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Mis hijas y yo: una familia muy cariñosa (capítulo 3)

Hola! disculpen la tardanza y gracias por todo el apoyo con sus puntos y comentarios. Les traigo las siguiente parte

Si quieren leer el capítulo 1 y 2 aquí se los dejo

Cap 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/2765547/Mis-hijas-y-yo-una-familia-muy-carinosa.html?notification#last

Cap 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/2766483/Mis-hijas-y-yo-una-familia-muy-carinosa-capitulo-2.html

Ahora sí, capítulo 3. diviertanse 🙂

Haberme acercado a Kim usando los temas que a ella le gustaban había sido la decisión más acertada. Durante toda la mañana, mi hija mayor se la pasó de buen humor, claro que sólo se quejaba de la molestia que tenía en el trasero después de que se lo hubieran taladrado por aquel chico.

Lo que me causaba gracia era que Laura se sonrojaba cada vez que Kim decía “¡Ay! Mi lindo culito” y acto seguido “Tú también deberías intentarlo, hermanita. Al menos cuando tengas novio”. Y mi hija menor sólo la fulminaba con la mirada.
—Suena doloroso.
—No lo es ¿verdad, mamá?
—¡Kim!
—¿Mamá lo hace?
—No es cierto —me apresuré a decir —. Laura ¿por qué no te vas a dar un baño? Nuestro invitado va a llegar.
—¡El novio de Kim!
—¡Sí! —exclamó Kim con un mal simulado entusiasmo que me hacía pensar si de verdad deseaba ver al muchacho.
Laura se marchó a la ducha. Kim sonreía mientras miraba a su hermanita subir las escaleras.
—Tiene bonitas nalgas.
—Deja de pervertir a tu hermana —le dije, apenas apartando la vista de la revista de modas que estaba leyendo —aunque debo decir que heredó mi cuerpazo.
—Sí, claro —se burló Kim —. Bueno, mamá. Te diré las reglas.
—¿Reglas?
—No quiero que te comportes como una madre sobreprotectora ¿de acuerdo? Axel es… un tanto rebelde.
—Déjame adivinar ¿es un motociclista?
—Bueno, no. Pero tiene una moto. No te preocupes, es buen chico. Tampoco es que me vaya a casar con él.
Quería protestar. No me gustaba que mi propia hija me diera órdenes con respecto a cómo tratar a mis invitados; pero luego recordé que debía de tener mucho cuidado si no quería que el poco acercamiento de Kim conmigo se fuera.
—De acuerdo, de acuerdo. Actuaré en modo súper mamá buena onda.
—¿Puede subir a mi cuarto? —me preguntó como si nada.
—No —contesté rotundamente. Kim hizo una mueca de molestia.
—Bueno, tampoco es que sea necesario hacerlo aquí. Hay otros lugares donde podré hacerlo — tras decir esto y mirarme con una cara de pocos amigos, Kim se levantó y se fue a su habitación.
Suspiré, pensando que esto de ser un nuevo tipo de madre estaba poniéndose difícil. Kim tenía las hormonas muy alborotadas y ansiaba meterse a la cama con cualquier chico guapo que se le pasara por la mente. No la juzgaba, pero me molestaba que no se decidiera por ninguno.

Cerca de las siete de la noche el invitado de Kim llegó.
Axel era un muchacho de aspecto limpio, algo majo para lo que yo esperaba de un motociclista. Llevaba una chaqueta de mezclilla con los nombres de varias bandas de heavy metal, tenía la cabellera más o menos larga y de color rubia. Su sonrisa cuando abrí la puerta fue lo primero que me llamó la atención, y el tono sexy de su voz hizo que me recorriera una corriente eléctrica por la espalda.

—¿Es usted la madre de Kim?
—Eh… sí. Pasa. Kim! ¡Axel está aquí!
Kim bajó casi de inmediato y se veía preciosa. Se había puesto unos mallones negros debajo de una falda blanca. Llevaba una blusa sin mangas que mostraba la línea de piel de su ombligo, y a notar por la forma en la que sus pechos se apretujaban, supe que llevaba una talla de sostén más pequeña de la usual.
Mi hija corrió por las escaleras y abrazó a Axel. Él muchacho le besó. Sentí un pequeño escalofrío cuando vi por un momento la lengua de Kim tocando la boca de su novio.
—Bueno, Axel, ella es mi mamá, Karen. Mamá, él es Axel. ¡Laura, ven!
Axel besó el dorso de mi mano. Sus ojos eran tan… hipnóticos.
Laura bajó al segundo llamado de Kim.
—Laura, él es Axel. Axel, mi hermanita, Laura.
—Ah, la pequeña Laura. Tu hermana me cuenta de ti. Dice que eres el ángel de la casa.
Laura sólo se rió de manera encantadora.

Una vez que estuvimos todos en la mesa, no tardé en darme cuenta de que Axel se estaba acaparando nuestras miradas. Laura veía al muchacho con ojitos de sorpresa, como si contemplara alguna especie de príncipe salido de las películas. Yo veía sus bíceps, grandes y surcados de venas. Kim, por otro lado, parecía ajena a los encantos de su novio. No me extrañaba. Estaba segura de que ella ya había visto cada parte de él.
—Fue una buena comida, señora.
—Oh, gracias. Kim me ayudó.
—¿En serio? No sabía que podías cocinar, Kim.
—Hay muchas cosas que todavía no sabes de mí.
—Me doy cuenta ¿podría usar su baño?
—Sí, claro. Está arriba, puerta de la derecha.
Cuando Axel subió y oímos el cierre de la puerta, las dos suspiramos.
—¿Qué tal, madre?
—Es… lindo. Intenso.
—Tiene bonitos ojos —observó Laura.
—Sí. Es la clase de persona a la que no puedes negarle nada —comenté y Kim me lanzó una mirada recelosa.
—Mamá, ya vi como lo estabas comiendo con tus ojos.
—¿Qué? No sé de qué hablas.
—A mamá le gusta el novio de Kim —canturreó Laurita, divertida por la revelación.
—No es cierto. Admito que es lindo, pero yo quisiera a alguien mayor.
—Uhm… podemos compartirlo, mamá.
—¡Kim!
—Bueno, entonces con Laurita ¿qué dices, sister? ¿Te vienes a la cama con nosotros?
—¡Kim!
—¡Ja! Sólo bromeaba, mamá.
—No tengo ganas de que me rompan el culo… aún. —dijo Laura con total ingenuidad. Kim me guiñó un ojo y yo me reí.

Más tarde, después de que Axel nos ayudara a lavar los platos de la cena, Kim subió a su alcoba para alistarse. Le pregunté a donde demonios pensaba ir tan entrada la noche, pero no tuve que indagar mucho.
—Pues ya que no nos dejas estar aquí, tendremos que ir a otro lado a hacer cosas de gente grande.
—¿Irás a…?
Kim se amarraba el cabello en una coleta y me miró por el reflejo de su espejo.
—Sí. ¿Algún problema?
Razoné rápidamente. Si la detenía ahora, no iba a hablarme durante el resto de mi vida. Causaría una mala impresión en Axel.
—Está bien — suspiré y tomé a Kim de los hombros —. Hazlo en tu habitación.
—¿Qué?
—Que te doy permiso.
—¿Mamá? ¿Estás bien? Últimamente estás un poco… ¿permisiva? ¿bromista?
—No. Sólo que no quiero que salgas tan tarde con un muchacho al que apenas yo conozco. Háganlo en tu habitación, pero pon música. No quiero oír tus gemidos.
—¡Mamá! —logré que Kim se sonrojara, y por alguna razón, eso me gustaba. Era como darle de probar de su propio chocolate —. ¿Estás segura?
—Sí. Al menos te llenará de semen y no de narcóticos. Yo estaré con Laura viendo una peli en mi habitación.
No la vi muy convencida, y una parte de mí aun estaba cuestionándose si era correcto dejar que se cogieran a mi hija en mi propia casa, pero no podía retirar mis palabras. Y tampoco estaba dispuesta a dejar que ese tal Axel se la llevara a un motel o a otra casa donde haría quien sabe qué otra cosa. El sexo no era malo. Si Kim quería experimentarlo, que lo hiciera de todas las formas que pudiera. Era mejor que verla drogándose o emborrachándose.

Estaba en la cocina preparando palomitas de maíz para ver la película con Laura. La razón de estar con mi hija era que su cuarto estaba al lado del de Kim, y no quería arriesgarme a que mi ángel quedara traumatizada al oír los gemidos de su hermana. No es que ella fuera toda inocencia. Era cuestión de principios. (Aunque últimamente mis principios se estaban yendo a la basura)
Al dirigirme a mi cuarto pasé por el de Kim y pegué el oído para ver si por casualidad escuchaba algo. Oía palabras ahogadas y una música suave. Eso me hizo creer que al menos estaban teniendo algo de juego previo. Luego, imaginar a Kim siento cogida me hizo darme cuenta de que a mí de verdad me faltaba un hombre. Necesitaba una verga pronto o me iba a oxidar. Consideré salir a una cita rápida, pero luego vi a Laura y supe que no podía darle ese ejemplo a mi hija. Claro, Laura no tenía que saber que me iba a enrollar con un hombre.
—Vamos, la película va a empezar —dijo Laura.

Entramos a mi alcoba y Laura se apresuró a encender el aire acondicionado. Esa noche había un calor del demonio y sólo mi habitación y la de Kim tenían un sistema para volver el infierno de la casa a un precioso paraíso frío.
Me tiré en la cama y estiré brazos y piernas. Laura salió un momento y cuando volvió, vestía con la bata de seda que le había confeccionado.
Hasta no haber sido testigo de lo que sucedía entre Lorena y Holy no me había pasado por la mente que podría ver con ojos de lujuria a mi hija menor, pero cuando contemplé a mi Laura, sentí un calorcito en las mejillas.
La bata de seda era transparente. Mostraba la totalidad de sus piernas torneadas y sus boxers negros con bordes de encaje. Llevaba el pelo húmedo, por lo que mechones rubios se le pegaban a las blancas mejillas. Suspiré al notar que sus tetas eran algo más pequeñas en comparación con las de su hermana. ¿Laura tendría algún problema de crecimiento? Eso explicaría su baja estatura, su rostro todavía inocente como cuando estaba en la secundaria y la dulzura de su forma de ser.

Se subió a la cama y se acomodó a mi lado. Dios, pensé, haberla metido un año a clases de voleibol le hizo bien, pues había adquirido un cuerpo muy bien proporcionado.
Yo veía la película pero no le prestaba atención. Pensaba en Kim, que estaba a un par de habitaciones de la mía. Había pasado casi media hora desde que la dejé subir, y de nuevo vinieron a mí las imágenes de Axel dándole de todo a mi hija.
Aquellas ideas empezaron a molestarme. Salí del cuarto para ir a la cocina, y al pasar por el cuarto de Kim, volví a pegar la oreja. Esperé unos momentos mientras mi oído se ajustaba y filtraba los sonidos de la música, y fue cuando oí algo así como “¡Oh, más, más!” y una sucesión de gemidos.

De inmediato se me ruborizó la cara. Me agaché y traté de mirar por debajo de la puerta. Apenas podía ver el colchón de la cama temblando. Tragué saliva y mejor me aparté de allí antes de que mi mente desviara en pensamientos que no eran precisamente saludables, y volví al cuarto.
—¿Qué pasa? —me preguntó Laura —. Tú cara está roja.
—No es nada, amor. Sólo… mami tiene calor. Emm… espérame. Vuelvo enseguida.
Salí y regresé a la habitación de Kim. Me sentía emocionada, una combinación de peligro y algo de excitación. Miré por debajo de la puerta. Vi los pies de Axel, que se movían apenas. Estaba parado junto a la cama. No parecía estar penetrando nada, así que supe que la verga de ese tipo estaba en la boca de mi hija.
—Dame tu leche. Déjame tragarla —dijo Kim claramente.
—Muérdeme los huevos… oh sí… sí. Aquí viene… abre la boca.
Por los espasmos concluí que Axel estaba llenando la boca de Kim con su semen. Me imaginé esa leche deliciosa goteando de las comisuras de los labios de mi hija… Eso fue suficiente. Con el pecho alborotado corrí a mi cuarto.
—¿Mamá? ¿qué pasa? —Me preguntó Laura mientras me veía sacar una cajita de debajo de mi cama.
—Nada, princesa. Mamá tiene que ir al baño. Quédate aquí y me cuentas ¿sí?
Me llevé la caja al baño. Puse seguro a la puerta. Abrí la caja y saqué mi dildo vibrador. No sabía si lo que iba a hacer estaba del todo mal, pero en ese momento mi cuerpo pedía a gritos el placer. Totalmente desnuda me acosté en la bañera y con las piernas completamente abiertas. Le puse una capa de lubricante al dildo y tras encenderlo, decidí dejar que mi imaginación fluyera con las imágenes de Axel cogiéndose a mi hija y a mí.
Genial. Ahora estaba en serios problemas…

A la mañana siguiente…

No pude ver a Kim a los ojos, a pesar de que me esforcé por decirme que lo había hecho no estaba tan mal ¿verdad? Yo era una mujer, y tenía necesidades. Todo ese razonamiento estaba bien hasta que llegaba al punto donde recordaba que me había masturbado frenéticamente pensando en como Axel se cogía a mi hija. Luego la depresión regresaba.
—¿Te pasa algo? —Me preguntó Lorena, acercándose sigilosamente a mi oído.
—No es nada.
—Pues pareciera que sí. Estás ruborizada ¿a caso hiciste alguna travesura el fin de semana?
—Podría decirse que sí —miré a Lorena a los ojos y recordé su rostro de sorpresa cuando la atrapé metiéndole cosas a su hija. Entonces me pregunté si podría hablar con ella de lo sucedido.
—Cuéntame.
—Bien… creo que necesito un hombre —le confesé, evitando a toda costa el tema de Kim y su novio.
—¿Y eso me sorprende? Dios, mujer, tu cañería debe estar oxidada.
—Nada de eso. Tengo un buen juguete —dije intentando restarle importancia a su comentario.
—Un juguete no sustituye un buen pedazo de carne, cariño. ¿Qué quieres? ¿sexo?
Se acercó y me puso las manos sobre las rodillas. En sus ojos apareció un brillo de entusiasmo.
—Sólo sexo —aclaré.
—¿Con un hombre? Aquí entre nosotras, Karen, tú y yo podríamos…
—No, no y no. Es la cuarta vez que me sugieres hacerlo contigo ¿por qué no piensas en tu esposo? le estarías engañando con tu mejor amiga. Aunque… pensándolo bien ustedes tienen sexo con su hija, así que no creo que haya mucha diferencia.
—¿Eso es un si?
—Es un no. ¿Tienes a quién presentarme?
—El amigo de mi esposo. Ellos regresan ésta noche de viaje de negocios. Podríamos salir en una cita doble ¿te parece?
—¿Esta noche? Bueno, no tengo mucho qué hacer.
—Esa voz me agrada. Olvida tus problemas, la vas a pasar muy bien. Sexo seguro y garantizado.
—Sólo eso ¿está bien? Si el galán intenta algo sentimental, lo mandaré por la borda. Y sólo esta vez.
—Mmm. Eso dices ahora.

Llegué a casa con los ánimos renovados. Me sentía nerviosa y ansiosa por salir con el amigo de Lorena. Si era tan genial como ella lo describía, entonces cabía la posibilidad de que en serio me divirtiera. Necesitaba quitarme todo el estrés antes de que mi cabeza explotara.
Esperé a que Kim y Laura regresaran de la escuela pare decirles la noticia.
—… Y por eso necesito tener la noche libre ¿está bien? Saldré sólo en una reunión de trabajo.
—Claro, mamá. Trabajo —Kim arqueó la ceja porque podía intuir claramente qué era lo que iba a hacer. Laura, como siempre, no tenía ni la menor idea de que se iban a ensartar a su madre, y tampoco necesitaba saberlo.
—Les dejaré una deliciosa ensalada de verduras para la cena.
—No quiero ensalada —protestó Laura con un zapatazo al piso.
—Sin discusiones, Laura. Era el trato. Una vez por semana tendremos una cena vegetariana.
Una hora antes de salir pensé que me iba a morir de los nervios. Hacía tanto que no estaba en una cita que la expectativa de una noche de sexo me daba escalofríos.
—Mamá va a buscar un papá para nosotras, Laura —le dijo Kim a Laura cuando se aparecieron por mi alcoba —¿verdad?
—No. Es una cena de negocios, sólo eso.
—¿Vas a buscar marido?
—No, Laura.
—No estaría mal que te volvieras a casar.
—Kim…
—Yo no le metí ninguna idea en la cabeza.
—Bueno, no importa. ¿cómo me veo? —me había puesto un vestido negro que resaltaba el rubio de mi cabello. Me sorprendía que a pesar de que hacía tiempo que no me lo probaba, la prenda todavía me quedaba a la perfección. Me gustó ver la cara de sorpresa de Kim.
—Wow. Admito que te vez bien. Sólo no lo arruines, mamá.
—No arruinaré nada.
—Lorena está abajo.
Respiré profundamente. La noche apenas iba a comenzar.


—Kim—

Mi madre estaba demasiado entusiasmada por la idea de salir. Bien, ya le hacía falta. Eso de andar trabajando todos los días era demasiado, incluso para mí.
Vimos a mamá subir al coche de Lorena y ambas se marcharon a su cita doble. Yo de verdad esperaba a que ella no lo arruinara, porque con su personalidad despistada, mi madre era un repelente para hombres.
—¿Crees que tarde? —me preguntó Laura.
—Puede ser. Bueno, pide pizza. Invitaré a unos amigos.
—Pero mamá dijo que nada de invitados.
—Oh, vamos, Laura. Será una noche aburrida.
—Te acusaré si lo haces.

Si no podía invitar amigos, al menos todavía me quedaba la Internet. Entré a mi alcoba con la intensión de hacer una video-llamada a Axel, pero al ver el desastre en el que mi cuarto estaba, de repente se apoderó de mí el deseo de limpiar y ordenar. Además me había sentido ofendida cuando Axel dijo que mi habitación era un chiquero.
—¡Laura! ¿quieres ganarte veinte billetes?
—¿Qué tengo que hacer?
—Limpiar mi cuarto.
—treinta billetes.
—Trato.

Así pues, con Laura limpiando mi cuarto, me dio tiempo para darme una merecida ducha de agua tibia, y mientras me cepillaba el cabello, vi que junto a la bañera estaba un pequeño frasquito de lubricante. Sonreí, pensando en que mamá había tenido un divertido baño en algún momento. Eso, o Laura ya estaba dejando de ser una monja.
Salí envuelta en una toalla.
—Laura, espero que sigas…
—¿Te debería cobrar más por tirar esto? —me preguntó mi hermana. Tenía en las manos el empaque de un condón.
—Ah, es un condón. Déjalo y sigue limpiando.
—¿Condón?
—¿Mmm? —respondí sin mucho interés mientras buscaba un cambio de ropa —Los hombres se lo ponen en el pene. Evita que te embaraces.
—Sé lo que es un condón. Si mamá se entera de que hiciste algo con…
—Oye, oye. Que tú nunca tengas acción no significa que yo no pueda. A puesto a que ni siquiera sabes cómo ponerle el condón a un hombre.
—Pues… no.
Dejé que la toalla cayera. La mirada que Laura me puso encima fue tan divertida.
—¿Qué? ¿Nunca habías visto tetas tan grandes?
—No —rió encantadoramente —. Son más grandes que las de mamá.
Laura perdió el interés en mí y abrió el condón.
—Siempre he pensando que parece goma de mascar.
Entonces tuve una buena idea. Y además, muy educativa.
—Ve a la cocina por un plátano. Te enseñaré a usar un condón.
Mi hermanita se fue y regresó rápidamente con el plátano más grande que había encontrado. Yo me senté, desnuda, a su lado junto a la cama.
—Sostén el plátano.
—¿Así?
—Sí. Cuando la verga de un hombre esté así de dura, sólo le pones el condón así.
Deslicé el preservativo hasta que cubrió toda la fruta. Laura tenía la mirada fija en cada movimiento, como la de una inocente aprendiz descubriendo cosas nuevas.
—¿Eso es todo?
—Ahora puedes jugar con él.
Me sorprendía que para su edad, Laura no supiera cómo poner un condón. Bueno, nunca le había hecho falta puesto que no tenía novio. Y la verdad es que me preguntaba por qué estaba tan solita, sino era nada fea. Era esbelta de cintura pero con muy bonitas piernas y una cara angelical, inocente, como una princesa virgen que apenas tiene el mundo real frente a ella. Sus mejillas pálidas estaban sonrojadas, y de mirar el condón, me miró a mí.
—Oye, deja de verme los pechos —dije con fingida vergüenza. La verdad es que me estaba gustando que mi hermana me viera las tetas.
—Y… ¿has chupado un pene?
La pregunta me sorprendió un momento. Vi en ella un brillo malicioso y sonreí.
—Sí ¿quieres ver cómo es?
—Bueno.
—Así. Métemelo en la boca. Ahh…
Laura, obedientemente, me metió el plátano en la boca, pero lo hizo de tal manera que me llegó hasta la campanilla de la garganta y me dio una arcada. Me saqué la fruta y me reí.
—¿Hace cosquillas?
—Sí. Inténtalo. Abre la boca.
Separó sus pequeños labios y le metí la punta del plátano en la boca. El condón tenía un delicioso sabor a uva, y a Laura le fascinaban las uvas, así que no me extrañó cuando, en un movimiento que era casi instinto femenino, empezó a darle una buena mamada al plátano.
—Abre más… así.
Me detuve hasta que tuvo una arcada, y luego se rió. Sacudí mi cabello y me metí el plátano a la boca, recorriendo con mi lengua desde la base hasta la punta, y disfrutando el sabor a uva que poco a poco empezaba a desaparecer.

Durante casi diez minutos, mi hermanita y yo nos intercambiamos el plátano, simulando que hacíamos sexo oral. La garganta de Laura rápidamente se acostumbró al tamaño. Mientras ella tenía una parte dentro de la boca, yo mamaba el otro extremo. Era tan divertido para ella que cuando le daba una arcada, se reía y rápidamente volvía a su trabajo bucal.
—Es mejor cuando es un pene real —le dije y luego tuve una mejor idea —Oye, Laura ¿quieres ver qué otra cosa podemos hacer con él?
—¿Qué cosa?
Me acosté y separé mis piernas.
—Dame el plátano.
Me lo entregó. Le di una rápida mamada y luego, lentamente, comencé a acercármelo a la entrada. Laura miraba con una disimulada sonrisa. Le pedí que se acercara más y ella lo hizo. Puso una de sus pequeñas manos en mi pierna y eso me dio un rico escalofrío. Una parte de mí estaba convencida de que lo que hacía con Laura era algo sucio y malo, pero sólo era una pequeña parte.
Con cuidado, me metí el plátano por el coño y una onda de placer me inundó. Era una sensación diferente a todas las demás veces, y supe que se debía a que en esta ocasión, mi hermanita estaba mirándome.
—¿No te duele?
—No. Para nada.
Metí y saqué la fruta varias veces. Mi hermana miraba todo con mucha atención, y luego, curiosa, empezó a empujar el plátano para que entrara más
Comencé a gemir y Laura se detuvo porque pensó que me dolía, pero a los pocos segundos reanudó su tarea. Movía la fruta más rápido dentro de mí hasta que tuve que morderme el labio inferior para no gemir más fuerte.
—Te sale un líquido.
—Sí. Es porque… me gusta.
Vi que Laura tocaba una gota de mis jugos con un dedo. Examinaba la textura y luego se lo metía a la boca.
Al verla hacer eso, ya no pude contenerme.
—Pasa tu lengua, Laura.
—¿Qué?
—Hazlo. Lame todo el jugo que sale. Te va a gustar.
Vi la mirada de confusión de mi hermanita y pensé que lo había echado a perder, pero no fue así. Laura dejó a un lado el plátano y pegó su boca a mi vagina. Apenas sentí esa lengua inexperta recorriendo mis labios, una nueva oleada de placer me llevó hasta otro nivel.
Mis gemidos aumentaron. Me pellizcaba los pezones y mi espalda se arqueaba. Laura estaba concentrada en su tarea, mordiendo delicadamente y paseando su lengua por todas partes.
—¿Te gusta? —me preguntó y cuando vi que de sus labios caían gotitas de mis propios jugos, la agarré de las mejillas y la atraje hacia mí.
Laura me siguió el juego a la perfección y se acostó sobre mis pechos.

Besar a mi hermana fue una nueva experiencia, y ella correspondió bastante bien, moviendo su lengua dentro de mi boca y dejándome probar su dulce saliva. Mis manos tímidamente le tocaron las nalgas. Su piel era tan tersa, como la seda, y estaba cálida.
Entonces la temperatura en mi cuerpo subió. Una ola de placer me inundó y el latir de mi pecho provocó que incluso Laura se detuviera. Me miró con sorpresa. Yo estaba jadeando.
—Eso fue… muy… divertido. ¿te gustó, Laura?
—No estuvo mal
—¿Qué te parece si ahora yo…?
—¡Ah! ¡Llegó la pizza! —mi hermanita saltó de la cama y corrió a la puerta para recibir la cena.
Yo me quedé en la cama, totalmente exhausta y con la sensación de la boca de mi hermanita todavía en mis labios. Mi pecho apenas se calmaba. Haber jugado así con Laura fue tan…¡genial!


*********

Finalmente algo sucede entre las dos encantadoras hermanas, espero que les haya gustado, nos vemos en la siguiente, a ver que tal le va a Karen

Comentarios Destacados

hammer30 +5
los capítulos 1 y 2 y la mitad de el 3 están narrados por la madre. La mitad de este la narra Kim. una d las hijas

14 comentarios - Mis hijas y yo: una familia muy cariñosa (capítulo 3)

herjo123
Por dios como me calente,quiero massssss
AlejandroMillo14
Muy buena historia, pero hay algo que no entiendo....

el titulo es MIS HIJAS y yo....pero resulta que está escrito como si redactara una de las hijas.
sorelestat
espero con ansia la continuacion
Incestuosito
Muy muy bueno. Seguí así, redactado a la perfección.
Saludos,
Incestuosito.
luisgerardo25
Excelente la tercera parte y esperando desde ya la cuarta..
gracias... van puntos.
pacovader
Leído y disfrutado. 😀
lindapija
muy buen relato, te sigo...
AquiLuis
gauuuuuu, mortal excelenteeee... sigo leyendooooo
ElFuller
Que buenos relatos!! Muy excitantes, van puntos
americovespu
wow escribis de una manera espectacular. Realmente me calente mucho con tu historia. puntos y a favoritos. saludos!
gabojuniorista
wauuuu que rico relato cada ves se pone mejor y no puedo negar que calienta cucho y me toca hacerme una buena paja que rico
El_abuelito +1
Exelente tal como me lo esperaba, ya se puede apreciar el sutil morbo que le pones a tus bien redactados relatos, este esta de mas de excitante, me pones muy caliente la polla, gracias por eso (+10)
hammer30 +1
Muchas gracias Abue jeje qe gusto verte por aquí n.,n