Sinceramiento, Humillación y Sodomización de un Cornudo

Hola a todos.
Esta es una historia real y apreciaría que comenten, no tanto por mi sino por el otro protagonista de este relato, que al momento de publicarlo no tiene ni idea de que sus fotos fueron a parar a Poringa.
Soy Javier y tengo casi 60 pero me gustan jovencitas. Dicen que a burro viejo pasto tierno. Y como se ve en la foto de mi perfil, tengo una verga respetable como para atenderlas.
La cuestión es que buscando carne fresca empecé a entrar a una sala de chat de sadomasoquismo.
Una de las personas con las que chatee se presentaba como una joven casada con un muchacho que no llegaba a satisfacerla en algunos aspectos: No la hacia sentir deseable o sexy y notaba que el se excitaba más cuando ella ponia las manos en las nalgas de su marido.
Como sabe cualquiera que haya chateado más de media hora, en en las salas de chat hay más mentirosos que en los clubes de caza y pesca, por lo que después de un rato empecé a apretar un poco más como para tratar de confirmar el cuento. No es tiempo ni lugar para mantener el suspenso -más que nada porque ya lo dice en el título-, por lo que diré rápidamente que la muchacha casada resultó ser un marido con algunas fantasías.




Tenía en su haber haberle calentado la cabeza a más de cuatro, pero aparentemente nunca le habían sacado la ficha de cornudo mentiroso, de manera que lo puse a jugar mi juego. Le conté con lujo de detalles como un tipo como yo garcharía a una mujer como su esposa. Se nota que por las imágenes que se le fueron formando en su cabecita el pibe estaba quedado más caliente que caño de escape. Ahi es cuando le pido que imagine que sostiene mi poronga gruesa para ayudarme a hacerle el culito a ella, que me la pele para que yo le haga sentir lo que es la presión de una cabezota en su ojete cerradito. Que asi como estaba no iba a entrar, que necesitaba lubricación. Y que nada mejor que la saliva de el para hacerle el culito a su esposa. Acá el tipo se pone reticente (léase: se hace el guapo heterosexual), y dice que el no la chuparía y otra serie de giladas. Le explico que estamos fantaseando, que nadie se entera, que el la tiene chica, que es su oportunidad de tener en las manos y pajear una verga en serio, como en algún momento de su juventud esperó que fuera la que le tocó en suerte y que para chuparla lo mejor era que imagine que lo que hacía era chupar su propia pija. De ese modo, como mucho se sentía pajero y no puto, porque todos sabemos que no era puto, ¿no?.
Ese día le conté como le estrenaba el orto a su esposa con mi verga lubricada por el mismo.
No quiero imaginar el enchastre que dejo ese muchacho en el piso.
Nos pasamos los correos, le dejé encargado que me mandara fotos de la esposa.
Recibo una foto. Una buena mina en tanga sin mostrar la cara. Descargo, busco imágenes en Google y resulta que la misma foto estaba publicada en algún blog en francés.
Le contesto informándole los siguientes hechos:
1.- El es un putito, se haya o no se haya comido una pija
2.- Las mujeres notan que la pija le gusta más que el dulce de leche, razón por la cual:
3.- Es un cornudo, de hecho o en potencia, pero es un cornudo
4.- Es un pelotudo por pensar que yo soy igual de pelotudo que el o que los giles con los que chatea
5.- Que me calienta que un tipo se ponga puta para mi, por lo que si no quería mandar foto de la esposa, que le robara algo de ropa, se vistiera y se fotografiara para mi.
Esto es lo que llegó a vuelta de correo:



Si bien era un progreso, no era cosa que entusiasmara demasiado, por lo que seguimos fantaseando, dejando momentáneamente a la esposa afuera y concentrandome en ver hasta donde iba llegar el y si realmente pensaba en entregarla en algun momento. Resultó que su fetiche por la ropa femenina iba perfecto con mi morbo por los putitos en lencería, crossdressers o como les guste llamarlos.
A esta altura ya dejó de hacerse el guapo y empezó a referirse a si mismo en femenino, asi que se puede decir que se había sincerado con el mismo y conmigo.
Era hora de exigir que cumpliera con el encargo, yo quería fotos de mi putito en lenceria.
Esto es lo que conseguí:


El siguiente paso fue quemarle la cabeza hasta que necesitara un macho más que la comida y entonces lo cité para conocernos y subir al tren repleto donde le iba a hacer sentir lo que siente su esposa cuando la apoyan durante el viaje. Lo instruí para que se pusiera una bombachita de ella con toallita femenina y todo. Una vez que comprobé en el baño de un bar que había cumplido con este encargo, lo meti medio a los empujones en el reservado de un inodoro y le comí la boca y le manoseé las cachas entangadas.
Ya en el tren lo apoyé un poco las primeras estaciones y más y más a medida que se iba llenado hasta que el mismo fregaba su culito deseoso en mi entrepierna. Cuando me pareció que estaba a punto de caramelo le pasé la mano encima de la pancita y lo atraje hacia mi como hubiera querido hacer si lo estuviera empernando. Sentí como temblaba un segundo, haciendo que valiera la pena haber tenido la precuación de usar toallita. Le dije putita al oido. Creo que no escuchó nadie.

Asi están las cosas hoy. Cuando el putito se entere que su historia está aca se puede enojar, aunque yo pienso que será todo lo contrario. En cualquier caso los comentarios que puedan o quieran hacer los tiene merecidos.
Si todo va bien, habrá otras entregas de esta historia. Hasta la próxima si es asi y gracias por leer si no.