Al cruzarme con Sofía, la hija de mi cuñada, que venía saliendo del ascensor cuando yo me retiraba de su casa, no pude evitar de admirarme de que tan preciosa criatura haya salido del mismo lugar en donde yo hace poco estuve disfrutando.
Con un poco de cargo de conciencia pero no sin mucho deseo, me quedó mucho más grabada la imagen de Sofía, de minifalda, con sus largas y hermosas piernas, sus pequeños senos y su belleza tipo Barbie, bueno pues, me quedó mucho más grabada esa imagen que la de mi dulce cuñada desnuda y a mi disposición.
Pasaron los días y volví a gestar una excusa para poder ir nuevamente a la casa de mi cuñadita. Ella por supuesto la alentó, la apuntaló y la corroboró, para que nada quedara librado al azar. La misma hora, sobre las seis de la tarde de un día de semana, cuando sabido es que su actual compañero llega cerca de las once de la noche y que su hija un poco antes. Llegué pues y allá estaba ella, linda como nunca, dulce como siempre, y esta vez, solo con una camisa que no era de ella, y nada más debajo de su esbelto cuerpo, que apenas esbozaba unos pocos milímetros de rollos en su cintura. Todo lo demás, perfecto, como ella, como su sonrisa, como su rostro, como su dulzura.
Todo muy lindo entonces, nos besamos en cuanto nos vimos, ella siempre sonriendo me llevó de inmediato sobre el enorme sillón de cuatro cuerpos que hay en el living y casi sin darme cuenta me encontraba, al igual que ella, completamente desnudo y nuestros cuerpos pegados. Había dos razones claras para esta velocidad. La primera, poco tiempo, la segunda, mucho deseo acumulado. Sus manos tomaron mi pija, ya con una erección al máximo de lo posible, y agachándose sobre ella comenzó a chuparla dulcemente, pero con frenesí y gimiendo de placer. Yo acompañaba sus movimientos y ni que hablar del placer que estaba sintiendo en ese momento. La tenía toda para mí. Su cuerpo perfecto era nuevamente mio y eso a mi me ponía de una manera increíble.
Coger con mí cuñada no solo es coger con una mujer de primer nivel, también es coger con una mujer hecha para eso, y eso siempre estuvo en mi debe. Ya no.
Estábamos sumergidos uno dentro del otro, tan concentrados en chuparnos, besarnos, penetrarnos etc. Etc. Que ni nos dimos cuenta que intempestivamente se abrió la puerta de casa, y quien era, Sofía, un ángel que cayó en mal momento, con sus auriculares puestos, con su minifalda que casi parecía un cinturón grueso, su rostro único y su cuerpito perfecto. Quedamos mudos. Todos quedamos mudos, y fue ella la primera que rompió el silencio, y sonriendo, cosa común en ambas mujeres, siempre sonreían, dijo:
“Que bien eh” “no se privan de nada no?”.
Su madre apenas atinó a levantar del piso su camisa, con la que hizo un ovillo y se cubrió lo que pudo, o sea, nada. Yo quedé paralizado, ni siquiera atiné a cubrir mi miembro, erecto al máximo y totalmente a la vista. Sin embargo ella no se inmutó, se acercó a nosotros, se sentó en el sillón en medio de los dos y me dijo con su dulce voz. “verdad que mamá es linda?” Mira…. Y diciendo esto acarició los senos de su madre como indicándome la belleza de los mismos. Viste que cuerpo que tiene mi madre? Ojala yo a su edad lo tenga igual. Su madre aflojó la tensión inmediatamente, yo seguía incrédulo pero ya vislumbraba que la cosa no era para drama sino para algo que vendría que sería tal vez mejor. Yo pienso que al no ser hija del hombre con que vivía su madre, Sofía no sintió remordimientos de que estaba traicionando a su propio padre, y como la relación entre ambos no era la mejor, hasta creo que se alegró. Ella sentada entre nosotros seguía hablando como si nada pasara. Dijo que había que vivir la vida que era una sola, seguía acariciando a su mamá, ahora en la entrepierna, sin que esta hiciera ningún movimiento para impedirlo, y de golpe tomó con una de sus manos mi aún erecto miembro, comenzó a masajearlo y dijo: “Me dejan participar?” Estoy re caliente, puedo mamá?.
Yo no podía creer lo que estaba oyendo. Si alguna vez me hubieran hecho elegir una situación en la vida, no se si no hubiera elegido esta. Mi cuñada y mi sobrina, dos monumentos no solo a la mujer sino al sexo, juntas, solo para mí. Su madre se apretó más contra ella y ella se apretó más contra mi, así nos unimos los tres en una situación casi inimaginable hace unos minutos, comencé a desvestirla, le desabroché su camisa, la sequé su Soutine y se dejaron ver dos pequeños pero perfectos senos, pulcros, delicaditos, divinos. Levanté su falda y comprobé con sorpresa que no llevaba bombacha, la miré sonriendo y me dijo que ella no usaba esa prenda sucia y molesta. YO comencé a refregar su sexo, completamente libre de vello, su madre le comenzó a masajear los senos y los tres nos empezamos a calentar de una manera increíble, y a pocos segundos estábamos los tres refregándonos, lamiéndonos unos a otros y gozando, gozando como nunca.
Me tiré de espaldas al piso contra la peluda alfombra de la habitación, inmediatamente Sofía tomó mi miembro entre sus manos y se lo llevo a su concha, comenzando un sube baja tremendo, manejando siempre ella la situación. Su madre apoyo su sexo sobre mi cara, yo le chupaba esa hermosa concha profundamente con mi lengua, y mientras yo tenía a las dos sobre mi, enfrentadas una a otra, ellas comenzaron a hacer juegos de lengua, madre e hija, dos bellísimas mujeres de 18 y 36 años, parecían dos amantes. En ese momento no me pasó por la cabeza nada más que lo que estaba gozando, mis dos bellezas que siempre desee eran mías, mías solo, y a la vez ellas se estaban divirtiendo también. No saben la sensación de morbo que es ver madre e hija en esa posición, hundiendo sus lenguas una dentro de la boca de la otra, acariciando sus senos y acariciándose unas a otras como dos amantes o como dos lesbianas. Me quería morir.
Axial, con tanta calentura, no tardé en eyacular, todo dentro de mi querida sobrina. Intenté sacar mi pija pero ella no me dejó, me asusté un poco por si ella podría quedar embarazada pero ella manejaba todo y era la maestra de ceremonias. Los jugos de su madre inundaban mi cara y casi a la misma vez los tres exclamamos por la llegada del orgasmo. Yo quedé tieso, ellas se besaron profundamente, se miraron cara a cara y se acariciaron sus rostros. YO, en el cielo.
Así pues, nos desenredamos. Yo no podía creer lo que había vivido, se me ocurrió preguntarles si ellas alguna vez lo habían hecho juntas y no, jamás, pero Sofía me dijo que varias veces se habían bañado y enjabonado juntas, y que cada vez que eso pasaba ella se calentaba mucho. “Me saqué dos gustos a la vez “me dijo y los dos me gustaron de verdad.
Yo ya comencé a maquinar eso del baño, pensaba un baño de a tres, pero eso, eso es otra historia.
Con un poco de cargo de conciencia pero no sin mucho deseo, me quedó mucho más grabada la imagen de Sofía, de minifalda, con sus largas y hermosas piernas, sus pequeños senos y su belleza tipo Barbie, bueno pues, me quedó mucho más grabada esa imagen que la de mi dulce cuñada desnuda y a mi disposición.
Pasaron los días y volví a gestar una excusa para poder ir nuevamente a la casa de mi cuñadita. Ella por supuesto la alentó, la apuntaló y la corroboró, para que nada quedara librado al azar. La misma hora, sobre las seis de la tarde de un día de semana, cuando sabido es que su actual compañero llega cerca de las once de la noche y que su hija un poco antes. Llegué pues y allá estaba ella, linda como nunca, dulce como siempre, y esta vez, solo con una camisa que no era de ella, y nada más debajo de su esbelto cuerpo, que apenas esbozaba unos pocos milímetros de rollos en su cintura. Todo lo demás, perfecto, como ella, como su sonrisa, como su rostro, como su dulzura.
Todo muy lindo entonces, nos besamos en cuanto nos vimos, ella siempre sonriendo me llevó de inmediato sobre el enorme sillón de cuatro cuerpos que hay en el living y casi sin darme cuenta me encontraba, al igual que ella, completamente desnudo y nuestros cuerpos pegados. Había dos razones claras para esta velocidad. La primera, poco tiempo, la segunda, mucho deseo acumulado. Sus manos tomaron mi pija, ya con una erección al máximo de lo posible, y agachándose sobre ella comenzó a chuparla dulcemente, pero con frenesí y gimiendo de placer. Yo acompañaba sus movimientos y ni que hablar del placer que estaba sintiendo en ese momento. La tenía toda para mí. Su cuerpo perfecto era nuevamente mio y eso a mi me ponía de una manera increíble.
Coger con mí cuñada no solo es coger con una mujer de primer nivel, también es coger con una mujer hecha para eso, y eso siempre estuvo en mi debe. Ya no.
Estábamos sumergidos uno dentro del otro, tan concentrados en chuparnos, besarnos, penetrarnos etc. Etc. Que ni nos dimos cuenta que intempestivamente se abrió la puerta de casa, y quien era, Sofía, un ángel que cayó en mal momento, con sus auriculares puestos, con su minifalda que casi parecía un cinturón grueso, su rostro único y su cuerpito perfecto. Quedamos mudos. Todos quedamos mudos, y fue ella la primera que rompió el silencio, y sonriendo, cosa común en ambas mujeres, siempre sonreían, dijo:
“Que bien eh” “no se privan de nada no?”.
Su madre apenas atinó a levantar del piso su camisa, con la que hizo un ovillo y se cubrió lo que pudo, o sea, nada. Yo quedé paralizado, ni siquiera atiné a cubrir mi miembro, erecto al máximo y totalmente a la vista. Sin embargo ella no se inmutó, se acercó a nosotros, se sentó en el sillón en medio de los dos y me dijo con su dulce voz. “verdad que mamá es linda?” Mira…. Y diciendo esto acarició los senos de su madre como indicándome la belleza de los mismos. Viste que cuerpo que tiene mi madre? Ojala yo a su edad lo tenga igual. Su madre aflojó la tensión inmediatamente, yo seguía incrédulo pero ya vislumbraba que la cosa no era para drama sino para algo que vendría que sería tal vez mejor. Yo pienso que al no ser hija del hombre con que vivía su madre, Sofía no sintió remordimientos de que estaba traicionando a su propio padre, y como la relación entre ambos no era la mejor, hasta creo que se alegró. Ella sentada entre nosotros seguía hablando como si nada pasara. Dijo que había que vivir la vida que era una sola, seguía acariciando a su mamá, ahora en la entrepierna, sin que esta hiciera ningún movimiento para impedirlo, y de golpe tomó con una de sus manos mi aún erecto miembro, comenzó a masajearlo y dijo: “Me dejan participar?” Estoy re caliente, puedo mamá?.
Yo no podía creer lo que estaba oyendo. Si alguna vez me hubieran hecho elegir una situación en la vida, no se si no hubiera elegido esta. Mi cuñada y mi sobrina, dos monumentos no solo a la mujer sino al sexo, juntas, solo para mí. Su madre se apretó más contra ella y ella se apretó más contra mi, así nos unimos los tres en una situación casi inimaginable hace unos minutos, comencé a desvestirla, le desabroché su camisa, la sequé su Soutine y se dejaron ver dos pequeños pero perfectos senos, pulcros, delicaditos, divinos. Levanté su falda y comprobé con sorpresa que no llevaba bombacha, la miré sonriendo y me dijo que ella no usaba esa prenda sucia y molesta. YO comencé a refregar su sexo, completamente libre de vello, su madre le comenzó a masajear los senos y los tres nos empezamos a calentar de una manera increíble, y a pocos segundos estábamos los tres refregándonos, lamiéndonos unos a otros y gozando, gozando como nunca.
Me tiré de espaldas al piso contra la peluda alfombra de la habitación, inmediatamente Sofía tomó mi miembro entre sus manos y se lo llevo a su concha, comenzando un sube baja tremendo, manejando siempre ella la situación. Su madre apoyo su sexo sobre mi cara, yo le chupaba esa hermosa concha profundamente con mi lengua, y mientras yo tenía a las dos sobre mi, enfrentadas una a otra, ellas comenzaron a hacer juegos de lengua, madre e hija, dos bellísimas mujeres de 18 y 36 años, parecían dos amantes. En ese momento no me pasó por la cabeza nada más que lo que estaba gozando, mis dos bellezas que siempre desee eran mías, mías solo, y a la vez ellas se estaban divirtiendo también. No saben la sensación de morbo que es ver madre e hija en esa posición, hundiendo sus lenguas una dentro de la boca de la otra, acariciando sus senos y acariciándose unas a otras como dos amantes o como dos lesbianas. Me quería morir.
Axial, con tanta calentura, no tardé en eyacular, todo dentro de mi querida sobrina. Intenté sacar mi pija pero ella no me dejó, me asusté un poco por si ella podría quedar embarazada pero ella manejaba todo y era la maestra de ceremonias. Los jugos de su madre inundaban mi cara y casi a la misma vez los tres exclamamos por la llegada del orgasmo. Yo quedé tieso, ellas se besaron profundamente, se miraron cara a cara y se acariciaron sus rostros. YO, en el cielo.
Así pues, nos desenredamos. Yo no podía creer lo que había vivido, se me ocurrió preguntarles si ellas alguna vez lo habían hecho juntas y no, jamás, pero Sofía me dijo que varias veces se habían bañado y enjabonado juntas, y que cada vez que eso pasaba ella se calentaba mucho. “Me saqué dos gustos a la vez “me dijo y los dos me gustaron de verdad.
Yo ya comencé a maquinar eso del baño, pensaba un baño de a tres, pero eso, eso es otra historia.
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