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El bibliotecario II

Como les venía contando, Belén es una chica de 21 años que viene a la biblioteca donde yo trabajo. Es rellenita, con caderas muy grandes y una cola igualmente grande, además de dos tetas que su condición de rellenita aumentaban mucho.
No me solía fijar en mujeres con ese físico, pero la morbosidad de estar en una biblioteca y poder utilizar la privacidad que la poca concurrencia otorga me generaba un interés oportunista en Belén.
Pasó aquella primera vez en que me fijé en Belén y vi, mientras se agachaba a dejar un libro, el nacimiento de la raya de su cola, junto con una bombacha inocente y la forma de su cola abierta debajo del jean ante la situación de agacharse. Esa vez llegué a mi casa y eyaculé en cantidades que hacía un tiempo no tenía. Pero luego de esa primera vez llegó la primavera, y con ella los primeros calores(me refiero a la temperatura) de cara a la estación más agradable del año junto con el verano. Belén vino un lunes a devolver los libros que se había llevado, y a diferencia de la última vez, justificada por el calor, traía un pantalón corto que dejaba al descubierto sus piernas ampliamente, que no eran feas, sino tiernas, una rellenita muy tierna, y además muy blancas. Esa imagen, sumada a cómo se apretaba en esa cola, y la musculosa que llevaba con un escote que insinuaba considerablemente sus pechos me exitó mucho cuando se acercó a saludarme. Yo obviamente me quedé sentado en mi silla, ya que aquel día llevaba un short de tela que no disimularía mi erección si me paraba.
Belén entro a la sala que está justo frente a mi escritorio, por lo que, mientras miraba libros, yo veía si cola y más arriba el contorno de su corpiño en la blusa. Manoteé un poco mi pene para, aunque sea, disfrutar algo de ese suplicio. Era normal que ella utilizara la escalera para mirar los libros en la parte más arriba de la estantería. Mientras ella subía yo miraba hipnotizado su cola, aunque en un momento pensé que ella me estaba mirando y desvié rápido la mirada.
El primer suceso importante sucede ahora: Belén pierde el equilibrio en la escalera, y yo salgo corriendo para agarrarla. Por fortuna llego, pero no me di cuenta que mi erección apenas había bajado, y cuando Belén se levanta yo me acomodo el bulto rápido, pero era difícil de disimular. Nos quedamos unos segundos callados, yo sin saber qué hacer, si pedir perdón o qué, y ella ahí, sin entender bien.
Me fui inmediatamente a mi escritorio, y ella, detrás mío, llegó con dos libros, los ingresé al sistema y se los di.
Me quería matar. Seguramente Belén me vio mirándole la cola y cuando vio mi erección confirmó que soy un pajero.
Al día siguiente vino el hermano a devolver los libros que ella se llevó, confirmé que la cagué como el mejor, y que ella no volvería, al menos conmigo como bibliotecario. Pero al día siguiente cambió: la vi entrar, con el mismo tipo de ropa, aunque podría jurar que la blusa que usaba ahora era más ajustada que la anterior, y de la parte de la cola del pantalón sobresalía el elástico rosa de la bombacha. Belén me saludó más efusivamente de lo normal, a tal punto que cuando me saludó(siempre nos saludábamos con un beso en el cachete,pero algo normal y al paso) ella me beso la mejilla realmente. Yo no entendía nada. Además se movió lento, y pude apreciar su escote. Inmediatamente me comentó de los libros, que leyó las sinopsis y no le interesó ninguno, y fue directo al estante de abajo de todo, poniendose en 4 patas para mirar atentamente. No era necesario que lo hiciera con la ostentación que lo hizo, su cola grande pero hermosa quedó de frente a mi, y se movía sensualmente. Pude apreciar la bombacha del otro día que tanto me gustó. Se imaginarán que la erección que tuve en ese momento fue importantísima. Sentía presión en el pene de lo fuerte que era. Pasé mi mano por debajo del short me masajeé el pene suave, además de esconder la parte inferior de mi cuerpo bajo el escritorio para que ella, si se volteaba, no me viera.
Tardaba más de lo habitual, y yo casi estaba por acabar cuando ella se da vuelta y viene hacia mi escritorio con un libro en la mano. Me dijo:
-Este lo llevo y te lo traigo mañana.
Titubeé un "sí, sí", y lo ingresé al sistema. Cuando Belén se estaba por ir se acercó y me dio otro beso largo en la mejilla, aunque yo aproveché para apoyar mi mano en su cadera, como saludándola normalmente. Se fue sonriendo, y yo de ahí trabé la puerta y me fui al baño. Tardé unos segundos en acabar y volví a mi escritorio.

Continuará.

2 comentarios - El bibliotecario II

exiliado39
no para me que res matar daleeeeeeeeeeeeeeeeeee