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Las Jardineritas

Había sobrevivido un sábado más de carnaval. La boca pastosa, con gusto a cigarro y vino, era la señal de que el sueño me había ganado la partida y que me había desmayado sin previo aviso, acurrucado, desnudo y con la cabeza colgando de la almuhada. A la ciática se le sumó un dolor de cuello y mandíbula. El gustito a sangre que comenzaba a desgustar, me indicaba que mi inconciente había seguido maquinando un largo rato luego de dormirme, provocando que mi boca se cerrara como trampa y que mis dientes no pararan de rechinar. El cuerpo de Paola a lado mio era la prueba suficiente para saber, porque me había estado maquinando. Porque si Pao estaba aca, ¿Donde carajo estaba Angeles?.

Decidí no pensar más y me propuse a aprovechar la situación. Cálidamente separe las piernas de Pao y comencé un trabajo manual sobre su concha al que le respondió con un ronquido y una tragada de saliva. Jaja, tan top ella, si se viera en ese momento se horrorizaría de ella misma: Con la boca abierta y babeada. El labio inferior colgando a un costado. Pero lo que a ella le incomodaba, a mí me causaba ternura.

En ningún momento había dejado de frotarle el filo de mi mano en su clítoris. Decidí pasar al ataque. Comencé a usar dos dedos en círculo y para acompañar la acción, mi boca se devoraba sus tetas, redondas y grandes, que resaltaban aún más por la posición boca arriba. No me molestaba lo que estaba tardando en despertar, de hecho, no lo esperaba, sólo tenía en mente hacerme una paja matutina usando el cuerpo ella.

Pero había algo que no me dejaba concentrarme, un ruido abrasivo, algo así como shic schic schic, que me estaba comiendo el cerebro. Era domingo, las nueve de la mañana, el sol de febrero ya amenazaba con derretir cualquier cosa, quién podía estar laburando o jugando a esa hora. Me levanté como un rayo.

Me acerqué a la ventana a chusmear, sin dejar de masturbarme, esperando identificar quién estaba arruinando mi polvo resacoso. Era sólo ir, ver y luego volver a meterle la pija dura en la boca baboseada de Pao. Pero lo que ví, me dejó a las puertas de un plan mejor. Era Katrina, mi vecina. La ventana de mi pieza da al patio interno de su casa.

Maestra Jardinera, 36 años, morocha, culona, ojos claros y una boquita chiquita pero carnosa. Debo reconocer que tengo un trauma con esta profesión, de hecho Pao, se gana así su vida. Muchas veces disfruto cogiendomela sólo con el guardapolvo puesto, una dualidad del bien y el mal, lo puro y lo sucio en una sólo persona.

No obstante, Katrina era como el ideal de Maestra casta. Y eso hacía que la desee mucho. No le conocía vicio alguno, nunca la ví tomando, nunca fumando. Siempre que me la cruzaba en la calle estaba paseando al perro o haciendo las compras con su madre. En otras ocasiones, la veía colgar la ropa desde el lavadero de mi casa o simplemente desde mi cocina, me colgaba yo, mirándola subir y bajar. Obvio que el momento cúlmine era verla, cuando llegaba de su trabajo, con el guardapolvo puesto y saludando a su caniche en la puerta de su casa. Pero esa Katrina, no era la que estaba viendo ahora.

Esta versión era una perrita buscando provocar. Debo decir, que no debe ser muy común tener un vecino que un domingo este masturbandose desde su pieza, obvio, pero yo me lo tomé así, estaba búscandome para coger. Una gorrita deportiva rosa, el pelo negro que le caía directo a los hombros desnudos y tostados de sus vacaciones. Una bikini también rosa ajustada al cuerpo. Épico, la bombacha cullote, que por el tamaño de sus posaderas, era casi una tanga, se clavaba en las nalgas y sostenían su conchita transpirada por el traqueteo. La carne sobresalía de su cintura, no obstante, mantenía la forma típica de la mujer. Mas abajo, sus dos piernas rechonchas, apretables, deseables,comestibles, la ayudaban a tomar impulso y estar firme en su tarea matinal.

La espalda, brillante por el sudor, se le marcaba perfectamente y esto me calentaba mucho. Una mano, la usaba para sostenerse la cintura y con la otra, rasqueteaba la pared. A veces, la fuerza, la hacía pegar un mini saltito, que traía aparejado un movimiento de nalgas, que terminaban en un meneo cortito y tímido, no se porque, me imagine que por sus auriculares estaba sonando algo de Rock nacional. No podía dejar de acogotarme el ganso, pensando en cómo se lo pasaría duro entre esas nalgas carnosas, mientras recibiría seguro su sonrisa tierna....la sonrisa de la Seño Katri...

-¿Estas acosando a tu vecina hijo de puta?

La voz de ultratumba de Pao me había bajado de un ondazo, además, tenía la sensación de que Katrina me había visto, un segundo no más, se había sacado los auriculares violentamente y había girado.

-No es lo que parece, yo...estaba a punto de ir a meterte la pija en la boca...

Me acerqué al cuerpo de Pao que se estaba convulsionando de la risa. Me arrodillé ante sus piernas abiertas para volver a humedecer su concha. Lamía como si fuera un helado de carne, ella me ayudaba, separando sus labios y marcando con sus largas uñas donde quería la lengua. Comencé a comerla como naranja, los jadeos asmáticos de Pao me calentaban aún más.

-Pero no se puede dormir una mierda en esta casa. Primero ustedes dos roncando como unos hijos de puta; después la yegua esta que se pone a trabajar un domingo, y por último, de nuevo ustedes cogiendo, maldita la hora que te invite a dormir...la próxima te sacas las ganas y te vas en remis.

-Peor tu marido que esta acosando a la vecina...

-Callate, yo me acerqué a la ventana no mas.

-Callensé los dos, traten de no hacer tanto ruido quieren.

Eran esos días que a Angeles no se le podía hablar hasta entrada la tarde. No estaba enojada por la situación, de hecho, había habido mucha onda desde siempre y cuando se enteró que daba para compartir muchas cosas, no le disgustaba, cederme a su amiga para consolar las largas esperas de Paola, quien extrañaba a su marido embarcado en alta mar.

Cerré la puerta de la pieza, y volví con el miembro duro a la cama mientras me colocaba un forrito. Lo presenté en la Vagina de la seño fiestera y de a poco lo fui metiendo. Cuando estuvo adentro, me movía lentamente. Pao había empezado a contornearse agarrándose de la almuhada, a la que luego de varias embestidas violentas la cambio por mi espalda.

Necesitaba sentir su calor y bajar la velocidad, así que mis manos comenzaron a arrastrarse hacía la cabecera de la cama. El cuello de Pao bailaba en mis labios. Era ella la que se movía encanjandose mi vergota, mi mente comenzó a volar y a pensar en Katrina...¿se había avivado de que me estaba masturbando? ¿Pero cómo, si la persiana estaba baja? Capaz que escucho la voz de Pao o quizá yo me había apoyado sin querer en la persiana haciéndo ruido....pero que linda cola, que fulminante mirada...había valido la pena...tocarme, sentirla a escasos 5 metros....no estaba flashando, podía respirar su colonia dulce, podía desgustar el coco de su protector solar, podía disparar un lechazo a su espalda, podía...

-A no...si querés invitala, pero no pensés en ella cuando estas acá....

Quise mentir pero no pude, intenté salir, pero la seño reprendiéndome como nene chiquito, me agarró de las orejas e hizo ademán de tirarme a lo que yo le seguí el juego, quedándome boca arriba. Se montó sobre mi panza y acercó su boquita a mi cuello, a medida que bajaba, me acariciaba con sus rulos, comía mis pezones y chuponeaba el cuello. Comenzó a bajar frotándome su concha húmeda, hasta hacer contacto con la cabezota del pito. Más luego se aferró de mis tetas y comenzó a introducirse la poronga. La Cabecera golpeaba, los jadeos de Pao, se convirtiéron en una frase de Pelicula Yanqui:

-¿Cómo me llamó?

-¿Paola?

-Idiota, ¿cómo me llamo?

-¿Paola?

-No idiota, no me ves, soy la seño Katrina....

Las risas invadieron el cuarto. Aferrando de la cola a Pao y levantando un tanto mi cintura, comencé a penetrarla con ganas. Las tetas se golpeaban entre sí. No voy a mentir que estaba pensando en Katrina. No obstante, el roce de la panza de Pao me traía a la realidad. Me acercaba los pechos, el olor a teta transpirada y perfume me empujaban al límite del lechazo. El um, um, um, solozante de Pao me decía que ella había llegado felizmente.

Pensando en el cullote rosa clavandose en la cola tostada por el sol embestí con furia. Agarré las tetas de la Seño Pao para hacer fuerza y eyacular...cómo si hubiera apretado un botón, al momento de rozar con mis pulgares los pezones duros y rosados de mi amante, la leche salió a borbotones de mi miembro y fue a llenar la bolsita deposito del profiláctico.

13 comentarios - Las Jardineritas

McFerry_
gracisa por compartir!!!
elledany
🤘 🤘 🤘
titopullo77 +1
hey!!!! gracias por pasarte y puntear!
elledany
@titopullo77 daleee .... 😀
lochudo +1
Buenisimo ! Quien no fantaseo con cogerse a una seño !
titopullo77
y sí, las maestritas tienen ese que se yo, ente puro, casto y sensual...