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Drogada y mojada 2

Aqui les dejo la parte Dos


Los dos alumnos me agarraron y me tiraron al suelo. Después me levantaron y Kevin me apoyó
contra su pecho y Roberto comenzó a quitarme la chaqueta. Todo era bastante divertido para ellos,
sobre todo los dos jóvenes que no paraban de decir que era hoy su mejor día.
– Dios mío¡¡¡ Me van a desnudar. – Pensé
Al quitármela se dieron cuenta que llevaba, aparte de la camisa, una camiseta de tirantes debajo. Me
iba dando cuenta que aquello no era ninguna broma, y no sólo me iban a desnudar, si no que iban a
filmar todo aquello. Pero no podía entender para qué querían fotos y un vídeo sobre mi.
– Marcos, nunca voy a olvidar esto que haces por nosotros – Dijo Kevin agradecido.
– Ni yo. – Añadió Roberto.
– Y quien se acordaba de mi. – Pensé
Me acordaba de mi marido, ajeno a todo lo que pasaba, que me veía feliz con mi faceta de jefa de
estudios, y que sabía que estaba trabajando, pero no se podía imaginar nada de esto. También mi
hijo, que iba a un curso inferior que aquellos chicos, y a quien yo también daba clase.
– Vamos a llevarla a una de las habitaciones. Quiero que las fotos sean en varios sitios de la
casa. Habéis traído más ropa como os dije?
Ambos asistieron y me agarraron entre los tres y me llevaron como un vulgar saco a la habitación
que había dicho Marcos. Parecía de invitados, y estaba bien decorada. Cuando me depositaron en la
cama ordenó a Kevin que me quitase el pantalón, pero no sin antes esperar a que volviera su
compañero con sus cámaras.
No podía casi respirar. Temía que diera un infarto mientras estaba paralizada. No sabía si estaba
bien controlada la droga, lo que no sólo me angustiaba la agresión que sufría, si no que era para mí
igual de grave el sobrevivir a aquello.
Intentaba llorar, pero no me salían lágrimas. Me habían tumbado en la cama. Lo primero que hizo
fue dirigirse al botón de mis tejanos y desabrocharlo. Miraba a sus compinches de manera divertida,
sintiéndose superior en aquellos momentos. Después me levantó ligeramente para colocar su rodilla
por debajo de mi culo, sus manos levantaros las piernas para sacarlos lentamente y dejarme con las
bragas. Comenzó a tocarlas y pensé que me las quitaría
– Kevin. Todo a su tiempo. No le metas mano. – Señaló el director.
– Me gustan sus bragas. No es un tanga, pero son modernas. Es chula la profe.
– Joder. Tiene buenas piernas la rubia. No sé por qué no se pone usted faldas cortas. Debería
lucir esas patas. – Dijo Roberto mirándome ante mi vergüenza.
– Ahora está muy sexy con la camisa y sin pantalón. Vamos a darnos una vuelta con ella. –
Respondió Marcos. – Luego la cambiaremos y entre otras cosas, hay también alguna falda
en la maleta
La camisa apenas me llegaba al inicio de las caderas y no llegaba a cubrir mis bragas, pero los
deseos de Marcos fueron órdenes para los chicos, quien ordenó a Roberto que fuese él quien lo
grabase, y tomase las fotos
Esto de llevar a la profe de esta forma, en bragas y totalmente dependiente de nosotros, me
pone a mil.
– Mira que hemos imaginado veces llegar a su casa, llamar al timbre y que nos recibiese en
bragas. Pues mira, hoy es así.
Sentía frío en las piernas y pies, pero calor en el cuerpo. Estaba sofocada. Pensaba que era una
pesadilla de la que despertaría en cualquier momento.
No podía dar crédito a lo que me estaba sucediendo. Era inaudito. Eran dos alumnos míos y mi jefe.
Nunca lo hubiera imaginado, pero mientras me llevaban caminando, veía mis piernas desnudas y los
comentarios obscenos de los jóvenes, sentí algo que hacía mucho que no me pasaba. Aunque sus
palabras eran sucias, notaba cierto erotismo. A pesar de mi sofoco era consciente que me sentía
atractiva para aquellos jóvenes.
Entre risas de los tres, ambos, director y alumno me levantaron. Esta vez era distinto, no me
llevaron tumbada, sino que me sujetaban sólo por los brazos y arrastraba los pies. Cuanto me
hubiera gustado pedirles que parasen. Qué les podría haber hecho yo para que me estuvieran
tratando así. Creo que era una buena profesora, y como jefa de estudios, obedecía y cumplía las
órdenes que me marcaba Marcos.
– Dios¡¡¡ Como me está poniendo esas piernas y ese culito¡¡¡ Se vislumbraba algo cuando
llevaba esos pantalones ajustados, pero la realidad supera todas las expectativas.
– Y ver como cuando la vais arrastrando, se le sube a veces la camisa y se le ven las bragas.
– Chicos, que podría ser vuestra madre – Comentó Marcos entre risas.
– Es la madre de Borja, y está que te cagas de buena.
Podría haber pensado que esos chicos me miraban con aspecto libidinoso. Podría haber pensado que
les caía mal, aunque a petición de el director, había aprobado su asignatura sin merecérselo. Hice
todo aquello y ahora me estaban maltratando de esa manera.
El recorrido hasta otra de las habitaciones fue humillante. Me iban pegando en el culo, y lo tocaban
sin pudor, principalmente mi propio jefe. A veces, cuando me agarraban mal y me iba cayendo, me
agarraban desde abajo, ante sus cánticos. También intentaban acechar mis pechos, aunque no se
centraban en ellos.Tenía unos sentimientos contrapuestos, ya que hacía ya años que no me lanzaban
piropos, y estos, a pesar de ser soeces y groseros, eran de tres jóvenes que podían tener la edad de
mi hijo.
Por fin llegué al otro habitáculo, que parecía más bien un desván, aunque tenía una cama donde me
tiraron sin ninguna consideración.
– Vamos a quitarle la puta camisa. Lleva una camiseta debajo, y sino, no acabaremos nunca.
Es una zorra, pero va muy recatada. Cuando se ha levantado esta mañana, no podría haber
imaginado lo bien que nos lo iba a hacer pasar.
– Déjame quitársela a mi. Por favor. – Imploró Roberto.
– Qué hijos de puta!!! – Pensé. – No podía hacer nada. Estaba en bragas, por dios¡¡¡ No
quería saber hasta donde iban a llegar, aunque sabía que no habría límite.
Roberto tuvo el “privilegio” de quitarme la camisa. No tuvo prisa. La agarró por arriba y uno a uno
fue sacando los botones. Quedé tirada en la cama, pero Roberto, con la ayuda de Kevin, mientras mi
jefe filmaba fue horrible. Hablaban entre ellos e hicieron poses para que pareciera que estaba
consciente. Me levantaron y me llevaron a otro lugar.
– La vas a besar, como si tuvieras un rollo. – Soltó el director ante mi incredulidad.
– No quiero que me beséis. Dejadme ya, cabrones¡¡¡ Quiero irme de aquí. No voy a volver a
trabajar para ti. Desgraciado¡¡¡ – Pensaba para mis adentros.
Me sentía inerte. Kevin me levantó y luego me sentó sobre la cama, agarrando mi pierna izquierda
entre las suyas y entre los dos, como si fuera yo quien quería besaros, me agarraban de la mano y
me desplazaba hacia él. Empezó a besarme, en los labios y mejillas.
– Mira como le gusta. Así en braguitas está cañon la jefa de estudios. A ver si le quitas algo
más y nos enseña chicha. Es usted una guarra¡¡¡¡
El joven seguía besándome, como si de mi pareja se tratase. Parecía un juguete en manos de ellos y
unas palabras jocosas en sus bocas, que tan sólo sabían decir lo que se divertían, y lo bien que se lo
pasarían el miércoles por la noche, con unas pizzas y viendo todo lo que estaban fotografiando y
filmando. Cuando pude ver las imágenes, vi que eran hábiles en el uso de las fotografías, en que
pareciera lo que no era. Todo un montaje para que pareciese que estaba consciente.
Me agarraban de una mano y me atraía hacia él, después me soltaba, otras agarraba mis pechos o mi
pelo, para sostenerme, y que por la inercia no me cayera, ni me fuera para delante y detrás. Sentía
sus labios junto a los míos, y su lengua que tropezaba con mis dientes, pero podía poner sabor a su
boca.
–Yo ya estoy desnudo de cintura para arriba, y ella aún está con la camiseta. No es justo. –
Explicó entre risas a Marcos.
– Pues ya estás tardando. – Añadió Kevin
El joven sacó mi camiseta por encima de mi cuerpo. Me iba diciendo frases que me humillaban
según las iba escuchando. Después me subió un poco el sujetador para dejar los pechos al aire. Los
besó y después me dio la vuelta para desabrochar el sostén y dejarme desnuda de cintura para
arriba.Convertida en juguete sexual, en protagonista de una película, hasta ahora subida de tono,
pero que pronto se convertiría en pornográfica, era consciente que no tenía otra opción que la de
esperar a que se cansaran de mi
Dios, qué buena que está. Qué tetas tiene. – Explicaba. Pero habéis visto qué hija de puta?
Y qué bien vestida va siempre, jamás le hemos visto ni media pierna en el colegio, ni un
poco de escote, y hoy, mira, todos nuestros sueños se han hecho realidad. De momento
estamos contemplándote. – Dijo ahora mirándome a mi. – Cuanto tiempo hace que no le
toca otro hombre que no sea su maridito? Cuanto hace que no le follan bien? En breve
vamos a resolver el problema y a rellenar cada uno de esos agujeritos que tiene reservados
para sus alumnos más queridos y para su director.
– Kevin Tienes el privilegio. Vamos a llevarla a la otra habitación. Eres un poco más joven
que Roberto, y eso te va a dar el privilegio de quitarle las bragas. Por cierto, el sujetador es
blanco y las bragas son fucsia. Pensaba que siempre iban conjuntadas, pero claro, supongo
que no pensaba que se las íbamos a ver hoy.
– Nos sé si pensaría que se las veríamos, pero seguro que no imaginaba que se las quitaríamos.
– Mis bragas no¡¡¡ – Eso pensé.
Era lo último que separaba mi intimidad de aquellos desalmados. Como podían pensar en quitarme
las bragas? Estaban salidos y locos. Pero también, después de todo aquello, cómo podía ser tan
inocente de hacerme esa pregunta?
De nuevo, entre dos, pero agarrada por los pies y por los brazos, me llevaron a la habitación donde
Kevin me había quitado los pantalones y donde ahora, ya pretendían dejarme totalmente desnuda.
Dios, qué buena que está. Qué tetas tiene. – Explicaba. Pero habéis visto qué hija de puta?
Y qué bien vestida va siempre, jamás le hemos visto ni media pierna en el colegio, ni un
poco de escote, y hoy, mira, todos nuestros sueños se han hecho realidad. De momento
estamos contemplándote. – Dijo ahora mirándome a mi. – Cuanto tiempo hace que no le
toca otro hombre que no sea su maridito? Cuanto hace que no le follan bien? En breve
vamos a resolver el problema y a rellenar cada uno de esos agujeritos que tiene reservados
para sus alumnos más queridos y para su director.
– Kevin Tienes el privilegio. Vamos a llevarla a la otra habitación. Eres un poco más joven
que Roberto, y eso te va a dar el privilegio de quitarle las bragas. Por cierto, el sujetador es
blanco y las bragas son fucsia. Pensaba que siempre iban conjuntadas, pero claro, supongo
que no pensaba que se las íbamos a ver hoy.
– Nos sé si pensaría que se las veríamos, pero seguro que no imaginaba que se las quitaríamos.
– Mis bragas no¡¡¡ – Eso pensé.
Era lo último que separaba mi intimidad de aquellos desalmados. Como podían pensar en quitarme
las bragas? Estaban salidos y locos. Pero también, después de todo aquello, cómo podía ser tan
inocente de hacerme esa pregunta?
De nuevo, entre dos, pero agarrada por los pies y por los brazos, me llevaron a la habitación donde
Kevin me había quitado los pantalones y donde ahora, ya pretendían dejarme totalmente desnuda.
Mis ojos estaban llorosos pero incapaz que mis labios pronunciasen palabra alguna. No quería que
me desnudaran. Los miraba, Kevin me sobaba y los otros dos no paraban de filmar y fotografiar. Me
habían dejado totalmente desnuda.

Continuara.....

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