Era una tarde normal en la oficina. Nada especial, hasta que a eso de las 15hs me llega un sms de Mariana, mi esposa. "Ya estoy en casa, va a pasar Gonzalo un rato. ¿No te molesta?". Gonzalo es un ex compañero de trabajo de mi mujer, con el que alguna vez pasó algo, según me contó ella misma.
Se me aceleró el pulso cardíaco, me empecé a excitar tanto que se me notaba la tremenda erección que estaba teniendo. Con manos temblorosas le respondí el mensaje: "Está todo bien, pero quiero escucharte gozar". Al minuto me contestó: "OK. Te voy a llamar para que me escuches gemir".
De ahí en más no podía pensar en nada. Menos en trabajar. Pasó una hora, la más larga de mi vida, hasta que sonó el teléfono. Era Mariana. Agarré el celular, me levanté de mi escritorio y me metí en el baño del trabajo, me encerré en un cubículo y atendí...
Tardé unos segundos en comprender lo que estaba escuchando. Era Mariana, mi esposa, gimiendo, gritando como una puta. Cada "Ahhh", cada "Síiii", cada "Dame más", cada "Cogeme con todo, papito" era como martillazo en la cabeza. Mi erección ya no daba más y sin darme cuenta estaba sentado en el baño del laburo con el celular en la oreja y masturbándome muy lentamente para no acabar, disfrutando cada gemido.
Pero no pude evitar acabar cuando escucho a Mariana decir "Dale, papito, llename, llename la colita de leche, así... ¡Así!". Acabé al escuchar los gruñidos de placer de Gonzalo, que evidenciaban que estaba echándole chorros de leche en el culo a mi esposa.
Después de un rato de silencio, Mariana, con la voz entrecortada y jadeante me dice "¿Te gustó?". Y me cortó. Fue más excitante todavía.
Traté de recomponerme un poco, salí del baño y me senté en mi escritorio como si nada, esperando a que sean las 18hs para salir e ir a casa, a encontrarme con mi amada y puta esposa.
Se me aceleró el pulso cardíaco, me empecé a excitar tanto que se me notaba la tremenda erección que estaba teniendo. Con manos temblorosas le respondí el mensaje: "Está todo bien, pero quiero escucharte gozar". Al minuto me contestó: "OK. Te voy a llamar para que me escuches gemir".
De ahí en más no podía pensar en nada. Menos en trabajar. Pasó una hora, la más larga de mi vida, hasta que sonó el teléfono. Era Mariana. Agarré el celular, me levanté de mi escritorio y me metí en el baño del trabajo, me encerré en un cubículo y atendí...
Tardé unos segundos en comprender lo que estaba escuchando. Era Mariana, mi esposa, gimiendo, gritando como una puta. Cada "Ahhh", cada "Síiii", cada "Dame más", cada "Cogeme con todo, papito" era como martillazo en la cabeza. Mi erección ya no daba más y sin darme cuenta estaba sentado en el baño del laburo con el celular en la oreja y masturbándome muy lentamente para no acabar, disfrutando cada gemido.
Pero no pude evitar acabar cuando escucho a Mariana decir "Dale, papito, llename, llename la colita de leche, así... ¡Así!". Acabé al escuchar los gruñidos de placer de Gonzalo, que evidenciaban que estaba echándole chorros de leche en el culo a mi esposa.
Después de un rato de silencio, Mariana, con la voz entrecortada y jadeante me dice "¿Te gustó?". Y me cortó. Fue más excitante todavía.
Traté de recomponerme un poco, salí del baño y me senté en mi escritorio como si nada, esperando a que sean las 18hs para salir e ir a casa, a encontrarme con mi amada y puta esposa.
18 comentarios - Me encanta escuchar a mi esposa gemir... ¡Por teléfono!
Preguntale sino quiere conocerme y vemos que sale !
gracias por el relato
Besos y puntos!
Te felicito por la experiencia.
Te mando MP