Como mencionaba en el aporte anterior, a mi hermana, algo se le despertó en su interior. Algo que tenía dormido, en estado latente, que ya existía, pero que tenía oculto y escondido.
Que subyacía en ella, una especie de adrenalina, que comenzó a segregar, que aumentaba la presión sanguínea, y el ritmo cardíaco. Esto la invadió, le entró por la fuerza, injustificadamente en funciones ajenas, fue dominada por aquél estado de ánimo que se expresaba en desesperación.
A partir del encuentro entre ellos, hablo de mi padre y mi hermana, eso salió a la luz, se manifestó, liberó esa tensión reprimida, ese estado sometido a la acción de las fuerzas inconscientes y separó su "yo" y su "super yo", su identidad se desdobló, se exteriorizó en un estado anímico de excitación, expresado en la impaciencia del encuentro sexual con su objeto de deseo, el esfuerzo hasta ahí, hasta ese momento a concentrarlo en él, su padre y su macho. Pero, la exaltación producida por determinadas circunstancias o la demora en las actividades genitales entre ambos, muy pronto se descontroló.
Se infectó de él, como asolada por la plaga de su semen, se corrompió moralmente, se intoxicó infundiéndose ideas o sentimientos moralmente nocivos, instilada de manera sutil por su doble personalidad. Incitada a concitar sentimientos adversos a lo culturalmente correcto.
Se convirtió en una provocadora, que excitaba el deseo sexual de manera intencionada a su progenitor.
Lo escandalizaba, exponiéndose a la vista, señalando para que se vea su pubis, su vagina, su vulva, su ano, se daba a conocer con él, como realmente era,
Con el afán de exhibir su perversión, o la de ambos, pero en lo que a ella respecta, consistente en mostrar en público los órganos genitales para sentir placer sexual, sin impedimento alguno, representaba el ideal del atractivo erótico y sexual. Se descubrió y reveló que ambos eran propensos a los placeres sexuales.
Su postura de a horcajadas hacía delirar a su padre.
Ella se movía a su propio impulso, era en esos momentos irracional, surgía su aspecto instintivo, un apetito nada espiritual, grosero, como condición del que o de lo que se siente atraído por lo desagradable,lo cruel o lo prohibido, en este caso, era la última de las opciones.
Esta tendencia obsesiva, terminaba por imponerse, eso hacía a su familiar, alzarse, ella, mi hermana, en su búsqueda y persecución, apresaba a nuestro padre en su telaraña sensual para matarlo de lujuria, con mañas, lo conquistaba, lo cautivaba a su voluntad, con halagos y engaños, para luego sorprenderlo en su descuido. Fue adquiriendo esa destreza de manera hábil, astuta, y se transformó en un vicio, una mala costumbre, un capricho, aunque también, ella era presa de sus pasiones, es decir, dominada por un sentimiento, que padecía y expresaba. Pasaba de cazadora a cazada y/o viceversa. Ambos sabían que aquello era un error irreparable.
Aunque ambos caían con frecuente recurrencia en él.
Sin embargo, esta situación terminó por convertirse en algo abyecto, vil y despreciable fundamentalmente para ella, el hecho de que su padre se rebajase a sus deseos, le hizo perder la estimación que le tenía, comenzó a tratarlo como un obsceno, el cual lograba ofender su pudor, especialmente en lo relativo al sexo. Su desprecio la transformó a la propensión de pensar y/u obrar mal con nuestro papá. Se indigestó de él hasta el hartazgo, le era una molestia, hasta le daba vergüenza recordar lo embelesada que había estado por ese hombre.
Mi padre, nuestro progenitor, hizo algo que yo jamás le perdonaré, por mantener sus chances con ella, se convirtió en un monigote sin códigos, una figura ridícula, sin carácter ni valor.
Un tipo absurdo, falto de lógica, que aceptaba cualquier situación humillante, provocando la burla de ella su hija y el menosprecio de los que lo conocían.
Sin autoridad para con ella, permitió lo extremo, la degradación de ambos, mi hermana, su hija y de él, nuestro padre, Accedió a que ella se hundiera en la promiscuidad.
La compartió con extraños, con desconocidos, corrompiendo de forma miserable su integridad sólo para verla o estar en el fárrago de anónimos que la penetraban.
Ella, mi hermana, su hija, entraba como en trance, se endiablaba y no lo distinguía, su inclusión no era reconocida por ella, alienada y enajenada, pasaba la propiedad de su cuerpo de uno a otro, todos tenían derechos sobre ella, hasta la maltrataban.
Nuestro padre, se mantenía extasiado esperando su turno, producto de la asombrosa capacidad de su hija para copular.
Ella se apareaba como un animal en celo, excitada, en un cortejo con un conjunto de personas que esperaban como en una ceremonia acompañarla en el orgasmo.
Ella, mi hermana, con movimientos cuasi rituales entre esa gente, los cuales la intentaban atraer hacia sus miembros viriles, acercarla y retenerla, traerla hacia ellos y compartir su cuerpo en virtud de sus propiedades físicas, tamaños, erecciones, rigideces.
Nuestro padre entre todos, intentaba ejercer una persuasión sutil, con el fin de que obre mal, para que tenga relaciones sexuales con cualquiera, para que en éxtasis y en base a argucias o artimañas, de manera ruin estar con ella, dentro de ella, confundirla en su desvarío delirante, diciendo locuras, incoherencias o despropósitos.
Perturbada por la pasión, ella aceptaba cosas disparatadas, insensatas, estaba enferma de deseo sexual intenso e insaciable..
Ese apetito sexual excesivo, lubricaba su vagina y le permitía mejorar las condiciones para el deslizamiento de los diferentes dimensiones de órganos sexuales que la poseían.
El diámetro interior de su intimidad, se dilataba por las contracciones musculares de su cavidad, el órgano carnoso eréctil situado en la parte superior de la vulva se ponía rígido, se levantaba, al igual que sus pezones como botones de un timbre, todas aquellas zonas se inflamaban y enrojecían por la fricción.
Al comienzo se sentía muy ajustado, ellos debían hacer fuerza y presionar para irrumpir en su humanidad, pero al instante los fluidos se hacían presentes y se hundían los glandes hasta el fondo.
Esa caterva de extraños, de poco valor, del montón, una horda sin moderación, marginales que por culpa de mi padre avergonzaban a mi hermana, y disfrutaban del deleite de su joya, echaban babas sobre su ser, segregando saliva sobre su cuerpo, y que la usaban como un recipiente para acabar en él.
Provocan un dolor y angustia que no he podido superar, me atormento pensando en esa injuria cometida de manera consustancial, ese daño corporal transformando ciertos instintos o sentimientos inferiores o primarios en una actividad inmoral, intelectual y socialmente inaceptable.
Que subyacía en ella, una especie de adrenalina, que comenzó a segregar, que aumentaba la presión sanguínea, y el ritmo cardíaco. Esto la invadió, le entró por la fuerza, injustificadamente en funciones ajenas, fue dominada por aquél estado de ánimo que se expresaba en desesperación.
A partir del encuentro entre ellos, hablo de mi padre y mi hermana, eso salió a la luz, se manifestó, liberó esa tensión reprimida, ese estado sometido a la acción de las fuerzas inconscientes y separó su "yo" y su "super yo", su identidad se desdobló, se exteriorizó en un estado anímico de excitación, expresado en la impaciencia del encuentro sexual con su objeto de deseo, el esfuerzo hasta ahí, hasta ese momento a concentrarlo en él, su padre y su macho. Pero, la exaltación producida por determinadas circunstancias o la demora en las actividades genitales entre ambos, muy pronto se descontroló.
Se infectó de él, como asolada por la plaga de su semen, se corrompió moralmente, se intoxicó infundiéndose ideas o sentimientos moralmente nocivos, instilada de manera sutil por su doble personalidad. Incitada a concitar sentimientos adversos a lo culturalmente correcto.
Se convirtió en una provocadora, que excitaba el deseo sexual de manera intencionada a su progenitor.
Lo escandalizaba, exponiéndose a la vista, señalando para que se vea su pubis, su vagina, su vulva, su ano, se daba a conocer con él, como realmente era,
Con el afán de exhibir su perversión, o la de ambos, pero en lo que a ella respecta, consistente en mostrar en público los órganos genitales para sentir placer sexual, sin impedimento alguno, representaba el ideal del atractivo erótico y sexual. Se descubrió y reveló que ambos eran propensos a los placeres sexuales.
Su postura de a horcajadas hacía delirar a su padre.
Ella se movía a su propio impulso, era en esos momentos irracional, surgía su aspecto instintivo, un apetito nada espiritual, grosero, como condición del que o de lo que se siente atraído por lo desagradable,lo cruel o lo prohibido, en este caso, era la última de las opciones.
Esta tendencia obsesiva, terminaba por imponerse, eso hacía a su familiar, alzarse, ella, mi hermana, en su búsqueda y persecución, apresaba a nuestro padre en su telaraña sensual para matarlo de lujuria, con mañas, lo conquistaba, lo cautivaba a su voluntad, con halagos y engaños, para luego sorprenderlo en su descuido. Fue adquiriendo esa destreza de manera hábil, astuta, y se transformó en un vicio, una mala costumbre, un capricho, aunque también, ella era presa de sus pasiones, es decir, dominada por un sentimiento, que padecía y expresaba. Pasaba de cazadora a cazada y/o viceversa. Ambos sabían que aquello era un error irreparable.
Aunque ambos caían con frecuente recurrencia en él.
Sin embargo, esta situación terminó por convertirse en algo abyecto, vil y despreciable fundamentalmente para ella, el hecho de que su padre se rebajase a sus deseos, le hizo perder la estimación que le tenía, comenzó a tratarlo como un obsceno, el cual lograba ofender su pudor, especialmente en lo relativo al sexo. Su desprecio la transformó a la propensión de pensar y/u obrar mal con nuestro papá. Se indigestó de él hasta el hartazgo, le era una molestia, hasta le daba vergüenza recordar lo embelesada que había estado por ese hombre.
Mi padre, nuestro progenitor, hizo algo que yo jamás le perdonaré, por mantener sus chances con ella, se convirtió en un monigote sin códigos, una figura ridícula, sin carácter ni valor.
Un tipo absurdo, falto de lógica, que aceptaba cualquier situación humillante, provocando la burla de ella su hija y el menosprecio de los que lo conocían.
Sin autoridad para con ella, permitió lo extremo, la degradación de ambos, mi hermana, su hija y de él, nuestro padre, Accedió a que ella se hundiera en la promiscuidad.
La compartió con extraños, con desconocidos, corrompiendo de forma miserable su integridad sólo para verla o estar en el fárrago de anónimos que la penetraban.
Ella, mi hermana, su hija, entraba como en trance, se endiablaba y no lo distinguía, su inclusión no era reconocida por ella, alienada y enajenada, pasaba la propiedad de su cuerpo de uno a otro, todos tenían derechos sobre ella, hasta la maltrataban.
Nuestro padre, se mantenía extasiado esperando su turno, producto de la asombrosa capacidad de su hija para copular.
Ella se apareaba como un animal en celo, excitada, en un cortejo con un conjunto de personas que esperaban como en una ceremonia acompañarla en el orgasmo.
Ella, mi hermana, con movimientos cuasi rituales entre esa gente, los cuales la intentaban atraer hacia sus miembros viriles, acercarla y retenerla, traerla hacia ellos y compartir su cuerpo en virtud de sus propiedades físicas, tamaños, erecciones, rigideces.
Nuestro padre entre todos, intentaba ejercer una persuasión sutil, con el fin de que obre mal, para que tenga relaciones sexuales con cualquiera, para que en éxtasis y en base a argucias o artimañas, de manera ruin estar con ella, dentro de ella, confundirla en su desvarío delirante, diciendo locuras, incoherencias o despropósitos.
Perturbada por la pasión, ella aceptaba cosas disparatadas, insensatas, estaba enferma de deseo sexual intenso e insaciable..
Ese apetito sexual excesivo, lubricaba su vagina y le permitía mejorar las condiciones para el deslizamiento de los diferentes dimensiones de órganos sexuales que la poseían.
El diámetro interior de su intimidad, se dilataba por las contracciones musculares de su cavidad, el órgano carnoso eréctil situado en la parte superior de la vulva se ponía rígido, se levantaba, al igual que sus pezones como botones de un timbre, todas aquellas zonas se inflamaban y enrojecían por la fricción.
Al comienzo se sentía muy ajustado, ellos debían hacer fuerza y presionar para irrumpir en su humanidad, pero al instante los fluidos se hacían presentes y se hundían los glandes hasta el fondo.
Esa caterva de extraños, de poco valor, del montón, una horda sin moderación, marginales que por culpa de mi padre avergonzaban a mi hermana, y disfrutaban del deleite de su joya, echaban babas sobre su ser, segregando saliva sobre su cuerpo, y que la usaban como un recipiente para acabar en él.
Provocan un dolor y angustia que no he podido superar, me atormento pensando en esa injuria cometida de manera consustancial, ese daño corporal transformando ciertos instintos o sentimientos inferiores o primarios en una actividad inmoral, intelectual y socialmente inaceptable.
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