Día de calor, día de inventario en el taller.
Y ella deberá quedarse horas extras, por supuesto. En el entrepiso se amontonan repuestos, herramientas y partes de motor.
Ella es administrativa, qué carajos tiene que andar haciendo el inventario de un montón de hierros ahí amontonados; pero es el trabajo y hay que hacerlo. Por suerte quedará un compañero que trabaja desde hace años y conoce perfectamente cada pieza.
Suben la escalera entre despedidas y la mirada de envidia a los que se van a descansar.
"Ojalá termine esto pronto", dice ella entre dientes. -Tranqui, gorda... terminamos en un rato y nos vamos- dice él un poco mas abajo. Son buenos compañeros, trabajan con entusiasmo, con camaradería y ambos pondrán empeño para terminar temprano.
Es varios años mayor que ella y sabe su oficio; se le nota en las manos rugosas y fuertes de tanto andar entre autos y motores. Y, en efecto, se ponen manos a la obra, moviendo las piezas, algunas cubiertas por el polvillo del olvido, otras aún en sus cajas, flamantes y en descanso hasta vaya a saber cuándo.
El día es caluroso, ella piensa que se esta acortando su fin de semana para irse a bailar, a las sierras o a cualquier lado para alejarse un poco de la rutina laboral. Ahí arriba, en ese entrepiso, el calor parece acumularse de una manera fastidiosa y con el correr de los minutos el sudor, la tierra y el desgano comienzan a notarse, pegajosos en la piel. -Uhf, no doy mas con esta mierda de calor, dice ella quitándose el delantal. Por suerte sólo lleva musculosa y hay, al menos, una sensación de alivio. Piensa en su pobre compañero, encerrado en el mameluco de trabajo, sudando sudor y voluntad en la desinteresada ayuda.
A veces han cruzado miraditas -sólo un juego- quizás más para provocar el desaburrimiento que otra cosa. Colgó el delantal por cualquier lado y al darse vuelta para retomar se encontró con la mirada fija de él. Que no la miraba a los ojos, claro. Que la miraba directamente a sus pechos, marcados maravillosamente por la tenue tela de la musculosa. Ella esbozó una sonrisa entre nerviosa y divertida.
-Te juro que siempre me encantaron tus tetas, disparó el... pero nunca imaginé que fuesen tan grandes, tan hermosas, balbuceó con voz que pasaba de ronca a entrecortada. Sin decir nada se acercó y las tocó. Ella no pudo responder, ese elogio la habia paralizado pero también se
sintió halagada, y no pudo ocultar una leve perturbación. El se acercó aún mas, se pegó a ella y le estampó un beso y con su lengua entreabrió los labios femeninos, dulces, carnosos y la penetró hasta encontrar la otra lengua. Después la boca bajó por el cuello mientras las manos levantaban la musculosa, llegó a los pezones que ya estaban durísimos de lujuria y excitación. Ella se habia puesto decididamente en celo, caliente... comenzó a acariciarle el cabello mientras él seguìa chupando casi hasta el dolor sus maravillosas tetas. Cuando ya estaban asegurados los gemidos, mientras continuaba chupando aquellas tetas que tanto habìa deseado en cada mirada furtiva a su compañera de trabajo , una de sus manos bajo al pantalón, lo abriò y sin miramientos comenzò a hurgar con los dedos.
Asperos dedos de trabajo se hundieron dentro suyo provocándole un placer inmenso, indefinible. Se entregò del todo soltando un chorro caliente, sabroso. El sacò la mano y la metiò en su boca. Se incorporò un poco y acercàndose a su oído, le susurrò con voz profunda y animal.
-Gorda, date la vuelta, vamos a cojer de parados. Ella obedeció excitadìsima apoyàndose en la pared. Le bajó los pantalones hasta el suelo, ella abriò un poco las miernas y dos manos tantearon sus nalgas. Abriò el mameluco de trabajo y una punta encontró los labios vaginales. De un sòlo empujón la llenò del todo. Un empujón violento, lleno de lascivia y deseos al límites de la perversión.
-Ahhhhh!!!
- Te gusta?
-Ahh si si!!!
-Què hermosa concha, te mojaste toda!!
-Ahh que rica pija, dame mas, dame más!! Comenzò a empujar como macho en celo, salvajemente y sin delicadezas. Ella acompañaba gimiendo, gritando, sus tetas explotaban y él las apretaba, las acariciaba, pellizcaba una y otra vez los pezones y seguia con su poderoso vaiven. La tenía ahí, a su merced, con su culo levantado y su verga entrando en esa cocha que no dejaba de chorrear. Ella sentía que tenía a ese macho haciéndola gozar, era deliciosamente feliz, lasciva, abierta....
-Ahhh, que hermosa pija, està mas grande!!! gritó casi sin poder aguantar. El movimiento era feroz, las tetas subian y bajaban al compás de cada embestida y los golpes contra las nalgas sonaban como cachetadas retumbando en el taller vacío. Cuando el clítorís ya sentía las delicias de un ardor apasionante, sintió un golpe líquido, caliente, que la inundaba desde atrás.
-Ayyy.... ahhh me quemaa!!
-Si?? tomá entonces, toma leche... tomaa!!!
-Ahhh... ayy... uhffmmmmmmm.................... Quedaron exhaustos, abrazados contra la pared en medio del polvo, del sudor y del olor a sexo que los envolvía, cuando la noche ya amenazaba por completo.
-Què hermosa cojida nos pegamos, gorda...
Se despegaron lentamente, se vistieron y salieron a la calle, miraron las estrellas y decidieron fumarse un cigarrillo.....
-Què hermosa cojida nos pegamos, coincidieron.... y entraron nuevamente a terminar el inventario.
Y ella deberá quedarse horas extras, por supuesto. En el entrepiso se amontonan repuestos, herramientas y partes de motor.
Ella es administrativa, qué carajos tiene que andar haciendo el inventario de un montón de hierros ahí amontonados; pero es el trabajo y hay que hacerlo. Por suerte quedará un compañero que trabaja desde hace años y conoce perfectamente cada pieza.
Suben la escalera entre despedidas y la mirada de envidia a los que se van a descansar.
"Ojalá termine esto pronto", dice ella entre dientes. -Tranqui, gorda... terminamos en un rato y nos vamos- dice él un poco mas abajo. Son buenos compañeros, trabajan con entusiasmo, con camaradería y ambos pondrán empeño para terminar temprano.
Es varios años mayor que ella y sabe su oficio; se le nota en las manos rugosas y fuertes de tanto andar entre autos y motores. Y, en efecto, se ponen manos a la obra, moviendo las piezas, algunas cubiertas por el polvillo del olvido, otras aún en sus cajas, flamantes y en descanso hasta vaya a saber cuándo.
El día es caluroso, ella piensa que se esta acortando su fin de semana para irse a bailar, a las sierras o a cualquier lado para alejarse un poco de la rutina laboral. Ahí arriba, en ese entrepiso, el calor parece acumularse de una manera fastidiosa y con el correr de los minutos el sudor, la tierra y el desgano comienzan a notarse, pegajosos en la piel. -Uhf, no doy mas con esta mierda de calor, dice ella quitándose el delantal. Por suerte sólo lleva musculosa y hay, al menos, una sensación de alivio. Piensa en su pobre compañero, encerrado en el mameluco de trabajo, sudando sudor y voluntad en la desinteresada ayuda.
A veces han cruzado miraditas -sólo un juego- quizás más para provocar el desaburrimiento que otra cosa. Colgó el delantal por cualquier lado y al darse vuelta para retomar se encontró con la mirada fija de él. Que no la miraba a los ojos, claro. Que la miraba directamente a sus pechos, marcados maravillosamente por la tenue tela de la musculosa. Ella esbozó una sonrisa entre nerviosa y divertida.
-Te juro que siempre me encantaron tus tetas, disparó el... pero nunca imaginé que fuesen tan grandes, tan hermosas, balbuceó con voz que pasaba de ronca a entrecortada. Sin decir nada se acercó y las tocó. Ella no pudo responder, ese elogio la habia paralizado pero también se
sintió halagada, y no pudo ocultar una leve perturbación. El se acercó aún mas, se pegó a ella y le estampó un beso y con su lengua entreabrió los labios femeninos, dulces, carnosos y la penetró hasta encontrar la otra lengua. Después la boca bajó por el cuello mientras las manos levantaban la musculosa, llegó a los pezones que ya estaban durísimos de lujuria y excitación. Ella se habia puesto decididamente en celo, caliente... comenzó a acariciarle el cabello mientras él seguìa chupando casi hasta el dolor sus maravillosas tetas. Cuando ya estaban asegurados los gemidos, mientras continuaba chupando aquellas tetas que tanto habìa deseado en cada mirada furtiva a su compañera de trabajo , una de sus manos bajo al pantalón, lo abriò y sin miramientos comenzò a hurgar con los dedos.
Asperos dedos de trabajo se hundieron dentro suyo provocándole un placer inmenso, indefinible. Se entregò del todo soltando un chorro caliente, sabroso. El sacò la mano y la metiò en su boca. Se incorporò un poco y acercàndose a su oído, le susurrò con voz profunda y animal.
-Gorda, date la vuelta, vamos a cojer de parados. Ella obedeció excitadìsima apoyàndose en la pared. Le bajó los pantalones hasta el suelo, ella abriò un poco las miernas y dos manos tantearon sus nalgas. Abriò el mameluco de trabajo y una punta encontró los labios vaginales. De un sòlo empujón la llenò del todo. Un empujón violento, lleno de lascivia y deseos al límites de la perversión.
-Ahhhhh!!!
- Te gusta?
-Ahh si si!!!
-Què hermosa concha, te mojaste toda!!
-Ahh que rica pija, dame mas, dame más!! Comenzò a empujar como macho en celo, salvajemente y sin delicadezas. Ella acompañaba gimiendo, gritando, sus tetas explotaban y él las apretaba, las acariciaba, pellizcaba una y otra vez los pezones y seguia con su poderoso vaiven. La tenía ahí, a su merced, con su culo levantado y su verga entrando en esa cocha que no dejaba de chorrear. Ella sentía que tenía a ese macho haciéndola gozar, era deliciosamente feliz, lasciva, abierta....
-Ahhh, que hermosa pija, està mas grande!!! gritó casi sin poder aguantar. El movimiento era feroz, las tetas subian y bajaban al compás de cada embestida y los golpes contra las nalgas sonaban como cachetadas retumbando en el taller vacío. Cuando el clítorís ya sentía las delicias de un ardor apasionante, sintió un golpe líquido, caliente, que la inundaba desde atrás.
-Ayyy.... ahhh me quemaa!!
-Si?? tomá entonces, toma leche... tomaa!!!
-Ahhh... ayy... uhffmmmmmmm.................... Quedaron exhaustos, abrazados contra la pared en medio del polvo, del sudor y del olor a sexo que los envolvía, cuando la noche ya amenazaba por completo.
-Què hermosa cojida nos pegamos, gorda...
Se despegaron lentamente, se vistieron y salieron a la calle, miraron las estrellas y decidieron fumarse un cigarrillo.....
-Què hermosa cojida nos pegamos, coincidieron.... y entraron nuevamente a terminar el inventario.
4 comentarios - Relatos del Taller (Tarde de inventario)