Desahogo
La puerta del pub se abrió bruscamente, dando paso a una figura distorsionada por el humo y la poca luz del local. Cuando la figura alcanzó la barra, la luz de ésta dio paso a una mujer morena de pelo rizado color azabache. Sus ojos oscuros estaban irritados a causa de las lágrimas, provocando así unas marcadas bolsas en estos y que el rímel se corriese.
En la barra, pidió un whisky doble con poco hielo, el cual apuró de un trago nada mas habérselo servido. Al pedir otra copa, vio en el espejo que había detrás del camarero a una chica muy semejante a ella, pero al mismo tiempo diferente por lo deteriorada que se veía. Dejó la consumición sobre la barra tras darle un trago y se fue al aseo. De camino, se cruzó con una chica pelirroja que acababa de sacar tabaco de la máquina.
Una vez dentro se lavó la cara y los ojos para disimular su llanto. Tras secarse, sacó una toallita desmaquillante del bolso para eliminar los restos de rímel que aún quedaban en su rostro.
Al volver a la barra le dio un trago a su copa lentamente. Esta vez quería saborear el whisky con tranquilidad al tiempo que se fumaba un cigarrillo. Sus labios atraparon el cigarrillo suavemente cuando, sin haber hecho el amago de buscar su mechero, una llama prendió el cigarrillo.
Tras esa llama se encontraba una mano femenina con las uñas pintadas de color rojo y el tatuaje de una rosa en el antebrazo; era la persona que sujetaba el zippo quien había hecho el milagro del fuego. Al girar la cabeza para dar las gracias, sus ojos se cruzaron con la chica pelirroja de la máquina de tabaco, que le sonreía con unos labios que hacían juego con sus uñas y su pelo. La mirada era capaz de atravesar el alma con el color verde esmeralda de sus ojos y te convertían en un sumiso total.
Iris, la pelirroja, invitó a nuestra chica a una copa del mejor whisky que tenían en el pub, en vez de la marca barata que le estaba sirviendo el camarero. Así, de paso entablar, entablaron una conversación. Laura le agradeció la invitación y le contó que su novio la acababa de abandonar por su mejor amiga. Iris no dejaba de mirarla fijamente, la atracción se podía sentir en el ambiente, sus ojos no miraban otra cosa que el rostro de Laura. Esa chica desvalida y menuda, consumida por la tristeza del engaño, la atraía de una forma muy enérgica. Era imposible apartar la mirada de ella.
Laura se sentía un poco cohibida, de manera que le dio un buen trago a su bebida. Estaba a gusto con Iris, pero esa forma que tenia de mirarla la intimidaba. Aun así, le picaba la curiosidad de cómo era una persona tan especial como Iris.
Al final, Iris no pudo resistir la tentación y arrimo su banqueta junto a la de Laura para estar lo más próxima a ella. Al poco tiempo, sin decir nada y arriesgándolo todo, le dio un beso en la boca, la cual se llevó una gran sorpresa y no supo cómo reaccionar, aunque tampoco le dio tiempo a hacerlo… Tras el beso, ambas se quedaron mirando fijamente y esta vez fue Laura quien se abalanzó contra Iris, que abrió la boca para recibir el beso, uniendo así sus lenguas y entrelazándolas como si fuesen una sola. Al final decidieron irse del pub.
Iris le cedió el paso a Laura y aprovechó para observar cómo se le marcaban esos pantalones tan ajustados que llevaba. Una vez en la calle aprovecharon la ocasión para volverse a besar. Laura no se lo podía creer, pero los besos de Iris la estaban poniendo húmeda.
De camino a casa de Iris, Laura le preguntó si era lesbiana, a lo que ella contestó que no. Iris era una chica bisexual y bastante liberal que no quería ataduras de ningún tipo con nadie, para no perjudicarla ni salir herida, como le acababa de pasar a Laura.
Cuando se quisieron dar cuenta ya estaban dentro del portal y llamando al ascensor. Mientras subían, Iris no pudo resistirse e introdujo su mano dentro del pantalón de Laura, acariciándole su sexo, lo que provocó que ésta se abalanzase sobre ella como una leona con su presa.
Apenas habían entrado en casa de Iris cuando empezó a quitarle la camiseta de tirantes que llevaba a su invitada, dejando así entrever unos pechos bien formados bajo un sujetador negro, todo sin parar de besarse entre ellas. Al llegar a la habitación, Laura se quitó el sujetador y dejó sus pechos a la vista: se mantenían firmes, mientras que sus pezones señalaban a su anfitriona. La atrajo hacia sí, abrazándola de tal manera que no pudiese huir y aprovechando para acariciarle los pechos al mismo tiempo. Iris podía sentir los pezones duros de Laura en la palma de sus manos y eso la excitaba cada vez más.
Cuando Laura aflojó, Iris aprovechó para soltarse el vestido y lo dejó caer a los pies de la cama, dejando a la vista de Laura un cuerpo perfecto bajo un sujetador rojo y un tanga de tira estrecha a juego, tanto en modelo como en color. El conjunto de ropa interior tenía unos encajes en la parte superior en forma de hojas, tanto en la copa del sujetador como en el tanga. Mientras, Laura había aprovechado para quitarse los pantalones y así dejar ver un culotte negro con lunares blancos.
Tras desnudarse, Iris empujó a Laura sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre ella, acariciándole el sexo sobre el culotte. Mientras, le sujetaba los pezones con los dientes, sin llegar a morderlos, para rozar la punta de estos con su lengua al tiempo que tiraba de ellos con la boca sin hacer daño. Laura noto como todo su vello se erizaba de la excitación, la cual le provoco un suspiro de placer.
Iris se colocó a los pies de la cama y tiro lentamente del culotte, dejando así completamente desnuda a Laura, que abrió las piernas el máximo posible, entregando así su sexo. Iris aprovechó y fue introduciendo sus dedos dentro de la vagina de su invitada, lentamente, para que fuese disfrutando. Cuanto más la notaba disfrutar más rápido movía los dedos. Laura se pellizcaba un pezón con una mano y se acariciaba el clítoris con la otra para alcanzar el orgasmo más rápidamente. Aun así, lo que la provocó el orgasmo realmente fue Iris, cuando dejó de introducirle los dedos en la vagina y acercó su boca, separándole los labios externos con la mano y lamerle la parte interior del clítoris.
Laura empezó a mover su cadera cada vez más rápido, para facilitarle el trabajo a Iris, acercando su sexo a la boca de ésta, de forma convulsiva, mientras la atrapaba con las piernas.
De repente, Iris volteó a Laura y la puso mirando hacia la pared, con las piernas muy separadas. Siguió lamiendo su sexo al tiempo que le acariciaba las nalgas hasta llegar al borde del ano. En ese momento, introdujo su lengua por él lentamente y volvió a masajearle el clítoris, mientras Laura se acariciaba y pellizcaba sus pechos convulsivamente hasta sentir el segundo orgasmo que le recorría toda la columna.
Cuando Laura se tumbó boca arriba, vio el sexo de su anfitriona completamente depilado acercarse a su boca. Se ayudó de las manos para separar los labios vaginales e introdujo su lengua, lamiendo todo lo que encontraba en su camino como si se le fuese la vida en ello. Iris separó las piernas l máximo y encorvó la espalda hacia atrás mientras se pellizcaba los pezones. No tardó mucho en alcanzar el orgasmo, y es que tenía los pechos tan sensibles que era capaz de tener un orgasmo con solo acariciárselos. Laura aprovechaba para acariciarse el clítoris al tiempo que su lengua recorría el de Iris y, de esa manera, ambas llegaron al orgasmo al mismo tiempo.
Cuando terminaron, Iris y Laura se abrazaron, juntando así sus pechos y dejando que la oscuridad de la noche y la excitación que habían tenido se disipase durmiendo juntas, como dos amantes.
Conocer a Iris había sido el desahogo que Laura necesitaba en ese momento y los venideros.
4 comentarios - Relato erótico lésbico: Desahogo
saludos.