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Cuando se fue la luz 2da. parte

Pasaron varios días antes que volviera a clases. Presenté una licencia por enfermedad, y me quedé en casa tratando de superar el momento vivido. Por fin, decidí reintegrarme. Todo anduvo bien en los demás cursos, pero el día que debía volver al de Damián y Osvaldo, estaba realmente nerviosa. Estaba segura que uno de ellos había sido, y tenía firmes sospechas.
En el tiempo que pasé en casa traté de recordar donde estaban los jóvenes al momento de cortarse la luz. Yo estaba e el extremo de una larga mesa, y juraría que Damián estaba en el otro extremo, a no menos de 3 metros de mi lugar. Por mas que quise, no pude recordar donde estaba Osvaldo. Debió ser el quien estaba detrás mio y se aprovechó del corte de luz. Estaba casi segura. Pero casi no era suficiente para inculparlo y enfrentarlo. Tenía que asegurarme.
Ya en clase escuché como Osvaldo arregló con otro compañero para irse a dormir a su casa esa noche. Esa casa quedaba en otra localidad a unos 30 kms. de donde estaba la escuela.
Damián en cambio no quiso ir, diciendo que tenía cosas que hacer. Las bromas de Osvaldo, hicieron que se pusiese colorado.
Terminada la clase, me despedí y me fui a mi casa. Cené y me acosté pensando como vengarme. Leí un rato, por fin tomé un sedante, y apagué mi velador. Había corrido las cortinas y la oscuridad en la habitación era total, salvo una tenue claridad proveniente del salón principal, donde tenía una lámpara que dejaba prendida y teñía con algunos reflejos mi dormitorio. Apenas si distinguía la silueta de los muebles. Me dormí pensando como ajustar cuentas con Osvaldo.
Tal vez por esa motivación es que soñé que revivía lo ocurrido. Soñé que en la oscuridad una mano me acariciaba, me desnudaba y tomaba posesión de mi sexo, acariciándome con lujuria, masturbándome con sus dedos.
Era una sensación tan real que llegar al clímax no me costó nada. Nunca me había pasado el tener un orgasmo tan poderoso estando dormida. Una vez que terminé de correrme, comencé a despertar.
Cuando me tranquilicé, sentí que estaba destapada. Mi camisón estaba levantado hasta mi cintura, y estaba desnuda de la cintura para abajo. Sin darme cuenta, en el sueño, me había desnudado y seguramente me había estado masturbando, por eso las sensaciones.
Cuando mi respiración se normalizó abrí los ojos, y me sobresalté. La oscuridad era total. Pensé que debía haberse quemado la lámpara del salón, y no veía nada, cuando de la nada, una mano tapó mi boca antes que pudiera gritar y un cuerpo me aplastó sobre la cama. Quedé paralizada del miedo, y una boca que jugueteaba con mi oreja susurró un quedo Shhhhhhhhh, que me congeló.
Un brazo separó una de mis piernas y el cuerpo que estaba sobre mí, se ubicó entre mis extremidades. Intenté con mis manos separarlo, pero apenas me había apoyado en él, cuando sentí como su vara, aprovechando la lubricación de mi orgasmo, me penetraba hasta lo más profundo de mi cuerpo, haciendo que mis puños se cerrarán y un gemido se escapara a través de la mano que tapaba mi boca. De inmediato comenzó un lento y suave pistoneo, un mete y saca glorioso que fue tranquilizándome. Era el. Era el desconocido del baño de la sala de profesores. Era uno de mis alumnos.
Y, de pronto, comprendí todo. No había olvidado la llave. El cabrón la había sacado de mi cartera cuando volvió a la biblioteca luego de cogerme. Y ahora, había entrado a mi apartamento, había apagado la luz, y se había dedicado a acariciarme hasta que consiguió hacerme acabar. Y ahora me poseía como si fuera mi dueño, mas lento y suave que la vez anterior, seguramente por la tranquilidad que le daba saber que tenía todo el tiempo del mundo y que nadie nos molestaría.
Me quedé quieta, aunque me moría por abrazarlo y acercarlo a mi cuerpo. No quería demostrarle cuanto necesitaba el tratamiento, y lo bien que me había sentir, a mí, que estaba tan necesitada de buen sexo desde hacía mucho tiempo.
Aflojé mi cuerpo y lamí su mano, para indicarle que me soltara que no gritaría y lo entendió.
- ¿ Porqué me fuerzas a esto? Se quien eres y te lo haré pagar.
Por toda respuesta, me desmontó y en la oscuridad tomó mis caderas y me obligó a darme vuelta y ponerme en cuatro. Bah, en realidad me indicó con sus manos lo que quería. Solita giré y hundí la cabeza en la almohada. De inmediato lo sentí a mi grupa y de inmediato volvió a ensartarme lentamente, mas lento de lo que yo hubiera deseado.
Estrujé la almohada con mis manos, y la mordí para no darle el gusto de que me sintiera gozar y me dejé ir en un profundo orgasmo, que sacudió todo mi cuerpo.
De inmediato mi pareja anónima comenzó a acelerar. Entendí que iba a vaciarse.
- Por favor, no me tires adentro, supliqué, y el por toda respuesta tomó mi mano y la dirigió a su verga. La sacó unos centímetros, y al tocarla noté que traía un preservativo. Volvió a acelerar.
- Siiii, dame todo, gemí ya sin poder contenerme, y los profundos golpes que sentí me indicaron claramente que mi amigo se estaba vaciando, que sus huevos estaban quedando secos dentro mi cuerpo. Y caímos sobre la cama, despatarrados. Quedamos allí unos minutos, hasta que sentí que se levantaba. Me quedé quieta, tratando de descifrar los sonidos ya que no veía nada. De pronto, la luz del salón volvió a encenderse, y vi que estaba sola. La puerta del departamento se abrió y volvió a cerrarse. Se había ido. Me habían vuelto a usar, y otra vez, no había reconocido a quien se había beneficiado de mi cuerpo. Mi departamento daba al contrafrente, así que no podía apurarme para ver quien salía del edificio. Me levante lentamente, y me metí en el baño para darme una ducha, tratando de sacarme el aroma a sexo que me impregnaba. Volví al dormitorio y no recuerdo en que momento me dormí.
A la mañana siguiente pensé que había soñado, hasta que en la mesa de salón encontré un preservativo lleno de semen.
Por un momento tuve miedo. No podía ser que un desconocido tuviera la llave de mi casa, y pensé en cambiar la cerradura, pero de hacerlo nunca podría descubrirlo, así que decidí planificar las cosas para que no volvieran a ocurrir de la misma manera. Tendría una linterna bajo mi almohada y cuando mi visitante entrara podría verlo y ponerlo en su lugar. Mas tranquila, inicié mi día de trabajo.
Para empezar, comencé a tomar pastillas. No iba a correr el riesgo que este cabrón me embarazara.
Tenía que averiguar en que momento Osvaldo se había desprendido de su amigo para venir a visitarme.
En la escuela, me enteré con sorpresa que esa noche, temprano, Osvaldo y su amigo habían sido detenidos en la ciudad vecina adonde habían ido, por hacer un escándalo en un bar, y que habían pasado la noche en una celda. Todas mis conjeturas se cayeron al suelo. No había sido Osvaldo. Seguramente era Damián el responsable. ¿ Pero cómo lo había hecho? ¿ Si estaba en la punta de la mesa, como llegó en la oscuridad a ponerse a mi espalda sin que nadie lo notara? Realmente merecía un premio a la iniciativa, mas allá de la golpiza que pensaba propinarle apenas hubiere lugar.
La siguiente noche que tuve clase con mi curso, traté en vano de detectar algún gesto de mi sospechoso, pero nada conseguí.
Cuando terminó la hora, fue Osvaldo el que se acercó muy atento a conversar conmigo. Me hizo algunas preguntas sobre el tema del día y luego me saludó y se fue. Damián se había retirado antes, saludando apenas, como siempre.
Junté mis cosas, y volví a mi casa. Estaba nerviosa. Percibí que esta noche volvería a visitarme. Siempre ocurría en los días que tenía clase con este grupo. Se ve que el muy cabrón se excitaba cuando me veía, y para sacarse la calentura venía a poseerme. Pero esta noche lo esperaría y terminaría con el anonimato.
Pasé por un drugstore que atendía las 24 horas, para comprar algunas cosas que necesitaba, y luego entré a mi departamento.
Cené escuchando música, y luego fui a acostarme. Leí un rato, y decidí no tomar mi sedante. No quería dormirme profundamente para evitar que me sorprendieran.
Luego de un rato el sueño me fue venciendo, dejé el libro y apagué la luz. La claridad del salón dejaba una suave penumbra que me permitía ver mi dormitorio. Cerré los ojos unos minutos, y al abrirlos, con terror todo estaba oscuro. El ya estaba aquí. Me quedé quieta y mi mano bajo la almohada buscó la pequeña linterna que serviría para terminar con esta aventura.
Una mano me acarició el rostro, mientras las sabanas volaban dejándome descubierta. Una mano trepó por mi pierna, hasta mi sexo, y de un tirón arrancó mi bombacha dejándome totalmente desnuda. Me quedé quieta. Me relamía con la sensación que daba el saber que la jugada estaba en mis manos. Cuando quisiera sabría quien era, así que lo dejé hacer. Separó mis piernas y su lengua comenzó a juguetear con mi sexo . La sensación era genial. En la oscuridad mas absoluta, esa boca jugando con mi sexo era insoportable. Apreté con fuerza la linterna, pero no la encendí. Decidí disfrutar un rato mas de ese tratamiento inesperado, y tan poco usual en mi vida sexual. Esa lengua que penetraba mi vagina me estaba elevando al séptimo cielo, y confirmaba los comentarios de mis amigas, cuando tuvieron la suerte de toparse con alguien capaz de hacer un buen cunilingus.
Me dejé llevar. Iba a dejar que el me llevara al orgasmo y cuando quisiera penetrarme el juego habría terminado. Mi orgasmo fue creciendo y cuando su dedo perforó mi ano, me corrí como una princesa. Fue hermoso. Cuando terminé de correrme, el ya había trepado por mi cuerpo y se estaba acomodando para poseerme. Mis piernas abiertas estaban sobre sus hombros, y la cabeza de su pene rozaba mis labios vaginales. La hora había llegado. Apunté la linterna y la encendí...... Y nada ocurrió. Desesperada insistí en prender y apagar, y mientras yo luchaba con la linterna el animal me clavó hasta el fondo, y comenzó un mete saca brutal. Que diferencia con la vez anterior. Me estaba destruyendo. Empujaba como si en ese acto le fuera la vida.
- Por favor, por favor, supliqué, mas despacio, me matas, me matas, supliqué, pero no había manera que cejara en su intención de partirme en cuatro, como daba toda la sensación de que era su intención.
Su boca se adueñó de la mía para que me callara sin dejar de perforarme. Estaba trastornada. ¿ Cómo podía ser que la linterna hubiera fallado si la había probado? Fue mi último pensamiento. No podía ya apartar mas mi mente de lo que estaba ocurriendo allí abajo. Me estaban usando como nunca lo habían hecho, y me estaba gustando. Quien me montaba era un verdadero animal. Nada que ver con el sexo suave que me había dado la noche antes. Esta noche estaba sacado, caliente, no había manera de detenerlo, solo una copiosa eyaculación podía hacer que se detuviera, y con mis piernas sobre sus hombros me estaba partiendo. Su verga llegaba a rincones desconocidos de mi vagina. Ya no soportaba mas cuando sentí que se retiró un poco y se detuvo de golpe. Se quedo quieto un segundo, y con un gruñido se hundió hasta las cachas y un líquido caliente me inundó. 5, 6, 7 chorros me quemaron. El muy hijo de puta esta vez no había encapuchado su verga. Me estaba llenando como nunca me habían llenado. Esa sensación me hizo correr de inmediato. Todo se fue calmando y nos quedamos unos minutos quietos. Sentí que se retiró y trepó por mi cuerpo hasta ubicar sus rodillas al costado de mis hombros. Una verga pegajosa y morcillona comenzó a frotarme la cara, embarrándome su semen.
De inmediato comprendí su intención, y cuando comenzó a latir no me quedaron dudas. Traté de negarme pero sus piernas inmovilizaban mis brazos y sus manos dirigieron su verga , y me obligaron a separar los labios para introducirla. Una vez dentro comenzó a masturbarse con mis labios. Sentía como se iba endureciendo lentamente, hasta obligarme a distender mis labios para absorberla toda. Comenzó a suspirar mientras seguía moviéndose. Traté de salirme de esa posición. El hijo de puta se iba a correr en mi boca. Yo no quería, no quería, y de pronto sentí que su verga se endureció, se estiró y la leche me llenó la boca. Pensé que me ahogaba, así que no tuve otro remedio que comenzar a tragar y tragar, hasta dejarle la verga limpia.
Se levantó de la cama y yo me quedé allí agotada. Cuando se encendió la luz del salón y la puerta se cerró me levanté. Las piernas me temblaban. Nunca me habían poseído de esta manera. En la mesa ratona del salón estaban las pilas de la linterna. El cabrón había entrado antes a mi departamento y la había descubierto. La había inutilizado y luego dejado en su lugar para que yo no sospechara. Debí reconocer que, por ahora, Damián era mas inteligente que yo. Pero las cosas iban a cambiar, me lo juré a mi misma.
Al día siguiente, fui a la escuela decidida a confrontar con el y dispuesta a todo. Llegué temprano y me quedé en un recodo por donde el tendría que pasar. Del otro lado del ángulo de la pared, se detuvieron dos de mis alumnas del mismo curso y el diálogo que mantuvieron terminó de enloquecerme.
- Anoche fue imposible dormir en casa, dijo una de ellas.
- ¿ Qué te pasó?
- Pues que mis viejos se fueron de viaje , y mi hermano no tuvo mejor ocurrencia que invitar a Damián a jugar con la Play. Empezaron apenas volvimos de la escuela, y a las 5 de la mañana seguían a todo dar, con ruidos, carcajadas y gritos. Estoy agotada.
Mi rostro debe haber empalidecido. ¿ Damián estuvo jugando hasta la madrugada? Entonces no había venido a mi departamento. ¿ Y al final, quien se estaba beneficiando de mi cuerpo? No era Osvaldo, no era Damián. ¿ Quién era el cabrón?

5 comentarios - Cuando se fue la luz 2da. parte

machotemotero
Muy bueno....me puso a cien...pero quien era???
pacovader
Leído. 😀 buen relato.
kramalo
jajaaa.... si no le muerde la pija, no va a dejar de violarla...jaja..muy bueno..!!