Trabajo en una oficina y este verano cambiaron a la señora de la limpieza. La nueva era una Santiagueña que desde el primer día captó mi atención.
Era una chica de unos 35 años, muy morena, alta, dotada de unas grandes tetas y un culo descomunal. Enseguida nos hicimos amigos Muchas tardes me quedó trabajando hasta tarde para completar mi sueldo con horas extras y es en ese horario cuando coincidía con la minita que se llamaba Momica y permanecíamos mucho tiempo solos en la oficina. Esto aumento nuestra confianza. Aun recuerdo cuando me rogaba que no me moviera de mi silla mientras ella se ocupaba de ordenarme la mesa, sacar el polvo y vaciar la papelera.
Ese pequeño roce provocó que mi interés por Moni aumentara meteóricamente puesto que como era verano, iba vestida con una ligera bata sin mangas que pronto me permitió descubrir que no llevaba corpiño. Era un espectáculo ver como sus globos se contorneaban a cada gesto. También pude apreciar sus recias piernas y una espectacular mata de vello que me ofrecían sus axilas.
En alguna ocasión se agachaba ante mí, para recoger alguna papelera o limpiar y yo aprovechaba para no sacarle el ojo de encima pues en esa posición, más de una vez me había ofrecido una genial panorámica de su culo, tapado por unas grandes bragas blancas, que su corta bata no lograba cubrir. A veces, las tangas se le incrustaban entre la raja de sus nalgas y más parecía un micro tanga que una bombacha, eso se debía a los movimiento que ejercía y a la inmensidad de su culo, que por grandes que fueran las chabombas no podían abarcarlo en su totalidad.
Pasaron los días y mi mente calenturienta no paraba de planear como podría beneficiarme de esa chica que, pese a no ser espectacular, tenía todo lo que hace que las mujeres me pongan a mil.
El desencadenante fue una semana del mes de julio que se rompio el aire acondicionado y, mientras se reparaba, trabajábamos en unas condiciones terribles. La pobre chica no paraba de sudar y esos mínimos acercamientos se fueron convirtiendo en insoportables para mi calentura pues, a parte de las alegrías que me daba a la vista, había que sumarle ahora los efectos que causaba su olor corporal en mi olfato. Mi excitación crecía por momentos cuando se acercaba a mi mesa y sus axilas quedaban a escasos centímetros de mi cara. Su olor era todo sexo, fuerte pero no rancio.
En unos de esos días, que se acercó más de costumbre no pude evitar hacer ruido al inspirar profundamente sus efluvios con los ojos entrecerrados.
Cuando los abrí, vi su rostro mirándome fijamente con esos ojazos negros. Esbozaba una ligera sonrisa y me preguntó : "Te gusta?". Yo me quede paralizado, y sin saber como reaccionar esbocé un tímido sí. El hielo estaba roto y sin mediar más palabras acercó mi cara a su pecho apretándola contra sus ubres.
Seguidamente se abrió su bata mostrándome los pechos. Eran muy blancos, algo caídos por el tamaño y con una gran aureola que adornaba un puntiagudo pezón. Los sobé y mamé un buen rato hasta que mi atención se dirigió hasta sus axilas. Las olí profusamente embriagándome con su aroma. Ella reía indicándome que le hacía cosquillas mientras empezaba a acariciar mi bulto por encima del pantalón. Acabé de desprenderla de su bata y apareció ante mí, desnuda, únicamente con su tanga blanca, ofreciéndome una maravillosa visión de su cuerpo y de sus recias piernas.
La atraje hacía mi y empecé a sobarla, le comía la boca mientras mis manos se dirigían hacia sus nalgas, apretándolas con fuerza, separándolas e introduciendo el dedo anular por todo su surco, rozando su ano.
Al cabo de un rato lo saqué y me lo acerqué a la nariz para no perderme nada de su olor. Olía a culo y a sudor, e incluso pude apreciar que se había manchado un poco de color marrón.
Ella reía mientras me veía oler el dedo y respondiendo a sus risas, mirándola fijamente me lo introduje en la boca para saborearlo, Si su olor era maravilloso, mejor era su sabor. Volví a repetir la operación pero esta vez se lo di a oler a ella, que frunciendo la nariz me dijo "apesta", pero sin dejar de sonreír lo chupó como lo había hecho yo antes.
En ese momento me di cuenta que había dado con una persona que seguiría mis más sucios juegos. Le pedí que se sacará la tanga, ella lo hizo con parsimonia, de espaldas a mí. Fue genial ver como se las quitaba dejando a cada centímetro un trozo de su blanco culo al aire, y cuando ya las tenía por los tobillos, se agachó aun más para terminar de sacarlas, al hacer eso, flexionó las piernas y sus nalgas se entreabrieron, ofreciéndome por primera vez una generosa vista de su culo abierto, su ano reluciente por el sudor y otras cosas, y su gran coño peludo.
Recogió la tanga y tras inspeccionarlas, me las ofreció. Las cogí y mi excitación ya no tenía límites cuando pude comprobar que estaban realmente adornadas de marcas de flujo en la zona de su concha y de restos de sus pedos y caca en su parte posterior. La olí ávidamente y chupe como un poseso.
Ella mientras había empezado a desabrocharme la camisa y pantalón, para proseguir bajándome los calzoncillos que ya tenían en la punta la mancha que denota una gran excitación. Inmediatamente se apoderó de mi miembro y se lo introdujo en la boca, la chupaba a mil , haciendo un ruido exagerado puesto que parecía tener la boca llena de saliva para aumentar mi placer. Con sus manos jugaba con mis pelotas y pasaba uno de sus dedos por el conducto que conduce a mi culo , Enseguida busco mi culo y chupando su dedo empezó a meterlo por el culo, primer suave, después más fuerte, de vez en cuando sacaba el dedo de mi culo y mirándome a los ojos lo chupaba diciéndome que también apestaba. De repente, su dedo, vencida ya mi resistencia, se introdujo profundamente en mi culo y acertó a dar con mi próstata, masajeándola sin piedad.
Eso ya fue demasiado y no pude evitar correrme dentro de su boca entre gemidos, cunado ella notó que me iba a correr, aumento el ritmo de la chupada y con la mano que le quedaba libre agarró fuertemente mi poronga para evitar que la sacará y no paró de chupármela hasta que vacié toda mi leche en su garganta. Al cabo de un rato la sacó y la pude ver reluciente de su saliva, sin ningún resto de semen que ella había ingerido por completo, ella me miraba y reía y decía que mi semen era muy bueno.
La bese en la boca, y apartando lo que había encima de mi mesa la puse tumbada de espaldas en ella. Le separé los muslos y ante mí apareció todo su gran coño en su esplendor. Era muy peluda y estaba brillante de su excitación. Enseguida le separé los labios con mis dedos y acerqué mi boca a su sexo. Olía muy fuerte pero sabía exquisito, se lo comí durante mucho tiempo, primero solo con la boca, luego alternando mi boca con mis dedos que lo follaban rítmicamente, se corrió tres veces entre fuertes jadeos.
Le di la vuelta y la coloque a cuatro patas para que me ofreciese su culo.
Si su concha era excitante, más lo fue la visión de su peludo ojete, entreabriéndose, como pidiéndome su ración de besos, Le separé fuertemente las nalgas, y así podía ver como se abría y cerraba. También estaba reluciente de sudor y se apreciaban perfectamente restos de caca adheridos en su contorno y en los pelos que adornan su círculo.
Primero gocé con la vista, ahora le tocaba al olfato, y acerqué mi nariz a su gran sucio culo. Sí, apestaba pero apestaba divino, me embriagué con su olor y al cabo de dos minutos ya estaba recogiendo todos esos efluvios con mi lengua, chupando ansiosamente su ano, comprobando como mi lengua se abría paso sin dificultad en dirección a su recto.
A mi lengua siguieron mis dedos y pude ver como entraban hasta tres sin dificultad en sus intestinos, ella gemía y gozaba con este tratamiento, y así, expuesta, aprovechaba para introducir algún dedo también por su conchita
Mi poronga ya estaba otra vez a cien y le dije que por dónde prefería que me la cojiera, me dijo que le diera por el culo, que quería sentir mi chota en su culo y así lo hice. Entro de un golpe hasta la mitad, ella gimió y apretándome con sus manos por detrás me empujaba hacia ella, lo entendí de inmediato y volví a apretar, hundiendo toda la cabeza en su culo hasta que las pelotas chocaron contra sus grandes nalgas.
Como me acababa de ir , la culiada duró mucho tiempo, y mi herramienta no paraba de entrar y salir de su culo, a veces, ella no aguantaba la presión de su culo se escapaban sonoros pedos que yo favorecía, retirando por completo mi pija de su culo, permitiendo que entrara el aire en su abierto conducto anal. Así estuvimos quizás media hora, entre follada y andadas de pedos hasta que le dije que me iba a correr, sin avisar, se dio la vuelta, sacando sonoramente mi pija de su culo y agachándose ante mí, volvió a introducir su chota en la boca, aunque ahora ya no estaba reluciente sino que más bien estaba completamente manchada con su losa que de tanto culiarle el culo había salpicado toda la mierda de mi cabeza. Sin importarle, se la puso en la boca y terminé por segunda vez en ella, entre gritos por la excitación que me producía la y el hecho que se la estuviera comiendo completamente sucia de su propia mierda.
Tras descansar unos instantes, nos dirigimos al ñoba para limpiarnos un poco, mientras comentábamos lo que acaba de pasar, entre besos, caricias y toqueteos, me dispuse a mear. Cuando aun no había empezado, ella se acuclillo detrás de mí y con una mano sujetaba mi polla mientras meaba, y con la otra separaba mis nalgas y empezó a comerme el culo como nadie lo había hecho. La meada se me cortaba por el placer que me estaba proporcionando el beso negro. Finalmente acabé de mear y ella siguió dándome ese tratamiento hasta conseguir una nueva erección. Ella no paraba de comerme el culo y decidí ponerla a prueba y aproveche cuando tenía su lengua completamente incrustada en mi ano para hacer fuerza y lanzar a su cara un largo y maloliente pedo.
La prueba había funcionado pues ella no rechazo la situación y, entre risas, siguió comiéndome el culo. La verdad es que intenté hacer fuerza para ver si podía cagarla pero me fue imposible, ella lo notó y separándome aun más las nalgas sustituyó su lengua por sus dedos, garchandome el culo sin descanso.
Al cabo de un rato me dijo que ella sí que tenía ganas de cagar y que si queria verla. Le dije que nada me gustaría más y me hizo tumbarme en el suelo. Se agacho hasta que su peludo culo quedó a la altura de mi panza y abriéndoselas nalgas situó su ocote a escasos centímetros de mi cara. Su olor era embriagador, lo estuve chupando un buen rato mientras ella hacía fuerza, me regaló con unos cuantos pedos en mi cara hasta que su anillo anal empezó a dilatarse y pude comprobar como una punta marrón empezaba a asomarse.
Ella seguía empujando y la punta marrón por momentos crecía y se ensanchaba, saliendo un par de centímetros para volverse a esconder siguiendo el ritmo de las contracciones de su esfínter. Finalmente, un largo trozo venció la resistencia de su músculo anal y, repentinamente se deslizó, vencido por la fuerza de gravedad hasta impactar en mi y en mi pecho. Ella sudaba por el esfuerzo e inundó el lugar de un aroma particular, mezcla de sexo, sudor y caca.
Mi poronga ya estaba otra vez completamente en erección y ella aprovechó para volver a introducírsela en su boca, y haciéndolo puso al alcance de la mía su ano sucio de los restos de caca que no se habían desprendido. Se lo comí con avidez, disfrutando del morbo que ofrecía la postura y la situación, imaginado en lo que pensarían si por lo que fuera entrará alguien en la oficina. La excitación fue tal que enseguida ella se corrió con mi lengua en su ano y en su sexo y yo hice lo propio por tercera vez en su boca.
Exhausto, comprendí que esto sólo era el principio de una esplendida relación y que aun me quedaban muchas partes de su cuerpo por explorar y por ensuciar con mi semen.
Era una chica de unos 35 años, muy morena, alta, dotada de unas grandes tetas y un culo descomunal. Enseguida nos hicimos amigos Muchas tardes me quedó trabajando hasta tarde para completar mi sueldo con horas extras y es en ese horario cuando coincidía con la minita que se llamaba Momica y permanecíamos mucho tiempo solos en la oficina. Esto aumento nuestra confianza. Aun recuerdo cuando me rogaba que no me moviera de mi silla mientras ella se ocupaba de ordenarme la mesa, sacar el polvo y vaciar la papelera.
Ese pequeño roce provocó que mi interés por Moni aumentara meteóricamente puesto que como era verano, iba vestida con una ligera bata sin mangas que pronto me permitió descubrir que no llevaba corpiño. Era un espectáculo ver como sus globos se contorneaban a cada gesto. También pude apreciar sus recias piernas y una espectacular mata de vello que me ofrecían sus axilas.
En alguna ocasión se agachaba ante mí, para recoger alguna papelera o limpiar y yo aprovechaba para no sacarle el ojo de encima pues en esa posición, más de una vez me había ofrecido una genial panorámica de su culo, tapado por unas grandes bragas blancas, que su corta bata no lograba cubrir. A veces, las tangas se le incrustaban entre la raja de sus nalgas y más parecía un micro tanga que una bombacha, eso se debía a los movimiento que ejercía y a la inmensidad de su culo, que por grandes que fueran las chabombas no podían abarcarlo en su totalidad.
Pasaron los días y mi mente calenturienta no paraba de planear como podría beneficiarme de esa chica que, pese a no ser espectacular, tenía todo lo que hace que las mujeres me pongan a mil.
El desencadenante fue una semana del mes de julio que se rompio el aire acondicionado y, mientras se reparaba, trabajábamos en unas condiciones terribles. La pobre chica no paraba de sudar y esos mínimos acercamientos se fueron convirtiendo en insoportables para mi calentura pues, a parte de las alegrías que me daba a la vista, había que sumarle ahora los efectos que causaba su olor corporal en mi olfato. Mi excitación crecía por momentos cuando se acercaba a mi mesa y sus axilas quedaban a escasos centímetros de mi cara. Su olor era todo sexo, fuerte pero no rancio.
En unos de esos días, que se acercó más de costumbre no pude evitar hacer ruido al inspirar profundamente sus efluvios con los ojos entrecerrados.
Cuando los abrí, vi su rostro mirándome fijamente con esos ojazos negros. Esbozaba una ligera sonrisa y me preguntó : "Te gusta?". Yo me quede paralizado, y sin saber como reaccionar esbocé un tímido sí. El hielo estaba roto y sin mediar más palabras acercó mi cara a su pecho apretándola contra sus ubres.
Seguidamente se abrió su bata mostrándome los pechos. Eran muy blancos, algo caídos por el tamaño y con una gran aureola que adornaba un puntiagudo pezón. Los sobé y mamé un buen rato hasta que mi atención se dirigió hasta sus axilas. Las olí profusamente embriagándome con su aroma. Ella reía indicándome que le hacía cosquillas mientras empezaba a acariciar mi bulto por encima del pantalón. Acabé de desprenderla de su bata y apareció ante mí, desnuda, únicamente con su tanga blanca, ofreciéndome una maravillosa visión de su cuerpo y de sus recias piernas.
La atraje hacía mi y empecé a sobarla, le comía la boca mientras mis manos se dirigían hacia sus nalgas, apretándolas con fuerza, separándolas e introduciendo el dedo anular por todo su surco, rozando su ano.
Al cabo de un rato lo saqué y me lo acerqué a la nariz para no perderme nada de su olor. Olía a culo y a sudor, e incluso pude apreciar que se había manchado un poco de color marrón.
Ella reía mientras me veía oler el dedo y respondiendo a sus risas, mirándola fijamente me lo introduje en la boca para saborearlo, Si su olor era maravilloso, mejor era su sabor. Volví a repetir la operación pero esta vez se lo di a oler a ella, que frunciendo la nariz me dijo "apesta", pero sin dejar de sonreír lo chupó como lo había hecho yo antes.
En ese momento me di cuenta que había dado con una persona que seguiría mis más sucios juegos. Le pedí que se sacará la tanga, ella lo hizo con parsimonia, de espaldas a mí. Fue genial ver como se las quitaba dejando a cada centímetro un trozo de su blanco culo al aire, y cuando ya las tenía por los tobillos, se agachó aun más para terminar de sacarlas, al hacer eso, flexionó las piernas y sus nalgas se entreabrieron, ofreciéndome por primera vez una generosa vista de su culo abierto, su ano reluciente por el sudor y otras cosas, y su gran coño peludo.
Recogió la tanga y tras inspeccionarlas, me las ofreció. Las cogí y mi excitación ya no tenía límites cuando pude comprobar que estaban realmente adornadas de marcas de flujo en la zona de su concha y de restos de sus pedos y caca en su parte posterior. La olí ávidamente y chupe como un poseso.
Ella mientras había empezado a desabrocharme la camisa y pantalón, para proseguir bajándome los calzoncillos que ya tenían en la punta la mancha que denota una gran excitación. Inmediatamente se apoderó de mi miembro y se lo introdujo en la boca, la chupaba a mil , haciendo un ruido exagerado puesto que parecía tener la boca llena de saliva para aumentar mi placer. Con sus manos jugaba con mis pelotas y pasaba uno de sus dedos por el conducto que conduce a mi culo , Enseguida busco mi culo y chupando su dedo empezó a meterlo por el culo, primer suave, después más fuerte, de vez en cuando sacaba el dedo de mi culo y mirándome a los ojos lo chupaba diciéndome que también apestaba. De repente, su dedo, vencida ya mi resistencia, se introdujo profundamente en mi culo y acertó a dar con mi próstata, masajeándola sin piedad.
Eso ya fue demasiado y no pude evitar correrme dentro de su boca entre gemidos, cunado ella notó que me iba a correr, aumento el ritmo de la chupada y con la mano que le quedaba libre agarró fuertemente mi poronga para evitar que la sacará y no paró de chupármela hasta que vacié toda mi leche en su garganta. Al cabo de un rato la sacó y la pude ver reluciente de su saliva, sin ningún resto de semen que ella había ingerido por completo, ella me miraba y reía y decía que mi semen era muy bueno.
La bese en la boca, y apartando lo que había encima de mi mesa la puse tumbada de espaldas en ella. Le separé los muslos y ante mí apareció todo su gran coño en su esplendor. Era muy peluda y estaba brillante de su excitación. Enseguida le separé los labios con mis dedos y acerqué mi boca a su sexo. Olía muy fuerte pero sabía exquisito, se lo comí durante mucho tiempo, primero solo con la boca, luego alternando mi boca con mis dedos que lo follaban rítmicamente, se corrió tres veces entre fuertes jadeos.
Le di la vuelta y la coloque a cuatro patas para que me ofreciese su culo.
Si su concha era excitante, más lo fue la visión de su peludo ojete, entreabriéndose, como pidiéndome su ración de besos, Le separé fuertemente las nalgas, y así podía ver como se abría y cerraba. También estaba reluciente de sudor y se apreciaban perfectamente restos de caca adheridos en su contorno y en los pelos que adornan su círculo.
Primero gocé con la vista, ahora le tocaba al olfato, y acerqué mi nariz a su gran sucio culo. Sí, apestaba pero apestaba divino, me embriagué con su olor y al cabo de dos minutos ya estaba recogiendo todos esos efluvios con mi lengua, chupando ansiosamente su ano, comprobando como mi lengua se abría paso sin dificultad en dirección a su recto.
A mi lengua siguieron mis dedos y pude ver como entraban hasta tres sin dificultad en sus intestinos, ella gemía y gozaba con este tratamiento, y así, expuesta, aprovechaba para introducir algún dedo también por su conchita
Mi poronga ya estaba otra vez a cien y le dije que por dónde prefería que me la cojiera, me dijo que le diera por el culo, que quería sentir mi chota en su culo y así lo hice. Entro de un golpe hasta la mitad, ella gimió y apretándome con sus manos por detrás me empujaba hacia ella, lo entendí de inmediato y volví a apretar, hundiendo toda la cabeza en su culo hasta que las pelotas chocaron contra sus grandes nalgas.
Como me acababa de ir , la culiada duró mucho tiempo, y mi herramienta no paraba de entrar y salir de su culo, a veces, ella no aguantaba la presión de su culo se escapaban sonoros pedos que yo favorecía, retirando por completo mi pija de su culo, permitiendo que entrara el aire en su abierto conducto anal. Así estuvimos quizás media hora, entre follada y andadas de pedos hasta que le dije que me iba a correr, sin avisar, se dio la vuelta, sacando sonoramente mi pija de su culo y agachándose ante mí, volvió a introducir su chota en la boca, aunque ahora ya no estaba reluciente sino que más bien estaba completamente manchada con su losa que de tanto culiarle el culo había salpicado toda la mierda de mi cabeza. Sin importarle, se la puso en la boca y terminé por segunda vez en ella, entre gritos por la excitación que me producía la y el hecho que se la estuviera comiendo completamente sucia de su propia mierda.
Tras descansar unos instantes, nos dirigimos al ñoba para limpiarnos un poco, mientras comentábamos lo que acaba de pasar, entre besos, caricias y toqueteos, me dispuse a mear. Cuando aun no había empezado, ella se acuclillo detrás de mí y con una mano sujetaba mi polla mientras meaba, y con la otra separaba mis nalgas y empezó a comerme el culo como nadie lo había hecho. La meada se me cortaba por el placer que me estaba proporcionando el beso negro. Finalmente acabé de mear y ella siguió dándome ese tratamiento hasta conseguir una nueva erección. Ella no paraba de comerme el culo y decidí ponerla a prueba y aproveche cuando tenía su lengua completamente incrustada en mi ano para hacer fuerza y lanzar a su cara un largo y maloliente pedo.
La prueba había funcionado pues ella no rechazo la situación y, entre risas, siguió comiéndome el culo. La verdad es que intenté hacer fuerza para ver si podía cagarla pero me fue imposible, ella lo notó y separándome aun más las nalgas sustituyó su lengua por sus dedos, garchandome el culo sin descanso.
Al cabo de un rato me dijo que ella sí que tenía ganas de cagar y que si queria verla. Le dije que nada me gustaría más y me hizo tumbarme en el suelo. Se agacho hasta que su peludo culo quedó a la altura de mi panza y abriéndoselas nalgas situó su ocote a escasos centímetros de mi cara. Su olor era embriagador, lo estuve chupando un buen rato mientras ella hacía fuerza, me regaló con unos cuantos pedos en mi cara hasta que su anillo anal empezó a dilatarse y pude comprobar como una punta marrón empezaba a asomarse.
Ella seguía empujando y la punta marrón por momentos crecía y se ensanchaba, saliendo un par de centímetros para volverse a esconder siguiendo el ritmo de las contracciones de su esfínter. Finalmente, un largo trozo venció la resistencia de su músculo anal y, repentinamente se deslizó, vencido por la fuerza de gravedad hasta impactar en mi y en mi pecho. Ella sudaba por el esfuerzo e inundó el lugar de un aroma particular, mezcla de sexo, sudor y caca.
Mi poronga ya estaba otra vez completamente en erección y ella aprovechó para volver a introducírsela en su boca, y haciéndolo puso al alcance de la mía su ano sucio de los restos de caca que no se habían desprendido. Se lo comí con avidez, disfrutando del morbo que ofrecía la postura y la situación, imaginado en lo que pensarían si por lo que fuera entrará alguien en la oficina. La excitación fue tal que enseguida ella se corrió con mi lengua en su ano y en su sexo y yo hice lo propio por tercera vez en su boca.
Exhausto, comprendí que esto sólo era el principio de una esplendida relación y que aun me quedaban muchas partes de su cuerpo por explorar y por ensuciar con mi semen.
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