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Inducida a la esclavitud 4

parte 1 : http://www.poringa.net/posts/relatos/2758559/Inducida-a-la-esclavitud.html

parte 2 : http://www.poringa.net/posts/relatos/2758868/Inducida-a-la-esclavitud-2.html

parte 3 : http://www.poringa.net/posts/relatos/2759215/Inducida-a-la-esclavitud-3.html


Desperté por el sonido del despertador (obvio ¿no?), son las 8 en punto de la mañana. Un ligero aleteo de mariposas en mí estomago me confirma lo que ya era evidente desde incluso antes de quedar dormida la noche anterior: estaba emocionada, por la fiesta que mi amo daría. Tenía tiempo suficiente para acicalar mi cuerpo, además de practicarme enemas, de seguro que mi culo sería usado más que un automóvil por un taxista. Mi conchita estaba húmeda, hambrienta, deseosa de ser invadida por un buen trozo de carne. Supuse que con el día que me esperaba, terminaría más saciada que nunca.
Me levante al instante. Fui corriendo al baño de mi habitación, para buscar los instrumentos del enema, colocándolos en la bañera, a excepción del irrigador, el cual me lleve a la cocina, para llenarlo con agua tibia, y un toque de aceite de oliva. Volví a subir a mi habitación, y al llegar, mi teléfono volvió a sonar, era mi amo, quien me había enviado otro SMS. "Veo que te estás preparando, así me gusta perrita. Inyecta el liquido, y retenlo, quiero que te asomes por la ventana de tu habitación, y te hagas una paja viendo a la ventana de tu vecinita Gina". Sin pensarlo dos veces corrí al baño para conectar todos los instrumentos entre sí, y una vez metida en mi culo la sonda rectal, abrí la llavecita de paso para que todo el líquido entrara en mi recto. Sentí como poco a poco el estomago se me iba llenando del liquido tibio. Una vez todo el liquido estaba dentro de mis entrañas, saque la sonda y lo retuve, para asomarme en la ventana y ver a Gina, por la ventana de su habitación (nuestras habitaciones estaban enfrentadas) desnuda, solo con unas botas rojas de látex puestas, a medio muslo. Estaba de pie, viendo la tv de su habitación, la cual en su pantalla mostraba una escena de sadomasoquismo lésbico, donde por lo que alcance a ver, una chica estaba de rodillas, con un dildo en su culo y otro en su cuca, chupándole los tacones a su ama. Gina se veia realmente hermosa, enfundada solo en esas botas. Comencé a tocarme el clítoris, a sobarlo poco a poco, imaginándome lo rico que sería lamerle las botas a Gina.
Poco a poco aumente la intensidad de mis toqueteos, me excite muchísimo con la imagen de Gina, quien ahora se colocaba de rodillas, con las piernas un poco separadas, y comenzaba a pajearse. Duro un buen ratito en esa posición, así como yo dure pajeandome. Estuve a punto de correrme, pero no quería hacerlo, aun tenía el liquido del enema en mi estomago, y bueno, el desastre en el piso de mi habitación seria grande si salía en ese momento.
Me quede fría cuando, de repente, apareció un hombre enmascarado, al igual que mi amo y que los tipos que me anillaron la vez pasada. Tenía su verga inmensa al aire, a pesar de estar totalmente vestido. Se coloco a un de Gina, quien inclino la cabeza hacia atrás, para quedar mirando l techo, y el enmascarado colocar su verga sobre su boca. Ella empezó a lamerlo con diligencia, haciendo esfuerzos por alcanzarlo cuando el hombre se lo alejaba cada cierto tiempo. No pude reconocer al hombre enmascarado, pero cada vez más se me hacía que Gina era la chica enmascarada. Todo puede ser una coincidencia, tal vez Gina tiene novio y juegan de esa manera, y oculta sus gustos al mundo vistiendo de manera recatada. Peeeeeero…uno nunca sabe.
Estuvieron un buen rato en esa posición, hasta que el hombre la tomo por los pelos, y se la llevo a otro lugar de la casa, lejos de mi vista. La visión de Gina estando en esas, me hizo calentarme mucho, así como sembró muchas dudas en mí. En ese momento, tocaron a mi puerta. Era mi madre.
-Lizbeth, voy a salir con Lismar, iremos a la playa. Volveré mañana. –me dijo, sin yo abrirle.
-Ok Mama’…disfruta…y cuídense –le conteste.
Continúe haciéndome el dedo, esta vez sin nada que ver, solo imaginándome la fiesta a la que mi amo me haría ir, hasta que me corrí deliciosamente. Aunque el orgasmo que tuve fue tan fuerte, que el enema se me escapo, ensuciando todo el piso. Tuve que ir a buscar un coleto y ponerme a limpiar todo el desastre.
El resto de la mañana transcurrió normal. Como estaba sola en la casa, decidí estar desnuda. En cierto momento, mi amo me envió un SMS ordenando colocarme la máscara, y que me prohibía quitármela, pasara lo que pasara, así como me prohibía vestirme. Cumplí la orden, me coloque la máscara, la cual quedaba un poco apretada. Me vi en un espejo, estaba igual que la otra chica enmascarada, con mi cabello saliendo por un tubo de látex por encima de mi cabeza, quedando mi cabello como una cola de caballo. A diferencia de la máscara de la chica enmascarada, esta tenía agujeros en los ojos, y un cierre en la boca. La de la enmascarada era toda tapada, solo con agujero para las fosas nasales. Me puse todos los aros, tal como mi amo me ordeno (en el final del capítulo anterior) y solo me quedo esperar que nadie llamara a la puerta, ya que por ordenes de mi amo, no podría vestirme ni quitarme la máscara bajo ninguna circunstancia. A diferencia de otras veces, no me amenazo con joder a mi hermana ni a mi madre. Y la verdad ya no hacía falta. Estaba tan acostumbrada a esta condición de esclava, y lo disfrutaba tanto, que ya no lo hacía por mi hermana o mi madre…sino por querer darle todos los gustos y toda la satisfacción a mí amo, como una buena esclava.
No pude evitar asomarme a la casa de Gina, a través de las ventanas de mi casa, a ver cómo iban las cosas con el hombre enmascarado. Puede que se tratara de una mera coincidencia, tal vez era un amante ocasional de mi "puritana" vecina, con una máscara igual a la de mi amo y sus amigos, pero lo cierto era que el tipo se me parecía muchísimo, en cuanto a contextura, a uno de los que me usaron en el galpón. De nuevo las dudas azotaban mi mente. La verdad Gina se me parecía a la chica enmascarada, también guiándome por la contextura de su cuerpo. Pero como dije, todo puede ser casualidad.
Era ya la 1 de la tarde, hora que mi amo me dijo que pasaría a recogerme, pero el aun no había llegado, y yo estaba emocionada por su llegada. Lo deseaba. Quería postrarme a sus pies. Se nota que con el tiempo logro sacar a la puta sumisa que había en mi. La cuquita y el culo me hormigueaban de deseo. En ese momento, tocaron el timbre de la casa. Me emocione muchísimo, pensando que era mi amo, pero cuando me asome por la pantalla de la cámara de la puerta frontal (si, tenemos una cámara en la puerta frontal, la inseguridad anda jodiendo mucho hoy en día), me di cuenta de que era Raúl, un vecino de la comunidad de unos 45 años, amigo de mi padre. "¿Pero qué demonios querría este tipo en ese momento? ¿Acaso no sabe que mis padres están de viaje? ¿Cómo le abriré la puerta así? Mi amo se enterara si me visto o si me quito la máscara… ¿Qué hago?" pensé. Al no saber qué hacer, decidí no contestar ni decir nada por el intercomunicador.
No sé si afortunada o desafortunada fue la aparición de mi amo. Llego en una camioneta, la misma Van con la que fui recogida hacia unos meses atrás, y con la que me llevaron al galpón a anillarme. Se bajo de la camioneta (iba de copiloto) con una cadena en una mano y se dispuso a abrir mi puerta. Raúl se asusto en un primer momento, dado que mi amo estaba enmascarado, como siempre. Abrió la puerta, y se volteo a ver al vecino. Por el intercomunicador oí la conversación:
-¿Desea algo caballero? –le pregunto mi amo.
-Solo quería venir a hablar con la señora Silvia…-le contesto Raúl.
-Ella no se encuentra, está en la playa con unas amigas. La que si se encuentra es Lizbeth., si quiere puede hablar con ella, aunque no mucho tiempo, ya que debemos irnos rápido, tiene unos clientes que la están esperando.
-¿y quién es usted? –le pregunto Raúl a mi amo, mientras ambos se ponían en marcha hacia la puerta principal de la casa, pasando la puerta de la calle.
-Digamos que soy el que le da las órdenes a Lizbeth-le contesto mi amo, con cierto tono de sarcasmo.
-o sea que usted es el jefe…-le dijo Raúl, mientras mi amo abría con las llaves la puerta.
-No…Soy su amo…
Raúl se quedo mirándolo con extrañeza, sus ojos se abrieron como platos al ver que, al abrir la puerta principal, estaba yo a 4 patas, moviendo el culo como si fuera una perrita. El cierre de mi mascara estaba abierto, con la lengua afuera, dejando resbalar mi babita hacia el piso, formando un pequeño charco en este. La situación, me humillo muchísimo, lo que hizo que mi cuca se humedeciera muchísimo más que mi propia boca. Decidí que era lo mejor, esperar a mi amo en esa posición al lado de la puerta, como su mascota. Que me presentara así ante cualquier persona. Si bien lo hice por el hecho de que tal vez mi amo podría tomar represalias con mi hermana y mi madre al hacer algo que no le guste (como esconderme, o vestirme), también lo hice sencillamente porque él es mi amo. El que manda en mi vida. Es dueño de mi cuerpo y de mi alma. Y tiene todos los derechos del mundo para conmigo, mientras que yo para con el solo tengo deberes. Y uno era, sencillamente, hacer lo que sea por su placer, por su goce, por su magnificencia, por su grandeza. Raúl no pudo quitarme la vista ni un segundo de encima. Incluso note como el paquete en su pantalón se abultaba cada vez más. El ver a la hija de su amigo desnuda, enmascarada, y comportándose como una perrita, le produjo bastante morbo, aunque su rostro denotara más que todo confusión. Mi amo tomo la cadena, envolviendo mi cuello con ella, y asegurándola de manera que quedara bastante prensada, aunque dejándome respirar con mucha facilidad.
-¿Y bien amigo? –Le pregunto mi amo a Raúl -¿Iba a dejarle un recado a Silvia con la zorra de su hija?
-Eehh…yo…disculpe..jejeje…es que no entiendo….nada…-le contesto Raúl, sin quitarme un ojo de encima.
-Mire Señor, mi tiempo es oro. De verdad tengo que llegar con esta perra en una hora a una fiesta que organice. Si tiene algo que decir, dígalo ya… -le dijo mi amo. Raúl se quedo sencillamente sin palabras. Mi amo observo la erección de Raúl, y dándome un fuerte lepe en mi cabeza, me dijo –imbécil, ¿qué te he dicho que hagas cuando veas un güebo parado? No hagas que me moleste…
Inmediatamente, me abalance sobre el pantalón de Raúl, bajándole la bragueta, y sacando su extremadamente larga verga. Me sorprendió la longitud, tendría unos 22 cm más o menos. Sin miramientos, y relamiendo mis labios, me metí ese trozo de güebo en la boca, hambrienta. Había perdido total control sobre mí. Ahora solo quedaba seguir mis instintos de puta, además de las órdenes de mi amo. Comencé a chupar la verga de Raúl, con fuerza, succionando lo más fuerte que pude. Raúl seguía sorprendido, aunque ahora su rostro demarcaba placer. En ningún momento se resistió a que me metiera su güebo en mi boca. El se recostó de la pared, y temblaba bastante con cada succión que yo daba.
-¿Es buena mamona verdad? –le dijo mi amo, obteniendo como respuesta puros gemidos de placer, de parte de Raúl. Mi amo me tomo la cabeza, y me separo de su verga, aunque dejándome a escasos centímetros de la punta. Yo hacía ademan con mi boca para meterla nuevamente, incluso sacando mi lengua para alcanzarla, aunque sin éxito. Mi amo desabrocho el cierre de la máscara, por detrás de la cabeza, y me la quito. –Por si acaso le quedaban dudas de que era Lizbeth. Sigue puta, eres una furcia mamagüebos. –me ordeno mi amo, volviendo a empujar mi cabeza hacia Raúl, haciéndome tragar toda su verga, hasta que mi nariz toco su pubis. Me dieron unas cuantas arcadas, pero logre soportarlas. Mi amo, aun controlando mi cabeza, la movía adelante y atrás, con brusquedad y fuerza.
-Ahhhhh siii….me vengo…me co….rroooooooo –comenzó a decir Raúl. Mi amo en ese momento echo mi cabeza hacia atrás, sacando la verga completa de Raúl de mi boca, la cual comenzó a disparar chorros de leche directo a mi cara, embarrándome toda. Su corrida fue abundante. Me lleno los cachetes, la nariz, incluso uno de mis ojos quedo tapado por la esperma espesa, mi frente también fue alcanzada, mi boca, mi barbilla….Raúl quedo con espasmos, recostado de la pared, respirando agitadamente. Mi amo en ese momento me puso la máscara de nuevo, así, sin limpiarme el rostro, quedando de nuevo esta apretada a mi cabeza.
Mientras mi amo me colocaba la máscara, yo metía de nuevo el güebo de Raúl en su pantalón, subiéndole el cierre. Luego mi amo tiro de la cadena de mi cuello, obligándome ir con él. Raúl nos siguió, cerrando la puerta principal de la casa, y luego la del muro frontal. Fui metida en la parte trasera de la camioneta, a oscuras, tal cual fui llevada la última vez. Mientras mi amo me metía en la camioneta, Raúl le dijo:
-No sé qué decir…la verdad…respeto mucho a esta familia…y no sé qué decir…
-Tranquilo amigo, gozaste de una buena mamada dada por una experta mamagüebos. No debes decir nada, ni las gracias siquiera, ya que a esta puta arrabalera le gusta ser tratada así, le gusta ser humillada…
-Ya veo…tranquila Lizbeth, no diré nada por acá, tu secreto quedara bien guardado…- dijo Raúl, dirigiéndose a mí.
-¿No dirá nada? Al contrario amigo, riéguelo por toda la urbanización…diga que aquí, en esta casa, vive una autentica puta barata, es más, que digo barata, gratuita. Diga a todos que si desean "enterrar al muerto", esta casa es un buen "cementerio"…-le dijo mi amo. Se notaba que iban a continuar hablando, pero mi amo cerró las puertas.
Luego de unos minutos, sentí como la camioneta se ponía en marcha. Mi cuca estaba hecha agua. Aunque por momentos intente pensar en todas las consecuencias que lo sucedido con Raúl acarrearía, y en cómo me libraría de ellas, lo cierto era que la mayoría de mis pensamientos estaban dirigidos hacia el donde me dirigiría en ese momento, y como seria esa fiesta que mi amo había organizado. El imaginarme muchas cosas que podrían suceder, me hizo llevarme mi mano derecha a mi clítoris, y la izquierda a mi agujero anal. Estuve durante casi todo el viaje, jugueteando con ambas zonas, sin acabar. Cada vez que sentía que el orgasmo era inminente, me detenía, hasta que sentía toda la frustración de no poder alcanzarlo, por lo que volvía nuevamente a juguetear, para de nuevo repetir la operación al sentir la pronta llegada de otro orgasmo.
Luego de un buen rato, la camioneta se detuvo. Al igual que el viaje anterior a bordo de esta camioneta, no supe cuanto duro el viaje, ni en donde estábamos en ese momento. Las puertas traseras se abrieron, subiéndose mi amo, y colocándome de nuevo la cadena alrededor de mi cuello, para seguidamente tirar de ella, llevándome afuera, a cuatro patas. No pude reconocer el sitio, era una zona boscosa, y hacia frio. Mi amo me dirigió hacia una casa, ubicada delante de la camioneta, la cual tenía una enorme puerta que parecía de metal. Justo a uno e los lados de dicha casa, había un terreno amplio, que hacía las veces de estacionamiento, o al menos eso era lo que parecía, por la cantidad de carros aparcados allí. De la cabina del piloto de la camioneta, salió el conductor, encapuchado también, como mi amo, con la chica enmascarada. La chica llevaba una máscara parecida a la mía, con cierre para la boca y agujeros en los ojos, aunque estos estaban cubiertos por vidrios oscuros. No sé de verdad porque tanto misterio, si yo ya sabía que ella era Gina, o al menos era la única indicada.
Nos dirigieron adentro, entando por la puerta trasera de la casa, la cual rodeamos para llegar a ella. Era una puerta pequeña, de metal también. La enmascarada y yo fuimos siempre a cuatro patas. Nos dirigieron por un largo pasillo, se notaba que la casa era bastante grande, hasta llegar a una puerta por la cual entramos los cuatro. Antes de entrar, más allá de la puerta por la cual estábamos entrando, vi a una mujer, delgada, con una figura corporal bastante hermosa, con senos bastante aceptables, según dejaba adivinar el traje de látex negro que se le pegaba a cada centímetro de su piel, incluyendo los pies. También iba con una máscara, parecida a la de la enmascarada, dejando ver que los agujeros de los ojos, estaban cubiertos por vidrios. La diferencia estaba en que en la boca, no llevaba cierre, estaba descubierta. Sus labios estaban pintados en rojo puta. Entro por una puerta, la siguiente que quedaba después de la que entramos nosotros.
Detrás de dicha puerta, solo había una especie de mesa baja, en el centro. Una de las paredes era un espejo. Seguí fijándome, pero a excepción de una larga fila de juguetes sexuales, dispuestas en el piso, pegados a la pared de enfrente a la del espejo, no había más nada que resaltar. Nuestros amos nos colocaron a ambos lados de la mesa, yo a la derecha y la enmascarada a la izquierda de esta, nos dejaron de rodillas, sentadas sobre nuestros talones, con las piernas cerradas, y las manos sobre nuestros muslos, con el torso recto, metiendo barriga y sacando pecho, haciendo que nuestras tetas resaltaran de una manera bastante escandalosa, aunque pegadas entre sí, gracias a nuestros antebrazos. Luego de esto, nuestros amos salieron de la habitación, cerrando la puerta con seguro.
No sé cuánto tiempo estuvimos esperando en esa posición, lo cierto es que no me atreví a moverme, incluso baje el ritmo de mi respiración, para mantener la pancita bien metidita, aunque era algo difícil, dado que estaba ansiosa porque todo comenzara, estaba caliente, excitada, lo que me hacia respirar profundamente de vez en cuando, haciendo que mi pecho se inflara, ocasionando un hermoso movimiento de mis tetas, rozando mis antebrazos, los cuales las aprisionaban ligeramente. Mis pezones estaban bastante sensibles, ya que notaba como un tímido soplo de aire los recorría, al igual que el resto de mi cuerpo. Podía sentir como mis muslos estaban acalorados, sin duda por la calentura de mi cuquita la cual estaba ya bastante encharcada. No tardo mucho tiempo en sentirse cierto olor a sexo femenino en la habitación, y no solo era por mí, sino por la chica enmascarada, la cual se le notaba también la emoción, ya que notaba una respiración como la mía en ella.
Luego de un rato, se oyó una voz femenina, bastante distorsionada, por unos altavoces en la habitación:
-Muy bien perras, les explicare lo que está ocurriendo en esta habitación. El espejo al cual están viendo, es un espejo falso, como los vidrios de los cuartos de interrogación de la policía. Detrás estamos un grupo de personas, y yo, que no me considero a la altura de mis amos para llamarme persona a mí misma. Todos desean ver un buen show lésbico, y ustedes serán las protagonistas de dicho show. Como he sido una buena mascota, me gane el derecho a comandar esta escena, así que harán lo que yo les ordene, sin rechistar. Ustedes no pueden ver cuántas personas hay en la habitación contigua, pero si hacen un buen trabajo, pronto lo sabrán, de lo contrario, puedo asegurarles que no les esperara nada bueno. De momento quiero que se sirva un aperitivo, así que comiencen a besar sus bocas, quiero que sean apasionadas, como si se les fuera la vida en ello.
Ordenado esto, la voz quedo en silencio. Voltee mi cabeza a ver a la chica enmascarada, la cual se dirigía a mí lentamente a cuatro patas, contoneando su culo. La imite, dirigiéndome a ella a cuatro patas también, y encontrarnos a la mitad de la mesa, colocándonos de rodillas, para ubicar nuestras manos en nuestros rostros cubiertos y comenzar a darnos un delicioso morreo con lengua. Ambas jugueteábamos con ellas, nos las metíamos en nuestras bocas, la agitábamos. Esto nos alentó mucho, nuestras respiraciones comenzaron a agitarse cada vez más, a medida que ya no solo nos comíamos las bocas a besos, sino que empezamos a meternos mano en nuestras tetas, apretándolas, aunque de manera un poco delicada. Ella paso sus manos a mi culo, magreándolo, jugando con mis nalgas, tomándolas fuertemente, abriéndolas, cerrándolas, acariciando con sus dedos mi orificio anal suavemente. Poco a poco ella fue tomando un ritmo dominante, y mientras yo seguía magreando sus tetas operadas, ella se iba inclinando sobre mí, recostándome poco a poco en el piso, haciendo que abriera mis piernas y las estirara hacia los lados, para luego envolver sus caderas con ellas. Sus manos quedaron aprisionadas entre mi culo y el piso, pero eso no le impidió en lo mas mínimo trabajármelo, mientras que mis manos continuaban el delicioso magreo de sus tetas, las cuales las aplastaban con las mías.
Con mi mano derecha tome su rostro cubierto, por la quijada, mientras mi mano izquierda no dejaba en paz su teta izquierda. El largo beso continuaba ahora conmigo marcando la pauta, sin dejarle mover el rostro. Estuvimos así largo rato, sus manos magreando mi culo con fuerza, incluso rozado mi hoyito anal con sus dedos, y nuestras bocas fundidas en ese húmedo beso.
-Perfecto zorras, perfecto… -se oyó la voz femenina de nuevo –De ahora en adelante me referiré a la tetona operada como "Perra" y a la tetona natural como "Cabrona". Ahora, Cabrona, ve a tomar el arnés que está en el piso, y fíjale el consolador rosado, toma el azul, y el rojo, y llévalos contigo, y tú, Perra, hazle honor a tu nombre y móntate en la mesa, a 4 patas.
Ambas cumplimos la orden, nos levantamos, separando nuestros cuerpos, la enmascarada, o Perra, se coloco a 4 patas, y mientras se disponía a montarse sobre la mesa, yo fui a tomar el arnés que se me ordeno, y los consoladores. Menos mal que todos tenían colores distintos. Me coloque el arnés, el cual por detrás dejaba mi culo desnudo y por delante tiene la base para fijar consoladores, y le fije el rosado que se me ordeno, el cual no era muy grande (unos 10 centímetros), y era liso. Tome los otros dos, el azul era del mismo tamaño que el rosado, pero tenía algo de relieve. El rojo si me dio miedo, era como 4 veces más grande que los anteriores, (si, como 40 centímetros) y su relieve era aun más pronunciado que el azul. Se oyó de nuevo la voz femenina, distorsionada:
-Bien, ahora, Cabrona, ponte detrás de Perra, coloca el consolador rojo en el piso, y siéntate en el, métetelo bien adentro en tu culo de guarra. –Obedecí la orden. Me ubique detrás de Perra, coloque el monstruoso consolador en el piso, apuntando hacia arriba, y lentamente me fui sentando en el. Curiosamente al comenzar este a abrir mi agujero anal, no sentí mucho dolor, sino una gran oleada de excitación. Sin duda la enmascarada, es decir Perra, supo relajarlo bastante con el masaje que le dio al darnos los besos. El conso no era muy grueso, pero el largo y el relieve eran de los que metían miedo en cualquier persona. Poco a poco fui bajando, sintiendo cada detalle de la superficie de aquel monstruo rojo. No sé cuanto fui capaz de meterme, pero era obvio que no llegaba ni a la mitad, aunque estaba muy cerca de lograrlo. –Perfecto zorra. Así como estas, chúpale el culo a Perra, mientras te la cojes con el consolador azul por la cuca. No te conviene separar tu cara de entre sus nalgas. Haz que tenga un orgasmo. En ese momento te detienes.
Obedecí la orden. Con mi mano derecha abrí un poco el culo de Perra, separando una de sus nalgas. El agujerito anal se veía no muy cerrado. Metí mi boca entre las nalgas de la chica, sacando mi lengua, y recorriendo el delicioso agujero cerrado, mientras que mi mano izquierda penetraba con excito la cuca de la chica con el conso azul. Ella no pudo evitar mover sus caderas, en respuesta, y se le oía gemir, cada vez más fuerte, a medida que mi lengua estimulaba su culo y mi mano izquierda embestía con el consolador su abertura vaginal. Moví mi lengua con cierta lentitud al principio, al igual que metía el consolador lentamente, para luego aumentar el ritmo, moviendo mi lengua cual serpiente y el conso cual macho con ganas de acabar inmediatamente. La chica comenzaba a moverse, a gritar cada vez más duro. Su voz se me hizo muy familiar, pero yo andaba también muy excitada, y no le preste mucha atención a ese detalle, continuando mí trabajo cada vez más frenéticamente. Comencé a mover mi culo también, en círculos, para estimularme con el consolador rojo ensartado en mi culo. Con mi lengua era igual, la movía en círculos, recorriendo los bordes del ano de la Perra, abandonando esa tarea únicamente para posar la punta de mi lengua en todo el centro en introducirla en el agujero, forzándola un poco para meterla mas y mas adentro. En ese momento, la chica acabo, soltando un mar de flujo vaginal, salpicando todo mi pecho. Tal como se me ordeno, en ese momento me detuve.
-Muy bien cerdas…buen comienzo…hora de que Perra sea enculada…Cabrona, empálala con tu arnés. Ponte de pie, pero por nada del mundo el consolador rojo que tienes metido en el culo debe salir de allí. No te conviene que así sea. ¡Ah! Y déjale el consolador azul metido en la cuca chorreante. Follale el culo tan fuerte como puedas… -se dejo oír por los altavoces la misma voz femenina distorsionada.
Apreté bien mi culo para ponerme de pie sin que el monstruo rojo se saliera de mi ano, cosa que logre hacer. Coloque la punta del consolador fijado en el arnés en la entradita anal de Perra, y sin ningún miramiento procedí a empalarla hasta el fondo. Logre sentir cierta resistencia, pero nada pudo hacer ante el fuerte embiste del empalamiento al que la sometí. La pobre no pudo evitar dar un fuerte grito de dolor. Yo, siguiendo las ordenes, saque el consolador casi entero, para volver a metérselo fuertemente de nuevo, y así repetí los movimientos una y otra vez, haciéndola gritar, aunque cada vez menos, ya que al poco rato eran más gemidos los que soltaba, en vez de gritos. Tuve que hacer un buen esfuerzo para mantener mi culo apretado y sostener el consolador rojo en el mientras me cojia a Perra. Estuvimos un buen rato así, en esa posición. En ese momento, sentí que abrieron la puerta de la habitación donde estábamos nosotras. Voltee a ver quién era, sin dejar de embestir a Perra ni un segundo. Vi que entraron 14 hombres, y nos rodearon a Perra y a mí. Todos iban vestidos de traje. Sus vergas estaban al aire, erectas, algunos acariciándolas, otros masturbándose, otros sencillamente las mantenían al aire, imponentes. Todas de gran tamaño. Cuatro de ellos tenían cigarros en sus bocas, y todos estaban enmascarados.
En ese momento sentí que desde atrás, alguien me abrazaba, deslizando sus manos por debajo de mis brazos, y apoderándose de mis senos, amasándolos con fuerza, apretándolos. Sus manos estaban enfundadas en látex negro. Voltee un poco y vi a la chica que momentos antes vi entrar en la habitación contigua. Aun seguía vestida con el traje de látex, que le cubría el cuerpo por completo, pero a diferencia de la primera vez que la vi, esta vez su traje estaba mojado, más que todo en la cara. Pude reconocer que el líquido era blanquecino, algo viscoso, sin duda, era leche de verga. Tomo la coleta de mi cabello, enrollando su mano con el pelo y de un tirón me puso a ver al techo. Con su mano libre, tomo el consolador de la cuca de Perra, y aprovechando la posición de mi cara, viendo al techo, lo introdujo en mi boca. Estaba totalmente empapado de los jugos de Perra. Lo dejo en mi boca, para luego dirigir su mano ahora hacia el monstruoso consolador rojo que aun invadía mi culo, y lo saco. Este lo chupo ella. Sentí un objeto frio entre mis nalgas, abriéndose paso, lentamente, hasta llegar a mi agujero anal, para tomar el puesto dejado por el conso rojo.
Me soltó el cabello, y lo primero que hice fue bajar la mirada a mi trasero, para ver como la nueva enmascarada, vistiendo un arnés parecido al que yo llevaba, poco a poco introducía el conso fijado en el en mi culo. No tuvo mucha resistencia, ya mi ano estaba bastante dilatado por su anterior agresor, que era más "brutal" que este en el sentido de que el nuevo era igual al que yo le estaba metiendo a Perra por el culo. Una vez estuvo dentro de mí por completo, uno de los hombres me ordeno que aumentara el ritmo de mis embestidas a Perra, para de esa manera, empalarme yo misma con el consolador que la chica enmascarada mantenía inmóvil detrás de mí. Obedecí la orden sin rechistar, se lo metía entero a Perra por el culo, y al sacarlo, el de la nueva enmascarada entraba en el mío, completamente.
Uno de los hombres que se estaba masturbando no aguanto las ganas y se dirigió hacia la cara de Perra, para introducirle su enorme güebo en su boca, para follarsela como si fuera un culo más, fuertemente, clavándosela enterita hasta la garganta. Para mi sorpresa la chica no sufría arcadas, era una autentica "garganta profunda", viendo el considerable tamaño del pene que se estaba mamando esa perra, era fácil de intuir. Uno de los hombres que fumaban un cigarro, me saco el consolador de la boca, y me ordeno abrirla y sacar mi lengua, orden que obedecí, naturalmente, sin detenerme en mi trabajo anal. El hombre saco su cigarrillo de su boca, y esparció las cenizas e mi lengua. Aun estaban algo calientes, pero no le di importancia, no me detuve en el trabajo de mis caderas, y no metí la lengua ni di gestos de dolor, al contrario, tanta humillación, me excitaba, provocando que mis caderas se movieran más rápido, sufriendo Perra las embestidas más duras que yo podía dar, y mi culo siendo empalado por mis propias acciones. Los demás fumadores imitaron al primero, depositando las cenizas de sus cigarrillos en mi lengua, para luego meter de nuevo el consolador en mi boca. Este gesto por parte de ellos no hizo más que acercarme a un fuerte orgasmo, aunque lo contuve.
El hombre que usaba la boca de perra saco su enorme verga de la boca de la chica, y su puesto fue ocupado por otro. Así sucesivamente, durante un buen rato, todos pasaron por la boca de la perra, sin acabar. La chica enmascarada cedió su puesto a todos, después de haber sido mamados por Perra, para que me cojieran por el culo "a discreción". Al contrario de la enmascarada, los hombres me embestían, empujando más mis caderas, haciendo que las embestidas que Perra recibía fueran el doble de fuertes.
La chica enmascarada paso a inclinarse hacia delante, sin flexionar las piernas, para besar a Perra en su boca. Desabrocho su arnés, dejándolo caer al suelo. Uno de los hombres que estaba "desocupado" coloco su enrome verga entre los labios de ambas chicas, gozando del rico sándwich oral que ambas comenzaron a proporcionarle. Este hombre tomaba sus cabezas, y las hacia recorrer todo el largo de su verga. Otro hombre se coloco detrás de la enmascarada y bajo un cierre del traje de látex, permitiendo que su culo quedara al aire, aunque yo no lograba verlo desde mi posición. Comenzó a ser brutalmente penetrada por este. El hombre que estaba metiéndomela en mi culo, era el sexto o séptimo, no sabría decirles con exactitud, desabrocho el arnés de mi cuerpo, sacándolo del culo de Perra. Lo tiro a un lado, y me coloco sobre ella, más o menos en la misma posición, recostada, con mis agujeros en pompa. Comenzó a penetrarme ahora mi cuquita, la cual desde hacía rato casi gritaba con voz propia que la usaran. Metió su güebo una vez, y lo saco, para luego al rato volverlo a meter. Voltee un poco para ver porque tardaba en penetrarme de nuevo cada vez que lo retiraba de mi abertura vaginal, y sencillamente era que me penetraba, me lo sacaba, y se lo metía a Perra en su cuca, para luego sacarlo y volvérmelo a meter en la mía. Esto me puso bastante caliente, saber que mi cuquita tenía los jugos mezclados de Perra y míos.
Después de un corto tiempo intercambiando los hoyos, decidió quedarse en el mío, en mi cuquita babeante, lo que me hizo sentir una gran oleada de calentura en mi cuerpo, además de alivio, ya que desde hacía rato mi cuca pedía un güebo a gritos casi con voz propia. Las arremetidas de este macho contra esa cueva mía eran divinas. No dejaban de ser bruscas, al parecer eso todos lo tenían claro, éramos juguetes sexuales a ser usados sin piedad, pero dadas las ganas que tenia de ser penetrada por allí, si me hubieran metido un misil o algo así hubiera estado más que contenta por ello. Ahora yo si estaba en primera fila, para ver como la enmascarada y Perra mamaban a su macho, para ver como el controlaba las cabezas de ambas chicas, mientras la enmascarada era sodomizada. No tarde mucho en sentir las primeras señales de un orgasmo, pero no quería acabar, no vaya a ser que se enfadaran todos y yo fuera castigada, por lo que contuve lo más posible mi orgasmo, el cual después de un buen rato no pude contener, y entre fuertes gemidos me corrí.
Al contrario de lo que pensaba, no fui castigada. El que me estaba usando por mi agujero vaginal se comenzó a reír al ver que acabe. Su risa también se me hizo familiar, pero al estar concentrada en los deliciosos vestigios de mi orgasmo, no le preste mucha atención. Dejo de empalarme por la cuca, me tomo por la coleta de mis cabellos, y me bajo de la mesa, para colocarme de rodillas, y llevar mi cabeza hacia sus zapatos, los cuales me ordeno lamer, cosa que hice con devoción agradecida por semejante orgasmo que me otorgo. No pude ver que mas hizo, solo sé que de nuevo me tomo por la coleta y me puso de pie. Ahora Perra estaba acostada sobre la mesa, boca arriba, con las piernas abiertas, mamando el güebo de otro de los hombres, mientras que a la enmascarada la tenían al lado de la mesa a cuatro patas, con dos güebos metidos en su boca, mientras un tercero le daba una buena tanda de nalgadas. El hombre que me estaba sujetando de la coleta, dirigió mi cabeza hacia su vulva, pero antes de llegar, se oyó la voz de mi amo, quien entro a la habitación en compañía de su amigo, y, para mi sorpresa OTRA mujer enmascarada a cuatro patas, aunque no la detalle muy bien dado que estaba detrás del compañero de mi amo.
-Espera. –le dijo al hombre que tenía mi cabeza en sus manos. Este se detuvo, y todos se le quedaron viendo, aunque Perra seguía mamando a su macho, y la enmascarada a los dos que tenía en su boca. El que le daba las nalgadas, se detuvo. Mi amo camino hacia donde estábamos yo y el hombre que me controlaba, y procedió a desabrochar mi mascara, para acto seguido, quitármela. El hombre que sostenía mi cabeza, a juzgar por la expresión de sus ojos y boca, quedo bastante sorprendido, pero luego comenzó a sonreír maliciosamente. –Listo, continua con lo que ibas a hacer. –le dijo mi amo al hombre, no sin antes obligarme a oler la máscara, y lamerla. Olía a sudor y algo más, y el sabor que tenía era un poco asqueroso, además de sudor, estaba el semen mezclado de Raúl, el amigo de mi padre, el cual si llego a secarse, de seguro se diluyo con el sudor de mi rostro. el hombre continuo dirigiendo mi cabeza hacia la vulva de Perra, quien aún seguía embebida mamando a su macho, y me aplastó la cara contra su rajita vaginal, colocándome en cuatro patas, en el piso. Mientras con una mano el mantenía mi rostro pegado a la cuca de la chica, el comenzó a sodomizarme fuertemente. Al parecer ver mi rostro lo puso a mil.
-Aaaahhhh siiii maldita cabrona, eres una hija de puta, es mas tus hijas serán putas como su madre, es decir, tuuuuuuugghh aaahhh que rico tienes el culo cerdaaaaaahhhh… -se le oía decir. Yo de nuevo estaba súper caliente, humillada por completo, ya que no tenía la confidencialidad que me brindaba la máscara, ante estos hombres. Aunque si bien es cierto que ejercí de puta durante un buen tiempo para mi amo, sin llevar la máscara, hasta este momento que la llevaba puesta, me brindaba esa confidencialidad a la que me había acostumbrado. Ahora sí que me sentía totalmente desnuda.
Después de un buen rato de usar mi culo. Le hombre, sin soltarme los cabellos, me saco su verga y se dirigió hacia donde yo estaba mamando la cuca de Perra, masturbándose frenéticamente. Mi amo en ese momento se dirigió hacia donde ella tenía la cabeza. El hombre al que ella le mamaba el güebo, lo saco de su boca, y se empezó a masturbar también frenéticamente. Ambos hombres estaban a punto de llegar al orgasmo. Mi amo tomo la cabeza de Perra, y la puso en posición tal, que me viera a mí a los ojos. El hombre al que ella le mamaba el güebo, se coló a un lado de ella, el lado contario al que el otro hombre que me sodomizaba estaba puesto. Ambos me apuntaban con sus vergas. Mi amo sostenía la cabeza de Perra, mirándome fijamente, y esta comenzó a lanzar fuertes gritos y gemidos deliciosos. Comenzó a correrse entre fuertes convulsiones, bañando mi rostro una vez más en jugo vaginal. Los otros dos hombres acabaron casi al mismo tiempo que ella, disparando abundante leche a mi rostro también. Cayendo gran parte en mí cabello, en mi cara y en el pubis de Perra.
En ese momento, mi amo le quito la máscara a Perra. Sin duda, el corazón me dio un fuerte vuelco cuando vi su rostro sudado, rojo de la vergüenza y de la excitación, jadeando, con los ojos entreabiertos clavados en los míos, los cuales se me abrieron como platos…y solo pude articular…
-¿¡Mamá!?, ¡Por Dios, No!
CONTINUARA…

1 comentarios - Inducida a la esclavitud 4

pacovader +1
Leído y disfrutado. 😀 te deje mis 10. 😀