Después de las dos primeras partes (Conversación que quema y Conversación que quema. Segunda parte, acá les dejamos la conclusión de la historia, escrita como un diálogo con la bella, la brillante @Lomorocha.
Pervberto:
Finalmente, aunque no sin costo, te reduje por la fuerza. Al precio de que me arrancaste sangre con tus arañazos y mordiscones y me metiste alguna piña en la cara, conseguí sacarte casi toda la ropa y atarte las manos con tu propio sostén. Mientras te tengo boca abajo, te apoyo con fuerza el bulto, ya liberado, en la cola. Respirás fuerte y todavía te resistís pero no está claro si arqueás la espalda para expulsarme o para, levantándote, disfrutar de mi dureza. Te pregunto:
– ¿Todavía no te estás quemando, perra? Vamos a ver quién no aguanta sin ponerla.
Tus insultos son un desafío a someterte más. Te vendo parcialmente los ojos con tu ropa y grito:
– ¡Entrá ahora!
El ruido de la puerta detiene tus convulsiones. Sudás frío, un "¡No!" escapa como susurro, como anhelo, como deseo contenido, como avidez y pavor de entre tus labios. Te pregunto:
– ¿De quién será el otro par de manos que me ayudan? ¿Hombre o mujer, conocido o desconocido? ¿Tiene palillos de tender ropa para colocarte en los pezones y a cuenta de mayor cantidad? ¿Te escupe, te pellizca, tiene ganas de mearte?
Lomorocha:
El miedo mezclado con la excitación aceleran mi respiración y no puedo evitar mojarme... La situación no podría ser más morbosa ¡¡¡y me encanta!!! Agudizo mis sentidos para captar un sonido, un aroma, alguna pista para saber quién es el tercero/a en cuestión...
– ¿Así que buscaste compañía? Creés que estoy en tus manos, pero todavía puedo presentar batalla. Mientras tu verga siga tiesa, goteando de placer y deseosa de partirme en dos sigo ganando...
Pervberto:
- Sí - te respondo -, todos de acuerdo. Mientras haya un torrente en tu entrepierna aprontando tu agujero para que se le hunda carne ajena, mientras tus pezones estén así erguidos - otras manos los aprietan, los pellizcan, los retuercen arrancándote gemidos que no ocultan la placentera reacción al dolor - soy yo el que sigue ganando...
Suena la risa de la otra persona. Reconocés que la voz es grave.
- ¡¡Otro macho!! ¡¡Uuufff, sabía que me ibas a dar el gusto de tener otra verga para divertirme!! Dicen que nada mejor que otra mujer para darte placer, pero vos sabés cuanto me gusta la pija. Sssss… ¡un pedazo de carne mojadito, latiendo para mí! Sabías que prefería esta situación de juegos de violencia y posesión que me agarren sin contemplaciones manos rudas, que me raspen barbas mal afeitadas, ¡que haya pijas!
Yo mojo mis dedos en tus jugos derramados y te los empiezo a meter lenta e inexorablemente en la cola. El otro te te golpea los labios con la verga.
- Mucho no podés moverte - te digo canchero - pero seguro que algo se te ocurrirá hacer, ¿no?
Lomorocha:
Tus dedos, su pija... ¡¡¡Me enloquecen!!! Muevo mi cadera buscando el roce. Mi sexo se empapa y lo odio! ¡¡No puede delatarme así!! No quiero ceder terreno ni quiero dejar de disfrutar... Mis gemidos hacen que crean que han ganado la batalla, pero todavía puedo pelear.
– ¿Hasta cuándo van a aguantar? ¿Vamos! Puedo imaginar sus pijas goteando, deseando sentir la húmeda calidez de mi interior, sé que desean que los exprima. Ya ven, estoy atada pero sigo teniendo el poder.
Pervberto:
¿Cedo yo? ¿Cede él? ¿Cedés vos? A la larga, todos cederemos pero ahora, ah, ahora agregamos escalones y subir hasta que el vértigo nos domine para caernos desde lo más alto. Hacen ruido los sopapos de su pija en tu cara, yo aprovecho que estás boca abajo y casi entregada para deslizar la mía por la tibia humedad de tu surco pero sin invadirlo. Se cuenta el número de tres de mis dedos en tu cola que ya entran y salen sin reparos.
Repito: ¿gritarás "¡Cogeme que no aguanto más!" o quizá "Pónganmela de una vez, hijos de puta", certificando mi (nuestra) victoria? ¿O no soportaremos el imán de tus cálidos abismos y nos caeremos allí atraídos por tu infinita gravitación? Mientras tanto, me aparto de vos y te doy cachetazos en las nalgas de derecha y de revés. Las otras manos masculinas te agarran del pelo y te pasan la cara por el glande, por el tronco, por las bolas, por la tierra de nadie, por el velludo y musculoso culo, te hace lamerle en implacable marcha atrás, el agujero, el perineo, los huevos, el mástil, la cabeza. Te agarro de las nalgas y te sacudo toda con violencia apenas contenida, tratando de llevarte al paroxismo.
Lomorocha:
Huuummm mi lengua se desvive por darle placer, por engrosar más y más esa verga que puedo adivinar enorme. Succiono sus huevos con lujuriosa gentileza y lamo a plena lengua toda su pija. ¡¡¡Mmmmm qué delicia, cómo me gusta comerla, por favor!!!
Me quejo por tus chirlos y sonrío maliciosa, no me vas a doblegar... No te va a ser tan fácil. Mi clítoris hinchadísimo se roza con mis labios, casi podría acabar así... Pero cómo deseo sentir esas dos pijas abríendome, explorándome, arrancando placer de todos los rincones de mi cuerpo ... No puedo ceder, no puedo.
Pervberto:
Te amenazo:
- ¿Y si ahora te abro las nalgas y, hundiendo mi cara, escupo, succiono y te clavo la lengua ano adentro?
No espero tu respuesta y hago lo que advertí, completando mi invasión moviéndola con círculos penetrantes por todo tu esfínter y más allá, en el rugoso terciopelo interior.
Él afloja un poco; se deja chupar.
- ¿No reconocés esa pija, putona? – te pregunto.
Lomorocha:
Quedo tiesa por el placer que me provocás, apenas si respiro, mi cuerpo se tensa completamente... Más aún mi boca sobre su pija...
Mis gemidos son gritos... La situación se me escapa de las manos...
– ¡¡Uuufff, qué bien lo hacés, hijo de puta!! – te digo - No pretendas engañarme. ¿Debería reconocerla?
Pervberto:
Reemplazo en tu culo mi lengua otra vez por los dedos y agrego los de la otra mano por la vulva. Ya estoy empezando a darte fuerte...
- Decime vos - ahora soy yo el que jadea -. ¿El sabor no te parece familiar? ¿El tamaño, la forma, la textura? ¡Cuántas te habrás tragado últimamente que no reconocés la de...
Lomorocha:
Ya no puedo hablar ni pensar, mis manos pajean esa hermosa pija mientras mi cuerpo disfruta de tus manos. No puedo más... Me hacés acabar a chorros entre gritos y gemidos, totalmente descontrolada me retuerzo de placer al saberme en manos de dos machos, acabando como perra frente a ellos.
Cuando recobro un poco la conciencia, el tercero en cuestión me da un tierno beso en la boca mientras con sus manos acaricia mi pelo... ¡Cómo no reconocerlo! Mi hombre, mi amado, mi compañero... El mismo con el que tantas veces planeamos compartirnos y nunca lo llevamos a cabo. ¿Puede ser? ¿O será mi deseo de que esté ahí?
Notás mi desconcierto... Giro mi cabeza hacia vos, aún sin poder verte...
Pervberto:
Te arrancamos la improvisada venda. Tu marido y yo nos reímos a carcajadas mientras inundamos tu preciosa cara de semen. Engullendo lo que podés, acompañás nuestras risas mientras los jugos de nuestras virilidades se derraman por tu mentón hacia tus pechos.
- ¡Menos mal que me ayudaste, Fulano! Yo solo nunca hubiera podido con tu maravilla de mujer…
Pervberto:
Finalmente, aunque no sin costo, te reduje por la fuerza. Al precio de que me arrancaste sangre con tus arañazos y mordiscones y me metiste alguna piña en la cara, conseguí sacarte casi toda la ropa y atarte las manos con tu propio sostén. Mientras te tengo boca abajo, te apoyo con fuerza el bulto, ya liberado, en la cola. Respirás fuerte y todavía te resistís pero no está claro si arqueás la espalda para expulsarme o para, levantándote, disfrutar de mi dureza. Te pregunto:
– ¿Todavía no te estás quemando, perra? Vamos a ver quién no aguanta sin ponerla.
Tus insultos son un desafío a someterte más. Te vendo parcialmente los ojos con tu ropa y grito:
– ¡Entrá ahora!
El ruido de la puerta detiene tus convulsiones. Sudás frío, un "¡No!" escapa como susurro, como anhelo, como deseo contenido, como avidez y pavor de entre tus labios. Te pregunto:
– ¿De quién será el otro par de manos que me ayudan? ¿Hombre o mujer, conocido o desconocido? ¿Tiene palillos de tender ropa para colocarte en los pezones y a cuenta de mayor cantidad? ¿Te escupe, te pellizca, tiene ganas de mearte?
Lomorocha:
El miedo mezclado con la excitación aceleran mi respiración y no puedo evitar mojarme... La situación no podría ser más morbosa ¡¡¡y me encanta!!! Agudizo mis sentidos para captar un sonido, un aroma, alguna pista para saber quién es el tercero/a en cuestión...
– ¿Así que buscaste compañía? Creés que estoy en tus manos, pero todavía puedo presentar batalla. Mientras tu verga siga tiesa, goteando de placer y deseosa de partirme en dos sigo ganando...
Pervberto:
- Sí - te respondo -, todos de acuerdo. Mientras haya un torrente en tu entrepierna aprontando tu agujero para que se le hunda carne ajena, mientras tus pezones estén así erguidos - otras manos los aprietan, los pellizcan, los retuercen arrancándote gemidos que no ocultan la placentera reacción al dolor - soy yo el que sigue ganando...
Suena la risa de la otra persona. Reconocés que la voz es grave.
- ¡¡Otro macho!! ¡¡Uuufff, sabía que me ibas a dar el gusto de tener otra verga para divertirme!! Dicen que nada mejor que otra mujer para darte placer, pero vos sabés cuanto me gusta la pija. Sssss… ¡un pedazo de carne mojadito, latiendo para mí! Sabías que prefería esta situación de juegos de violencia y posesión que me agarren sin contemplaciones manos rudas, que me raspen barbas mal afeitadas, ¡que haya pijas!
Yo mojo mis dedos en tus jugos derramados y te los empiezo a meter lenta e inexorablemente en la cola. El otro te te golpea los labios con la verga.
- Mucho no podés moverte - te digo canchero - pero seguro que algo se te ocurrirá hacer, ¿no?
Lomorocha:
Tus dedos, su pija... ¡¡¡Me enloquecen!!! Muevo mi cadera buscando el roce. Mi sexo se empapa y lo odio! ¡¡No puede delatarme así!! No quiero ceder terreno ni quiero dejar de disfrutar... Mis gemidos hacen que crean que han ganado la batalla, pero todavía puedo pelear.
– ¿Hasta cuándo van a aguantar? ¿Vamos! Puedo imaginar sus pijas goteando, deseando sentir la húmeda calidez de mi interior, sé que desean que los exprima. Ya ven, estoy atada pero sigo teniendo el poder.
Pervberto:
¿Cedo yo? ¿Cede él? ¿Cedés vos? A la larga, todos cederemos pero ahora, ah, ahora agregamos escalones y subir hasta que el vértigo nos domine para caernos desde lo más alto. Hacen ruido los sopapos de su pija en tu cara, yo aprovecho que estás boca abajo y casi entregada para deslizar la mía por la tibia humedad de tu surco pero sin invadirlo. Se cuenta el número de tres de mis dedos en tu cola que ya entran y salen sin reparos.
Repito: ¿gritarás "¡Cogeme que no aguanto más!" o quizá "Pónganmela de una vez, hijos de puta", certificando mi (nuestra) victoria? ¿O no soportaremos el imán de tus cálidos abismos y nos caeremos allí atraídos por tu infinita gravitación? Mientras tanto, me aparto de vos y te doy cachetazos en las nalgas de derecha y de revés. Las otras manos masculinas te agarran del pelo y te pasan la cara por el glande, por el tronco, por las bolas, por la tierra de nadie, por el velludo y musculoso culo, te hace lamerle en implacable marcha atrás, el agujero, el perineo, los huevos, el mástil, la cabeza. Te agarro de las nalgas y te sacudo toda con violencia apenas contenida, tratando de llevarte al paroxismo.
Lomorocha:
Huuummm mi lengua se desvive por darle placer, por engrosar más y más esa verga que puedo adivinar enorme. Succiono sus huevos con lujuriosa gentileza y lamo a plena lengua toda su pija. ¡¡¡Mmmmm qué delicia, cómo me gusta comerla, por favor!!!
Me quejo por tus chirlos y sonrío maliciosa, no me vas a doblegar... No te va a ser tan fácil. Mi clítoris hinchadísimo se roza con mis labios, casi podría acabar así... Pero cómo deseo sentir esas dos pijas abríendome, explorándome, arrancando placer de todos los rincones de mi cuerpo ... No puedo ceder, no puedo.
Pervberto:
Te amenazo:
- ¿Y si ahora te abro las nalgas y, hundiendo mi cara, escupo, succiono y te clavo la lengua ano adentro?
No espero tu respuesta y hago lo que advertí, completando mi invasión moviéndola con círculos penetrantes por todo tu esfínter y más allá, en el rugoso terciopelo interior.
Él afloja un poco; se deja chupar.
- ¿No reconocés esa pija, putona? – te pregunto.
Lomorocha:
Quedo tiesa por el placer que me provocás, apenas si respiro, mi cuerpo se tensa completamente... Más aún mi boca sobre su pija...
Mis gemidos son gritos... La situación se me escapa de las manos...
– ¡¡Uuufff, qué bien lo hacés, hijo de puta!! – te digo - No pretendas engañarme. ¿Debería reconocerla?
Pervberto:
Reemplazo en tu culo mi lengua otra vez por los dedos y agrego los de la otra mano por la vulva. Ya estoy empezando a darte fuerte...
- Decime vos - ahora soy yo el que jadea -. ¿El sabor no te parece familiar? ¿El tamaño, la forma, la textura? ¡Cuántas te habrás tragado últimamente que no reconocés la de...
Lomorocha:
Ya no puedo hablar ni pensar, mis manos pajean esa hermosa pija mientras mi cuerpo disfruta de tus manos. No puedo más... Me hacés acabar a chorros entre gritos y gemidos, totalmente descontrolada me retuerzo de placer al saberme en manos de dos machos, acabando como perra frente a ellos.
Cuando recobro un poco la conciencia, el tercero en cuestión me da un tierno beso en la boca mientras con sus manos acaricia mi pelo... ¡Cómo no reconocerlo! Mi hombre, mi amado, mi compañero... El mismo con el que tantas veces planeamos compartirnos y nunca lo llevamos a cabo. ¿Puede ser? ¿O será mi deseo de que esté ahí?
Notás mi desconcierto... Giro mi cabeza hacia vos, aún sin poder verte...
Pervberto:
Te arrancamos la improvisada venda. Tu marido y yo nos reímos a carcajadas mientras inundamos tu preciosa cara de semen. Engullendo lo que podés, acompañás nuestras risas mientras los jugos de nuestras virilidades se derraman por tu mentón hacia tus pechos.
- ¡Menos mal que me ayudaste, Fulano! Yo solo nunca hubiera podido con tu maravilla de mujer…
11 comentarios - Conversación que quema. Tercera parte a dos teclados.
Les debo los puntos chicos, que lindo regalo Lo!!!!!!!!
De puntos, quiero decir, por favor, no me malinterprete...
mis deudas son de honor y pasaré a saldarlas
PD: @Lady_GodivaII abdique colega, ya conoce mi aficion por la guillotina para la realeza!
en deuda mis puntos me los he agotado.