Un letargo interrumpido
El plan parejil de aquella noche nos esperaba. Teníamos una suculenta cena lista para ser devorada y una película para acurrucarnos románticamente. Sin embargo, la cena resultó ser más copiosa de lo esperado y, en vez de coger un taxi para llegar a casa lo antes posible, decidimos que lo mejor sería ir andando para bajar los tremendos manjares que nos habíamos llevado al estómago.
Era más de medianoche cuando llegamos a su casa. Él tenía más ganas de cama que de peli, pero yo apostaba por compaginarlas. Nos tumbamos en el sofá. Yo, con las piernas sobre él; él, haciéndome caricias por la parte interna de los muslos. Me estaba tentando pero yo, sobre todo, me sentía absolutamente relajada. Aún no había terminado la película cuando mis párpados cayeron derrotados frente a sus intentos inútiles de mantenerme despierta.
Finalmente llegamos a su cuarto. Él se desvistió y se metió en la cama rápidamente. No me quitaba los ojos de encima mientras, soñolienta, me iba bajando las braguitas, me sacaba la camiseta y, seguidamente, el sujetador.
Me quedé totalmente desnuda y, ante su penetrante mirada, aparté las sábanas y me tumbé junto a él. Me recibió su cuerpo también desnudo y su pene erecto.
Me abrazó con fuerza, rodeándome con sus piernas. Su miembro, húmedo, me rozaba el vientre. Aunque el sueño parecía vencerme, lo cierto es que estaba algo excitada.
Buscó mis labios y los besó despacio hasta que logró despertarme. Nuestros sexos se amoldaron el uno al otro bajo las sábanas y empezamos a movernos para que así fuera. Su miembro se deslizaba deliciosamente por mi zona más íntima. Muy poco a poco primero, deleitándose en cada punto. Mi clítoris estaba expectante, aguardando ser acariciado por su glande.
Me apretó las nalgas contra su polla exultante y me restregó contra ella. Se puso encima de mí, entre mis piernas, y continuó masturbándose con mi sexo. Deseaba que me penetrase en ese mismo instante. Su pene rozó maliciosamente la entrada de mi vagina y empujó para que entrara un poco. Esa leve incursión en mi ser me puso a mil.
Por suerte, teníamos un oportuno condón muy cerca, sobre la mesilla, a escasos centímetros de nosotros. Se lo puso en un momento y me la metió. Estaba muy mojada y su verga se escurría en mi interior sin descanso.
Me levantó el trasero y me embistió con virulencia, hasta el fondo. Me aferré a su espalda, clavándole las uñas. Ahora quería ser yo la que controlara la situación desde abajo. Comencé a moverme frenéticamente y a frotar mi sexo con su cuerpo, sintiendo cómo el orgasmo se apoderaba de mí.
Unos segundos después, él se desplomaba sobre mis pechos, con la respiración aún agitada. Se deshizo del preservativo, le hizo un nudo y lo arrojó al suelo. Frente a frente nos abrazamos y nos dormimos. Ahora ya, sí.
8 comentarios - Relato erótico: Un letargo interrumpido
❤️
Gracias por compartir.
Angie te deja Besos y Lamiditas !!!
La mejor forma de agradecer la buena onda que se recibe es comentando, al menos al que te comenta. Yo comenté tu post, vos comentaste el mío?
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!