[Font="Cambria"]Hola a todos, agradezco a los que me mandaron mensajes y me insistieron con seguir contando mis historias, quería aclarar a todos los que preguntaron, que todo lo que les cuento es 100% real, así que no me hagan la misma pregunta una y otra vez.
Bueno, esta historia paso hace un par de meses. Mi esposo Álvaro me comentó que venía su amigo de la infancia Eduardo, no le di la menor importancia al asunto. Cierto es que mi marido me había contado de las aventuras que pasaron juntos en aquellos años y del éxito que solía tener su amigo con las mujeres, pero eso ya se me había olvidado. Tampoco le recordaba de cuando asistió a nuestra boda, en esos días lo último en lo que se fija la mente es en los rostros de tanta gente que asiste a la fiesta.
Él venía a una cita de negocios y Álvaro le había ofrecido nuestra casa, aprovechando que tenemos un cuarto para huéspedes. La situación se tornó peculiar cuando intempestivamente mi marido tuvo que salir a Córdoba un día antes de la llegada de su amigo. Por tal motivo, me encargó que recogiera en el aeropuerto a Eduardo y lo trajera a casa. Quedamos en encontrarnos en un café del aeropuerto y cuando llegó me encantó: era un rubio de unos 1.90, sus ojos claros y su sonrisa encantadora me hicieron olvidar el mal humor de ir a buscar a un desconocido en un aeropuerto.
Nunca entendí por qué me puse tan nerviosa al verlo. Él me saludó como si me conociera de toda la vida, me beso y abrazo, pero se intimidó un poco al notarme nerviosa. Seguramente en esos momentos le parecí una retrasada mental, creo que le contesté "bien" cuando me preguntó si tenía largo rato esperando y "no, voy llegando" cuando me dijo que cómo estaba. Ni siquiera un "¿Cómo te fue en el viaje?" se me ocurrió. Había quedado en calidad de idiota, pero pronto me sentí mejor; tuvimos una conversación agradable y nos dirigimos al auto.
"Es una lástima que Álvaro haya tenido que salir a Córdoba", me comentó mientras enfilábamos hacia la casa. "Me había prometido que iríamos a recordar los viejos tiempos", continuó en tono de broma pero con cierto aire de invitación. "Si querés te llevo a cenar", le contesté con muchas ganas de ir a dar una vuelta.
Llegamos a un restaurante de Capital Federal y estuvimos charlando un largo rato sin cesar. Notaba que no dejaba de mirarme las tetas, lo que produjo que me mojara la tanga blanca que llevaba puesta por morbo que me ocasionaba.
-Bonito escote, insinúa que tienes unas bonitas tetas. Redonditas y suaves, justo como a mi me gustan - me dijo descaradamente
-Gracias - le respondí, dibujando una sonrisa bien de puta.
Estuvimos charlando un rato más y de repente se levantó, se acercó a mi y me estampó un beso en los labios. Yo le miré anonadada, no me lo esperaba y él me dijo:
-Discúlpame, pero llevaba rato deseando besarte - y volvió a besarme, esta vez con más energia, llenándome la boca con su lengua. Yo le agarré de la nuca y le empujé hacia mi para que no dejara de besarme.
Ambos nos fuimos a mi casa, que estaba vacía, ya que mi hija no estaba allí, sino en casa de una de sus tantas "amigas". Nos fuimos a la habitación matrimonial de Álvaro y mia, y me acosté. Eduardo se bajó el cierre del pantalón, sacó su pija grande, gorda, peluda y venosa y me pidió que se la chupara.
Me sente a la orilla de la cama y el se paro frente a mi, lo senti riquisimo el sabor saladito del liquido que salia por la puntita me sabia delicioso se lo chupe suavecito juguetendoselo con mi lengua y con mi boca, Eduardo se tumbo y me hizo a un lado mi tanguita para comenzar a chuparme sabrosamente… fue el minuto mas largo de mi vida (o mas bien dude de que fuera un minuto) pero asi también el mas placentero, mi corazón latía a mil y ahí estaba el amigo de mi marido dandome un oral de miedo; A esas alturas mi concha ya derramaba jugos al por mayor y mi excitacion era evidente… me mordía los labios, estaba yo en el cielo cuando sentí una de las manos de Eduardo tocandome una de mis tetas… sentí una carga eléctrica que me recorrió de arriba a abajo y estallé como no lo había hecho antes en mi vida. Me subí como gata en celo hacía él, prendiéndome de su verga como si fuera un preciado caramelo, ofreciéndole mi culo en el aire a Eduardo, mismo que siguió lamiendo desde atras, pero eso ya no me llenaba, asi que alce la mirada y le dije:
-METEMELO YA!
Me lo refregó un poco en mi conchita y me la metió... Uff…. me sentí en la gloria cuando por fin pude sentirlo adentro, se encaminaba a darme la cogida de mi vida, y en mi propia cama!!! Me tenía sujeta con firmeza de las caderas, arrancándome un orgasmo mas por las incesantes arremetidas en mi conchita, Después de unos minutos, tenía uno de sus dedos en mi culo.
Me volví a poner de pie y de espaldas abriendo mi cola con ambas manos y mostrándole mi sedoso culo. Inmediatamente lo tuve detrás de mí besándome el agujero, la tan deseada entrada de mi culo. Me puse en cuatro patas sobre la alfombra dirigiendo mi agujero a su rostro, lo besó una y mil veces, me lo mordía, me agrandaba la entrada con su lengua. Ahhhhhhh
En ese momento, respondiendo a mi deseo apoyó su cabeza rosada sobre la entrada de mi ojete húmedo que latía de placer, pedía dame, dame, dámelo todo! Fue entrando muy despacio, me lo metió todo y sentí sus bolas frotando mis nalgas y sus gritos...
-Qué placer diosa! Que hermoso que es culearte! Que caliente que está adentro.... Ahhhh
Me dolía un poco pero al mismo tiempo sentía placer, un placer masoquista que se arrogaba darle mi carne para que gozara como un animal. Me estaba culeando, se culeaba a la mujer de su amigo, dándome como loco, entrando y saliendo su pene.
Luego sentí cómo estallaba dentro y me inundaba el orto de caliente leche, y yo gemí, sí gemí como una puta desgraciada. Ahhhhhh – dije- rómpeme el orto, no pares hasta que me haga toda encima.
Tras su largo orgasmo lo sacó dejando mi culo chorreando leche sobre la alfombra. Yo estaba excitada como nunca, pasé la lengua por la alfombra saboreando su semen y lo miré con ojos de animal. Finalmente le arrebaté el miembro y me lo metí en la boca, hizo intentos de sacarlo porque le había quedado muy sensible tras el orgasmo, pero me lo metí en mi boca y empezó a retorcerse y a gemir de nuevo, se la chupe sacándolo de mi boca y produciendo un ruido de chupadas descomunal. Lo hice unas treinta veces.... hasta que su leche saltó de nuevo hacia mis labios.
La tragué toda, era riquisima... la leche caliente de un macho.
Entonces se limpió y empezó a vestirse. Yo me quedé quieta unos instantes, recuperando el aliento, y entonces me vestí también.
A la mañana cuando alcancé a escuchar que el porton de la casa se abria y mi marido metia el auto a la cochera, Eduardo se asustó, le dije que se vaya a la habitación de huespedes y así hizo, mi marido se acostó y quizó descansar un rato más, mientras yo atendía de su amigo en el cuarto de huéspedes.
Bueno, esta historia paso hace un par de meses. Mi esposo Álvaro me comentó que venía su amigo de la infancia Eduardo, no le di la menor importancia al asunto. Cierto es que mi marido me había contado de las aventuras que pasaron juntos en aquellos años y del éxito que solía tener su amigo con las mujeres, pero eso ya se me había olvidado. Tampoco le recordaba de cuando asistió a nuestra boda, en esos días lo último en lo que se fija la mente es en los rostros de tanta gente que asiste a la fiesta.
Él venía a una cita de negocios y Álvaro le había ofrecido nuestra casa, aprovechando que tenemos un cuarto para huéspedes. La situación se tornó peculiar cuando intempestivamente mi marido tuvo que salir a Córdoba un día antes de la llegada de su amigo. Por tal motivo, me encargó que recogiera en el aeropuerto a Eduardo y lo trajera a casa. Quedamos en encontrarnos en un café del aeropuerto y cuando llegó me encantó: era un rubio de unos 1.90, sus ojos claros y su sonrisa encantadora me hicieron olvidar el mal humor de ir a buscar a un desconocido en un aeropuerto.
Nunca entendí por qué me puse tan nerviosa al verlo. Él me saludó como si me conociera de toda la vida, me beso y abrazo, pero se intimidó un poco al notarme nerviosa. Seguramente en esos momentos le parecí una retrasada mental, creo que le contesté "bien" cuando me preguntó si tenía largo rato esperando y "no, voy llegando" cuando me dijo que cómo estaba. Ni siquiera un "¿Cómo te fue en el viaje?" se me ocurrió. Había quedado en calidad de idiota, pero pronto me sentí mejor; tuvimos una conversación agradable y nos dirigimos al auto.
"Es una lástima que Álvaro haya tenido que salir a Córdoba", me comentó mientras enfilábamos hacia la casa. "Me había prometido que iríamos a recordar los viejos tiempos", continuó en tono de broma pero con cierto aire de invitación. "Si querés te llevo a cenar", le contesté con muchas ganas de ir a dar una vuelta.
Llegamos a un restaurante de Capital Federal y estuvimos charlando un largo rato sin cesar. Notaba que no dejaba de mirarme las tetas, lo que produjo que me mojara la tanga blanca que llevaba puesta por morbo que me ocasionaba.
-Bonito escote, insinúa que tienes unas bonitas tetas. Redonditas y suaves, justo como a mi me gustan - me dijo descaradamente
-Gracias - le respondí, dibujando una sonrisa bien de puta.
Estuvimos charlando un rato más y de repente se levantó, se acercó a mi y me estampó un beso en los labios. Yo le miré anonadada, no me lo esperaba y él me dijo:
-Discúlpame, pero llevaba rato deseando besarte - y volvió a besarme, esta vez con más energia, llenándome la boca con su lengua. Yo le agarré de la nuca y le empujé hacia mi para que no dejara de besarme.
Ambos nos fuimos a mi casa, que estaba vacía, ya que mi hija no estaba allí, sino en casa de una de sus tantas "amigas". Nos fuimos a la habitación matrimonial de Álvaro y mia, y me acosté. Eduardo se bajó el cierre del pantalón, sacó su pija grande, gorda, peluda y venosa y me pidió que se la chupara.
Me sente a la orilla de la cama y el se paro frente a mi, lo senti riquisimo el sabor saladito del liquido que salia por la puntita me sabia delicioso se lo chupe suavecito juguetendoselo con mi lengua y con mi boca, Eduardo se tumbo y me hizo a un lado mi tanguita para comenzar a chuparme sabrosamente… fue el minuto mas largo de mi vida (o mas bien dude de que fuera un minuto) pero asi también el mas placentero, mi corazón latía a mil y ahí estaba el amigo de mi marido dandome un oral de miedo; A esas alturas mi concha ya derramaba jugos al por mayor y mi excitacion era evidente… me mordía los labios, estaba yo en el cielo cuando sentí una de las manos de Eduardo tocandome una de mis tetas… sentí una carga eléctrica que me recorrió de arriba a abajo y estallé como no lo había hecho antes en mi vida. Me subí como gata en celo hacía él, prendiéndome de su verga como si fuera un preciado caramelo, ofreciéndole mi culo en el aire a Eduardo, mismo que siguió lamiendo desde atras, pero eso ya no me llenaba, asi que alce la mirada y le dije:
-METEMELO YA!
Me lo refregó un poco en mi conchita y me la metió... Uff…. me sentí en la gloria cuando por fin pude sentirlo adentro, se encaminaba a darme la cogida de mi vida, y en mi propia cama!!! Me tenía sujeta con firmeza de las caderas, arrancándome un orgasmo mas por las incesantes arremetidas en mi conchita, Después de unos minutos, tenía uno de sus dedos en mi culo.
Me volví a poner de pie y de espaldas abriendo mi cola con ambas manos y mostrándole mi sedoso culo. Inmediatamente lo tuve detrás de mí besándome el agujero, la tan deseada entrada de mi culo. Me puse en cuatro patas sobre la alfombra dirigiendo mi agujero a su rostro, lo besó una y mil veces, me lo mordía, me agrandaba la entrada con su lengua. Ahhhhhhh
En ese momento, respondiendo a mi deseo apoyó su cabeza rosada sobre la entrada de mi ojete húmedo que latía de placer, pedía dame, dame, dámelo todo! Fue entrando muy despacio, me lo metió todo y sentí sus bolas frotando mis nalgas y sus gritos...
-Qué placer diosa! Que hermoso que es culearte! Que caliente que está adentro.... Ahhhh
Me dolía un poco pero al mismo tiempo sentía placer, un placer masoquista que se arrogaba darle mi carne para que gozara como un animal. Me estaba culeando, se culeaba a la mujer de su amigo, dándome como loco, entrando y saliendo su pene.
Luego sentí cómo estallaba dentro y me inundaba el orto de caliente leche, y yo gemí, sí gemí como una puta desgraciada. Ahhhhhh – dije- rómpeme el orto, no pares hasta que me haga toda encima.
Tras su largo orgasmo lo sacó dejando mi culo chorreando leche sobre la alfombra. Yo estaba excitada como nunca, pasé la lengua por la alfombra saboreando su semen y lo miré con ojos de animal. Finalmente le arrebaté el miembro y me lo metí en la boca, hizo intentos de sacarlo porque le había quedado muy sensible tras el orgasmo, pero me lo metí en mi boca y empezó a retorcerse y a gemir de nuevo, se la chupe sacándolo de mi boca y produciendo un ruido de chupadas descomunal. Lo hice unas treinta veces.... hasta que su leche saltó de nuevo hacia mis labios.
La tragué toda, era riquisima... la leche caliente de un macho.
Entonces se limpió y empezó a vestirse. Yo me quedé quieta unos instantes, recuperando el aliento, y entonces me vestí también.
A la mañana cuando alcancé a escuchar que el porton de la casa se abria y mi marido metia el auto a la cochera, Eduardo se asustó, le dije que se vaya a la habitación de huespedes y así hizo, mi marido se acostó y quizó descansar un rato más, mientras yo atendía de su amigo en el cuarto de huéspedes.
5 comentarios - Atendiendo al invitado de mi marido
Ufff qué relato bien caliente !!!