Post anterior
Post siguiente
Compendio I
No tengo otras palabras para decir cómo me siento.
No sé qué pensar y quiero desahogarme.
Tengo que hacerlo.
¡Tengo que descargar mi enojo con alguien!
¡Ella se fue y lo dejó!
¡Aun no la entiendo por qué lo hizo! ¡Él se lo preguntó y a pesar de todo, se fue igual!
Y lo más triste es que él no llora.
Él aún me sonríe con ternura.
Me dice que todo va a estar mejor.
Que no me preocupe.
¡Yo no le entiendo!
Y por eso lloro.
Estos días fueron especiales. Lo compartí sólo con ella. Él la atendió lo mejor que pudo.
Salieron juntos, les dejamos a solas para conversar y aun así, se fue.
No la entiendo y estoy enojada con ella. Le dejó cuando le dijo que la quería a su lado. Cuando le propuso tener hijos con ella.
¿Por qué? ¿Por qué le hizo eso?
Yo se lo presté con cariño y ella le rompe el corazón. ¿Cómo puede ser tan mala?
Me pregunto qué tendrá en la cabeza. Mi hermanita o incluso Celeste habrían estado contentas con que se lo pidiera.
Pero ella, la que él siempre ha tratado como reina, me lo desprecia.
¡No la entiendo y lloro por él!
Lloro porque no se muestra triste a mi lado. Lloro porque se preocupa más por mí, porque no me deja sola.
Me dice que me ama. Me abraza. Me besa y sé que ella le falta. Sé que no está contento solo conmigo y me miente, con sus sonrisas, como si yo fuese la que le preocupara.
¿Por qué lo hizo? ¿Será que no lo amaba? ¿Qué quería jugar con él?
¿Cómo pudo ser tan cruel conmigo?
Yo siempre he tratado de ser su mejor amiga. De escucharla, de preocuparme de ella.
¿Y ella me hace esto? ¿Por qué? ¿Qué le hemos hecho?
Yo veía las miradas entre ellos y él le ama de verdad. ¿Nos engañó todo este tiempo? ¿Por qué? ¿Con qué fin?
Me siento tan traicionada y no puedo entender el motivo.
¿Será que en algún momento, la ofendí? ¿Le habré hecho un daño?
¿Por qué no me lo dijo a la cara?
¿Por qué tomó lo que más quiero en la vida y le hizo eso?
Incluso me cuesta verle a los ojos a él.
¿Qué explicación puedo darle? ¿Qué la motivó a hacer eso? ¿Qué habré hecho yo?
Y solamente me queda llorar, a escondidas.
Él me dice que me quiere. Se preocupa de las pequeñas y es lo que más tristeza me da.
El día que mi chiquitita se enfermo estaba como perrito guardián, atento a cualquier ruido del comunicador.
Incluso la iba a revisar a cada rato.
Papá nunca hizo eso por nosotras y no creo que mi tío lo haya hecho por ella.
¿Y me lo desprecia? ¿Por qué? ¿Qué es lo tan malo que él ha hecho?
¿No le contó toda la verdad?
Y ella le mentía con descaro, diciéndole que “no podía decirle no a lo que pidiera”. Que “tenía celos de mis pequeñas”.
Y así y todo, nos deja. ¡Tan mala! ¿Y por qué?
¡Me ha encontrado!
¡Lo amo tanto!
Sufro tanto por él, que no puedo hablarle. ¿Qué le puedo decir?
¡No me gusta que me vea llorar! ¡Tiene tantas preocupaciones!
Tengo miedo que si hablo, solamente llore.
¿Por qué me miras así? ¿Por qué te ves tan afligido por mí?
¿Por qué me amas tanto? ¡Yo no merezco que me ames!
Soy tan niña. Tan torpe. Tan inútil.
No te acuestes a mi lado. No leas lo que pienso.
¿Por qué te preocupas por mí?
¿Por qué me amas? ¿Por qué, de todas, ese anillo me lo diste a mí? ¿Por qué lo hiciste?
Sin ti, yo era nada. Me has hecho crecer. Ser mamá. Ser una mujer.
¡Estoy tan agradecida por ti!
¿Por qué me amas? ¿Por qué lo haces?
Era la que menos te atraía, pero fuiste mi amigo fiel. El que me dio ánimos y fuerzas para seguir adelante. El que me consoló cuando estaba sola. El que me aconsejó cuando estaba confundida.
¿Por qué te quedaste? ¿Fue por mi embarazo?
Yo era solamente una chiquilla tonta, enamorada de un hombre bueno.
Nunca pensé en atraparte. Mi única culpa es que te quería.
¿Fue por eso que nos casamos? ¿Porque te sentías culpable de mi embarazo?
Yo te deseaba, aunque nos cuidábamos. Quería sentirte cerca, porque hiciste tanto por mí.
Pero nunca pensé en atraparte. ¡De verdad!
Quise aprender contigo, porque eras bueno. Me hacías sentir bonita, aunque sé que no lo soy tanto.
¡Perdóname por haberte atrapado! Te amaba tanto, que te deseaba en mi vida, pero nunca quise hacerte prisionero.
¿Eres feliz conmigo? ¿Te gustaría dejarme?
¿Por qué tratas de consolarme? ¿Acaso tú no sufres también?
¿Por qué me trajiste aquí y armaste una familia conmigo? ¿Qué puedo ofrecerte yo?
Soy tan torpe. No sé ser una mamá y me esfuerzo mucho en ser una buena esposa, pero me cuesta.
¡Me ayudas tanto y me preocupa que algún día, te canses de mí!
¿Por qué me acaricias? ¿Acaso no me odias?
¡Yo no tuve la culpa! ¡Lo he pensado mucho! ¡No sé por qué lo hizo!
¡Perdóname, amor! ¡No fue mi intención!
Entonces, el esposo tomó el ordenador de sus manos, tras besarla y tranquilizarla una vez más, mientras que la chiquilla de ojos verdes y tez blanca como la leche lloraba desconsolada, apoyada en su brazo.
El sabio esposo la liberó de su confusión: no era que él necesitara a otra mujer en su vida para ser feliz.
Al contrario, era la esposa la que se sentía incompleta.
Y es por eso que era ella la que necesitaba mayor consuelo.
Post siguiente
2 comentarios - Siete por siete (64): Confusión