“La doña”, como después de la muerte de su marido en el barrio, la llamaban a Isabel, en realidad era una mujer de unos 45 años, viuda, desde dos años
Hubo de ser esta mujer muy pegada a las actividades zonales de su iglesia (colectas, ayuda de trabajo barrial) y se preparó y generó en la creación de un coro de actividades que fue muy reconocido en la zona.
Aún más en vida de su marido siempre estuvo muy pendiente del que dirán, a la cual su conducta mientras hubo de vivir su esposo en el barrio, era digan de todo beneficio, a su beneficio
Ciertamente ella no salía mucho de su casa, más bien vivía en ella todo el día, ya que su marido se encargaba de pagar lo accesorio a la casa
A decir una verdad muy cierta Isabel era una mujer que en su matrimonio había sido muy amante a los requerimientos de su marido, y que había sido desvirgada poco tiempo antes de casarse, por quien fuese su hombre hasta la muerte, es por ello que desde la muerte de su esposo su cuerpo no había probado de nuevo otro contacto físico.
INICIO DE LA HISTORIA DE ISABEL
Estaba siendo desde fines de diciembre un verano sencillamente sofocante en la capital federal. Por lo cual muchos días, hubo cortes a diario del consumo eléctrico, el inicio de una condición general durante muchos tiempo en Buenos Aires
Isabel dormía desde la muerte de su marido Héctor sola
Pero a fines de más de un año de viuda había adoptado una extraña costumbre ciertamente muy especial:
… sencillamente apagaba la luz de la pieza y encendí la lámpara pequeña de brazo extensible que usaba para levantarse de noche o leer desde la cama
…. Con esa luz tenue, más bien simple en cuanto a intensidad se paraba frente a su armario y abría una puerta donde ahí, hallaba un espejo que la reflejaba íntegramente.
….y después de mirarse empezaba a acariciar todo su cuerpo (de esa manera ella veía como se endurecían lentamente sus dos pezones y sentía un ardor caliente en su sexo que aún no había sido tocado)
…A un momento justo de acuerdo a su calentura y a su sexo ya muy húmedo y rosado de deseo, ella empezaba a frotarse el clítoris suavemente, casi sin tocarlo apenas, pero ciertamente iba aumentando la presión de su dedo a medida que su clítoris de alguna manera se alargaba y se ponía muy duro, durísimo
…No pudiendo resistir por más tiempo, se acostaba en la cama boca abajo y abriendo las piernas recordaba cómo le ingresaba el sexo de su esposo, y con un aparato largo de desodorante ella ahí al ponérselo en contado con la entrada de su concha, se imaginaba que le entraba la pija de su esposo
…y la recibía todo lo que podía a ese frasco que al cabo de unos segundo cuando ella ya habia admitido el grosor de ese aparato
….entonces lo llevaba lentamente tan adentro como podía y así empezaba un mete y saca acompañada de exclamaciones de placer.
….estaba cálido y muy mojado allá adentro, de su sexo y essa mujer sentía cómo entraban y salían ese aparato dentro de su concha (se los tragaba y apretaba con fuerza).
Comenzaba a gemir sin temor ya que vivía sola y ha veces en verano el ventilador callaba en parte los sonidos del placer.
….Así empezaba su masturbación Tenia varios pequeños orgasmos así y cuando me sentí a ese polvo ultima y definitivo que era el que según ella le haría desfallecer pedía a gritos
Héctor dame tu leche, papi,
Y estallaba en un magnífico orgasmo en donde los dedos suplían con destreza a la pija que no existía.
Terminaba muy mojada, exhausta, rendida de tanta lujuria y tantos recuerdos.
Después a los segundos siempre hacia lo mismo, se secaba sus dedos con una pequeña toalla que había cortado para ello, de una grande ya gastada se limpiaba secándose su sexo de la leche por ella derramada y acomodaba en la mesa de dormir esa toallita…
Apagaba la luz y se dormía
A los meses y ante la incomodidad de su cuerpo por un accidente doméstico contrató a una empleada llamada Ana B...,
Esta tenía unos veinticuatro años y de singular belleza norteña, esas que representan una mujer saludable y bonita con una singular fuerza norteña
Ciertamente ella era más bien una mujer de confianza de una educación escueta, venida desde el interior, a la falta de trabajo o el bajo pago del mismo en su provincia.
Eso sí recomendada por una cuñada de Isabel que se ocupó de ello, al llamado por eso de Isabel
Los mese fueron pasando y la amistad con Ana se fue incrementando a casi que ya Isabel dependía de ella y ella Ana le había tomado mucho cariño y le ayuda a Isabel que sus días fueran más sosegados.
Inicio del fin
Una noche de enero de mucho calor en la capital, Ana presenció desde la cocina (al lavar los platos de la cena) una escena que le llevaría a lo que al fin, ocurrió:
Extrañada, ante un ruido que desconocía el origen, en el fondo de la casa, se acercó a la ventana trasera de la cocina, la abrió eso sí solo un poquito y se sorprendió:
…al ver a Isabel, completamente desnuda, echándose agua con la manguera de regar, el césped.
Ana algo alarmada no decidió abrir la puerta de esa cocina, por las dudas pensó:
…esperaré unos segundos de esa manera con la luz apaga y sus ojos acostumbrado ya a la oscuridad visualizó con más comodidad:
…las tremendas nalgas de la mujer de color canela, como brillaban a la luz de la luna y el contraste del agua con su cuerpo.
Estaba Ana fascinada mirando unas nalgas como a ella le gustaban, rectas y duras, salvo que sólo que no las había imaginado, tan bellas
Eran imponentes, paradas, llenas, firmes y sobresalían con una gran curvatura del resto del cuerpo.
Isabel se movió en ese momento y mostró una panorámica de sus senos que eran sencillamente imponentes, como sus nalgas.
En ese momento Anal comenzó a tocarse, su sexo
… ya estaba severamente mojado corriéndose un tanto su bombacha y con la otra mano se acarició un seno que de inmediato de endureció:
….Isabel mostraba los ojos cerrados con una expresión de placer y gusto, lo que en Ana produjera una sofocación la cual sin pensarlo, comenzó también a acariciar sus senos, al mismo ritmo que lo hacía Isabel a metros de donde estaba Ana.
Entonces cuando por el movimiento de su cuerpo Ana comprendió que Isabel estaba terminando.
Entonces Isabel se detuvo, tomó una toalla que había sobre una silla y comenzó a secar su cuerpo. Luego hizo un movimiento en dirección a la puerta de la cocina, saliendo
Ana entendió que no podía quedarse en el sitio para no ser vista, y se fue hasta su pieza, allí espero a que Isabel entrara, desnuda en la cocina
Isabel estaba secándose, cuando Ana entró, a la cocina: … como si fuese a buscar su reloj pulsera que siempre se sacaba cuando lavaba la cocina.
Isabel al verla se asustó y soltó la toalla, quedando desnuda frente a Ana.
Ana también se detuvo, mostrando sorpresa y diciendo:
"Que susto, me ha dado Sra. Isabel"
Ana solo tenía puesto una remera simple que usaba para dormir sin corpiño y su pequeña bombacha por el calor negra
¡Qué haces levantada a estas horas! Le dijo Isabel
…sin pensar ciertamente que apenas habían pasado tan solo media hora desde que ella la había saludo dándole las buenas noches y dirigiéndose al patio de la casa, viéndola también al inicio de la limpieza de la cocina y los platos de la cena
Ana comprendiendo que no tenía nada que decirle lógico, tan solo que le asumía una mentira con una respuesta absurda.
Señora es que hacia tanto calor y no podía dormir, vine a la heladera a tomar agua.
Mi hija, dijo Isabela, acercándose a Ana, perdóname me asuste y cuando lo hago digo boludeses
Isabel no dejaba de mirar a Ana
Esa mujer estaba embelesada con los senos, de Ana
Que estos estaban apenas tapados y disimulados por una raída y simple remera de años
Pero ciertamente, eran hermosos de bajos de esa escasa tela de una simple remera…
Ana comprendió como ella miraba (casi sin poder disimular su deseo y excitación, sus senos) marcados por dos puntas duras que se notaba ya a simple vista.
"Pero que lindas tetas tienes, le dijo descontrolad Isabel y ante una negativa de Ana que nunca hubiese de ocurrir
… Isabel los comenzó a tocarlas sin más, un seno de Ana despacio y luego tomo con la otra mano el otro
E la cocina había un silencio donde el ambiente transpiraba sexo
Ana no sabía cómo reaccionar y antes de darse cuenta sólo atendía solo al placer que le daban los dedos de Isabel, sobre sus pezones.
Hay, si así si Isabel, hágalo lentamente le dijo Ana
…aseverando: apriete mis tetas y toque bien fuerte mis pezones que me encantan, Isabel
Isabel acepto el convite y apretó con delicadeza eso pezones rozándole lentamente y apretándoselos con singular y desconocida habilidad, ya que era su primera noche con una amante mujer
“Doña que hermoso lo hace”, escuchó entrecortada una respuesta a las caricias de Isabel de parte de Ana.
Me calientas mucho ahí así, mucho Doña si amor así…Isabel como me excitas como nunca amor
Y Ana le tomó de la cintura acercándola y haciendo que aún le apreté mas sus senos
Y a un apriétame los pezones que eso me vuelve loca, Sra.
Ana la besó en un largo beso que primero rozó con la lengua sus labios a lo largo, varias veces
Y un segundo después a un suspiro de Isabel le introdujo, la totalidad de su lengua
Si así Ana, seguí que me vuelves loca amor.
Isabel no se podía contener, aquello era un regalo que no se iba a negar y jamás lo hubiese imaginado en hacerlo, pero era una realidad que no se podía negar.
Nunca había tocado los senos de otra mujer, pero sólo entendía que su autoridad sobre esta niña le daba permiso para dar rienda suelta a tanto morbo acumulado en años y que le parecía tan igual a lo que ella se había acostumbrado a sentir
Amaba el sexo caliente de una mujer que es más dócil y más reservada que coger con un tipo
Y el deseo se le salía incontenible por todo su ser…
Rodeo Isabel con sus brazos la cintura de Ana, y agarró con sus dos manos:
… las dos esferas de su culo
Este contacto tanto tiempo soñado, de hacer el amor, casi le produce un orgasmo instantáneo, a Isabel.
Pero en esos segundos de Ana afloró un gemido profundo salió de su garganta excitando a Isabel tremendamente:
Ana estas nalgas, ahora son mías, mía mi amor….
- Hay Doña, si está bien, son suyas
Isabel le dijo a su espontanea compañera
Estoy por acabar me estas por sacar un polvo Ana no pares a los movimientos que esa empleada le hacía ahora en la concha de Isabel que con su mano le introducía un dedo en la concha de Isabel
Entonces, Ana tomó en su boca uno de los pechos de Isabel, impulsada por una atracción incontrolable que ella misma entendía
… le gustaba su patrona
Y comenzó un proceso de mamar aquellas tetas maravillosas, con devoción y lujuria.
Mamaba, chupaba, mordía, lamía, trataba de entrarlos por entero en su boca, tomaba el pezón en sus labios y lo mamaba como un bebé.
A Isabel nunca otra persona que no fuese su marido, le había tocado sus pechos y le impacto de sentir aquella boca succionando sus senos
Isabel empezó a producir una serie de gemidos, gritos, jadeos, sollozos…
No sabía si aquello era dolor o exceso de placer, pero no quería que terminara.
Sentía entre sus piernas como empezaba a salirse una infusión caliente que le encendía su sexo de una manera bestial.
Como si Ana lo adivinara, llevó su mano a la entrepierna de esa mujer y la untó de este líquido al comenzar a acariciar su clítoris con los dedos.
Isabel sintió como se le aflojaban las rodillas y pensó que se caería si Ana no le agarra firmemente por las nalgas y con sus brazos, por la cintura.
- Ven, vamos a la cama estaremos allí mejor las dos, le dijo Isabel a Ana
Y la llevó tomada de la mano a Ana hacia su pieza.
La acostó en la cama, boca arriba a Ana, ambas estaban desnudas
Subió Isabel a la cama, cobijándose sobre Ana y se introdujo, entre las piernas de Ana
Eso lo hizo acordándose que su esposo en esa misma cama le hubiera hecho a ella años atrás:
Abrirle las piernas como ello se lo había hecho a Ana
Pero ahora Isabel asumía la forma de un hombre para poseerla, y comenzó a frotar su sexo contra el de Ana, que se retorcía de placer, temblorosa, incontrolable.
Isabel que hermoso es lo que me haces, sigue doña sigue
De pronto, Isabel empezó a descender su cabeza sobre Ana
Comenzó de nuevo otra serie de mamadas en sus pezones lo cual hacía retorcer y gemir a Ana Estos gemidos le aceleraba el pulso Isabel, que ya no creía que pudiera elevar más su nivel de excitación y lujuria.
Decidida, descendió hasta el sexo de Ana, haciendo realidad el sueño de mamarle el coño a otra mujer.
Tomó el clítoris de Ana como si fuera uno de sus pezones y comenzó a mamarlo con la misma devoción, al tiempo que Ana metía sus manos por debajo de las nalgas de Isabel y se las apretaba. Isabel se había apoderado de la concha de Ana a chupándosela como una extraña pasión, llena de placer y de fuerza, que a cada momento introducía lo más profundo su lengua en la concha de Ana.
Ana a todo esto no comprendía como estaba siendo cogida por una mujer con una experiencia impresionante
Isabel buscó el punto medio de las nalgas y sintió un rezongo de Ana al tocar la superficie de su ano.
Ana le dijo a Isabel si lo haces ten cuidado con mi cola casi nunca a ningún tipo se lo permití pero aun, así no es virgen
Un gimoteo más profundo que los demás le indicó que había tocado un punto clave de aquella masa de placer de Ana, su ojete.
Colocó la punta del dedo índice sobre la entrada del ano de Ana haciendo tan sólo un poco de presión, sin empujar brutalmente, sino con seguridad y firmezas pero delicadamente si en sexo a la calentura le podemos decir una cualidad
Ana entonces comenzó una suerte de movimiento provocando ella misma la presión necesaria sobre el dedo, con sus nalgas, buscando ser penetrada.
Y así empezó Isabel a hacerse del culo de Ana
Isabel mantenía el dedo firme, que a un momento sacó
Luego de un segundo breve lléveso sus dos dedos a la boca y le metió en la cola de Ana mientras agacho su cabeza para seguir mamando el clítoris de Anal con la lengua sintiese el grito de dolor y placer de Ana al sentir que su ano se había agrandado
Sin ninguna compasión ante los gemidos y gritos de la muchacha, la cual movía más las nalgas buscando aquel dedo tan torturador, estuviese encestarlo por completo en lo más profundo de su culo
A un segundo, minuto u hora ya Isabel no entendía de horarios
…sintió lo clásicos espasmos de eyaculación de la concha de Ana mientras sus dedos en la cola eran tremendamente apretados por el culo de Ana
Un orgasmo más profundo y alargado de la noche, el cual Ana sintió en ella misma a través de las vibraciones del cuerpo Isabel, cuando casi al unísono ambas mujeres eran vencidas por el placer
-Isabel, me has hecho acabar amor como nadie nunca te vayas de mi lado le dijo Ana casi en una especie de agonía y placer…
Isabel sentía como sus propios jugos fluían de su interior y como su clítoris parecía que explotaría de un momento a otro.
Aprovechó el momento de alta excitación de Ana y se acercó hacía Isabel, colocándose Ana uno de sus generosos pechos en la boca de Ana:
Ven mi bebé, nunca vos a mí me dejes amor, mi dueña le dijo Isabela a Ana apretándola en la cama ambas unidas por un mismo cuerpo
Ana quiero que duermas aquí conmigo y lo volvamos a hacer todas las veces que lo desees
Sí Isabel, le contestó Ana dándole un beso en la boca y se acomodó, a un costado para dormir, la verdad ambas estaba muy cansadas.
La noche ya avanzada las encontró a esas dos mujeres durmiendo abrasadas
Epilogo
Es esta una historia cierta que me fuese contada ya hace tiempo, casi al descuido por alguien que yo hubiere dicho muy parecida a Ana, pero nunca lo admitió ni yo se lo pregunté.
Cuando en la Argentina se normalizó la ley de casamiento entre sexos iguales
Isabel y Ana fueron matrimonio.
Nunca más supe de ellas, ni nunca más las volví a ver…
Pero alguien muy cercano a la vida de Ana, y muy confiado me contó que ahora, ellas viven en la provincia de… siendo muy felices.
Ggc
Almagro- Buenos Aires
AREGNTINA
Hubo de ser esta mujer muy pegada a las actividades zonales de su iglesia (colectas, ayuda de trabajo barrial) y se preparó y generó en la creación de un coro de actividades que fue muy reconocido en la zona.
Aún más en vida de su marido siempre estuvo muy pendiente del que dirán, a la cual su conducta mientras hubo de vivir su esposo en el barrio, era digan de todo beneficio, a su beneficio
Ciertamente ella no salía mucho de su casa, más bien vivía en ella todo el día, ya que su marido se encargaba de pagar lo accesorio a la casa
A decir una verdad muy cierta Isabel era una mujer que en su matrimonio había sido muy amante a los requerimientos de su marido, y que había sido desvirgada poco tiempo antes de casarse, por quien fuese su hombre hasta la muerte, es por ello que desde la muerte de su esposo su cuerpo no había probado de nuevo otro contacto físico.
INICIO DE LA HISTORIA DE ISABEL
Estaba siendo desde fines de diciembre un verano sencillamente sofocante en la capital federal. Por lo cual muchos días, hubo cortes a diario del consumo eléctrico, el inicio de una condición general durante muchos tiempo en Buenos Aires
Isabel dormía desde la muerte de su marido Héctor sola
Pero a fines de más de un año de viuda había adoptado una extraña costumbre ciertamente muy especial:
… sencillamente apagaba la luz de la pieza y encendí la lámpara pequeña de brazo extensible que usaba para levantarse de noche o leer desde la cama
…. Con esa luz tenue, más bien simple en cuanto a intensidad se paraba frente a su armario y abría una puerta donde ahí, hallaba un espejo que la reflejaba íntegramente.
….y después de mirarse empezaba a acariciar todo su cuerpo (de esa manera ella veía como se endurecían lentamente sus dos pezones y sentía un ardor caliente en su sexo que aún no había sido tocado)
…A un momento justo de acuerdo a su calentura y a su sexo ya muy húmedo y rosado de deseo, ella empezaba a frotarse el clítoris suavemente, casi sin tocarlo apenas, pero ciertamente iba aumentando la presión de su dedo a medida que su clítoris de alguna manera se alargaba y se ponía muy duro, durísimo
…No pudiendo resistir por más tiempo, se acostaba en la cama boca abajo y abriendo las piernas recordaba cómo le ingresaba el sexo de su esposo, y con un aparato largo de desodorante ella ahí al ponérselo en contado con la entrada de su concha, se imaginaba que le entraba la pija de su esposo
…y la recibía todo lo que podía a ese frasco que al cabo de unos segundo cuando ella ya habia admitido el grosor de ese aparato
….entonces lo llevaba lentamente tan adentro como podía y así empezaba un mete y saca acompañada de exclamaciones de placer.
….estaba cálido y muy mojado allá adentro, de su sexo y essa mujer sentía cómo entraban y salían ese aparato dentro de su concha (se los tragaba y apretaba con fuerza).
Comenzaba a gemir sin temor ya que vivía sola y ha veces en verano el ventilador callaba en parte los sonidos del placer.
….Así empezaba su masturbación Tenia varios pequeños orgasmos así y cuando me sentí a ese polvo ultima y definitivo que era el que según ella le haría desfallecer pedía a gritos
Héctor dame tu leche, papi,
Y estallaba en un magnífico orgasmo en donde los dedos suplían con destreza a la pija que no existía.
Terminaba muy mojada, exhausta, rendida de tanta lujuria y tantos recuerdos.
Después a los segundos siempre hacia lo mismo, se secaba sus dedos con una pequeña toalla que había cortado para ello, de una grande ya gastada se limpiaba secándose su sexo de la leche por ella derramada y acomodaba en la mesa de dormir esa toallita…
Apagaba la luz y se dormía
A los meses y ante la incomodidad de su cuerpo por un accidente doméstico contrató a una empleada llamada Ana B...,
Esta tenía unos veinticuatro años y de singular belleza norteña, esas que representan una mujer saludable y bonita con una singular fuerza norteña
Ciertamente ella era más bien una mujer de confianza de una educación escueta, venida desde el interior, a la falta de trabajo o el bajo pago del mismo en su provincia.
Eso sí recomendada por una cuñada de Isabel que se ocupó de ello, al llamado por eso de Isabel
Los mese fueron pasando y la amistad con Ana se fue incrementando a casi que ya Isabel dependía de ella y ella Ana le había tomado mucho cariño y le ayuda a Isabel que sus días fueran más sosegados.
Inicio del fin
Una noche de enero de mucho calor en la capital, Ana presenció desde la cocina (al lavar los platos de la cena) una escena que le llevaría a lo que al fin, ocurrió:
Extrañada, ante un ruido que desconocía el origen, en el fondo de la casa, se acercó a la ventana trasera de la cocina, la abrió eso sí solo un poquito y se sorprendió:
…al ver a Isabel, completamente desnuda, echándose agua con la manguera de regar, el césped.
Ana algo alarmada no decidió abrir la puerta de esa cocina, por las dudas pensó:
…esperaré unos segundos de esa manera con la luz apaga y sus ojos acostumbrado ya a la oscuridad visualizó con más comodidad:
…las tremendas nalgas de la mujer de color canela, como brillaban a la luz de la luna y el contraste del agua con su cuerpo.
Estaba Ana fascinada mirando unas nalgas como a ella le gustaban, rectas y duras, salvo que sólo que no las había imaginado, tan bellas
Eran imponentes, paradas, llenas, firmes y sobresalían con una gran curvatura del resto del cuerpo.
Isabel se movió en ese momento y mostró una panorámica de sus senos que eran sencillamente imponentes, como sus nalgas.
En ese momento Anal comenzó a tocarse, su sexo
… ya estaba severamente mojado corriéndose un tanto su bombacha y con la otra mano se acarició un seno que de inmediato de endureció:
….Isabel mostraba los ojos cerrados con una expresión de placer y gusto, lo que en Ana produjera una sofocación la cual sin pensarlo, comenzó también a acariciar sus senos, al mismo ritmo que lo hacía Isabel a metros de donde estaba Ana.
Entonces cuando por el movimiento de su cuerpo Ana comprendió que Isabel estaba terminando.
Entonces Isabel se detuvo, tomó una toalla que había sobre una silla y comenzó a secar su cuerpo. Luego hizo un movimiento en dirección a la puerta de la cocina, saliendo
Ana entendió que no podía quedarse en el sitio para no ser vista, y se fue hasta su pieza, allí espero a que Isabel entrara, desnuda en la cocina
Isabel estaba secándose, cuando Ana entró, a la cocina: … como si fuese a buscar su reloj pulsera que siempre se sacaba cuando lavaba la cocina.
Isabel al verla se asustó y soltó la toalla, quedando desnuda frente a Ana.
Ana también se detuvo, mostrando sorpresa y diciendo:
"Que susto, me ha dado Sra. Isabel"
Ana solo tenía puesto una remera simple que usaba para dormir sin corpiño y su pequeña bombacha por el calor negra
¡Qué haces levantada a estas horas! Le dijo Isabel
…sin pensar ciertamente que apenas habían pasado tan solo media hora desde que ella la había saludo dándole las buenas noches y dirigiéndose al patio de la casa, viéndola también al inicio de la limpieza de la cocina y los platos de la cena
Ana comprendiendo que no tenía nada que decirle lógico, tan solo que le asumía una mentira con una respuesta absurda.
Señora es que hacia tanto calor y no podía dormir, vine a la heladera a tomar agua.
Mi hija, dijo Isabela, acercándose a Ana, perdóname me asuste y cuando lo hago digo boludeses
Isabel no dejaba de mirar a Ana
Esa mujer estaba embelesada con los senos, de Ana
Que estos estaban apenas tapados y disimulados por una raída y simple remera de años
Pero ciertamente, eran hermosos de bajos de esa escasa tela de una simple remera…
Ana comprendió como ella miraba (casi sin poder disimular su deseo y excitación, sus senos) marcados por dos puntas duras que se notaba ya a simple vista.
"Pero que lindas tetas tienes, le dijo descontrolad Isabel y ante una negativa de Ana que nunca hubiese de ocurrir
… Isabel los comenzó a tocarlas sin más, un seno de Ana despacio y luego tomo con la otra mano el otro
E la cocina había un silencio donde el ambiente transpiraba sexo
Ana no sabía cómo reaccionar y antes de darse cuenta sólo atendía solo al placer que le daban los dedos de Isabel, sobre sus pezones.
Hay, si así si Isabel, hágalo lentamente le dijo Ana
…aseverando: apriete mis tetas y toque bien fuerte mis pezones que me encantan, Isabel
Isabel acepto el convite y apretó con delicadeza eso pezones rozándole lentamente y apretándoselos con singular y desconocida habilidad, ya que era su primera noche con una amante mujer
“Doña que hermoso lo hace”, escuchó entrecortada una respuesta a las caricias de Isabel de parte de Ana.
Me calientas mucho ahí así, mucho Doña si amor así…Isabel como me excitas como nunca amor
Y Ana le tomó de la cintura acercándola y haciendo que aún le apreté mas sus senos
Y a un apriétame los pezones que eso me vuelve loca, Sra.
Ana la besó en un largo beso que primero rozó con la lengua sus labios a lo largo, varias veces
Y un segundo después a un suspiro de Isabel le introdujo, la totalidad de su lengua
Si así Ana, seguí que me vuelves loca amor.
Isabel no se podía contener, aquello era un regalo que no se iba a negar y jamás lo hubiese imaginado en hacerlo, pero era una realidad que no se podía negar.
Nunca había tocado los senos de otra mujer, pero sólo entendía que su autoridad sobre esta niña le daba permiso para dar rienda suelta a tanto morbo acumulado en años y que le parecía tan igual a lo que ella se había acostumbrado a sentir
Amaba el sexo caliente de una mujer que es más dócil y más reservada que coger con un tipo
Y el deseo se le salía incontenible por todo su ser…
Rodeo Isabel con sus brazos la cintura de Ana, y agarró con sus dos manos:
… las dos esferas de su culo
Este contacto tanto tiempo soñado, de hacer el amor, casi le produce un orgasmo instantáneo, a Isabel.
Pero en esos segundos de Ana afloró un gemido profundo salió de su garganta excitando a Isabel tremendamente:
Ana estas nalgas, ahora son mías, mía mi amor….
- Hay Doña, si está bien, son suyas
Isabel le dijo a su espontanea compañera
Estoy por acabar me estas por sacar un polvo Ana no pares a los movimientos que esa empleada le hacía ahora en la concha de Isabel que con su mano le introducía un dedo en la concha de Isabel
Entonces, Ana tomó en su boca uno de los pechos de Isabel, impulsada por una atracción incontrolable que ella misma entendía
… le gustaba su patrona
Y comenzó un proceso de mamar aquellas tetas maravillosas, con devoción y lujuria.
Mamaba, chupaba, mordía, lamía, trataba de entrarlos por entero en su boca, tomaba el pezón en sus labios y lo mamaba como un bebé.
A Isabel nunca otra persona que no fuese su marido, le había tocado sus pechos y le impacto de sentir aquella boca succionando sus senos
Isabel empezó a producir una serie de gemidos, gritos, jadeos, sollozos…
No sabía si aquello era dolor o exceso de placer, pero no quería que terminara.
Sentía entre sus piernas como empezaba a salirse una infusión caliente que le encendía su sexo de una manera bestial.
Como si Ana lo adivinara, llevó su mano a la entrepierna de esa mujer y la untó de este líquido al comenzar a acariciar su clítoris con los dedos.
Isabel sintió como se le aflojaban las rodillas y pensó que se caería si Ana no le agarra firmemente por las nalgas y con sus brazos, por la cintura.
- Ven, vamos a la cama estaremos allí mejor las dos, le dijo Isabel a Ana
Y la llevó tomada de la mano a Ana hacia su pieza.
La acostó en la cama, boca arriba a Ana, ambas estaban desnudas
Subió Isabel a la cama, cobijándose sobre Ana y se introdujo, entre las piernas de Ana
Eso lo hizo acordándose que su esposo en esa misma cama le hubiera hecho a ella años atrás:
Abrirle las piernas como ello se lo había hecho a Ana
Pero ahora Isabel asumía la forma de un hombre para poseerla, y comenzó a frotar su sexo contra el de Ana, que se retorcía de placer, temblorosa, incontrolable.
Isabel que hermoso es lo que me haces, sigue doña sigue
De pronto, Isabel empezó a descender su cabeza sobre Ana
Comenzó de nuevo otra serie de mamadas en sus pezones lo cual hacía retorcer y gemir a Ana Estos gemidos le aceleraba el pulso Isabel, que ya no creía que pudiera elevar más su nivel de excitación y lujuria.
Decidida, descendió hasta el sexo de Ana, haciendo realidad el sueño de mamarle el coño a otra mujer.
Tomó el clítoris de Ana como si fuera uno de sus pezones y comenzó a mamarlo con la misma devoción, al tiempo que Ana metía sus manos por debajo de las nalgas de Isabel y se las apretaba. Isabel se había apoderado de la concha de Ana a chupándosela como una extraña pasión, llena de placer y de fuerza, que a cada momento introducía lo más profundo su lengua en la concha de Ana.
Ana a todo esto no comprendía como estaba siendo cogida por una mujer con una experiencia impresionante
Isabel buscó el punto medio de las nalgas y sintió un rezongo de Ana al tocar la superficie de su ano.
Ana le dijo a Isabel si lo haces ten cuidado con mi cola casi nunca a ningún tipo se lo permití pero aun, así no es virgen
Un gimoteo más profundo que los demás le indicó que había tocado un punto clave de aquella masa de placer de Ana, su ojete.
Colocó la punta del dedo índice sobre la entrada del ano de Ana haciendo tan sólo un poco de presión, sin empujar brutalmente, sino con seguridad y firmezas pero delicadamente si en sexo a la calentura le podemos decir una cualidad
Ana entonces comenzó una suerte de movimiento provocando ella misma la presión necesaria sobre el dedo, con sus nalgas, buscando ser penetrada.
Y así empezó Isabel a hacerse del culo de Ana
Isabel mantenía el dedo firme, que a un momento sacó
Luego de un segundo breve lléveso sus dos dedos a la boca y le metió en la cola de Ana mientras agacho su cabeza para seguir mamando el clítoris de Anal con la lengua sintiese el grito de dolor y placer de Ana al sentir que su ano se había agrandado
Sin ninguna compasión ante los gemidos y gritos de la muchacha, la cual movía más las nalgas buscando aquel dedo tan torturador, estuviese encestarlo por completo en lo más profundo de su culo
A un segundo, minuto u hora ya Isabel no entendía de horarios
…sintió lo clásicos espasmos de eyaculación de la concha de Ana mientras sus dedos en la cola eran tremendamente apretados por el culo de Ana
Un orgasmo más profundo y alargado de la noche, el cual Ana sintió en ella misma a través de las vibraciones del cuerpo Isabel, cuando casi al unísono ambas mujeres eran vencidas por el placer
-Isabel, me has hecho acabar amor como nadie nunca te vayas de mi lado le dijo Ana casi en una especie de agonía y placer…
Isabel sentía como sus propios jugos fluían de su interior y como su clítoris parecía que explotaría de un momento a otro.
Aprovechó el momento de alta excitación de Ana y se acercó hacía Isabel, colocándose Ana uno de sus generosos pechos en la boca de Ana:
Ven mi bebé, nunca vos a mí me dejes amor, mi dueña le dijo Isabela a Ana apretándola en la cama ambas unidas por un mismo cuerpo
Ana quiero que duermas aquí conmigo y lo volvamos a hacer todas las veces que lo desees
Sí Isabel, le contestó Ana dándole un beso en la boca y se acomodó, a un costado para dormir, la verdad ambas estaba muy cansadas.
La noche ya avanzada las encontró a esas dos mujeres durmiendo abrasadas
Epilogo
Es esta una historia cierta que me fuese contada ya hace tiempo, casi al descuido por alguien que yo hubiere dicho muy parecida a Ana, pero nunca lo admitió ni yo se lo pregunté.
Cuando en la Argentina se normalizó la ley de casamiento entre sexos iguales
Isabel y Ana fueron matrimonio.
Nunca más supe de ellas, ni nunca más las volví a ver…
Pero alguien muy cercano a la vida de Ana, y muy confiado me contó que ahora, ellas viven en la provincia de… siendo muy felices.
Ggc
Almagro- Buenos Aires
AREGNTINA
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