You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Siete por siete (73): El sueño del pibe (II)




Post anterior
Post siguiente
Compendio I


Me ha estado rondando todo el día. Ha sido como una picazón.
Le he preguntado a mi marido y también le ha pasado.
😏
Dice que le pasaba los primeros días en faena, cuando se acordaba de lo que hacía con mamá y mi hermana.
Y no tengo otra opción: aunque estoy cansada, igual quiero escribir.
Recuerdo que esa noche, mientras volvíamos a Waingapu, sentía algo parecido…
Adoro a mi marido y hacer el amor con él es delicioso y apasionado. Él sabe cómo atenderme y me considero una esposa satisfecha.
😔
Pero cuando tiene otras, es distinto.
No quiero ofender a las que son engañadas por sus maridos, porque puedo imaginar su sufrimiento.
Pero en mi caso, él se vuelve mejor.
Él tiene una vitalidad enorme y podemos hacerlo por horas. Pero también quiero que se canse junto conmigo, que nos abracemos y durmamos juntos.
Que no tenga que aguantarse las ganas porque no soy tan resistente como él…
😞
Además, esta lo otro. Son mujeres más lindas que yo. Mujeres simplemente inalcanzables para él: con pechos enormes, con gran experiencia, más exuberantes.
Y a pesar de todo, sigue conmigo. Aunque no soy tan lista, ni la más linda, ni la más guapa, él siempre me prefiere y quiere volver a mi lado.
Para él, soy la mejor… y eso me hace feliz.
☺️
Entonces, le propuse que saliéramos de paseo.
Las princesas son unos ángeles. Luego de la leche de la noche, con suerte despertarán a las 3 de la mañana, pero esos días, como andaban con nosotros a todas partes, a las 8 ya estaban bostezando y no despertaban hasta la mañana.
Era difícil dejarlas solas, porque son nuestras pequeñitas y las amamos mucho.
Pero también necesitábamos un poquito de tiempo para nosotros…
😈
O en mi caso, un alivio para esa picazón.
Las cabañas tenían una cocina y había un pequeño restaurant, pero más que hambre, yo iba a cazar.
Le decía que teníamos que probar la comida típica y que teníamos que ver cómo pasaban las noches las otras personas.
Pero siendo sincera, en mi corazón había otro deseo: que Susana simplemente conversara un poco con él.
Caminamos por calles y por calles, alejándonos del puerto. Conversábamos de aquí y de lo de allá. De esto y de lo otro.
Y llegamos al barrio central, donde estaban los hoteles y restaurants.
Seguimos caminando y aunque me sugería uno y otro, me rehusaba, porque no las veía.
Hasta que finalmente, las divisé por una vitrina.
Nery tenía un vestido negro, de una sola pieza, que le quedaba bastante bien. Le levantaba los pechos y era apretado de cintura.
Susana era todo lo contrario: chaqueta de lana blanca, camisa celeste y una falda de mezclilla.
Se notaba que una salía a rumbear y la otra, a pasar el rato.
Nos sentamos en una butaca los 2 juntos, encarándolas, pero no tan evidente.
El garzón nos trajo la carta y mi marido sonrió con tristeza: La mayoría de los platos era con mariscos y pescados.
😅
Pero mis esfuerzos no fueron en vano.
😈
“¡Mirá! ¡Ahí está el mino que te conté!” leí los labios de Nery.
Y por unos momentos, se hizo la lesa…
Pero no le perdía ojo a mi marido. 😈
“Mari, ¿Qué hacés por acá?” preguntó de repente.
“¡Andamos probando comida de la zona!” respondí.
😓
Mi marido se dio cuenta…
“¡Vení, Vení! ¡Para que conozcas a mi hermana!” nos invitó.
☺️
Yo, tan contenta, porque mi plan marchaba sobre ruedas.
“¡Mirá, Susi! ¡Esta es Mari y este es su marido!” nos presentó Nery a su hermana, que no se veía muy interesada.
“¡Andá! ¡Decilé que tengo nombre de una diosa!” ordenó Nery a mi marido.
Pero mi marido pensaba por su cuenta.
“¿Te llamas “Susana” por la flor?” preguntó.
😳
“¿Cuál flor?” preguntó ella.
Y ahí, partíamos de nuevo.
Que Susana era el otro nombre de las azucenas. Que en la antigüedad, eran adoradas como diosas de la fertilidad.
Y que en el lenguaje de las flores, significaba pureza, castidad e inocencia.
👿
“¿Y por qué a mí no me dices que significa mi nombre?” pregunté, un poquito envidiosa.
“Porque tu nombre, ruiseñor, es el más sencillo.” Respondió, dándome una sonrisa muy tierna. “Mar y sol. Las 2 cosas esenciales para la vida y sin ellas, un hombre no podría vivir.”
💕 💕
Lo perdoné, porque se refería a él mismo.
“¿Y qué estudian?” pregunté, mientras nos traían los sándwiches que ordenamos.
“Yo estudio Periodismo y Susi estudia Radiología.” Respondió, tratando de lucir su cuerpo con mi marido.
XD
Al escuchar eso, a mi marido se le iluminaron los ojos.
“¿Estudias radiología? ¿Con las placas, que sacan radiografías?”
Y ahí iba de nuevo, con sus preguntas. Que cuántos Roentgens emitía la máquina. Que si acaso tenía que usar traje de plomo. Que si acaso era posible que tuviera quemaduras por radiación…
Aunque a Susi le había impresionado un poco mi marido, cuando él puso esos ojos…
☺️
Las 2 lo escuchaban con la misma atención.
Y es que la conversación era fluidísima entre ellos.
Como si los 2 fueran radiólogos…
😆
“¿Y qué hacés vos? ¿Cómo sabés tanto?” le preguntó Susana, muy interesada.
Y él daba su humilde respuesta.
“Yo soy ingeniero en minas… pero me interesa mucho el manejo de la radiación…”
“¿Ah, sí? ¿Y por qué?” le preguntaba ella, con la misma sonrisa coqueta que ponía su hermana.
“Por lo ocurrido en Prypiat y todo eso…” respondió él.
😳
Nosotras quedamos con la boca abierta. Sabe tanto…
Nos contó del reactor nº4, cómo explotó, cómo llegaron los bomberos, cómo se fueron envenenando por radiación…
Fue una historia triste, pero no queríamos que parara, porque sabía tanto y lo contaba de una manera tan sencilla, que las 3 le podíamos seguir bien.
“¿Han visto la película “Pu-239”?”
Ni siquiera habíamos oído de ella. Nos contó la trama, bastante triste, de un trabajador soviético de un reactor nuclear desahuciado por envenenamiento por radiación, que intenta vender un frasco con plutonio a unos mafiosos, para que su esposa y su hijo puedan salir del país.
Íbamos en la mitad, cuando llega un chico bien parecido.
“¡Excusi, signorinas!” dice el chico bien parecido y le empieza a hablar a Susi, que se enojó un poco por la interrupción.
“¡Ese es Giacopo, el novio de Susi!” nos explicó Nery.
El chico era coqueto y me echaba el ojo encima.
👿
Pero con mi marido, no me gusta que me miren.
“Bueno, ruiseñor, nos tenemos que ir…” dijo mi marido, mirando el reloj.
Habíamos conversado por hora y media.
“¿Se van tan pronto?” preguntó Susi, muy preocupada. “¡Che! ¡Relajaté un poquito y quedaté con nosotras otro poco!”
☺️
“Sobre ruedas, sobre ruedas…” pensaba yo muy contenta. 😛
<3<3<3
“¡Lo siento, Susi! Pero dejamos a las pequeñas solas y tenemos que cuidarlas. Pero ha sido muy interesante conversar contigo y ojalá nos volvamos a ver…” respondió, poniéndose de pie.
“¿Tenés nenas?”
😍
¡Me encanto cómo lo dijo ella! ¡Entre sorprendida y desilusionada!
No podía sentirme mejor…
“¡Te conté que tenían 2, pero como siempre, vos no me pusiste atención!” le reclamó Nery y luego, me preguntó desesperada, al ver que mi marido se marchaba a la puerta. “Mari, ¿Mañana van a la playa otra vez?... porque pensaba que podríamos juntarnos de nuevo…”
XD
Debió ser una noche difícil para Nery. Aunque trató de mostrarse lo más que pudo con mi marido, le terminó ganando su propia hermana gemela, que menos interés tenía en lucirse.
“¡Por supuesto! ¿A qué hora llegan?”
“Yo llego como a las 2, pero Susi llega a las 7 de la mañana, para pescar las primeras olas…”
Y nos marchamos. Las 2 hermanas se quedaron viendo a mi marido con la misma cara.
En el trayecto a casa, me fui muy melosa a su lado, pensando si aceptaría mi propuesta una vez más…
😈


Post siguiente

0 comentarios - Siete por siete (73): El sueño del pibe (II)