Aclaracion: Todos los personajes involucrados en actos sexuales son mayores de edad. Con respecto a los demas, se reserva la informacion.
Link al capitulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/2768914/La-semilla-inutil---Prologo-y-capitulo-1-El-Cuerpo.html
Decidido a dejar en el pasado mi encuentro sexual con Merrian (y ya resignado a no contar nada a mis amigos: no lo iban a creer), empezaba a prepararme para mis primeros exámenes finales. Tenía mi rutina estructurada en universidad, enseñanza y paja, todos los días. Por aquellos días tuve una molestia en la parte baja de la espalda, así que fui al seguro.
Era un martes, lo recuerdo perfectamente. No fui a clases para hacerme un chequeo general, en donde se determinó que tenía una salud de hierro. Fue una pregunta que me hizo el doctor la cual cambió mi vida.
- Te interesa un conteo de esperma?
No supe que responder. Sólo pregunté si era gratis. La respuesta fue positiva y allá fui, al baño y con un frasquito sin rotular.
Pajearme recordando el cache con El Cuerpo fue muy placentero, en dos minutos ya estaba devolviendo el frasco. Cinco minutos después, llegó la bendición.
- Salvo mejor opinión- dijo el doctor-, eres estéril. Dame unos minutos para expedirte los resultados en físico.
Puse mi mejor cara de poker, agradecí y salí. Era prácticamente incapaz de embarazar a nadie, la de condones que me iba a ahorrar...
Mi celular empezó a vibrar; extraño puesto que nadie me llamaba ni me escribía. Era un SMS y decía algo así:
C t antoja repetir? Merrian
No podía creerlo. Hice una estúpida recarga de tres soles y la llamé. Me dijo que esta semana estaría estudiando por los exámenes finales pero que, a partir del lunes, sería materia dispuesta. Eso me calentaba.
- Entonces, hasta el lunes -me dijo, y añadió -, mi almejita te extraña.
No cabía en mí del deseo. Ansiaba que la semana se pasara volando, cuando recordé la observación dimensional que ella había hecho acerca de mi miembro, aunque preferí centrarme en lo positivo: ella había alabado el movimiento.
Decidí hacer un paralelo entre cachar y tocar guitarra. Si de verdad quería ser un experto y hacer delirar a Merrian, tenía que practicar.
Lo primero que pensé fue en ir a un burdel, pero entendí que sería lo mismo que aprender a tocar en guitar hero. Si un guitarrista se hacía maestro practicando (y no en conciertos) ,un cachero se haría maestro practicando, y no cachando (espero que la idea se entienda).
Deseché la idea de un maestro y la de los videos tutoriales; sólo quedaba la opción de los libros.
Compré un libro escrito por un gurú de Nepal, según proclamaba la portada con el pomposo título de Trucos Sexuales. Lo adquirí por el módico precio de diez soles y le hice un hueco en mi apretada agenda: tenía una nueva materia.
Los ejercicios para fortalecer mi próstata y los músculos de la pelvis fueron los más difíciles. Me tomé el trabajo también de leer el capítulo dedicado a los ejercicios para la mujer (no para mi, sino para enseñarle a Merrian.)
El lunes era ya casi hora de salida, el momento que había separado para llamar a El Cuerpo. Tenía separadas treinta luquitas para el telo cuando, 5 minutos antes de salir, me envió un mensaje.
Salón 808 T espero. Merrian
Admítelo. Tu también te has sentido observado cuando eres el único que sube las escaleras mientras los demás bajan. Estoy seguro de que me observaron como bicho raro: no me importó y corrí hacia mi destino.
Al llegar a la puerta del salón acordado, escuché el sonido de una zampoña proveniente de dentro. Hay una práctica, pensé. Me disponía a retirarme para llamarla desde afuera cuando recordé "ella también toca zampoña". Entre al salón.
Estaba vestida con unos blue jeans estrechos y un polo rojo ajustado. Sus ojos siempre delineados y con sombras. Sonrió.
-Has subido corriendo.
Casi le confieso que me la he corrido todos los días y que eso no era nada, que la culpa era de ella y de nadie más que ella, que ya era hora de irnos para hacerlo, para tenernos, cuando, con una mueca, ella se negó.
Estuve a punto de protestar, pero era que no había entendido: Ella quería tirar,sí. Pero en el salón.
- Echa seguro a la puerta-, me ordenó - a esta hora no hay gente más que del quinto piso para abajo, pero mejor es no arriesgarse.
Hice lo que me pidió, asomandome previamente para garantizar que no hubiera nadie en los alrededores. Puse el seguro. Al volver, El Cuerpo había sacado una colchoneta, la cual situó en la pared del fondo.
- Por si nos cansamos - sonrió.
Me acerqué a ella y empezamos a besarnos. Ya no había alcohol en la sangre, sólo un deseo imposible de ocultar. Sus manos acariciaban mi sólido miembro por encima del pantalón. Las mías hacían lo mismo, pero además masajeaba sus tetas.
- Me encanta que me toques de esa manera - me dijo -. Es tan delicioso.
Nos desnudamos mutuamente, quedándonos solo con la ropa interior. Me acerqué para poder succionar su pezón izquierdo, como si fuera un recién nacido.
- Eres mi bebé - ronroneó.
Cambié por el pezón derecho, cuando ella deslizó su mano dentro de mi calzoncillo y sacó mi verga afuera para masturbarme. Sus dedos recorrían el mástil de carne, dejando mi glande al descubierto con cada movimiento.
No me amilané. Acaricié con mi mano derecha la cara interior de sus muslos, acercándome muy despacio a su zona íntima. Quería que ella sintiera el deseo de ser explorada, acariciada, penetrada. Cuando mis dedos tocaron los labios de su sexo, soltó un suspiro.
Haciendo su calzón a un lado, realicé una exploración táctil, minuciosa de su vulva. Sentía en las yemas de mis dedos el delicioso y aceitoso néctar vaginal.
La impulsé a sentarse sobre un escritorio, sujeté su calzón con mis dedos y lo hice descender suavemente: del lugar donde había estado su vulva colgó un hilillo de lubricante: Merrian era una fuente... Y yo estaba sediento. Sediento de sopa, ésa modalidad de sexo oral aplicado a la mujer. La modalidad que tanto había escuchado por años y que iba a conocer ahora: nunca creí que eso me convertiría en un adicto.
Lamí sus muslos desde las rodillas hacia su entrepierna, ella jadeaba bien fuerte, creí que le daría un paro pero ni eso me detuvo. Cuando mi boca llegó a su vagina, me sujetó de los cabellos. Recorrí con mi lengua el delicioso canal, sentía húmedo y no sabia si eran sus líquidos de amor o mi saliva: daba igual. Merrian empezó a moverse como si tuviera un pene adentro, enterraba los dedos entre mis cabellos.
Abrí mi boca sobre su vulva y aplique una succión moderada; ella se volvió loca y gritó. Lo volví a hacer y obtuve idéntica respuesta, así que decidí hacerlo seguido consiguiendo una serie de gritos de placer provenientes de El Cuerpo.
- Me - trataba de decir Merrian -, me...
Se viene? Pensé. Pero si no llevamos ni quince minutos.
- Métemelo - logró articular -, métemelo ya!
Me levanté en menos de un segundo y enterré mi sexo en su almejita, ella me recibió con un grito de placer; su rostro era la viva imagen de la lujuria: ojos brillantes y boca abierta.
El movimiento debía ser controlado al milímetro, su concha estaba anegada, un movimiento brusco y mi pene saldría.
Me abrazó con fuerza mientras mi miembro se hundía en sus entrañas, cada movimiento era un ramalazo de placer, Merrian gemía, buscaba mi boca, me besaba con lengua, mordía mis labios, me pedía que mamara de sus pechos, que me quedara dentro de ella, que me vaciara dentro de ella, que la embarazara, que le hiciera un hijo: estas dos últimas peticiones inútiles, según narré líneas arriba.
Y Merrian seguía, no podía detenerse. Pedía más, suplicaba que fuera más adentro, que no aguantaba más. Me movía dentro de su sexo y gritaba que no, luego gritaba que sí, varias veces.
- Me voy a venir - jadeó -, me voy a venir, mi amor...
Empujé mi miembro con todas mis fuerzas, el semen me empezó a brotar con fuertes chorros dentro de El Cuerpo. Ella me sujetó con sus piernas.
- Lo estoy sintiendo - susurró -, estoy sintiendo tu semen en mi concha... Que delicia, que rico se siente...
Que me maten si miento, el momento y las palabras de Merrian parecieron un conjuro. Lejos de bajarme la erección, ésta no cedió ni un milímetro y retomé el movimiento.
- Mi amor - suspiró mi hermosa compañera -, acaso sobrio no te cansas?
Continuará...
Aprovecho para agradecer el tiempo que se toman en leer este relato: aun quedan muchos capitulos, los voy escribiendo, cambiando, retocando y mejorando.
El proximo capitulo se llama "Soy leyenda". Lo subo el domingo :3
Link al capítulo 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/2775851/La-semilla-inutil---Capitulo-3-Soy-leyenda.html
Link al capitulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/2768914/La-semilla-inutil---Prologo-y-capitulo-1-El-Cuerpo.html
Decidido a dejar en el pasado mi encuentro sexual con Merrian (y ya resignado a no contar nada a mis amigos: no lo iban a creer), empezaba a prepararme para mis primeros exámenes finales. Tenía mi rutina estructurada en universidad, enseñanza y paja, todos los días. Por aquellos días tuve una molestia en la parte baja de la espalda, así que fui al seguro.
Era un martes, lo recuerdo perfectamente. No fui a clases para hacerme un chequeo general, en donde se determinó que tenía una salud de hierro. Fue una pregunta que me hizo el doctor la cual cambió mi vida.
- Te interesa un conteo de esperma?
No supe que responder. Sólo pregunté si era gratis. La respuesta fue positiva y allá fui, al baño y con un frasquito sin rotular.
Pajearme recordando el cache con El Cuerpo fue muy placentero, en dos minutos ya estaba devolviendo el frasco. Cinco minutos después, llegó la bendición.
- Salvo mejor opinión- dijo el doctor-, eres estéril. Dame unos minutos para expedirte los resultados en físico.
Puse mi mejor cara de poker, agradecí y salí. Era prácticamente incapaz de embarazar a nadie, la de condones que me iba a ahorrar...
Mi celular empezó a vibrar; extraño puesto que nadie me llamaba ni me escribía. Era un SMS y decía algo así:
C t antoja repetir? Merrian
No podía creerlo. Hice una estúpida recarga de tres soles y la llamé. Me dijo que esta semana estaría estudiando por los exámenes finales pero que, a partir del lunes, sería materia dispuesta. Eso me calentaba.
- Entonces, hasta el lunes -me dijo, y añadió -, mi almejita te extraña.
No cabía en mí del deseo. Ansiaba que la semana se pasara volando, cuando recordé la observación dimensional que ella había hecho acerca de mi miembro, aunque preferí centrarme en lo positivo: ella había alabado el movimiento.
Decidí hacer un paralelo entre cachar y tocar guitarra. Si de verdad quería ser un experto y hacer delirar a Merrian, tenía que practicar.
Lo primero que pensé fue en ir a un burdel, pero entendí que sería lo mismo que aprender a tocar en guitar hero. Si un guitarrista se hacía maestro practicando (y no en conciertos) ,un cachero se haría maestro practicando, y no cachando (espero que la idea se entienda).
Deseché la idea de un maestro y la de los videos tutoriales; sólo quedaba la opción de los libros.
Compré un libro escrito por un gurú de Nepal, según proclamaba la portada con el pomposo título de Trucos Sexuales. Lo adquirí por el módico precio de diez soles y le hice un hueco en mi apretada agenda: tenía una nueva materia.
Los ejercicios para fortalecer mi próstata y los músculos de la pelvis fueron los más difíciles. Me tomé el trabajo también de leer el capítulo dedicado a los ejercicios para la mujer (no para mi, sino para enseñarle a Merrian.)
El lunes era ya casi hora de salida, el momento que había separado para llamar a El Cuerpo. Tenía separadas treinta luquitas para el telo cuando, 5 minutos antes de salir, me envió un mensaje.
Salón 808 T espero. Merrian
Admítelo. Tu también te has sentido observado cuando eres el único que sube las escaleras mientras los demás bajan. Estoy seguro de que me observaron como bicho raro: no me importó y corrí hacia mi destino.
Al llegar a la puerta del salón acordado, escuché el sonido de una zampoña proveniente de dentro. Hay una práctica, pensé. Me disponía a retirarme para llamarla desde afuera cuando recordé "ella también toca zampoña". Entre al salón.
Estaba vestida con unos blue jeans estrechos y un polo rojo ajustado. Sus ojos siempre delineados y con sombras. Sonrió.
-Has subido corriendo.
Casi le confieso que me la he corrido todos los días y que eso no era nada, que la culpa era de ella y de nadie más que ella, que ya era hora de irnos para hacerlo, para tenernos, cuando, con una mueca, ella se negó.
Estuve a punto de protestar, pero era que no había entendido: Ella quería tirar,sí. Pero en el salón.
- Echa seguro a la puerta-, me ordenó - a esta hora no hay gente más que del quinto piso para abajo, pero mejor es no arriesgarse.
Hice lo que me pidió, asomandome previamente para garantizar que no hubiera nadie en los alrededores. Puse el seguro. Al volver, El Cuerpo había sacado una colchoneta, la cual situó en la pared del fondo.
- Por si nos cansamos - sonrió.
Me acerqué a ella y empezamos a besarnos. Ya no había alcohol en la sangre, sólo un deseo imposible de ocultar. Sus manos acariciaban mi sólido miembro por encima del pantalón. Las mías hacían lo mismo, pero además masajeaba sus tetas.
- Me encanta que me toques de esa manera - me dijo -. Es tan delicioso.
Nos desnudamos mutuamente, quedándonos solo con la ropa interior. Me acerqué para poder succionar su pezón izquierdo, como si fuera un recién nacido.
- Eres mi bebé - ronroneó.
Cambié por el pezón derecho, cuando ella deslizó su mano dentro de mi calzoncillo y sacó mi verga afuera para masturbarme. Sus dedos recorrían el mástil de carne, dejando mi glande al descubierto con cada movimiento.
No me amilané. Acaricié con mi mano derecha la cara interior de sus muslos, acercándome muy despacio a su zona íntima. Quería que ella sintiera el deseo de ser explorada, acariciada, penetrada. Cuando mis dedos tocaron los labios de su sexo, soltó un suspiro.
Haciendo su calzón a un lado, realicé una exploración táctil, minuciosa de su vulva. Sentía en las yemas de mis dedos el delicioso y aceitoso néctar vaginal.
La impulsé a sentarse sobre un escritorio, sujeté su calzón con mis dedos y lo hice descender suavemente: del lugar donde había estado su vulva colgó un hilillo de lubricante: Merrian era una fuente... Y yo estaba sediento. Sediento de sopa, ésa modalidad de sexo oral aplicado a la mujer. La modalidad que tanto había escuchado por años y que iba a conocer ahora: nunca creí que eso me convertiría en un adicto.
Lamí sus muslos desde las rodillas hacia su entrepierna, ella jadeaba bien fuerte, creí que le daría un paro pero ni eso me detuvo. Cuando mi boca llegó a su vagina, me sujetó de los cabellos. Recorrí con mi lengua el delicioso canal, sentía húmedo y no sabia si eran sus líquidos de amor o mi saliva: daba igual. Merrian empezó a moverse como si tuviera un pene adentro, enterraba los dedos entre mis cabellos.
Abrí mi boca sobre su vulva y aplique una succión moderada; ella se volvió loca y gritó. Lo volví a hacer y obtuve idéntica respuesta, así que decidí hacerlo seguido consiguiendo una serie de gritos de placer provenientes de El Cuerpo.
- Me - trataba de decir Merrian -, me...
Se viene? Pensé. Pero si no llevamos ni quince minutos.
- Métemelo - logró articular -, métemelo ya!
Me levanté en menos de un segundo y enterré mi sexo en su almejita, ella me recibió con un grito de placer; su rostro era la viva imagen de la lujuria: ojos brillantes y boca abierta.
El movimiento debía ser controlado al milímetro, su concha estaba anegada, un movimiento brusco y mi pene saldría.
Me abrazó con fuerza mientras mi miembro se hundía en sus entrañas, cada movimiento era un ramalazo de placer, Merrian gemía, buscaba mi boca, me besaba con lengua, mordía mis labios, me pedía que mamara de sus pechos, que me quedara dentro de ella, que me vaciara dentro de ella, que la embarazara, que le hiciera un hijo: estas dos últimas peticiones inútiles, según narré líneas arriba.
Y Merrian seguía, no podía detenerse. Pedía más, suplicaba que fuera más adentro, que no aguantaba más. Me movía dentro de su sexo y gritaba que no, luego gritaba que sí, varias veces.
- Me voy a venir - jadeó -, me voy a venir, mi amor...
Empujé mi miembro con todas mis fuerzas, el semen me empezó a brotar con fuertes chorros dentro de El Cuerpo. Ella me sujetó con sus piernas.
- Lo estoy sintiendo - susurró -, estoy sintiendo tu semen en mi concha... Que delicia, que rico se siente...
Que me maten si miento, el momento y las palabras de Merrian parecieron un conjuro. Lejos de bajarme la erección, ésta no cedió ni un milímetro y retomé el movimiento.
- Mi amor - suspiró mi hermosa compañera -, acaso sobrio no te cansas?
Continuará...
Aprovecho para agradecer el tiempo que se toman en leer este relato: aun quedan muchos capitulos, los voy escribiendo, cambiando, retocando y mejorando.
El proximo capitulo se llama "Soy leyenda". Lo subo el domingo :3
Link al capítulo 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/2775851/La-semilla-inutil---Capitulo-3-Soy-leyenda.html
1 comentarios - La semilla inutil - Capitulo 2: El Experto