Hola! agradezco que la historia les esté gustado, así que les traigo la siguiente parte para que la disfruten. Siguen las aventuras de Karen y sus hijas, esta vez con un nuevo personaje y situaciones calientes y divertidas 🙂
Parte 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/2765547/Mis-hijas-y-yo-una-familia-muy-carinosa.html?notification#last
Parte 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/2766483/Mis-hijas-y-yo-una-familia-muy-carinosa-capitulo-2.html
Parte 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/2768820/Mis-hijas-y-yo-una-familia-muy-carinosa-capitulo-3.html
Después de haberme pasado horas arreglándome para que el amigo de Lorena me metiera una buena cogida, resultaba que la persona de la cual ella tanto me hablaba era Daniel, mi viejo amigo de la preparatoria.
La cara que puse cuando nos vimos merecería estar en cualquier revista de humor, porque casi vomito de la impresión. Daniel era algo así como mi mejor amigo, y me conocía lo bastante bien como para que también le sorprendiera el hecho de que su cita a ciegas era yo.
—Vaya ¿así que ya se conocen? —nos preguntó Henry, el esposo de Lorena.
—Sí… ya nos conocemos —dijo Daniel con una traviesa sonrisa.
Convivir con Daniel no fue tan malo como esperaba. De hecho, ni siquiera sabía por qué había estado tan nerviosa. Hablamos sobre los viejos tiempos de la preparatoria, de las locuras que nuestro grupo como cuando un tipo llevó mariguana para vender y casi fuimos todos expulsados, hasta la pelea que una vieja amiga tuvo con una profesora luego de que esta decidiera ponerle un gigantesco cero en su examen final.
No sé cuánto me reí. Lorena y Henry estaban en la misma mesa que nosotros, pero no platicamos tanto con ellos; sin embargo, por lo poco que logré escuchar de sus conversaciones, mi amiga estaba hablando algo sobre llevar a Holy a la playa.
—Tengo dos hijas —terminé por decirle a Daniel.
—¿De verdad? Qué bueno oírlo. Siempre decías que lo tuyo no eran los niños.
Miré a Daniel y él me miró. Sus ojos eran bellísimos, de un profundo tono gris, y sus labios eran tan atrayentes que me incitaban a darle un beso. No recordaba que fuera tan guapo en la preparatoria, pero tampoco me importaba.
—Y… ¿cuánto tiempo estarás en la ciudad?
—Me mudaré aquí por cuestiones de trabajo. Estoy buscando un departamento.
—¿Por qué no te quedas en mi casa mientras tanto? —le sugerí o más bien el calor de las copas me incitó a hablar
—¿Estás de acuerdo? Tu esposo…
—Ah, descuida. Estoy divorciada.
—Bueno, si es así, aceptaré. No te preocupes, no será por mucho. Sólo mientras encuentro un buen departamento. He visto algunos pero no me gustaba la vista, ni la decoración.
—Pues ya estás. Sólo que tendrás que pagarme la renta.
—Oye… de acuerdo. Puedo hacer el desayuno.
—No estaría nada mal.
Fue entonces que me di cuenta de que una parte de mí, la emocionada ante la idea de Daniel, ya estaba pensando en él como esposo. Atribuí esta clase de pensamientos fuera de lugar a las copas que me había tomado, y decidí no volver a tener esa clase de locas ocurrencias.
La cena terminó y me sentí un poco decepcionada porque quería seguir bebiendo. Necesitaba algo de consuelo ahora que mi cita a ciegas resultaba ser con mi viejo amigo de la preparatoria, y no estaba en mis planes de esa noche irme a la cama con él.
En el baño, Lorena insistía en que no tenía nada de malo acostarme con él.
—Se quedará a vivir en tu casa unos días, Lorena. ¿Por qué desaprovechas esta oportunidad?
—Olvídalo —le dije, mirándome al espejo y tratando de quitar mi expresión más o menos ebria.
Lorena sacó su móvil y llamó a Holy.
—Ya casi vamos, cariño. Sí. Sí, papá está bien. No… no, cielo. Esta noche no. Bueno, adiós.
—¿Todo bien? —pregunté.
—Sí. Holy quería que su papá se acostara con ella.
Me ruboricé pero decidí callarme.
Lorena nos hizo el favor de llevarnos a casa. Pasaba de la media noche y entramos con cuidado para no despertar a las chicas. Todo estaba oscuro y fui prendiendo las luces a medida que avanzaba a tropezones por la sala y subía las escaleras.
—Tienes una bonita casa —dijo Daniel.
—Gracias. Esas son las habitaciones de mis niñas, y ésta es la nuestra.
—¿Nuestra?
—Sí. Yo… olvidé que sólo tenía tres cuartos. Aunque también puedes dormir en la sala.
Daniel me sonrió y me puso una mano en la cadera.
—Creo que prefiero dormir a tu lado.
—¿Disculpa?
—No todas las noches me la paso tan bien.
Me reí como una tonta, pero hice silencio cuando vi que la boca de Daniel se acercaba para besarme. Cerré los ojos por mero instinto y nuestros labios se tocaron. Lo que en un principio fue un beso corto, se volvió en uno muy intenso.
Avanzamos hacia la habitación y entramos dando tropiezos mientras nuestras bocas seguían pegadas. Después caímos a la cama. Yo me levanté para encender la luz y cuando me giré, verlo sentado en el colchón y listo para la acción hizo que mi cara se encendiera de rubor.
Me lancé sobre él, llevada por el alcohol que tenía en la sangre. Daniel me recibió con un beso profundo en los labios y forcejeamos entre caricias y mordidas. Sus manos me recorrían las piernas, alzándome el vestido hasta que sus dedos se divirtieron con mis pompas.
Yo estaba como poseída. Le besé el cuello y literalmente le arranqué los botones de la camisa. Su torso era tan… definido, atlético, y rápidamente lo recorrí con mi boca. Él me jaló del cabello para volverme a acercar a sus labios y besarme de una manera poco más que apasionada. Mis dedos se metieron dentro de su pantalón hasta tocar esa verga caliente, volviéndose más grande a medida que el tiempo pasaba. Tanteé sus bajos y sentí su peso en mi mano. No soportaba más, quería metermelo a la boca y mamarlo hasta que toda su leche me recorriera los labios. Quería hacerlo de la misma manera en la que Kim lo había hecho con Axel.
Aquello no era hacer el amor. Era sexo duro y salvaje. O eso creía, hasta que de repente me quité de encima y vomité a un lado de la cama.
Obviamente mi noche se fue a la mierda.
A la mañana siguiente me desperté con un fuerte dolor de cabeza y muchísima sed. Daniel no estaba a mi lado, pero sí su chaqueta y el resto de su ropa.
Atontada por la resaca me fui a la ducha por un baño de agua tibia y después bajé a la sala.
Kim y Laura estaban en la cocina, sentadas alrededor de la mesa mientras Daniel preparaba el desayuno.
—Buenos días.
—Mamá… te ves del carajo —observó Kim.
—Me siento así. Daniel ¿preparas la comida?
—Sí. Me desperté y me encontré con Kim. Me costó explicarle que no era un ladrón.
—Lo siento —se rió Kim —. Es que nadie nos avisó de que un hombre estaría viviendo con nosotras.
—Ah, es cierto. Kim, Laura, él es Daniel, mi mejor amigo de la preparatoria. Daniel, son mis hijas.
El desayuno había estado muy bueno, o eso es lo que Kim me dijo, porque yo no le sentía sabor a nada. Me juré que no volvería a beber y extrañé aquellos locos tiempos donde podía tomarme una botella de vodka yo solita.
Después de desayunar Kim se levantó de la mesa, y vi que no tenía sus shorts, sino que sólo llevaba sus pequeñísimos boxers que le dejaban casi media pompa a la vista. No la culpaba debido a la calurosa mañana, pero por alguna razón encontré divertida la mirada que Daniel se pegó al ver el culo de mi hija.
—Se te van a caer los ojos —le dije en broma y su cara enrojeció por completo.
—Perdón. No vi nada.
Kim rió y se dio una nalgada fuerte en el trasero.
—¡Kim! —la regañé y ella riendo subió las escaleras.
Cuando Laura se fue, rodeé la mesa y abracé a Daniel por la espalda.
—Lamento lo de anoche. De verdad quería hacerlo.
—Descuida. Casi no me cayó vómito.
—Joder, lo siento. Podemos ¿intentarlo de nuevo?
Daniel giró el cuello y me besó.
—Claro que si.
Decidí llamar a mi jefe para decirle que faltaría al trabajo. Laura y Kim tampoco tenían escuela, así que nos quedamos en casa, en la sala, mirando la televisión.
Hacia una calurosa mañana y el aire acondicionado estaba descompuesto. Esto hacia que Kim se hubiera vestido de una manera provocativa, con unos pequeños shorts y una blusa escotada que mantenía sus grandes pechos libres de cualquier contención. Laura vestida de una forma parecida, y yo sólo tenía un albornoz cubriéndome el cuerpo.
Daniel había salido para ver unos asuntos de su trabajo, y también dijo que volvería con ingredientes para preparar el almuerzo.
—Es un buen sujeto —les dije —. Era el mejor de la clase.
—¿Sales con él? —preguntó Laura y la verdad no supe qué responderle.
—Si mamá no lo arruina —masculló Kim y yo le eché una miradita asesina, aunque realmente tenía razón.
Me fui de allí porque no quería seguir hablando de eso. Entré a mi habitación sólo para tener un momento de privacidad y pensar en Daniel, cuyo regreso me estaba causando una feliz sensación. Necesitaba amigos, a demás de Lorena. Además… tener a un hombre por las noches no iba a hacerme ningún mal ¿verdad? Pensar en que Daniel y yo podríamos tener algo de acción bastaba como para encenderme y con esas fantasías me dormí, no sé por cuánto tiempo, hasta que Kim me despertó. Junto a ella estaba Daniel, sonriendo.
—Hace mucho calor. Henry me acaba de hablar para invitarnos. Ella y Lorena harán una fiesta de piscina.
—¡Vamos! —dijo Kim, y lo primero que pensé fue en que íbamos a ir a la casa de una peculiar pareja de esposos que sostenían relaciones sexuales con su hija… y mi Laura estaría allí. Me daba algo de miedo porque Lorena me contaba lo mucho que le gustaba ella.
Pero el calor estaba a morir, y no podía decirle a Daniel porque no quería ir, pero terminé aceptando.
Lo primero en lo que pensé fue en decirle a Laura que no llevara su bikini, cosa que le molestó. Por Kim no me importaba demasiado porque ni siquiera el Presidente podría hacer algo para detenerla. Yo, por mi parte, opté por ropa ligera y una toalla para secarme.
En ocasiones anteriores ya había estado en la piscina de Lorena y sabía que a mis hijas les encantaba el trampolín y nadar en bikini desde que eran niñas. Claro que a mi me daba igual, e incluso en un par de ocasiones había dejado que Laura nadara desnuda cuando tenía diez años. Eso fue antes de saber que Lorena era una incestuosa.
—¿Por qué no dejas que Laura lleve su bikini? —me preguntó Kim momentos antes de salir de la casa. Daniel y Laura nos estaban esperando en el coche.
—Bueno… —no se me ocurría nada bueno que decirle porque no deseaba delatar a Lorena.
—No quiero que perviertan a mi hija inocente.
—¿Por qué no?
—Bueno… este… vamos, se nos hace tarde.
De repente Kim me dio una nalgada y yo se la devolví. Luego ambas nos reímos.
Estaba nerviosa y me costaba ocultarlo. Cuando llegamos a casa de Lorena, quien nos abrió fue Holy. Vestía un lindo traje de baño de dos piezas y tenía el cuerpo totalmente empapado.
—Ah, hola. Pasen. Mamá estaba esperándolos.
Noté que su mirada estaba puesta especialmente en mí, y no hablo de una mirada amigable, sino más bien la de una advertencia, como una oficial de policía. Supuse que se debía a que yo era la conocedora de un secreto que con sólo contarlo, podría hacer que la reputación de sus padres se viniera abajo.
Todos entraron primero. Holy y yo nos quedamos frente a frente, con pose desafiante en el rostro. Me sorprendía lo fría que podía ser la mirada de ella.
—Ese es un… lindo bikini —dije sin saber qué más añadir.
—Gracias. Pasa.
Para mi sorpresa nosotros no éramos la única familia a la que Lorena había invitado, aunque tampoco me extrañaba. Su piscina era bastante grande al igual que su jardín. Había otras chicas que eran amigas de Holy.
—¡Karen! ¡Ven con nosotros!
Lorena y su esposo estaban en una mesa reunidos con los padres de los demás. Yo suspiré y decidí unirme a ellos. Una parte de mí quería advertirles a esas personas que sus hijas estaban en la mirada de depravados, pero lo cierto es que el ambiente en el lugar era de plena diversión y no quería quedar como la mala que le arruinara a los pobres un día de piscina gratis.
—Hola a todos.
Lorena me presentó a los demás y mientras me incluían en la conversación, intenté estar pendiente de mis hijas, pero era casi imposible verlas desde el lugar donde me había sentado.
—Tranquila, Karen —me dijo Lorena y noté un brillo especial en sus ojos. Ella sabía lo que yo estaba pensando sobre la fiesta: que era una trampa para que ese par se diera un banquete a la vista.
Y lo cierto era que sí era un banquete, hablando en términos de ellos. Me sorprendió ver que algunas de las muchachitas llevaban bikinis cuya parte inferior era una tanga. Sus redondas pompis las hacían parecer modelos.
Advertí a Laura que nadaba con Holy. Ambas chicas se llevaban bien, lo cual activó mi alerta de madre. Le hice un gesto a Lorena porque necesitaba hablar con ella y dejar algunas cosas en claro.
— ¿Qué sucede? —me preguntó cuando estuvimos separadas de los demás, a un costado de la casa.
—Hay… demasiadas muchachitas en la casa. Algunas son menores de edad. Lorena, sé lo que está pasando.
—¿Qué pasa? —mi amiga se ruborizó pero con una sonrisa, como una cría a la que se le había atrapado —¿tienes algún problema con chicas en bikini?
—No es eso. Lo que intento…
—Míralas —dijo Lorena y me obligó a mirarlas. Se puso detrás de mí y sostuvo mis mejillas —. ¿Me vas a negar el hecho de que el cuerpecito virgen de tu hija Laura no te atrae en lo más mínimo, o las tetas de tu Kim?
—Nop. No soy como tú.
—La delicada piel de sus piernas.
Me detuve cuando sentí que una mano me acariciaba seductoramente la espalda.
—¿Lorena?
—Entonces… tal vez te gusto yo.
—Te estás sobrepasando. No me molestes.
Y no dije nada más cuando Lorena me dio el primer beso de carácter lésbico de mi vida. Fue un beso fuerte que me presionó los labios. Rápidamente me separé de ella. En cualquier otra situación le habría dado una cachetada, pero estaba tan sorprendida por lo ocurrido que me quedé congelada.
—Me… besaste.
—¿No te gustó?
Volvió a acercarse y me puso las manos en las caderas, justo por debajo de la blusa. El tacto de sus dedos ahora se sentía raro.
Juntó su nariz con la mía y luego me dio un beso, esta vez muy tierno, en los labios. Su boca tenía un sabor dulce, a uvas. Y de repente, mientras pensaba en el sabor, me di cuenta de que yo también le estaba correspondiendo al beso.
Me cayó con un beso y ésta vez me pegó la espalda al costado de la casa. Desde allí nadie podía vernos. Sus labios de uva volvieron a la tierna tarea de humedecer los míos, y movió sus manos en círculos por la piel de mis caderas. El instinto me hizo abrazar a mi amiga.
—No… Lorena. Espera.
—¿Qué?
—Esto… esto no es corre… ¡Ay! —solté un rápido gemido cuando su lengua se deslizó por mi cuello.
—Bueno, bueno. Me calmo —dijo después de separarse de mí. Yo, casi, casi deseé que no lo hiciera.
—¿Por qué lo hiciste?
—Porque… me gustas.
—¿Es esto una declaración de amor?
—No, tonta. Me gustas. Eres guapa, y yo soy bisexual, así que no me da nada de asco besar a una mujer.
—Pues yo no lo soy así que no lo intentes de nuevo.
—Eso no es lo que tu boca me dijo. Anda, vamos.
********************************************Kim********************************+
Miré a Laura que estaba dentro de la piscina, con la cabeza y las manos apoyada en la orilla hablando conmigo.
—Oye, Laura. Lo que pasó con el plátano…
—¿Qué tiene?
—No se lo vayas a contar a nadie ¿de acuerdo?
Laura asintió.
—¿Quieres… que lo intentemos otro día?
Fue tan hermoso ver como sus mejillas se ruborizaron cuando se lo pregunté, pero Laura no me contestó y por el contrario se fue a nadar con las demás.
El transcurso de la tarde fue de lo más normal. Me metí al agua y cuando salimos para comer, noté como las chicas se me quedaban mirando las tetas que mi bikini apenas podía mantener en su sitio. Aquello me daba morbo y muchas ganas de desnudarme frente a todas ellas. Me contuve, y luego, sonrojada por esa clase de pensamiento, me fui a cambiar de ropa.
Entré al baño de Lorena y lo primero que se me dio fue investigar qué tanto tendría en el botiquín detrás de su espejo. Era algo que hacía siempre que entraba en el baño de una casa. ¿La razón? Ni yo la sé.
Al abrir el botiquín lo primero que me llamó la atención fue una botellita de lubricante anal que estaba a la mitad. Pensé en que Lorena y su esposo tenían constante acción por detrás. Tal vez eso le faltaba a mamá, que alguien se acostara con ella.
Dejé el lubricante donde estaba y me quité la parte superior del bikini. Mis pechos al fin se vieron libres de su confinamiento y al verlos en el espejo hice una mueca, pues alrededor de mis pezones estaba bronceado, pero como no hacía topless, las marcas del bikini marcaban mi piel. Eso se podía corregir fácilmente, pero lo haría en casa.
En eso abrieron la puerta del baño. Yo me cubrí los pechos rápidamente, pero por fortuna sólo se trataba de Holy, así que los volví a mostrar.
—Me asustaste, tonta. Pensé que le había dejado…
—¿Qué?
—¿Son tetas reales?
—Emm. Pues sí.
Vi el rubor en su rostro y luego una sonrisa brillante. Yo me sentí acalorada.
—¿Puedo cambiarme?
—Claro, es tu baño.
Holy me dio la espalda.
—¿Me ayudas a quitarme el sostén? No llego al nudo.
—Ah, sí.
Mis manos estaban algo nerviosas. Eso hizo que mi pecho latiera deprisa y rememoré a Laura y nuestro salvaje encuentro. Deshice el nudo y el sostén del bikini de Holy cayó. Traté de no darle más importancia y hurgué en mi bolsa por un cambio de ropa. Cuando me erguí, noté que Holy me seguía mirando las nenas.
—A mí no me crecieron mucho. Mira.
Las vi. Tenia que hacerlo. Apartó el brazo y vi sus pechos . Lorena tenía un amplio busto y en el mejor de los casos le transmitiría ese atributo a su hija. Los pezones de Holy eran rosaditos, pequeños y tiernos. Mis tetas, por el contrario, eran más grandes, pero por suerte firmes y no dos bolsas de agua como la de las ancianitas.
—Te crecerán —le dije y ella, poniendo una mirada seductora e inocente, dio un paso hacia mí.
—¿De verdad? ¿Puedo… tocar las tuyas?
Sonreí para mis adentros.
—Claro.
Bajé la tapa del retrete y me senté en él. Holy, curiosa como una niña, puso ambas manos sobre mis pechos. El contacto de su piel humedecida me hizo estremecer. Cerré mis ojos y pronto me di cuenta de que no sólo los estaba tanteando, sino que los acariciaba con una nota claramente sexual. Pellizcó mis pezones y tirando de ellos, hizo que mis senos rebotaran.
—Son sorprendentes. Como las de mi mamá.
—Gracias.
La chica me guiñó un ojo y con sus deditos se tocó sus a pechos. Empecé a sentir un calor entre mis piernas y tuve la necesidad y el impulso de mover mis brazos y tomarla de la cintura. Con ese leve tacto, algo se habrá activado en la mente de Holy y se lanzó hacia mí por un beso.
No podía creer que fuera la segunda chica a la que besaba. Su boca era tan diferente a la de los hombres. Poseía labios suaves, tiernos y un hechizante sabor. Nuestras lenguas jugaron un momento, sobándose y empapándose de la saliva de la otra. Sabía besar muy bien. Demasiado. Mordía mi boca y al mismo tiempo sus manos jugaban con mis tetas.
Entonces mis dedos acariciaron su espalda y se fueron directamente a sus nalgas. Metí la mano por debajo de su bikini y busqué con desesperación su pequeño agujerito anal. Al sentirlo, Holy abrió las piernas y soltó un dulce gemido a mi oído.
—Aquí hay lubricante. ¿quieres que te meta los dedos?
—Hazlo —me dijo y estábamos por hacerlo cuando la voz de mi madre me llamó desde el otro lado de la puerta.
Holy interrumpió todo y se metió a la tina. Corrió la cortina para que nadie la viera. Yo me apresuré a vestirme y antes de salir, la muchacha me guiñó un ojo e hizo el gesto de “llámame”. Claro que la iba a llamar.
Uff, Kim no pierde el tiempo, y parece que Karen tiene a dos pretendientes más. Esperemos que para la próxima no vomite xD. gracias por leer y espero les haya gustado.
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Después de haberme pasado horas arreglándome para que el amigo de Lorena me metiera una buena cogida, resultaba que la persona de la cual ella tanto me hablaba era Daniel, mi viejo amigo de la preparatoria.
La cara que puse cuando nos vimos merecería estar en cualquier revista de humor, porque casi vomito de la impresión. Daniel era algo así como mi mejor amigo, y me conocía lo bastante bien como para que también le sorprendiera el hecho de que su cita a ciegas era yo.
—Vaya ¿así que ya se conocen? —nos preguntó Henry, el esposo de Lorena.
—Sí… ya nos conocemos —dijo Daniel con una traviesa sonrisa.
Convivir con Daniel no fue tan malo como esperaba. De hecho, ni siquiera sabía por qué había estado tan nerviosa. Hablamos sobre los viejos tiempos de la preparatoria, de las locuras que nuestro grupo como cuando un tipo llevó mariguana para vender y casi fuimos todos expulsados, hasta la pelea que una vieja amiga tuvo con una profesora luego de que esta decidiera ponerle un gigantesco cero en su examen final.
No sé cuánto me reí. Lorena y Henry estaban en la misma mesa que nosotros, pero no platicamos tanto con ellos; sin embargo, por lo poco que logré escuchar de sus conversaciones, mi amiga estaba hablando algo sobre llevar a Holy a la playa.
—Tengo dos hijas —terminé por decirle a Daniel.
—¿De verdad? Qué bueno oírlo. Siempre decías que lo tuyo no eran los niños.
Miré a Daniel y él me miró. Sus ojos eran bellísimos, de un profundo tono gris, y sus labios eran tan atrayentes que me incitaban a darle un beso. No recordaba que fuera tan guapo en la preparatoria, pero tampoco me importaba.
—Y… ¿cuánto tiempo estarás en la ciudad?
—Me mudaré aquí por cuestiones de trabajo. Estoy buscando un departamento.
—¿Por qué no te quedas en mi casa mientras tanto? —le sugerí o más bien el calor de las copas me incitó a hablar
—¿Estás de acuerdo? Tu esposo…
—Ah, descuida. Estoy divorciada.
—Bueno, si es así, aceptaré. No te preocupes, no será por mucho. Sólo mientras encuentro un buen departamento. He visto algunos pero no me gustaba la vista, ni la decoración.
—Pues ya estás. Sólo que tendrás que pagarme la renta.
—Oye… de acuerdo. Puedo hacer el desayuno.
—No estaría nada mal.
Fue entonces que me di cuenta de que una parte de mí, la emocionada ante la idea de Daniel, ya estaba pensando en él como esposo. Atribuí esta clase de pensamientos fuera de lugar a las copas que me había tomado, y decidí no volver a tener esa clase de locas ocurrencias.
La cena terminó y me sentí un poco decepcionada porque quería seguir bebiendo. Necesitaba algo de consuelo ahora que mi cita a ciegas resultaba ser con mi viejo amigo de la preparatoria, y no estaba en mis planes de esa noche irme a la cama con él.
En el baño, Lorena insistía en que no tenía nada de malo acostarme con él.
—Se quedará a vivir en tu casa unos días, Lorena. ¿Por qué desaprovechas esta oportunidad?
—Olvídalo —le dije, mirándome al espejo y tratando de quitar mi expresión más o menos ebria.
Lorena sacó su móvil y llamó a Holy.
—Ya casi vamos, cariño. Sí. Sí, papá está bien. No… no, cielo. Esta noche no. Bueno, adiós.
—¿Todo bien? —pregunté.
—Sí. Holy quería que su papá se acostara con ella.
Me ruboricé pero decidí callarme.
Lorena nos hizo el favor de llevarnos a casa. Pasaba de la media noche y entramos con cuidado para no despertar a las chicas. Todo estaba oscuro y fui prendiendo las luces a medida que avanzaba a tropezones por la sala y subía las escaleras.
—Tienes una bonita casa —dijo Daniel.
—Gracias. Esas son las habitaciones de mis niñas, y ésta es la nuestra.
—¿Nuestra?
—Sí. Yo… olvidé que sólo tenía tres cuartos. Aunque también puedes dormir en la sala.
Daniel me sonrió y me puso una mano en la cadera.
—Creo que prefiero dormir a tu lado.
—¿Disculpa?
—No todas las noches me la paso tan bien.
Me reí como una tonta, pero hice silencio cuando vi que la boca de Daniel se acercaba para besarme. Cerré los ojos por mero instinto y nuestros labios se tocaron. Lo que en un principio fue un beso corto, se volvió en uno muy intenso.
Avanzamos hacia la habitación y entramos dando tropiezos mientras nuestras bocas seguían pegadas. Después caímos a la cama. Yo me levanté para encender la luz y cuando me giré, verlo sentado en el colchón y listo para la acción hizo que mi cara se encendiera de rubor.
Me lancé sobre él, llevada por el alcohol que tenía en la sangre. Daniel me recibió con un beso profundo en los labios y forcejeamos entre caricias y mordidas. Sus manos me recorrían las piernas, alzándome el vestido hasta que sus dedos se divirtieron con mis pompas.
Yo estaba como poseída. Le besé el cuello y literalmente le arranqué los botones de la camisa. Su torso era tan… definido, atlético, y rápidamente lo recorrí con mi boca. Él me jaló del cabello para volverme a acercar a sus labios y besarme de una manera poco más que apasionada. Mis dedos se metieron dentro de su pantalón hasta tocar esa verga caliente, volviéndose más grande a medida que el tiempo pasaba. Tanteé sus bajos y sentí su peso en mi mano. No soportaba más, quería metermelo a la boca y mamarlo hasta que toda su leche me recorriera los labios. Quería hacerlo de la misma manera en la que Kim lo había hecho con Axel.
Aquello no era hacer el amor. Era sexo duro y salvaje. O eso creía, hasta que de repente me quité de encima y vomité a un lado de la cama.
Obviamente mi noche se fue a la mierda.
A la mañana siguiente me desperté con un fuerte dolor de cabeza y muchísima sed. Daniel no estaba a mi lado, pero sí su chaqueta y el resto de su ropa.
Atontada por la resaca me fui a la ducha por un baño de agua tibia y después bajé a la sala.
Kim y Laura estaban en la cocina, sentadas alrededor de la mesa mientras Daniel preparaba el desayuno.
—Buenos días.
—Mamá… te ves del carajo —observó Kim.
—Me siento así. Daniel ¿preparas la comida?
—Sí. Me desperté y me encontré con Kim. Me costó explicarle que no era un ladrón.
—Lo siento —se rió Kim —. Es que nadie nos avisó de que un hombre estaría viviendo con nosotras.
—Ah, es cierto. Kim, Laura, él es Daniel, mi mejor amigo de la preparatoria. Daniel, son mis hijas.
El desayuno había estado muy bueno, o eso es lo que Kim me dijo, porque yo no le sentía sabor a nada. Me juré que no volvería a beber y extrañé aquellos locos tiempos donde podía tomarme una botella de vodka yo solita.
Después de desayunar Kim se levantó de la mesa, y vi que no tenía sus shorts, sino que sólo llevaba sus pequeñísimos boxers que le dejaban casi media pompa a la vista. No la culpaba debido a la calurosa mañana, pero por alguna razón encontré divertida la mirada que Daniel se pegó al ver el culo de mi hija.
—Se te van a caer los ojos —le dije en broma y su cara enrojeció por completo.
—Perdón. No vi nada.
Kim rió y se dio una nalgada fuerte en el trasero.
—¡Kim! —la regañé y ella riendo subió las escaleras.
Cuando Laura se fue, rodeé la mesa y abracé a Daniel por la espalda.
—Lamento lo de anoche. De verdad quería hacerlo.
—Descuida. Casi no me cayó vómito.
—Joder, lo siento. Podemos ¿intentarlo de nuevo?
Daniel giró el cuello y me besó.
—Claro que si.
Decidí llamar a mi jefe para decirle que faltaría al trabajo. Laura y Kim tampoco tenían escuela, así que nos quedamos en casa, en la sala, mirando la televisión.
Hacia una calurosa mañana y el aire acondicionado estaba descompuesto. Esto hacia que Kim se hubiera vestido de una manera provocativa, con unos pequeños shorts y una blusa escotada que mantenía sus grandes pechos libres de cualquier contención. Laura vestida de una forma parecida, y yo sólo tenía un albornoz cubriéndome el cuerpo.
Daniel había salido para ver unos asuntos de su trabajo, y también dijo que volvería con ingredientes para preparar el almuerzo.
—Es un buen sujeto —les dije —. Era el mejor de la clase.
—¿Sales con él? —preguntó Laura y la verdad no supe qué responderle.
—Si mamá no lo arruina —masculló Kim y yo le eché una miradita asesina, aunque realmente tenía razón.
Me fui de allí porque no quería seguir hablando de eso. Entré a mi habitación sólo para tener un momento de privacidad y pensar en Daniel, cuyo regreso me estaba causando una feliz sensación. Necesitaba amigos, a demás de Lorena. Además… tener a un hombre por las noches no iba a hacerme ningún mal ¿verdad? Pensar en que Daniel y yo podríamos tener algo de acción bastaba como para encenderme y con esas fantasías me dormí, no sé por cuánto tiempo, hasta que Kim me despertó. Junto a ella estaba Daniel, sonriendo.
—Hace mucho calor. Henry me acaba de hablar para invitarnos. Ella y Lorena harán una fiesta de piscina.
—¡Vamos! —dijo Kim, y lo primero que pensé fue en que íbamos a ir a la casa de una peculiar pareja de esposos que sostenían relaciones sexuales con su hija… y mi Laura estaría allí. Me daba algo de miedo porque Lorena me contaba lo mucho que le gustaba ella.
Pero el calor estaba a morir, y no podía decirle a Daniel porque no quería ir, pero terminé aceptando.
Lo primero en lo que pensé fue en decirle a Laura que no llevara su bikini, cosa que le molestó. Por Kim no me importaba demasiado porque ni siquiera el Presidente podría hacer algo para detenerla. Yo, por mi parte, opté por ropa ligera y una toalla para secarme.
En ocasiones anteriores ya había estado en la piscina de Lorena y sabía que a mis hijas les encantaba el trampolín y nadar en bikini desde que eran niñas. Claro que a mi me daba igual, e incluso en un par de ocasiones había dejado que Laura nadara desnuda cuando tenía diez años. Eso fue antes de saber que Lorena era una incestuosa.
—¿Por qué no dejas que Laura lleve su bikini? —me preguntó Kim momentos antes de salir de la casa. Daniel y Laura nos estaban esperando en el coche.
—Bueno… —no se me ocurría nada bueno que decirle porque no deseaba delatar a Lorena.
—No quiero que perviertan a mi hija inocente.
—¿Por qué no?
—Bueno… este… vamos, se nos hace tarde.
De repente Kim me dio una nalgada y yo se la devolví. Luego ambas nos reímos.
Estaba nerviosa y me costaba ocultarlo. Cuando llegamos a casa de Lorena, quien nos abrió fue Holy. Vestía un lindo traje de baño de dos piezas y tenía el cuerpo totalmente empapado.
—Ah, hola. Pasen. Mamá estaba esperándolos.
Noté que su mirada estaba puesta especialmente en mí, y no hablo de una mirada amigable, sino más bien la de una advertencia, como una oficial de policía. Supuse que se debía a que yo era la conocedora de un secreto que con sólo contarlo, podría hacer que la reputación de sus padres se viniera abajo.
Todos entraron primero. Holy y yo nos quedamos frente a frente, con pose desafiante en el rostro. Me sorprendía lo fría que podía ser la mirada de ella.
—Ese es un… lindo bikini —dije sin saber qué más añadir.
—Gracias. Pasa.
Para mi sorpresa nosotros no éramos la única familia a la que Lorena había invitado, aunque tampoco me extrañaba. Su piscina era bastante grande al igual que su jardín. Había otras chicas que eran amigas de Holy.
—¡Karen! ¡Ven con nosotros!
Lorena y su esposo estaban en una mesa reunidos con los padres de los demás. Yo suspiré y decidí unirme a ellos. Una parte de mí quería advertirles a esas personas que sus hijas estaban en la mirada de depravados, pero lo cierto es que el ambiente en el lugar era de plena diversión y no quería quedar como la mala que le arruinara a los pobres un día de piscina gratis.
—Hola a todos.
Lorena me presentó a los demás y mientras me incluían en la conversación, intenté estar pendiente de mis hijas, pero era casi imposible verlas desde el lugar donde me había sentado.
—Tranquila, Karen —me dijo Lorena y noté un brillo especial en sus ojos. Ella sabía lo que yo estaba pensando sobre la fiesta: que era una trampa para que ese par se diera un banquete a la vista.
Y lo cierto era que sí era un banquete, hablando en términos de ellos. Me sorprendió ver que algunas de las muchachitas llevaban bikinis cuya parte inferior era una tanga. Sus redondas pompis las hacían parecer modelos.
Advertí a Laura que nadaba con Holy. Ambas chicas se llevaban bien, lo cual activó mi alerta de madre. Le hice un gesto a Lorena porque necesitaba hablar con ella y dejar algunas cosas en claro.
— ¿Qué sucede? —me preguntó cuando estuvimos separadas de los demás, a un costado de la casa.
—Hay… demasiadas muchachitas en la casa. Algunas son menores de edad. Lorena, sé lo que está pasando.
—¿Qué pasa? —mi amiga se ruborizó pero con una sonrisa, como una cría a la que se le había atrapado —¿tienes algún problema con chicas en bikini?
—No es eso. Lo que intento…
—Míralas —dijo Lorena y me obligó a mirarlas. Se puso detrás de mí y sostuvo mis mejillas —. ¿Me vas a negar el hecho de que el cuerpecito virgen de tu hija Laura no te atrae en lo más mínimo, o las tetas de tu Kim?
—Nop. No soy como tú.
—La delicada piel de sus piernas.
Me detuve cuando sentí que una mano me acariciaba seductoramente la espalda.
—¿Lorena?
—Entonces… tal vez te gusto yo.
—Te estás sobrepasando. No me molestes.
Y no dije nada más cuando Lorena me dio el primer beso de carácter lésbico de mi vida. Fue un beso fuerte que me presionó los labios. Rápidamente me separé de ella. En cualquier otra situación le habría dado una cachetada, pero estaba tan sorprendida por lo ocurrido que me quedé congelada.
—Me… besaste.
—¿No te gustó?
Volvió a acercarse y me puso las manos en las caderas, justo por debajo de la blusa. El tacto de sus dedos ahora se sentía raro.
Juntó su nariz con la mía y luego me dio un beso, esta vez muy tierno, en los labios. Su boca tenía un sabor dulce, a uvas. Y de repente, mientras pensaba en el sabor, me di cuenta de que yo también le estaba correspondiendo al beso.
Me cayó con un beso y ésta vez me pegó la espalda al costado de la casa. Desde allí nadie podía vernos. Sus labios de uva volvieron a la tierna tarea de humedecer los míos, y movió sus manos en círculos por la piel de mis caderas. El instinto me hizo abrazar a mi amiga.
—No… Lorena. Espera.
—¿Qué?
—Esto… esto no es corre… ¡Ay! —solté un rápido gemido cuando su lengua se deslizó por mi cuello.
—Bueno, bueno. Me calmo —dijo después de separarse de mí. Yo, casi, casi deseé que no lo hiciera.
—¿Por qué lo hiciste?
—Porque… me gustas.
—¿Es esto una declaración de amor?
—No, tonta. Me gustas. Eres guapa, y yo soy bisexual, así que no me da nada de asco besar a una mujer.
—Pues yo no lo soy así que no lo intentes de nuevo.
—Eso no es lo que tu boca me dijo. Anda, vamos.
********************************************Kim********************************+
Miré a Laura que estaba dentro de la piscina, con la cabeza y las manos apoyada en la orilla hablando conmigo.
—Oye, Laura. Lo que pasó con el plátano…
—¿Qué tiene?
—No se lo vayas a contar a nadie ¿de acuerdo?
Laura asintió.
—¿Quieres… que lo intentemos otro día?
Fue tan hermoso ver como sus mejillas se ruborizaron cuando se lo pregunté, pero Laura no me contestó y por el contrario se fue a nadar con las demás.
El transcurso de la tarde fue de lo más normal. Me metí al agua y cuando salimos para comer, noté como las chicas se me quedaban mirando las tetas que mi bikini apenas podía mantener en su sitio. Aquello me daba morbo y muchas ganas de desnudarme frente a todas ellas. Me contuve, y luego, sonrojada por esa clase de pensamiento, me fui a cambiar de ropa.
Entré al baño de Lorena y lo primero que se me dio fue investigar qué tanto tendría en el botiquín detrás de su espejo. Era algo que hacía siempre que entraba en el baño de una casa. ¿La razón? Ni yo la sé.
Al abrir el botiquín lo primero que me llamó la atención fue una botellita de lubricante anal que estaba a la mitad. Pensé en que Lorena y su esposo tenían constante acción por detrás. Tal vez eso le faltaba a mamá, que alguien se acostara con ella.
Dejé el lubricante donde estaba y me quité la parte superior del bikini. Mis pechos al fin se vieron libres de su confinamiento y al verlos en el espejo hice una mueca, pues alrededor de mis pezones estaba bronceado, pero como no hacía topless, las marcas del bikini marcaban mi piel. Eso se podía corregir fácilmente, pero lo haría en casa.
En eso abrieron la puerta del baño. Yo me cubrí los pechos rápidamente, pero por fortuna sólo se trataba de Holy, así que los volví a mostrar.
—Me asustaste, tonta. Pensé que le había dejado…
—¿Qué?
—¿Son tetas reales?
—Emm. Pues sí.
Vi el rubor en su rostro y luego una sonrisa brillante. Yo me sentí acalorada.
—¿Puedo cambiarme?
—Claro, es tu baño.
Holy me dio la espalda.
—¿Me ayudas a quitarme el sostén? No llego al nudo.
—Ah, sí.
Mis manos estaban algo nerviosas. Eso hizo que mi pecho latiera deprisa y rememoré a Laura y nuestro salvaje encuentro. Deshice el nudo y el sostén del bikini de Holy cayó. Traté de no darle más importancia y hurgué en mi bolsa por un cambio de ropa. Cuando me erguí, noté que Holy me seguía mirando las nenas.
—A mí no me crecieron mucho. Mira.
Las vi. Tenia que hacerlo. Apartó el brazo y vi sus pechos . Lorena tenía un amplio busto y en el mejor de los casos le transmitiría ese atributo a su hija. Los pezones de Holy eran rosaditos, pequeños y tiernos. Mis tetas, por el contrario, eran más grandes, pero por suerte firmes y no dos bolsas de agua como la de las ancianitas.
—Te crecerán —le dije y ella, poniendo una mirada seductora e inocente, dio un paso hacia mí.
—¿De verdad? ¿Puedo… tocar las tuyas?
Sonreí para mis adentros.
—Claro.
Bajé la tapa del retrete y me senté en él. Holy, curiosa como una niña, puso ambas manos sobre mis pechos. El contacto de su piel humedecida me hizo estremecer. Cerré mis ojos y pronto me di cuenta de que no sólo los estaba tanteando, sino que los acariciaba con una nota claramente sexual. Pellizcó mis pezones y tirando de ellos, hizo que mis senos rebotaran.
—Son sorprendentes. Como las de mi mamá.
—Gracias.
La chica me guiñó un ojo y con sus deditos se tocó sus a pechos. Empecé a sentir un calor entre mis piernas y tuve la necesidad y el impulso de mover mis brazos y tomarla de la cintura. Con ese leve tacto, algo se habrá activado en la mente de Holy y se lanzó hacia mí por un beso.
No podía creer que fuera la segunda chica a la que besaba. Su boca era tan diferente a la de los hombres. Poseía labios suaves, tiernos y un hechizante sabor. Nuestras lenguas jugaron un momento, sobándose y empapándose de la saliva de la otra. Sabía besar muy bien. Demasiado. Mordía mi boca y al mismo tiempo sus manos jugaban con mis tetas.
Entonces mis dedos acariciaron su espalda y se fueron directamente a sus nalgas. Metí la mano por debajo de su bikini y busqué con desesperación su pequeño agujerito anal. Al sentirlo, Holy abrió las piernas y soltó un dulce gemido a mi oído.
—Aquí hay lubricante. ¿quieres que te meta los dedos?
—Hazlo —me dijo y estábamos por hacerlo cuando la voz de mi madre me llamó desde el otro lado de la puerta.
Holy interrumpió todo y se metió a la tina. Corrió la cortina para que nadie la viera. Yo me apresuré a vestirme y antes de salir, la muchacha me guiñó un ojo e hizo el gesto de “llámame”. Claro que la iba a llamar.
Uff, Kim no pierde el tiempo, y parece que Karen tiene a dos pretendientes más. Esperemos que para la próxima no vomite xD. gracias por leer y espero les haya gustado.
12 comentarios - Mis hijas y yo, una familia muy cariñosa (cap 4)
Gracias por existir...
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