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El viaje relámpago

Por razones que no vienen al caso, tuve que hacer un viaje relámpago a Rosario.
La terminal de retiro es de esos lugares impersonales, que sin ser sucio del todo no es demasiado limpio tampoco.
Faltaba media hora para la hora de subirme al colectivo, anochecía, y casi sin querer me encontré sentado pidiendo un cortado, de fiaca.
A unas mesas de distancia, cruzamos las miradas por un segundo con una mujer toda vestida de azul. No se adivinaba su cuerpo. Sólo la mirada que nos cruzó. La observé un par de veces más y cada vez ella miraba la hora en el celular.
Pagué (demasiado) por un café asqueroso con un amargor que no calmaba ni cinco sobres de azúcar.
Subido al ómnibus, la dama de azul estaba en el asiento de al lado. Pude mirarla mas. Camisa y pollera azul.
No tenía ganas de hablar pero la conversación surgió a raíz del libro que me disponía a leer, "No he venido a decir un discurso" que es una recopilación de los discursos de Gabriel García Marquez.
La dama -cuyo nombre no conocí nunca- se mostró interesada en lo único que no había leido de Gabo.
Se notaba una mujer educada, muy leída, lo que en el argot popular se conoce como "culta".
Y la conversación, como siempre sucede, fue derivando hacia temas personales: su reciente divorcio, su soledad, la mía, las aventuras amorosas, los encuentros y desencuentros, el "no quedan hombres", sonrisas y el comienzo de la atracción.
Como si fuera sin querer, las manos se rozaron y -ambos- sentimos el cosquilleo de la excitación.
Caricias mientras la conversación seguía.
Yo me preguntaba a cada segundo "¿hasta donde sigo?" y seguía. Los brazos ya era poco y mi mano fue a su pierna.
La conversación se iba interrumpiendo porque su mano también acariciaba mi pierna y la leve erección se transformaba en una gran marca en mi pantalón que no dudó en acariciar.
Mi mano rozó apenas su camisa a la altura de los pechos y descubrí unos pezones erectos que acaricié con frenesí.
Me dijo al oído "seguí".
En la oscuridad de la ruta mis manos desprendieron dos botones de la camisa y acariciaron sus pechos por encima del corpiño.
Ella metió su mano por debajo de la camisa, desprendió el corpiño y dejó a merced de mis dedos sus pechos. Jugué con sus pezones ya muy duros mientras ella no dejaba de acariciar mi pija por encima del pantalón.
Estábamos muy calientes y metí la mano por debajo de su pollera buscando mas.
Cuando encontré su tanga estaba empapada y yo empujaba el clítoris, mientras ella me besaba la oreja y la chupaba sin dejar de pajearme por encima del pantalón.
Faltaba poco para llegar, mis manos corrieron su tanga y metí los dedos hasta el fondo, gemía en mi oído y decia "mas, mas, mas"
"Mas" significaba "todo". Metí dos dedos en su concha y uno en el culo pajeándola ya con desesperación. Acabó conteniendo el grito, mordiéndome la oreja hasta casi hacerme gritar.
Mis dedos quedaron impregnados de sus jugos.
Sin mediar nada, desprendió mi pantalón y se abalanzo sobre mi pija, la metió toda en la boca y la comenzó a chupar con desesperación.
No tardó demasiado con esa hermosa manera de chupar en disponerse a recibir mi leche que fué generosamente entregada con un chorro interminable que ella saboreó y tragó.
Ya entrábamos a Rosario.
Nos miramos mejor cuando encendieron las luces.
Le acomodé el pelo revuelto sin hablar.
Bajé primero sin mirarla siquiera,
Luego de caminar unos metros, vi que se abrazaba con un hombre que la esperaba.
Seguí mi camino sin mirar atras.
No la puedo olvidar.

4 comentarios - El viaje relámpago

kramalo
cortito pero caliente...!! muy bueno..
unchabonBA
Gracias!! Ya escribiré mas largo... Era mi primer post
exiliado39
excelente elato locoexcente muy caliente +1
Neotete
realmente excelente
muy bien escrito
te invito a pasar por los mios
van 10 loco
Bichi37
¿Qué son 300 km? un orgasmo 😀