Hola. Soy Alejo una vez más. Para los que estaban preocupados cuando llegamos a los primeros diez relatos, con este les confirmo que continúo escribiendo. Quienes no hayan leído la primer decena, les cuento que esta es la historia de mi vida desde que conocí a mi hija a sus veinticuatro años y vino a vivir conmigo. Si les interesa conocer los detalles y comprender algo de lo que voy a escribir en el presente relato, les recomiendo leer los anteriores antes:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2723179/Mi-hija-Lourdes-Primera-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2723417/Mi-hija-Lourdes-Segunda-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2723690/Mi-hija-Lourdes-Tercera-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2724346/Mi-hija-Lourdes-Cuarta-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2725152/Mi-hija-Lourdes-Quinta-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2727063/Mi-hija-Lourdes-Sexta-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2728754/Mi-hija-Lourdes-Septima-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2732594/Mi-hija-Lourdes-Octava-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2736011/Mi-hija-Lourdes-Novena-Parte.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2741906/Mi-hija-Lourdes-Decima-Parte.html
Ahora si, continuamos:
Al día siguiente mis ojeras delataban la pésima noche que pasé, dándome rosca con todo lo que pasaba en mi cabeza. No estaba mentalmente preparado para todo lo que había cambiado mi vida. Nunca fui un tipo muy exitoso con las mujeres ni tampoco un tremendo mujeriego. Lourdes había despertado lo peor de mi, como si hubiera encendido un incendio y sus llamas cada vez iban arrasando más y más adentro de mi cabeza. Vivía excitado, estos sueños tan reales eran cada vez más recurrentes y para variar alimentaba mi morbosidad cada vez que podía con esas gloriosas curvas y esa boca que parecía pedir mi verga cada vez que movía su lengua o sus labios.
Nunca me sentí tan atraído sexualmente hacia una mujer. Esa pasión que me producía era algo nuevo para mi. Con el tiempo lejos de acostumbrarme todo venía empeorando. Ahora tanto Barbara como su padre eran cómplices de mi oscuro secreto. A decir verdad era algo mutuo pero no me daba confianza que más gente conociera mi pasión por mi hermosa hija. Para ella en cambio todos estos desajustes parecían gustarle. Su sonrisa radiante cada día a pesar de las cosas que hacia era inmutable. Nada le quitaba esa frescura y sensualidad juvenil.
Me levanté y no escuché a nadie despierto. Decidí asomarme al cuarto de Lourdes para ver si su madre aún estaba en la casa y casi me da otro infarto. Me encuentro con Daniela acostada con el babydoll semitransparente, abierta de piernas y mirando hacia arriba mientras se metía dos dedos. Se notaba que venía de antes porque se veía muy mojada. No entendía que ocurría, todavía estaba muy dormido para algo tan fuerte. Di unos pasos instintivamente en dirección a ella y apenas entré sentí a Lourdes acercarse por detrás y meter su mano en mi pantalón.
- Te ayudo con esto, vos disfruta la vista - me dice, apretando mi verga con su mano y arrancando con el movimiento de una suave paja. Su voz cerca del oído hacía todo más erótico aún.
Noté que tenía la misma escasez de ropa que su madre. No quise pensar nada. Me reduje solo a disfrutar del momento. Cualquiera querría estar en mi lugar.
Al instante me bajó los pantalones y mi pija que estaba extremadamente dura quedó liberada. En ese momento Dani me miró con una mirada que quemaba. Todo su cuerpo pedía una pija a gritos. No lo dudé un instante. La tomé de las piernas y la traje contra el borde de la cama. Así mismo se la metí rápido y hasta el fondo. Esa concha mojada y cálida después de tantos años era igual o más caliente. La ropita de nuestra hija cayó junto a mi mientras se acomodaba en la cama, con la cabeza apoyada en el abdomen de su madre, observando con una sonrisa como la penetraba.
- Te gusta la pija de papá? - le pregunta sin mirarla
- Si mi chiquita, que rico - respondió entre gemidos Daniela
Con esa corta charla me calentaron mucho y empecé a darle con todo. Estaba tan sacado que mi verga se salió. En ese momento Lourdes que parecía esperar eso se la metió por completo en su boca y empezó a regalarme una de sus ardientes mamadas. Su cabecita se movía muy suave pero su lengua lo hacía muy rápido, girando sobre la punta de mi verga.
En medio de mi incalculable placer, mi ex mujer se corrió de su lugar y se acomodó recostada boca abajo junto a su hija. Le hizo un gesto con la mirada y Lou le entregó mi verga. Cuando sentí los labios y la lengua de Daniela en mi verga y la boquita de mi hija en mis huevos casi me muero de placer. Exploté en un orgasmo fantástico, íntegramente en la boca de Dani pero la muy morbosa abrió su boca y dejó caer la espesa acabada sobre la perfecta carita de Lourdes que la recibió sonriente y con los ojos cerrados. Chorreaba por su mejilla y entonces las dos me miraron y se taparon los oídos ante el fuerte sonido de la alarma. Otra vez me había amanecido con un ardiente sueño erótico. Me fui a duchar protestando por como mi imaginación me boludeaba.
Al bajar me encontré con esa sonrisa de mi hija, que causaba que todos mis enredos mentales se fueran por un instante. Por unos segundos no había nada más que ella. Fueron solo unos segundos. Un estruendoso estornudo me distrajo del encantamiento. El cambio de temperatura brusco se había cargado a Enzo que era un germen caminante: nariz irritada, semblante de arruinado y unos estornudos que parecían gritos eran el aspecto de mi desmejorado pebete.
- Tenes que hacer ver a este muñequito que anda para atrás - me sugirió Daniela, que venía desde mi espalda poniéndose uno de sus aros. Me daba ordenes como cuando eramos novios.
- Desayunaste mandarina vos? - le pregunté irónicamente. Siempre me irritó que me dijera que hacer. Pero me ponía más nervioso su presencia tan temprano. Estaba casi seguro de que estaba somatizando porque su novia y toda la familia de ella se había ido unos días de vacaciones y cada vez que extraña a alguien se enferma.
- Era solo un consejo señor gruñón. Tu padre siempre es tan renegado? - le preguntó a Enzo
- Si, casi siempre - contestó el muy rata. Como no quiere que sea mal llevado con él si me vende así? Pasé a servirme algo de café, dejando esta bizarra situación cuasi familiar atrás.
- Pa, si querés yo lo puedo llevar al doctor. De paso zafas de ir a la escuela el gordito - me ofreció Lou que siempre me deba una mano. (Si, sé lo que están pensando respecto de esa frase)
Me fui tranquilo al trabajo con la seguridad de que mi hija se iba a encargar de todo y con el alivio de que no vería más a mi atractiva ex.
Pasé una jornada bastante relajada, a comparación del día anterior. Al volver a casa me encontré con Diegote que recién volvía de la noche anterior, Había seguido de largo con la joda el muy atorrante. Subimos charlando y riéndonos de la embarazosa situación. Al llegar a casa solo pude escuchar el final de una llamada.
- Bueno, después pasa por casa y hablamos bien. Ahora no puedo hablar - cortó Lou evidentemente por nuestra presencia. Se la notaba molesta como pocas veces.
- Que pasó hermanita? Te peleaste con tu novio? - le comentó Diego que seguía con su clima festivo a pesar de la hora. Ella lo miró con furia contenida. Apretó la boca y se contuvo de responder. Solo se fue a su cuarto y cerró muy fuerte la puerta.
Nos miramos sin entender nada. En la mesa había unos remedios. Cuando me asomé, Enzo dormía tapado hasta el cuello con una caja de pañuelos en la almohada. Evidentemente mi hija había cumplido y se ocupó de su hermanito. Me preguntaba que podía pasar para que estuviera tan molesta. Sería cierto lo del novio? Nunca le conocí un novio desde que vive acá. Me quedé un poco preocupado. Ya era bastante tarde cuando suena nuevamente el teléfono. Yo estaba en el escritorio revisando unos papeles y atendí rápido, pero antes de decir hola, noté que Lourdes había atendido y hablaba con su madre. Tenía el mismo tono cortante y agresivo de antes.
- Basta! Ya lo hablamos y no quiero hablar más del tema! - le dijo Lou
- Dale, yo sé que solamente estás metida ahí para molestarme. Ni siquiera lo conoces! - le respondió, levantando la voz, Daniela
- A vos tampoco, después de todo me echaste de mi propia casa - soltaba información mi nena
- Te olvidas por qué lo hice parece. A ver decime por qué! - le respondió
- No importa, vos me echaste y papá me recibió - esquivó la pregunta Lourdes
- A vos no te importa, pendeja trola! Te cogiste a mi novio, te parece poco? - reveló Dani
Lourdes hizo un silencio breve. Y eso le dio la oportunidad a mi ex de seguir soltando la lengua
- Siempre fuiste una zorra, calentando braguetas de todos los tipos en donde andas, si te queres quedar ahí es tu problema. Ya me cansaste - terminó la conversación Daniela y cortó
Esperé a que Lou cortara también y apoyé el teléfono suavemente. Si bien conocía un poco el costado más sexual de mi hija no me dejaba de sorprender. Al parecer era una especie de ninfomana. Se había movido al novio de su madre y por lo que contaba Daniela, los comportamientos que tanto me llaman la atención de ella ya eran comunes antes de llegar acá. Nunca le hice preguntas sobre su pasado, ni por su inesperada llegada. Solo sabía que me necesitaba y yo era dichoso de tenerla acá. pero ahora todo comenzaba a tener más sentido. Si todo se daba como yo pensaba iba a tener la oportunidad perfecta para poner a prueba que tan puta podía ser mi hija.
Esperé unos días para que mi pequeño experimento funcione. Resulta que hace tiempo tenemos que reparar una de las luces del living. Como son varias y es la que menos usamos aparte de que no me gusta laburar en casa nunca lo hice y justamente en la semana el pibe de mantenimiento del laburo nos preguntó si no teníamos alguna changa para él. No me gusta meter gente en casa pero este muchacho es un pan de dios. Quería ver a mi hija provocarlo y de paso el pibe podía aprovechar de mirar un poco. Quería verla en ese plan provocador del que hablaba Daniela.
El día anterior le dije que iba a pasar alguien a hacer ese arreglo y yo no iba a estar. Le dejé la plata para pagarle al pibe y no tuvo problema en hacerme el favor.
Al día siguiente, me levanté como un chico que va a hacer una travesura. Como si fuera día de los inocentes o algo así. Me fui al laburo antes de que se levantaran todos y no pensaba en otra cosa que lo que iba a pasar por la tarde. Cuando volví, estacioné el auto a la vuelta de casa, fui caminando y entré por el garaje en lugar de usar la puerta principal. Me asomé y Lou estaba acostada en el sillón viendo una novela. Andaba descalza con un shorcito amarillo que a veces usa de entre casa y siempre es un morbo como le marca la colita a pesar de ser suelto. Traía también una remera blanca que como todo lo que se pone resaltaba sus pechos. Al parecer estaba sola.
Estaba embobado mirando a mi hija cuando el timbre la hizo saltar del sillón. Era Emanuel, el pibe que venía a reparar la luz. El joven se presentó como "un compañero de trabajo del Alejo". Lou lo recibió un poco cortante, lo que me dio tranquilidad como padre pero un poco de desilusión como morboso. Le indicó cual era la luz sobre la que debía trabajar y volvió a recostarse en el sillón. En ese momento su actitud cambió diametralmente. Se recostó con una pierna recogida y la cola expuesta en dirección al flaco. No pasó nada para que este empezara a mirar con torpeza y timidez dejándose en evidencia. La sonrisa de Lourdes lo decía todo. Era difícil resistir esa manzana deliciosa con el short calado entre sus nalgas. Mi hija se acomodaba cada tanto poniendo la cola más en pompa y haciendo imposible no mirarla.
En un momento se levantó y se fue a la cocina. Pude ver que Emanuel se secó la transpiración de la frente y volvió a concentrarse como pudo en el trabajo. Luego de desarmar el portalámpara con toda su timidez el pibe se asomó a la cocina para avisarle a Lou que iba a tener que cortar la luz un momento si no le molestaba.
- Tranquilo corta, no le tengo miedo a la oscuridad - le dijo ella media risueña
- Va a se un ratito noma, e una pavada esto - le respondió el pibe un poco más suelto
- Quiero ayudar, no queres que te tenga la linterna? - le ofreció con un evidente doble sentido
- No gracia, mirá - le dijo el pibe encendiendo una linterna de led que tenía en la gorra. Acto seguido bajó la llave y se cortó la luz. Mi hija encendió su teléfono y lo siguió al living.
Mientras el pibe trabajaba, Lou le sacó conversación arrancando con
- Hace mucho que lo conoces a mi papá? - a una distancia tan corta que al pibe le temblaban las manos mientras intentaba apurado terminar la reparación.
- y hará un año y algo ma o meno. E muy piola el Alejo, me ta dando una manito - le respondió con su limitado vocabulario. Terminó de decir eso y le pidió si podía levantar el interruptor de la luz. Lou que estaba ya muy amiga fue hacia la cocina con una caminata muy provocativa, mientras la luz de la frente de Emanuel apuntaba directo a su cola. No podía distinguir la cara que estaría haciendo pero era fácil de imaginar. La luz regresó y el muchacho probó muy satisfecho que su trabajo estaba terminado correctamente.
- Ahí ta. quedo bien? - le preguntó canchereando como si hubiera desarmado una bomba.
- Si, perfecto! - lo elogió Lou. Charlaron unos segundos en un tono más bajo y no pude escuchar nada pero unos segundos después mi hija fue a buscar la plata y se la entregó. Se acercaron a la puerta que estaba más cerca de mi escondite y entonces pasó algo que no esperaba
- Espera, te voy a dar una propina por la buena onda - le dijo Lou, con una sonrisa que no gustaba para nada. Con su mano izquierda le manoteo una notable erección por arriba del pantalón y el morocho se sorprendió gratamente, Al ver la cara su cara de aprobación, mi hija se colgó del elástico del pantalón y se lo bajó por completo. Yo quedé de a espaldas de ella pero pude distinguir perfectamente como su cabeza comenzó a moverse en lo que era una de sus espectaculares mamadas. La cara del muchacho era reflejo de lo bien que la estaba chupando mi hija. El piba parecía tener los ojos en blanco y su gesto era de un placer difícil de describir. Allí estaba viendo a mi nena en cuclillas, con las piernas abiertas con su majestuoso colo apuntando hacia mi mientras le chupaba como una profesional.
La pija se me escapaba del pantalón, así que decidí sacarla y con ese show erótico que estaba presenciando comencé a hacerme una buena paja.
- See, cometela toda guacha! - dijo extasiado el joven que estaba en la gloria con semejante mujer
- Shh tranquilo bebé, que está mi hermano durmiendo - le dijo antes de bajar a sus huevos, Como se movió, pude ver como le recorrió la verga con la lengua una y otra vez. Era un espectáculo magnifico la extremadamente trola que podía ser mi chiquita. Yo ya tenía la verga húmeda y pronta a estallar. No pensé que llegaría tan lejos con un pibe que nunca vio y mucho menos en nuestro hogar y para colmo con su hermano enfermo en la casa.
Justamente en medio de la excitación, ninguno de los tres notamos nada hasta que de repente se escuchó con una voz muy ronca un grito
- ¡¿Que carajo está pasando acá?! - era Enzo, en pijama, que arrojó al piso una caja de pañuelos vacía. Yo me sorprendí tanto como ellos. Estaba tan caliente mirando que no lo vi venir.
- Uh no no pará flaco! Yo no quiero bardo con nadie acá - dijo tartamudeando Emanuel, mientras se levantaba los pantalones. Manoteó el picaporte de la puerta pero estaba cerrada con llave.
- Dale Encito. No seas aburrido, tu hermanita es una mujer que tiene necesidades - le respondió Lourdes incorporándose, con una calma sorprendente y una sonrisa
- Espera a que se entere papá de esto, vas a ver que no te reís - le respondió muy alterado acomodándose los anteojos
- A mi me parece que estas un poco celoso - le retrucó la muy zorra acercándose a él.
Sin mediar palabras le bajó el pijama se agachó nuevamente y comenzó a hacerle un trabajito bucal similar al que le hacía al otro pibe segundos atrás. No lo pude creer. Mi prueba había superado todas mis expectativas. Pensé que Lou iba a calentar un poco a ese pendejo y en vez de eso ahora no solo se la había chupado como una puta cualquiera sino que ahora hacía lo mismo con su hermano. Tuve el impulso de entrar pateando la puerta y terminar con todo eso pero el morbo pudo más. En especial al ver la reacción de Enzo
- mmmm no para... esto está mal - trataba de negarse sin mucho ímpetu mientras sentía esa boca y esa lengua que yo tan bien conozco. Es imposible resistirse mucho tiempo
- Dale gordito, si me doy cuenta que te encanta, mirá como se te puso - le decía la muy trola que mientras tanto lo masturbaba suavemente.
El electricista miraba asombrado y se sobaba por encima del pantalón. La boca de Lourdes volvió a la acción y su hermano dejó salir un gemido que trasmitía el placer que estaba experimentando. Esa boca traviesa y esa lengua inquieta hacen maravillas y todos los presentes lo sabíamos a la perfección. Por la excitación, Enzo se olvidó de todo y lejos de negarse, comenzó a meterle la pija hasta la garganta, ante la mirada de puta que le devolvía su hermana. La muy perra estaba disfrutando de tragarse esa pija. La ansiedad con la que chupaba la delataba. Con ese panorama, el otro pendejo no se aguantó más y se unió a los hermanitos. Sacó su verga y se la presentó nuevamente a mi nena que apenas la vio empezó a chuparla.
Esa escena era superior a la mejor porno del mundo. No podía creer lo caliente que estaba al ver a mi hermosa hijita devorando esas pijas, con la boca chorreando saliva muy blanca hasta la pera. Los muchachos deliraban cada vez que le tocaba gozar los placeres que esos labios ofrecían. Estar a unos metros, separado solo por esa puerta entreabierta era como que lo hiciera para mi. La miraba y mi mente imaginaba que lo hacía para calentarme. Podría haber jurado que ella sabía de mi presencia y eso me llevó a otro nivel de calentura mayor. La larga paja que venía haciéndome cobró un nuevo impulso con esta idea.
Enzo estiró su mano hasta acariciar una de las enormes y exquisitas tetas de su hermana. La apretó con fuerza como quien alcanza algo que desea mucho. Mientras Lourdes se levantaba la remera y dejaba a la luz toda la redondez de esos espectaculares pechos. Su hermano ahora la agarraba piel con piel y sentía esos pezones duritos. En ese momento el morbo me ganó y la leche empezó a salir como una erupción volcánica. No se como hice para contener los gemidos pero quedé temblando y con el corazón al borde de un nuevo infarto. Tomé un trapo que encontré por ahí y me limpié. Volví a mirar y la muy puta estaba con el short por las rodillas, parada en medio de los dos pajeandolos a toda velocidad con los dedos de Emanuel entre sus piernas y Enzo perdido entre sus tetas apretándolas y chupándolas con un entusiasmo y una pasión totalmente entendibles,
Ella miraba al cielo en medio de gemidos que no hacían más que calentar más a los dos jóvenes que entre los dos no llegaban por poco a mi edad.
- Te gustan las tetas de tu hermana gordito? - le preguntó con una voz de puta tremenda
- Me encantan, podría estar así todo el día - le respondió Enzo, con los lentes totalmente torcidos.
- Y vos bebé? te gusta mi conchita depilada? - le dijo a Emanuel, con el mismo tono
- Si mamita. esta toda mojada puta, te chuparía toda toda - le contestó el morocho
- Entonces hacelo amor, no hables tanto - le ordenó Lourdes y lo agarró de la nuca acercándolo a su caliente concha. El pibe se perdió entre sus piernas y mi hija empezó a gemir y mover toda su cadera para acompañar el placer. Por la propia calentura, lo agarró del pelo a su hermano y apartándolo de sus pechos le comió la boca. Podía ver sus lenguas desde la distancia. Era un beso caliente, vulgar, descontrolado. Le chupó mucho más que la boca. Mi nena estaba en llamas.
Mientras lo besaba, tomó del pelo a Ema, para apartarlo y se agachó nuevamente entre los dos pajeandolos muy fuerte. Los chicos empezaron a temblar por las maravillosas manos de mi hija y por le hermosa y puta que se veía arrodillada semi desnuda a centímetros de sus vergas. Eso fue suficiente para que ambos muchachos acabaran a chorros sobre la delicada cara de Lourdes que con los ojos cerrados y una sonrisa de oreja a oreja recibía gustosa los numerosos impactos de semen por todo su rostro.
Mire hacia abajo un momento y noté que estaba al palo otra vez. No se en que momento se me volvió a parar pero esta vez me quedé con la calentura. Cuando volvía mirar mi nena reía y se limpiaba la leche, frente al par de incrédulos muchachitos que ya se habían subido los pantalones mostrando cierta vergüenza por su comportamiento. Se paró, fue hasta la puerta y despidió a Ema con un beso en la mejilla, todavía risueña por las muestras de timidez de los dos chicos. Al cerrar la puerta le comió la boca nuevamente a Enzo y le dijo
- Este va a ser nuestro secreto hermanito - lo volvió a besar y se fue a duchar ante la mirada de incredulidad y sorpresa del gordo que solo atinó a acomodarse los anteojos y sentarse en el sillón con la mirada perdida. En ese momento salí del garaje, busqué el auto a la vuelta y fingí mi llegada a casa. Si les daba más tiempo anda a saber con que me encontraba al llegar.
Entré a casa y Enzo seguía en el mimo lugar como una momia. Supongo que siempre debe haber sospechado que la hermana era una trola pero nunca supuso que tan trola.
- Qué haces campeón? Mejor de la gripe? - le pregunté para sacarlo de ese estado
- Si si, todo bien - me dijo, con su verborragia habitual.
- Tu hermana? - le pregunté ya medio sobre actuando mi preocupación paternal
- No sé no sé - me dijo como a la defensiva y se encerró en su cuarto como siempre.
Evidentemente apenas le mencioné a Lou se le deben haber cruzado todas las imágenes del trío. Yo sabía perfectamente que una vez que probas ese cuerpo no podes pensar en otra cosa, así que lo dejé. Diego como de costumbre estaba desaparecido sin aviso. Le escribí para preguntarle si venía a comer y contestó que no.
Cené con mis dos hijos en medio de una tensión sexual evidente que me daba piel de gallina. Cada mirada de mi nena hacia cualquiera de los dos iba cargada de una especie de complicidad y erotismo que podía calentar hasta a los muertos. Antes de la cena llegué a pensar que todo había sido una fantasía mía pero esa actitud de Lourdes me probaba que era capaz de todo. Enzo con esa inocencia casi boba que lo caracteriza apenas podía disimular y miraba hacia abajo sonriendo tímidamente cada vez que cruzaba miradas con su hermana. Para colmo después de la ducha mi nena estaba hecha un infierno: tenía el pelo todavía mojado, estaba vestida apenas con una remera larga que apenas llegaba a cubrirle la cola y todo su cuerpo brillaba por esas cremas que se pone después de cada baño. Esa cena duró lo mismo que las de siempre pero para mi pasó en cámara lenta. Cada vez que se llevaba el tenedor a la boca la recordaba devorando vergas.
Cuando terminamos, Lou se quedó lavando los platos y Enzo se fue a su cuarto. Estaba ansioso, tal vez por la culpa, por ver a su novia por vídeo llamada. Yo me quedé sentado en la mesa mirando la escultural figura de mi hija. Con lo avergonzado que estaba Enzo no asomaría la nariz hasta el día siguiente, sin duda. Me la jugué y me acerqué sigilosamente a mi hija, mientras fregaba los cubiertos, y la agarré directamente de las tetas. Tuvo una reacción de sorpresa que no duró más que unos segundos. Me hizo esa sonrisa que hace cuando va a entrar en acción y me empezó a mover el culo contra mi ya endurecida pija.
- Papi, mirá si nos ve Enzo - me dijo sin detener el movimiento de su cadera
- No me importa nada, hacele una gauchada a papá - le dije, dándola vuelta y empujándola de los hombros hacia abajo.
Se secó las manos con un repasador que tenía cerca y me desabrochó el pantalón. Apenas hizo eso, miré por última vez al pasillo para asegurarme de no ser visto. Mientras hacía esto sentí los carnosos labios de mi nena envolviendo mi verga y eso bastó para que me olvide de todo lo demás. Su lengua juraba al rededor de la punta de mi pija con esa sed de sexo que mostraba siempre. Estaba tan excitado por todo lo que había visto ese día que apenas comenzó a jugar me volvió loco el placer y se la hundí hasta la garganta. Apreté su cabeza con mis dos manos gozando de sus arcadas y después la solté y un chorro espeso salió de su boca.
- Ay pa, estás re bruto hoy, me gusta eso - me dijo, limpiándose la boca
- Si? te gusta? bueno esto te va a encantar, le levanté la remera y vi que tenía una tanga rosa, se la corrí a un costado y se la metí con fuerza. Antes de gritar, tomó el repasador con el que se había secado las manos y lo mordió con fuerza para acallar la exclamación. Eso no hizo más que calentarme más aún. me agarré con las dos manos de esas hermosas caderas y comencé a penetrarla con una fuerza y una velocidad que nunca lo había hecho.
Escuchaba sus gemidos ahogados por el trapo que mordía y me volvía loco. Aparte esa conchita apretada y caliente era el paraíso. Ya había perdido totalmente el control, la cogía como si fuera una puta barata, era puro sexo, ni por un momento se me cruzó algún sentimiento de culpa o arrepentimiento por estar cogiendo de esa manera con mi hija.
Tal era mi calentura que le dije un poco sacado, al oído
- Decime que sos mi puta! decime que sos la puta de papi - mientras sentía como la leche estaba apunto de llenar la cabeza de mi verga.
- Si papi! soy tu puta, soy la puta de papá - me respondió - dejando caer el trapo de su boca.
En ese momento me sentí tan pleno que largué una cantidad obscena de leche en el interior de mi amada hija. La pegué a mi cuerpo y con su perfume de recién bañada mezclado con el aroma a sexo que había ahora decidí irme a dormir y retenerlo en mi memoria. Ella solo me sonrió y terminó de lavar lo poco que le faltaba con mi semen corriendo por sus piernas. Esa fue la última imagen que vi mientras me iba a mi cuarto. Al pasar por la puerta del cuarto de Enzo lo escuche que estaba en esa cursi discusión de noviesitos de "no, yo te amo más" con Abril. No parecía haber escuchado nada.
Con todo ese morbo y con el orgasmo todavía reciente cerré los ojos en mi cama sin saber que podía llegar a pasar al día siguiente, tal como había pasado desde el primer día en que mi hija Lourdes piso esta casa...
http://www.poringa.net/posts/relatos/2723179/Mi-hija-Lourdes-Primera-Parte.html
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Ahora si, continuamos:
Al día siguiente mis ojeras delataban la pésima noche que pasé, dándome rosca con todo lo que pasaba en mi cabeza. No estaba mentalmente preparado para todo lo que había cambiado mi vida. Nunca fui un tipo muy exitoso con las mujeres ni tampoco un tremendo mujeriego. Lourdes había despertado lo peor de mi, como si hubiera encendido un incendio y sus llamas cada vez iban arrasando más y más adentro de mi cabeza. Vivía excitado, estos sueños tan reales eran cada vez más recurrentes y para variar alimentaba mi morbosidad cada vez que podía con esas gloriosas curvas y esa boca que parecía pedir mi verga cada vez que movía su lengua o sus labios.
Nunca me sentí tan atraído sexualmente hacia una mujer. Esa pasión que me producía era algo nuevo para mi. Con el tiempo lejos de acostumbrarme todo venía empeorando. Ahora tanto Barbara como su padre eran cómplices de mi oscuro secreto. A decir verdad era algo mutuo pero no me daba confianza que más gente conociera mi pasión por mi hermosa hija. Para ella en cambio todos estos desajustes parecían gustarle. Su sonrisa radiante cada día a pesar de las cosas que hacia era inmutable. Nada le quitaba esa frescura y sensualidad juvenil.
Me levanté y no escuché a nadie despierto. Decidí asomarme al cuarto de Lourdes para ver si su madre aún estaba en la casa y casi me da otro infarto. Me encuentro con Daniela acostada con el babydoll semitransparente, abierta de piernas y mirando hacia arriba mientras se metía dos dedos. Se notaba que venía de antes porque se veía muy mojada. No entendía que ocurría, todavía estaba muy dormido para algo tan fuerte. Di unos pasos instintivamente en dirección a ella y apenas entré sentí a Lourdes acercarse por detrás y meter su mano en mi pantalón.
- Te ayudo con esto, vos disfruta la vista - me dice, apretando mi verga con su mano y arrancando con el movimiento de una suave paja. Su voz cerca del oído hacía todo más erótico aún.
Noté que tenía la misma escasez de ropa que su madre. No quise pensar nada. Me reduje solo a disfrutar del momento. Cualquiera querría estar en mi lugar.
Al instante me bajó los pantalones y mi pija que estaba extremadamente dura quedó liberada. En ese momento Dani me miró con una mirada que quemaba. Todo su cuerpo pedía una pija a gritos. No lo dudé un instante. La tomé de las piernas y la traje contra el borde de la cama. Así mismo se la metí rápido y hasta el fondo. Esa concha mojada y cálida después de tantos años era igual o más caliente. La ropita de nuestra hija cayó junto a mi mientras se acomodaba en la cama, con la cabeza apoyada en el abdomen de su madre, observando con una sonrisa como la penetraba.
- Te gusta la pija de papá? - le pregunta sin mirarla
- Si mi chiquita, que rico - respondió entre gemidos Daniela
Con esa corta charla me calentaron mucho y empecé a darle con todo. Estaba tan sacado que mi verga se salió. En ese momento Lourdes que parecía esperar eso se la metió por completo en su boca y empezó a regalarme una de sus ardientes mamadas. Su cabecita se movía muy suave pero su lengua lo hacía muy rápido, girando sobre la punta de mi verga.
En medio de mi incalculable placer, mi ex mujer se corrió de su lugar y se acomodó recostada boca abajo junto a su hija. Le hizo un gesto con la mirada y Lou le entregó mi verga. Cuando sentí los labios y la lengua de Daniela en mi verga y la boquita de mi hija en mis huevos casi me muero de placer. Exploté en un orgasmo fantástico, íntegramente en la boca de Dani pero la muy morbosa abrió su boca y dejó caer la espesa acabada sobre la perfecta carita de Lourdes que la recibió sonriente y con los ojos cerrados. Chorreaba por su mejilla y entonces las dos me miraron y se taparon los oídos ante el fuerte sonido de la alarma. Otra vez me había amanecido con un ardiente sueño erótico. Me fui a duchar protestando por como mi imaginación me boludeaba.
Al bajar me encontré con esa sonrisa de mi hija, que causaba que todos mis enredos mentales se fueran por un instante. Por unos segundos no había nada más que ella. Fueron solo unos segundos. Un estruendoso estornudo me distrajo del encantamiento. El cambio de temperatura brusco se había cargado a Enzo que era un germen caminante: nariz irritada, semblante de arruinado y unos estornudos que parecían gritos eran el aspecto de mi desmejorado pebete.
- Tenes que hacer ver a este muñequito que anda para atrás - me sugirió Daniela, que venía desde mi espalda poniéndose uno de sus aros. Me daba ordenes como cuando eramos novios.
- Desayunaste mandarina vos? - le pregunté irónicamente. Siempre me irritó que me dijera que hacer. Pero me ponía más nervioso su presencia tan temprano. Estaba casi seguro de que estaba somatizando porque su novia y toda la familia de ella se había ido unos días de vacaciones y cada vez que extraña a alguien se enferma.
- Era solo un consejo señor gruñón. Tu padre siempre es tan renegado? - le preguntó a Enzo
- Si, casi siempre - contestó el muy rata. Como no quiere que sea mal llevado con él si me vende así? Pasé a servirme algo de café, dejando esta bizarra situación cuasi familiar atrás.
- Pa, si querés yo lo puedo llevar al doctor. De paso zafas de ir a la escuela el gordito - me ofreció Lou que siempre me deba una mano. (Si, sé lo que están pensando respecto de esa frase)
Me fui tranquilo al trabajo con la seguridad de que mi hija se iba a encargar de todo y con el alivio de que no vería más a mi atractiva ex.
Pasé una jornada bastante relajada, a comparación del día anterior. Al volver a casa me encontré con Diegote que recién volvía de la noche anterior, Había seguido de largo con la joda el muy atorrante. Subimos charlando y riéndonos de la embarazosa situación. Al llegar a casa solo pude escuchar el final de una llamada.
- Bueno, después pasa por casa y hablamos bien. Ahora no puedo hablar - cortó Lou evidentemente por nuestra presencia. Se la notaba molesta como pocas veces.
- Que pasó hermanita? Te peleaste con tu novio? - le comentó Diego que seguía con su clima festivo a pesar de la hora. Ella lo miró con furia contenida. Apretó la boca y se contuvo de responder. Solo se fue a su cuarto y cerró muy fuerte la puerta.
Nos miramos sin entender nada. En la mesa había unos remedios. Cuando me asomé, Enzo dormía tapado hasta el cuello con una caja de pañuelos en la almohada. Evidentemente mi hija había cumplido y se ocupó de su hermanito. Me preguntaba que podía pasar para que estuviera tan molesta. Sería cierto lo del novio? Nunca le conocí un novio desde que vive acá. Me quedé un poco preocupado. Ya era bastante tarde cuando suena nuevamente el teléfono. Yo estaba en el escritorio revisando unos papeles y atendí rápido, pero antes de decir hola, noté que Lourdes había atendido y hablaba con su madre. Tenía el mismo tono cortante y agresivo de antes.
- Basta! Ya lo hablamos y no quiero hablar más del tema! - le dijo Lou
- Dale, yo sé que solamente estás metida ahí para molestarme. Ni siquiera lo conoces! - le respondió, levantando la voz, Daniela
- A vos tampoco, después de todo me echaste de mi propia casa - soltaba información mi nena
- Te olvidas por qué lo hice parece. A ver decime por qué! - le respondió
- No importa, vos me echaste y papá me recibió - esquivó la pregunta Lourdes
- A vos no te importa, pendeja trola! Te cogiste a mi novio, te parece poco? - reveló Dani
Lourdes hizo un silencio breve. Y eso le dio la oportunidad a mi ex de seguir soltando la lengua
- Siempre fuiste una zorra, calentando braguetas de todos los tipos en donde andas, si te queres quedar ahí es tu problema. Ya me cansaste - terminó la conversación Daniela y cortó
Esperé a que Lou cortara también y apoyé el teléfono suavemente. Si bien conocía un poco el costado más sexual de mi hija no me dejaba de sorprender. Al parecer era una especie de ninfomana. Se había movido al novio de su madre y por lo que contaba Daniela, los comportamientos que tanto me llaman la atención de ella ya eran comunes antes de llegar acá. Nunca le hice preguntas sobre su pasado, ni por su inesperada llegada. Solo sabía que me necesitaba y yo era dichoso de tenerla acá. pero ahora todo comenzaba a tener más sentido. Si todo se daba como yo pensaba iba a tener la oportunidad perfecta para poner a prueba que tan puta podía ser mi hija.
Esperé unos días para que mi pequeño experimento funcione. Resulta que hace tiempo tenemos que reparar una de las luces del living. Como son varias y es la que menos usamos aparte de que no me gusta laburar en casa nunca lo hice y justamente en la semana el pibe de mantenimiento del laburo nos preguntó si no teníamos alguna changa para él. No me gusta meter gente en casa pero este muchacho es un pan de dios. Quería ver a mi hija provocarlo y de paso el pibe podía aprovechar de mirar un poco. Quería verla en ese plan provocador del que hablaba Daniela.
El día anterior le dije que iba a pasar alguien a hacer ese arreglo y yo no iba a estar. Le dejé la plata para pagarle al pibe y no tuvo problema en hacerme el favor.
Al día siguiente, me levanté como un chico que va a hacer una travesura. Como si fuera día de los inocentes o algo así. Me fui al laburo antes de que se levantaran todos y no pensaba en otra cosa que lo que iba a pasar por la tarde. Cuando volví, estacioné el auto a la vuelta de casa, fui caminando y entré por el garaje en lugar de usar la puerta principal. Me asomé y Lou estaba acostada en el sillón viendo una novela. Andaba descalza con un shorcito amarillo que a veces usa de entre casa y siempre es un morbo como le marca la colita a pesar de ser suelto. Traía también una remera blanca que como todo lo que se pone resaltaba sus pechos. Al parecer estaba sola.
Estaba embobado mirando a mi hija cuando el timbre la hizo saltar del sillón. Era Emanuel, el pibe que venía a reparar la luz. El joven se presentó como "un compañero de trabajo del Alejo". Lou lo recibió un poco cortante, lo que me dio tranquilidad como padre pero un poco de desilusión como morboso. Le indicó cual era la luz sobre la que debía trabajar y volvió a recostarse en el sillón. En ese momento su actitud cambió diametralmente. Se recostó con una pierna recogida y la cola expuesta en dirección al flaco. No pasó nada para que este empezara a mirar con torpeza y timidez dejándose en evidencia. La sonrisa de Lourdes lo decía todo. Era difícil resistir esa manzana deliciosa con el short calado entre sus nalgas. Mi hija se acomodaba cada tanto poniendo la cola más en pompa y haciendo imposible no mirarla.
En un momento se levantó y se fue a la cocina. Pude ver que Emanuel se secó la transpiración de la frente y volvió a concentrarse como pudo en el trabajo. Luego de desarmar el portalámpara con toda su timidez el pibe se asomó a la cocina para avisarle a Lou que iba a tener que cortar la luz un momento si no le molestaba.
- Tranquilo corta, no le tengo miedo a la oscuridad - le dijo ella media risueña
- Va a se un ratito noma, e una pavada esto - le respondió el pibe un poco más suelto
- Quiero ayudar, no queres que te tenga la linterna? - le ofreció con un evidente doble sentido
- No gracia, mirá - le dijo el pibe encendiendo una linterna de led que tenía en la gorra. Acto seguido bajó la llave y se cortó la luz. Mi hija encendió su teléfono y lo siguió al living.
Mientras el pibe trabajaba, Lou le sacó conversación arrancando con
- Hace mucho que lo conoces a mi papá? - a una distancia tan corta que al pibe le temblaban las manos mientras intentaba apurado terminar la reparación.
- y hará un año y algo ma o meno. E muy piola el Alejo, me ta dando una manito - le respondió con su limitado vocabulario. Terminó de decir eso y le pidió si podía levantar el interruptor de la luz. Lou que estaba ya muy amiga fue hacia la cocina con una caminata muy provocativa, mientras la luz de la frente de Emanuel apuntaba directo a su cola. No podía distinguir la cara que estaría haciendo pero era fácil de imaginar. La luz regresó y el muchacho probó muy satisfecho que su trabajo estaba terminado correctamente.
- Ahí ta. quedo bien? - le preguntó canchereando como si hubiera desarmado una bomba.
- Si, perfecto! - lo elogió Lou. Charlaron unos segundos en un tono más bajo y no pude escuchar nada pero unos segundos después mi hija fue a buscar la plata y se la entregó. Se acercaron a la puerta que estaba más cerca de mi escondite y entonces pasó algo que no esperaba
- Espera, te voy a dar una propina por la buena onda - le dijo Lou, con una sonrisa que no gustaba para nada. Con su mano izquierda le manoteo una notable erección por arriba del pantalón y el morocho se sorprendió gratamente, Al ver la cara su cara de aprobación, mi hija se colgó del elástico del pantalón y se lo bajó por completo. Yo quedé de a espaldas de ella pero pude distinguir perfectamente como su cabeza comenzó a moverse en lo que era una de sus espectaculares mamadas. La cara del muchacho era reflejo de lo bien que la estaba chupando mi hija. El piba parecía tener los ojos en blanco y su gesto era de un placer difícil de describir. Allí estaba viendo a mi nena en cuclillas, con las piernas abiertas con su majestuoso colo apuntando hacia mi mientras le chupaba como una profesional.
La pija se me escapaba del pantalón, así que decidí sacarla y con ese show erótico que estaba presenciando comencé a hacerme una buena paja.
- See, cometela toda guacha! - dijo extasiado el joven que estaba en la gloria con semejante mujer
- Shh tranquilo bebé, que está mi hermano durmiendo - le dijo antes de bajar a sus huevos, Como se movió, pude ver como le recorrió la verga con la lengua una y otra vez. Era un espectáculo magnifico la extremadamente trola que podía ser mi chiquita. Yo ya tenía la verga húmeda y pronta a estallar. No pensé que llegaría tan lejos con un pibe que nunca vio y mucho menos en nuestro hogar y para colmo con su hermano enfermo en la casa.
Justamente en medio de la excitación, ninguno de los tres notamos nada hasta que de repente se escuchó con una voz muy ronca un grito
- ¡¿Que carajo está pasando acá?! - era Enzo, en pijama, que arrojó al piso una caja de pañuelos vacía. Yo me sorprendí tanto como ellos. Estaba tan caliente mirando que no lo vi venir.
- Uh no no pará flaco! Yo no quiero bardo con nadie acá - dijo tartamudeando Emanuel, mientras se levantaba los pantalones. Manoteó el picaporte de la puerta pero estaba cerrada con llave.
- Dale Encito. No seas aburrido, tu hermanita es una mujer que tiene necesidades - le respondió Lourdes incorporándose, con una calma sorprendente y una sonrisa
- Espera a que se entere papá de esto, vas a ver que no te reís - le respondió muy alterado acomodándose los anteojos
- A mi me parece que estas un poco celoso - le retrucó la muy zorra acercándose a él.
Sin mediar palabras le bajó el pijama se agachó nuevamente y comenzó a hacerle un trabajito bucal similar al que le hacía al otro pibe segundos atrás. No lo pude creer. Mi prueba había superado todas mis expectativas. Pensé que Lou iba a calentar un poco a ese pendejo y en vez de eso ahora no solo se la había chupado como una puta cualquiera sino que ahora hacía lo mismo con su hermano. Tuve el impulso de entrar pateando la puerta y terminar con todo eso pero el morbo pudo más. En especial al ver la reacción de Enzo
- mmmm no para... esto está mal - trataba de negarse sin mucho ímpetu mientras sentía esa boca y esa lengua que yo tan bien conozco. Es imposible resistirse mucho tiempo
- Dale gordito, si me doy cuenta que te encanta, mirá como se te puso - le decía la muy trola que mientras tanto lo masturbaba suavemente.
El electricista miraba asombrado y se sobaba por encima del pantalón. La boca de Lourdes volvió a la acción y su hermano dejó salir un gemido que trasmitía el placer que estaba experimentando. Esa boca traviesa y esa lengua inquieta hacen maravillas y todos los presentes lo sabíamos a la perfección. Por la excitación, Enzo se olvidó de todo y lejos de negarse, comenzó a meterle la pija hasta la garganta, ante la mirada de puta que le devolvía su hermana. La muy perra estaba disfrutando de tragarse esa pija. La ansiedad con la que chupaba la delataba. Con ese panorama, el otro pendejo no se aguantó más y se unió a los hermanitos. Sacó su verga y se la presentó nuevamente a mi nena que apenas la vio empezó a chuparla.
Esa escena era superior a la mejor porno del mundo. No podía creer lo caliente que estaba al ver a mi hermosa hijita devorando esas pijas, con la boca chorreando saliva muy blanca hasta la pera. Los muchachos deliraban cada vez que le tocaba gozar los placeres que esos labios ofrecían. Estar a unos metros, separado solo por esa puerta entreabierta era como que lo hiciera para mi. La miraba y mi mente imaginaba que lo hacía para calentarme. Podría haber jurado que ella sabía de mi presencia y eso me llevó a otro nivel de calentura mayor. La larga paja que venía haciéndome cobró un nuevo impulso con esta idea.
Enzo estiró su mano hasta acariciar una de las enormes y exquisitas tetas de su hermana. La apretó con fuerza como quien alcanza algo que desea mucho. Mientras Lourdes se levantaba la remera y dejaba a la luz toda la redondez de esos espectaculares pechos. Su hermano ahora la agarraba piel con piel y sentía esos pezones duritos. En ese momento el morbo me ganó y la leche empezó a salir como una erupción volcánica. No se como hice para contener los gemidos pero quedé temblando y con el corazón al borde de un nuevo infarto. Tomé un trapo que encontré por ahí y me limpié. Volví a mirar y la muy puta estaba con el short por las rodillas, parada en medio de los dos pajeandolos a toda velocidad con los dedos de Emanuel entre sus piernas y Enzo perdido entre sus tetas apretándolas y chupándolas con un entusiasmo y una pasión totalmente entendibles,
Ella miraba al cielo en medio de gemidos que no hacían más que calentar más a los dos jóvenes que entre los dos no llegaban por poco a mi edad.
- Te gustan las tetas de tu hermana gordito? - le preguntó con una voz de puta tremenda
- Me encantan, podría estar así todo el día - le respondió Enzo, con los lentes totalmente torcidos.
- Y vos bebé? te gusta mi conchita depilada? - le dijo a Emanuel, con el mismo tono
- Si mamita. esta toda mojada puta, te chuparía toda toda - le contestó el morocho
- Entonces hacelo amor, no hables tanto - le ordenó Lourdes y lo agarró de la nuca acercándolo a su caliente concha. El pibe se perdió entre sus piernas y mi hija empezó a gemir y mover toda su cadera para acompañar el placer. Por la propia calentura, lo agarró del pelo a su hermano y apartándolo de sus pechos le comió la boca. Podía ver sus lenguas desde la distancia. Era un beso caliente, vulgar, descontrolado. Le chupó mucho más que la boca. Mi nena estaba en llamas.
Mientras lo besaba, tomó del pelo a Ema, para apartarlo y se agachó nuevamente entre los dos pajeandolos muy fuerte. Los chicos empezaron a temblar por las maravillosas manos de mi hija y por le hermosa y puta que se veía arrodillada semi desnuda a centímetros de sus vergas. Eso fue suficiente para que ambos muchachos acabaran a chorros sobre la delicada cara de Lourdes que con los ojos cerrados y una sonrisa de oreja a oreja recibía gustosa los numerosos impactos de semen por todo su rostro.
Mire hacia abajo un momento y noté que estaba al palo otra vez. No se en que momento se me volvió a parar pero esta vez me quedé con la calentura. Cuando volvía mirar mi nena reía y se limpiaba la leche, frente al par de incrédulos muchachitos que ya se habían subido los pantalones mostrando cierta vergüenza por su comportamiento. Se paró, fue hasta la puerta y despidió a Ema con un beso en la mejilla, todavía risueña por las muestras de timidez de los dos chicos. Al cerrar la puerta le comió la boca nuevamente a Enzo y le dijo
- Este va a ser nuestro secreto hermanito - lo volvió a besar y se fue a duchar ante la mirada de incredulidad y sorpresa del gordo que solo atinó a acomodarse los anteojos y sentarse en el sillón con la mirada perdida. En ese momento salí del garaje, busqué el auto a la vuelta y fingí mi llegada a casa. Si les daba más tiempo anda a saber con que me encontraba al llegar.
Entré a casa y Enzo seguía en el mimo lugar como una momia. Supongo que siempre debe haber sospechado que la hermana era una trola pero nunca supuso que tan trola.
- Qué haces campeón? Mejor de la gripe? - le pregunté para sacarlo de ese estado
- Si si, todo bien - me dijo, con su verborragia habitual.
- Tu hermana? - le pregunté ya medio sobre actuando mi preocupación paternal
- No sé no sé - me dijo como a la defensiva y se encerró en su cuarto como siempre.
Evidentemente apenas le mencioné a Lou se le deben haber cruzado todas las imágenes del trío. Yo sabía perfectamente que una vez que probas ese cuerpo no podes pensar en otra cosa, así que lo dejé. Diego como de costumbre estaba desaparecido sin aviso. Le escribí para preguntarle si venía a comer y contestó que no.
Cené con mis dos hijos en medio de una tensión sexual evidente que me daba piel de gallina. Cada mirada de mi nena hacia cualquiera de los dos iba cargada de una especie de complicidad y erotismo que podía calentar hasta a los muertos. Antes de la cena llegué a pensar que todo había sido una fantasía mía pero esa actitud de Lourdes me probaba que era capaz de todo. Enzo con esa inocencia casi boba que lo caracteriza apenas podía disimular y miraba hacia abajo sonriendo tímidamente cada vez que cruzaba miradas con su hermana. Para colmo después de la ducha mi nena estaba hecha un infierno: tenía el pelo todavía mojado, estaba vestida apenas con una remera larga que apenas llegaba a cubrirle la cola y todo su cuerpo brillaba por esas cremas que se pone después de cada baño. Esa cena duró lo mismo que las de siempre pero para mi pasó en cámara lenta. Cada vez que se llevaba el tenedor a la boca la recordaba devorando vergas.
Cuando terminamos, Lou se quedó lavando los platos y Enzo se fue a su cuarto. Estaba ansioso, tal vez por la culpa, por ver a su novia por vídeo llamada. Yo me quedé sentado en la mesa mirando la escultural figura de mi hija. Con lo avergonzado que estaba Enzo no asomaría la nariz hasta el día siguiente, sin duda. Me la jugué y me acerqué sigilosamente a mi hija, mientras fregaba los cubiertos, y la agarré directamente de las tetas. Tuvo una reacción de sorpresa que no duró más que unos segundos. Me hizo esa sonrisa que hace cuando va a entrar en acción y me empezó a mover el culo contra mi ya endurecida pija.
- Papi, mirá si nos ve Enzo - me dijo sin detener el movimiento de su cadera
- No me importa nada, hacele una gauchada a papá - le dije, dándola vuelta y empujándola de los hombros hacia abajo.
Se secó las manos con un repasador que tenía cerca y me desabrochó el pantalón. Apenas hizo eso, miré por última vez al pasillo para asegurarme de no ser visto. Mientras hacía esto sentí los carnosos labios de mi nena envolviendo mi verga y eso bastó para que me olvide de todo lo demás. Su lengua juraba al rededor de la punta de mi pija con esa sed de sexo que mostraba siempre. Estaba tan excitado por todo lo que había visto ese día que apenas comenzó a jugar me volvió loco el placer y se la hundí hasta la garganta. Apreté su cabeza con mis dos manos gozando de sus arcadas y después la solté y un chorro espeso salió de su boca.
- Ay pa, estás re bruto hoy, me gusta eso - me dijo, limpiándose la boca
- Si? te gusta? bueno esto te va a encantar, le levanté la remera y vi que tenía una tanga rosa, se la corrí a un costado y se la metí con fuerza. Antes de gritar, tomó el repasador con el que se había secado las manos y lo mordió con fuerza para acallar la exclamación. Eso no hizo más que calentarme más aún. me agarré con las dos manos de esas hermosas caderas y comencé a penetrarla con una fuerza y una velocidad que nunca lo había hecho.
Escuchaba sus gemidos ahogados por el trapo que mordía y me volvía loco. Aparte esa conchita apretada y caliente era el paraíso. Ya había perdido totalmente el control, la cogía como si fuera una puta barata, era puro sexo, ni por un momento se me cruzó algún sentimiento de culpa o arrepentimiento por estar cogiendo de esa manera con mi hija.
Tal era mi calentura que le dije un poco sacado, al oído
- Decime que sos mi puta! decime que sos la puta de papi - mientras sentía como la leche estaba apunto de llenar la cabeza de mi verga.
- Si papi! soy tu puta, soy la puta de papá - me respondió - dejando caer el trapo de su boca.
En ese momento me sentí tan pleno que largué una cantidad obscena de leche en el interior de mi amada hija. La pegué a mi cuerpo y con su perfume de recién bañada mezclado con el aroma a sexo que había ahora decidí irme a dormir y retenerlo en mi memoria. Ella solo me sonrió y terminó de lavar lo poco que le faltaba con mi semen corriendo por sus piernas. Esa fue la última imagen que vi mientras me iba a mi cuarto. Al pasar por la puerta del cuarto de Enzo lo escuche que estaba en esa cursi discusión de noviesitos de "no, yo te amo más" con Abril. No parecía haber escuchado nada.
Con todo ese morbo y con el orgasmo todavía reciente cerré los ojos en mi cama sin saber que podía llegar a pasar al día siguiente, tal como había pasado desde el primer día en que mi hija Lourdes piso esta casa...
29 comentarios - Mi hija Lourdes. Onceaba parte
Van puntos..
Y tendrias que hacer un post de imagenes con tu hija, si es tan putita le va encantar mostrarse jaja
excente trabajo!!
van 10p.