Llegue a San Justo a las tres de la tarde. De nuevo pido permiso en el laburo por temas personales. Por suerte me lo dan, sino hubiera explotado de la calentura que tenía encima. Ya desde que el Cholo me avisó por WhatsApp que su hijo estaría esa tarde en su casa, se me había empezado a humedecer la concha. No todos los días se convierte una en la primera mujer de un hombre.
Sabida es mi preferencia por los maduros tirando a mayores, predilección que tengo desde adolescente, pero desde que el Cholo me había pedido ese favor, no paraba de maquinar en como sería el encuentro.
La diferencia de edad con mis amantes siempre había sido para arriba, pocas para abajo, y decididamente nunca una tan notoria.
Toco el timbre y espero que me atienda. Tarda un rato, seguramente por que esta jugando a la Play, tal como me anticipó su padre. Cuando me abre, tras insistir un par de veces, me encuentro con un muchacho alto y robusto, casi tan alto como el Cholo, de buen porte, y aunque sé que se trata de su hijo, no reconozco al Cholo en sus rasgos, por lo que supongo que debe haber salido a la madre.
-Hola, ¿que tal, como estás? ¿Está el Cholo?- lo saludo interpretando ya mi rol de la sensual corruptora de jovencitos.
-No, salió, dijo que iba a tardar un rato- me dice.
-Ah, ¿y vos sos...?-
-Julio, su hijo-
-Julio, yo soy Mariela, una amiga de tu papá, encantada de conocerte- le digo extendiéndole la mano.
-Lo mismo digo- asiente, estrechándomela.
-No sabía que el Cholo tuviera un hijo tan guapo- le digo provocando un leve rubor en sus mejillas.
Silencio incómodo, mas de su parte que de la mía.
-Mirá Julio, tengo que tratar un tema importante con tu papá- prosigo -¿Me permitirías esperarlo? Quedamos en vernos acá, así que no debe demorar mucho-
-Eh, si, si, como no- acepta abriendo la puerta e invitándome a pasar.
Entramos, caminamos por la sala, doy algunas vueltas, como para que me mire bien, y me siento en el sofá. Frente al mismo la pantalla del televisor muestra la escena de un videojuego.
-¿A que jugabas?- le pregunto.
Me dice el nombre pero como si fuera chino básico para mí. Supongo que a medida que mi propio hijo vaya creciendo, voy a tener que interesarme mas en los juegos virtuales.
-¿Jugamos?- le propongo.
-¿Sabés como se juega?- se sorprende.
-No, pero podés enseñarme- le sugiero con una sonrisa que no admite negativa alguna.
-Sí, dale- acepta entusiasmado.
El juego trata de matar zombies a medida que se cumplen ciertas misiones..., o algo así. Lo importante es que estaba muy cerca de Julio, casi pegada a él, y cada vez que yo lograba matar un zombie, lo festejábamos chocando las manos, lo cual me permitía un contacto físico que ya deseaba hacer mas intenso. Sin soltar el joystick y matando a una horda de zombies en tiempo récord, en un momento agarra una lata de gaseosa que tiene al costado y se la bebe. "Esta es la mía", me digo y le pido que me invite un trago.
Me alcanza la lata, la agarro y bebo de ella también, pero por la emoción de querer matar a un zombie que se me cruza por el camino, me derramo un poco de gaseosa en la ropa. Bueno, fue a propósito, pero digamos que fue un accidente.
-¡Pero que torpe soy...!- exclamo pegando un salto.
Me miro la mancha de gaseosa que me oscurece el escote y apenada agrego:
-¡Y con lo que me gusta esta blusa!-
Dejo el joystick y la lata a un lado, y ante la mirada atónita del hijo del Cholo, empiezo a desabotonarme la blusa.
-Perdoname pero si no la enjuago enseguida se me arruina- le digo mientras salgo corriendo hacia el baño, ni siquiera tengo que preguntarle donde está, ya que conozco la casa del Cholo como la palma de mi mano.
En el baño lavo la blusa con agua y jabón, y la tiendo sobre la cortina de la ducha. Vuelvo a la sala en corpiño, un corpiño que, adrede, es un talle mas chico, por lo que la carne de mis pechos se amontona de forma exuberante bajo la tela y el encaje.
-No quiero incomodarte, pero ¿puedo esperar a que se seque?- le pregunto mostrándome sin recato alguno.
-Eh..., sí, claro, por supuesto- asiente, tratando de parecer seguro aunque sin poder ocultar su nerviosismo.
Vuelvo a sentarme en el sofá, sin amagar cubrirme siquiera, y agarrando el mando de la Play, le digo:
-¿Seguimos?-
No pone objeción alguna, por lo que seguimos en donde habíamos quedado. Mientras jugamos me voy dando cuenta que me mira de reojo. Trata de disimular pero no lo hace bien. La distracción provoca que pierda varias veces seguidas.
En un momento, y aprovechándome de su procaz interés, pongo pausa y enfrentándolo, le digo:
-¿Me parece o estás con ganas de mirarme las tetas?-
Traga saliva, me mira acongojado, como si fuera su profesora y lo hubiera sorprendido copiándose en un examen.
-Perdoname, es que...-
-Son grandes, ya lo sé- respondo por él, y agitándomelas con las dos manos, agrego con una sonrisa -Grandes pero naturales, eh, cero silicona-
Él tambien sonríe, añadiendo con cierto temblor en la voz:
-Son muy lindas...-
-¿Te parece?-
-Sí, así con el corpiño, se ven muy lindas- carraspea.
Lo miro, me hago la que pienso en algo y finalmente le digo:
-¿Te gustaría verlas? Digo, sin corpiño-
No dice ni que si ni que no, solo se me queda mirando, sin saber como seguir. Aunque sea hijo del Cholo, no se le parece en nada, su padre ya me habría hecho cuatrillizos. Viendo su inexperiencia al respecto, salgo en su rescate.
-Hagamos una cosa, juguemos una vez mas, si pierdo te las muestro, pero te advierto que ya le agarre la mano al jueguito-
Obviamente que está de acuerdo, y como tambien resulta mas que obvio, me liquida en apenas unos pocos movimientos.
-¡Uy no, perdí!- exclamo como si fuera una novedad, y con sonrisa cómplice, agrego: -Ahora tengo que mostrarte las tetas-
-Si no querés, no hace falta- intenta detenerme.
Lo dicho, no parece hijo de su padre.
-Una apuesta es una apuesta- le digo, llevando las manos hacia mi espalda y soltando el broche del corpiño.
El corpiño cae y mis tetas emergen pulposas y exuberantes. Enderezo la espalda para hacerlas aun mas ostentosas. Los ojos se le abren como platos, ni aunque tuviera cuatro creo que podría abarcar todo lo que tiene enfrente.
-¿Y?- le pregunto modelándoselas sin pudor alguno -¿Son mas lindas con o sin corpiño?-
Por la cara que pone ya adivino su respuesta. No dice ni amaga decir nada, solo se me queda mirando, como si estuviera ante la revelación plena y absoluta de todos los secretos del Universo.
-¿Te gustaría tocármelas?- le pregunto, deseando en ese momento que fuera mas como su padre y me pegara una buena cojida de tetas -Mirá que no muerden, eh-
Mi comentario le provoca una sonrisa.
-¿No te molesta?- me pregunta antes de intentar algo siquiera.
-Para nada, me encanta que me las toquen- le digo acercándome aun mas hacia él, los pezones hinchados y puntiagudos apuntándole insidiosamente.
Levanta tímidamente una mano, y la posa sobre una de mis tetas. Le sonrío, y agarrándole la mano con la mía, la presiono sobre mi carne. Lo que siente le produce una expresión de gusto en el rostro. Siempre sosteniéndole la mano, se la paso a la otra teta, regocijándome con la cara de feliz cumpleaños que pone. Sabía que ese era un momento delicado, el instante que recordaría por siempre y definiría gran parte de sus apetencias sexuales. No quería meter la pata y convertirlo en un pervertido como su padre. Así que me decido por llevarlo despacio y de la mano hacia el verdadero mundo de las maravillas.
-¿Querés besarme?- le pregunto zanjando ya cualquier distancia que pudiera haber entre ambos -Porque yo sí quiero besarte-
Estamos frente a frente, mis senos desnudos palpitando bajo sus manos. Lo miro a los ojos y no espero respuesta, lo beso yo a él, un beso tierno, de reconocimiento, el beso que se darían dos enamorados por primera vez.
Le muerdo suavecito el labio inferior al separarme, y me lo quedo mirando, sonriéndole. Ahora es él quién debe tomar las riendas, no siempre se va a encontrar con una mujer que vaya al frente como yo. Por suerte no tarda en reaccionar y vuelve a besarme, ahora en forma mucho mas prolongada, con la boca mas abierta y la lengua en contacto con la mía. Mientras nos besamos, me refriego contra su cuerpo, haciéndole sentir la turgencia de mis pechos y la dureza de mis pezones. En momentos como esos, ya le estoy manoteando el bulto a mi ocasional compañero, pero al tratarse de alguien que recién se inicia, no quiero intimidarlo, así que me contengo.
Nos sentamos en el sofá y nos seguimos besando, ávida, jugosamente, saboreándonos, disfrutándonos, poniendo todo de mí para que ese primer beso sea inolvidable. De a poco su timidez le va cediendo terreno a la pasión y empieza a acariciarme, no solo las tetas, sino el resto del cuerpo, no en la forma brusca y tosca que acostumbra su padre, sino mas delicadamente, con dulzura, como las formas de una mujer se merecen.
Para permitirle mayor campo de acción, me levanto y me saco el resto de la ropa, desnudándome frente a él, asegurándome de que no se pierda detalle de ninguna curva de mi cuerpo. Tal como esperaba, sus ojos se pasean libre y gustosamente por toda mi anatomía. Resulta agradable que te miren así, de una forma casi naif.
Vuelvo a sentarme a su lado, dejando que ahora sea él quien tome la iniciativa. Lo hace, me besa y me acaricia. Y mientras sus labios devoran los míos, y sus manos recorren mi piel, comienzo a acariciarlo yo tambien, subiéndole de a poco la remera. Adivinando mi intención, se la saca, dejando al descubierto un pecho lampiño, aunque bien desarrollado. Ya con el camino libre, se lo voy besando, siempre hacia abajo, mordiéndole las tetillas, besándole los abdominales, lamiéndole el ombligo, dándole vueltas con la lengua, hasta llegar al nacimiento del vientre. Ahí me detengo, levanto la cabeza y lo miro. Estoy a punto de dar un paso trascendental y no quiero darlo sin su consentimiento. Quizás intuyendo lo que pretendo, asiente con un suspiro, le sonrío en forma cómplice y recién entonces comienzo a bajar hacia el pantalón. Por debajo de la bragueta ya se erige un paquete bastante prometedor, se los dice una experta en tales abultamientos.
Al tratarse de su primera mamada, lo hago todo en cámara lenta, cuidando que disfrute cada movimiento, cada detalle. Tiene puesto un pantalón deportivo, por lo que solo tengo que meter la mano por debajo del elástico para encontrar, entre una recia mata de pelos, lo que busco. Por el momento no puedo verla, solo sentirla, ya que se la estoy tocando por debajo del pantalón, pero por lo que alcanzo a tocar... ¡WOW!... ¡Digno heredero de su padre!
Deslizo mis dedos por toda su largura, palpando esa turgencia prodigiosa que ya anhelo sentir cuanto antes dentro de mí. Está que hierve de calentura. La saco despacio, sin apurarme, descubriéndola en todo su esplendor. Pese a su edad, está muy bien dotado el Cholito, y eso que todavía le falta ganar esa consistencia y volumen que solo el sexo puede proporcionar, pero ahí estoy yo para ayudarlo a desandar el camino. Si bien no tiene experiencias con mujeres, me imagino que algo de porno debe haber visto, por lo que no necesito demorar mas lo que ya me babeo por hacer: chupársela. Me inclino sobre su púber erección y la olfateo, llenándome los sentidos con el aroma de su joven sexualidad. Siempre mirándolo a los ojos, atenta a sus gestos, empiezo por pasarle la lengua. Primero una lamidita rápida en la punta y luego una lamida larga hacia abajo, punteándole apenas los huevos. Por la expresión de su rostro es obvio que le encanta, así que se la sigo lamiendo, ahora por los lados, subiendo y bajando, regocijándome con esa inmaculada dureza que por vez primera recibe tal agasajo. Vuelvo a la cabeza, roja e hinchada, se la beso y la voy sorbiendo de a poco, haciendo esos ruiditos de succión que en tales momentos resultan tan excitantes. La voy degustando por partes, no quiero pasarme de arrebatada y hacerle una mamada como le haría cualquiera, quiero que ésta, por ser la primera, sea la mejor de todas, la que mejor recuerde por el resto de su vida.
Voy mordiendo cada pedazo a medida que me lo trago, mordiditas suaves e incitantes que estremecen no solo su virilidad sino también todo su cuerpo. Los suspiros que emite, la expresión de su rostro, todo me confirma que estoy en el buen camino. Sigo avanzando con mi boca haciendo que su carne desaparezca en mi paladar. Suelta un gemido cuando cierro mis labios en torno a su volumen y empiezo a chuparlo con gula y devoción.
Los jadeos del Cholito se vuelven mas intensos y arrebatados, por lo que me veo obligada a interrumpir el pete antes de lo planeado. No quiero que acabe todavía, por lo menos no hasta haberlo desvirgado por completo.
Me levanto y camino hasta donde está mi cartera. La abro y saco una tira de preservativos. Me hubiera gustado coger sin forro y recibir en mi interior toda su virginal simiente, pero al ser su primera vez, no solo pretendo enseñarle como se hace, sino también a cuidarse. Así que le pongo el forrito, lo extiendo a todo lo largo y dedicándole una cándida sonrisa, me le subo encima. Ya habría tiempo para que me chupara la concha en algún otro momento.
Me acomodo sobre sus piernas, me separo los gajos con una mano y me dejo caer sobre su portentosa erección.
-¡Ahhhhhhhhh...!- suspira él al sentirse por primera vez dentro de una mujer.
-¡Ahhhhhhhhh...!- suspiro yo al ser la primera en tenerlo adentro.
No me la meto toda de golpe, sino poco a poco, permitiéndole disfrutar de esa sensación que, estoy segura, sabrá experimentar al por mayor.
Cuando llego al final, me quedo quieta un momento, dejando que se embriague con el placer de la penetración..., su primera penetración.
-¡Mmmhhh..., ¿te gusta?!- le pregunto entre suspiros.
-Me encanta..., se siente tan calentito- repone en pleno estado de éxtasis.
-Estoy así de caliente por vos, ¿sabes? Vos me pones así- le digo mientras empiezo ya a moverme, arriba y abajo, no muy fuerte pero si lo suficiente como para que mis pechos se muevan de un lado a otro.
Imaginaba que eso le gustaría, (como a todos los hombres, jaja), y no me equivoqué, ya que miraba fascinado como se bamboleaban agitadamente.
Lástima que no pude seguir. De repente comenzó a temblar y acabó en medio de guturales suspiros. Algo normal en un debutante, pensé, acabar a poco de empezar.
-¡Ahhhhh..., siiiiiiii..., dejá que salga todo..., siiiiiii..., ahhhhhhh..., que rico, a vos también se te siente calentito!- le digo al sentir la leche golpeando el interior del forro.
Me acurruco contra su cuerpo, restregándole las tetas por todo el pecho, dejando que la delicia del orgasmo se apodere de todos sus sentidos. Aunque no había llegado al mío, mi disfrute pasaba por hacerlo gozar de todas esas sensaciones que solo una primera experiencia puede proporcionar, las por venir pueden ser iguales o mas intensas, pero nunca como la primera.
-¿Y, que tal estuvo?- le pregunto luego del momento mas álgido.
-¡Increíble!- exclama con regocijo -Nunca imaginé que mi primera vez fuera con alguien como vos-
-Y a mí ni se me ocurrió venir a reunirme con el Cholo y terminar cogiendo con su hijo, jaja-
Los dos nos reímos ante la situación. Le doy un beso, y me salgo despacio, cuidando que no se derrame el contenido del forro, lo hago enfatizando cada movimiento, sobre todo para mostrarle como se hace y aprenda a cuidarse de ahora en mas.
Saco unas toallitas húmedas de mi cartera y me limpio la concha, empapada con una mezcla de sudor (el suyo y el mío) y mis propios fluidos vaginales. Levanto mi bombacha del suelo y empiezo a ponérmela, cuando siento que me mira con cierta inquietud.
-¿Que pasa?- le pregunto.
-Nada, no pasa nada...-
-Dale, decime, acabamos de coger, lo que significa que ya hay cierto grado de confianza entre nosotros- le digo.
Mis palabras parecen animarlo.
-Nada, es que..., me gustaría quedármela- asiente finalmente, mirando la prenda intima que me estoy poniendo.
Me la saco y se la entrego. Se sonríe al recibirla.
-Cuando se las muestre a mis amigos no lo van a poder creer- se entusiasma.
Empiezo a vestirme y le sugiero que debería hacer lo mismo, que su papá puede llegar en cualquier momento y no sería conveniente que nos encontrara en tal estado. Me da la razón y comienza a vestirse. Cuando ya estamos listos, le digo que no puedo seguir esperando, que tengo otro compromiso, que cuando llegue le diga que estuve, que ya me comunicaría con él en otro momento. Asiente y entonces me hace la pregunta que había estado esperando.
-¿Podemos vernos de nuevo?-
La ilusión le ilumina la mirada.
-Claro que si, me gustaría mucho volver a verte, te doy mi numero- le digo.
Ambos sabemos que "volver a vernos" significa volver a coger.
-Ahora si, tengo que irme- le doy otro beso en los labios y me despido.
Cuando salgo le mando un mensaje al Cholo:
"Favor cumplido, me debes una". Y esa pensaba hacérsela pagar con creces.
Sabida es mi preferencia por los maduros tirando a mayores, predilección que tengo desde adolescente, pero desde que el Cholo me había pedido ese favor, no paraba de maquinar en como sería el encuentro.
La diferencia de edad con mis amantes siempre había sido para arriba, pocas para abajo, y decididamente nunca una tan notoria.
Toco el timbre y espero que me atienda. Tarda un rato, seguramente por que esta jugando a la Play, tal como me anticipó su padre. Cuando me abre, tras insistir un par de veces, me encuentro con un muchacho alto y robusto, casi tan alto como el Cholo, de buen porte, y aunque sé que se trata de su hijo, no reconozco al Cholo en sus rasgos, por lo que supongo que debe haber salido a la madre.
-Hola, ¿que tal, como estás? ¿Está el Cholo?- lo saludo interpretando ya mi rol de la sensual corruptora de jovencitos.
-No, salió, dijo que iba a tardar un rato- me dice.
-Ah, ¿y vos sos...?-
-Julio, su hijo-
-Julio, yo soy Mariela, una amiga de tu papá, encantada de conocerte- le digo extendiéndole la mano.
-Lo mismo digo- asiente, estrechándomela.
-No sabía que el Cholo tuviera un hijo tan guapo- le digo provocando un leve rubor en sus mejillas.
Silencio incómodo, mas de su parte que de la mía.
-Mirá Julio, tengo que tratar un tema importante con tu papá- prosigo -¿Me permitirías esperarlo? Quedamos en vernos acá, así que no debe demorar mucho-
-Eh, si, si, como no- acepta abriendo la puerta e invitándome a pasar.
Entramos, caminamos por la sala, doy algunas vueltas, como para que me mire bien, y me siento en el sofá. Frente al mismo la pantalla del televisor muestra la escena de un videojuego.
-¿A que jugabas?- le pregunto.
Me dice el nombre pero como si fuera chino básico para mí. Supongo que a medida que mi propio hijo vaya creciendo, voy a tener que interesarme mas en los juegos virtuales.
-¿Jugamos?- le propongo.
-¿Sabés como se juega?- se sorprende.
-No, pero podés enseñarme- le sugiero con una sonrisa que no admite negativa alguna.
-Sí, dale- acepta entusiasmado.
El juego trata de matar zombies a medida que se cumplen ciertas misiones..., o algo así. Lo importante es que estaba muy cerca de Julio, casi pegada a él, y cada vez que yo lograba matar un zombie, lo festejábamos chocando las manos, lo cual me permitía un contacto físico que ya deseaba hacer mas intenso. Sin soltar el joystick y matando a una horda de zombies en tiempo récord, en un momento agarra una lata de gaseosa que tiene al costado y se la bebe. "Esta es la mía", me digo y le pido que me invite un trago.
Me alcanza la lata, la agarro y bebo de ella también, pero por la emoción de querer matar a un zombie que se me cruza por el camino, me derramo un poco de gaseosa en la ropa. Bueno, fue a propósito, pero digamos que fue un accidente.
-¡Pero que torpe soy...!- exclamo pegando un salto.
Me miro la mancha de gaseosa que me oscurece el escote y apenada agrego:
-¡Y con lo que me gusta esta blusa!-
Dejo el joystick y la lata a un lado, y ante la mirada atónita del hijo del Cholo, empiezo a desabotonarme la blusa.
-Perdoname pero si no la enjuago enseguida se me arruina- le digo mientras salgo corriendo hacia el baño, ni siquiera tengo que preguntarle donde está, ya que conozco la casa del Cholo como la palma de mi mano.
En el baño lavo la blusa con agua y jabón, y la tiendo sobre la cortina de la ducha. Vuelvo a la sala en corpiño, un corpiño que, adrede, es un talle mas chico, por lo que la carne de mis pechos se amontona de forma exuberante bajo la tela y el encaje.
-No quiero incomodarte, pero ¿puedo esperar a que se seque?- le pregunto mostrándome sin recato alguno.
-Eh..., sí, claro, por supuesto- asiente, tratando de parecer seguro aunque sin poder ocultar su nerviosismo.
Vuelvo a sentarme en el sofá, sin amagar cubrirme siquiera, y agarrando el mando de la Play, le digo:
-¿Seguimos?-
No pone objeción alguna, por lo que seguimos en donde habíamos quedado. Mientras jugamos me voy dando cuenta que me mira de reojo. Trata de disimular pero no lo hace bien. La distracción provoca que pierda varias veces seguidas.
En un momento, y aprovechándome de su procaz interés, pongo pausa y enfrentándolo, le digo:
-¿Me parece o estás con ganas de mirarme las tetas?-
Traga saliva, me mira acongojado, como si fuera su profesora y lo hubiera sorprendido copiándose en un examen.
-Perdoname, es que...-
-Son grandes, ya lo sé- respondo por él, y agitándomelas con las dos manos, agrego con una sonrisa -Grandes pero naturales, eh, cero silicona-
Él tambien sonríe, añadiendo con cierto temblor en la voz:
-Son muy lindas...-
-¿Te parece?-
-Sí, así con el corpiño, se ven muy lindas- carraspea.
Lo miro, me hago la que pienso en algo y finalmente le digo:
-¿Te gustaría verlas? Digo, sin corpiño-
No dice ni que si ni que no, solo se me queda mirando, sin saber como seguir. Aunque sea hijo del Cholo, no se le parece en nada, su padre ya me habría hecho cuatrillizos. Viendo su inexperiencia al respecto, salgo en su rescate.
-Hagamos una cosa, juguemos una vez mas, si pierdo te las muestro, pero te advierto que ya le agarre la mano al jueguito-
Obviamente que está de acuerdo, y como tambien resulta mas que obvio, me liquida en apenas unos pocos movimientos.
-¡Uy no, perdí!- exclamo como si fuera una novedad, y con sonrisa cómplice, agrego: -Ahora tengo que mostrarte las tetas-
-Si no querés, no hace falta- intenta detenerme.
Lo dicho, no parece hijo de su padre.
-Una apuesta es una apuesta- le digo, llevando las manos hacia mi espalda y soltando el broche del corpiño.
El corpiño cae y mis tetas emergen pulposas y exuberantes. Enderezo la espalda para hacerlas aun mas ostentosas. Los ojos se le abren como platos, ni aunque tuviera cuatro creo que podría abarcar todo lo que tiene enfrente.
-¿Y?- le pregunto modelándoselas sin pudor alguno -¿Son mas lindas con o sin corpiño?-
Por la cara que pone ya adivino su respuesta. No dice ni amaga decir nada, solo se me queda mirando, como si estuviera ante la revelación plena y absoluta de todos los secretos del Universo.
-¿Te gustaría tocármelas?- le pregunto, deseando en ese momento que fuera mas como su padre y me pegara una buena cojida de tetas -Mirá que no muerden, eh-
Mi comentario le provoca una sonrisa.
-¿No te molesta?- me pregunta antes de intentar algo siquiera.
-Para nada, me encanta que me las toquen- le digo acercándome aun mas hacia él, los pezones hinchados y puntiagudos apuntándole insidiosamente.
Levanta tímidamente una mano, y la posa sobre una de mis tetas. Le sonrío, y agarrándole la mano con la mía, la presiono sobre mi carne. Lo que siente le produce una expresión de gusto en el rostro. Siempre sosteniéndole la mano, se la paso a la otra teta, regocijándome con la cara de feliz cumpleaños que pone. Sabía que ese era un momento delicado, el instante que recordaría por siempre y definiría gran parte de sus apetencias sexuales. No quería meter la pata y convertirlo en un pervertido como su padre. Así que me decido por llevarlo despacio y de la mano hacia el verdadero mundo de las maravillas.
-¿Querés besarme?- le pregunto zanjando ya cualquier distancia que pudiera haber entre ambos -Porque yo sí quiero besarte-
Estamos frente a frente, mis senos desnudos palpitando bajo sus manos. Lo miro a los ojos y no espero respuesta, lo beso yo a él, un beso tierno, de reconocimiento, el beso que se darían dos enamorados por primera vez.
Le muerdo suavecito el labio inferior al separarme, y me lo quedo mirando, sonriéndole. Ahora es él quién debe tomar las riendas, no siempre se va a encontrar con una mujer que vaya al frente como yo. Por suerte no tarda en reaccionar y vuelve a besarme, ahora en forma mucho mas prolongada, con la boca mas abierta y la lengua en contacto con la mía. Mientras nos besamos, me refriego contra su cuerpo, haciéndole sentir la turgencia de mis pechos y la dureza de mis pezones. En momentos como esos, ya le estoy manoteando el bulto a mi ocasional compañero, pero al tratarse de alguien que recién se inicia, no quiero intimidarlo, así que me contengo.
Nos sentamos en el sofá y nos seguimos besando, ávida, jugosamente, saboreándonos, disfrutándonos, poniendo todo de mí para que ese primer beso sea inolvidable. De a poco su timidez le va cediendo terreno a la pasión y empieza a acariciarme, no solo las tetas, sino el resto del cuerpo, no en la forma brusca y tosca que acostumbra su padre, sino mas delicadamente, con dulzura, como las formas de una mujer se merecen.
Para permitirle mayor campo de acción, me levanto y me saco el resto de la ropa, desnudándome frente a él, asegurándome de que no se pierda detalle de ninguna curva de mi cuerpo. Tal como esperaba, sus ojos se pasean libre y gustosamente por toda mi anatomía. Resulta agradable que te miren así, de una forma casi naif.
Vuelvo a sentarme a su lado, dejando que ahora sea él quien tome la iniciativa. Lo hace, me besa y me acaricia. Y mientras sus labios devoran los míos, y sus manos recorren mi piel, comienzo a acariciarlo yo tambien, subiéndole de a poco la remera. Adivinando mi intención, se la saca, dejando al descubierto un pecho lampiño, aunque bien desarrollado. Ya con el camino libre, se lo voy besando, siempre hacia abajo, mordiéndole las tetillas, besándole los abdominales, lamiéndole el ombligo, dándole vueltas con la lengua, hasta llegar al nacimiento del vientre. Ahí me detengo, levanto la cabeza y lo miro. Estoy a punto de dar un paso trascendental y no quiero darlo sin su consentimiento. Quizás intuyendo lo que pretendo, asiente con un suspiro, le sonrío en forma cómplice y recién entonces comienzo a bajar hacia el pantalón. Por debajo de la bragueta ya se erige un paquete bastante prometedor, se los dice una experta en tales abultamientos.
Al tratarse de su primera mamada, lo hago todo en cámara lenta, cuidando que disfrute cada movimiento, cada detalle. Tiene puesto un pantalón deportivo, por lo que solo tengo que meter la mano por debajo del elástico para encontrar, entre una recia mata de pelos, lo que busco. Por el momento no puedo verla, solo sentirla, ya que se la estoy tocando por debajo del pantalón, pero por lo que alcanzo a tocar... ¡WOW!... ¡Digno heredero de su padre!
Deslizo mis dedos por toda su largura, palpando esa turgencia prodigiosa que ya anhelo sentir cuanto antes dentro de mí. Está que hierve de calentura. La saco despacio, sin apurarme, descubriéndola en todo su esplendor. Pese a su edad, está muy bien dotado el Cholito, y eso que todavía le falta ganar esa consistencia y volumen que solo el sexo puede proporcionar, pero ahí estoy yo para ayudarlo a desandar el camino. Si bien no tiene experiencias con mujeres, me imagino que algo de porno debe haber visto, por lo que no necesito demorar mas lo que ya me babeo por hacer: chupársela. Me inclino sobre su púber erección y la olfateo, llenándome los sentidos con el aroma de su joven sexualidad. Siempre mirándolo a los ojos, atenta a sus gestos, empiezo por pasarle la lengua. Primero una lamidita rápida en la punta y luego una lamida larga hacia abajo, punteándole apenas los huevos. Por la expresión de su rostro es obvio que le encanta, así que se la sigo lamiendo, ahora por los lados, subiendo y bajando, regocijándome con esa inmaculada dureza que por vez primera recibe tal agasajo. Vuelvo a la cabeza, roja e hinchada, se la beso y la voy sorbiendo de a poco, haciendo esos ruiditos de succión que en tales momentos resultan tan excitantes. La voy degustando por partes, no quiero pasarme de arrebatada y hacerle una mamada como le haría cualquiera, quiero que ésta, por ser la primera, sea la mejor de todas, la que mejor recuerde por el resto de su vida.
Voy mordiendo cada pedazo a medida que me lo trago, mordiditas suaves e incitantes que estremecen no solo su virilidad sino también todo su cuerpo. Los suspiros que emite, la expresión de su rostro, todo me confirma que estoy en el buen camino. Sigo avanzando con mi boca haciendo que su carne desaparezca en mi paladar. Suelta un gemido cuando cierro mis labios en torno a su volumen y empiezo a chuparlo con gula y devoción.
Los jadeos del Cholito se vuelven mas intensos y arrebatados, por lo que me veo obligada a interrumpir el pete antes de lo planeado. No quiero que acabe todavía, por lo menos no hasta haberlo desvirgado por completo.
Me levanto y camino hasta donde está mi cartera. La abro y saco una tira de preservativos. Me hubiera gustado coger sin forro y recibir en mi interior toda su virginal simiente, pero al ser su primera vez, no solo pretendo enseñarle como se hace, sino también a cuidarse. Así que le pongo el forrito, lo extiendo a todo lo largo y dedicándole una cándida sonrisa, me le subo encima. Ya habría tiempo para que me chupara la concha en algún otro momento.
Me acomodo sobre sus piernas, me separo los gajos con una mano y me dejo caer sobre su portentosa erección.
-¡Ahhhhhhhhh...!- suspira él al sentirse por primera vez dentro de una mujer.
-¡Ahhhhhhhhh...!- suspiro yo al ser la primera en tenerlo adentro.
No me la meto toda de golpe, sino poco a poco, permitiéndole disfrutar de esa sensación que, estoy segura, sabrá experimentar al por mayor.
Cuando llego al final, me quedo quieta un momento, dejando que se embriague con el placer de la penetración..., su primera penetración.
-¡Mmmhhh..., ¿te gusta?!- le pregunto entre suspiros.
-Me encanta..., se siente tan calentito- repone en pleno estado de éxtasis.
-Estoy así de caliente por vos, ¿sabes? Vos me pones así- le digo mientras empiezo ya a moverme, arriba y abajo, no muy fuerte pero si lo suficiente como para que mis pechos se muevan de un lado a otro.
Imaginaba que eso le gustaría, (como a todos los hombres, jaja), y no me equivoqué, ya que miraba fascinado como se bamboleaban agitadamente.
Lástima que no pude seguir. De repente comenzó a temblar y acabó en medio de guturales suspiros. Algo normal en un debutante, pensé, acabar a poco de empezar.
-¡Ahhhhh..., siiiiiiii..., dejá que salga todo..., siiiiiii..., ahhhhhhh..., que rico, a vos también se te siente calentito!- le digo al sentir la leche golpeando el interior del forro.
Me acurruco contra su cuerpo, restregándole las tetas por todo el pecho, dejando que la delicia del orgasmo se apodere de todos sus sentidos. Aunque no había llegado al mío, mi disfrute pasaba por hacerlo gozar de todas esas sensaciones que solo una primera experiencia puede proporcionar, las por venir pueden ser iguales o mas intensas, pero nunca como la primera.
-¿Y, que tal estuvo?- le pregunto luego del momento mas álgido.
-¡Increíble!- exclama con regocijo -Nunca imaginé que mi primera vez fuera con alguien como vos-
-Y a mí ni se me ocurrió venir a reunirme con el Cholo y terminar cogiendo con su hijo, jaja-
Los dos nos reímos ante la situación. Le doy un beso, y me salgo despacio, cuidando que no se derrame el contenido del forro, lo hago enfatizando cada movimiento, sobre todo para mostrarle como se hace y aprenda a cuidarse de ahora en mas.
Saco unas toallitas húmedas de mi cartera y me limpio la concha, empapada con una mezcla de sudor (el suyo y el mío) y mis propios fluidos vaginales. Levanto mi bombacha del suelo y empiezo a ponérmela, cuando siento que me mira con cierta inquietud.
-¿Que pasa?- le pregunto.
-Nada, no pasa nada...-
-Dale, decime, acabamos de coger, lo que significa que ya hay cierto grado de confianza entre nosotros- le digo.
Mis palabras parecen animarlo.
-Nada, es que..., me gustaría quedármela- asiente finalmente, mirando la prenda intima que me estoy poniendo.
Me la saco y se la entrego. Se sonríe al recibirla.
-Cuando se las muestre a mis amigos no lo van a poder creer- se entusiasma.
Empiezo a vestirme y le sugiero que debería hacer lo mismo, que su papá puede llegar en cualquier momento y no sería conveniente que nos encontrara en tal estado. Me da la razón y comienza a vestirse. Cuando ya estamos listos, le digo que no puedo seguir esperando, que tengo otro compromiso, que cuando llegue le diga que estuve, que ya me comunicaría con él en otro momento. Asiente y entonces me hace la pregunta que había estado esperando.
-¿Podemos vernos de nuevo?-
La ilusión le ilumina la mirada.
-Claro que si, me gustaría mucho volver a verte, te doy mi numero- le digo.
Ambos sabemos que "volver a vernos" significa volver a coger.
-Ahora si, tengo que irme- le doy otro beso en los labios y me despido.
Cuando salgo le mando un mensaje al Cholo:
"Favor cumplido, me debes una". Y esa pensaba hacérsela pagar con creces.
32 comentarios - El Cholito...
Me sentí muy identificado con este relato Mary, porque a mi también me inicio una mujer mayor y muy experimentada, y FUE DELICIOSO para mi, al punto que nunca más se me ha olvidado, y hasta el día de hoy siempre recuerdo esa primera vez con mucho cariño y eterno agradecimiento a esa gran mujer que me enseñó lo mejor del sexo, con mucho cariño, amor y comprensión, y por supuesto NO FUE LA ÚNICA VEZ, fue realmente EXQUISITO cada vez que lo haciamos!!
Excelente post Marita, y como siempre me dejaste muy caliente querida, espero con ansias tu próximo post linda...Un abrazo!! +10
Analizandote te pareces mucho a mi, casado y debil ante un buen polvo, que trato de no repetir para evitar problemas. Cuando quieras que te cojan de verdad avisame. Un besito putita
Exelente
Y sólo puedo decir... ojalá mi primera vez, hace tantos años, hubiera sido con alguien como vos! Te dejo puntitos!