a ese punto, sentí que su mano bajaba por mi pecho, y seguía bajando, hasta que por fin llegó a mi entrepierna y comenzó a acariciar mi verga por encima de la ropa. Estaba dura como nunca había estado. Sentía que la ropa me apretaba y me dolía. Necesitaba liberarla. Y ella lo entendió.
Levántate, me dijo susurrando.
La verdad que no tenía ganas de soltarla pero lentamente le obedecí.
Cuando me levanté, ella se sentó en el sofá, y sus manos desabrocharon mi cinturón, y fueron aflojando mi pantalón. Cuando lo bajó, quedó a la vista la carpa que formaba mi ropa interior. Ella me miró y sonrió.
Nadie tiene que saberlo, dijo, jurámelo
Te lo juro.
Mira que no quiero ser el comentario de la escuela. La verdad que lo necesito y me encanta hacerlo con un jovencito inexperto, pero esto queda acá, si es que alguna vez quieres que vuelva a pasar.
No se Uds. pero en esas circunstancias yo hubiera jurado y prometido cualquier cosa. Necesitaba que ella siguiera, nada mas.
Quítate los zapatos, me dijo, y yo rápidamente me los saqué y las medias también.
Ahora quítate el pantalón, volvió a ordenarme, y lo hice de inmediato.
Quedé allí, vestido con una camisa y mi ropa interior, y sinceramente, sin saber que hacer. Por suerte ella tenía bastante experiencia.
Acarició un rato mi sexo por encima de mi ropa, y luego lentamente, tomándola de los costado la hizo descender hasta mis rodillas. Mi verga saltó hacia adelante y yo rápidamente terminé que quitarme la prenda. Mi lanza se asomaba entre los pliegues de mi camisa, con su cabeza morada y húmeda.
Ella la tomó con su mano y lentamente comenzó a masturbarme, mientras su otra mano sopesaba mis pelotas que estaban distendidas y duras.
¿ Tienes forros? Preguntó
No, no tengo
Mal hecho. Siempre que vayas a visitar a una mujer tienes que llevarlos.
Jamás pude imaginarme esto. Ni en mis sueños mas descabellados, la verdad, dije, aunque en realidad nunca llevaba porque hasta ahora no los había necesitado. Pero no volvería a pasar, eso era seguro.
Sientate , me ordenó, mientras se levantaba y se dirigía a su dormitorio.
Me senté y me quité la camisa, mientras esperaba que volviera, lo que hizo en un par de minutos.
Traía en la mano una cajita de condones.
Me imagino que tampoco sabes colocarlo, no?
Me sonrojé como toda respuesta. Lo que decía era verdad.
Allí parada frente a mí, comenzó lentamente a desnudarse. Se quitó su sweater, y quedó a la vista su corpiño desabrochado que se quitó hábilmente, dejando a la vista el mejor par de tetas que vi hasta hoy. Redondas, turgentes, con una pequeña comba hacia abajo por el peso de esas aldabas, y unos pezones oscuros y grandes que coronaban ese verdadero monumento. Se movían a la par de sus maniobras para terminar de desnudarse.
Cuando se quitó su pantalón y el resto de su ropa, dejó a la vista su sexo, con un vello claro que mostraba que su color de cabello era natural. Abrió la caja y sacó un preservativo. Con sus dientes abrió el envoltorio, y arrodillándose entre mis piernas me encapuchó la verga con maestría. No era la primera vez que lo hacía, eso era evidente.
Intenté levantarme, pero ella lo impidió.
Espera, ya tendrás oportunidad. Ahora quédate quieto.
Subió sobre el sofá y colocó una pierna a cada lado de mi cuerpo. Se levantó sensualmente y con su mano derecha tomó mi verga, dirigiéndola hacia su sexo. Cuando estuvieron alineados correctamente, se fue dejando caer lentamente, empalándose en mi vara. Sentí el calor de su sexo que me quemaba mientras bajaba, hasta que nuestros cuerpos se tocaron.
Acariciame las tetas, me ordenó, y mis manos las tomaron y comenzaron a magrearlas.
Entonces su boca se adueñó de la mía y su lengua me invadió.
En ese momento se afirmó en mis hombros y comenzó a subir y bajar en la punta de mi verga. Las sensaciones eras increíbles.
Fue evidente que lo ocurrido había tenido mucho morbo no solo para mí, porque en cuestión de minutos, vi por primera vez correrse a una mujer. Al principio no sabía lo que pasaba pero cuando su sexo comenzó a apretar mi verga latiendo alrededor de ella, yo tampoco pude controlarme. Un fuego subía por mi vara para terminar explotando dentro de su cuerpo. Mis manos se aferraron de sus hombros empujándola para enterrarla hasta el fondo mientras los chorros de semen eran verdaderos latigazos. Por fin, ella cayó sobre mi pecho y yo quedé totalmente extenuado.
Fue lindo, dijo ronroneando.
Fue maravilloso, dije
Despacio se levantó y apareció mi verga. El condón mostraba una cantidad increíble de semen. Mi orgasmo había sido de campeonato.
Nene, menos mal que nos protegimos, dijo ella mientras me quitaba el condón y lo anudaba para que no se derramara.
De inmediato, se arrodilló a mis pies y sin decir agua va, se metió mi verga morcillona en la boca comenzando a succionarla con desesperación. No demoré un minuto en estar mas duro y caliente que antes.
Cuando ella la sintió dura en su boca, la dejó, tomó otro condón, la volvió a encapuchar, y se colocó en cuatro patas sobre el sofá.
Ahora es tu turno de trabajar, dijo mirándome por encima del hombro. Yo me acomodé a su grupa y con bastante inexperiencia traté de colocarla. Fracasé un par de veces, hasta que su mano vino en mi ayuda. Agachó su cabeza, y con sus dedos abrió su vagina mostrándome el camino, y entonces sí, la cabeza de mi verga cruzó sus labios vaginales.
Despacio, quedate allí hasta que yo te diga, me indicó haciendo que mi verga quedará con la mitad afuera. Disfrutaba del calor de su cuerpo y con los ojos cerrados me limitaba a sentir cosas que nunca había sentido. De pronto su mano tomó posesión de mis pelotas.
Ahora, damela toda, me dijo, y con la desesperación que provocaba en mí su mano acariciandome se la enterré hasta los huevos. Un gemido me indicó que la había sentido y usando sus hombros como palanca comencé a montarla, acelerando el pistoneo a medida que nuestros cuerpos se acoplaban a la perfección.
Tiramos así un rato largo, ya que como era mi segundo polvo, pude controlarme mejor. Ella me indicaba lo que quería que hiciera. Cuando debía acelerar, cuando detenerme, y así, me fue llevando lentamente al mejor orgasmo que he tenido en mi vida. Jamás volví a sentir algo así.
Cuando ella estuvo lista, volvió a tomar posesión de mis pelotas y estrujándolas me indicó que era el momento de dejarme ir, y así lo hice. Sentí que mi cuerpo se tensaba, se estremecía, y que me vaciaba como nunca antes, hasta quedar totalmente seco, mientras ella ululaba de placer al sentir como me corría, y completaba su propio clímax.
Caí sobre ella y me quedé allí, totalmente acabado.
Luego de unos minutos ella salió de debajo de mi cuerpo, y comenzó lentamente a vestirse.
Yo, por mi parte, saqué el condón usado, lo anudé, y lo puse sobre la mesa, al lado del anterior.
Una vez que nos vestimos, Nora me dijo que ya era tarde, y que sus padres regresarían en cualquier momento, así que tomé mis cosas, los condones usados, y salí de allí como si estuviera flotando en una nube.
Se preguntará amigo lector si esta experiencia volvió a repetirse. Pues la verdad que no en ese período escolar. Debieron pasar unos cuantos años, hasta que volvimos a encontrarnos en una reunión de ex-compañeros, ella con su esposo y yo con mi novia, para que el tiempo retrocediera hasta ese momento que ha resultado imborrable. Pero esa será otra historia, si me animo a contarla.

3 comentarios - Iniciación

YormanReyes
animate a continuar la historia, parece verdadera...
kramalo
muy bueno....muy bien contado..!!