Calentón en el baño turco
Lograron hacerse entender con la señora que lo regentaba. Ésta les guio hasta una sala en la que debían desvestirse y quedarse únicamente con la parte de abajo. Se quitaron la ropa despacio, expectantes. Era la primera vez que iban a verse casi desnudas. Las chicas fueron conducidas hasta el propio hammam, un amplio espacio en el que una decena de mujeres estaban sentadas en el suelo, rodeadas de barreños de agua y realizando su propio ritual de baño.
Como veían y habían leído, algunas de ellas se ayudaban de su acompañante para frotarse la espalda con un guante especial de exfoliación. Silvia y Valentina se sentaron y comenzaron a echarse agua de los cubos que la señora les había preparado. Ya mojadas, Valentina agarró el guante, lo untó de jabón y empezó a frotar a su amiga. Se puso de rodillas mientras ella permanecía sentada. Recorrió toda su espalda y sus brazos, con suavidad pero también con energía. Al primer contacto de sus pechos con el cuerpo de Silvia, sus pezones se endurecieron.
Tal y como la señora les había explicado, había que exfoliar cada centímetro de piel. Entonces, cuando terminó con la espalda, Silvia abrió las piernas y Valentina se colocó frente a ella. Sus cuerpos volvieron a aproximarse y los carnosos labios de Silvia se entreabrieron mientras fijaba sus ojos en los de Valentina. El ambiente era húmedo y cálido.
Silvia descendió tímida hasta los muslos de su amiga. Los frotó con el guante sin poder evitar rozar en ocasiones su sexo. Valentina no le dijo nada pero cada vez que, por casualidad, esta sentía la mano de Silvia cerca de la ingle, su clítoris se hinchaba.
Cuando llegó el turno de Silvia, Valentina la enjabonó sensualmente, aprovechando cualquier oportunidad de acariciar su piel. De forma deliberada, aunque sutil, arrimaba sus senos a la espalda de la primera, de modo que sus pezones se deslizaran delicadamente por ella.
A esas horas, en el hammam quedaban un par de personas y, en un momento que nadie miraba, Valentina se envalentonó y besó su cuello fugazmente. Silvia se sobresaltó, aunque llevaba toda la tarde esperándolo.
Entre miradas cómplices, se aclararon con la poca agua que quedaba en los barreños y se encaminaron a la sala anterior para recoger sus cosas.
-Tengo ganas de ti- le dijo Valentina, cogiéndola por la cintura mientras esta buscaba su ropa en la mochila.
Había un baño libre. Bastante cochambroso y poco romántico, por cierto, pero daba igual: el deseo que sentían era mayor. Valentina la aprisionó contra la puerta y la besó ansiosa, cogió sus pechos y se metió en la boca sus pezones. Los abarcó con su lengua juguetona, mientras Silvia intentaba a duras penas controlar sus gemidos.
Se bajaron las braguitas y juntaron sus pubis rasurados. No tenían mucho tiempo pero lo cierto es que ambas estaban a punto de caramelo. Valentina volvió a sentir cómo un intenso calor recorría su clítoris. Se masturbaron mutuamente, olvidándose por completo de dónde estaban.
Era tal su calentón que el orgasmo no se hizo esperar. Alcanzaron el cielo entre jadeos y espasmos. Muy limpias y complacidas. Así recordarían su paso por el hammam.
3 comentarios - Relato lésbico: Calentón en el baño turco
Gracias por compartir.
Angie te deja Besos y Lamiditas !!!
La mejor forma de agradecer la buena onda que se recibe es comentando, al menos al que te comenta. Yo comenté tu post, vos comentaste el mío?
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