Siempre me llamo la atención, sus ojos, sus manos, su forma de hablar, el color de su piel, y obviamente también, lo que desde la primera vez que lo vi, fantasee que tenía entre sus piernas.
Todo empezó ya hace unos tres meses. Saliendo de mi trabajo, por la misma calle, me encontré con un chico vendiendo joyas, relojes y bijouterie. Me pare a ver lo que vendía, y entre anillos y relojes, y de manera disimulada, de vez en cuando lo miraba a él. Cuando de repente agarro un anillo, y me lo regalo. "Este te va a quedar perfecto" me dijo. Con ese simple gesto, hizo que me cayera bien.
Y así fueron pasando los días, y yo de vez en cuando me paraba. Me dijo su nombre, Becaye, su edad, 32, de donde era, Senegal. Y así el tiempo fue pasando, y siempre había un saludo de por medio, un guiño de ojo cuando no me podía saludar porque estaba con algún cliente, y como siempre, nunca falto algún piropo. Siempre muy educado, siempre muy ubicado.
Dos meses atrás, decidí volver al gym, por comodidad (y porque el dueño es amigo), voy a uno que queda cerca de mi casa. Todo normal, como siempre empecé con 15 minutos de cardio para calentar un poco el cuerpo, algo que nunca viene mal. Después de que termine la rutina de bici, me dirigí a la sala donde están las demás maquinas, y cuando para sorpresa mía, a quien me encuentro, a mi amigo senegalés Becaye.
Entre las cosas que me llamaron la atención de Becaye desde un principio, lo debo admitir, fue su cuerpo. Sus brazos grandes, fuertes, duros, que por más ropa que llevara, lo abultado de sus músculos no se podía esconder.
Cuando me vio, me sonrió, se acercó y me dijo en broma: Hasta aquí me vas a seguir? Yo me sonroje, reí, y solo lo mire. Me dijo que si quería me podía ayudar a entrenar, a lo que yo obviamente le dije que sí. Y de esa manera empezamos a entrar más en confianza, ya no eran solo nuestras conversaciones de calle, nos empezábamos a conocer, a entrar en calor juntos, traspirar juntos, me excita mucho verlo levantar pesas, ver como se marca su cuerpo, sus músculos. Me calienta mucho, y era sabido que tarde o temprano íbamos a terminar en su cama.
Fue un día viernes cuando decidimos dar un paso más. Me pregunto ¿qué hacía después del gimnasio?, le contesté que nada, mañana trabajo así que me acuesto temprano. Me invito a ver una película a su casa, porque además vive cerca de la mía. Le dije que bueno. Terminamos la rutina alrededor de las 22. Me fui a mi casa, me duche, y después me fui a lo de Becaye. Cuando llegué me atendió otro chico, senegalés también, hasta ese momento pensé que no iba a pasar nada, porque cuando entre en la casa, había otro más. Viven tres en la misma casa. Becaye todavía se estaba bañando, y cuando de la nada, sus otros dos compañeros dicen que se van, que iban a salir.
Ahí estaba yo, con un negro duchándose, y toda mi mente sexópata a full.
Escucho que se abre una puerta, miro para atrás, y estaba el parado, con solo una toalla atada en la cintura. Me pregunto que si estaba bien? Le dije que sí,. Me dijo: ya voy, o si queres, vení vos.
Lo seguí hasta su dormitorio, y ahí estaba parado, mucho más alto que yo, mucho más grande de cuerpo que yo, con toda su experiencia encima, yo me sentí como una nena de 15 años, un segundo debut, perder la virginidad por segunda vez. Esa situación me calentó mucho. Me acerque, lo toque, toque sus brazos, todavía algo mojados, puse mi cara en su pecho. El me abrazo y me dijo, tranquila bebe, no va a pasar nada que no quieras. Yo quería todo.
Me miro, me sujeto la cara y me beso. Sus labios tibios y gruesos se apoderaban de mi boca. En todo momento era el quien dominaba, yo solo quería sentirme poseída. Me anime y le saque la toalla, no me atreví a mirar, seguimos besándonos algunos minutos más, hasta que sentí que algo ya me empezaba a rozar la pierna. Entonces baje la mirada, y ahí estaba, lo que deseaba desde hacía ya casi dos meses, lo que sabía que él tenía, lo que desde hacía años quería probar.
Era larga y gorda, no voy a dar medidas en centímetros porque sería mentira, pero si era larga, y por sobre todo gorda, muy gorda. La cabeza parecía explotar, inflamada, dura. No aguante, me tuve que arrodillar.
Ya arrodillada, solo pensé en chuparla, no aguantaba más, la quería saborear, la quería tener en la boca. Los que me siguen saben lo adicta que soy a la leche. Quería ahogarme con esa pija. Pero inesperadamente el me levanto, y me dijo: yo primero.
Ya de pie, me tomo nuevamente, me beso, sentí toda su boca, su lengua moverse dentro de mi boca. Me sujeto de los brazos con sus grandes manos, me tiro con fuerza a la cama, y me dijo que quería que fuera su putita. Yo no dije nada, pero con solo oír mi respiración agitada, excitada sabía que era un si, con solo oírme respirar, se daba cuenta que quería ser su puta.
Me saco la remera, no tengo una gran delantera, pero él las hizo crecer, estaban duran hinchadas, los pezones me llegaban a explotar. Me mordía, era una mezcla perfecta de placer con dolor. Así estuvo el tiempo suficiente hasta sentir que desbordaba de placer. No tuve más opción que sujetarlo y hacerlo que bajara más. Me dijo, espera putita, si tenemos toda la noche.
Bajó, me desprendió el jean, me lo saco con violencia, y sin sacarme la tanga que tenía, hundió su cara en mi entrepierna. Y con una voz ronca, de hombre caliente, me dijo, que rico olor a concha que tenes puta. Me sacó la tanga, y desde ahí en adelante, me hizo ver el cielo.
Un juego de labios, dedos, lengua, saliva, mis abundantes jugos. Lo sentía tomarlos, beberlos, me lamia y me chupaba, yo solo gemía de placer. Me la chupo alrededor de 15 o 20 minutos. No aguantaba más, mis piernas me temblaban, donde estaba recostada había quedado húmedo por mis jugos.
El se paro, yo me senté en la cama, se empezó a hacer una paja frente a mi, me miro, sonrió, y dijo, ahora vas a saber lo que es coger.
Fin de la primera parte.
Todo empezó ya hace unos tres meses. Saliendo de mi trabajo, por la misma calle, me encontré con un chico vendiendo joyas, relojes y bijouterie. Me pare a ver lo que vendía, y entre anillos y relojes, y de manera disimulada, de vez en cuando lo miraba a él. Cuando de repente agarro un anillo, y me lo regalo. "Este te va a quedar perfecto" me dijo. Con ese simple gesto, hizo que me cayera bien.
Y así fueron pasando los días, y yo de vez en cuando me paraba. Me dijo su nombre, Becaye, su edad, 32, de donde era, Senegal. Y así el tiempo fue pasando, y siempre había un saludo de por medio, un guiño de ojo cuando no me podía saludar porque estaba con algún cliente, y como siempre, nunca falto algún piropo. Siempre muy educado, siempre muy ubicado.
Dos meses atrás, decidí volver al gym, por comodidad (y porque el dueño es amigo), voy a uno que queda cerca de mi casa. Todo normal, como siempre empecé con 15 minutos de cardio para calentar un poco el cuerpo, algo que nunca viene mal. Después de que termine la rutina de bici, me dirigí a la sala donde están las demás maquinas, y cuando para sorpresa mía, a quien me encuentro, a mi amigo senegalés Becaye.
Entre las cosas que me llamaron la atención de Becaye desde un principio, lo debo admitir, fue su cuerpo. Sus brazos grandes, fuertes, duros, que por más ropa que llevara, lo abultado de sus músculos no se podía esconder.
Cuando me vio, me sonrió, se acercó y me dijo en broma: Hasta aquí me vas a seguir? Yo me sonroje, reí, y solo lo mire. Me dijo que si quería me podía ayudar a entrenar, a lo que yo obviamente le dije que sí. Y de esa manera empezamos a entrar más en confianza, ya no eran solo nuestras conversaciones de calle, nos empezábamos a conocer, a entrar en calor juntos, traspirar juntos, me excita mucho verlo levantar pesas, ver como se marca su cuerpo, sus músculos. Me calienta mucho, y era sabido que tarde o temprano íbamos a terminar en su cama.
Fue un día viernes cuando decidimos dar un paso más. Me pregunto ¿qué hacía después del gimnasio?, le contesté que nada, mañana trabajo así que me acuesto temprano. Me invito a ver una película a su casa, porque además vive cerca de la mía. Le dije que bueno. Terminamos la rutina alrededor de las 22. Me fui a mi casa, me duche, y después me fui a lo de Becaye. Cuando llegué me atendió otro chico, senegalés también, hasta ese momento pensé que no iba a pasar nada, porque cuando entre en la casa, había otro más. Viven tres en la misma casa. Becaye todavía se estaba bañando, y cuando de la nada, sus otros dos compañeros dicen que se van, que iban a salir.
Ahí estaba yo, con un negro duchándose, y toda mi mente sexópata a full.
Escucho que se abre una puerta, miro para atrás, y estaba el parado, con solo una toalla atada en la cintura. Me pregunto que si estaba bien? Le dije que sí,. Me dijo: ya voy, o si queres, vení vos.
Lo seguí hasta su dormitorio, y ahí estaba parado, mucho más alto que yo, mucho más grande de cuerpo que yo, con toda su experiencia encima, yo me sentí como una nena de 15 años, un segundo debut, perder la virginidad por segunda vez. Esa situación me calentó mucho. Me acerque, lo toque, toque sus brazos, todavía algo mojados, puse mi cara en su pecho. El me abrazo y me dijo, tranquila bebe, no va a pasar nada que no quieras. Yo quería todo.
Me miro, me sujeto la cara y me beso. Sus labios tibios y gruesos se apoderaban de mi boca. En todo momento era el quien dominaba, yo solo quería sentirme poseída. Me anime y le saque la toalla, no me atreví a mirar, seguimos besándonos algunos minutos más, hasta que sentí que algo ya me empezaba a rozar la pierna. Entonces baje la mirada, y ahí estaba, lo que deseaba desde hacía ya casi dos meses, lo que sabía que él tenía, lo que desde hacía años quería probar.
Era larga y gorda, no voy a dar medidas en centímetros porque sería mentira, pero si era larga, y por sobre todo gorda, muy gorda. La cabeza parecía explotar, inflamada, dura. No aguante, me tuve que arrodillar.
Ya arrodillada, solo pensé en chuparla, no aguantaba más, la quería saborear, la quería tener en la boca. Los que me siguen saben lo adicta que soy a la leche. Quería ahogarme con esa pija. Pero inesperadamente el me levanto, y me dijo: yo primero.
Ya de pie, me tomo nuevamente, me beso, sentí toda su boca, su lengua moverse dentro de mi boca. Me sujeto de los brazos con sus grandes manos, me tiro con fuerza a la cama, y me dijo que quería que fuera su putita. Yo no dije nada, pero con solo oír mi respiración agitada, excitada sabía que era un si, con solo oírme respirar, se daba cuenta que quería ser su puta.
Me saco la remera, no tengo una gran delantera, pero él las hizo crecer, estaban duran hinchadas, los pezones me llegaban a explotar. Me mordía, era una mezcla perfecta de placer con dolor. Así estuvo el tiempo suficiente hasta sentir que desbordaba de placer. No tuve más opción que sujetarlo y hacerlo que bajara más. Me dijo, espera putita, si tenemos toda la noche.
Bajó, me desprendió el jean, me lo saco con violencia, y sin sacarme la tanga que tenía, hundió su cara en mi entrepierna. Y con una voz ronca, de hombre caliente, me dijo, que rico olor a concha que tenes puta. Me sacó la tanga, y desde ahí en adelante, me hizo ver el cielo.
Un juego de labios, dedos, lengua, saliva, mis abundantes jugos. Lo sentía tomarlos, beberlos, me lamia y me chupaba, yo solo gemía de placer. Me la chupo alrededor de 15 o 20 minutos. No aguantaba más, mis piernas me temblaban, donde estaba recostada había quedado húmedo por mis jugos.
El se paro, yo me senté en la cama, se empezó a hacer una paja frente a mi, me miro, sonrió, y dijo, ahora vas a saber lo que es coger.
Fin de la primera parte.
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