Sabía que Victor estaba enojado por lo que había hecho, le
rogué, le rogué, le rogué que me atendiera, pero no quiso. Estuve un mes
llamándolo pidiéndole disculpas, arrepentida por el mal momento que le hice
pasar, pero nada, estaba muy dolido y no quiso ni hablar conmigo.
Hasta que un día de casualidad me encontré con el por la
calle, lo invite a tomar algo a un bar, y ahí le dije que lo extrañaba, que
haría cualquier cosa para enmendar mi error, que necesitaba otra oportunidad.
Tanto le pedí que accedió, y marcamos una cita para ese viernes en el
departamento de mi tía. Me preguntó como iba a hacer para que no sucediera lo
mismo, yo le dije que se quedara tranquilo, que no podría suceder jamás otra
vez, que se me iba a ocurrir algo para evitarlo.
Llegó el viernes, la cita era para las 10 de la noche, yo
llegue puntual, pero el llego cerca de las 11, lo había hecho a propósito, lo
espere una hora, llego y no se disculpo por la tardanza, eso era raro en el,
siempre se comportaba como un caballero.
Yo tenía exactamente la misma ropa que la vez anterior,
nuestro frustrado encuentro. Todo sucedió igual, el me saco la ropa, me beso de
la misma forma y comencé a chupar y masturbar su pene en la misma posición que
la otra vez. Pero esta vez fue menos delicado, me jalaba del cabello y me decía
que me tragara su pene, que chupara, que era una zorra chupapenes, fue extraño,
nunca me había tratado así, pero lejos de molestarme, me ponía a mil ese trato,
me hacía sentir una ramera.
Luego antes de venirse, mucho antes, me tiró del cabello,
sacó su pene de mi boca y me dijo, vamos putita, que vine a derramar mi leche en
tu culo, no en tu boca. Me preguntó como pensaba hacer para garantizarle que no
me comportaría como la última vez.
Entonces fui hasta mi bolso, saque 4 sogas cortas y gruesas y
se las di a el. Atame, le dije, de esta forma, será imposible que pueda
arrepentirme. Se quedó mirándome como no creyendo lo que le estaba diciendo.
Vamos, átame, así no podré moverme de mi posición.
Me acosté sobre la cama boca abajo, con las manos y piernas
abiertas, el pronto procedió a atarme los pies a la cama de bronce, y luego vino
a la parte de la cabecera e hizo lo propio con mis manos. El estaba nervioso, le
temblaban las manos, pero aun así me ató con fuerza, no podía moverme. En ese
momento pensé que era talvez una locura, pero también que ya era tarde.
Me colocó una almohada debajo de mi vientre, y comenzó un
trabajo de relajación maravilloso. Me acarició el cuello, los hombros, luego la
espalda, mientras me besaba y mordisqueaba el cuello, luego me paso la lengua
lentamente por mi espalda, mas tarde me acarició los muslos, los tobillos y los
pies, yo estaba en el cielo, eran unas caricias increíbles. Mas tarde pasó a
acariciar mis glúteos, pasó un dedo por mi agujero, que me arrancó el primer
suspiro. Me pasó la lengua por mi ano, todo era parecido a la última vez, pero
más lento, mas dedicado. Luego trajo un frasco de lubricante, y comenzó a
pasarlo por agujero, me metió primero un dedo, y luego dos, los movía en
círculos y los abría dentro, luego metió un tercero, que sacaba y ponía
lentamente.
Finalmente se montó encima mío, me abrazó por detrás tomando
mis pechos con sus manos, y besando mi cuello con su boca, y ahí apoyó su gran
pene en mi culito virgen y comenzó a penetrarme. Quise gritar, pero el ahogó mi
grito poniéndome una mano en mi cuello, y hundiéndome la cabeza sobre la
almohada. Vamos putita, me dijo, vamos, aguanta. Lentamente, muy suavemente pero
sin detenerse en ningún momento, me lo metió hasta el final, creí sentir sus
huevos sobre mis glúteos. Me dolía como el infierno, trataba de mover mis manos
y mis piernas, pero estaba atada, no podía hacer nada. Solo salía de mi boca un
grito ahogado de dolor. El permaneció inmóvil, con su pene metido hasta el fondo
de mis entrañas, se quedo un rato así. Si bien el dolor no desaparecía, me fui
acostumbrando a él. Me fui aflojando, y poco a poco lo fui soportando.
El lo percibió y me dijo que ya estaba lista, y comenzó a
bombear suavemente, cada empujón me hacía ver las estrellas, pero a su vez, me
arrancaba un suspiro, un gemido de placer, me sentía completa, era una sensación
muy fuerte, jamás lo había sentido, lo estaba disfrutando mucho, cada embestida
era un estallido de sensaciones algo dolorosas, pero muy placenteras. El seguía
empujando y jadeando y gritando de placer también.
Hasta que en un momento le digo que voy a acabar, entonces,
me puso una mano por debajo de mi cuerpo y apretó mi clítoris mientras bombeaba
mas y mas fuerte, así fui sintiendo cada vez mas y mas hasta que me vine
salvajemente, di un grito primitivo, casi animal, sentía como me chorreaba la
vagina, y su mano me apretaba mas y mas. Fue un orgasmo tremendamente fuerte,
distinto a lo que conocía.
Luego de eso, el se abrazó a mi cintura con ambas manos, me
tomo con mucha fuerza y empezó a cabalgar sobre mi culito, y gritaba como un
poseído, primero me asuste, pero luego me dio morbo y me calente mas. Era muy
fuerte tener a alguien tan descontrolado a causa de la excitación que yo le
causaba, sentir eso me dio ganas de más. Y comencé a arengarlo, vamos dame mas
si sos macho, dame duro que no siento tu pene, que soy muy mujer para ti, que me
quiero venir otra vez y no la siento. Se puso como loco, me tomó de los hombros
y me tiro hacia atrás mientras que sus caderas empujaron hacia adelante, me hizo
ver las estrellas otra vez. Ohhhhhh, grite de dolor y placer, ohhhh mi amor,
partime en dos, abrime bien el culo, someteme a tus deseos, que soy tu hembra.
Si, puta te voy a matar, te voy a dar como buena puta y zorra que sos.
Los dos parecíamos poseídos, parecíamos animales sin control,
era una experiencia salvaje, el dándome, y dándome hasta lo máximo de sus
fuerzas, yo recibiendo sus embestidas al límite de mi resistencia. Semejante
locura duró unos segundos mas hasta que ambos nos vinimos en forma salvaje, ya
sin pudor de ocultar nuestros gritos. Gritamos y gritamos y gritamos en un
orgasmo que no terminaba más.
Luego ambos totalmente mojados en sudor, y muertos de
cansancio nos quedamos inmóviles en esa posición, el encima mío, sentía su
respiración todavía agitada, su corazón latiendo fuertemente.
Luego de unos minutos, me desató, nos besamos tiernamente, y
nos quedamos en silencio abrazados. Estábamos unidos, mas unidos que nunca,
había recuperado a Victor y había gozado como nunca lo había imaginado.
Amigos: esta segunda parte de la historia es ficción, pues
Victor jamás volvió a atenderme.
Esto es lo que yo pensaba hacer, si me daba una segunda
oportunidad.
Que hubieran hecho ustedes, habrían aceptado mis disculpas?
rogué, le rogué, le rogué que me atendiera, pero no quiso. Estuve un mes
llamándolo pidiéndole disculpas, arrepentida por el mal momento que le hice
pasar, pero nada, estaba muy dolido y no quiso ni hablar conmigo.
Hasta que un día de casualidad me encontré con el por la
calle, lo invite a tomar algo a un bar, y ahí le dije que lo extrañaba, que
haría cualquier cosa para enmendar mi error, que necesitaba otra oportunidad.
Tanto le pedí que accedió, y marcamos una cita para ese viernes en el
departamento de mi tía. Me preguntó como iba a hacer para que no sucediera lo
mismo, yo le dije que se quedara tranquilo, que no podría suceder jamás otra
vez, que se me iba a ocurrir algo para evitarlo.
Llegó el viernes, la cita era para las 10 de la noche, yo
llegue puntual, pero el llego cerca de las 11, lo había hecho a propósito, lo
espere una hora, llego y no se disculpo por la tardanza, eso era raro en el,
siempre se comportaba como un caballero.
Yo tenía exactamente la misma ropa que la vez anterior,
nuestro frustrado encuentro. Todo sucedió igual, el me saco la ropa, me beso de
la misma forma y comencé a chupar y masturbar su pene en la misma posición que
la otra vez. Pero esta vez fue menos delicado, me jalaba del cabello y me decía
que me tragara su pene, que chupara, que era una zorra chupapenes, fue extraño,
nunca me había tratado así, pero lejos de molestarme, me ponía a mil ese trato,
me hacía sentir una ramera.
Luego antes de venirse, mucho antes, me tiró del cabello,
sacó su pene de mi boca y me dijo, vamos putita, que vine a derramar mi leche en
tu culo, no en tu boca. Me preguntó como pensaba hacer para garantizarle que no
me comportaría como la última vez.
Entonces fui hasta mi bolso, saque 4 sogas cortas y gruesas y
se las di a el. Atame, le dije, de esta forma, será imposible que pueda
arrepentirme. Se quedó mirándome como no creyendo lo que le estaba diciendo.
Vamos, átame, así no podré moverme de mi posición.
Me acosté sobre la cama boca abajo, con las manos y piernas
abiertas, el pronto procedió a atarme los pies a la cama de bronce, y luego vino
a la parte de la cabecera e hizo lo propio con mis manos. El estaba nervioso, le
temblaban las manos, pero aun así me ató con fuerza, no podía moverme. En ese
momento pensé que era talvez una locura, pero también que ya era tarde.
Me colocó una almohada debajo de mi vientre, y comenzó un
trabajo de relajación maravilloso. Me acarició el cuello, los hombros, luego la
espalda, mientras me besaba y mordisqueaba el cuello, luego me paso la lengua
lentamente por mi espalda, mas tarde me acarició los muslos, los tobillos y los
pies, yo estaba en el cielo, eran unas caricias increíbles. Mas tarde pasó a
acariciar mis glúteos, pasó un dedo por mi agujero, que me arrancó el primer
suspiro. Me pasó la lengua por mi ano, todo era parecido a la última vez, pero
más lento, mas dedicado. Luego trajo un frasco de lubricante, y comenzó a
pasarlo por agujero, me metió primero un dedo, y luego dos, los movía en
círculos y los abría dentro, luego metió un tercero, que sacaba y ponía
lentamente.
Finalmente se montó encima mío, me abrazó por detrás tomando
mis pechos con sus manos, y besando mi cuello con su boca, y ahí apoyó su gran
pene en mi culito virgen y comenzó a penetrarme. Quise gritar, pero el ahogó mi
grito poniéndome una mano en mi cuello, y hundiéndome la cabeza sobre la
almohada. Vamos putita, me dijo, vamos, aguanta. Lentamente, muy suavemente pero
sin detenerse en ningún momento, me lo metió hasta el final, creí sentir sus
huevos sobre mis glúteos. Me dolía como el infierno, trataba de mover mis manos
y mis piernas, pero estaba atada, no podía hacer nada. Solo salía de mi boca un
grito ahogado de dolor. El permaneció inmóvil, con su pene metido hasta el fondo
de mis entrañas, se quedo un rato así. Si bien el dolor no desaparecía, me fui
acostumbrando a él. Me fui aflojando, y poco a poco lo fui soportando.
El lo percibió y me dijo que ya estaba lista, y comenzó a
bombear suavemente, cada empujón me hacía ver las estrellas, pero a su vez, me
arrancaba un suspiro, un gemido de placer, me sentía completa, era una sensación
muy fuerte, jamás lo había sentido, lo estaba disfrutando mucho, cada embestida
era un estallido de sensaciones algo dolorosas, pero muy placenteras. El seguía
empujando y jadeando y gritando de placer también.
Hasta que en un momento le digo que voy a acabar, entonces,
me puso una mano por debajo de mi cuerpo y apretó mi clítoris mientras bombeaba
mas y mas fuerte, así fui sintiendo cada vez mas y mas hasta que me vine
salvajemente, di un grito primitivo, casi animal, sentía como me chorreaba la
vagina, y su mano me apretaba mas y mas. Fue un orgasmo tremendamente fuerte,
distinto a lo que conocía.
Luego de eso, el se abrazó a mi cintura con ambas manos, me
tomo con mucha fuerza y empezó a cabalgar sobre mi culito, y gritaba como un
poseído, primero me asuste, pero luego me dio morbo y me calente mas. Era muy
fuerte tener a alguien tan descontrolado a causa de la excitación que yo le
causaba, sentir eso me dio ganas de más. Y comencé a arengarlo, vamos dame mas
si sos macho, dame duro que no siento tu pene, que soy muy mujer para ti, que me
quiero venir otra vez y no la siento. Se puso como loco, me tomó de los hombros
y me tiro hacia atrás mientras que sus caderas empujaron hacia adelante, me hizo
ver las estrellas otra vez. Ohhhhhh, grite de dolor y placer, ohhhh mi amor,
partime en dos, abrime bien el culo, someteme a tus deseos, que soy tu hembra.
Si, puta te voy a matar, te voy a dar como buena puta y zorra que sos.
Los dos parecíamos poseídos, parecíamos animales sin control,
era una experiencia salvaje, el dándome, y dándome hasta lo máximo de sus
fuerzas, yo recibiendo sus embestidas al límite de mi resistencia. Semejante
locura duró unos segundos mas hasta que ambos nos vinimos en forma salvaje, ya
sin pudor de ocultar nuestros gritos. Gritamos y gritamos y gritamos en un
orgasmo que no terminaba más.
Luego ambos totalmente mojados en sudor, y muertos de
cansancio nos quedamos inmóviles en esa posición, el encima mío, sentía su
respiración todavía agitada, su corazón latiendo fuertemente.
Luego de unos minutos, me desató, nos besamos tiernamente, y
nos quedamos en silencio abrazados. Estábamos unidos, mas unidos que nunca,
había recuperado a Victor y había gozado como nunca lo había imaginado.
Amigos: esta segunda parte de la historia es ficción, pues
Victor jamás volvió a atenderme.
Esto es lo que yo pensaba hacer, si me daba una segunda
oportunidad.
Que hubieran hecho ustedes, habrían aceptado mis disculpas?
4 comentarios - De mi primera vez por mi culito (2 - Final)