Ella llego a mi vida en una reunión de asamblea de copropietarios, era nombrada la Administradora del conjunto, una mujer de facciones muy finas, joven de 30 años, muy ejecutiva, con una cintura delgada y bellas caderas, sus piernas perfectas y evocadoras contrastaban con la elegancia en su vestir, lucía una blusa descotada donde se apreciaban de manera delicada sus senos talla 34, entre los botones se apreciaba la delicadeza del encaje que rodeaba sus pequeños pero pronunciado pezones, de inmediato mi mente la llevo a la cama; las imágenes que llegaban a mi mente de manera inmediata hacían que la deseara.
Las ideas de acercarme fueron demasiado fuertes, con lo cual inicie una cruzada para ganarme su confianza en las actividades rutinarias como copropietario y colaborador de la administración, al verla veía sus labios húmedos, su piel blanca y bien perfumada, y al abrazarla me encantaba sentir sus senos en mi pecho, duritos y sensuales. Cada día había más confianza hasta que una tarde tocando temas personales me confeso que su esposo no la hacía feliz sexualmente y la verdad no podía entender como un hombre rechazaba a tan bella mujer; esto hizo que de inmediato demostrara de manera prudente mis deseos y sin más ella de manera silente pero muy cauta me dejo ver que yo no le era indiferente.
Decidí invitarla a comer, una noche que mi esposa había salido de viaje, al igual que ella mi vida sexual era pobre y falta de deseo y pasión, ella acepto sin dudarlo, su esposo también viajaba a los estados unidos y se encontraba sin limitantes para disfrutar de una adecuada velada. Me prepare para mi gran noche, depile todo mi cuerpo, me perfume y utilice mi mejor ropa interior. Mi mente daba vueltas imaginando como besaría su cuerpo. Como siempre nuestra expectativa y nuestro deseo va más allá que el de las mujeres, con lo cual comimos en un lugar fantástico, tomamos vino y bailamos, esa noche desnudamos nuestros pensamientos y me lleve una gran sorpresa, ella era una mujer de mente abierta dispuesta a experimentar, llena de fantasías y necesidades, me comento como le encantaba que le besaran su cuerpo, la oralidad y en fin me dio la hoja de ruta a seguir para llenarla de placer; esa noche no logre llevarla a la cama, pero quedo sembrada la semilla del deseo y además el temor de ser descubiertos por nuestras parejas.
Una noche por chat decidí ser muy directo, le comente como me fascinaba su ropa interior, como me encantaba su pantalón blanco el cual dejaba ver sus tangas delicadas y como había deseado besarla en muchas ocasiones, esa noche le dije todo lo que sentía y había imaginado. Creí que me rechazaría, pero para mí fortuna su sorpresa y su preocupación se transformaron en lujuria. La noche siguiente nos enviamos fotos de nuestros cuerpos desnudos, inicialmente yo la rete hacerlo, le envié una foto donde mi pene erecto resaltaba porque me encontraba sentado en una silla de un hotel, me temblaban las manos, pero su reacción fue fascinante, de inmediato empezó a pronunciar frases como que rico estas, como me gustaría tenerlo en mi boca; ella hizo lo propio, me envió una foto de sus senos cubiertos con su ropa interior; pero después envió la siguiente había desnudado su torso, su senos eran fantásticos, sin tener cirugías eran perfectos, redondos, métricos, sus pezones delicados y su piel se veía delicada; luego una de su cuerpo desnudo su vagina brillaba de la humedad que provenía de su vientre, se apreciaba que el deseo era mutuo. No dude ni por un momento en invitarla a compartir cámara, ella un poco apenada decidió aceptar, pero me bombardeo de peticiones, pidió que me desnudara todo, lo hice poco a poco, lentamente y pausadamente, me pidió acariciar mi pene y ella miraba excitada con ojos de deseo infinito, por supuesto ella acariciaba sus senos y su cuerpo, introducía sus dedos en su vagina la cual estaba cada vez más húmeda, el brillo de sus dedos mojados me hacía sentir la necesidad de estar a su lado, nos complacimos en todo hasta que cada uno llego a un orgasmo explosivo. No había duda teníamos que hacer el amor.
Al día siguiente comentamos de nuestra noche de entrega virtual, pero a la ves coordinamos como podríamos encontrarnos una tarde de esa semana, ella quería que fuera muy pronto por que aseguraba que estaba en su semana fértil y gracias a que en su segundo hijo había ligado sus trompas, podría hacer el amor libremente en la semana que más deseo sentía su cuerpo. Pedimos permisos en nuestros trabajos y dos días después nos encontramos, tomamos un taxi y fuimos a uno de los mejores moteles de la ciudad.
La energía de la habitación era radiante, sin dudarlo nos besamos, nuestras lenguas rosaban poco a poco con suavidad y compas, nuestros labios se unían profundamente expresando nuestras ganas de sentirnos, nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, ella empezó a besar mi cuello y con delicadeza me quito la camisa, retiro la correa y los botones del pantalón, besaba cada rincón de mi cuerpo y su lengua no paraba de girar causando placer en cada movimiento sobre mi piel, no retiro mi ropa interior, pero era evidente mi erección la cual ella tomaba con su mano y recorría mi pene con dulzura y picardía. Llego mi turno, quería besarla toda y al igual que ella con mi boca, mis labios y mis manos la desnude lentamente, preferí recorrer su espalda, bese sus hombros y luego todo su torso, me fascinaba sentir su aroma, la gire y vi sus senos, comencé s chupar sus pezones poco a poco, mi mano apoyada masajeaba con ternura pero con firmeza, no podría creer que fuera madre, sus senos tenían una forma perfecta, baje por su vientre y sentí en mi pecho la humedad de su vagina, el aroma que emitía su cuerpo era como un elixir que nublaba mi mente, era un narcótico que me llevaba a sentirla, mi lengua comenzó a jugar con su clítoris, y mis dedos jugaban con la humedad y sus labios vaginales, introducía uno de ellos lentamente y se deslizo con demasiada facilidad gracias a la pronunciada y marcada lubricación que su cuerpo tenia, ella gemía de placer, me solicitaba no me detuviera, el sabor de su cuerpo y su olor me tenían fijado a complacerla, su vientre se contraía los muslos los apretaba, su espalda se retorcía del placer que sentía con el estímulo profundo de mi legua en su cuerpo, hasta que llegó el momento, su gemido y la expresión de su rostro eran señal inequívoca que un orgasmo estaba en curso, no me detenía, yo seguía produciéndole placer, oprimía con algo de fuerza sus pezones y a la ves besaba su vagina seguía introduciendo mis dedos.
De inmediato se abalanzó sobre mí, tomo un sorbo de cerveza y sin más y con mucho cuidado introdujo mi pene en su boca sin derramar una sola gota, sus labios recorrían mi pene y ella succionaba de una manera que producía en mí una sensación única, besaba mis testículos con ternura pero intensamente, sus manos masajeaban mi pene de manera cadenciosa y simultánea, su legua jugaba con mi glande y no cesaba de causarme placer; dijo no más te quiero dentro de mí y acerco su cuerpo al mío estando sobre mí y la penetre profundamente, el movimiento de su cadera y la fuerza para que mi pene la penetrara profundamente eran casi insostenibles, pero yo quería verla llegar de nuevo, la gire y la puse debajo de mí, introduje mis manos por debajo de su cuerpo y la tome por sus nalgas y la penetre una y otra vez, sentía como mi pene entraba en ella y el calor y la humedad de su vagina generaban una sensación infinita de placer, por supuesto llego y de nuevo sus gemidos y los míos rompían dentro de la habitación. Descansamos un poco, yo guardaba mi energía por que aún no quería terminar, continuamos besándonos y sentí la necesidad de penetrarla de nuevo, me puse de pie y la invite a salir de la cama, la puse de espaldas a mí y la empuje un poco, entendió que quería penetrarla, se puso en cuatro al borde de la cama y su cintura y su cadera delgadas hacían contraste con su genitalidad, bese su cuerpo y mis dedos la penetraron un poco, cuando vi que estaba caliente de nuevo introduje mi pene poco a poco, era medio torturante hacerlo de esa manera porque quería estar total mente dentro de ella, hasta que con ritmo y profundidad agarrado de su cadera y palmeando sus nalgas ella me pidió que llegara, al escuchar sus palabras fue como cuando un gatillo de un arma se acciona, mi semen y mis contracciones no se hicieron esperar, mi sensación fue suprema, no logro encontrar como describir la sensación de placer que se me causó al eyacular en ella; mis piernas temblaban, mi cuerpo sudaba profusamente, nos abrazamos besándonos sin cesar y así fue como le hice por primera vez el amor a la administradora de mi conjunto residencial.
Las ideas de acercarme fueron demasiado fuertes, con lo cual inicie una cruzada para ganarme su confianza en las actividades rutinarias como copropietario y colaborador de la administración, al verla veía sus labios húmedos, su piel blanca y bien perfumada, y al abrazarla me encantaba sentir sus senos en mi pecho, duritos y sensuales. Cada día había más confianza hasta que una tarde tocando temas personales me confeso que su esposo no la hacía feliz sexualmente y la verdad no podía entender como un hombre rechazaba a tan bella mujer; esto hizo que de inmediato demostrara de manera prudente mis deseos y sin más ella de manera silente pero muy cauta me dejo ver que yo no le era indiferente.
Decidí invitarla a comer, una noche que mi esposa había salido de viaje, al igual que ella mi vida sexual era pobre y falta de deseo y pasión, ella acepto sin dudarlo, su esposo también viajaba a los estados unidos y se encontraba sin limitantes para disfrutar de una adecuada velada. Me prepare para mi gran noche, depile todo mi cuerpo, me perfume y utilice mi mejor ropa interior. Mi mente daba vueltas imaginando como besaría su cuerpo. Como siempre nuestra expectativa y nuestro deseo va más allá que el de las mujeres, con lo cual comimos en un lugar fantástico, tomamos vino y bailamos, esa noche desnudamos nuestros pensamientos y me lleve una gran sorpresa, ella era una mujer de mente abierta dispuesta a experimentar, llena de fantasías y necesidades, me comento como le encantaba que le besaran su cuerpo, la oralidad y en fin me dio la hoja de ruta a seguir para llenarla de placer; esa noche no logre llevarla a la cama, pero quedo sembrada la semilla del deseo y además el temor de ser descubiertos por nuestras parejas.
Una noche por chat decidí ser muy directo, le comente como me fascinaba su ropa interior, como me encantaba su pantalón blanco el cual dejaba ver sus tangas delicadas y como había deseado besarla en muchas ocasiones, esa noche le dije todo lo que sentía y había imaginado. Creí que me rechazaría, pero para mí fortuna su sorpresa y su preocupación se transformaron en lujuria. La noche siguiente nos enviamos fotos de nuestros cuerpos desnudos, inicialmente yo la rete hacerlo, le envié una foto donde mi pene erecto resaltaba porque me encontraba sentado en una silla de un hotel, me temblaban las manos, pero su reacción fue fascinante, de inmediato empezó a pronunciar frases como que rico estas, como me gustaría tenerlo en mi boca; ella hizo lo propio, me envió una foto de sus senos cubiertos con su ropa interior; pero después envió la siguiente había desnudado su torso, su senos eran fantásticos, sin tener cirugías eran perfectos, redondos, métricos, sus pezones delicados y su piel se veía delicada; luego una de su cuerpo desnudo su vagina brillaba de la humedad que provenía de su vientre, se apreciaba que el deseo era mutuo. No dude ni por un momento en invitarla a compartir cámara, ella un poco apenada decidió aceptar, pero me bombardeo de peticiones, pidió que me desnudara todo, lo hice poco a poco, lentamente y pausadamente, me pidió acariciar mi pene y ella miraba excitada con ojos de deseo infinito, por supuesto ella acariciaba sus senos y su cuerpo, introducía sus dedos en su vagina la cual estaba cada vez más húmeda, el brillo de sus dedos mojados me hacía sentir la necesidad de estar a su lado, nos complacimos en todo hasta que cada uno llego a un orgasmo explosivo. No había duda teníamos que hacer el amor.
Al día siguiente comentamos de nuestra noche de entrega virtual, pero a la ves coordinamos como podríamos encontrarnos una tarde de esa semana, ella quería que fuera muy pronto por que aseguraba que estaba en su semana fértil y gracias a que en su segundo hijo había ligado sus trompas, podría hacer el amor libremente en la semana que más deseo sentía su cuerpo. Pedimos permisos en nuestros trabajos y dos días después nos encontramos, tomamos un taxi y fuimos a uno de los mejores moteles de la ciudad.
La energía de la habitación era radiante, sin dudarlo nos besamos, nuestras lenguas rosaban poco a poco con suavidad y compas, nuestros labios se unían profundamente expresando nuestras ganas de sentirnos, nuestras manos recorrían nuestros cuerpos, ella empezó a besar mi cuello y con delicadeza me quito la camisa, retiro la correa y los botones del pantalón, besaba cada rincón de mi cuerpo y su lengua no paraba de girar causando placer en cada movimiento sobre mi piel, no retiro mi ropa interior, pero era evidente mi erección la cual ella tomaba con su mano y recorría mi pene con dulzura y picardía. Llego mi turno, quería besarla toda y al igual que ella con mi boca, mis labios y mis manos la desnude lentamente, preferí recorrer su espalda, bese sus hombros y luego todo su torso, me fascinaba sentir su aroma, la gire y vi sus senos, comencé s chupar sus pezones poco a poco, mi mano apoyada masajeaba con ternura pero con firmeza, no podría creer que fuera madre, sus senos tenían una forma perfecta, baje por su vientre y sentí en mi pecho la humedad de su vagina, el aroma que emitía su cuerpo era como un elixir que nublaba mi mente, era un narcótico que me llevaba a sentirla, mi lengua comenzó a jugar con su clítoris, y mis dedos jugaban con la humedad y sus labios vaginales, introducía uno de ellos lentamente y se deslizo con demasiada facilidad gracias a la pronunciada y marcada lubricación que su cuerpo tenia, ella gemía de placer, me solicitaba no me detuviera, el sabor de su cuerpo y su olor me tenían fijado a complacerla, su vientre se contraía los muslos los apretaba, su espalda se retorcía del placer que sentía con el estímulo profundo de mi legua en su cuerpo, hasta que llegó el momento, su gemido y la expresión de su rostro eran señal inequívoca que un orgasmo estaba en curso, no me detenía, yo seguía produciéndole placer, oprimía con algo de fuerza sus pezones y a la ves besaba su vagina seguía introduciendo mis dedos.
De inmediato se abalanzó sobre mí, tomo un sorbo de cerveza y sin más y con mucho cuidado introdujo mi pene en su boca sin derramar una sola gota, sus labios recorrían mi pene y ella succionaba de una manera que producía en mí una sensación única, besaba mis testículos con ternura pero intensamente, sus manos masajeaban mi pene de manera cadenciosa y simultánea, su legua jugaba con mi glande y no cesaba de causarme placer; dijo no más te quiero dentro de mí y acerco su cuerpo al mío estando sobre mí y la penetre profundamente, el movimiento de su cadera y la fuerza para que mi pene la penetrara profundamente eran casi insostenibles, pero yo quería verla llegar de nuevo, la gire y la puse debajo de mí, introduje mis manos por debajo de su cuerpo y la tome por sus nalgas y la penetre una y otra vez, sentía como mi pene entraba en ella y el calor y la humedad de su vagina generaban una sensación infinita de placer, por supuesto llego y de nuevo sus gemidos y los míos rompían dentro de la habitación. Descansamos un poco, yo guardaba mi energía por que aún no quería terminar, continuamos besándonos y sentí la necesidad de penetrarla de nuevo, me puse de pie y la invite a salir de la cama, la puse de espaldas a mí y la empuje un poco, entendió que quería penetrarla, se puso en cuatro al borde de la cama y su cintura y su cadera delgadas hacían contraste con su genitalidad, bese su cuerpo y mis dedos la penetraron un poco, cuando vi que estaba caliente de nuevo introduje mi pene poco a poco, era medio torturante hacerlo de esa manera porque quería estar total mente dentro de ella, hasta que con ritmo y profundidad agarrado de su cadera y palmeando sus nalgas ella me pidió que llegara, al escuchar sus palabras fue como cuando un gatillo de un arma se acciona, mi semen y mis contracciones no se hicieron esperar, mi sensación fue suprema, no logro encontrar como describir la sensación de placer que se me causó al eyacular en ella; mis piernas temblaban, mi cuerpo sudaba profusamente, nos abrazamos besándonos sin cesar y así fue como le hice por primera vez el amor a la administradora de mi conjunto residencial.
2 comentarios - Me folle a la administradora de mi conjunto residencial
gracias por compartir!