Subió la escalera deprisa, hacía calor y estaba deseando quitarse la ropa. Mientras cerraba la puerta se iba desnudando: chaqueta, camisa, zapatos y pantalón. Cuando llegó al salón sólo llevaba la ropa interior puesta.
Se puso frente a la cristalera y vio que, como todos los días a la misma hora, su vecino de enfrente la estaba observando. Se soltó el pelo, provocativa, y agitó la melena. Él sonrió y se recostó en el sillón. Últimamente había colocado su butaca enfrente de la ventana, como si estuviera delante de la televisión viendo una película.
La chica puso música de blues y se marcó un bailecito sexy, él comenzó a acariciarse mientras la sonreía. Como si fuera una estríper, se fue acariciando por encima de la ropa interior, subía y bajaba al ritmo de la música. No le importaba si alguien más la veía, aunque casi todos los ventanales estaban a oscuras o con las cortinas cerradas. Sólo estaban los dos, frente a frente.
Se quitó el sujetador negro muy elegantemente, comenzó a acariciarse los pechos firmes y a ponerlos contra el cristal. Eso hizo que sus pezones asomaran y se excitó aún más, los pellizcó mientras él sacaba su pene y lo acariciaba con rapidez.
Ella siguió bailando mientras se tocaba por encima de las bragas. Estaba muy caliente, le encantaba este juego que había comenzado hacía varias semanas, por casualidad. Una noche se sintió observada mientras estaba en ropa interior y le vio allí, sonriéndole, mientras se acariciaba. Aquello la excitó tanto que ahora no podía parar. No lo conocía, eran unos edificios enormes, llenos de ventanas y de gente, aunque tampoco le importaba demasiado quien era, masturbarse para él era como un subidón de adrenalina cada noche.
La chica siguió acariciándose y contoneándose con lujuria. Cuando notó que estaba lo suficientemente mojada se quitó las braguitas, chupó su dedo corazón lascivamente, como si fuera la polla de él lo que tuviera entre los labios y vio que, enfrente, él aumentaba el ritmo de sus caricias. Introdujo el dedo en su vagina mientras con la otra mano se acariciaba los pechos. Hacía pequeños círculos en su interior y cuando notó el clítoris hinchado jugueteó con él, mientras introducía otro dedo para poder pellizcar y estirar. Estaba muy húmeda, se acercó más al cristal para que él pudiera ver todos sus movimientos. A punto de explotar, movió los dedos más rápidamente y notó el volcán entre sus piernas, un temblor, un golpe de calor y la humedad en sus dedos. Gimió mientras aumentaba la velocidad.
El hombre seguía meneándosela mientras la miraba, hasta que una mueca desfiguró su cara, el placer lo hizo estallar y ella vio cómo se corría. Siguió moviendo los dedos, abrió un poco más las piernas y notó como el golpe de calor se abría paso a su interior. Gritó de placer.
Se encendió un cigarrillo frente a la ventana, mirándole. Él le lanzó un beso y cerró las cortinas.
7 comentarios - Relato erótico: La ventana (indiscreta)