Cuando estiraba la piel de la pija de Juan se le saltaban los ojos de placer al verla enorme y dura solo para ella. Mientras lo masturbaba solo decía es mía y quiero su leche como si fuera impersonal a Juan su propia poronga. Sus tetas bailaban al compás de sus movimientos y su cabeza iba hacia atrás al sentir el roce suave sobre la suave piel del choto. Se mordía los labios delicadamente con una cara especial de zorra y a veces largaba un gemido suave. Con la otra mano acariciaba su concha que de momentos debía suspender la paja para arquear su cuerpo y percibir todo su placer. Su cuerpo se contraía a medida que la pija de Juan se ponía más tensa y firme.
Cuando se puso más rígido el ritmo solo susurraba quiero mi leche y su mirada de tan fija podía aparecerle a Juan como perdida. Sus pezones se ponían cada vez más tensos y duros, y de entre la comisura de los labios podía verse como caía un poco de baba.
En un momento sintió que Juan se tensaba y acelero el ritmo, dejo la mano con la que tocaba su cajeta y la uso para apretar el puño que estaba aferrada al movimiento del choto de Juan.
Levanto la vista e intento mirar a Juan que estaba con los ojos entrecerrados y las nalgas apretadas y supo que estaba por acabar.
Acerco su cara a la poronga y con su lengua lamia el glande de su amigo. Su saliva hacia que el cuenco de su mano fuera más tibio y húmedo. Juan se estremecía.
Cuando llegaba a la base del pubis de Juan se dio cuente como se abultaba el semen para descargarse. Arrimo más la boca, supongo que querría toda la leche en su boca y en su cara.
Juan sintió desde adentro como una jauría de perros se largaba hacia el abismo. Su mente se puso en blanco mientras Alicia seguía empeñada en su placer.
Alicia abrió la boca y un chorro enorme de semen fue a su boca, a sus labios, a su cara, a su pelo rubio como el oro, a sus ojos.
Fue tanto el placer de Juan que luego de cinco espasmos aun salían como perlas gotas de semen hacia Alicia.
Alicia dejo de masturbar para disfrutar su conquista. Su leche, la saboreaba, con las palmas de la mano las esparcía por sus pezones tensos y por los labios hinchados de su cajeta.
Juan beso la boca llena de semen de Alicia y luego bajo a su entrepierna y marco un cunnilingus espectacular.
Alicia y Juan yacen cansados pero ardientes, debemos imaginar que están felices.
Cuando se puso más rígido el ritmo solo susurraba quiero mi leche y su mirada de tan fija podía aparecerle a Juan como perdida. Sus pezones se ponían cada vez más tensos y duros, y de entre la comisura de los labios podía verse como caía un poco de baba.
En un momento sintió que Juan se tensaba y acelero el ritmo, dejo la mano con la que tocaba su cajeta y la uso para apretar el puño que estaba aferrada al movimiento del choto de Juan.
Levanto la vista e intento mirar a Juan que estaba con los ojos entrecerrados y las nalgas apretadas y supo que estaba por acabar.
Acerco su cara a la poronga y con su lengua lamia el glande de su amigo. Su saliva hacia que el cuenco de su mano fuera más tibio y húmedo. Juan se estremecía.
Cuando llegaba a la base del pubis de Juan se dio cuente como se abultaba el semen para descargarse. Arrimo más la boca, supongo que querría toda la leche en su boca y en su cara.
Juan sintió desde adentro como una jauría de perros se largaba hacia el abismo. Su mente se puso en blanco mientras Alicia seguía empeñada en su placer.
Alicia abrió la boca y un chorro enorme de semen fue a su boca, a sus labios, a su cara, a su pelo rubio como el oro, a sus ojos.
Fue tanto el placer de Juan que luego de cinco espasmos aun salían como perlas gotas de semen hacia Alicia.
Alicia dejo de masturbar para disfrutar su conquista. Su leche, la saboreaba, con las palmas de la mano las esparcía por sus pezones tensos y por los labios hinchados de su cajeta.
Juan beso la boca llena de semen de Alicia y luego bajo a su entrepierna y marco un cunnilingus espectacular.
Alicia y Juan yacen cansados pero ardientes, debemos imaginar que están felices.
2 comentarios - Un encuentro
gracias por pulicarlo