Veamos que os parece mi primer relato...
Era un día bastante caluroso a finales de Junio. Ella estaba colgando la ropa en la terraza de su casa, una casa bastante grande y perdida en un terreno montañoso...
De repente se sintió observada y recordó que estaban construyendo otra casa al lado, pretendían crear una urbanización en aquella zona antaño tan tranquila. Se giró y vio a los obreros almorzando mientras no le quitaban ojo...Eran 5, pero uno le llamó la atención. Era un hombre muy corpulento, de casi unos 2 metros, muy fuerte y peludo, pero con una gran panza que se marcaba bajo su camiseta de tirantes amarillenta por el sudor. El hombre sonrió mientras le guiñaba un ojo y se agarró el paquete con una mano. Ella se sonrojó y fue consciente de que estaba tendiendo solo con las braguitas y una camiseta de tirantes sin nada debajo (claro, no estaba acostumbrada a que hubiese nadie por aquellos parajes). Sintió como se ruborizaba y entró corriendo en su casa mientras escuchaba las risas de los obreros...
Durante todo el día estuvo pensando en aquel suceso y por la noche, en la cama, mientras daba de mamar a su bebé, no podía quitarse de la cabeza aquel gigante rebosando bello por todas partes y el gran paquete que se intuía tras su mano...No podía entenderlo, ella nunca había tenido pensamientos así, pero quizás el que su marido ya llevase fuera dos meses por razones de trabajo y el sentirse tan sola y abandonada tuvieran algo que ver...Notó como se humedecía por dentro y utilizó dos dedos para calmar aquel fuego que la quemaba por dentro...
Dos días después se decidió a volver a salir a colgar la ropa y aquellos degenerados volvían a estar allí, ella los ignoró, pero esta vez comenzaron a silbarla e incluso a hacerle comentarios realmente desagradables del tipo: ¡Mamacita, con ese culazo, yo te invito a cagar en mi casa!, Viendo esas tetazas, dame una sola razón para no violarte, Yo no quiero tu oro, Yo no quiero tu plata...sólo quiero el tesoro que tienes entre las patas. Morocha, ¡No tengo pelos en la lengua porque vos no quieres!...Y así siguieron un rato, estaban totalmente fuera de sí, mientras reían y se tocaban. Ella se notaba toda húmeda y con los pezones a punto de estallar a través de su camiseta. Finalmente volvió a entrar corriendo en la casa...
Media hora después sonó el timbre y al abrir la puerta se encontró cara a cara con aquel obrero peludo y gigante. «Perdone señora, ¿podría darme un vaso de leche fría? Hace mucho calor y necesito refrescarme el gaznate». Ella se quedó muy sorprendida, consciente de que sólo llevaba encima las braguitas y la camiseta de tirantes que apenas ocultaban las curvas de su cuerpo. Para acabarlo de arreglar, sintió como sus pezones volvían a ponerse duros como piedras, intentando escapar de aquel pedazo de tela que intentaba retenerlos...
Balbuciendo ella le dijo...»Mmm, claro, eee—espere un momento aquí, enseguida se lo traigo». Él puso una manaza sobre la puerta y le dijo: «Gracias guapa, pero casi que mejor te acompaño a la cocina. Estoy deseando probar tu leche»...A ella casi no le sostenían las piernas mientras llenaba el vaso de leche. Al girarse para ofrecérselo él le agarró una teta con su manaza, apretando con fuerza mientras decía: «Tranquila, casi que prefiero tomarlo directamente de la botella...jajaja» Ella intentó resistirse, pero notó como la leche brotaba manchando toda la camiseta...
Le sacó una teta por el lateral de la camiseta y comenzó a chuparla y succionarla, mientras seguía apretando, estrujando y estirando la otra con sus manazas como si no hubiese mañana...
Mmm...¡Qué lechaza más rica! Y que pedazo de perraca en celo desatendida que tenemos aquí. Me has puesto muy cachondo estos días puta y ahora vas a tener lo que mereces y estás deseando, dijo mientras se bajaba los pantalones con la otra mano...Ella no pudo reprimir un grito al contemplar aquel monstruo. Una polla descomunal, gorda como no había visto en su vida, larga, con una cabeza gorda y morada, latiendo y palpitando como un ser vivo, mientras dejaba caer un largo chorreo de líquido seminal...
Por favor, dijo ella- Soy una mujer casada, no quiero...Ohhh, se muy bien lo que quiere una yegua sucia como vos. Qué la reviente a pijazos como merece hasta gritar como la perra en celo que eres.
Dicho esto le arrancó las bragas de un tirón, desgarrándolas y dejando sólo un jirón de tela colgando de una pierna. La levantó en volandas y comenzó a comerle el coño mientras le decía: Dios, que placer de concha carnosa y sucia que tenés, puta. Podría hundir mi cabeza entera aquí dentro...Ella comenzó a perder toda noción de realidad, mientras experimentaba un orgasmo brutal, que encharcó toda la cara de aquel monstruo. Él la cogió por los pelos y la arrastró a la cama, mientras ella gritaba en una mezcla de placer y dolor. La lanzó encima de la cama, le estrujó bien los mofletes del culo y después le dio 2 azotes brutales. Ella tembló mientras le llegaban rayos lacerantes a su sistema nervioso.
Le dio la vuelta en la cama, cogiéndola del pelo y lanzándola boca arriba, se tumbó encima y le metió el rabo en la boca. El hacía toda la fuerza que podía, intentando enterrar aquella verga gigantesca hasta la raíz de sus huevos peludos, pero era una guerra perdida. El la cogió de las tetas, pegando tirones y apretones para intentar introducir algún centímetro más. Después le cogió la cabeza con ambas manos y apretaba mientras le gritaba lo puta acabada que era, pero era imposible, ella comenzó a ahogarse y finalmente casi vomitó...Entonces él sacó la verga y le dio 2 buenas hostias: plas! Plas! De lado a lado: «¡Maldita zorra sucia! ¿Acaso querías vomitarme en la polla? Ahora verás lo que es bueno...”
“Por favor”- decía ella- “Por favor., no más”..Mareada, extasiada, dolorida y justo en aquel momento él le metió un pollazo tremendo. Le encalomó aquella vergaza tremenda hasta la raíz de los huevos y comenzó a penetrarla de una forma brutal, sin ningún cuidado ni cariño, como no la habían penetrado jamás...
Ahora él no decía nada, solo gruñía de forma brutal, casi como un cerdo mientras le estrujaba las tetas haciendo brotar varios chorros de leche que los mojaban a ambos y ella sentía como la partían en dos...
De repente salió de dentro y ella casi agradeció que por fin fuese a acabar, pero también temía que se acabase aquello que estaba sintiendo. Pero aún faltaba algo más, él le dio la vuelta, la puso a cuatro patas en la cama y volvió a introducir su arma hasta lo más profundo de sus entrañas. «Ahora sí que te voy a cabalgar como la yegua acabada que eres...»-»Dios» dijo ella- «Vas a romperme» «Por favor...»
Pero él no paraba, más bien al contrario, aceleró su bombeo mientras gruñía y gritaba: “Te voy a partir, cerda. Hoy sabrás lo que es el placer”, hasta que de repente le dio la vuelta de un tirón, dejándola boca arriba con las piernas bien abiertas y ella notó el primer arreón de leche en sus entrañas. Un arreón brutal, que la quemaba por dentro y que parecía llegar a su estómago. Él sacó la picha toda mojada de los flujos de ella, le soltó 3 enormes arreones más de leche. Ella nunca había visto una corrida así, leche espesa y amarillenta, que desprendía un fuerte olor a macho le resbalaba por sus grandes pechos. Entonces él, gruñendo hacia el techo, en una especie de paroxismo orgásmico, la volvió a coger de los pelos y le introdujo el rabo en la boca, soltando 4 arreones de leche más en su boca...Nunca jamás había visto ni sentido una corrida como aquella, parecía que la lechada no fuese a terminar nunca.
Luego se levantó, se limpió la polla en su pelo mientras le decía: “Muy bien puta, un polvo perfecto, me encanta ver mi pija manchada de tu miel de yegua sucia, pero no puedo salir ahí fuera y contarles esto a mis compañeros tan sucio y pringado”. Sacó su móvil y le hizo tres fotos, mientras la tremenda lechada le chorreaba sobre sus tetas, le comenzaba a salir a borbotones por su conejo y le goteaba por la boca...
«No te limpies zorra, me encantaría que cuando vuelva tu marido, pueda notar que ahora perteneces a otro macho, un macho de verdad» Le dijo mientras metía su polla en los pantalones. Luego le dio dos buenas cachetadas a sus tetas y le dijo «Hasta luego calienta pollas» «No dudo que nos volveremos a ver pronto» «Y seguramente me traiga algún amiguete, una puta tan servicial y cachonda merece ser compartida»
Y allí la dejó, con las piernas bien abierta, rezumando leche y sintiéndose rota, ultrajada, pero también más puta y satisfecha de lo que se había sentido nunca...
Era un día bastante caluroso a finales de Junio. Ella estaba colgando la ropa en la terraza de su casa, una casa bastante grande y perdida en un terreno montañoso...
De repente se sintió observada y recordó que estaban construyendo otra casa al lado, pretendían crear una urbanización en aquella zona antaño tan tranquila. Se giró y vio a los obreros almorzando mientras no le quitaban ojo...Eran 5, pero uno le llamó la atención. Era un hombre muy corpulento, de casi unos 2 metros, muy fuerte y peludo, pero con una gran panza que se marcaba bajo su camiseta de tirantes amarillenta por el sudor. El hombre sonrió mientras le guiñaba un ojo y se agarró el paquete con una mano. Ella se sonrojó y fue consciente de que estaba tendiendo solo con las braguitas y una camiseta de tirantes sin nada debajo (claro, no estaba acostumbrada a que hubiese nadie por aquellos parajes). Sintió como se ruborizaba y entró corriendo en su casa mientras escuchaba las risas de los obreros...
Durante todo el día estuvo pensando en aquel suceso y por la noche, en la cama, mientras daba de mamar a su bebé, no podía quitarse de la cabeza aquel gigante rebosando bello por todas partes y el gran paquete que se intuía tras su mano...No podía entenderlo, ella nunca había tenido pensamientos así, pero quizás el que su marido ya llevase fuera dos meses por razones de trabajo y el sentirse tan sola y abandonada tuvieran algo que ver...Notó como se humedecía por dentro y utilizó dos dedos para calmar aquel fuego que la quemaba por dentro...
Dos días después se decidió a volver a salir a colgar la ropa y aquellos degenerados volvían a estar allí, ella los ignoró, pero esta vez comenzaron a silbarla e incluso a hacerle comentarios realmente desagradables del tipo: ¡Mamacita, con ese culazo, yo te invito a cagar en mi casa!, Viendo esas tetazas, dame una sola razón para no violarte, Yo no quiero tu oro, Yo no quiero tu plata...sólo quiero el tesoro que tienes entre las patas. Morocha, ¡No tengo pelos en la lengua porque vos no quieres!...Y así siguieron un rato, estaban totalmente fuera de sí, mientras reían y se tocaban. Ella se notaba toda húmeda y con los pezones a punto de estallar a través de su camiseta. Finalmente volvió a entrar corriendo en la casa...
Media hora después sonó el timbre y al abrir la puerta se encontró cara a cara con aquel obrero peludo y gigante. «Perdone señora, ¿podría darme un vaso de leche fría? Hace mucho calor y necesito refrescarme el gaznate». Ella se quedó muy sorprendida, consciente de que sólo llevaba encima las braguitas y la camiseta de tirantes que apenas ocultaban las curvas de su cuerpo. Para acabarlo de arreglar, sintió como sus pezones volvían a ponerse duros como piedras, intentando escapar de aquel pedazo de tela que intentaba retenerlos...
Balbuciendo ella le dijo...»Mmm, claro, eee—espere un momento aquí, enseguida se lo traigo». Él puso una manaza sobre la puerta y le dijo: «Gracias guapa, pero casi que mejor te acompaño a la cocina. Estoy deseando probar tu leche»...A ella casi no le sostenían las piernas mientras llenaba el vaso de leche. Al girarse para ofrecérselo él le agarró una teta con su manaza, apretando con fuerza mientras decía: «Tranquila, casi que prefiero tomarlo directamente de la botella...jajaja» Ella intentó resistirse, pero notó como la leche brotaba manchando toda la camiseta...
Le sacó una teta por el lateral de la camiseta y comenzó a chuparla y succionarla, mientras seguía apretando, estrujando y estirando la otra con sus manazas como si no hubiese mañana...
Mmm...¡Qué lechaza más rica! Y que pedazo de perraca en celo desatendida que tenemos aquí. Me has puesto muy cachondo estos días puta y ahora vas a tener lo que mereces y estás deseando, dijo mientras se bajaba los pantalones con la otra mano...Ella no pudo reprimir un grito al contemplar aquel monstruo. Una polla descomunal, gorda como no había visto en su vida, larga, con una cabeza gorda y morada, latiendo y palpitando como un ser vivo, mientras dejaba caer un largo chorreo de líquido seminal...
Por favor, dijo ella- Soy una mujer casada, no quiero...Ohhh, se muy bien lo que quiere una yegua sucia como vos. Qué la reviente a pijazos como merece hasta gritar como la perra en celo que eres.
Dicho esto le arrancó las bragas de un tirón, desgarrándolas y dejando sólo un jirón de tela colgando de una pierna. La levantó en volandas y comenzó a comerle el coño mientras le decía: Dios, que placer de concha carnosa y sucia que tenés, puta. Podría hundir mi cabeza entera aquí dentro...Ella comenzó a perder toda noción de realidad, mientras experimentaba un orgasmo brutal, que encharcó toda la cara de aquel monstruo. Él la cogió por los pelos y la arrastró a la cama, mientras ella gritaba en una mezcla de placer y dolor. La lanzó encima de la cama, le estrujó bien los mofletes del culo y después le dio 2 azotes brutales. Ella tembló mientras le llegaban rayos lacerantes a su sistema nervioso.
Le dio la vuelta en la cama, cogiéndola del pelo y lanzándola boca arriba, se tumbó encima y le metió el rabo en la boca. El hacía toda la fuerza que podía, intentando enterrar aquella verga gigantesca hasta la raíz de sus huevos peludos, pero era una guerra perdida. El la cogió de las tetas, pegando tirones y apretones para intentar introducir algún centímetro más. Después le cogió la cabeza con ambas manos y apretaba mientras le gritaba lo puta acabada que era, pero era imposible, ella comenzó a ahogarse y finalmente casi vomitó...Entonces él sacó la verga y le dio 2 buenas hostias: plas! Plas! De lado a lado: «¡Maldita zorra sucia! ¿Acaso querías vomitarme en la polla? Ahora verás lo que es bueno...”
“Por favor”- decía ella- “Por favor., no más”..Mareada, extasiada, dolorida y justo en aquel momento él le metió un pollazo tremendo. Le encalomó aquella vergaza tremenda hasta la raíz de los huevos y comenzó a penetrarla de una forma brutal, sin ningún cuidado ni cariño, como no la habían penetrado jamás...
Ahora él no decía nada, solo gruñía de forma brutal, casi como un cerdo mientras le estrujaba las tetas haciendo brotar varios chorros de leche que los mojaban a ambos y ella sentía como la partían en dos...
De repente salió de dentro y ella casi agradeció que por fin fuese a acabar, pero también temía que se acabase aquello que estaba sintiendo. Pero aún faltaba algo más, él le dio la vuelta, la puso a cuatro patas en la cama y volvió a introducir su arma hasta lo más profundo de sus entrañas. «Ahora sí que te voy a cabalgar como la yegua acabada que eres...»-»Dios» dijo ella- «Vas a romperme» «Por favor...»
Pero él no paraba, más bien al contrario, aceleró su bombeo mientras gruñía y gritaba: “Te voy a partir, cerda. Hoy sabrás lo que es el placer”, hasta que de repente le dio la vuelta de un tirón, dejándola boca arriba con las piernas bien abiertas y ella notó el primer arreón de leche en sus entrañas. Un arreón brutal, que la quemaba por dentro y que parecía llegar a su estómago. Él sacó la picha toda mojada de los flujos de ella, le soltó 3 enormes arreones más de leche. Ella nunca había visto una corrida así, leche espesa y amarillenta, que desprendía un fuerte olor a macho le resbalaba por sus grandes pechos. Entonces él, gruñendo hacia el techo, en una especie de paroxismo orgásmico, la volvió a coger de los pelos y le introdujo el rabo en la boca, soltando 4 arreones de leche más en su boca...Nunca jamás había visto ni sentido una corrida como aquella, parecía que la lechada no fuese a terminar nunca.
Luego se levantó, se limpió la polla en su pelo mientras le decía: “Muy bien puta, un polvo perfecto, me encanta ver mi pija manchada de tu miel de yegua sucia, pero no puedo salir ahí fuera y contarles esto a mis compañeros tan sucio y pringado”. Sacó su móvil y le hizo tres fotos, mientras la tremenda lechada le chorreaba sobre sus tetas, le comenzaba a salir a borbotones por su conejo y le goteaba por la boca...
«No te limpies zorra, me encantaría que cuando vuelva tu marido, pueda notar que ahora perteneces a otro macho, un macho de verdad» Le dijo mientras metía su polla en los pantalones. Luego le dio dos buenas cachetadas a sus tetas y le dijo «Hasta luego calienta pollas» «No dudo que nos volveremos a ver pronto» «Y seguramente me traiga algún amiguete, una puta tan servicial y cachonda merece ser compartida»
Y allí la dejó, con las piernas bien abierta, rezumando leche y sintiéndose rota, ultrajada, pero también más puta y satisfecha de lo que se había sentido nunca...
9 comentarios - Una obra muy bien hecha