Sin embargo, todo aquello culminó con el casamiento de mi madre con mi padre, es decir, la relación mercantil de la empresa familiar de negocios no santos.
http://www.poringa.net/comunidades/comunidaddeincesto/201953/Mis-tios-inician-a-mi-madre-con-imagenes.html
Mi madre, estaba más agradecida que enamorada de mi padre. Sin embargo para él, creo que fue la mujer de su vida, no sólo era su gran amor y estaba perdidamente enamorado de ella, sino que, lo calentaba como ninguna otra mujer, despertaba sus instintos más básicos, la cojía como un animal en celo.
Eso a ella (mi madre) le resultaba paradójico, contradictorio, por un lado la excitaba aunque, la mantenía cercana a la antigua realidad que intentaba dejar atrás, la de su familia de libidinosos y lujuriosos, tan propensos a los placeres sexuales. Eso a ella, la hacía sentir con él y a pesar de su sentimiento, un amor deshonesto, sucio e indecoroso.
Su mente terminó convenciéndola que vivía con mi padre, su marido legal, en sordidez e hizo que su agradecimiento o ese sentimiento de reconocimiento a lo recibido por su pareja (ser rescatada) en algo parecido a la ingratitud, a olvidarse de aquello y verlo como otro más de esos hipócritas que pagaban por sexo fácil.
Mi padre, enloquecía con ella, se transformaba en un ser lascivo, su deseo o apetito sexual era excesivo, se volvía un degenerado, en una persona con graves anomalías mentales y morales. Lo que a mi madre, le hacía perder el respeto, perder la calidad, características y virtudes originales que ella había visto en él. Se sentía pasar a un estado peor que el original, con el de su familia depravada.
La hiperactividad de mi padre produjo en ella mi madre, que degeneran sus sentimientos en cuadros depresivos. Le produjo primero tristeza, y una marcada tendencia a deprimirse junto a él. Sumado a esto que de alguna manera eran sentimientos, crecía en su seno, el fruto de la acción de todos esos forniques, un incipiente embarazo, esto era algo más preciso, considerado en si mismo, un ser necesario que se convirtió luego en imprescindible para su vida.
Lo soportó, hasta que su estado de gravidez se hizo evidente, aguantó, resistió, sabía que debía sostener o llevar sobre sí esa carga o peso, toleró aquellas prácticas que a esa altura de la relación marital, comenzó a considerar humillantes. Permitir o consentir algo sin aprobarlo expresamente, le resultaba cada vez más cuesta arriba.
Todo se le volvía poco a poco inadmisible, intolerable, ya no lo podía aceptar y como contrapartida de ello, parecía a propósito, a él, se le ocurrían todas las variantes, estaba cada vez más creativo en lo sexo genital con ella. Para colmo, los senos de mi madre estaban inflamándose producto de su embarazo, y el sexo cada vez más agresivo de mi padre le hacían bambolear las tetas y doler.
Él, lo disfrutaba, de manera hedonista, su amor puro se transformaba en erótico, en placer precario, en esencia, un relajo, un nirvana de felicidad plena, obtenida por la pérdida de la individualidad de ella. En un estado de gracia, en el paraíso, lugar donde se goza, idóneo para el ejercicio de esa actividad de copular.
Sin embargo, ella lo sufría, sus embistes laceraban sus zonas erógenas, erosionaba su carne, él la incitaba a satisfacer sus sentidos, y caía en una vorágine de confusión, desorden y precipitación en los sentimientos impetuosos, violentos e irreflexivos de su hombre.
Allí se convenció que los hombres eran todos iguales, unos salvajes, básicos, encima ahora, no ganaba nada haciéndolo, más aún, era una ama de casa, y tenía obligaciones que con su familia había superado.
Esto debía soportar, era el precio que debía pagar, sólo, mantenía la esperanza, de que todo cambiaría, y así sería, algo estaba en curso para rebelarse y modificar su vida para siempre, para el resto de su existencia.
Y sería todo un cambio revolucionario, un nuevo paradigma aparecería en su vida, su hijo, y ya nada volvería a ser igual, eso lo modificaría todo, su visión del mundo, y el para que, ella estaba en él, supo que era, sólo por su hijo, su primogénito, o sea, yo...
Y así fue, después de tanto penar, su salvación apareció dentro de ella, es el seno materno y su vientre se infló de él, su ansiado hijo, y ya no cojió más con su marido, mi padre, vivió para mi..
http://www.poringa.net/comunidades/comunidaddeincesto/201953/Mis-tios-inician-a-mi-madre-con-imagenes.html
Mi madre, estaba más agradecida que enamorada de mi padre. Sin embargo para él, creo que fue la mujer de su vida, no sólo era su gran amor y estaba perdidamente enamorado de ella, sino que, lo calentaba como ninguna otra mujer, despertaba sus instintos más básicos, la cojía como un animal en celo.
Eso a ella (mi madre) le resultaba paradójico, contradictorio, por un lado la excitaba aunque, la mantenía cercana a la antigua realidad que intentaba dejar atrás, la de su familia de libidinosos y lujuriosos, tan propensos a los placeres sexuales. Eso a ella, la hacía sentir con él y a pesar de su sentimiento, un amor deshonesto, sucio e indecoroso.
Su mente terminó convenciéndola que vivía con mi padre, su marido legal, en sordidez e hizo que su agradecimiento o ese sentimiento de reconocimiento a lo recibido por su pareja (ser rescatada) en algo parecido a la ingratitud, a olvidarse de aquello y verlo como otro más de esos hipócritas que pagaban por sexo fácil.
Mi padre, enloquecía con ella, se transformaba en un ser lascivo, su deseo o apetito sexual era excesivo, se volvía un degenerado, en una persona con graves anomalías mentales y morales. Lo que a mi madre, le hacía perder el respeto, perder la calidad, características y virtudes originales que ella había visto en él. Se sentía pasar a un estado peor que el original, con el de su familia depravada.
La hiperactividad de mi padre produjo en ella mi madre, que degeneran sus sentimientos en cuadros depresivos. Le produjo primero tristeza, y una marcada tendencia a deprimirse junto a él. Sumado a esto que de alguna manera eran sentimientos, crecía en su seno, el fruto de la acción de todos esos forniques, un incipiente embarazo, esto era algo más preciso, considerado en si mismo, un ser necesario que se convirtió luego en imprescindible para su vida.
Lo soportó, hasta que su estado de gravidez se hizo evidente, aguantó, resistió, sabía que debía sostener o llevar sobre sí esa carga o peso, toleró aquellas prácticas que a esa altura de la relación marital, comenzó a considerar humillantes. Permitir o consentir algo sin aprobarlo expresamente, le resultaba cada vez más cuesta arriba.
Todo se le volvía poco a poco inadmisible, intolerable, ya no lo podía aceptar y como contrapartida de ello, parecía a propósito, a él, se le ocurrían todas las variantes, estaba cada vez más creativo en lo sexo genital con ella. Para colmo, los senos de mi madre estaban inflamándose producto de su embarazo, y el sexo cada vez más agresivo de mi padre le hacían bambolear las tetas y doler.
Él, lo disfrutaba, de manera hedonista, su amor puro se transformaba en erótico, en placer precario, en esencia, un relajo, un nirvana de felicidad plena, obtenida por la pérdida de la individualidad de ella. En un estado de gracia, en el paraíso, lugar donde se goza, idóneo para el ejercicio de esa actividad de copular.
Sin embargo, ella lo sufría, sus embistes laceraban sus zonas erógenas, erosionaba su carne, él la incitaba a satisfacer sus sentidos, y caía en una vorágine de confusión, desorden y precipitación en los sentimientos impetuosos, violentos e irreflexivos de su hombre.
Allí se convenció que los hombres eran todos iguales, unos salvajes, básicos, encima ahora, no ganaba nada haciéndolo, más aún, era una ama de casa, y tenía obligaciones que con su familia había superado.
Esto debía soportar, era el precio que debía pagar, sólo, mantenía la esperanza, de que todo cambiaría, y así sería, algo estaba en curso para rebelarse y modificar su vida para siempre, para el resto de su existencia.
Y sería todo un cambio revolucionario, un nuevo paradigma aparecería en su vida, su hijo, y ya nada volvería a ser igual, eso lo modificaría todo, su visión del mundo, y el para que, ella estaba en él, supo que era, sólo por su hijo, su primogénito, o sea, yo...
Y así fue, después de tanto penar, su salvación apareció dentro de ella, es el seno materno y su vientre se infló de él, su ansiado hijo, y ya no cojió más con su marido, mi padre, vivió para mi..
31 comentarios - @hindami mi madre (con imágenes)