Ya habíamos quedado con Andrea no salir el finde, la casa quedaba sola ya que mis padres se iban lejos todo el fin de semana y eso garantizaba el garche sin necesidad de gastar guita en telos, al fin y al cabo, todo los fines de semana teminábamos cojiendo...
Hicimos una cena, algo de carne al horno, vino y de postre había frutillas con crema. Pero en mi cabeza había otra idea, así que fui al baño, me desnudé y aparecí así en el comedor. Andrea estaba sentada, por lo cual no hizo más que agarrarme la pija y empezó a chuparla. Yo mientras le masajeaba las tetas, hasta que no pude mas y la paré, la desnudé y la acosté sobre la mesa. Ella abrió las piernas y mi cena estaba servida; comencé a comerle la concha.
Fui más allá y agarré la mayonesa para esparcirla sobre la cajeta de Andrea, luego pasaba mi lengua y me paraba para meterle la poronga allí y luego en la boca. Me dio sed, por lo cual la botella de vino entró en aquella concha y dejó su líquido, el cual bebí excitado. Ahí me subí a la mesa para un 69 feroz. Ella se llenó los dedos de manteca y acto seguido masturbó mi ano con el cabo de una cuchara y yo hice lo mismo en su concha con un chorizo...
Era un concierto de gemidos que se acentuó aúnmás cuando nos bajamos de la mesa, todos enchastrados de comida y nos fuimos al comedor, a coger en el sofá. Cuando acabé, lo hice sobre un platito, del que luego los dos pasábamos la lengua...
Para terminar, una banana se desintegró en la dulce conchita de Andrea, y yo me comí los pedacitos.
Hicimos una cena, algo de carne al horno, vino y de postre había frutillas con crema. Pero en mi cabeza había otra idea, así que fui al baño, me desnudé y aparecí así en el comedor. Andrea estaba sentada, por lo cual no hizo más que agarrarme la pija y empezó a chuparla. Yo mientras le masajeaba las tetas, hasta que no pude mas y la paré, la desnudé y la acosté sobre la mesa. Ella abrió las piernas y mi cena estaba servida; comencé a comerle la concha.
Fui más allá y agarré la mayonesa para esparcirla sobre la cajeta de Andrea, luego pasaba mi lengua y me paraba para meterle la poronga allí y luego en la boca. Me dio sed, por lo cual la botella de vino entró en aquella concha y dejó su líquido, el cual bebí excitado. Ahí me subí a la mesa para un 69 feroz. Ella se llenó los dedos de manteca y acto seguido masturbó mi ano con el cabo de una cuchara y yo hice lo mismo en su concha con un chorizo...
Era un concierto de gemidos que se acentuó aúnmás cuando nos bajamos de la mesa, todos enchastrados de comida y nos fuimos al comedor, a coger en el sofá. Cuando acabé, lo hice sobre un platito, del que luego los dos pasábamos la lengua...
Para terminar, una banana se desintegró en la dulce conchita de Andrea, y yo me comí los pedacitos.
2 comentarios - La cena está servida