Ahí estaba ella, entre el público, entre las primeras filas de los 500 mujeres y hombres gritando las canciones y aplaudiendo emocionados. La vi desde mi posición, el centro del escenario. Las luces y el humo intercedían entre su mirada y la mía. No había duda: me estaba mirando. Seguía mirándome. Y yo tocaba. Y la miraba. Y la miraba…
Transcurrió el concierto y salí a buscarla al centro de la sala. Para mi sorpresa, la encontré en la fila de las personas que querían entrar al camarín a sacarse fotos y que le firmaran discos. Me hice el boludo. Seguí de largo. Al volver, la encontré dentro, hablando con todos mis colegas y amigos, y ahí no dudé. Me presenté. Conectamos enseguida y la química comenzó a revolucionarse. Diceciocho tiernos años delante mío, con un pelo moreno al estilo pin up, y una boca merecedora de medallas.
Tomamos algunas cervezas y nos escurrimos del resto de los mortales. Paseamos por la ciudad y charlamos de todo. Sin querer se dieron las siete de la mañana y no tuve mejor idea que acompañarla a su casa. Cuando nos despedimos, la sujeté con fuerza y la besé. La besé como nunca había besado a nadie y la abracé fuertemente, y le susurré al oído que mejor fuésemos a mi hotel.
Al entrar en la habitación la arrojé sobre la cama con fuerza y me tumbé encima. Nos besamos y mordimos apasionadamente, apretándonos todo el cuerpo. nos fuimos desvistiendo y ahí la vi, sin nada de ropa. Sentí una marea de feromonas inundando mi cuerpo. Recorrí su cuello con mis labios, con mi lengua y llegué a su pecho. Chupé sus pezones y sus piercings mientras mis manos rodeaban su cintura y llegaban hasta el culo, apretando sus nalgas. Sus manos viajaban por mi cabeza despeinando cada pelo ya despeinado. Besé su vientre y deslicé mis manos por sus muslos tatuados. Lancé mi boca con sed hacia su monte de venus, su vello negro se fusionó con mi cara y sentí sus labios y su flujo. Un torrente de jugo entró en mí y besé sutilmente cada parte de sus partes. Cada átomo de su piel. Pasé mi lengua por su clítoris y comenzó a gemir. Y lo succioné, aumentando la presión y al hacerlo fui bebiendo sus fluidos vaginales. No tardé en introducir mi dedo índice de la mano derecha, pero bastó con media falange para oír " me corro… me corro… " y un enorme grito hizo templar mi cuerpo. Su orgasmo fue tan fuerte que sus contracciones hicieron que sus piernas presionaran mi sien. Mi cara estaba empapada de ella y mi alma también. Tras varios segundo de orgasmo y otros de reposo me abrazó, me besó y me puso boca arriba en la cama, como si quisiera dominarme. Y besó mi pecho y enseguida tomó mi pene duro y se lo llevó a la boca. Noté que no era la primera vez que lo hacía, y ella notó mi excitación en sus labios. Su saliva cayó por mi glande y lo chupó, su lengua bailó de norte a sur y sur a norte por unos minutos hasta que le di un preservativo y me lo puso. Acto seguido se sentó sobre mi miembro y cabalgó, gimiendo de placer, y yo gritando… Su vagina era apretada, pero estaba tan mojada que entraba y salía con facilidad. La di vuelta y ella decidió ponerse en cuatro patas con su culo en pompa. Vi su ano mirándome, y no pude resistir al deseo de lamerlo, y ella lo agradeció. Gimió sorprendida y mi excitación aumentó más todavía. La penetré otra vez. "Me corro… me corro… me corro…" gritó nuevamente, y su segundo orgasmo llegó con tanta fuerza que las paredes se sacudieron. Extaciada se arrodilló en el suelo al borde de la cama y me susurró: "córrete en mi boca". Sus palabras produjeron tal efecto que en cuanto mi pene duro y erecto entró en su boca pude sentir que venía mi orgasmo. Segundos después, un varios chorros de semen salieron de mí e inundaron sus labios, sus dientes, su encía y paladar, y lo dejó salir cayendo por su cuello.
Lás sábanas estaban arrugadas. El silencio reinaba. Su cara y cuerpo contra el mío. Y ya era la hora de marchar.
Transcurrió el concierto y salí a buscarla al centro de la sala. Para mi sorpresa, la encontré en la fila de las personas que querían entrar al camarín a sacarse fotos y que le firmaran discos. Me hice el boludo. Seguí de largo. Al volver, la encontré dentro, hablando con todos mis colegas y amigos, y ahí no dudé. Me presenté. Conectamos enseguida y la química comenzó a revolucionarse. Diceciocho tiernos años delante mío, con un pelo moreno al estilo pin up, y una boca merecedora de medallas.
Tomamos algunas cervezas y nos escurrimos del resto de los mortales. Paseamos por la ciudad y charlamos de todo. Sin querer se dieron las siete de la mañana y no tuve mejor idea que acompañarla a su casa. Cuando nos despedimos, la sujeté con fuerza y la besé. La besé como nunca había besado a nadie y la abracé fuertemente, y le susurré al oído que mejor fuésemos a mi hotel.
Al entrar en la habitación la arrojé sobre la cama con fuerza y me tumbé encima. Nos besamos y mordimos apasionadamente, apretándonos todo el cuerpo. nos fuimos desvistiendo y ahí la vi, sin nada de ropa. Sentí una marea de feromonas inundando mi cuerpo. Recorrí su cuello con mis labios, con mi lengua y llegué a su pecho. Chupé sus pezones y sus piercings mientras mis manos rodeaban su cintura y llegaban hasta el culo, apretando sus nalgas. Sus manos viajaban por mi cabeza despeinando cada pelo ya despeinado. Besé su vientre y deslicé mis manos por sus muslos tatuados. Lancé mi boca con sed hacia su monte de venus, su vello negro se fusionó con mi cara y sentí sus labios y su flujo. Un torrente de jugo entró en mí y besé sutilmente cada parte de sus partes. Cada átomo de su piel. Pasé mi lengua por su clítoris y comenzó a gemir. Y lo succioné, aumentando la presión y al hacerlo fui bebiendo sus fluidos vaginales. No tardé en introducir mi dedo índice de la mano derecha, pero bastó con media falange para oír " me corro… me corro… " y un enorme grito hizo templar mi cuerpo. Su orgasmo fue tan fuerte que sus contracciones hicieron que sus piernas presionaran mi sien. Mi cara estaba empapada de ella y mi alma también. Tras varios segundo de orgasmo y otros de reposo me abrazó, me besó y me puso boca arriba en la cama, como si quisiera dominarme. Y besó mi pecho y enseguida tomó mi pene duro y se lo llevó a la boca. Noté que no era la primera vez que lo hacía, y ella notó mi excitación en sus labios. Su saliva cayó por mi glande y lo chupó, su lengua bailó de norte a sur y sur a norte por unos minutos hasta que le di un preservativo y me lo puso. Acto seguido se sentó sobre mi miembro y cabalgó, gimiendo de placer, y yo gritando… Su vagina era apretada, pero estaba tan mojada que entraba y salía con facilidad. La di vuelta y ella decidió ponerse en cuatro patas con su culo en pompa. Vi su ano mirándome, y no pude resistir al deseo de lamerlo, y ella lo agradeció. Gimió sorprendida y mi excitación aumentó más todavía. La penetré otra vez. "Me corro… me corro… me corro…" gritó nuevamente, y su segundo orgasmo llegó con tanta fuerza que las paredes se sacudieron. Extaciada se arrodilló en el suelo al borde de la cama y me susurró: "córrete en mi boca". Sus palabras produjeron tal efecto que en cuanto mi pene duro y erecto entró en su boca pude sentir que venía mi orgasmo. Segundos después, un varios chorros de semen salieron de mí e inundaron sus labios, sus dientes, su encía y paladar, y lo dejó salir cayendo por su cuello.
Lás sábanas estaban arrugadas. El silencio reinaba. Su cara y cuerpo contra el mío. Y ya era la hora de marchar.
2 comentarios - EL concierto
Buena historia !!
Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos...